Esta leyenda se basa en los versos cantados en la zona de Deba en el siglo XV y cuyos versos fueron recogidos por Araquistain (aunque existe versiones 'corruptas' recogidas con anterioridad):
"Alostorrea era el nombre que recibía una de las principales casas solariegas de Deba. Su señor, Beltrán Pérez de Alos, se casó dos veces. De la primera mujer tuvo una hija de nombre Uxue tan bella como honesta. Cuando el señor enviudó el Señor de Alos se casó de nuevo, mas la nueva señora de la casa no tenía en mucha estima a Uxue, aunque jamás mostró ante su marido y señor sus intenciones, pues el padre amaba y adoraba verdaderamente a su hija y la hija a padre.
Un día, el señor Beltrán de Alos hubo de marchar a la guerra, contra los moros, y durante siete largos años no pudo volver a su hogar. Cuando estaba a punto de volver a su tierra recibió una carta de su esposa. En ella se explicaba como su querida hija Uxue, había tenido un bastardo, un hijo sin padre, que traería el deshonor a su estierpe. El señor de Beltrán, con el corazón partido en dos, volvió entonces a su hogar. Mas cuando llegó allí se quedó observando la Torre, y con el gusto amargo aun de la misiva recibida, decidió hospedarse en las cercanías. Entró en la posada, para sentarse e intentar despejar la mente. Quiso la casualidad que los dos hombres que permanecían a su lado hablaran de las nuevas:
-Al parecer el señor de la torre vuelve a casa
-Eso he oido, ya verás que sorpresa se lleva...dos dejó en casa y se encontrara a tres...
Beltrán no quiso escuchar más entonces, y se levantó para dirigirse a la puerta, mas antes de salir no pudo evitar escuchar:
-Dicen que el hijo es de Uxue...
-Si, eso dicen, pero yo le encuentro más parecido a la Señora de la Casa que a Uxue...
Escuchado esto, y con la mente más turbada que cuando entró allí, Beltran decidió averiguar la verdad de aquello por su propia cuenta. Se dirigió a sus hombres más fieles y les ordenó que lo llevaran como si hubiera sido muerto en la batalla. Rapidamente se extendió la noticia. La casa se llenó de familiares y amigos. Todos lloraban de la pérdida de un hombre tan noble. Como era costumbre en aquellos tiempos, mientras velaban el cuerpo de noche, los familiares se acercaban de un en uno a este para dar su opinión y loar las andanzas del difunto.
Cuando llegó el turno del difunto esta se acercó a él y besó su frente. Entonces, cumpliendo con la tradición de las damas de la alta nobleza de entonces, entonó los siguientes versos:
¡Alostorrea, sí, Torre de Alós!
¡Larga escalera
la de la Torre de Alós!
Hilando en Alostorrea
negro cuervo grazna cra, cra!
y en las almenas se queda.
En esta hermosa casa sin ventanas
no he entrado yo en estos siete años
y, luego,
en el octavo
por muerte de Beltrán, mi señor padre,
para mi llanto.
Cuando mi señora madre
me libró de sus entrañas
mil gallinas se mataron
en la entrada,
se lidiaron siete toros
en la antecasa;
yo me mullía
en plumas blandas
y ella, la señora madre,
entre cortinas doradas.
Más tarde, en toda Bidania
hubo sólo un lelo y loco
y el señor, mi padre,
me dio a mí por esposo,
aunque no lo cambiaría,
ni en mejor, por otro.
En celemín
me dio la dote mi padre
y mi madre, en secreto,
también me legó su parte.
En la primera noche pudo el sueño
conciliar los ojos y corazón,
también, luego, en la segunda;
pero bien te alegré, Torre de Alós,
antes de que pasara la tercera
porque te traía un hijo yo.
¡Alostorrea, sí, Torre de Alós!
¡Larga escalera
la de la Torre de Alós!
Hilando en Alostorrea
negro cuervo grazna cra, cra!
y en las almenas se queda.
Me levanté
y le pegué con la dorada rueca,
pero pronto me abatió
la mala nueva.
—»¡Calla! - dice el caballerotorda,
nacida
de mala madre
que otra es ahora tu palabrería.»
—»¡Calla, calla más bien tú
bastardo de ruin nobleza,
que no te cabe, en derecho,
la entrada aquí en escena!
¡Ellas, mis bellas hermanas,
esbeltas y rozagantes,
sus finos dedos
bien surtidos de anulares,
sin desgarrones
en ningún traje
y, mucho menos,
lágrimas en sus semblantes!
También mi señora madre
vibra de satisfacción:
sólo queda para llanto
la herida de mi dolor.
Mientras mi padre
combatía en Castilla
en la Torre de Alós nació un hijo
a escondidas,
y con más sigilo,
hoy todavía,
por las costas de Zarautz
en paz lo crían.
¡Ay, esta negra angustia!
Esta vergüenza!
Llora la hija
y el padre yace sobre fría tierra.
¿Quién te manchó
Alostorrea?
¡Ay, mi padre querido! ¡Mi buen padre!
Bien hecho que en buena hora te mueras.
Con aquellos versos aclaró pues la maternidad del hijo nacido en la Torre de Alós, que no era de otra persona, sino de la Señora de la Casa y el Cuervo Negro. Escuchado esto, el primo de la Señora, conocido como el Cuervo Negro (Bela Beltza), lleno de ira y rabia se dirigió hacia Uxue, con la espada en alto, y con la intención de acabar con su vida. En aquel momento Beltrán, señor de la Torre de Alós, se levantó de la caja fúnebre, y dejando a todos boquiabiertos, sacó la espada y atravesó de lado a lado al Negro Cuervo. En aquella Torre jamás volvería graznar más cuervo alguno."
P.D: La leyenda también recibe el nombre de "Gau-illa" en "Las tradiciones vasco-cántabras" en el libro Juan V. Araquistáin.
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