Capilla de los Luises de Anibal Gonzalez
Hay arquitectos que van unidos a una ciudad. Son arquitectos que han realizado sus obras más importantes en una misma localidad, influyendo de tal manera en ella que han sido capaces de dotarla de una identidad propia. Por ejemplo, Antoni Gaudí y Barcelona. Si hablamos de Sevilla aparece sin duda el nombre del arquitecto Aníbal González (Sevilla, 10 de junio de 1876 – † Sevilla, 31 de mayo de 1929). Su obra brilla en la mayoría de los estilos arquitectónicos de su época: modernismo, regionalismo, neomudéjar, neogótico, etc.
Museo de Artes y Costumbres. Estilo neomudéjar (1914)
“Ha sido un Don Juan de la arquitectura, porque tuvo amoríos con épocas de diversos estilos. Su obra llena de garbo y de alegría, ha enriquecido a Sevilla y a su bien ganado parentesco latino con Venecia y Florencia […] Con el sol, su arquitectura tenía el color de los rosales, a fuerza de ladrillo rosa y ámbar, de azulejo verde y azul, de gotas de metal luciente”. (Rafael Sánchez Mazas)
Casa del marqués de Villamarta. Estilo regionalista (1917)
Casa de Laureano Montoto. Estilo modernista (1906)
Es elegido arquitecto jefe de las obras de preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Este puesto además le permite desarrollar sus dotes de urbanista y consigue la modernización de la ciudad de Sevilla a través de mejoras en infraestructuras, creación de un ensanche para viviendas y hoteles, y los pabellones de la Exposición.
Plano de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Otro mérito del legado urbanista de Aníbal González es la creación de la calle típica sevillana, con naranjos y jardines similares a los que existían en las mansiones señoriales.
Calle típicamente sevillana.
El 27 de mayo de 2011 se inaugura una estatua de bronce en homenaje a Aníbal González situada justo en frente de una de sus obras más emblemáticas: La Plaza de España.
Estatua de Aníbal González
Aníbal González realiza principalmente arquitectura civil y, aunque en menor medida, también arquitectura religiosa. En ésta última categoría destaca su Capilla de los Luises, obra a la que le dedico este artículo.
El proyecto de la Capilla de los Luises se sitúa en el entorno de otras construcciones religiosas: cerca de la desaparecida parroquia de San Miguel, en la plaza del Duque, y del antiguo convento-noviciado de la Orden de Frailes Mínimos de San Francisco de Paula. En 1866 la iglesia de este convento de frailes pasó a mano de los jesuitas, siendo incautada pocos años después por el gobierno de la I República y vendida a la Sociedad Bíblica de Londres, pasando a convertirse en el primer templo protestante de Sevilla.
Habrá que esperar al año 1887 para que doña Dolores Armero y Benjumea compre el templo protestante, recuperándolo así para el culto católico y devolviéndoselo a la Compañía de Jesús bajo el nombre de Sagrado Corazón de Jesús. Los jesuitas deciden entonces comprar una serie de parcelas aledañas a esta iglesia para construir algunas edificaciones dedicadas a la espiritualidad ignaciana.
Una de estas edificaciones estará a cargo de la Congregación Mariana de María Inmaculada y San Luis Gonzaga, conocida vulgarmente como “Los Luises” (congregación mariana de fieles de espiritualidad ignaciana) que se especializaba en ocuparse de la vida cristiana de jóvenes varones, en su mayoría universitarios. El jesuita P. Carlos Gálvez encarga en 1917 a Aníbal González el diseño de un local para el uso por parte de la congregación de “Los Luises” y de una capilla anexa al local. La parcela colinda en su parte trasera con la iglesia del Sagrado Corazón, y por la parte posterior con la calle de Trajano. Este es el origen de la conocida Capilla de los Luises, cuya construcción finalizará en 1919.
Fachada de la Capilla de los Luises a la calle Trajano.
Fachada de la Capilla de los Luises a la calle Trajano.
Aníbal González diseña un edificio en estilo neogótico italiano que alterna las dos y tres plantas en altura. Como material utiliza el ladrillo visto en tonos rojizos, que aparece labrado en algunas partes del edificio.
A lo largo de toda la fachada el ladrillo aparece maravillosamente labrado en las alargadas cenefas compuestas por diminutas figuras de simbología cristiana entre temas vegetales.
También utiliza el ladrillo tallado en la preciosa portada de la fachada coronada por arcos polilobulados, en la cual sobre ella se encuentra la bella imagen de San Ignacio de Loyola, realizada por el escultor José Lafita Díaz (1887-1945).
Portada.
Imagen de San Ignacio de Loyola.
La fachada concluye en su parte más alta en una serie de pináculos. En un extremo del inmueble diseña una original torre-mirador de planta cuadrada, abierta por sus cuatro lados, y rematada por una alta crestería (adorno muy utilizado en la época medieval con forma de crestas de gallo caladas).
Torre mirador.
Torre mirador.
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