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Tema: ¡Comulgad dignamente!

  1. #41
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    La diferencia es como de la noche al día. No hay ni punto de comparación. Verdaderamente se sienten y se perciben los frutos, y hasta se está más preparado para comulgar después de haber rezado dos veces el acto de contrición y haber recibido la absolución del padre, cosa que no se hace en las misas del Novus Ordo. El ambiente de recogimiento eleva el alma a Dios, y se es consciente de su presencia, se arrodilla uno para comulgar, en la elevación, e incluso en un momento determindo del Credo y del último evangelio, para subrayar la grandeza de que nada menos que un Dios se encarnara haciéndose hombre. La misa nueva es un sucedáneo, miserables migajas en vez de un banquete. En la misa de siempre se derrama la gracia de Dios; en la nueva, con un poco de suerte se obtiene con cuentagotas. De verdad que se nota, sobre todo cuando por algún compromiso o por alguna otra razón toca asistir a una misa vulgar.
    muñoz y jasarhez dieron el Víctor.

  2. #42
    Avatar de Xaxi
    Xaxi está desconectado la boina roja,la Misa en latin
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    muy cierto,mi docto amigo,sigo asistiendo al novo ordi por dar ejemplo a los niños y porque soy el unico hombre que acude y alguien tendra que leer los evangelios...pero no se cuanto aguantare semejante desaguisado.
    Hoy he salido como alma que lleva el diablo,rapido y enojado...el cura,el mismo que la otra vez ,en pago a un favor, me regalaba para mi asombro,unas cuentas que en un principio crei Rosarios y resultaron ser abalorios africanos...otra vez mojaba las formas como si fueren madalenas...es que esto,no puede ser...del sermon ni voy a hablar...determinista...
    Los crios con la excusa de la preparacion de la primera comunion haciendo el no se que,riendose,especialmente uno,levantandose la camiseta y metiendo la cabeza dentro cual burka..durante toda la eucaristia...que para Misa la otra...derrodillas solo yo,las comuniones en la mano...es que no puede ser,asi no.

    Un abrazo en Un solo Dios,una sola Fe y un solo Bautismo.
    ALACRAN dio el Víctor.
    ...les mataria sin odio...

  3. #43
    Avatar de Mefistofeles
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Cita Iniciado por Pasiego Ver mensaje
    muy cierto,mi docto amigo,sigo asistiendo al novo ordi por dar ejemplo a los niños y porque soy el unico hombre que acude y alguien tendra que leer los evangelios...pero no se cuanto aguantare semejante desaguisado.
    Hoy he salido como alma que lleva el diablo,rapido y enojado...el cura,el mismo que la otra vez ,en pago a un favor, me regalaba para mi asombro,unas cuentas que en un principio crei Rosarios y resultaron ser abalorios africanos...otra vez mojaba las formas como si fueren madalenas...es que esto,no puede ser...del sermon ni voy a hablar...determinista...
    Los crios con la excusa de la preparacion de la primera comunion haciendo el no se que,riendose,especialmente uno,levantandose la camiseta y metiendo la cabeza dentro cual burka..durante toda la eucaristia...que para Misa la otra...derrodillas solo yo,las comuniones en la mano...es que no puede ser,asi no.

    Un abrazo en Un solo Dios,una sola Fe y un solo Bautismo.
    Amigo pasiego, a mi me pasa lo mismo.

    Intento siempre que puedo acudir a la misa de siempre pero por temas de mis hijas o por laborales, muchas veces acudo a misa según el n.o. (aunque a lo que me niego en rotundidad es a acudir a lo que llaman "misa de niños") y salvo algunas excepciones en determinadas parroquias de mi ciudad (Madrid) donde se celebra dignamente, la cosa suele ser desoladora.
    Yo, personalmente, decidí que cuando acudía a esta misa debía hacerlo para entrar en contacto con Dios de la forma más digna posible y que el Señor me concediese su gracia para ser mera herramienta Suya a la hora de irradiar luz y respeto por la misa en los demás, por que de otra forma me era imposible comulgar dado el estado de cabreo interno e indignación que me asediaba.
    El Tercio de Lima y Pasiego dieron el Víctor.
    TU REGERE IMPERIO FLUCTUS HISPANE MEMENTO

    El Rincón de Don Rodrigo

  4. #44
    Avatar de Valmadian
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Para comulgar dignamente hay algo más que las formas. No sé si es que nadie lo ha mencionado, o es que se me ha pasado por alto y no me he dado cuenta, pero antes de ir a comulgar primero hay que confesar. Y el sacramento de la confesión ha de ser completo y sincero, con pleno arrepentimiento y auténtico propósito de enmendarse. Si no, da lo mismo como se comulgue. En mi opinión es preferible una sola comunión al año con todo bien cumplido, incluida la confesión, -un año es un periodo muy largo para no volver a caer-, que muchas veces sin las debidas garantías por mucho que se haga en la misa tradicional. Lo deseable es que la comunión sea continua, pero la confesión ha de ser realizada siempre antes y con toda sinceridad.
    Hyeronimus y El Tercio de Lima dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  5. #45
    Avatar de muñoz
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Yo sólo comulgo según el rito tradicional, y normalmente siempre me confieso antes. Sin embargo, no es obligación. De todos modos, si me equivoco corregidme, aconsejar no comulgar frecuentemente ¿no es jansenista? Tengo entendido que fue uno de los problemas del jansenismo y la Iglesia aconseja la comunión frecuente (claro que siempre que sea sincera, como decía Valmadian). Por otra parte, el otro día me comentaron que la Comunión servía también para limpiar el alma si los pecados eran no mortales o veniales. Me sono bastante raro, no lo había oído antes.

  6. #46
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    El jansenismo recomienda comulgar muy poco, en efecto, pero yo me remito a lo que desde pequeño he escuchado: "comulgar por lo menos una vez al año" A eso me refería, a que es preferible una sola comunión completa y auténtica al año que muchas así, al tun-tun, con "autoconfesiones" presuntamente directas con Dios olvidando las palabras "A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados y a quiénes se los retengáis les serán retenidos", u otras en el confesionario pero realizando "confesiones light" guardando "lo gordo".
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  7. #47
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Cita Iniciado por muñoz Ver mensaje
    Por otra parte, el otro día me comentaron que la Comunión servía también para limpiar el alma si los pecados eran no mortales o veniales. Me sono bastante raro, no lo había oído antes.
    En mi opinión, la comunión frecuente lo que hace es "proteger" frente a las tentaciones. Pero "limpiar" si me suena extraño también, claro que habría que conocer en qué contexto, o con qué intención, te lo dijeron.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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  8. #48
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Cita Iniciado por muñoz Ver mensaje
    Yo sólo comulgo según el rito tradicional, y normalmente siempre me confieso antes.
    Es la forma deseable de hacerlo, pero "comunión" sólo hay una: reunidos más de dos en su nombre, con la transustanciación y "haced esto en conmemoración mía", y no hay duda, independientemente de otras consideraciones.
    Xaxi dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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  9. #49
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    En mi opinión, la comunión frecuente lo que hace es "proteger" frente a las tentaciones. Pero "limpiar" si me suena extraño también, claro que habría que conocer en qué contexto, o con qué intención, te lo dijeron.

    Yo siempre lo había sabido. Y no son cosas de los catecismos modernistas actuales. Está en el Ripalda:

    EL PECADO VENIAL SE PERDONA POR:
    PARTICIPAR EN LA SANTA MISA CON DEVOCIÓN.
    COMULGAR DIGNAMENTE.
    OÍR LA PALABRA DE DIOS.
    BENDICIÓN EPISCOPAL.
    REZAR EL PADRE NUESTRO.
    CONFESIÓN GENERAL.
    AGUA BENDITA.
    PAN BENDITO.
    GOLPE DE PECHO.
    HECHO TODO CON SINCERA DEVOCIÓN.

    Una joyita olvidada: el Ripalda


    Eso no quita que lo ideal sea confesar, claro.
    Valmadian dio el Víctor.

