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Tema: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquismo

  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquismo

    El próximo mes de Julio se cumplirán los 50 años en que los americanos anunciaron la llegada de tres de sus astronautas a la Luna. Puesto que los técnicos españoles que participaron en el seguimiento de la nave espacial Apolo XI, desde la estación de Robledo de Chavela, afirman que fueron los primeros en recibir la señal de la imagen y audio del primer hombre pisando el suelo lunar, habrá que creerlo en principio.

    Franco, con auténtica sangre fría (diríase propia de un reptil), aprovecha el momento, en que todo el mundo se encontraba algo despistado, absorto ante la difusión televisiva mundial del citado suceso, y convoca una Sesión Extraordinaria de su Parlamento para los días 22 y 23 de Julio, en la cual designa a Juan Carlos como su sucesor en el Poder político nominal para después de su muerte.

    Apenas 19 "Procuradores" votaron NO a la designación de Franco, mereciendo especial mención los componentes de la Minoría opositora legitimista-tradicional en el Parlamento franquista: Antonio Arrúe Zarauz, Manuel María Escudero Rueda, Baldomero García García, Auxilio Goñi Donázar y José Ángel Zubiaur Alegre.

    Aquí dejamos el "Boletín de las Cortes" correspondiente, en donde se recogen las Actas de aquella Sesión Extraordinaria, para el que quiera ampliar sobre ella:

    Designación Juan Carlos como sucesor (Cortes, 22.07.1969).pdf


    Aunque Franco ya había, en cierto modo, preparado el terreno en los meses previos mediante audiencias concedidas a "Comisiones de tradicionalistas" prefabricadas ad hoc, que iban a visitarle "espontáneamente" a El Pardo a prestarle incondicional pleitesía, la operación fuerte de intento de absorción de las "honradas masas carlistas" se produciría a los pocos meses de la designación, utilizando como personalidad pública para este fin a Miguel Fagoaga, por medio de un conciliábulo celebrado a mediados de Noviembre en Madrid, en donde este publicista pretendía arrogarse, a través de dicha Asamblea, la representación de todas las asociaciones legitimistas-tradicionales entonces legalmente existentes con vistas a meterlas en una Asociación Tradicionalista unificada juanista (o dinástico-liberal), al socaire y amparo del régimen de asociaciones políticas que se estaba elaborando paralelamente en aquel entonces.

    Este proyecto de Fagoaga guarda cierta semejanza con el promovido en 1937 por el Conde de Rodezno (el muñeco de Franco en aquel entonces), cuando convocaba sus conciliábulos "representativos", a través de los cuales pretendía meter a toda la Comunión dentro del recién creado Partido Único de Franco (para el que quiera ampliar sobre este último caso, véase este hilo).

    El rechazo al proyecto de Fagoaga fue total y absoluto por parte de prácticamente todas las organizaciones o asociaciones legitimistas-tradicionales que, estando vinculadas a la Comunión Tradicionalista, se encontraban a su vez legalizadas.

    Este proyecto de absorción volvería a resucitar a partir de 1974, con motivo de la definitiva aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas que se venía cocinando, como decimos, en los años anteriores (a raíz de la Ley Orgánica, que era la que le daba cobertura constitucional). En virtud de esta Ley de Asociaciones se creó la Unión Nacional Española, conglomerado de distintas fuerzas políticas, de entre las que formaba parte el grupúsculo minoritario juanista-franquista pseudotradicionalista (prácticamente el mismo que seguía a Fagoaga en su proyecto fallido de 1969), y que durante la Transición acabó expulsado casi en su totalidad de dicha organización política, pues este último experimento político acabó como el rosario de la aurora, a consecuencia de las disidencias de dicho grupúsculo con las otras fuerzas políticas de esa organización (especialmente con el mayoritario sector liberal-tecnocrático-cristiano, liderado por Gonzalo Fernández de la Mora, que se haría finalmente con el control total de dicha formación política).

    Toda esta historia de la UNE, si Dios quiere, la expondremos en hilo aparte.

    Aquí, en este hilo, haremos referencia solamente, aprovechando que se cumplen los 50 años de la consumación de la traición al 18 de Julio por parte de Franco, al proyecto fracasado de Fagoaga.

    Con este fin, recogemos y colgamos una serie de documentos que considero suficientemente ilustrativos para hacerse una idea clara y concisa de la consecuente respuesta que la Comunión Tradicionalista dio al intento de Fagoaga de querer sumirla y someterla a la aceptación de un miembro de la Dinastía Liberal-Revolucionaria que había sido recién designado por Franco como su sucesor (y al cual, hace pocos días, la oligarquía parlamentaria acaba de jubilarlo definitivamente, "recomendándole" que no aparezca ya nunca más en la escena pública).

    En los documentos manuscritos de Don Javier (es decir, sus cartas a Fal Conde) he procurado conservar al máximo el estilo original de su redacción.

    Todas las notas a pie de página, salvo indicación expresa en contrario, son nuestras.


    .
    Última edición por Martin Ant; 05/06/2019 a las 23:29

  2. #2
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 1

    Fuente: Diario de Burgos, 16 de Enero de 1969, páginas 1 y 5.



    Visita de la Junta Nacional del Círculo Cultural “Vázquez de Mella” al Caudillo

    Expresó la esperanza de que nuestro destino histórico quede garantizado, cuando la sucesión a la Jefatura del Estado se produzca


    Madrid (Cifra).– «Con la esperanza de que nuestro destino histórico esté garantizado el día de mañana, cuando la sucesión a la Jefatura del Estado se produzca, de acuerdo con la Ley Orgánica, saludamos y ofrecemos a nuestro Caudillo el sentir de millares de hombres, que consagraron a la Tradición española sus vidas y haciendas durante casi siglo y medio de nuestra Historia», dijo en su discurso al Jefe del Estado, Generalísimo Franco, el Presidente de la Junta Nacional “Vázquez de Mella”, Don Miguel Fagoaga Gutiérrez-Solana.

    La Junta Nacional fue recibida hoy en audiencia por el Jefe del Estado, en el Palacio de El Pardo.

    El texto del discurso pronunciado por Don Miguel Fagoaga Gutiérrez-Solana ante el Jefe del Estado fue el siguiente:

    «Señor:

    En momentos políticos tan importantes para España, la Junta Nacional del Círculo “Vázquez de Mella” quiere agradecer a V. E., en nombre de sus miembros, haber sido recibida en esta audiencia.

    Nuestro objetivo principal es la conservación y desarrollo de la doctrina tradicionalista, cuyo maestro indiscutible es el gran pensador Vázquez de Mella.

    Vuestra política previsora y prudente ha hecho realidad institucional, en la medida de lo posible, nuestros principios religiosos, monárquicos, regionales y sociales.

    Hemos de agradecer a Vuestra Excelencia el que lo fundamental de nuestra doctrina vaya siendo incorporado a los postulados fundamentales del Movimiento Nacional y a las Instituciones básicas de la convivencia entre los españoles.

    No se oculta a V. E. que una verdadera lealtad, como la que siempre hemos mantenido al Caudillo de España, exige que le expongamos nuestra inquietud circunstancial por el futuro de esta doctrina, que juzgamos piedra angular, levantada sobre la roca del 18 de Julio de 1936, en que pudimos ofrecer a la Patria el holocausto de millares de hermanos nuestros que combatieron en los Tercios de Requetés.

    Por eso, el Círculo “Vázquez de Mella”, a través de todas sus Delegaciones, desea participar con más eficacia en esta labor de perfeccionamiento de nuestras Instituciones y de instauración de la Monarquía Tradicional, Católica y Representativa, forma de gobierno secular que hizo la grandeza de España.

    Con la esperanza de que nuestro destino histórico esté garantizado el día de mañana, cuando la sucesión a la Jefatura del Estado se produzca, de acuerdo con la Ley Orgánica, saludamos y ofrecemos a nuestro Caudillo el sentir de millares de hombres, que consagraron a la Tradición española sus vidas y haciendas durante casi siglo y medio de nuestra Historia».




    [Nota mía. Miguel Fagoaga acudió a la audiencia junto con otras 19 personas: Agustín Asís Garrote, Catedrático y Director General de Enseñanza Media; Agustín Bárcena Reus, Presidente Nacional del Sindicato de la Pesca; Jaime Caldevilla García-Villar, Abogado y Periodista; Juan José Hernández González, Abogado; Cristóbal Pérez del Pulgar, Marqués de Albaicín, Abogado; Luis Ruiz Hernández, General de Intendencia; Vicente Segrelles Chillida, Presidente del Consejo Nacional de Protección de Menores; Manuel Vieitez Pérez, Abogado; Francisco Lapiedra de Federico, Secretario de las Cortes; Antonio García Palomero, Abogado; Ramón Merino López, Abogado; Clemente Sáenz Casariego, Catedrático; José María Delgado de Robles, Abogado; Narciso Cermeño Garzón, Técnico publicitario; Isaías Fernández Antolín, Teniente Coronel del Cuerpo de Mutilados; Leopoldo Stampa Sánchez, Notario; Carlos Estévez Montagut, Diplomático; José Fernández Carrera, Abogado; y Roberto G. Bayod Pallarés, Profesor Mercantil].

  3. #3
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 2

    Fuente: La Voz de España, 27 de Marzo de 1969, página 7.



    Franco recibió a destacadas personalidades tradicionalistas

    Audiencia del Jefe del Estado


    Madrid, 26.– El Jefe del Estado recibió esta mañana, en audiencia civil, a un grupo de prohombres de la Comunión Tradicionalista, todos ellos antiguos diputados tradicionalistas.

    La Comisión iba presidida por Don Ricardo Oreja Elósegui, quien pronunció ante el Jefe del Estado las siguientes palabras:

    «Excelencia:

    Tenemos el honor de ser portadores del escrito que hombres representativos del pensamiento tradicionalista español elevan a Su Excelencia, en servicio de España, y cuyo texto es el siguiente:

    “La circunstancia providencial de encontrarnos en el comienzo del año 1969, en el que hemos de celebrar el XXX aniversario de la Victoria, que culminó aquel esforzado y heroico resurgir de nuestra Patria, iniciado el 18 de Julio, frente a potencias e ideologías extranjeras que pretendieron destruirla, es una invitación para elevar nuestra voz hasta Su Excelencia a quienes en aquella fecha, o en su proximidad, antes o después de ella, nos honrábamos con responsabilidades directivas de la Comunión Tradicionalista, ejercíamos en su nombre funciones representativas o le prestábamos nuestro aliento y entusiasmo, o contribuimos con la sangre y el esfuerzo de los Tercios de Requetés, hermanados con los demás combatientes, a la heroica Liberación, cumpliendo así, como siempre lo hicimos, la decisión de Su Majestad Don Alfonso Carlos, último Monarca de la rama carlista y Abanderado de la Tradición, que, coincidente con nuestros propios anhelos, nos mandó unirnos al Ejército para salvar a la Patria y a la Religión.

    Hemos vivido el proceso seguido a lo largo de estos años para defender esta paz y esa unidad que simboliza Su Excelencia. Hemos participado a través de dos referéndums en la aprobación de las Leyes Fundamentales del Reino, en las que se ha recogido lo más sustancial del pensamiento tradicionalista español, junto a las innovaciones que las circunstancias históricas, económicas y sociales demandan. Ésta fue la norma invariable de la doctrina defensora de una Tradición viva y en constante mejoramiento.

    La designación prevista institucionalmente para nuestra continuidad histórica será aceptada por nosotros, con plena conciencia de apoyar el orden legítimo en el que nuestra Patria ha de proseguir sus grandes destinos al servicio de Dios y de todos los españoles.

    Todo ello nos mueve a renovar, ante Su Excelencia, nuestra resuelta y decidida actitud de siempre, exigida por los destinos históricos de nuestra Patria, y que ahora, con el mismo fervor, le ofrecemos con gratitud, afecto y respeto.

    Pedimos a Dios que conceda a Su Excelencia largos años de vida para bien de España”.

    Cumplida esta honrosísima misión, permítasenos, Excelencia, que, con la significación que nos concede el haber representado como Diputados a Cortes a la Comunión católica, monárquica, tradicionalista, afirmemos que lo sagradamente imperativo es la fidelidad a los postulados de la Victoria que estamos en vísperas de conmemorar, recogidos en los principios del Movimiento Nacional que Su Excelencia proclamó en su día con el consenso de todos los españoles.

    Recibid, pues, como testimonio de nuestra representación, estos pliegos, cuyos nombres testimonian, más que la fuerza del número, la convicción de quienes sienten los ideales que hemos expresado a Vuestra Excelencia.

    Por todo ello, con nuestra ferviente adhesión a vuestra persona y significado, por esta España que tanto amamos, quiera Dios Nuestro Señor guardar y guiar a Su Excelencia».

    La Comisión de ex-Diputados tradicionalistas de las épocas de la Monarquía y República, estaba formada por Don Ricardo Oreja Elósegui, que la presidía como Decano de mayor antigüedad; Don José Luis de Oriol y Urigüen; Don Romualdo de Toledo y Robles; Don Miguel de Miranda, Conde de Riocabado; Don Joaquín Manglano, Barón de Llaurí y de Cárcer; Don Javier Ramírez Sinués; y Don José Luis Zamanillo González-Camino. (Cifra).

