Fuente: El Pensamiento Navarro, 28 de Marzo de 1971, página 3.
El por qué de la subversión
No es humano ni patriótico hacer lo que el avestruz: creer que no existe el peligro, sumergiendo la cabeza en la arena.
Humanitario y patriótico es revelar la existencia del mal; porque quien quiere ignorarlo o se opone a su revelación es por no querer o no saber curarlo, bien sea por voluntad o por sentirse incapaz de ello.
Por lo tanto, humanitario y patriótico es decir a los cuatro vientos que el Marxismo ha penetrado profundamente y extensamente, sobre todo, en las clases intelectuales; en los universitarios, sean profesores o estudiantes. Y entre ellos, resultan los más peligrosos cuantos carecen de conciencia de ser marxista, pero por su mentalidad, sus ideas y su propaganda profesan un Marxismo más o menos elemental, con toda naturalidad, cual si fuera una idea brotada directamente del sentido común; al parecer, el menos común de los sentidos. Plagian a Marx, ignorándolo, y creyéndose a sí mismos originales; así es porque han recibido multitud de ideas marxistas sin el marchamo de tales.
Y un problema se presenta: ¿Cómo y por qué ha podido el Marxismo llegar hoy ha invadir, consciente o inconscientemente, tantos cerebros universitarios y, aún peor, tantos clericales?
Yo hallo la respuesta en el sabio Werner Sombart:
“Yo no puedo compartir el parecer de los que estiman que, cuando se combate a un movimiento de política práctica, resulta superfluo el oponerle afirmaciones fundadas en razonamientos, visto que, donde hay conflicto de intereses, la voluntad ocupa el lugar de la razón –stat pro ratione voluntas. Sin duda alguna, en la vida política, los elementos irracionales son de inmensa importancia; no obstante, los elementos racionales no dejan de tener peso en ella. Éstos sirven ciertamente para fortificar las convicciones políticas, cuya potencia combativa es frecuentemente aminorada cuando ella está privada del sostén de los razonamientos.
“Inversamente, no se puede considerar a un movimiento político como vencido, en tanto no haya sido él destruido en todas sus ramificaciones, incluso en sus elementos científico-racionales. Una noción que se cree justa, y en la cual se sueña, puede ser la chispa que hará revivir el fuego que se creyó extinguido. Por lo tanto, es necesario aplastar todas las brasas que ha dejado un gran incendio. Para hablar sin metáforas: es necesario no abandonar la lucha antes de haber opuesto consideraciones racionales a una opinión adversa, sobre los mismos puntos en los cuales ella misma basa sus argumentos. Tal es el caso muy particularmente con respecto al movimiento marxista, que hace alarde siempre de su carácter científico, y que constituye un peligro en tanto él no haya sido igualmente vencido en el terreno de sus elementos racionales. Es ahí donde la ciencia puede devenir una aliada en la lucha política, y todo hombre político dotado de capacidad de juicio no rechazará nunca la ayuda que le puede aportar la ciencia”.
Retengo: “No se puede considerar a un movimiento político como vencido, en tanto que él no haya sido destruido, incluso en sus elementos científico-racionales”.
Yo creo que Sombart, que escribía en 1934, nos revela en esas palabras la primera causa del fenómeno desgraciado que presenciamos en nuestra Patria: Creímos que el Marxismo, vencido en los campos de batalla, estaba total y para siempre vencido en España.
En los treinta años que median entre el hoy y la consumación de su derrota material –ahí están los catálogos bibliográficos y las colecciones de prensa y no digamos los archivos de radio y televisión de los tres decenios– poquísimo, nada prácticamente, se ha hecho en España para destruir al Marxismo en sus elementos científico-racionales. Quiero decir, fiel al contexto de Sombart, en sus elementos pseudocientífico-racionales, o sea sofísticos; porque si auténticamente científicos y racionales fuesen, serían indestructibles.
¡Qué tremenda responsabilidad la de nuestros gobernantes e intelectuales!... En la sesión secreta del Consejo Nacional, según el comunicado oficial, algunos hablaron de “vacío” político creado. Ninguno como ese tremendo vacío dejado por la inexistencia de crítica y refutación del Marxismo.
Nada más sobre el tema. Únicamente añado que hay una lógica, una explicación, en esa subversión permanente y creciente del Comunismo en nuestra Patria: ese vacío lo ha llenado con su “ciencia” y sus “razones” el Marxismo, para el cual no es ningún obstáculo el “triunfalismo”, el “futbolismo”, el “desarrollismo”, etc., etc., que es lo único que intelectualmente se le ha opuesto en estos tres últimos decenios.
Dios quiera que, como hace más de treinta años, no se vea España en la necesidad de vencer al Comunismo a costa de torrentes de sangre de sus mejores hijos, principalmente, por no haber sabido o querido vencerlo en la batalla intelectual.
JULIO ARANA
Marcadores