Que tomen ejemplo todos los curas. En efecto, para ir a recibir al Santísimo hay que guardar las formas y el aspecto, además del estado del espíritu. En verano es muy fácil ser testigo de situaciones rocambolescas en las que en base a unos presuntos derechos inexistentes, hay mujeres que van a comulgar casi en pelotas. Y el problema ya no es sólo de orden estético, sino inmoral. ¿Cómo se puede pretender recibir a Cristo mientras se está provocando escándalo en muchos que las contemplan? ¿Cómo se puede comulgar al tiempo que hacen pecar a muchos con la mirada? Es absurdo encima pretender denunciar los hechos. Lo primero, la Iglesia tiene unas normas que han de ser cumplidas y a nadie se le obliga a estar dentro de ella, pero si se acepta, se aceptan las normas. Segundo, no es la Iglesia quien se tiene que adaptar a que haya tías a las que les guste exhibir el palmito, sino que ellas son las que deben adaptarse cuando entran en un recinto religioso. Para ponerse en porreta picada atrayendo todas las miradas ya tienen las playas o las piscinas donde se lo permitan, que hasta en estos lugares también hay restricciones.

De todos modos, es evidente que se ha perdido el sentido del pecado, de la decencia, del respeto y de la estética y buen gusto. ¡Viva la chabacanería! y un cero redondo a la mamaíta de la nena.