  4. #4
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 3

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 9 de Abril de 1969, páginas 1 y 4.


    Carta abierta

    A UNOS EX-DIPUTADOS A CORTES

    Por Ramón Albistur Esparza


    Recibimos de Don Ramón Albistur Esparza, ex-procurador en Cortes y correligionario, la siguiente “Carta abierta”, con ruego de publicación:

    Me ha dejado estupefacto la repentina aparición de Vds., manifestándose cara al público, en olor de prensa, con la excusa de hacerlo ante la más alta Magistratura.

    Casi se nos habían olvidado la mayor parte de sus apellidos, porque el tiempo les relegó a su vida privada; y he aquí que, cuando menos lo esperábamos, se les ha despertado a Vds. aquel instinto de notoriedad que un día inspiró sus actos.

    Es cierto que, como dice la Agencia Cifra, Vds. fueron Diputados a Cortes por la Comunión Tradicionalista; pero eso es todo: fueron. Quienes entonces carecíamos de edad para votar, no tenemos arte ni parte en ello; tampoco inculpo a los votantes. Al fin y al cabo, Vds. eran hombres cultos, bien educados e intachables en su conducta privada. Pero quizás se esperaba de Vds. que algún día demostraran su talento excepcional; luego, el tiempo ha demostrado lo que ha demostrado.

    Quiero decirles, y quiero que quede claro ante el público lector, que a Vds. no les ha otorgado mandato alguno esa multitud de ciudadanos españoles que arrastró el capote y el cuerpo por esos montes de Dios, por un afán que se sintetizaba en «por Dios, por España y por el Rey»; héroes anónimos, plenos de moral insobornable, incapaces de dar un paso atrás porque sabían que eso sería un mal asunto, no sólo para ellos, sino para todos los españoles, incluidos los de la acera de enfrente. Gracias a ese noble afán, Dios permitió que la balanza de la victoria se inclinara a nuestro lado.

    Confieso haber discurrido en digresión, y continúo con el tema. Si a Vds. no les hemos dado representación alguna, supongo que la que se atribuyen se deberá a una sobrestimación de su propia personalidad. Pero, por lo visto, tampoco encuentran Vds. que el perfil personal resulte muy acusado cuando tienen que recurrir a viejos títulos.

    Se mire por donde se mire, su actuación carece de sentido. La más alta Magistratura de la Nación no necesita de Vds. para saber que el Tradicionalismo español es fidelísimo a los claros y honrados principios del 18 de Julio. Lo que Vds., en el círculo de sus influencias financieras, pueden hacer, es sembrar de justicia y patriotismo la orientación de ellas, para que los afanes de la más alta Magistratura por una España más asequible al bienestar de todos los españoles, se hagan más fáciles de llevar adelante. Porque el Tradicionalismo, si honró con la responsabilidad de cargos directivos a gentes de buena posición y cultura, lo hizo porque creía que tenían la misión de utilizar esos dones de Dios en beneficio de todos los hombres. Las jerarquías sociales no constituyen castas sino servicios, de los que darán cuentas a Dios en proporción a los talentos y bienes que les han sido dados.

    Eso es lo que debe preocuparles; esas ofertas desinteresadas deben llevar en nombre de la Tradición al Jefe del Estado, en lugar de invitarle a pronunciarse oficialmente por la solución de un problema que todavía no se ha planteado.



    Ramón Albistur Esparza

  5. #5
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 4

    Fuente: Don Javier, una vida al servicio de la libertad, María Teresa de Borbón Parma, Josep Carles Clemente y Joaquín Cubero Sánchez, Plaza & Janés Editores S. A., 1997, Barcelona, página 412.



    CARTA DE DON JAVIER A DON RUFINO MENÉNDEZ Y GONZÁLEZ


    Puchheim, Alta Austria, 20 de Julio de 1969.

    Querido Rufino Menéndez y González:

    Tu cariñosa carta de la Basílica de Covadonga ha llegado esta mañana, y de corazón agradecemos tu pensamiento y tus oraciones con motivo del feliz acontecimiento que esperamos de Irene. Tu interés y recuerdo aumenta nuestra alegría.

    Pero la grave situación que va creándose para el Carlismo con las decisiones que serán tomadas en Madrid, Martes 22, en las Cortes, son de una gran preocupación para las libertades, que el Carlismo, con sus Jefes, su pueblo y su Dinastía, han defendido con tantos sacrificios desde un siglo y medio.

    Sin perder tiempo, haremos nuestro deber y los trabajos que el momento nos impone.

    Esta situación no es dinástica, es una imposición injusta contra los derechos del pueblo, y de graves consecuencias para el porvenir de España, tanto del punto de vista político como Religioso, que fue siempre lo que el espíritu carlista defendía.

    Pedimos a la Santísima que nos dé fuerza, y juicio, y valentía, y nos guíe en un mundo lleno de trampas, de ambiciones y de falsedades.

    Pero esto fue siempre la noble lucha del caballero cristiano, la de defender su fe y los derechos de los oprimidos.

    Las oraciones son siempre más potentes que los ejércitos y los mandantes.

    Pedimos aquí, ante la tumba, al Rey inolvidable Don Alfonso Carlos, que nos dé fuerza y consejos para el momento actual, y para las inevitables consecuencias en el porvenir.

    Con un fuerte abrazo, querido Rufino Menéndez y González, quedo de ti afectísimo,


    FRANCISCO JAVIER

  6. #6
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 5

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta de Fal Conde al Rey Javier I

    Sevilla, a 22 de Julio de 1969

    Señor:

    Es muy español el dicho popular, significativo de estulticia, de estar “mirando a la luna”. Y precisamente en los días en que por estar la inmensidad de la sociedad española, como la del mundo, con su atención absorta y atónita puesta en la Luna real y física, este hombre genial como político de masas amorfas y automatizadas [1] ha señalado la ocasión trascendental, tantos años esperada, de designar sucesor. La oportunidad de convocatoria de Cortes a una Sesión Extraordinaria, cerradas las Universidades de tan inquietante actividad política, en calma lo laboral, y, muy especialmente, por lo tocante al Carlismo, que ahora, una vez más, declararán fenecido, expulsada la Familia Real, incontestada la protesta por tal injusticia y pública la noticia de la esperanza de sucesión de nuestra Princesa de Asturias.

    Se dice por muchos que, simultáneamente a la apertura de una nueva edad para la Humanidad, la edad del espacio, España abre una nueva edad política. Fraga ha dicho que esta designación de sucesor es la primera piedra del edificio de la Monarquía.

    Ciertamente el hecho es trascendental. Pero, más que por lo que empieza, por lo que termina. Porque en política los hechos no son trascendentales hasta que el tiempo demuestra que han tenido trascendencia. Y hay algo que termina inexorablemente: el caudillaje. Es un ciclo que se cierra. Se cierra para los juanistas, que cifraban su esperanza en que Franco se decidiría por el hijo de su padrino de boda; se cierra un ciclo para los carlistas estorilos, que perdieron la esperanza en el Carlismo, la esperanza en que el Carlismo existe para existir, triunfe o no triunfe. Único partido que tiene razón de ser y realidad física en el mero existir, porque todos los demás existen para triunfar, y, cuando se les aleja el éxito, mueren; y se cierra el ciclo para la dirección carlista que concibió posibilidades de ser tomado en consideración nuestro Rey como incurso en las condiciones de la Ley Orgánica, cuya promulgación se creyó conveniente que V. A. acogiese con júbilo aparente. Para cerrarle esa puerta se había puesto en esa Ley la condición minimista de la nacionalidad registral del españolismo, desconociendo que el derecho a la Corona implica de necesidad la nacionalidad en el grado soberano, que es antes que el mero grado ciudadano; se cierra el ciclo de la convivencia o participación política que nos ha proporcionado el grandísimo bien de haber sido posible que España conozca a nuestros Príncipes, pero que ha cesado tan pronto se han visto los enormísimos contrastes entre los Príncipes de abolengo histórico –legitimidad de siglos– y esos otros Príncipes de fabricación nacional, de los que ahora la ironía andaluza pregunta “¿con Federica o sin Federica?” [2].

    Y se abre un nuevo ciclo que, si tiene definición de Monarquía, trae un emplazamiento en la universal topografía política de derechas e izquierdas, de Monarquía continuadora de lo actual. Alfonso XII fue recibido como el Pacificador. Lo era entre el Carlismo triunfante en el Norte y las izquierdas políticas desenfrenadas de cantonales, República, Monarquía amadeista masónica. Fue el Pacificador.

    Este Rey que se nos anuncia deberá llamarse, y ése es su designio franquista: el Continuador. Y eso es lo grave. A mi parecer, se dejan tan lejos las fuerzas del izquierdismo, ahora más que de izquierdismo político de reacción laboral, que me parece que el centrismo, desde ahora, va a quedar situado en la República. Y que los hombres de pretenciosa ponderación política, los prudentes del momento, se definirán por la República.

    Yo entiendo, Señor, que tenemos que hacer una declaración en la que se reivindique el doble abolengo de la sucesión dinastía y de la continuidad de la España tradicional. La primera, la sucesión dinástica legítima, que repugna tanto a la ilegítima como a la innovación que llaman instauración o reinstauración. El 18 de Julio fue justo y santo en tanto defendía a España, a la España histórica, que tanto era pasada, como presente, y había que hacer futura, de las causas que la habían sumido en la ruina: República y Monarquía liberal. Ilegítimo es el ejercicio del Poder por suceder a los Reyes liberales detentadores de la soberanía, o por aceptar derechos de su procedencia.

    Y continuidad de la España inmortal, cuyas características son las del equilibrio entre la autoridad real y las libertades sociales cuales son los fueros y las autarquías.

    Si la Comunión ha vivido unos quince años de procurada convivencia política y de propiciación a la participación en cargos, ha querido demostrar que no era la intolerancia de temperamentos la que nos alejaba de la colaboración, sino una cuestión de principios irrenunciable.

    La aceptación de la Ley Orgánica e, indirectamente, de la de Sucesión que estaba en ella implícita, no significó jamás renuncia al Derecho Dinástico, porque ciertamente existe una sucesión de Franco, como representante de la Victoria y restaurador de la nación deshecha, sucesión inmediata, mejor sustitución sucesoria en el orden legítimo dinástico que a él le competía reconocer, como dictado de justicia histórica, como garantía de fidelidad al 18 de Julio, y como fórmula genuinamente popular, en lugar de la plutocracia que radicará en la futura realeza, más que [lo] que hasta aquí ya viene significando.

    Permítame, Señor, que me haya atrevido a decir lo que pienso; tampoco tengo tiempo para cosa más meditada. Aprovecho un corto rato hasta el paso de nuestro querido Palomino, para con él enviar a V. A. y a S.A.R. el Príncipe, a quien escribí, quizás equivocadamente, al “Palacio Real de Amsterdam”, felicitándole por la gratísima noticia, y para cuya egregia persona van también estas letras, con la venia de V. A., imposibilitado de ser más extenso.

    Quedo, como siempre, incondicionalmente, más que nunca, al servicio de V. A.






    [1] Es decir, Franco.

    [2] Posible alusión al reciente bautizo de Don Felipe, que tuvo lugar en el Palacio de la Zarzuela, el 8 de Febrero de 1968, y al cual asistió la luterana-cismática Doña Federica de Hannover, madre de Doña Sofía, y que vivía en el exilio, en Roma, desde Diciembre pasado, junto con su marido el Rey Constantino II, como consecuencia del derrocamiento de éste por su oposición al Golpe de Estado habido en Abril de 1967 por el Coronel Geórgios Papadópoulos, que dio origen en Grecia al llamado «Régimen de los Coroneles» (1967 – 1974).




    Fuente: YOUTUBE

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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 6

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta del Rey Javier I a Fal Conde

    Hendaya, 24 de Julio de 1969

    Querido D. Manuel,

    Unas cortas palabras escritas de prisa desde Hendaya, pasando el día 24 de Julio aquí para presidir el Consejo y después lo´de los Jefes Provinciales.

    Contesto brevemente a tu hermosa Carta, agradecendote de corazón.

    Tu presencia espiritual la he sentido estos tristes días a mi lado, con tu pensamiento y tus oraciones.

    No estamos deprimidos de los hechos, porque eran desde meses previsibles, y habían sido tomados con arreglo a las circunstancias actuales. Tu carta ha sido un grande aliento para mí y para Carlos.

    Estamos animados con la certeza que los nombramientos de Juan Carlos harán breve vida, y que nuestra hora llegará; pedimos a Dios que no sea en una situación dramática como en el 1936.

    Una cosa queda cierta, es la admirable entrega de nuestros carlistas, que nos dan innumerables pruebas de fidelidad y de comprehensión del momento actual.

    Haremos en estos tiempos actuales todas las medidas que podamos, sin comprometer a nuestros Jefes, porque la presencia en las Provincias son indispensables.

    Dios hagará lo que será útil a Su Causa y a España, sea lo que sea para nosotros. Allí está nuestra seguridad, cuando nos tendrá por la mano para guiarnos [a] ti y cada uno de los nuestros.