  10. #50
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Y esto es del Astete:

    P.: ¿Qué cosa es pecado venial? R: Es una disposición del pecado mortal.
    P.:¿Por qué se llama venial? R: Porque ligeramente, esto es, con facilidad, cae el hombre en él y ligeramente se le perdona.
    P.: ¿Por cuántas cosas se le perdona? R: Por nueve.
    P.: ¿Cuáles son? R: La primera, por oír Misa.
    La segunda, por comulgar.
    La tercera, por decir la Confesión general.
    La cuarta, por Bendición Episcopal.
    La quinta, por Agua Bendita.
    La sexta, por pan bendito.
    La séptima, por decir el Pater Noster.
    La octava, por oír Sermón.
    La nona, por golpes de pechos pidiendo a Dios perdón.
    P.: ¿Por qué añadís: pidiendo a Dios perdón? R: A fin de dar a entender que, para conseguir el perdón de los veniales por estas cosas, hemos de tener algún dolor sobrenatural de ellos.
    P.: ¿ Y estamos obligados a confesar los pecados veniales? R: No, P., mas es bueno y provechoso.
    P.: Y al que después de la última confesión tiene solos veniales, ¿qué le será conveniente hacer para asegurar el dolor y propósito? R: Confesar también, aunque se confiese de éstos, algún pecado mortal de la vida pasada.

    CATECISMO de la DOCTRINA CRISTIANA
    Valmadian dio el Víctor.

  11. #51
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Muchas gracias a ambos por la respuesta. Desde luego, prefiero la confesión, así me quito de toda duda.

  12. #52
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!


    “Si voy a Misa TENGO que Comulgar” (¡Qué Error más Grande!)

    Es una de las ideas más dañinas (para el alma) que Satanás ha conseguido inculcar en una gran mayoría de bautizados: “Si voy a Misa TENGO que comulgar”, sin examinar antes la conciencia por si se estuviera en pecado grave. Olvidando, por tanto, que para comulgar hay que estar en GRACIA DE DIOS, hoy por desgracia son miles….millones…las comuniones recibidas sin la debida preparación. Y, como enseña San Pablo: “Quien recibiera el Cuerpo de Cristo indebidamente, estaría comiendo y bebiendo su propia condenación” ( I Corintios 11, 27-29). Ese pecado se define por la Iglesia como “sacrilegio” y es el pecado que abre la puerta del infierno con mayor seguridad. Sin embargo, en la actualidad, se extiende cada vez más la praxis de comulgar sin confesarse o, peor aún, comulgar por una especie de “obligación moral” de hacerlo ya que “no voy a ir a Misa y quedarme sin recibir a Cristo”. El diablo, sin duda, es un maestro de la confusión y de la mentira con apariencia amable. Pero, ¿porqué se ha llegado a esta situación de sacrilegio consolidado?; pues opino que hay varias causas (todas procedentes del modernismo):
    En primer lugar: La Santa Misa se presenta no como “Santo Sacrificio” sino como sola “Eucaristía”. Al denominar “Eucaristía” a la Santa Misa se corre ese peligro que ya denunció Ratzinger, siendo Cardenal, en el “Informe sobre la Fe” (entrevista de Messori): el peligro de reducir al máximo el aspecto de sacrificio para sobredimensionar el de la resurrección. La Misa es memorial de la pasión, muerte y resurrección y ascensión, pero no sólo de la resurrección. Al llamar “Eucaristía” a la Misa, entonces el efecto inmediato, a nivel de catequesis, es que “si voy a una Eucaristía, ¿como no voy a recibirla”…..pero si voy a una Misa, se que puedo o no recibirla. Parece algo muy simple pero es muy realista.
    Igualmente, en no pocos centros formativos cundió esa frase comparativa, ya tópico progre, de que: “si voy a una cena y no quiero comer, soy un maleducado”…..entonces, ir a la “Cena del Señor” (o sea la Misa, y no comer….es una ofensa al que me invita que es el Señor. Entonces, al redundar el aspecto de “banquete”, “cena”, “fiesta”…..todo aquel que vaya se ve en el deber de no quedarse fuera del baile y, entonces, va y comulga.
    Unido a lo anterior, la teología progre también se ha encargado de difundir la idea (del todo herética) de negar o dudar la transubstanciación y llamarla “transignificación” y/o “transimbolización”, de manera que la Eucaristía se presenta como un SIGNO o SÍMBOLO, pero no como PRESENCIA REAL de CRISTO. De ese modo, el acto de comulgar es una mera adhesión sociológica al aceptar ese signo o símbolo en comunidad, al estilo protestante. De ahí procede la funesta costumbre de comulgar en entierros, bodas o primeras comuniones por el solo hecho de estar más unidos a la familia del difunto, a los novios o a los niños de comunión….y de esa forma hacer “comunión” con los que participan de la Misa.
    Por último, y para colocar la “guinda” de este “dulce infernal”, se añade la OMISIÓN de aquellos que debieran advertir que no se puede comulgar sin no se está en Gracia de Dios. O, lo que es peor, no sólo la omisión sino la abierta invitación a hacerlo, cuando son los mismos sacerdotes, catequistas, formadores………los que animan a recibir e Cuerpo de Cristo sin la debida preparación. Esa omisión y/o invitación constituye, a mi entender, uno de los peores pecados internos de nuestra Iglesia, por sus tremendas consecuencias en la vida cristiana. Desgraciadamente quien se acostumbra a comulgar indebidamente entra en un proceso de enfriamiento espiritual y muerte de la misma conciencia a la que sustituye por su subjetividad.
    Por amor de Dios y por celo por la salvación de las almas….paremos de una vez esta embestida diabólica que ha convertido un bien en si mismo (comunión masiva) en el peor de todos los males (condenación advertida).


    Padre Santiago González

    “Si voy a Misa TENGO que Comulgar” (¡Qué Error más Grande!) | Adelante la Fe
    Tropo dio el Víctor.

  13. #53
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!


    La reverencia de comulgar de rodillas y en la boca


    La causa de la degeneración de la Iglesia ha sido casi siempre imputable a la negligencia y abuso hacia el Santo Sacramento del Altar (San Juan Fisher, mártir. Corpus Christi).
    El obispo Atanasio Schneider es conocido por su determinación en defender la Sagrada Comunión en la boca. Participó como auditor en el Sínodo sobre la Eucaristía del año 2005 (La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia). En su relación habló del respeto hacia la Sagrada Eucaristía, recordando, para ello, el respeto que su propia madre le inculcó en los tiempos de la Iglesia perseguida en la Rusia comunista. Son múltiples sus intervenciones en coloquios y conferencias, siempre defendiendo con valentía y profundo amor a la Iglesia la dignidad y reverencia que supone recibir el Señor de rodillas y en la boca.

    Tras su primer libro Dominus est, Reflexiones de un obispo de Asia central sobre la Sagrada Comunión (Librería Editrici Vaticana. 2009), ha aparecido en enero de 2014 su segundo libro: Corpus Christi. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa (Librería Editrici Vaticana).




    Deseo comentar dos puntos del libro de gran interés y que ayudarán a ilustrar y a formar una idea lo más correcta posible sobre ellos; uno, sobre las funestas consecuencias del actual rito de la Comunión en la mano; y el otro, las razones teológicas y litúrgicas para recibir la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca.


    En primer lugar, La práctica moderna de la Comunión en la mano supone una profunda llaga en el Cuerpo Místico de Cristo, práctica que difiere esencialmente del rito análogo de los primeros siglos, donde al poner la Sagrada Hostia en la mano (en las mujeres sobre un paño), el fiel se inclinaba reverentemente y comulgaba directamente con la boca. Debido a la confusión y abusos respecto a la Sagrada Comunión, a partir del siglo VIII, por lo menos, se daba la Comunión directamente en la boca de los fieles, y de esta forma se conseguía poner más de manifiesto que la Santa Comunión no es una comida común, sino realmente el Cuerpo de Cristo, la sacralidad en persona.

