La guardia civil, aquella del "todo por la patria", ya, por fin son simples funcionarios del estado, unisex, vestidos de verde y con sueldito y casa-cuartel gratis a las ordenes de sus amos. Una profesioncita como tantas.
La guardia civil, aquella del "todo por la patria", ya, por fin son simples funcionarios del estado, unisex, vestidos de verde y con sueldito y casa-cuartel gratis a las ordenes de sus amos. Una profesioncita como tantas.
“España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.
A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)
Si el duque de Ahumada levantara la cabeza y viera cómo está la Guardia Civil se llevaría un disgusto. Empezando por el vértice, hay elementos indeseables en un cuerpo que fue tan noble. No obstante, tengo algunas amistades en la Guardia Civil, y doy fe de que todavía quedan algunos que todavía tienen honor y se la juegan por España. Pero es un cuerpo de estructura militar y tienen que obedecer en muchas cosas, me consta que a veces a regañadientes, y están muy presionados desde arriba. En el Valle de los Caídos tienen unas órdenes muy estrictas y muchos no quieren arriesgarse a que los sancionen.
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