    Con gran cariño a ti y tu tan buena familia y llena de esperanza carlista,

    Quedo de ti afectísimo,


    Francisco Javier





    Un fuerte abrazo, querido Fal,

    Tuyo,


    Carlos.

  8. #8
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 7

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Declaración del Rey Javier I, de 25 de Julio de 1969

    A LOS CARLISTAS:

    Con toda la autoridad que me conceden el Derecho, que es deber irrenunciable, de la Legitimidad que ostento, y los muchos años empleados en el servicio de la Patria, me veo obligado a elevar mi protesta ante la designación que el Generalísimo Franco ha efectuado en la persona de Don Juan Carlos de Borbón, en cuanto significa su futura elevación al Trono de España.

    En primer lugar, esta designación como sucesor del General Franco pretende garantizar la continuación del Régimen, pero no asegura una continuidad de paz. Con el nombre de Monarquía se encubre una monocracia hereditaria, por designación de la única voluntad del Jefe del Estado, mientras que en la concepción carlista es el Pacto social entre la Dinastía y el Pueblo el que garantiza la autoridad y la libertad, y, por tanto, la paz.

    Al no verse respetadas las libertades, y la primera de todas, la de escoger el futuro, no puede existir autoridad. Puede haber poder y fuerza, pero faltará la autoridad, que es siempre ascendiente humano y moral. Al faltar este ascendiente no existirá, en caso de tensiones en la vida política de la Nación, otro recurso que el empleo de la fuerza. La paz solamente se garantiza con la Justicia, y la Justicia no puede vivir más que en un clima de Libertad. Todo Régimen que niega la libertad desemboca, tarde o temprano, en el desorden.

    En segundo lugar, no se puede fallar por una decisión unilateral un pleito monárquico, ni hablar en nombre del Carlismo. Este pleito hubiera podido ser planteado, garantizándose el buen funcionamiento de los trámites jurídicos y políticos en una gran consulta nacional, absolutamente necesaria en un asunto de tanta envergadura. Sólo así se hubiera podido resolver, con el concurso de unas Cortes auténticamente representativas y libres, un enfrentamiento entre dos Españas, enfrentamiento mucho más grave de lo que las meras apariencias externas pueden dejar entrever. Entre la España oligárquica de minorías capitalistas, y la España democrática, amante de la libertad; entre la concepción monárquica alfonsina, monopolizadora del poder político y económico, y la concepción carlista del Rey de las libertades y repúblicas españolas, como lo definiera Carlos VII, existía un pleito. Y este pleito se debía liquidar pacíficamente, dentro de una consulta y concurrencia nacional.

    Se ha querido, por el contrario, imponer al país una solución y una dinastía, quedando así defraudada la esperanza que indudablemente tuvo el pueblo español de poder participar en la decisión de su futuro, esperanza de apertura y de mayor libertad que le hizo en su tiempo respaldar el referéndum.

    De la misma manera que en el año 1936 preparé al Carlismo para luchar contra el totalitarismo comunista; de la misma manera que me opuse a la implantación del totalitarismo fascista durante nuestra Guerra Civil, debo protestar ahora contra el intento de prolongar este mismo totalitarismo bajo una apariencia monárquica.

    Por eso no acepto una solución que, debiendo ser el fruto de una amplia consulta nacional en cuanto al régimen y la persona, ha quedado reducido a solución personal, arbitraria y de partido único.

    Esto lo sabe toda España. Pero de mis leales carlistas espero algo más que una postura negativa ante el hecho ocurrido. Tenemos un gran deber político; plasmar en la realidad nuestro ideal. Un deber en aras del cual se han sacrificado tantos de los nuestros.

    Ahora vamos a acelerar la dinámica política que lleva consigo tantas promesas, que, defendiendo en su expresión concreta las grandes Libertades Regionales, Sindicales y Políticas, permita la España democrática, forjadora de su libertad, capaz de la convivencia pacífica y constructiva entre sus Regiones y sus ideologías, cumplidora de la paz cristiana.

    A pesar de las circunstancias difíciles, nunca he tenido tanta certeza del triunfo de estos grandes ideales nacionales. Os pido a todos compartáis conmigo, con fuerza, con fe, con disciplina, con inteligente actividad, esta gran esperanza española, y pido a Dios la bendiga y la haga realidad.

    Puchheim, 25 de Julio, festividad del Apóstol Santiago, Patrono de España, de mil novecientos sesenta y nueve.


    Francisco Javier

  9. #9
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 8

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Declaración de la Junta Suprema de la Comunión Tradicionalista

    DECLARACIÓN DE LA JUNTA SUPREMA Y JEFES REGIONALES DEL CARLISMO

    Ante los acontecimientos políticos ocurridos en nuestra Patria, y por el carácter constitutivo que se les pretende dar, la Junta Suprema y los Jefes Regionales del Carlismo se encuentran en el deber de manifestar:

    Por lealtad al pueblo español, por su misma concepción monárquica, y por su participación en momentos trascendentales para España, el Carlismo tiene autoridad para dejar oír su voz.

    En repetidas ocasiones, y de forma clara, el Carlismo ha expresado que, cualquier decisión tomada al margen del pueblo, carece de sentido democrático y, por tanto, de autenticidad.

    Para ser posible un futuro digno y estable, el pueblo debe tomar en sus manos su propio destino mediante una presencia real y responsable, que llevará consigo grandes sacrificios.

    Por falta de desarrollo de algunas Leyes Fundamentales españolas, los organismos llamados representativos carecen de la representatividad necesaria para comprometer a todo el pueblo en una decisión tan trascendental. Es de grave responsabilidad hacer perder la esperanza de esta auténtica participación. No ha habido consulta nacional que legitime este acto.

    El Carlismo brinda al pueblo español unas soluciones capaces de coordinar las diversas tendencias políticas existentes en el país, posibilitando la necesaria evolución política a través de las tres grandes libertades: regional, sindical y política. Única forma de garantizar, entre todos, la paz y el futuro.

    Nadie ignora que el Carlismo, durante más de un siglo, ha sido fiel a una Dinastía que representa la legitimidad histórica y la defensa de los principios democráticos de nuestro pueblo.

    Hoy estas legitimidades concurren en Don Javier de Borbón-Parma, al cual expresamos y renovamos nuestra lealtad.


    Julio, de 1969.

  10. #10
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 9

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta del Rey Javier I a Fal Conde

    Puchheim, 19 de Agosto 1969

    Muy querido Manuel,

    El 22 de Julio me escribiste una muy hermosa y clara carta que era un análisis preciso de la hora histórica que hemos vivido. Tecla grave en la continuidad que el Carlismo ha escrito en el rumbo y desarrollo de un siglo y medio de su historia nacional española.

    Hubo una fecha gloriosísima de eroismo el 18 de Julio 1936, y una paz de treinta años que ha defraudado al pueblo carlista y sus dirigentes, del Mando que hubiera sido de derecho humano el nuestro.

    Dios Nuestro Señor ha guiado durante este largo periodo nuestra fe, en la esperanza que hemos tenido humanamente, pero que Él sabe volver a mucho más alto destino. En este periodo hemos visto la Iglesia de los grandes Papas guiados a la cumbre del mundo, deshacerse humanamente a lo que vivimos actualmente. Éstos son los decretos de Dios, que deja el mal combatir el bien, y tal vez parece triunfar de él? Pero qué son nuestras vidas terrenas, frente a la eternidad, que el espíritu humano no puede concebir, y que es el triunfo absoluto de Dios y del bien. Y por eso contan nuestras bajas en triunfos de Dios; que por eso hemos sido criados y llevados.

    Por eso también, sin perder ánimo, continuamos a mantener esta Unidad Carlista, casi milagrosa; en la successión de desastres y de bajas, siempre vive y cada vez más valiente.

    Admito completamente que yo he faltado de previsión, aceptando el projecto [1], contando con la buena fe de la mayoría de los monárquicos nuestros. El espíritu del Mal sabe disfrazarse en una forma de inspiración profética, sin dejar a la retaguardia la arma secreta en mano.

    He esperado un mes casi para contestarte, habiendo rezado mucho a la tumba de nuestro inolvidable Rey [2], onde en el 1937 [3] juré la fidelidad hasta el fin, que se aproxima, que pero está asecurado, gracias a Dios, en la continuidad de Carlos y de Sixto, y de todos nuestros admirables carlistas verdaderos.

    Quién puede preveer el porvenir de una Monarquía falsa, sin apoyo, fuera de la Internacional Maçonica –y tengo las pruebas en manos!

    Nuestro deber ahora es de tener altamente los derechos del pueblo carlista, que son la sabiduría de los siglos, y nunca perder ánimo en la dura contestación. Sé que hablo con tu corazón, juntos en la misma voluntad y firmeza, y Dios nos guiará.

    De ti, querido Manuel, afectísimo,


    Francisco Javier





    [1] Es decir, el Proyecto de Ley Orgánica.

    [2] Es decir, Don Alfonso Carlos.

    [3] El juramento al que se refiere el Rey Javier ante la tumba de Don Alfonso Carlos, en realidad tuvo lugar el 3 de Octubre de 1936.

  11. #11
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 10

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta de Fal Conde al Rey Javier I

    Señor:

    Al saber que Pepe se proponía visitar a VV. AA. y presentarles sus respetos, quiero que les testimonie nuestra adhesión y vivísimo recuerdo en defecto de mi visita personal, que veo imposible por el agotamiento general que me parece creciente.

    En esta reducida capacidad de trabajo quiero ir haciendo cosas, como lo posible en mis memorias y algo para la publicación. Los acontecimientos, que son consumación de una trayectoria antigua y firme, me inspiran unas publicaciones que tienden a presentar nuestra futura pervivencia, porque a lo último a que habremos de resignarnos es a quedar fuera de las leyes. De las leyes de un régimen que hemos contribuido a instaurar. Régimen que es extremadamente celoso de considerarse inatacable como Monarquía, y de constitución abierta en sus accidentes. Uno de esos accidentes, en el que hemos de hacer hincapié y petición, es el ejercicio de las libertades. Nada más ausente de la realidad que esa facultad, porque ni se la permite a la Prensa, ni la reconocen en los libros, ni siquiera a los Procuradores se la consintió aquella tarde de la Sesión que algunos de ellos han dado en llamar “de la vergüenza”.

    Si no se nos reconoce libertad para pedir la libertad de hombres libres y ciudadanos de un Estado culto, estaremos demostrando su inexistencia.

    Ese artículo que mando a V.A. en cuartilla, porque dudo que lo dejen publicar, inicia el planteamiento, primero de la verdadera esencia de la Monarquía, de trayectoria secular, y luego iremos tocando ese mismo carácter en la Dinastía. Dinastía no testamentaria, sino contractual, de Derecho Público, cual es la Ley Fundamental, y que en este caso tiene la nota interesante del entronque con el fundador de la Dinastía, Felipe V, en defecto de las otras Ramas extinguidas, y que el 18 de Julio no puede consentir en que vuelvan al Trono.

    Claro que “Montejurra” tiene poca difusión, pero no tenemos otra cosa, y luego podrá salir en libro.

    De todos modos, hay ahora que ver los acontecimientos. Bien se notan los pasos de movimiento envolvente, de halagos y dádivas –el Presupuesto lo paga todo–, y de disolución simultanea del juanismo. Cuando Don Juan se rinda, por poco que tarde, ya se habrá patentizado su soledad y el descrédito de sus leales (??), que le habrán ido dejando persuadido de que la legitimidad sagrada está en el ungido de Franco.

    Y mientras tanto la juventud, hasta aquí alarmantemente apolitizada, y de consecuencia inclinándose al socialismo, se irá fijando en el Carlismo precisamente por su consecuencia política.

    La concentración de Montejurra ha enseñado al Gobierno que hay una generación espontánea de resurgimiento precisamente en la juventud, que es lo incontrolable, lo que se manifestó intrépida en Estella [1].

    Un Gobierno de hombres civiles, políticos sin partido, vería primero el fenómeno inconcuso de que la juventud se ha huido del régimen, precisamente por su artificio; y lo segundo, que si no la recoge el Carlismo, se hará comunista.

    Ha muerto en Bañares (Logroño) Don Antonio Coello Triviño, padre de los beneméritos Santiago, Gonzalo y Luis Coello Cuadrado y de Carmina Coello de Leyte. Viven Santiago en Zaragoza, Luis en Sevilla, y Gonzalo y Carmen en Vigo, pero yo creo que puede escribir a todos a Bañares. Todos modelo de lealtad. Y en Manacor (Mallorca) Doña María Roig Mateu, esposa del benemérito Don Jaime Bover Caldentey, que está inconsolable. Éste es un caso heroico de lealtad. Ministros y el propio Franco le han distinguido con amistad, honores y dádivas, y siempre ha dicho que es carlista y no admite nada de nadie. Personalmente, un día en el puerto de Palma, Don Juan mismo le invitó y le atrajo, pero con igual resultado.

    Pedimos sin cesar, como siempre por toda la Real Familia, pero ahora con especialísima instancia, Misas y comuniones por la Princesa. Mi hija Pilar superó el problema de los primeros meses con reposo, y sigue adelante.