    El actual rito de la Comunión en la mano nunca ha pertenecido al patrimonio litúrgico de la Iglesia católica. Esta práctica actual de la Comunión en la mano es un invento calvinista, y difiere sustancialmente del rito de la Iglesia de los primeros siglos, y ha causado y continúa causando un daño de proporciones verdaderamente preocupantes, además de un daño a la recta fe eucarística, a la reverencia y al cuidado hacia los fragmentos eucarísticos.

    Las consecuencias son devastadoras para la fe eucarística:


    • Se ha llegado a un sorprendente minimalismo en los gestos de adoración y de reverencia.
    • Se trata de un gesto reservado a la comida común, que causa a una gran cantidad de fieles, en especial a los niños, las percepción que en la Hostia Santa no está presente la Persona Divina de Cristo, sino más bien un símbolo religioso, en cuanto podemos tratarle como tratamos la comida común.
    • Se causa una abundante pérdida de fragmentos de la Hostia Santa, que al caer al suelo son pisados inadvertidamente por los que comulgan.
    • Se ha aumenta de forma de forma alarmante el robo de Hostias consagradas.


    No hay en la Iglesia ni sobre la tierra algo tan sagrado, ni tan divino, ni tan vivo y personal como la Santa Comunión, porque la Comunión es el mismo Señor eucarístico.

    Es incomprensible como dentro de la Iglesia no haya personas que reconozcan esta llaga, considerando, por el contrario, este asunto como secundario, y todavía muchísimo más incomprensible es que haya personas que dentro de la Iglesia la defiendan y propaguen.

    Recuerda el Obispo Schneider que los temores del beato Papa Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini, del 29 de mayo de 1969 se han cumplido:


    1. Disminución de la reverencia hacia el augustísimo Sacramento del Altar.
    2. Profanación del mismo Sacramento.
    3. Alteración de la recta doctrina de la fe eucarística.



    En segundo lugar, veamos las razones teológicas y litúrgicas para la recepción de la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca. Para ello recuerda que no basta el culto interior, pues Dios se ha hecho hombre y por tanto visible. Por lo que un culto esencialmente interior no es coherente con la Encarnación. Tal culto sería un culto “platónico”, protestante y esencialmente gnóstico. El culto debido al Cuerpo Eucarístico de Cristo debe ser necesariamente exterior e interior. Ambas formas son inseparables.
    Partiendo de lo anterior, añade que la simbología de la boca expresa de un modo convincente el contenido espiritual y religioso: el beso tiene la imagen de un acto de amor interior y espiritualizado (Por ejemplo, en el Cantar de los Cantares); en el Salmo 84, 11: la Justica y la Paz se besan, podemos pensar también en el beso litúrgico o santo beso fraterno (1 Cor 16, 20 etc.). La palabra adoratio se compone de os ad os (es decir, boca a boca). La palabra fuera de la boca: es imagen de aquella PALABRA Eterna que procede de Dios, y de Jesús que de Su boca insufla el Espíritu Santo (Gn 20, 27).

    Además, Las palabras Accipite et manducate, se traducen literalmente como Recibid y comed, que fueron dichas directamente a los Apóstoles, sacerdote de la Nueva Alianza, no a la totalidad de los fieles. Si esto no fuera así, las palabras Haced esto en memoria mía se dirigirían, en consecuencia, a la totalidad de los fieles, que en virtud de estas palabras, hoy podría participar del sacerdocio ministerial. Por otro lado, la palabra accipite no significa tocar con la mano sino más bien la acción de recibir. La palabra accípere, por ejemplo, se encuentra en: recibid el Espíritu de verdad (Jn 14, 17): Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 22), etc.

    La recepción de la Sagrada Comunión no se trata de de un acto externo de poder tocar con la mano, sino de un acontecimiento profundamente espiritual: se trata de un poder recibir el sacramento eucarístico con el corazón, con el alma, pero evidentemente también con el cuerpo convenientemente, esto es con la lengua y de rodillas.

    La Iglesia vive de la Eucaristía. El Cristo eucarístico en el verdadero centro de la Iglesia, y por serlo lo es también la adoración. Lo primero es la adoración. Nunca podrá haber progreso espiritual, tanto personal como general en la Iglesia sin no hay una verdadera actitud de reverencia y adoración al Santísimo Sacramento. El rito actual de la Sagrada Comunión en la mano se ha revelado como una práctica no pastoral, que conlleva un gran perjuicio a la fe y a la piedad de los fieles.

    Debería surgir una gran movimiento entre los fieles que unidos a la llamada de TODOS DE RODILLAS iniciaran la renovación de la Iglesia, desde abajo, recibiendo la Sagrada Comunión de rodillas y en la boca. Bastaría que algunos fieles o amigos se pusieran de acuerdo y juntos comulgaran de esta forma, ayudándose espiritualmente unos a otros. La práctica demuestra que cuando unos empiezan a arrodillarse otros los siguen.

    Adoro te devote latens Deitas. Te adoro con devoción Dios escondido.

    Todos de rodillas.


    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

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  14. #54
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!




    Nueva entrevista a Mons. Schneider: la comunión en la mano en el corazón de la crisis de la Iglesia


    [Renaissance Catholique] Nos hemos reunido con Mons. Schneider, obispo auxiliar de Astana, en Kazakhstan. Acaba de publicar en la editorial Contretemps, Corpus Christi. La Comunión en la mano en el corazón de la crisis de la Iglesia, y habla periódicamente sobre la situación de la Iglesia.
    Excelencia, aunque muchos de nuestros lectores ya le conocen, ¿podría usted presentarse?


    Athanasius Schneider
    : Nací en 1961 en el Kirghizistan, que formaba entonces parte de la Unión Soviética, en el seno de una familia católica de origen alemán. Mis padres son alemanes del Mar Negro pero originarios de Alsacia, cerca de Haguenau. Después de la IIª Guerra Mundial mis padres fueron deportados, en condiciones inhumanas, por Stalin a los Urales para realizar trabajos forzados. ¡Ha sido gracias a la fe Católica como han podido sobrevivir mis padres! He tenido el privilegio de recibir esta fe “con la leche materna”, por decirlo de alguna manera, a la vez que los Sacramentos y vivir mi vida cristiana en una Iglesia clandestina. Después, por una gracia especial de Dios, pudimos emigrar a Alemania. En 1982 entré en la Orden de los Canónicos Regulares de la Santa Cruz, en Austria, antes de ser enviado a Brasil como misionero, donde recibí la ordenación sacerdotal en 1990. En 1997, obtuve en Roma el doctorado en Patrología. A partir de 1999 enseñé teología en el seminario inter-diocesano de Karaganda, en Kazakhstan. En el 2006, fui nombrado obispo auxiliar de Karaganda y, en el 2011, obispo auxiliar de la archidiócesis de Santa María en Astana, la capital de Kazakhstan. Actualmente soy secretario general de la Conferencia episcopal de Kazakhstan y presidente de la comisión de liturgia.




    El tema de su libro es La Comunión en la mano. ¿No hay cuestiones más urgentes que tratar a día de hoy en la Iglesia que ésta de la comunión en la mano?



