Los gitanos son extranjeros no-europeos procedentes de la India, que en 600 años, no solo no se han integrado, sino que encima son un foco de delincuencia. Franco tuvo que haberlos deportado al Sahara Occidental, pero todavía se puede arreglar el problema, los gitanos no son como los judíos pre-1948, los gitanos son un pueblo con Estado, y vaya Estado! La India debe hacerse cargo de los gitanos y de los mestizos de gitano, es un estado que tiene una responsabilidad con sus etnias.
Los gitanos no son españoles y nunca lo serán, porque no son de raza europea, por tanto no son españoles. Y en cuanto a la cultura, el flamenco agitanado, la rumba y demás gitanadas no son cultura española. Porque eso no tiene nada de español. Cultura española son las dolçainas y las gaitas, y no el folklore de un pueblo invasor que agrede, roba y vende droga a nuestros compatriotas.
Un problema biopolítico en España: gitanos en el exilio
Planteamiento del problema
Existe un gravísimo problema racial y político en España que no podemos obviar. En nuestro país habita exiliada una cantidad indeterminada de gitanos, etnia proveniente del noroeste indio (Angus Fraser. Los gitanos. Ariel, Barcelona, 2005), del actual estado de Rajastán, a la que hay que sumar otra, igualmente indeterminada pero creciente a causa del incrementado mestizaje, de mestizos de gitanos, y constituyen estos gitanos parte de un pueblo con estado, y no precisamente menor, pero que, sin tener necesidad de ello, habita en condición de minoría otros estados. A su vez, su presencia aquí supone una amenaza tanto para nuestra identidad española y nuestra riqueza bioantropológica, como para las de los gitanos.
Hoy el problema se agrava con la reciente afluencia de gitanos establecidos hasta ahora en el este de Europa, principalmente en Rumanía y en Bulgaria.
La dificultad del recuento de los gitanos en España
La constitución española de 1978 se revela como un enemigo implacable del análisis antropológico y sociológico en esta cuestión, al impedir que en los censos se pueda indagar acerca del número y localización de gitanos en España. El Secretariado Gitano sostiene que los gitanos en España serían algo más de 700.000 (no se incluyen los gitanos llegados recientemente desde Rumanía y Bulgaria), casi la mitad de ellos (350.000) en Andalucía, casi todos concentrados en los arrabales de las grandes ciudades. En Cataluña habría 80.000, en Madrid 60.000, en la Comunidad Valenciana 50.000, en Castilla-León 26.500, en Aragón 21.000, en Castilla La Mancha 20.000, en Murcia 20.000, en Extremadura 15.000, en el País Vasco 13.000, en Asturias 10.000, en Galicia 9.000 y en el resto de comunidades números inferiores a ese último. Todas estas cifras se pueden descartar, son ridículas. ¡Los gitanos en España son muchos más!
Hay muchas razones por la que los cálculos de población gitana en España (y en otros lugares) no son fiables y dejan siempre sin computar a gran número de personas. Además de la citada prohibición constitucional de que sean censados como raza o como etnia, tenemos el propio desinterés institucional en hacer el recuento de gitanos (a veces por no generar alarma social, siendo en este caso un desinterés interesado), el hecho de que muchos de los cálculos sean realizados por organismos de atención social que se centran en los destinatarios de sus potenciales políticas (lo que tiende a dejar sin registrar al resto de gitanos), el nomadismo, la desconfianza de los gitanos hacia todo lo que tenga relación con el mundo no gitano (incluidos los interesados en estudiarles) y la dificultad que la corrección política (que elude toda consideración puramente racial y sólo admite, a regañadientes, la inclusión de características culturales) causa a la hora de definir al gitano (que provoca que en los estudios y cálculos que se realizan se opte por la autoidentificación: es gitano el que se define a sí mismo como gitano).
El número de gitanos en todos los cálculos hechos, por todas estas razones, está claramente rebajado. Los cálculos y recuentos que de hecho se realizan se centran casi siempre en las denominadas “familias en situación no normalizada” (infravivienda, desempleo o subempleo, pobreza), tendiendo a ignorar a las “familias en situación normalizada” (viviendas adecuadas, empleo asalariado, escolarización), algunos de cuyos miembros tienen una tendencia a no autoidentificarse como gitanos (siendo la autoidentificación, como hemos visto, lo que decide muchas veces, en muchos de estos estudios, quien es gitano). Esto explica porqué en esos estudios y cálculos la cantidad de población gitana aparece “estancada” desde hace 30 años. En 1982 había quién predecía que en el año 2000 habría en España un millón de gitanos, a la vez que sostenía que había entonces entre 400.000 y 500.000 gitanos, cálculo, evidentemente, a la baja, pues ya entonces se hablaba de los 600.000 gitanos en España. En 2012 se sigue hablando de entre 600.000 y 700.000 gitanos.
Muy probablemente sean más de 1.500.000 individuos.
Existe, además, una reciente pero creciente zona gris de mestizos gitanos con un grado variable de identificación con los gitanos. Su número está, como se dijo, indeterminado.
