Re: Trump y la orfandad de la derecha.

Iniciado por
francisco rubio
La carta del arzobispo Viganó dice muchas verdades acerca de la hipocresía de la izquierda, una de las más notorias es aquella en la que el mundo progresista condena las concentraciones del signo político contrario por la actual situación de pandemia, pero aplaude cuando las feminazis se reúnen a esparcir odio, o los seguidores de los SJW hacen destrozos y crímenes con el pretexto de protestar contra el abuso policiaco. Lo cuestionable de la carta, es pensar que Trump y esos movimientos de la denominada derecha alternativa son la respuesta, cuando en realidad son una salida en falso que sólo profundizará la enfermedad que arroja los síntomas vía izquierda y liberalismo. Lo del Covid y su gravedad ya es otro signo preocupante en la carta, sólo falta que ud. también piense que esa enfermedad no es tan grave.
Lo que sorprende es que ud. quiera hacer hincapié en que se trata de un arzobispo católico, si yo le pusiera una carta de algún otro arzobispo que no apoye a Trump, ud. pondría el grito en el cielo y se pondría a gritar que ese prelado es parte del NOM.
Ya vemos que ud. es católico cuando le conviene y eso no es ser católico. Así que deje en paz a los prelados y defiéndase con sus propias razones y argumentos si es que los tiene.
Es notorio que tiene usted incontinencia verbal, fijación conmigo y que es usted intolerante. Que juzga y condena a los demás, le recuedo que así le juzgarán a usted, que se atreve a cuestionar la fe de otros, por ejemplo la mía, en un ejercicio de inaudita osadía y desvergüenza, y ya se lo he dicho con anterioridad, ¿usted quién se cree que es? Y lo de citar a VIGANÓ es porque justamente es lo opuesto a lo que usted DEMAGÓGICAMENTE no cesa de sostener.
Respecto a otros arzobispos y prelados que lleven la contraria a Viganó, ¡no lo diga como una amenaza, hágalo! que es usted un bocazas. Y cuando lo haya hecho, ya veremos empezando por el propio personaje, porque tela como anda la Iglesia Católica hoy en día. ¡HÁGALO!
Padre Custodio: «Lo escandaloso es que un inmenso fraude electoral se presente como la limpia victoria de un viejo depravado»
Padre Custodio Ballester.- En enero de 2012 participé en la March for Life en Washington DC. La misma Marcha por la Vida que honró con su presencia el presidente Donald Trump hace unos meses, transmitiendo entonces un mensaje lleno de agradecimiento a Dios por el don sagrado de la vida de aquellos que todavía no han nacido, comprometiéndose a defenderla hasta sus últimas consecuencias. En aquella lejana fecha viví una experiencia singular…
La Marcha por la Vida se inició pues, hace ocho años, en una fría y nevada mañana a -15Cº. Desde el National Mall, por Constitution Avenue, rodeando el Capitolio hasta el Tribunal Supremo, una inmensa y abigarrada multitud, que parecía aquella de las blancas vestiduras del Apocalipsis, avanzaba entre cantos y vítores, banderas desplegadas, bandas de música y pancartas multicolores exigiendo la absoluta abolición del aborto en los Estados Unidos. Jóvenes en su mayoría, se habían levantado temprano para ir a ver a su congresista o senador y recordarle que sus votos y los de sus familias eran provida y que les debían pues la fidelidad correspondiente porque podían perderlos. Allí, en medio de la nieve, Thomas Upshur, líder los “Probikers for Life” (moteros por la vida), me saludó con unas inolvidables palabras: “Todos los extranjeros que habéis venido a defender con nosotros la vida de los hijos no nacidos de esta nación ¡sois tan americanos como nosotros!”
Ese es el verdadero espíritu de los pioneros que hicieron suyo aquel inmenso país y que, con sangre, sudor y lágrimas, convirtieron aquella tierra en la de todos los que lucharon por ella. Creo, por ello, que el decimonónico pucherazo de las elecciones americanas a favor del corrupto y corruptor Joe Biden muestra el emerger de ese “Deep State” (Estado profundo) que está empeñado en destruir la verdadera América y convertir así a la humanidad en un rebaño de 500 millones borregos lobotomizados al servicio de Soros, Rockefeller y Bill Gates. ¡Sobramos todos los demás!
Donald Trump, abandonado ahora hasta por los medios afines que ven peligrar su supervivencia, si se alinean con el damnificado, se ha atrincherado con valentía en la defensa del derecho y de la verdad, exigiendo el recuento exhaustivo de unos votos adulterados escandalosamente por sus enemigos políticos.
Las élites mundiales deseaban ardientemente la defenestración de aquel que ha representado el único y más poderoso obstáculo a sus planes de convertir nuestro mundo en un inmenso campo de concentración, en el que el régimen norcoreano aparecerá como un simpático campamento de boys scouts.
Lo escandaloso es que un inmenso fraude electoral se presente como la limpia victoria de un viejo depravado al que le persigue el hedor de una podredumbre heredada y escanciada a la sombra del pederasta Jeffrey Epstein y de los Clinton, los Bonnie and Clyde de la América Contemporánea.
Donald Trump, por tanto, debe resistir hasta el último cartucho por el bien de una humanidad postrada por un ficticio bienestar que es el de la rana en la olla caliente. Donald Trump debe oponerse al reconocimiento de la sucia victoria de Biden. Donald Trump debe rechazar una capitulación que le deshonraría ante millones de sus votantes y ante todos los que desean un mundo auténticamente libre. Por ello, impugnará ante los tribunales el engaño de esos falsos votos, que se convertirían en el placebo de esa nueva humanidad remasterizada y regida por aquellos que la odian tanto como aquel ángel caído que, desde el fondo de los tiempos, odia la dignidad del ser humano porque se la ha dado el mismo Dios y no el Soros de turno.
Son los hijos de las tinieblas los que aspiran a regir los destinos de nuestro desgraciado planeta.
Su error es que no cuentan con una victoria que no es la robada de Joe Biden, sino la auténtica, la del Hijo de Dios que tiene en sus manos las llaves de la muerte y del abismo. Él, que estaba muerto, y que, a pesar de las apariencias, vive para siempre, dirige la historia humana hacia su consumación, hacia aquel día terrible y glorioso en que pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. Entonces Cristo pondrá a sus enemigos como estrado de sus pies. Y el último enemigo vencido será la muerte, esa de la que son tan amigos los conspicuos miembros de la élite libertina.
Ese día está más cerca de lo que los jefes de Biden y Clinton puedan imaginarse… “Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación” (Lucas 21,28).
REPRODUCIDO Y REFERENCIADO EN EL #87 DE LA PÁGINA 5 DE ESTE HILO.
Última edición por Valmadian; 13/11/2020 a las 08:01
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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