    A.S.
    : Efectivamente, parecería que en la Iglesia existen temas más urgentes que tratar, además de la comunión en la mano, sin embargo no es más que mera apariencia. En efecto, la Iglesia vive hoy una auténtica tragedia ya que, la realidad central en la Iglesia y sobre la tierra, ha sido eclipsada, puesta en un segundo plano y por tanto banalizada: el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. El Concilio Vaticano II nos ha recordado esta verdad: “La Eucaristía es la fuente y la cima de toda la vida cristiana” (Lumen gentium, 11) y “la Santa Eucaristía contiene todo el tesoro espiritual de la Iglesia” (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica III, q. 65, a. 3 ad 1), “es decir a Cristo mismo” (Presbyterorum ordinis, 5). La Eucaristía y la santa Comunión no son una cosa, ni siquiera la más santa, sino una Persona: el mismo Jesucristo. Mientras que la adorable Persona de Cristo, escondida bajo las humildes especies sacramentales, sea tratada de una manera tan banal, indelicada y superficial como sucede a día de hoy, en la Iglesia no podrá producirse un verdadero progreso espiritual. Si el corazón de la vida de la Iglesia es la Eucaristía, cuando la forma de tratarla se vuelve manifiestamente defectuosa, el corazón mismo de la vida de la Iglesia se debilita. Y cuando el corazón está débil, todas las acciones del cuerpo se tornan menos eficaces. Si no nos tomamos en serio la exigencia de la fe eucarística, es decir, la disposición del alma en estado de gracia y la manera altamente sacra de tratar a Nuestro Salvador y Señor en el momento de la Santa Comunión, continuaremos viviendo en una situación a la que se aplican estas palabras de Dios: “Si Dios no construye la casa, en vano trabajan los constructores” (Sal 127, 1). Ciertamente que existen cuestiones muy importantes en la vida de la Iglesia contemporánea: la transmisión, en toda su pureza, de la fe católica respecto a las verdades centrales del dogma y de la moral por medio de la catequesis y del testimonio público, la urgencia por defender la vida humana (contra la plaga del aborto), la familia (contra el divorcio, el concubinato, la poligamia), la necesidad de redescubrir el sentido natural de la sexualidad humana (contra la ideología neo-marxista de género). Todos estos compromisos, necesarios y urgentes, serían ciertamente más eficaces y mejor bendecidos por Dios, si la Iglesia pusiese de una manera muy concreta la mayor de las atenciones en el Señor eucarístico especialmente en la Santa Comunión.


    ¿Cuáles son las principales dificultades que conlleva la Comunión en la mano?



    A.S.: Entre los principales problemas que trae consigo la Comunión en la mano es preciso señalar antes los dos hechos más graves. En primer lugar, una parte importante de las partículas de la Sagrada Hostia que caen al suelo y son pisoteadas, y a continuación, el número de robos de Hostias consagradas, que no hace sino aumentar. Además la ausencia cuasi absoluta de gestos manifiestos de adoración y de la sacralidad en el momento de la distribución y de la recepción de la santa Comunión entrañan, con el tiempo, una disminución e incluso una pérdida de la creencia en la presencia real y en la transubstanciación. El gesto moderno de la Comunión en la mano –sustancialmente diferente del gesto análogo en la primitiva Iglesia- contribuye a la banalización e incluso a la profanación no sólo de la realidad más santa, sino de la Persona, la más santa, que es Nuestro Dios y Señor Jesucristo. La fe en la centralidad del misterio eucarístico y en consecuencia del misterio de la Encarnación está notablemente eclipsado por esta práctica litúrgica. Martín Lutero, por ejemplo, gimió y lloró cuando unas gotas de la Sangre del Señor cayeron sobre un reclinatorio. ¿Cuántos sacerdotes y fieles se pondrían a suspirar y a llorar limpiando los lugares donde se han desperdigado partículas de la Hostia Santa? Cuando, por ejemplo, en una sinagoga el libro de la Torah cae al suelo accidentalmente, la comunidad judía que está presente guarda un día de ayuno y penitencia. ¿Cuántas parroquias católicas ayunan y hacen penitencia, cuando las partículas eucarísticas caen al suelo o son robadas? Recordémoslo: de la fe y de la práctica eucarística depende hoy el futuro de la Iglesia.


    ¿Cuáles serían las soluciones para volver a la práctica tradicional en la recepción de la Santa Comunión?



    A.S
    .: Es preciso, seguramente, proceder por etapas. Entre los fieles que reciben la Santa Comunión en la mano, la mayoría lo hace con total buena fe. Unos lo hacen por docilidad, por obediencia, porque el párroco o incluso el obispo lo han aconsejado o lo han impuesto; otros, y quizá son la mayoría, actúan por costumbre y por conformismo sin ninguna reflexión. Sin embargo, hay también probablemente personas que comulgan así porque no creen en la Presencia Real. Finalmente, hacemos notar que algunas personas comulgan en la mano con una fe y una devoción profundas motivada por preferencias subjetivas, olvidando desgraciadamente las malas consecuencias objetivas de esta práctica litúrgica. Sugerimos ahora algunas soluciones. Sería necesario, en primer lugar, dar a los niños y a los adultos, frecuentemente, una catequesis y una predicación integral y precisa respecto a la Eucaristía y especialmente sobre la grandeza y la sublimidad del momento de la Sangrada Comunión. Luego, sería necesario explicar en concreto los peligros reales y frecuentes de la pérdida y del robo de las partículas eucarísticas, poniendo sobre todo en evidencia el hecho horrible de que Nuestro Señor Eucarístico en innumerables iglesias de todo el mundo es pisoteado por los fieles. Después, es preciso informar a los fieles que la Comunión en la mano es una excepción a la ley litúrgica, un indulto, insistiendo a la vez sobre el hecho de que la Comunión en la boca y de rodillas es la norma. Esto exige lógicamente poner un reclinatorio, un comulgatorio o incluso mejor todavía una balaustrada a disposición de los fieles para no discriminar a los que tienen el derecho de recibir la Sagrada Comunión en la boca y de rodillas. Otra medida útil sería que el obispo diocesano publicase una carta pastoral específica sobre la Eucaristía y la Sagrada Comunión invitando insistentemente y con argumentos a los fieles a recibir al Señor Eucarístico en la boca y de rodillas. La Santa Sede debería hacer lo mismo con todos los obispos de todas las diócesis del mundo. El último paso en este proceso sería la prohibición formal de la práctica de la Comunión en la mano.


    ¿Qué recibimiento ha recibido este libro entre sus hermanos obispos y en la Curia?



    A.S.
    : Mi libro ha recibido una buena acogida por parte del Papa Benedicto XVI. Cuando le envié mi primer libro Dominus est me escribió una carta autógrafa, donde me decía entre otras cosas que mis argumentos eran convincentes. Igualmente he enviado Corpus Christi, acompañado de una carta, al Papa Francisco y la Secretaría de Estado me ha respondido en el nombre del Papa: “Su Santidad aprecia las preocupaciones que Usted refleja en su carta y también sus esfuerzos por promover el amor y el respeto por el gran sacramento de la Eucaristía”. He recibido igualmente cartas de gratitud y estima por parte de varios obispos y de algunos cardenales. Pero, la gran mayoría de las reacciones favorables y de reconocimiento ha sido la de simples fieles, muchos de ellos jóvenes, de todas las partes del mundo. Con emoción conservo un centenar de mensajes provenientes de personas mayores y de diversos países: una hermosa sinfonía católica de homenaje, defensa y amor por Nuestro Señor En la Eucaristía. Que Dios haga que la voz de los que han conservado la integridad de la fe eucarística en la pureza y simplicidad de su corazón, la voz de los pequeños y de los “pobres de Dios” (Sal 33, 7); Mat 5, 3), se haga cada vez más fuerte, a pesar del desprecio y la marginación que deben soportar a veces por parte de los fariseos y de los escribas modernos que ostentan algunos cargos clericales. El tema de la Comunión en la mano es urgente. La voz de los humildes que tienen el


    Corazón puro en la fe y constituyen una verdadera periferia eclesiástica, será exaltada por Dios: “Los humildes han visto y se gozan, buscad a Dios y vuestro corazón vivirá. Pues Dios ha exaltado a los pobres” (Sal 69, 33-34). Da la impresión de que entre los clérigos muchos, también incluso entre el alto clero, no han comprendido el misterio de la verdadera grandeza Divina de la Santa Comunión y de la urgencia d la crisis eucarística. Sin embargo, la siguientes palabras del Señor son plenamente aplicables a la actual crisis respecto a la Eucaristía y sobre todo a la crisis causada por la Comunión en la mano: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los poderosos, y se las has revelado a los humildes” (Mat 11, 25).






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    Última edición por Hyeronimus; 18/12/2014 a las 14:09

  15. #55
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

    Recuerdo cuando unos parientes catecúmenos celebraron sus bodas de plata y en el momento de la Comunión, a una señora se le cayeron unas migas y de inmediato intentó encontrarlas en el piso. Esto es lo que pasa cuando se comulga con las manos, me parece que aquellos que dicen estar más cerca de lo esencial, a veces tienen comportamientos sectarios.

  16. #56
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!



