Re: ¿Podemos considerar a los hispanoaméricanos españoles?

Iniciado por
Donoso
De todas formas, hay que distinguir siempre entre español en el sentido amplio, el de miembro de la civilización hispánica, que es el tradicional, del español en sentido reducido, de origen decimonónico, que se refiere únicamente a los habitantes de un estado que se llama España.
¿Tradicional? ¿es que antes del Descubrimiento no existía España? A mi lo que afirme el Sr. Rajao me importa un pimiento, pero España es una realidad geográfica, histórica y etnográfica que, además, tiene una estructura político-administrativa llamada "Estado", como el resto de las naciones -concepto surgido en Roma para designar el lugar de nacimiento por oposición al de patria o lugar de la gens y que con las revoluciones francesa y americana adquirió el significado actual-. Mientras que hoy en España se emplea el concepto de "Estado español" en sentido de negación de España como realidad. Para ello no se duda en invertir el orden gramatical de los términos: "Estado" un atributo de España, pasa a ser el sustantivo y, por ello, sujeto de cualquier oración al respecto, cuando lo cierto es que el sustantivo propio es España. Esa forma de expresarse es propia de la izquierda y de los separatistas.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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