Explosión demográfica de los gitanos en España
Los gitanos llegan a España en el siglo XV (en 1425 a Zaragoza, en 1435 a Santiago de Compostela, en 1462 a Jaén; el primer informe de su presencia data de 1415). Según la investigadora pro-gitana Teresa San Román son 3000 individuos en total (Teresa San Román. La diferencia inquietante. Siglo XXI, Madrid, 1997), repartidos en pequeños grupos nómadas de unas 100 ó 200 personas. A finales de ese mismo siglo XV se cree que la población española rondaría los 5 millones de habitantes. La proporción gitanos/españoles es de 1/1600 aproximadamente.
En el reinado de Carlos III se elabora un censo de la población gitana que recoge 10.000 individuos. Los españoles para esta época son unos 10 millones. La anterior proporción había pasado a 1/1000.
Hoy los cálculos menos generosos dan a la población gitana en España un tamaño no inferior a 700.000 individuos. Los españoles apenas suman 40 millones. La proporción gitanos/españoles queda, por tanto, en 1/57. Si son 1.500.000 personas la proporción pasa a 1/27. La evolución es obvia. Más si se tiene en cuenta que 700.000 gitanos en España es una cifra que claramente rebaja la cantidad total (que debe estar más cercana a 1.500.000) y que no hemos considerado en este cociente la creciente cantidad de mestizos de gitanos.
Contexto, situación actual y perspectivas del mestizaje
Contexto. Los gitanos, tras ir abandonando el nomadismo, se concentraron en los arrabales de las grandes ciudades. De manera que en el campo, lugar de concentración de los nativos españoles hasta el siglo XIX y buena parte del siglo XX, la presencia gitana ha sido relativamente escasa. Además en el ámbito rural el mestizaje estaba dificultado por la conservación, por parte de las dos etnias, española y gitana, de cierta conciencia racial. Es el éxodo rural iniciado en 1950 el que termina haciendo de España un estado netamente urbanizado. Desde entonces, por tanto, data el contacto masivo entre gitanos y españoles y la posibilidad de mestizaje demográficamente significativo. Esto es también así porque, además, es con la urbanización cuando la población española va perdiendo buena parte de su conciencia racial anterior, hecho que coincide en el tiempo con el decaer, en las comunidades gitanas, del poder de las autoridades tradicionales, los patriarcas, y con esta decadencia también lo hace el tradicionalmente estricto control matrimonial, que era endogámico, sobre el propio colectivo gitano.
Situación actual. El abandono del nomadismo, el declinar de poder de los patriarcas, la intromisión aculturizante en las comunidades gitanas de los organismos del estado (sistema educativo, servicios sociales, prisiones), de las ONGs y de los académicos que los estudian y la propaganda mesticista en los medios de comunicación, y en general, han terminado por debilitar la tradicional endogamia gitana. Sigue presente como idea y como práctica en numerosas ocasiones (la mayor parte de los matrimonios de los hombres y las mujeres gitanos tienen lugar con personas de su misma raza), pero ha dejado de ser excepcional el matrimonio interracial (con españoles, especialmente de clase baja, gente que puede incluirse en el llamado lumpenproletariat) y el mestizaje. Como resultado de ello ha aparecido una creciente población mestiza que contribuye a la dilución de las fronteras raciales allí donde deviene significativa, erosionando aún más la institución social de la endogamia gitana.
Perspectivas. Si todo sigue el curso actual, vamos a asistir en las próximas dos o tres generaciones a un proceso de creciente mestizaje entre españoles y gitanos, que va a nutrir considerablemente a la población mestiza antes referida. Para este proceso las actuales barreras de clase van a ir desapareciendo, de modo que entre los españoles que opten por mestizarse con gitanos van a figurar elementos pertenecientes prácticamente a todas las clases sociales, si bien va a continuar la predominancia de individuos englobados en el lumpemproletariado, clase que tendencialmente va a confundirse parcialmente con la propia masa de mestizos. Este proceso, de darse, nos alejaría étnicamente del resto de pueblos europeos. La identidad gitana también se resentiría, pero antropológicamente es un problema de menor importancia al existir hoy numerosos núcleos de población gitana repartidos por todo el mundo.
Política a seguir
Dado todo lo anterior, estamos hoy en un momento crítico. Seguir como hasta ahora significa asumir el mestizaje del pueblo español con el pueblo gitano y el consiguiente alejamiento del primero con respecto al resto de pueblos europeos, así como el deterioro de la identidad gitana, una lamentable merma en términos de diversidad. La cuestión deviene entonces clara para el pueblo español: o gitanos, o Europa. También para los gitanos: o retorno, o pérdida de identidad.
Estar en un momento crítico significa que no puede dejarse pasar más tiempo. El pueblo español debe entender bien el problema y, organizado políticamente, actuar en pro de su identidad, que es racial y cultural. El pueblo gitano también debe hacerlo y organizar la defensa política de su identidad mediante el retorno. Actuación que debe ceñirse siempre a los principios del imperio de la ley, del estado de derecho y de la armonía entre los pueblos.