    Requisitos para recibir dignamente la Sagrada Comunión

    Cada vez se está haciendo más frecuente ver en nuestras iglesias, por un lado, largas colas para recibir la Comunión en la Santa Misa, y por otro lado, los confesionarios siempre vacíos (ni sacerdotes confesando, ni penitentes). Ante ello me asalta una grave pregunta: ¿Están recibiendo dignamente a Jesús sacramentado aquellos que se acercan a la Sagrada Eucaristía? Recordemos que quien recibe a Jesús en pecado mortal comete un grave sacrilegio. Es más, según nos dice San Pablo: “El que recibe indignamente el Cuerpo de Cristo, está recibiendo su propia condenación”(1 Cor 11: 29)


    Conozco hombres y mujeres que acuden frecuentemente a recibir a Jesús Sacramentado, pero nunca los veo acercarse a la confesión. Cuando en alguna ocasión me he referido a ello en la predicación de la Misa esperando ser escuchado, no he visto respuesta alguna. Esas mismas personas han seguido comulgando, pero nunca se han acercado a confesarse. Ante esta preocupante realidad tenemos que buscar las causas y una posible solución.


    PREGUNTA: ¿Por qué están los confesionarios vacíos? ¿Por qué muchos cristianos se acercan a recibir la Sagrada Comunión sin haberse confesado en mucho tiempo; es más, en estado de pecado mortal?


    RESPUESTA: Primero, porque el sacerdote ya no se sienta habitualmente a confesar. Y segundo, porque se ha perdido el sentido del pecado. No digo que el hombre no peque gravemente, sino porque la conciencia se ha hecho tan laxa y permisiva que ha perdido su delicadeza. Para esa nueva conciencia ya nada es pecado grave. Se oye con frecuencia decir a aquél que se acerca en alguna ocasión a confesarse: “Hace cinco años que no me confieso, pero como no mato ni robo…” Luego, cuando uno empieza a preguntarle: ¿Va usted a Misa todos los domingos? Y otras preguntas comunes de la confesión, descubre que hay cantidad de pecados mortales, pero que para esa persona no tienen importancia alguna. No por eso esa persona deja de ser culpable, pues si ha llegado a esa condición de laxitud de conciencia ha sido en la mayoría de los casos por culpa propia.


    PREGUNTA: ¿Qué condiciones se requieren para que un católico pueda recibir dignamente la Sagrada Comunión?


    RESPUESTA:


    • Estar en gracia de Dios: para lo cual hay que confesarse previamente si uno tiene conciencia de pecado grave.
    • Guardar el ayuno eucarístico: una hora antes de comulgar no se puede comer ni beber nada, salvo agua o medicinas.
    • Saber a quién recibimos. Por eso los niños han de recibir la catequesis antes de realizar su Primera Comunión.


    PREGUNTA: ¿Con qué frecuencia de debo confesar si deseo recibir la Comunión todas las semanas?


    RESPUESTA: La pregunta está mal formulada. Lo que la Iglesia nos exige es que recibamos a Jesús Sacramentado en estado de gracia santificante; es decir sin pecado mortal. De todos modos, la Iglesia nos manda confesar los pecados mortales al menos una vez al año. Ahora bien, si deseas recibir la Sagrada Comunión todas las semanas, lo mejor es que te confieses al menos una vez al mes aunque no tengas conciencia de pecado grave. Y en el supuesto de que hubiera algún pecado mortal, habría que confesarse siempre antes de recibir la Comunión.


    PREGUNTA: ¿Se puede recibir la Comunión de pie y en la mano?


    RESPUESTA: La Iglesia aconseja recibir la Comunión de rodillas y en la boca. De rodillas, en señal de adoración a Cristo. Y en la boca, pues nuestras manos no están consagradas para tocar la hostia. A pesar de ello, los obispos de ciertas diócesis autorizan a recibir la Comunión de pie y en la mano. Desgraciadamente esta costumbre se ha extendido en muchos lugares, lo que ha llevado consigo una pérdida de devoción y respeto a la Sagrada Eucaristía.


    PREGUNTA: ¿Se puede recibir la Comunión en pantalones cortos…?


    RESPUESTA: No se debe. Es más, para asistir a la Misa se debe estar debidamente vestido. Ciertas prendas de vestir no son aptar para entrar en el templo, pues el templo es un lugar sagrado y debemos vestir acorde con el lugar a donde vamos.


    Los frutos de la Sagrada Comunión



    Frutos de la Comunión en el alma





    Según el R. P. Antonio Royo Marín, los principales efectos de la Sagrada Comunión bien recibida son los siguientes:


    1) La Eucaristía nos une íntimamente con Cristo y, en cierto sentido, nos transforma en Él. Es el primer efecto y más inmediato puesto que en el recibimos real y verdaderamente el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad del mismo Cristo. “Yo soy el pan de vida… Yo soy el pan que bajó del cielo… Si uno come de este pan vivirá para siempre y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. En verdad, en verdad, os digo, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré el último día. Porque mi carne mía es verdadera comida y mi sangre es verdaderamente bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en Mí permanece y Yo en él. El que come de este pan vivirá eternamente” (Juan, 6, 35-58).


    Los alimentos corporales que comemos, los transformamos en carne propia; por el contrario, al comulgar es Cristo quien nos transforma en Él, haciéndonos cada vez más semejantes a Él. El que comulga bien, puede decir con san Pablo: “Cristo vive en mí” (Gálatas, 2, 20). Esto es una maravillosa realidad.


    La Santa Comunión nos une a Cristo de una manera muy estrecha e íntima por medio de una gran caridad y vehemente amor. Después de ser recibido por nosotros, “Jesucristo nos mira como cosa suya propia y nos cuida con especialísimo amor, como cosa a Él perteneciente y nos rodea de singular providencia para que seamos y permanezcamos dignos de Él. No solo tiene cuidado de nuestra alma, sino aun de nuestro propio cuerpo y de toda nuestra persona en orden a nuestra santificación y perfección”.


    2) La Eucaristía nos une con la Santísima Trinidad. Es una consecuencia necesaria del hecho de que en la Eucaristía esté real y verdaderamente Cristo entero, con su Cuerpo, Alma y Divinidad. Porque las tres personas divinas –el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son absolutamente inseparables. Donde está una de ellas, tienen que estar forzosamente las otras dos. Y aunque es verdad que el alma en gracia es siempre templo vivo de la Trinidad, la Sagrada Comunión perfecciona ese misterio de la inhabitación trinitaria (Juan 14, 23; 2 Cor. 6, 16). “Así como el Padre, que me ha enviado, vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come vivirá por Mí”, dice Nuestro Señor (Juan 6, 58).


    3) La Eucaristía aumenta la gracia santificante al darnos la gracia sacramental que alimenta, conforta y vigoriza nuestra vida sobrenatural.


    4) La Eucaristía aumenta la fe, la esperanza y, sobre todo, la caridad. Aumenta la fe por el acto de fe que hacemos al recibir a Cristo en el Sacramento. Aumenta la esperanza porque la Eucaristía es prenda y garantía de la gloria y de la vida eterna. Aumenta, sobre todo, la caridad según aquello de san Pablo: “La caridad de Cristo nos apremia” (2 Cor, 5, 14) ya que la comunión nos une a Cristo. “Es la caridad para con Dios y con el prójimo, una caridad no solo afectiva sino efectiva (nos hace amar a Dios y al prójimo realmente). De este modo la Eucaristía es vínculo de caridad que une los diversos miembros de toda la familia cristiana: a los pobres y a los ricos, a los sabios y a los ignorantes en la misma Santa Mesa; une a todos los pueblos de la cristiandad”.

    Aumenta, finalmente, todas las demás virtudes infusas (que son la prudencia, la justicia, la fortaleza, y la templanza) y los dones del Espíritu Santo, (que son la sabiduría, el entendimiento, la ciencia, el consejo, la fortaleza, la piedad y el santo temor de Dios). Desde luego la Sagrada Comunión tiene una eficacia santificadora incomparable, ya que la santidad consiste propiamente en el desarrollo y crecimiento perfecto de la gracia y de las virtudes infusas en nuestra alma.