    María y todos mis hijos expresan a VV. AA. sus más firmes sentimientos de reverencia y afecto, y un servidor de V. A. le queda siempre incondicional.


    Sevilla, a 26 de Agosto de 1969.






    [1] A este respecto, véase el artículo de Manuel Martorell, «El día que Estella llamó traidor a Franco», recientemente publicado en Diario de Navarra, el 3 de Mayo de 2019.

    El día que Estella llamó traidor a Franco (M. Martorell Diario de Navarra, 03.05.2019).pdf


    .
    Última edición por Martin Ant; 05/06/2019 a las 21:48

  12. #12
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 11

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta de Fal Conde al Rey Javier I

    Señor:

    Hace dos días escribí a V. A. por medio de mi hijo Pepe, que está en San Sebastián y se proponía pedir audiencia para presentarle sus respetos. Le enviaba las cuartillas de un artículo que he mandado a “Montejurra” a ver si lo dejan salir, y luego seguir con otros tocando la cuestión [de] esa atrocidad jurídica y política y social y de buenas relaciones cometida sacándose de la manga un rey. Un rey y un juramento, no ya a Dios, como todos los juramentos admitidos en el Derecho Público y usado en la Historia, así mismo. Como la invención de un Principado de España.

    En la inseguridad del correo fui poco explícito en la carta a V. A., y en la buena oportunidad del viaje del querido Yécora, la amplio, con temas que pienso pueden interesar a V. A. y que, caso contrario, me perdonará el atrevimiento de la iniciativa en el Informe.

    La actual posición de los representantes del pensamiento monárquico tiene en cierto modo una polarización entre dinásticos e innovadores. De aquel lado Don Juan y El Rey [1], y del otro, solo y en expectativa de destino, Juan Carlos.

    Una sola palabra sobre lo segundo: según la legalidad vigente y el resultado de la aclamación de la Sesión de la vergüenza de las Cortes representativas de Franco, o sea, de la asamblea, Juan Carlos está proclamado sucesor de Franco para su muerte, salva revocación, que expresamente se recordó ese carácter revocable. O sea, es una institución neomonárquica testamentaria.

    El desatino se refuta fácilmente. Y volvemos a la opción dentro de la sucesión dinástica como fuente próxima de la realeza. Sucesión no testamentaria, sino contractual. Contrato de Derecho Público. Tal es la Ley Fundamental de Felipe V. El fundador de una línea familiar, o, mejor dicho, dinástica, hasta entonces extrajera en España, y nacionalizada automáticamente por la virtud incardinadora del derecho a la sucesión Real.

    ¡Y qué hermosa circunstancia la de ser ése el tronco de los derechos del Rey! El tronco por extinción de las otras Ramas, así como para Francia por extinción de la línea agnada, para España por indignidad para la sucesión. Sin olvidar que la indignificación máxima, o ilegitimación en el ejercicio más típica, es la aceptación y servicio de la usurpadora.

    Vueltos al punto cardinal dinástico, como fuente de legitimidad sucesoria, se nos puede argüir, de hecho ya los disidentes nos apostrofan, por que Don Javier aceptó el referéndum; como si el Rey hubiera tenido por buena la Ley de Sucesión de Franco si le favorecía, o por reprobable si favorecía a otros candidatos.

    No toco el punto del encargo del Rey sobre el último referéndum. No necesita V. A. mi opinión. Tampoco tengo elementos para juzgar. Ese referéndum contenía diversos puntos no diferenciables en el monosílabo que pedía de contestación, sí o no; y sobre sus pormenores mezclados, lo primero era el voto de confianza en cuanto al orden público y la paz social. Política de circunstancias, con todas las reservas mentales habidas y por haber.

    A lo que yo me voy a referir solamente es a ese ataque que se nos prepara, en el que se van a refugiar los nuevos Iscariotes [2] de esta traición última.

    Adjunta va copia del escrito de Don Javier a Franco en 7 de Mayo de 1947, protestando del referéndum convocado para aprobar la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. Entonces con especificación y concreción distinta de la generalización y complejidad del referéndum sobre la Ley Orgánica.

    Ese escrito lo tengo por importantísimo y trascendental. Note V. A. que, entonces, Don Javier no ostentaba otro carácter que el de Regente, o sea, era más genuina y desinteresadamente representante de la institución monárquica.

    Unos antecedentes: en Marzo de 1939 dirigimos a Franco aquel escrito y sus complementarios estudios, a uno de los que me refiero en el artículo mandado a “Montejurra” y cuya copia le he enviado con Pepe. No tengo ejemplar alguno que mandarle. Pero ya le envié uno hace unos años, y otro después con José Carlos Clemente. Están en el folleto “El pensamiento carlista sobre cuestiones de actualidad”, editado en Buenos Aires.

    En Marzo de 1940, Don Juan escribió a Don Javier protestando contra mí, que firmaba aquellos escritos para Franco, de que se le negaban sus derechos por ilegitimidad en el ejercicio, y Don Javier le contestó una carta que tengo por fundamental en la posición política del Rey, y trascendental en el Carlismo moderno. Creo que V. A. tiene las dos, y hasta que yo se las di hace muchos años. Pero sí puedo enviarle copias, que ahora, con la premura que impone la salida del querido Yécora, no puedo obtener.

    Y finalmente, en Diciembre de 1945, se puso a Don Juan aquella carta mía, requiriéndole a someterse a la Regencia.

    (Esa carta señala la opción trascendental que hubiera cambiado los destinos de la Comunión, de la Causa monárquica, y, tal vez, de la vida del régimen dictatorial).

    Don Javier, digo, ha sido el defensor de la Monarquía, de su nota esencial de continuidad y de revisión legal ante Cortes, con tal que fueran verdaderamente representativas.

    Don Juan, por el contrario, se opuso, comprometió la continuidad monárquica, y contribuyó a sustentar a Franco esperanzado en que le sucedería.

    ¿Podía, por tanto, Don Javier, recomendar la votación del referéndum sin que esto significara que aceptaba como fuente del Poder Real, la sucesión de Franco, su designación, la aprobación por estas Cortes no representativas?

    Queda claro que sí; pero, a mayor abundamiento, termino poniendo una tesis jurídica sobre la distinción que puede haber entre herencia y sucesión testamentaria, para significar que quien hubiera podido aceptar la sucesión de Franco, si tenía el derecho a la sucesión hereditaria de la Dinastía Legítima, no incurría en contradicción. Porque recibía lo que tenía derecho. Recibía lo que le competía por Ley histórica, de manos –sucesión en la posesión– del titular actual del Poder.

    En Derecho Civil, aplicado con la debida separación de materia al Derecho Público, la sucesión implica una adquisición derivativa por cuanto la transferencia del derecho se opera en relación o dependencia con el anterior titular. De ahí que la sucesión sea la transmisión mortis causa. Herencia se entiende en doble sentido, como objeto de la sucesión –art. 659 del Código Civil–, y como sucesión a título universal –art. 660– por oposición al legado.

    Los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento de su muerte –art. 657–. A veces el testador quiere que varias personas sucesivamente ocupen su lugar, le hereden, y entonces llama en primer lugar a uno, que le sucede, generalmente durante su vida, con la obligación de conservar su caudal, que pasará a otra que designa, que es también heredero suyo, por lo que adquiere su derecho desde la muerte del testador –art. 784–, pero cuya efectividad plena no surge hasta que no se produce el hecho de la sustitución, previsto por el testador, y mientras tanto, en orden a la sucesión, tiene todas las acciones encaminadas a que el primero cumpla su deber de conservar, cuyas transgresiones puede impugnar. Sucede al testador después de haberle sucedido previamente el fiduciario. No tiene que respetar los actos del fiduciario, pues su ley es el testamento, que le instituyó fideicomisario; pero en lo que pertenece al derecho dispositivo, las aceptaciones que haga de actos del fiduciario le vincularían como actos propios, claro está que sólo en el contenido del acto propio, no en lo que trae ley de la herencia impuesta por el primer y único testador.

    Más que nunca hemos de defender la buena doctrina contra la innovación, y que es un atentado a la verdadera Monarquía.

    Quedo, como bien sabe V. A., incondicional en su servicio.


    Firmado: Manuel Fal Conde

    Sevilla, a 27 de Agosto de 1969.





    [1] Es decir, Don Javier.

    [2] Es decir, los grupúsculos de ex-legitimistas tradicionales que acataron a Don Juan Carlos.

  13. #13
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 12

    Fuente: Archivo Fal Conde, Universidad de Navarra



    Carta del Rey Javier I a Fal Conde

    Abbadía de Solesmes, Francia, 19 de Septiembre 1969

    Querido Manuel Fal Conde,

    En nuestro periódico “Montejurra” leo con entusiasmo tus artículos. Revivo, leyéndote, estos momentos! [1]

    Me habían pedido tantas veces que yo debía escribir mis Memorias de nuestros acontecimientos!

    No puedo hacerlo, tengo apuntes y cartas, pero falta de tiempo; y el miedo de desvelar el trabajo y las intrigas de tantas personas, sin necesidad, me impiden escribir. Además, tus actuaciones y iniciativas han sido mucho más importantes, y te felicito, que referendote menos a las personas que a los hechos, has clavado para la historia carlista este largo periodo de intensa actividad, con perfecta objectividad.

    En el primer año y en el secundo de la fuerza, me había dolido de estar siempre fuera del campo de batalla. La parte militar siendo mucho más en mi carácter que la política; y tenía la larga experiencia adquirida en los 4 años de la guerra mundial [2]. Pero con los años que han pasados, veo claramente las razones porqué Dios no me lo permitió.

    Mi actuación en el frente hubiera sido muy distincta y felicitada de un lado; pero me hubiera paralizado frente a los Militares después de la guerra y del Mando. Eso ha sido el dedo de Dios!

    Trenta años han pasados y ahora tengo los últimos años para render cuenta a Dios del pasado, y agradecer de Su bondad sin fin.

    Si Dios quiere, la continuidad carlista quedará asecurada en los próximos 5 meses [3], y así el hilo carlista no quedará rotto.

    En nuestros tiempos, este mundo Católico y Civilizado, que era el nuestro, parece hundirse, pero en mis viajes en Tierra Santa, en Oriente y en África veo renacer la fe dura y viva de los mártires, y surgir un mundo nuevo muy diferente del nuestro; que pero me da, con su joventud, esperanzas!

    Te escribo estas líneas desde la Abbadia Bendettina de Solesmes, onde passo 8 días de silencio.

    En mis oraciones pido a Dios para ti y tu querida familia.

    Estamos unidos en vida y espíritu, y quedo, querido Manuel, de ti affmo.


    Francisco Javier







    [1] Los siete artículos que publicó Fal Conde en la revista Montejurra, se pueden consultar aquí.

    [2] Se refiere Don Javier a la Primera Guerra Mundial.

    [3] Alusión al próximo nacimiento de Don Carlos Javier, primogénito varón de Don Carlos Hugo.

  14. #14
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 13

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 293, 9 de Agosto de 1969, páginas 12 – 13.



    Es menester ocupar, constitucionalmente, posiciones políticas de futuro

    Dentro de la Ley, al servicio del «18 de Julio»


    Los «inmovilistas» como nosotros –plantados ¡todavía! en el 18 de Julio de 1936– las pasamos atroces en cuanto advertimos que «algo» empieza a moverse. Ya sabemos que por encima de doctrinas políticas y de posturas ideológicas se imponen los dictados inapelables de la vida y de la muerte, del futuro que empuja al pasado que cede… Hemos vivido los «inmovilistas» unas jornadas tan cargadas de concesiones al futuro, con tan alto voltaje de electricidad y potencial dinamismo, que no es que nos electrocutaran, pero sí, razonablemente, nos produjeron un estupor, un anonadamiento que nos hizo enmudecer más de dos semanas.

    «¡Qué bárbaros son estos «inmovilistas»!» –exclamaréis algunos–. «¡No resisten, sin desmayarse aterrados, sin enmudecer atónitos, acontecimientos históricos tan necesarios y fecundos como los promovidos por Franco, Caudillo de España, en preparación providente, desgraciadamente fatal e inevitable, de su relevo en el Caudillaje, en la Jefatura del Estado, y en sus laureadas funciones de Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire!».

    ¡Pues sí! Que el propio Caudillo nos haya dicho a los hombres y a las fuerzas del 18 de Julio que él un día será sustituido, porque un día llegará en que la enfermedad o la muerte le depongan, nos ha estremecido y conturbado hasta el anonadamiento. No, ciertamente, porque la terrible perspectiva de la avanzada edad, y la vida cumplida, y la muerte llegada, no fueran leyes inexorables que tuviéramos bien sabidas. Y precisamente por sabidas, aherrojadas, sepultadas, borradas por nuestro «inmovilismo». Que Franco mismo, que el propio Caudillo, haya liberado también de su cautividad a las jóvenes y pujantes fuerzas del futuro, que empuja a un pasado que cede, ha sido lo que naturalmente nos conmovió y sumió en la pena profunda y en el informe pensamiento de una conciencia, de súbito advertida, de que su arboladura, su estrella, su rumbo, van a cambiar; que su Capitán ha dicho que se puede retirar, o se puede morir, y que ya ha sido proclamado, en condición de Rey, quien le suceda.