La identidad cultural española sufre por la presencia gitana, algo que puede comprobarse perfectamente en el ámbito musical, con la espuria identificación del flamenco como música típicamente española, tras el constante apoyo institucional (público y privado) que ha recibido, en detrimento de la música popular auténticamente nativa española; o que también puede apreciarse en el campo lingüístico, con la creciente incorporación al idioma nacional de términos procedentes del habla de los gitanos: “camelar”, “currar”, “chaval”, “chungo” “fetén, ”“menda”, “molar”, “paripé”, ”parné”, “pinrel”, “pirarse”, etc. Algunos de estos términos se han incorporado, precisamente, por la difusión que ha alcanzado el flamenco. También han ayudado en este lamentable proceso la actitud pasiva de la Real Academia de la Lengua Española (que hoy ni limpia, ni da esplendor), la decadencia del sistema educativo y el deterioro brutal de la profesión periodística y de los medios de comunicación en general.
El exilio es duro para cualquiera y todo indica que los gitanos no lo están pasando nada bien en su exilio español. Del gitano nos llaman la atención su espontaneidad, su desinterés por la política. Igualmente en algunos cierta aversión al estudio, según los indicadores de escolarización y rendimiento académico, a pesar de estar garantizada la primera por el estado. También tienen algunos una evidente tendencia a pasar temporadas en la cárcel, según los datos de población presidiaria. Esto lo sabemos a pesar de que, al igual que en los censos, la constitución de 1978 prohíbe el recuento de gitanos en las cárceles españolas. El feminista y pro-gitano Proyecto Barañí, centrado en el estudio (y en el ensalzamiento) de las mujeres gitanas presas, tuvo que reconocer que “Aproximadamente 1 de cada 4 reclusas españolas es gitana. De las cerca de cuatro mil reclusas en territorio español, aproximadamente el 20% lo constituyen las extranjeras y las reclusas gitanas representan más o menos una cuarta parte del total de las reclusas españolas” (Graciela Hernández, Elixabete Imaz y otros.Proyecto Barañí. Criminalización y reclusión de mujeres gitanas, Autoedición, Madrid, 2000, pág. 69). Estos datos son del año 2000. La proporción de reclusas gitanas entre el total de reclusas con DNI español se mantiene a día de hoy. No hay muchos motivos para pensar que la distribución entre varones presos con DNI español sea distinta. De los datos anteriores es inevitable obtener la conclusión de que tanto dinero y recursos destinados al pueblo gitano, hecho que además posiblemente sea ilegal, están sirviendo para poco.
La aculturización del pueblo gitano no es ninguna solución. Ni para nosotros, que no detendremos con ello ni un ápice de la señalada deriva divergente con Europa (más bien la aceleraremos, al acelerar con la aculturización el mestizaje), ni para ellos, pues también son un pueblo, con su identidad, y nada bueno obtendrán en términos de identidad con su aculturación (muy pocos gitanos en España hablan su idioma, el romaní, algo lamentable en términos de identidad gitana) o con el mestizaje con españoles. Ellos mismos, los gitanos, reconocen que son muy distintos a nosotros (Sergio Rodríguez. Gitanidad. Otra manera de ver el mundo. Kairós, Barcelona, 2011).
La única solución pasa por organizar con carácter de urgencia el retorno del pueblo gitano a su patria, la India.
Por sugerencia del compañero y colaborador habitual de esta página, Deporta, introduzco el presente párrafo en el texto original, en un intento de proponer una política a seguir de naturaleza más gradual y ¿posibilista? Una política adecuada a corto plazo pasa por suspender toda la numerosa ayuda pública y privada que reciben los gitanos en función de su pertenencia racial, algo que además es inconstitucional y contrario al actual Código Penal, que prohíbe toda forma de discriminación por causa racial o étnica. Esta ayuda pública toma muchas formas: dinero entregado directamente a personas de raza gitana por su adscripción racial, viviendas facilitadas gratuitamente a personas gitanas por el hecho de serlo, organizaciones dedicadas a la “atención a los gitanos” y que hay que sufragarlas, etc.
La responsabilidad india
Desde 1780 (trabajos de Grellmann y Rüdiger, y de Bryant) se sabe que la lengua de los gitanos pertenece al grupo de lenguas indo-arias, en el que también se encuadran lenguas tan conocidas y habladas como el hindi, el punyabí y el gujarati. Los estudios en gitanos residentes en Europa de los haplogrupos del cromosoma Y (ADN-Y) y de los del ADN mitocondrial (ADNmt) confirman que la India es la patria de los gitanos. Por si fuera poco, en la India actual hay grupos de gitanos, una realidad poco conocida.
Resulta absurdo e intolerable que un pueblo con estado permanezca privado de estado y repartido como minoría en multitud de otros estados. Hay que exigirle a la India que asuma su responsabilidad y con ella el retorno inmediato de los gitanos (y de sus mestizos) repartidos por toda España y por Europa. Los gitanos probablemente fueron expulsados en los siglos X y XI, tras la conquista musulmana de la India. Pero hace mucho tiempo que la India se zafó de la dominación musulmana, y ya va siendo hora de que acoja a uno de sus pueblos.
CÍRCULO IDENTITARIO NIETZSCHE: Un problema biopolítico en España: gitanos en el exilio
Marcadores