    5) La Eucaristía borra los pecados veniales. La Comunión, siendo un alimento divino, repara las fuerzas del alma perdidas por los pecados veniales. La Comunión excita el acto de caridad y la caridad actual destruye los pecados veniales que son un enfriamiento de la caridad, como el calor destruye al frío. Como el alimento es necesario para restaurar las fuerzas del cuerpo cada día, así la Comunión es necesaria para restaurar las fuerzas del alma perdidas por la concupiscencia mediante los pecados veniales que disminuyen el fervor de la caridad (Suma Teológica III, 79, 4 ).


    6) La Eucaristía perdona indirectamente la pena temporal debida por los pecados. Es decir mientras somos más fervorosos, más recibimos perdón de nuestro purgatorio. La cantidad de la pena remitida estará en proporción con el grado de fervor y devoción al recibir la Eucaristía.


    7) La Eucaristía preserva de los pecados futuros, sobre todo, de los pecados de deshonestidad, por la pureza y castidad de la Carne y Sangre de Cristo que comunica su virtud, su fuerza al que las recibe. La Comunión robustece las fuerzas del alma contra las malas inclinaciones de la naturaleza y nos preserva de los asaltos del demonio al aplicarnos los efectos de la Pasión de Cristo, por la que fue él vencido, dice santo Tomás de Aquino (III, 79,6 y 79,6 ad 1). A un muchacho que había contraído el vicio de pecar, san Felipe Neri le aconsejó la comunión diaria. Él procuraba estar dispuesto para confesarle cuando quisiese y con la comunión diaria quitó al pobre joven su mal hábito deshonesto.


    8) La Eucaristía es prenda de la gloria futura. El mismo Cristo dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré el último día” (Juan, 6, 54). El Magisterio de la Iglesia lo afirmó en el Concilio de Trento: “Quiso Cristo que la Eucaristía fuera prenda de nuestra futura gloria y perpetua felicidad” (Dz. 875).


    Efectos de la Eucaristía en el cuerpo



    1) La Eucaristía, dignamente recibida, santifica en cierto modo el cuerpo mismo del que comulga. El catecismo romano del Concilio de Trento (2ª parte n° 53) dice: “La Eucaristía refrena también y reprime la misma concupiscencia de la carne, porque, al encender en el alma el fuego de la caridad, mitiga los ardores sensuales de nuestro cuerpo”.


    2) La Eucaristía confiere el derecho a la resurrección gloriosa de su cuerpo. “El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre, tiene la vida eterna, y Yo le resucitaré el último día” (Juan 6, 54). Se trata de la resurrección gloriosa para la felicidad eterna.

    Comulgar es recibir a Dios. Es recibir santificación y fuerza, paz y consuelo, fe, esperanza y caridad. Comulgar es hacerse cada vez más semejante a Cristo, imitando sus virtudes y reproduciendo en sí mismo la vida y comportamiento de Cristo. Comulgar es armarse de la fuerza de Dios contra los vicios y los demonios; comulgar es ir sometiendo poco a poco el cuerpo al alma y ser libre de las esclavitudes de los vicios; comulgar es tener paz en el alma y a su alrededor.


    Todos los santos han deseado recibir a menudo la divina Eucaristía; de ella han sacado su santidad y perfección. ¡Dichosos los que comulgan cada día o al menos cada domingo con buena preparación y acción de gracias!


    Padre Lucas Prados



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  17. #57
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!



    La Sagrada Comunión: ¿en la boca o en la mano?

    Sentidos espirituales. Sentidos naturales
    Se argumenta que recibir la Sagrada Comunión en la mano es igual de digno que en la boca. Las manos no son menos dignas que la boca, no lo cuestionamos. Pero, queremos argumentar que no estamos ante una cuestión de dignidad del medio en que se recibe la sagrada Hostia. No es ese el tema. Nos equivocamos si planteamos la cuestión de la forma de recibir la Comunión en esa dirección.


    Quiero centrar la cuestión en los sentidos espirituales y los naturales al ir a comulgar. En primer lugar, los sentidos naturales indican que lo que tenemos ante nosotros es un trozo de pan, de color blanco, con un sabor determinado; es decir, algo físico, pan con una forma especial, color y sabor, algo tangible con unas dimensiones físicas determinadas; algo que es común en la naturaleza –pan-, que es común para mí en el mundo en que me desenvuelvo.




    Por el contrario, los sentidos espirituales, la fe, me está indicando una realidad totalmente diferente a la que me indican los sentidos naturales. La fe me traslada a una realidad espiritual desconocida por el mundo de los sentidos físicos, desconocida y absolutamente inaccesible. Sólo la fe puede atisbar la realidad que sólo el sentido del oído puede alcanzar: Esto es mi Cuerpo. La fe me sitúa ante la realidad de Dios y su Omnipotencia y Misericordia infinitas.


    Esta realidad es la presencia de Cristo. La fe me dice con absoluta certeza que lo que mis sentidos me indican es falso, es pura apariencia, me engañan, no es pan lo que el sacerdote mantiene en la mano para ofrecerme. Es más, he de responder “Amén” a su “Cuerpo de Cristo”. El sacerdote me está recordando una verdad de fe a la que yo he de asentir con mi respuesta; mi respuesta manifiesta, o ha de manifestar, mi fe plena de que lo que recibo es el Cuerpo de Cristo.


    Dicho lo anterior, hemos de recordar que en el momento de la Comunión nos situamos ante una realidad que el “mundo” desconoce, ese mundo a donde vino la “Luz”, y la Luz fue rechazada. Esto es importante tenerlo muy en cuenta. Y es importante porque nuestra actitud no debe ser la actitud que tendríamos en el “mundo”.


    ¿Cuál es esta actitud? Veamos. Cuando alguien nos da, por ejemplo, algo para comer, un pastel, un trozo de pan, naturalmente lo recibimos en la mano. Esta es la forma natural de recibir lo que nos dan. Después nos echamos ese pastel o trozo de pan a la boca. Nadie, en su sano juicio, abriría la boca para que le introdujeran el pastel. Luego, no hay la menor duda que es con la mano con que recibimos aquello que nos dan. Así es como en el “mundo” actuamos, y el “mundo” espera que actuemos.


    Al recibir la Sagrada Comunión en la mano estamos haciendo lo que haríamos en el “mundo”; estamos trasladando lo que haríamos en el “mundo” a una situación totalmente distinta, celestial, divina, mistérica. Nos situamos ante un divino misterio, ante el milagro más grande, incluso que la misma Creación operada por Dios nuestro Señor, con un gesto que es gesto del mundo, que el mundo reconoce para sí.


    Creo que es lógica y necesaria la pregunta: Ante una realidad divina, ¿no he de tomar una actitud distinta a la que tomaría en el mundo? ¿Una actitud nueva? ¿Mis gestos no han de ser gestos que el mundo no entiende?


    De rodillas o de pie.


    Seguimos en el importantísimo mundo de los gestos, de los signos sensibles. ¿No es igual de digno recibir la Sagrada Comunión de pie que de rodillas? ¿No es acaso lo que siente el corazón lo verdaderamente importante?


    Aquí, al igual que en el tema de la boca y de la mano, plantear la cuestión en cuanto a dignidad no sería la vía más efectiva. Aunque a lo que queremos llegar es que sí, si es mucho más digna la postura de hincar las rodillas que la de estar de pie.


    Iniciamos el planteamiento con la importancia del simbolismo de los gestos. Nos situamos en la realidad del mundo, en la realidad de nuestra vida diaria. Esta realidad ignora, o bien rechaza simplemente, gestos que indican, hacen referencia a Dios. Tal es el caso de hacer la señal de la cruz al pasar por delante de una Iglesia, o rezar el santo rosario en el autobús o por la calle. Y es tan grande ese rechazo que una inmensa mayoría de católicos les da literalmente vergüenza signarse al pasar por una Iglesia, o sacar el santo rosario y rezarlo por la calle.


    ¿Cuándo se pone de rodillas alguien? Sólo en situaciones límites y no deseadas. Ante el lecho de dolor del hijo moribundo, el padre o la madre se arrodillan para llorar por él o suplicarle al Señor por su recuperación.

