Revista FUERZA NUEVA, nº 79, 13-Jul-1968
HOMENAJE A RAFAEL GAMBRA, POR EL ÉXITO DE “EL SILENCIO DE DIOS”
El pasado día 6 de julio, en el Gran Hotel Victoria se celebró la cena homenaje a Rafael Gambra, por el éxito de su reciente libro “El silencio de Dios”, y que ha alcanzado la segunda edición, en el espacio de pocas semanas, a pesar de tratarse de una rigurosa meditación filosófica y política. El acto, patrocinado por el Centro de Estudios Históricos y Políticos General Zumalacárregui, estuvo presidido, junto con el homenajeado, por el ex ministro señor Sanz Orrio, el general Iniesta, el señor De Asís Garrote, director general de Enseñanza Media; el ministro plenipotenciario, señor Thomas de Carranza, el general Ruiz Hernández y el presidente del Grupo de Fundadores de FUERZA NUEVA, Blas Piñar, entre otras personalidades. El acto transcurrió dentro de la mayor animación y el salón se vio abarrotado de asistentes, que solicitaron repetidamente la firma del autor de “El silencio de Dios” sobre muchísimos ejemplares.
A los postres fueron leídas las adhesiones a la persona y a la obra de Rafael Gambra, entre las que se encontraban las de ministros, catedráticos, personalidades de las artes y de las ciencias, etc., las de varios jefes regionales de Requetés, como el de Barcelona, y la del delegado provincial de la Vieja Guardia de la capital catalana. Abrió el homenaje a Blas Piñar con unas palabras de presentación de “El silencio de Dios”, para señalar su significación en el momento religioso y político que vivimos. Entre otras cosas, dijo:
Palabras de Blas Piñar
Creo que el diagnóstico de Gambra es clarificador y valiente, y coincide, por otra parte, con el que ha hecho, desde un ángulo diametralmente distinto Tierno Galván, al hablarnos de una generación burguesa de jóvenes fratricidas, que odian, más que a sus padres, a un mundo construido que no les da una explicación seria de su vida, al que se sienten ajenos, y del que se hacen enemigos, sin saber tampoco lo que puede edificar con los cascotes que alfombran el desierto que sigue a la destrucción que predican.
Nosotros, los que estamos en la línea fundamental del pensamiento que Gambra representa, hemos sido llamados con esas calificaciones peyorativas de reaccionarios, intransigentes, integristas y ultras. Nos apenan, por algunos, de los campos de donde tales calificaciones proceden, pero no nos asustan, porque sabíamos de antemano que el mito de los “vientos históricos” es uno de los señuelos con que juegan los “sofistas” y que admiten con facilidad los afiliados al amable y perezoso, conformismo. Y el árbol, como dice Gambra, lo es o puede serlo en tanto permanece enraizado en la tierra y no en tanto que lo arranca y lo empuja en el aire el huracán desencadenado.
En esta hora de España, “El silencio de Dios”, sin dejar de ser un libro de filosofía, es un discurso religioso y un discurso político.
Discurso religioso, porque el autor no quiere, y nosotros tampoco queremos, que la idolatría del porvenir nos oculte la eternidad, porque las horizontales son fruto de la verticalidad, que alarga y ensancha el horizonte y divisa y permite domar los obstáculos y las dificultades. Por eso, en la “Populorum progressio” el Papa pide, para un desarrollo total, la contemplación religiosa.
Discurso político, porque en su libro, Gambra afirma que la ciudad terrena perece por disolución interior, porque el orden fariseo mantenido por los “sabios” que desertan favorece el ataque de los “sofistas” revolucionarios que lo asaltan; y porque, frente a los unos y a los otros, aunque sea arduo, se impone el oficio del reformador o restaurador, que a un tiempo respeta el orden y lo purifica.
La liberación del hombre, su verdadera “desalineación”, hay que realizarla a partir de realidades concretas: familia, profesión, municipio, de la entrega fervorosa a la comunidad, del mandar responsable y de la servidumbre gozosa del obedecer alegre, del amor a la continuidad, del sacrificio de la existencia por la esencia, como diría José Antonio. He aquí todo un programa que entre nosotros hemos intentado mantener y realizar y que ahora también experimenta profundas y radicales sacudidas.
Otras intervenciones
A continuación, el general Ruiz Hernández trazó una semblanza de las ideas y de los valores filosóficos de la obra de Gambra, a través de un análisis minucioso de sus libros, que guardan una perfecta coherencia ideológica y que son fruto de una conducta y de una entrega intelectual intachables.
Intervino el catedrático de la Universidad de Sevilla, señor Elías de Tejada, para afirmar la necesidad de centros como el que preside, el de Estudios Históricos Zumalacárregui, para trabajar en favor de la unidad católica, que es algo consustancial a España.
Por último, tomó la palabra Rafael Gambra, que, junto a agradecer el homenaje de que se le hacía objeto, glosó las líneas más importantes de su libro. “El silencio de Dios”, según Rafael Gambra, ha tenido las mismas dificultades para su publicación que un libro marxista hubiese padecido en los años cuarenta. Y es que se trata de un libro un tanto clandestino, inmersos como estamos en las nuevas corrientes del hegelismo-marxismo. El libro afronta un interrogante doloroso en muchos espíritus, pues el hombre que mantiene hoy cualquier género de lealtad a un orden superior se siente tachado de inmovilista, mientras, por otra parte, se le propone un cambio de estructuras como actitud e imperativo de la época. Relacionó “El silencio de Dios” actual con el evangélico y que él sitúa en los postreros momentos de Cristo, desde el Domingo de Ramos hasta su Resurrección. Hizo, asimismo, un recorrido histórico de España para afirmar la necesidad de aspirar a la Ciudad de Dios y para tener un ideal nacional que oponer a tantos movimientos separatistas y disgregadores, basado en el conocimiento exacto de nuestra Tradición y de nuestra Fe. Todos los oradores fueron calurosamente aplaudidos.
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