Así de ridículo era el nacionalismo vasco cuando comenzó hace poco más de un siglo.
Ojo, que la gente ya no se entretiene rezando el rosario ni yendo de paseo a ver madurar los trigales. Cualquier dialecto chapurreado en el arroyo pasa a ser hoy un filón reivindicativo para cualquier provinciano ocioso metido a erudito; el siguiente paso suele ser imaginarse de presidente de su terruño, hecho república gracias a sus desvelos.
“España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.
A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)
O separatismo em territòrios portugueses é totalmente absurdo. Portugal é a nação mais antiga da Europa é a única que forma uma unidade cultural, pois, os Mirandeses sentem a sua língua como uma língua portuguesa, não exclusivamente da região onde é falada.
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