Dispongo de muy poco tiempo ahora, permíteme sólo una pequeñas matizaciones a vuela pluma a tus interesantes observaciones:
El absolutismo socava los principios del orden social cristiano y desde ese punto de vista tiene un cierto contenido revolucionario, por eso puede usarse el término “revolucionario” para referirse a algunos excesos absolutistas. Federico Suárez Verdaguer en “La Crisis Política del Antiguo Régimen” explica magistralmente como los primeros liberales fueron los absolutistas monárquicos. Cierto es que territorialmente en la Corona de Castilla (excepción hecha de los territorios vascongados y de Navarra) se diese un cierto “centralismo” (entendido como asunción de funciones por un órgano unitario) bajo la coartada de decisiones reales, que no empieza con los Borbones, sino que ya se da con los Austrias, acogidos con cierta apatía por el pueblo. Pero la foralidad no es sólo territorial, sino también orgánica, lo que en la actual ciencia política se llama el “pluriverso de derechos” que se encontraban inmunes a la jurisdicción real. En Castilla siempre se mantuvieron instituciones de este tipo de carácter foral. Otra matización vendría de que el “centralismo” entendido en un sentido administrativo de asunción de funciones no es malo per se, sino que es malo en la medida que viola el principio de subsidiariedad. El centralismo jacobino o absolutista es malo, la asunción de funciones por un poder legítimo cuando las instancias inferiores los están usando de forma heterodoxa es lícito.
Por otro lado la causa carlista es tan popular en casi todo el territorio de la Corona de Castilla como en el de la Corona de Aragón. Los territorios vascongados y Navarra eran parte de la Corona, pero en el propio Reino de Castilla, sobre todo en la primera guerra la movilización es mayoritaria a favor de Don Carlos, así como en el Reino de Toledo. El Reino de León tuvo sus partidas, pero proporcionalmente menores.
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