    Pues bien, acontecimiento histórico, y en el orden político-institucional tan lógico y aconsejable, a los pobres hombres de ¿QUÉ PASA? nos ha afectado y alarmado sobremanera. Ello porque el propio Caudillo, en el ejercicio de sus singulares, legítimas y excepcionales prerrogativas, nos ha estimulado a que, ya proclamado su sucesor como Rey, nos dispongamos cada cual a la operación sucesoria de sus ideas de pasado, poniendo en obra las ideas que se acomoden al futuro. Nuestro pasado, perenne, vivificado cada día, como el Caudillo ha afirmado y su regio sucesor ha aceptado, es el mantenimiento irrevocable de los principios y fines del 18 de Julio de 1936 y el acatamiento fervoroso a las Leyes Fundamentales del Reino y del Movimiento Nacional.

    Hasta las jornadas trascendentales del 22 y 23 de Julio de 1969, el 18 de Julio de 1936 era el pasado glorioso, presente cada día en la mente, en las manos, en el Mando de Franco, de sus Gobiernos, de sus Ejércitos, de sus hombres y fuerzas del Movimiento Nacional. Y no había cuestión. Por ahora, con Franco lúcido y fuerte, inspirado y certero, tampoco habrá cuestiones. Pero Franco mismo ha dicho, con el Consejo del Reino y con las Cortes, que un día llegará en que su augusto sucesor reine para todos los españoles con todos los españoles. Esto comporta la obligación de que los hombres y las fuerzas del 18 de Julio, las de la Victoria sobre las Internacionales del Cataclismo, se dispongan a incorporarse al futuro. Y deberán hacerlo con su bagaje peculiar y genuino, con sus alas de virtudes y sus cargas de errores y desaciertos. Lo mismo que traerán el memorial de sus duelos y quebrantos y el incentivo de sus ilusorias conquistas los demás españoles del asociacionismo y la convivencia de Febrero de 1936, de Octubre de 1934, de Abril de 1931.

    En resumen, los «inmovilistas» del 18 de Julio tenemos el apremiante y sagrado deber de comenzar a «movernos» al son que, frente a nuestro pasado entrañable, nos traigan los hombres y las fuerzas del futuro. Éstos tratarán de imponernos lo suyo, o sea, «el futuro». Nosotros trataremos de imponer, atemperándolo al futuro, los principios y los fines irrevocables de nuestro pasado, esto es, de nuestro 18 de Julio. Por eso, recomencemos a recapitular, a reconsiderar de dónde venimos, cómo hubimos de caminar, y, en definitiva, bien estudiadas nuestras experiencias, a dónde tenemos que encaminarnos y de qué manera.


    * * *


    Ante el próximo futuro español, los hombres que de verdad sentimos los ideales «inmovilistas» del 18 de Julio debemos reflexionar seriamente acerca del fondo, la forma y la organización que en un futuro próximo consigan no sólo conservar y mantener –únicas metas de las que se habla ya–, sino, sobre todo, IMPONER. Entre nosotros no vamos a hablar con complejos, midiendo las palabras, utilizando la jerga «democrática» por miedo a que nos cuelguen todos esos «sambenitos» modernos que todos conocemos… No. Tenemos que ser CONSECUENTES con nosotros mismos. Los ideales y las doctrinas del 18 de Julio surgieron para MANDAR, no para «convivir y coexistir» con otros distintos o contrarios, como ahora se intentará hacer. El convencimiento de conquistar el Poder era sentido por igual tanto por todas las fuerzas del 18 de Julio como por todas sus enemigas. Y ese doble deseo fue lo que dio lugar al sangriento, pero necesario, choque armado de 1936-1939. Hubo una guerra y una victoria. Y ésta lo fue de las doctrinas e ideas políticas del 18 de Julio. Hubo una derrota: la del marxismo, la del capitalismo y la del monarquismo liberal. La cosa, entre nosotros, debe quedar clara. La Victoria de 1939, en el espacio de tiempo que tuvo vigencia, lo fue contra las derechas y las izquierdas del país. Pero si se ganó la guerra, habría que ganar la paz. Existen algunos o bastantes seres, incluso del 18 de Julio, que aún no se han enterado.

    ¿Causas? Fueron muchas. En las dos fuerzas políticas del 18 de Julio, la Falange y el Carlismo, se dieron dos tremendos errores, tan graves que dieron lugar a que el 18 de Julio haya perdido el imperio doctrinal y de poder. La Falange tiene la disculpa de haberse quedado sin jefe. Es cierto. Fue un enorme «handicap», desde luego. Pero, al fin y al cabo, cuando cayó José Antonio ya existía su doctrina promulgada, una organización, unos dirigentes y una gran masa de falangistas. La pérdida del jefe fue un gran quebranto; pero si todo lo ocurrido después, en orden a la actuación de la Falange, se achaca a aquella pérdida, ello podría dar lugar a que un observador imparcial sacase la conclusión de que, desde el segundo de José Antonio al último falangista, todos fueron unos ineptos. ¿Sería justa tal conclusión? No. Sin embargo, el gran error de la Falange fue doble: 1) No saberse unir férreamente, «prietas las filas», en torno a quien o a quienes en aquellos momentos representasen el verdadero espíritu falangista. 2) Aceptar la convivencia, no con los carlistas, sino con las derechas, que, si en un principio y llenas de incertidumbre, se «disfrazaron» de falangistas, ahora son las que han desplazado a la Falange del Poder. Estas derechas son, para nosotros, el monarquismo liberal, el capitalismo, y la democracia cristiana en su doble brazo seglar y religioso, metidos ambos a política con la «tapadera» de la Religión. Es curioso repasar las luchas internas contra los carlistas a raíz del «Decreto de Unificación», cuando el verdadero enemigo de la Falange no era el Carlismo, sino las derechas, que desde la barrera contemplaban el espectáculo con regocijo muy disimulado entonces…

    La Falange cometió el error de no estar con las circunstancias. Fue un Movimiento inspirado –aunque ahora digan lo que digan los retorcedores de textos y de intenciones– en los Movimientos fascista y nacionalsocialista. Pero a aquélla le falto la decisión de estos dos últimos. O la suerte, o el impulso revolucionario. Aquellos Movimientos europeos surgieron para MANDAR, para HACERSE CON EL PODER. Y lo consiguieron porque era su meta propuesta. Y lo lograron frente a todos: rivales y aliados. La Falange, en cambio, que tuvo la ventaja de ir del brazo del Carlismo y del Ejército a una guerra que acabó en triunfo, no supo imponerse desde el primer momento. Si se dice que no pudo, ¡ah, entonces!, entonces es que fracasó en 1939, y no hay más que hablar. Es ridículo y grotesco que aún en 1969, con todos los resortes del Poder compartidos, no sólo con las derechas, sino incluso con las izquierdas, la Falange oficial y no oficial siga hablando de una Revolución Nacional-Sindicalista, que, al no haber llegado al Poder exclusivo, como la italiana o la alemana, no es tal Revolución. La Revolución que no acaba instalándose ella sola en el Poder, será todo lo conato que se quiera, pero no puede llamarse honestamente Revolución.

    La Falange, creemos que no se dio cuenta de que su nacimiento y desarrollo, con todos los valores propios y españoles que se quiera, tuvo lugar al amparo y con la cobertura ideológico-moral del fascismo y del nacionalsocialismo. Movimientos arrebatadores que, antes del choque con el potente judeo-marxismo, eran la esperanza de Europa, las políticas «de moda». No podemos describir todo aquel ambiente, que se palpaba y mascaba, y que llegaba a chorros de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini. Su influencia equivalía a la actual influencia ruso-americana en el mundo. Por ello, al caer la Alemania e Italia de 1945, quedó roto aquel «cordón umbilical», y la Falange se encontró en un mundo dominado por los aliados, cual isla perdida en el océano capitalista-marxista. La doctrina de la Falange tuvo razón de ser con una Europa dirigida por doctrinas del mismo o parecido «grupo sanguíneo» político y revolucionario. Pero después, ¿qué es lo que fue y ha ido pasando? Creemos que no es preciso relatar aquellos terribles años cuarenta y cincuenta de crisis y presiones del universo hostil contra el legítimo Estado político español y sus hombres. Limitémonos a dar gracias a Dios de que Franco, con visión y aguante de genio, nos gobernase y salvase en aquel caos.

    Por su parte, el error del Carlismo fue –y sigue siendo– no estar en la realidad. No se pueden negar sus virtudes espirituales, patrióticas y humanas. Sus guerreros son dignos de toda admiración y supieron luchar como bravos. Pero en pleno combate, más eran unos españoles en guerra contra los enemigos de su Patria y de su Religión, que unos defensores de personas reales y dinastías. Fueron a la Cruzada de 1936-39 sin tener una idea clara de lo que se debatía en España y en el mundo. Ellos, más que ir contra el judeo-marxismo-capitalismo, iban a defender sus ideales. Parece igual, pero no es lo mismo… Muchos cayeron pensando en los enemigos liberales, saguntinos, y en sus reyes carlistas, cuando en España se estaba decidiendo una lucha entre el espíritu nacional y el marxismo internacional. Los carlistas se portaron como buenos; pero no estuvieron representando la obra que se representaba, sino otra, la suya particular. Por eso, después, y a pesar de haber triunfado también, como los falangistas, han ido pasando los años al margen. Ni entendían el ambiente falangista, ni entienden éste actual capitalista de derechas. Se quejan de no haber sido admitidos al Poder, cuando el Poder es algo que se gana; no se trata de un regalo en prueba de amistad. A raíz de acabar la guerra, el nuevo Gobierno les ofreció varias carteras ministeriales, que los carlistas, siguiendo órdenes de sus jefes, rechazaron. ¿Por qué quejarse después? Pero la explicación está en el carácter mesiánico del Carlismo –una secular espera a que su rey baje del Cielo en un caballo blanco–, y en un muy oculto complejo de inoperancia, que cubre con la capa de la protesta y la oposición, haciendo ver que no quiere contaminarse con ideologías contrarias y que él gobernaría muy bien. Estuvo en contra de la Monarquía liberal, de la República, de la Dictadura, de la Falange. Lo estaría respecto a cualquier forma de poder imaginable. Ahí está la explicación de su pervivencia de siglo y medio, de la que tanto se enorgullecen los carlistas. Con ese sistema puede durar todos los siglos que quiera. Al no mandar, no tiene peligro de fracasar. Y no manda, aunque pueda, por temor a ese peligro. Aparte de que si, por ejemplo, y como caso ideal, de pronto se le dijera que ocupase el Poder y gobernara «en carlista», tal como ha venido predicando desde siempre, en las actuales estructuras no lo podría hacer, ya que sus famosos «Fueros», o no existen, o están redactados en castellano antiguo; no tienen programa concreto de gobierno, y, lo que es peor, su Monarquía tendría que ser «carlista», aunque suene a perogrullada; es decir, su Rey tendría que ser, en rigor doctrinal, contrario, por ejemplo, a toda esta nueva ola de progresismos democráticamente integradores de convivientes y combebientes, de Estados y de Iglesias, de Políticas y Religiones, de Hombres y de Sociedades, de Templos y Mercados.

    Bien. Ésta es la situación de las dos fuerzas básicas, populares, del 18 de Julio. Doctrinalmente, políticamente, están anuladas. No sólo por parte de sus rivales, sino, lo que es peor, también por ellas mismas. No se puede pensar, tras las jornadas del 22 y 23 de Julio de 1969, que se pueda llegar a una Monarquía carlista. Pero tampoco puede revivir una Falange si persiste con la idea de mandar y no mandar al mismo tiempo, de figurar en la oposición y compartir al mismo tiempo el Poder. Pero sí se puede y se debe acometer una formidable y útil empresa de reconstrucción nacional, en lo político y en lo jurídico, dentro de las leyes constitucionales. No se podrá ir a la conquista de la forma de gobierno de una República o una Monarquía a la medida de la Falange o del Carlismo. Pero sí se puede, constitucionalmente, ceñidos a los mandamientos de la Ley, luchar para acceder al Gobierno de esta Monarquía Católica, Tradicional, Social y Representativa.

    ¿Qué hacer entonces? La Falange y el Carlismo tienen lo único útil que le queda al país del 18 de Julio: sus hombres, sus hijos, y todos los familiares varones de aquéllos. Ahí no hay trampa ni cartón. Esa masa de españoles es la esperanza de la Patria. Sobre esa masa hay que trabajar desde todos los medios posibles, a fin de encauzarla, dentro del Movimiento Nacional, hacia una unidad de organización operativa y eficaz. No importa qué organización realice esto; lo que importa es su legalización asociativa y su intención. El día en que todos los españoles del 18 de Julio, que piensen como tales, se congreguen en una organización unitaria, ese día se habrá dado el paso salvador y definitivo que tanta falta está haciendo.