    También, quien ante una situación límite se humilla para suplicar a un superior un beneficio, un perdón, una nueva oportunidad.


    Luego, el gesto de arrodillarse no es un gesto querido por el “mundo”, no se identifica con él. Es más, todo lo contrario, lo desprecia. No forma parte de sus signos de identidad.


    Pero ante el Señor, en la Sagrada Comunión, estamos ante una realidad distinta a la del mundo, porque estamos ante Alguien. No estamos ante una realidad inanimada, una “cosa”. Nos situamos ante la presencia real de Dios, del Creador, del Todopoderoso. De nuestro Creador, a quien debemos la vida, lo que somos. Estamos en presencia de Alguien, y esto nos obliga a un gesto acorde a la situación. No puedo tener los pensamientos del mundo y actuar según él; el mundo rechaza arrodillarse, porque rechaza la Luz.


    Arrodillarse es el gesto de reconocimiento de la presencia real de Cristo eucarístico; es el gesto que humanamente reconoce la Majestad de Dios y nosotros nos reconocemos hijos suyos; es el gesto, en definitiva, de quien antepone a Dios por encima de todo, sin miedo a ese mundo que da la espalda de Dios, porque si lo miraran de frente comprenderían la vaciedad y lo pecaminosos de sus vidas.

    Podemos resumir: no en la mano porque es un gesto del mundo, si de rodillas porque es un gesto que rechaza el mundo.


    La Sagrada Comunión de rodillas y en la boca


    Sí, de rodillas y en la boca, porque es la actitud de quien se sitúa ante una realidad divina sin precedentes, ante un momento en nuestras vidas único; es la actitud que nos indica nuestra pequeñez y dependencia de nuestro Padre que nos alimenta con el verdadero alimento del Cielo, el verdadero sustento para seguir adelante en un mundo de tanto sufrimiento y que tanto nos hace sufrir.


    De rodillas y en la boca, porque reconocemos la Majestad de la Persona ante quien nos situamos, y, por tanto, le damos reverencia con nuestras rodillas en el suelo; le reconocemos como nuestro Rey, el único y verdadero. Reconocemos nuestra indignidad y miseria, pero también nuestra grandeza pues todo un Dios se “abaja” en el milagro majestuoso de la Eucaristía para darse como alimento.


    Si Dios Todopoderoso ha sido capaz, por su Amor infinito a su criatura, abajarse hasta el punto de hacerse “comida”, ¿no debe la criatura de corresponderle, en sus posibilidades, con gestos reconociendo a tan grande Amor? La Comunión en la boca y de rodillas son esos gestos sensibles que han de notar el ardor de corazón de la criatura por su Creador.


    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.

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  18. #58
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!


    El americanismo y la situación actual de la Iglesia

    Con el nombre de “Americanismo” se conoce a un conjunto de ideas surgidas en los Estados Unidos de Norte América en el siglo XIX y condenadas por la Iglesia, en concreto por el Santo Padre León XIII en su Carta Testem Benevolentiae Nostrae de 1899.


    ¿Qué dicen estas ideas? El Papa León XIII las resume en su Carta:



    • Nuevas ideas con el fin de atraer más fácilmente a aquellos que disienten de ellas.

    • La Iglesia debe adecuar sus enseñanzas más conforme con el espíritu de la época.

    • Aflojar algo de su antigua severidad y hacer algunas concesiones a opiniones nuevas.

    • Estas concesiones deben ser hechas no sólo en asuntos de disciplina, sino también en las doctrinas pertenecientes al “depósito de la fe”.

    • Sostienen que será oportuno, para ganar a aquellos que disientes de nosotros, omitir ciertos puntos del Magisterio de la Iglesia que son de menos importancia, y de esta manera moderarlos para que no porten el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado.


    El Papa León XIII recrimina a quienes mantienen esas ideas, que lo hacen en base a que el “Espíritu Santo derrama gracias más ricas y abundantes que antes sobre las almas de los fieles, de manera que sin intervención humana, Él les enseña y los guía por ciertas inspiraciones ocultas”, como si el Espíritu Santo no hubiera inspirado a la Iglesia desde sus inicios. Recuerda el Papa la época apostólica, el inicio de la Iglesia con su ingente cantidad de mártires y santos como fruto y obra del Espíritu Santo.


    Y nos preguntamos, ¿a caso la fe que hemos recibido no es obra del Espíritu Santo? ¿A caso el Espíritu Santo sopla de nuevo con aires nuevos para cambiar aquello que Él mismo inspiró?


    ¿No nos recuerdan estas ideas “americanistas” a las de los que quieren redefinir el concepto de familia católica y de las mismas relaciones entre hombre y mujer? Estamos antes nuevas ideas que se corresponden el espíritu de una nueva época que tienden a hacer concesiones al depósito de la fe con el fin de suavizarlo, y cambiar el sentido, y con ello atraer a aquellos que disienten de la fe católica.


    Nada es nuevo cuando se trata de atacar la fe la de la Iglesia contenida en su Tradición y Magisterio. ¿La Tradición recibida no era inspiración del Espíritu Santo? La Sagrada Comunión de rodillas y en la boca es inspiración y obra del Espíritu Santo.


    ¿Puede alguien sostener que las Sagradas Comuniones sacrílegas que vemos constantemente son fruto de la inspiración del Espíritu Santo? ¿El silencio en torno a la constante profanación del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo es fruto de una nueva época propiciada por el Espíritu Santo que anima a la Iglesia?


    ¿La fe de los sacerdotes que reparten la Sagrada Comunión en vasos de plástico, o la reparten a puñaditos para que los fieles se sirvan es la nueva fe la nueva Iglesia posconciliar? ¿Y la de los fieles que comulgan el Cuerpo de Cristo? ¿Profesan unos y otros su fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía?


    ¿Por qué guardamos silencio ante tal ultraje al indefenso de los indefensos, al pobre de los pobres, al inocente de los inocentes, al Rey de Reyes?

    ¿Por qué no se atajan de raíz tales ofensas?


    No, no es el Espíritu Santo quien anima a quienes callan y no ponen remedio.


    ¿No habrá, al menos entre los fieles, un puñado de valientes dispuestos a reparar tal ignominia comulgando de rodillas y en la boca, con la intención de crear un movimiento imparable dentro de la Iglesia que diga: no más comuniones en la mano fruto de tantos sacrilegios?

    Yo no puedo callar, Dios mío.


    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

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  19. #59
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!


    Modo de hacer la comunión espiritual

    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    por San Leonardo de Porto Maurizio
    Dejamos dicho que el que asiste a la Santa Misa no debe omitir la Comunión espiritual cuando el sacerdote comulga. Réstanos ahora explicar el modo de hacerlo. Según la doctrina del Santo CONCILIO DE TRENTO, hay tres clases de Comunión: la primera meramente sacramental; la segunda puramente espiritual, y la tercera sacramental y espiritual a la vez (1).


    No se trata aquí de la primera, que consiste en comulgar en realidad, pero en pecado mortal, a imitación del traidor Judas; tampoco hablamos de la tercera, que es la que practican todos los fieles cuando reciben a Jesucristo en estado de gracia. Trátase únicamente de la segunda, que se reduce -según las palabras del mismo Concilio-, a un ardiente deseo de alimentarse con este Pan celestial, unido a una fe viva que obra por la caridad, y que nos hace participantes de los frutos y gracias del Sacramento. En otros términos: los que no pueden recibir sacramentalmente el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, lo reciben espiritualmente haciendo actos de fe viva y de caridad fervorosa, con un ardiente deseo de unirse al soberano Bien, y por este medio se disponen a participar de los frutos de este Divino Sacramento.


