Y siguiendo por el Norte y hablando de buena imaginación culinaria, recuerdo que en Santander y aledaños, encontré las más ricas tortillas mixtas de patata. Hacen una tortilla común, con su cebollita, jugosas de vuelta y vuelta pero con cierto cuajamiento. Supongo que una vez frías para que adquieran consistencia, se abren en sentido longitudinal, como un pan para bocadillo, a efectos de rellenarlas con excelentes combinaciones, ya sean de ensaladilla o con jamón en finas tiras, bonito con pimientitos de piquillo o fiambres variados. El resultado es una tortilla de cuatro huevos rellena que puede caer entera en el estómago y no pesar nada. El peso, eso sí, se suele notar en la báscula después de un par de semanas de vacaciones de buen yantar.