    Pero, ¿qué hace falta ya para ello? Pues, a imitación del Caudillo, y obedientes a su ejemplo, comenzar a romper las amarras con el pasado y comenzar a moverse con vistas al futuro, que el propio Franco nos anunció solemne y dramáticamente. Antes de las jornadas del 22 y 23 de Julio de 1969, a lo largo de treinta y tres años, el pueblo español todo lo fiaba a él, sólo reaccionaba a su palabra, a su imperio, y ante nada más reaccionaba. Pero ya vemos que el futuro empuja al pasado que cede. Y que día llegará en que falten el imperio, la palabra del Caudillo. En cuanto a los preparativos de las fuerzas del futuro para su acción política cuando el vacío de la ausencia de Franco se produzca, ya los estamos viendo y experimentando. ¿Hubo preparativos semejantes por parte de las fuerzas del pasado «inmovilista» del 18 de Julio? Veamos sólo unos detalles.

    A partir de 1960, todo ha ido evolucionando vertiginosamente. Se ha deshecho, desde la Iglesia misma, la unidad católica de España. No se reaccionó. Se ha permitido la entrada libre en España de un proselitismo religioso-político pluralista. No se reaccionó. Se ha inundado a España de libros y revistas marxistas, protestantes, judaizantes; de pornografía, de inmoralidad, de allende los mares y fronteras; de «clubs» internacionales masónicos. No se ha reaccionado. Se ha promulgado una Libertad de Prensa e Imprenta, y al amparo de ella resurgen los ataques a la unidad de España y los halagos a sus enemigos exiliados. No se ha reaccionado. Han prescrito cristianamente las responsabilidades políticas y las de éstas derivadas, cometidas en la zona roja; pero al socaire de esta magnanimidad andan sueltos por nuestro territorio, y ejercen su ciudadanía, no pocos de aquellos victimarios, equiparados en cuanto a derechos civiles y políticos a los de las viudas y los hijos de sus víctimas. No se ha reaccionado. ¡Hasta la Iglesia humana, terrena, se ha metido con España, la del 18 de Julio! Y no ha reaccionado nadie.

    ¿Qué tendrá que ocurrir entonces para que se reaccione? Ante esa situación (¡seamos sinceros!) ¿están demostrando su fuerza la Falange y el Carlismo? Contéstese sinceramente a esto en el fondo de los corazones. Sí, se escribe, se habla y se protesta mucho contra todo eso. Es cierto. Pero cuando a cualquiera de los que así actúan –y conste que estamos seguros de que sienten amargamente la situación y los hechos que denuncian– se les habla o propone organizar de «nueva planta», aunque con base doctrinal ya decantada, un sistema defensivo-ofensivo ultranacionalista, ultracatólico y ultrasocial, entonces –¡ah!–, entonces hacen «fffuhh», como los gatos escaldados. ¿Y bien? ¿Nos quedamos contemplando cómo se destruye del todo el 18 de Julio? Y luego, ¿qué? No, eso no debe ocurrir. Fijémonos en el N. P. D. alemán. En él confluyen, sin apelaciones a la violencia abominable, con observancia plena de los mandamientos de la Ley, los esperanzados ojos de Alemania. Está resurgiendo lo que muchos creían muerto y no lo estaba, porque es inmortal. Y está resurgiendo sin complejos, sin vergüenzas, porque llega un momento en la historia de los pueblos que hay que plantearse la cuestión de «o ellos o nosotros». En España es menester seguir, y sentir, y profesar las doctrinas de José Antonio, de Vázquez de Mella, de Aparisi, de Donoso Cortés. ¡Qué importa que ya no vivan aquellas cabezas si tenemos sus doctrinas, su talante, y unas masas a las que podemos reavivar para el futuro a poco que nos lo propongamos! Hagamos ambiente, y unámonos bien apretados y dispuestos a borrar esta mugre marxista-capitalista-democrática-liberal-libertaria, que tiene cubierta a Europa y amenaza anegar a España. Bajo las Leyes Fundamentales del Reino, con los Estatutos establecidos por el Movimiento Nacional para el Asociacionismo, y con el material humano, veterano y joven, del 18 de Julio, creemos los falangistas y los carlistas una organización que desde el principio dé la cara, diga de dónde viene y a dónde va. Al poco tiempo, sin apelaciones a la violencia execrable, tendrá de su parte a las multitudes genuinamente nacionales, con las que toda Monarquía Tradicional, Católica, Social y Representativa, como la instituida, tendrá que contar para su consolidación y su Gobierno. ¡Adelante!
    Kontrapoder dio el Víctor.

  15. #15
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 14

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 301, 4 de Octubre de 1969, página 3.



    Una aclaración sobre el Núm. 3 de la revista «VM» (portavoz del Círculo Cultural Vázquez de Mella)


    La aparición en el Número 3 de la revista «VM» [1] de un artículo mío titulado «El Carlismo y las nuevas tácticas», es por completo ajena a las afirmaciones políticas expresadas en la página primera de la misma publicación.

    Tal artículo me fue solicitado para una revista de cultura tradicionalista, y no para una publicación política de ideas cambiantes y discutibles. He sido el primer sorprendido por esta infausta y poco escrupulosa coincidencia.




    RAFAEL GAMBRA




    [1]
    Véase aquí completo el Número 3 de la revista «VM».

    VM_a1969m8-9n3.pdf

  16. #16
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 15

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 309, 29 de Noviembre de 1969, página 9.



    El Círculo «Vázquez de Mella» y el «todos juntos en unión»

    Roberto G. Bayod Pallarés


    Cruzados: Esta carta también la quería titular con el de «Los intelectuales del Carlismo hacen acto de presencia política», y forzosamente tenemos que relacionar el acontecimiento con el amplio artículo editorial aparecido en las columnas centrales del «¿QUÉ PASA?» del 9 de Agosto último, en el que se nos decía que a partir de la Cruzada «el error del Carlismo fue –y siguen siendo– no estar en la realidad», y nos aconseja «romper las amarras con el pasado y comenzar a moverse con vistas al futuro». Una de dos, o los intelectuales del tradicionalismo inspiraron a su autor –suponemos que se trata del querido Director–, o bien éste se anticipó y su consejo ha calado en gran sector del Carlismo. No obstante, hacemos constar que lo difícil es encontrar con precisión matemático-política el punto marginal a partir del cual se produce el efecto contrario al fin que legítimamente se busca.

    Se me olvidaba deciros que, como observaréis, he cambiado de tema. En efecto, en la carta anterior os escribí sobre «La Ley Sindical y el 18 de Julio», prometiéndoos proseguir desarrollando comentarios sindicales en la carta siguiente. Una noticia divulgada por la Prensa, merced a la agencia «PYRESA», me obliga a demorar la cuestión sindicalista para otra carta.

    Dice la noticia periodística:

    «Convocada por el Círculo Cultural «Vázquez de Mella», se ha celebrado en Madrid una reunión de destacadas personalidades tradicionalistas de toda España. La reunión tuvo por finalidad establecer un mayor contacto entre sus asociaciones, con objeto de divulgar entre los españoles, y principalmente entre la juventud, los principios tradicionalistas, recogidos en las Leyes Fundamentales del Reino.

    Se nombró una Comisión coordinadora, y se designaron varias ponencias. Igualmente se acordó la publicación de una revista de aparición inmediata».

    ¡Cruzados! Los falangistas tradicionalistas, los carlistas joseantonianos, los puramente falangistas o jonsistas, y los íntegramente carlistas, deben tomar posiciones en el frente político para librar adecuadamente las batallas sucesivas. Los carlistas han dado un paso a tal fin, que es el de ser más útiles a la Causa del 18 de Julio, contribuyendo eficazmente a que la institución de la Monarquía tradicional, católica, social y representativa sea de verdad lo que tales términos significan según la permanente doctrina del tradicionalismo español.

    Bien sabéis que hasta la fecha existen muy diversas asociaciones tradicionalistas, muchas de ellas compatibles entre sí. Otras, no tanto. Lo que venía dificultando el TODOS JUNTOS EN UNIÓN. ¿Se podrá lograr mediante el respeto al contraste de pareceres?

    En busca legítima de la necesaria toma de conciencia y acción política, el Presidente de la Junta Nacional del Círculo «Vázquez de Mella», Don Miguel Fagoaga, convocó la reunión de la que se ha ocupado la Prensa. La asistencia fue muy numerosa; en ella estaban gran número de las asociaciones antes aludidas que, borrando días de enfrentamiento, iniciaron el diálogo. Tomaron asiento en la mesa presidencial, junto a Fagoaga, Don José Mª. Melis, Don Vicente Segrelles, Don Narciso Cermeño y los Consejeros Nacionales del Movimiento y destacados carlistas Don Agustín de Asís Garrote y Don José Mª. Gibernau. Se leyeron adhesiones, y una carta de Don José Luis Zamanillo, pidiendo que se prescindiese de personalismos y se limitasen los congresistas a la defensa de los principios o doctrina. La verdad es que, en general, en esa línea se fueron desarrollando las reuniones de trabajo.

    Seguidamente paso a daros una ligera idea de las sugerencias, peticiones, posturas y conclusiones.

    El Profesor Asís Garrote, político de la Causa y docto en Derecho y Ciencia de la Política, por su Cátedra específica, tuvo a su cargo la ponencia sobre «Asociacionismo tradicionalista», interviniendo, además, para contestar a las diversas interpelaciones y sugerencias, y presentando, al final, el borrador de conclusiones.

    El Profesor Elías de Tejada, Presidente del Centro General Zumalacárregui y uno de los mayores intelectuales que ha tenido la doctrina tradicionalista de todos los tiempos, filósofo, jurisconsulto y teólogo tridentino, hizo un profundo –si bien breve– análisis de las esencias de la verdadera Monarquía tradicional, católica, social y representativa, para que se ajuste a las exigencias mínimas de Dios, Patria, Fueros y Rey.

    Oriol (Don Lucas), tras recordar su largo historial carlista, pide el reencuentro de todos los correligionarios de la Causa. Para él la Victoria de 1939 es punto de partida, pero hay que tener mentalidad de 1969. Estudió la Unificación, asemejándola a un matrimonio forzosamente precipitado por las circunstancias, pero querido por los contrayentes. La legitimidad está en Franco, que la recibió de Don Alfonso Carlos. No ve necesaria la Comunión Tradicionalista, sino la Comunión Española. Se ocupó de la «unidad foral» y de la «unidad católica», que no hay que defender, sino recuperar. Cree que se comete un error si, por conservar la fidelidad de la doctrina de Carlos VII, los tradicionalistas actuales se inhiben de la actuación política. «Necesitamos ideas claras, en este mundo de 1969 en descomposición», y añade que «Madrid huele a centralismo liberal, por lo que donde nos encontramos a gusto es en Montejurra o en cualquier punto de la España viva», señalando como meta el «desplazar a Carlos Marx de la juventud».

    Salazar, de La Coruña, contempla el «mosaico variopinto» existente en el asociacionismo político del tradicionalismo. Considera positivo mantenerlo, para que todos se estimulen, y hace hincapié en la captación de las juventudes, especialmente las de la Universidad, a la que califica con dureza.

    Para Pérez del Pulgar (Don Cristóbal), Marqués de Albaicín, el tradicionalismo no debe ser «personalista», sino «institucionalista», y no debe lealtad a las personas en sí, sino a las que sirven a la institución. Distingue, además, entre acción política y acción doctrinal. Insiste en que hay que adoctrinar a la juventud, pero hay que dejarla crecer, y con el tiempo se hará tradicionalista.

    Molíns (Don Antonio), de Barcelona, pide la autodefinición del Carlismo, antes de su organización. Será fácil organizarse, cuando esté clara su definición.

    Según Estévez, de Madrid, y con la experiencia de ser el Secretario de la Sección «Padres de la Hermandad Universitaria», afirma que por circunstancias diversas se nos ha dejado a las actuales generaciones en un completo caos y se nos ha vaciado de sentido político. Estima necesario que todos los españoles, muy especialmente quienes desempeñan altos cargos políticos, deben saber qué se entiende por esa Monarquía que define e instituye la Ley de Principios que al ocupar el cargo juran.

    Melis interviene varias veces, ratifica ideas en torno a la juventud, y pide que se realice la idea de «todos juntos en unión», acordándose disciplina y obediencia a quienes dirijan el asociacionismo tradicionalista.

    Merino, con cuatro generaciones de ascendencia carlista, cree que si Carlos VII viera la actual legislación de leyes y principios fundamentales y de instituciones, a su abuelo –que fue lancero del Rey– le diría: «Hijo, hemos ganado la guerra», y sugiere que las instituciones deben ajustarse a la doctrina, y no debe ser ésta la que se acomode a las instituciones, y cree que en la doctrina carlista no hay mucho que actualizar.