    Considera bien lo que voy a decir para facilitarte una práctica que tantas utilidades proporciona. Cuando el sacerdote va ya a comulgar, estando con gran recogimiento interior y exterior, modestia y compostura, excita en tu corazón un verdadero dolor de los pecados, y date golpes de pecho para significar que te reconoces indigno de la gracia de unirte a Jesucristo. Después ejercítate en actos de amor, de ofrecimiento, de humildad y demás que acostumbras hacer al acercarte a la Sagrada Mesa, añadiendo a esto el más ardiente y fervoroso deseo de recibir a Jesucristo, que, por tu amor, está real y verdaderamente presente en el augusto Sacramento. Para avivar más y más tu devoción, figúrate que la Santísima Virgen, o tu Santo Patrón, te presenta la Sagrada Hostia, y que tú la recibes en realidad y como si abrazaras estrechamente a Jesús en tu corazón, y repite una y muchas veces en tu interior estas palabras dictadas por el amor:
    “Venid ¡Jesús mío! mi vida y mi amor, venid a mi pobre corazón; venid y colmad mis deseos; venid y santificad mi alma; venid a mí, ¡dulcísimo Jesús! Venid”.
    Permanece después en silencio, contempla a tu Dios dentro de ti mismo; y como si hubieses comulgado realmente, adórale, dale gracias y haz todos los actos que se acostumbran después de la Sagrada Comunión.


    Ten por cierto, amado lector, que esta Comunión espiritual, tan descuidada por los cristianos de nuestros días, es, sin embargo, un verdadero y riquísimo tesoro que llena el alma de bienes infinitos; y, según opinión de muchos y muy respetados autores, -entre otros el P. RODRÍGUEZ, en su obra De la perfección cristiana-, la Comunión espiritual es tan útil, que puede causar las mismas gracias y aun mayores que la Comunión sacramental. En efecto, aunque la recepción real de la Sagrada Eucaristía produzca por su naturaleza más fruto, puesto que, siendo sacramento, obra por su propia virtud; puede no obstante suceder que un alma deseosa de su perfección haga la Comunión espiritual tan humildemente, con tanto amor y devoción, que merezca más a los ojos de Dios que otro comulgando sacramentalmente, pero con menor preparación y fervor.

    Se conoce cuánto agrada a Jesucristo esta Comunión espiritual, en que muy frecuentemente se ha dignado escuchar -por medio de patentes milagros-, los piadosos suspiros de sus servidores, unas veces dándoles por sus propias manos la Comunión sacramental, como a Santa Clara de Montefalco, a Santa Catalina de Sena y a Santa Ludovina; otras por manos de los Ángeles, como a mi Seráfico Doctor San Buenaventura, y a los obispos Honorato y Fermín, y alguna vez también por el ministerio de la augusta Madre de Dios, que por su misma mano dio la Sagrada Comunión al Beato Silvestre. Rasgos tan tiernos por parte de Dios no deben asombrarte, si consideras que la Comunión espiritual inflama las almas en el fuego de un santo amor, las une a Dios y las dispone a recibir las más señaladas gracias. ¿Y será posible que tantas utilidades no te causen alguna impresión y continúes siempre en tu indiferencia e insensibilidad? ¿Qué excusa podrás alegar desde ahora para descuidar todavía una práctica tan útil y tan santa? Resuélvete, pues, de una vez a servirte de ella frecuentemente, advirtiendo que la Comunión espiritual tiene sobre la sacramental la ventaja de que ésta no puede recibirse más que una vez al día, mientras que aquélla se puede renovar, no solamente en todas las Misas a que asistas, sino también en todas las horas del día; de mañana y tarde, por el día y por la noche, en la iglesia y en tu aposento, sin que para esto necesites el permiso de tu confesor; en una palabra, cuantas veces practiques lo que acabo de prescribirte, otras tantas harás la Comunión espiritual, y enriquecerás tu alma de gracias, de méritos y de toda clase de bienes.


    Tal es el objeto de este opúsculo: inspirar a cuantos lo lean un santo deseo de introducir en el mundo católico la piadosa costumbre de oír todos los días la Santa Misa con una sólida piedad y verdadera devoción, haciendo en ella siempre la Comunión espiritual.


    ¡Ah, qué dicha si pudiera conseguirse! Entonces se vería reflorecer en todo el mundo aquel fervor tan admirable de los felices siglos de la primitiva Iglesia en que los cristianos recibían diariamente la Divina Eucaristía asistiendo al Santo Sacrificio. Si no eres digno de recibir a Dios tan a menudo, procura a lo menos oír todos los días la Santa Misa y hacer en ella la Comunión espiritual. Si yo lograse persuadirte de esta piadosa práctica, creería haber ganado todo el mundo, y tendría la dulce satisfacción de haber empleado bien el tiempo y mis trabajos.


    Y a fin de echar por tierra todas las excusas que acostumbran alegar los que pretenden dispensarse de asistir a la Misa, pondré en el capítulo siguiente varios ejemplos adaptados a toda clase de personas, para que todos comprendan que si se privan de un tan gran tesoro, esto nace, o bien de su negligencia, o bien de su tibieza y repugnancia a todas las obras de piedad, por cuyas causas les esperan amargos remordimientos para la hora de la muerte.


    ver otros capítulos de El Tesoro escondido de la Santa Misa


    (1) Sesión XIII, cap. 8. (Denz. 881. D-S 1648). (N. del E.).




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  20. #60
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    Re: Respuesta: ¡Comulgad dignamente!

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    Jesús-Eucaristía pisoteado, escondido y humillado… y nadie hace nada

    Me preguntaba el motivo por el que si en el punto 93 de la instrucción Redemptiones Sacramentum de Juan Pablo II se dice que “La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento“, en el 99% de las iglesias de mi diócesis, y creo que esto es generalizado a nivel mundial, no hay bandeja para comulgar. Por falta de ayudantes no será, porque se usa una
    auténtica legión de lectores, acólitos y ministros extraordinarios de la comunión. Pero para esto a nadie… se ve es poco importante.


    ¿Por qué la autoridad permite este grave abuso litúrgico que pone en “peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento”? ¿Realmente no se considera esto un hecho importante como para intervenir? Me preocupa seriamente qué pasa por la cabeza de quien tiene la obligación de actuar y no lo hace, cuando ve que hay una desobediencia general que provoca el sacrilegio sobre el Cuerpo de Cristo, pisoteado en todas las partículas que caen al suelo. Si pudieramos, por un sólo momento, ver a Jesús en cuerpo visible en el suelo pisoteado, y todos impasibles sin hacer nada por evitarlo, tendríamos un cuadro aterrador, pero es exactamente lo que está pasando. Yo, sinceramente, si fuera un obispo no podría dormir con la conciencia tranquila. Jesús Eucaristía es lo más frágil, y a la vez sublime, que tenemos y sino lo defendemos nosotros nadie lo hará. Él, voluntariamente, se ha sometido incluso a esta fragilidad en la confianza de que sus discípulos lo defenderán incluso con la vida… pero no lo hacen.


    Y no sólo no lo hacen, sino que además lo esconden y/o lo permiten. La Eucaristía es el más sublime de los sacramentos, pero a la vez es el más difícil de creer. En lo demás tenemos que creer en lo que no vemos, pero aquí tenemos que creer lo contrario de lo que vemos, porque vemos pan, pero es Dios. Por ello es el sacramento donde con más justificación que en ningún otro debe ser muy pronunciado el cuidado con los gestos externos (arrodillarse, bandejas, actitud general de reverencia), porque si vemos pan y a la vez vemos que la gente se comporta como si delante tuvieran pan, y no a Dios, terminaremos creyendo que es sólo pan. Sin embargo esto se promociona hoy activamente en la iglesia con la comunión en la mano, como si se tratara de un simple alimento, habiendo incluso grupos en su interior empeñados en enfatizar aún más el carácter de pan y de comida, no usando formas, e incluso recibiendo la comunión sentados negándose ideológicamente a arrodillarse, lo cual personalmente me parece una aberración litúrgica en grado extremo, y no sólo no se hace nada sino que se les aprueba.


    Esta gente que dice que lo importante es “lo interior” y no las formas, me pregunto si irían a la boda de su hija en bañador porque lo importante es “lo interior” y no la apariencia.


    Muy triste, sobre todo que quien tiene que hacer algo, no haga nada. Demos ejemplo siempre de que aunque veamos pan estamos ante la presencia real de Cristo Dios.


    Miguel Ángel Yáñez

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