    Muchos más intervinieron, tal como Don Luis Alonso, abogado, de Madrid; Don Emilio Marín, de Burgos, pero residente en Almería; Don José Ramón Guerrero, de Alcalá de Henares; Don Balbino Rubio, de Granada; Don Juan Arias, del Maestrazgo; y, especialmente, Segrelles, resumiendo para adoptar conclusiones, y otros que quizá no recuerde, pero no hay posibilidad de detenerme en cada uno de ellos, porque quiero recoger algunas de las ideas de Don Juan Luis Pacheco, de Santander, que, tras recordar al Tercio de Navarra, y la División Azul, y las persecuciones que sufrió, afirmó:

    «Nuestro Círculo debe seguir la programática trayectoria del insigne VÁZQUEZ DE MELLA, que, a pesar de los tiempos, es actualidad viva, lo que podríamos llamar una verdadera profecía. Nosotros, fieles a nuestras ideas, a la memoria de nuestros muertos, tenemos que hacer honor a nuestra fe política, pues sabemos a dónde vamos y lo que queremos. No podemos olvidar, ni podemos dejar que nadie olvide, que en realidad el Carlismo se sublevó contra la República antes del 18 de Julio de 1936, y que [con] nuestra aportación decisiva en el Alzamiento, es decir, en el inicio, los Requetés inclinamos la balanza de la Guerra. Poseemos unos derechos inigualables para opinar y para merecer ser escuchados. No pedimos privilegios, pero sí el participar en la vida política de España, sin claudicaciones que nos avergüencen; de lo contrario, seremos calificados como proceda en tal caso. El Círculo VÁZQUEZ DE MELLA debe continuar con la idea y el espíritu para que fue creado, buscando la unión entre los hermanos separados…».

    ¡Cruzados! Mucho más os hubiese podido escribir, pero tengo que cerrar la carta. Se aprobaron conclusiones de las que da idea la noticia periodística que os he reproducido. ¿Resultados? Dependerá no solamente de los congresistas, sino de los que fueron llamados y no asistieron, y de los que no fueron convocados. De todos los que quieran contribuir al triunfo de la Causa, sin claudicaciones y sin torpedeamientos. En cambio, no es labor de eficacia el mero comentario de «El Pensamiento Navarro», que en vez de entrar en el fondo de la cuestión, se limita a meros sucesos anecdóticos FALTANDO A LA VERDAD, pero ni esa falta de contribución al «todos juntos en unión», ni el personalismo diverso –y hasta opuesto– de los que con toda la buena fe asistieron e intervinieron, harán que sucumba la Causa, porque es la del Carlismo, y éste no puede morir porque es inmortal.




    N. de la D.– La acusada personalidad de Bayod Pallarés, y la autoridad de que goza dentro del Carlismo militante, son títulos bastantes para que enfoque en sus artículos de ¿QUÉ PASA? los problemas políticos y de opinión del Carlismo, sin que nosotros, que no somos carlistas sino en cuanto tradicionalistas e integristas, tengamos que identificarnos con las tesis y los objetivos de Bayod Pallarés, y nos podamos permitir, incluso, discrepar, como en este caso, de su modo de ver y enjuiciar la peripecia de los «Círculos Vázquez de Mella» y los demás Círculos.

  17. #17
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 16

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 311, 13 de Diciembre de 1969, página 2.



    Los carlistas, Don Miguel Fagoaga y los otros


    Recibimos la siguiente comunicación, de justificación y defensa de actitudes personales y políticas respetables, que a ruego de los firmantes publicamos.

    Ante la insidiosa campaña de Prensa, siendo los divulgadores más destacados los diarios «El Pensamiento Navarro» y «Nuevo Diario», contra el excelentísimo señor Don MIGUEL FAGOAGA G. SOLANA, Presidente Nacional de los Círculos Culturales «JUAN VÁZQUEZ DE MELLA», pasamos a decir lo siguiente:

    a) La mayoría de las Organizaciones, que dicen no dieron representación alguna al Señor Fagoaga, para la reunión del día 15 del pasado, en su mayoría no tienen una legalidad clara en su funcionamiento.

    b) Que el Señor Fagoaga ha representado a los Círculos «JUAN VÁZQUEZ DE MELLA», por ser Presidente Nacional, reconocido por el Ministro del Movimiento y por el propio Jefe del Estado, como lo demuestra la visita hecha el pasado 15 de Enero, como representante LEGAL y ÚNICO de los citados Círculos, cuya presentación fue hecha por el mismo Señor Fagoaga, dada su personalidad y prestigio ante el Caudillo.

    c) Que la reunión del día 15 es clara y patente de que lo que se desea es la unión de todas las fuerzas tradicionalistas, hasta ahora por nadie propuesta.

    d) Que los Círculos «JUAN VÁZQUEZ DE MELLA» son fieles al 18 de Julio y a sus Instituciones, sin concomitancias, alianzas ni contactos con fuerzas extrañas al 18 de Julio o grupos llamados democráticos con perfiles marxistas.

    e) Que todos los afiliados a los C. «VÁZQUEZ DE MELLA» en toda España manifiestan y dejan constada su adhesión a su Presidente Nacional.

    f) Cualquier noticia que contradiga cuanto antecede falta a la verdad, siendo sus móviles oscuros indignos de atención y completamente opuestos al sentir tradicionalista.

    Santander, 1.º de Diciembre de 1969.

    RICARDO CARRERAS, JUAN LUIS PACHECO PÉREZ, JOSÉ FERNÁNDEZ CARRERA, ÁNGEL DÍAZ GARCÍA, MARÍA DEL CARMEN PERAL, JOSÉ RUÍZ, JESÚS SÁEZ, JUAN JOSÉ GARRUCHO, VENTURA CABALLERO (siguen las firmas).

    En oposición a la doctrina y actitud que se manifiestan en el anterior escrito, lean ustedes en nuestro próximo número el artículo «Las ideas cambiantes», de Canals de Febrer.

  18. #18
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 17

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 312, 20 de Diciembre de 1969, página 5.



    El «Círculo Vázquez de Mella», la Nota de la Dirección de «¿Qué Pasa?» y «las ideas cambiantes»

    Por. E. CANALS DE FEBRER


    Todos cuantos leímos la crónica que reseñaba la reunión y las opiniones de lo que allí se dijo quedamos estupefactos…

    Estupefactos que puedan afirmarse cosas como las que sostuvieron algunos de los caballeros allí reunidos, y, ¡claro!, estupefactos que al amparo de VÁZQUEZ DE MELLA puedan decirse semejantes desatinos.

    Que hay un falso Carlismo-Tradicionalismo, que nada tiene que ver con el que siempre FUE, ES Y SERÁ. Que existe y está en flagrante oposición con la Doctrina de VÁZQUEZ DE MELLA es cosa archisabida, conocida y documentada. No hay por qué dar los nombres de los que se fueron y hoy no son CARLISTAS. De los que hace ya mucho tiempo prefirieron acatamientos a continuar fieles a la Doctrina.

    Pero… quedan los que están, y queda por ver el camino que estos señores tomarán. Pues en la vida política de los individuos no todos pueden decir que caminaron por los mismos senderos que llevan a la INTEGRIDAD INCORRUPTA. ¡NO! La experiencia nos demuestra que son muchos los caminos que conducen al error y, para engaño de muchos, con apariencias de logros dorados y fáciles conquistas.

    Pero no puede creerse que los asistentes a la reunión de los «VÁZQUEZ DE MELLA» –al menos gran parte de ellos– sean novatos e incautos políticos capaces de andar por sendas doradas de perdición y no percatarse de ello… Otra cosa podemos pensar, y así piensan muchos en este Principado y en todas las Españas, pues es grande el revuelo que ocasionó la reunión de la cual nos cuenta Roberto G. Bayod Pallarés.

    ¿Cómo es posible el planteamiento que de LEGITIMIDADES se hizo? ¿Cómo se ATREVEN a tergiversar la Doctrina del Gran Carlos VII?

    El mal gusto de boca, el sabor agrio, y el tufillo «Vergarista» nos lo saca al final de la reseña una Nota de la Dirección de «¿QUÉ PASA?», y que dice así:

    N. DE LA D.– La acusada personalidad de Bayod Pallarés, y la autoridad de que goza dentro del Carlismo militante, son títulos bastantes para que enfoque en sus artículos de que «¿QUÉ PASA?» los problemas políticos y de opinión del Carlismo, sin que nosotros, que no somos carlistas sino en cuanto tradicionalista e integristas, tengamos que identificarnos con las tesis y los objetivos de Bayod Pallarés, y nos podamos permitir, incluso, discrepar, como en este caso, de su modo de ver y enjuiciar la peripecia de los «Círculos Vázquez de Mella» y los demás Círculos.

    El ¡NO! más rotundo a juicios temerarios. Basta leer la crónica para intuir el camino que unos y otros han escogido. Son muy libres de hacerlo tal y como les venga en gana, pero… que no invoquen a VÁZQUEZ DE MELLA ni hablen de LEGITIMIDADES, y muy menos se atrevan a criticar actitudes serias de nuestros legítimos Reyes. Criticarlos y luego andar por caminos opuestos…

    Siempre será discutible si es más digno, al abandonar las Banderas, el marcharse a casa que ir a solar ajeno. El manifestar cansancio por motivos de salud… Pues: ¿quién tiene derecho a esas autocríticas en la Comunión Carlista si ya de entrada NO se acepta la Doctrina que Informa, Forma y Mantiene esa Comunión? ¿Qué significado hemos de dar al referido «matrimonio» forzosamente precipitado?

    Ciertamente que se trata de peripecias, pero todos los que sepan algo de política, y conozcan a quienes intervinieron con sus opiniones, sacarán la consecuencia de lo que se traían entre manos estos señores… Ningún Carlista íntegro aceptará jamás tales peripecias

    Si alguno no leyó el Número 309 de esta revista, que corra, que vuele a donde la encuentre, y con mucha serenidad medite lo que nos cuenta Bayod Pallarés. Que lea atentamente, y si no es tonto… saque sus consecuencias.

    Tenemos la obligación de conocer a quienes se dicen Carlistas, y, como «por sus frutos los conoceréis», ver qué clase de frutal se intenta plantar en los momentos actuales, y pensar si es posible que el peral dé calabazas. Todos intuimos que se aproxima un fuego, una hoguera, y es natural: cuando el árbol no da frutos, se arranca y se quema.

    Los «trasplantes» no darán resultado, y por más oro que se ponga al peral… las calabazas caerán, y caerán sobre los mismos que ahora andan en prácticas de injertos y funciones de regios jardineros.

    El Número 3 de la revista «VM», que dirige Don Miguel Fagoaga, obligó al admirable escritor Carlista Don Rafael Gambra a pedir en «¿QUÉ PASA?» la publicación de la siguiente Nota:

    Una aclaración sobre el Número 3 de la revista «VM» (portavoz del Círculo Cultural Vázquez de Mella).

    La aparición en el Número 3 de la revista «VM» de un artículo mío titulado «El Carlismo y las nuevas tácticas», es por completo ajeno a las afirmaciones políticas expresadas en la página primera de la misma publicación.

    Tal artículo me fue solicitado para una revista de cultura tradicionalista, y no para una publicación política de ideas cambiantes y discutibles. He sido el primer sorprendido por esta infausta y poco escrupulosa coincidencia.


    RAFAEL GAMBRA


    («¿QUÉ PASA», Número 301)

    ¡ATENCIÓN Y MEDITACIÓN!. «Publicación política de IDEAS CAMBIANTES». Así se expresa en la nota Don Rafael Gambra. ¡IDEAS CAMBIANTES! Preguntamos: ¿QUÉ ESTÁ CAMBIANDO EN LOS CÍRCULOS VÁZQUEZ DE MELLA?

    Basta leer el Número 3, página primera… y sobran todos cuantos comentarios puedan hacerse…

    También «El Pensamiento Navarro» publicó en su día la misma nota aclaratoria. Es natural que quien no se identifique ante IDEAS CAMBIANTES demande no sea confundido con «inescrupulosas coincidencias».

    El espíritu tiene una fuerza, el dinero otra. Hoy la primacía del dinero parece que quiere ahogar el espíritu. Hoy se mueven por nuestras Españas poderosísimas personas cargadas de billetes verdes…

    Creemos que todos deben conocer a estas «fuerzas» y a los intereses y «amos» que sirven. ¿Tal vez lo ignorasen los señores reunidos en el Círculo Vázquez de Mella? ¡NO! Es de sospechar que muchos tenían conocimiento de todo, y buena prueba de ello es que NO TODOS fueron del parecer de ALGUNOS.

    Por idénticos motivos que los de Don Rafael Gambra, el Profesor Elías de Tejada, Maestro en tantas materias, también se vio obligado a protestar por la equívoca inserción de un trabajo suyo en el lamentable Número 3 de «VM». Trabajo que Don Miguel Fagoaga solicitó para ser publicado en el mes de Abril, como se puede probar en la lectura de tal trabajo, que se refiere a noticias de aquellas fechas en Francia.

    Así, como vemos, y según la opinión de Don Rafael Gambra –y de todos cuando lo lean–, tales IDEAS CAMBIANTES son ajenas por completo al Espíritu que venían sosteniendo los citados Círculos. ¿Qué está ocurriendo en los «Vázquez de Mella»? Naturalmente que, como sabemos, la Junta Nacional [que] la preside Don Miguel Fagoaga –que, por otro lado, no le siguen con unanimidad–, no tiene la menor representación ni autoridad en el concierto Nacional de Círculos Provinciales y Locales «VÁZQUEZ DE MELLA». Nos consta que el título de «Junta Nacional» es simplemente una etiqueta sin el menor contenido.

    Lo que no nos cuenta el amigo Bayod Pallarés es que, ante la CAMBIANTE actitud doctrinal de algunos de los asistentes, el Profesor Francisco Elías de Tejada abandonó estrepitosamente la sala, cosa que también hizo Don Balbino Rubio. No olvidemos que, en su calidad de Presidente del Centro de Estudios Políticos General Zumalacárregui, es altamente significativa esta actitud, pensada y meditada, y que si se produjo fue única y exclusivamente por NO poder ACEPTAR Doctrina contraria a la Histórica y Tradicional.

    ¿Se quiere más luz? El propio Profesor Elías de Tejada, después de abandonar airadamente la reunión, escribió una segunda carta a Don Miguel Fagoaga para reprobar de modo contundente FALSAS POSTURAS CAMBIANTES que de seguro confundirán a los mal informados.

    Pero quienes lean el Número 309 de «¿QUÉ PASA?», y, cómo no, el Número 3 de «VM», sacarán todas las conclusiones que aquí silenciamos y claramente se aprecian.

    Esperamos que, dada la calidad de los asistentes y el muy calificado Carlismo de casi todos, NO serán los más quienes intenten esos «suicidas trasplantes».

    Que el limpio Carlismo de la mayoría haga posible el «TODOS JUNTOS EN UNIÓN» que tanto Roberto G. Bayod Pallarés como nosotros deseamos.


    Barcelona, Diciembre 1969.

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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

    DOCUMENTO 18

    Fuente: ¿Qué Pasa?, Número 313, 27 de Diciembre de 1969, página 5.



    «Cuestión de principios»

    Por María Teresa Aubá


    La polvareda levantada desde que Miguel Fagoaga convocó a una reunión en el Instituto de Estudios Jurídicos en Madrid para unificar a todos los componentes del «Vázquez de Mella» terminó, como de sobra es sabido, con la repulsa y el protesto de muchos componentes del citado Círculo, que no fueron llamados, como ahora se dice, a dialogar. El Señor Bayod Pallarés se dedica incluso a hacer una exhaustiva relación de la Presidencia, en la cual, con mis mayores respetos sea dicho, no se les podía llamar carlistas. Sin que esto les reste mérito alguno, sobradamente conocidos son; pero carlistas, lo que se dice carlistas, ¡válgame Dios!. Eso, no. Pertenezco al «Vázquez de Mella». En situación de toda índole he sido llamada, y esto tiene una verdad innegable; pero, por lo que se ve, el Señor Fagoaga no consideró adecuada mi asistencia o prudente; de no haber sido por una gripe impresionante, yo habría acudido a esta convocatoria, a la cual insistió el Señor Bayod Pallarés debería asistir por la importancia que aquélla tenía.

    Allí habría encontrado algunos (pocos) amigos y correligionarios; pero, sobre todo, habría conocido personalmente a algunos componentes de la reunión que hicieron, hace algunos años, un viaje a Estoril; hay que reconocer que la belleza del país hermano se presta a magníficas excursiones, y tan de su gusto les debió resultar, que han sido múltiples sus desplazamientos a la bellísima playa.

    Me dicen que se notó la falta de carlistas de solera y representatividad o que su carlismo no estaba prendido con alfileres. También se comentó la salida, poco protocolaria, de una personalidad eminentemente tradicionalista, totalmente desplazado por violento, digo yo, ante aquel Sínodo. Puede ser también que si no había más carlistas es porque éstos no viajan con tanta frecuencia.

    Yo he sacado en conclusión, después de varios días de observación y calma, que lo que pretendió el Señor Fagoaga (para algo estamos en la era de los sucedáneos) es fabricar un pastel sin harina. El Carlismo tiene muchos ingredientes; es una masa compacta, formada por hombres y mujeres que se han sacrificado hasta lo infinito; que no nos asusta el monte, pues es nuestra habitual residencia; y que una vez al año escalamos duras peñas, cuestas resbaladizas, hasta el Montejurra. Nuestro monte. Montaña sagrada que no necesita absolutamente, para que la escalen racimos humanos, reuniones previas; la juventud, idealista, no marrullera, se siente limpia e identificada con los postulados eternos del Carlismo, y que acude año tras año en mayor número, como acudió ante la llamada de la Patria, llenando de admiración al malogrado y llorado General Mola, al ver que España se hundía sin remedio en la cochambre repugnante del comunismo internacional. Así que lo de divulgar entre españoles, y muy principalmente entre la juventud, los principios tradicionalistas, está de más. La juventud tradicionalista no chaquetea, la juventud tradicionalista no necesita oratorias ni vive sujeta a la rosa de los vientos. ¿Tenemos que exhumar los discursos de ciertas personas de ideas cambiantes pronunciados en Montejurra?

    La prensa ya se ha hecho eco de múltiples protestas. Una disparidad de opiniones no es un delito, que yo sepa. La oposición es necesaria e imprescindible; es una postura política, ni más ni menos. Así que me parecen cosa natural los artículos que Bayod Pallarés viene publicando en «¿QUÉ PASA?», en «Cartas dirigidas a los cruzados».

    «¿QUÉ PASA?» no es carlista. De la misma manera que acoge las «cartas a los cruzados», ruego que acoja en sus páginas, para su publicación, lo que no dirijo a los cruzados, pues no tengo cruzados a los que dirigirme; pero lo hago a Bayod y a los carlistas con frases tan contundentes como firmes: En la vida, todo es cuestión de principios. Ni más ni menos.

    «Hay todavía carlistas, no ya en cuanto a doctrinas, que es muy respetable, sino en cuanto a Dinastías. Son tenacidades asombrosas, con las que no puede el tiempo ni el Concilio» (del artículo «Exilio», de Don José María Pemán, publicado en «ABC») [1].

    Pues bien, estas tenacidades carlistas son cuestión de principios. ¿Me lo explicarán a mí, que me sostengo en quinta generación sin correr al asalto del tren, pensando que los que nos quedamos en tierra somos unos inadaptados? Yo no pienso desde estas páginas influir ni poco ni mucho en los vacilantes, en los del «aggiornamento», en los de los «hermanos separados», pues nosotros, por cuestión de principios, damos cabida a los que con buenas intenciones se encasquetan la boina; pero a los que por mandar, por mangonear, por significarse, por «figurar», olvidan lo que dicen haber sido, yendo, no por convicción, sino por interés, arrastrándose…, a ésos, por cuestión de principios, ¡no! Con éstos, ¡no!. Son duchos en disfraces, y correrían veloces si el aire soplara desde lugar distinto.

    No merecen ser tratados con corrección; camanduleros, doctrinarios sin doctrina, gentes que hablan tan bien que el pueblo carlista no los entiende ni los comprenderá jamás, pues éste no ha sido ni puede ser lo que llamamos hablar en cristiano. Nuestro proceder ha correspondido siempre a una ética indiscutible; no hemos engañado a nadie, no hemos equivocado. ¿Qué se pretende ahora? ¿Que faltemos a un compromiso de honor?... También es «cuestión de principios».

    Los carlistas no admitiremos nunca lo que no consideramos adaptado a nuestra propia idiosincrasia. ¿Somos tenacidades asombrosas? ¿Qué habría sido sin esta tenacidad, sin este fuego permanente que calienta nuestra sangre y la hace capaz de cualquier sacrificio, fuese el que fuese, con esta grandeza de espíritu, con esta propensión a jugarnos limpiamente la vida a una sola carta, si los carlistas no hubieran respondido en 1936 con admirable tenacidad? ¿Que ha pasado mucho tiempo? Es incierto; esta fecha está ahí, a la vuelta de la esquina, y no nos da la real gana de olvidarla.

    Las deserciones habidas en el campo carlista han sido varias y múltiples. ¿Hemos perdido algo con ello? ¿Es que los desertores no desertarían ahora mismo si vieran nubarrones encima de sus cabezas? ¿Es que alguien puede admitirles? ¿Es que admitiríamos en nuestro campo a quien viniese huyendo de una hipotética quema, sin ver, no el interés de una salvación generalizada, sino la suya propia? No pueden dignamente acusarnos de no cooperar; cooperamos y colaboramos. ¿O es que para colaborar y cooperar hay que ser traidor a toda una limpia ejecutoria de lealtad? ¡Pues no! Porque esto es también «cuestión de principios».

    A mí me tiembla el pulso escribiendo estas líneas, como si quisiera afianzar mi mano, pues un temblar de orgullo me dicta multitud de palabras que brotan en torrente sin poder parar, para significaros mi amor, mi inmenso amor a una Causa que es un mandato de mi sangre, apellido y casta. No queremos nada los carlistas, llamémonos octavistas, sivattistas, de la Comunión, o los de fuera de ella, no queremos nada con los tránsfugas de la fidelidad, sólo sumisos al amo que más les pague, al sol que más calienta. No podemos comprender, pues, que estas personas hayan discurseado, animado, arrancado ovaciones con sus arengas en Montejurra, en la Plaza de Estella, y ahora vuelvan la espalda a un postulado y se ofrezcan y se anulen…

    Puestos a valorizarnos, ¿dónde quedamos situados, cuál es su «podium», cuál es el nuestro? No tenemos capacidad de olvido. Somos idealistas, ciertamente; pero no tontos. También sabemos de política, y la ejercemos. Son nuestros poderes. Nuestros poderes carlistas. Y como carlistas podemos pedir puestos que más que merecidos tenemos para podérnoslos dar; como otra cosa, no. Somo tremendamente tenaces, asombrosamente fieles, leales, y todo porque somos pura y simplemente carlistas. «Cuestión de principios».


    Desde el Maestrazgo, Diciembre de 1969.





    [1] ABC, 15 de Junio de 1967, página tercera.

  20. #20
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    Re: El fracaso de M. Fagoaga en atraer a los legitimistas hacia el juanismo-franquism

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    DOCUMENTO 19

    Fuente: Diario de Navarra, 20 de Noviembre de 1969, página 5.



    Declaraciones de D. Miguel Fagoaga sobre una reunión de Asociaciones Tradicionalistas

    Su propósito es mostrar que el Tradicionalismo está vivo


    Madrid, 19.– (Logos). En relación con la reciente reunión celebrada en Madrid, por destacadas personalidades tradicionalistas de toda España, hemos entrevistado a Don Miguel Fagoaga Gutiérrez-Solana, Presidente Nacional de los Círculos Culturales “Vázquez de Mella”, y uno de los principales participantes en esta reunión.

    El Señor Fagoaga nos ha manifestado que a la reunión celebrada el pasado 15 de Noviembre, asistieron representaciones de las asociaciones tradicionalistas de toda España, especialmente de los Círculos Culturales “Vázquez de Mella”, “Aparisi y Guijarro”, “Barrio y Mier”, “Pradera” y “Balmes”, así como de las Hermandades de Excombatientes de Tercios de Requetés y de los Círculos “España”. En conjunto, estuvieron presentes más de ochenta asociaciones tradicionalistas que agrupan a unos cien mil miembros en torno a los principios del tradicionalismo que se encuentran recogidos en la Ley Orgánica del Estado.

    El objeto de la reunión, según el Sr. Fagoaga, ha sido el de coordinar y agrupar a tan diversas asociaciones de cara al establecimiento de una asociación nacional, amparada bajo el régimen jurídico asociativo del Movimiento, una vez que las normas del mismo se hagan públicas y entren en vigor.

    Bajo el aglutinante del respeto a la legalidad vigente y al principio de continuidad política del régimen nacido el 18 de Julio de 1936, que supone la designación del Príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón, como sucesor del Jefe del Estado, los componentes de estas asociaciones quieren coordinar su labor para actualizar los principios del tradicionalismo y difundir los mismos entre la juventud. Con este fin, se ha designado una Comisión coordinadora que integran los siguientes Señores:

    Fagoaga, Melis, Asís Garrote, Segrelles Chillida, Gibernau Bertrán, Vidal Iglesias, Goñi (Teodosio), Forcadell, Carrera, Rodríguez de Rivera, Acedo y Rabanera.

    Además se han constituido cuatro ponencias de estudio y trabajo: “Monarquía tradicional” (presidida por el Sr. Asís Garrote); “Monarquía católica” (presidida por el Sr. Puy); “Monarquía representativa” (presidida por Don Lucas Oriol); y “Monarquía social” (que preside Don Ramón Merino). A estas ponencias se han adherido numerosos participantes en la citada reunión, y estarán presididas para su coordinación por Don Carlos Estévez. El propósito de las mismas –nos dice el Sr. Fagoaga– es celebrar un estudio que actualice un programa de acción política del tradicionalismo.

    También se acordó editar una revista mensual que recogerá las actividades de las asociaciones tradicionalistas de toda España, revista que se comenzará a editar en fecha próxima. Aún no se ha elegido el título de la misma.

    Por último, el Sr. Fagoaga nos añadió:

    «Nuestro propósito es demostrar que el tradicionalismo está vivo, que cuenta con hombres que están presentes y habrán de estarlo más en todas las esferas de la participación política, tanto a nivel local, como en el provincial y en el nacional, en la Administración, en el Movimiento y en la Organización Sindical».

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