Re: España e Inglaterra
Agradezco tus palabras, Juan, mis vacaciones las he disfrutado sin salir de casa y exceptuando el calor continuado y excesivo de este verano --he leído por ahí, que el más cálido de los últimos 30 años--, han sido muy satisfactorias. Además, me he confirmado en mi idea de que "estar de vacaciones" no es necesariamente irse por ahí, o ir a la playa "por obligación". También compruebo que el llamado síndrome postvacacional" no aparece por ningún lado.
En cuanto al tema que trata D. Agapito Maestre, y lo trato así pues hablamos de un reputado profesor universitario --incluso no sé si catedrático-- de Filosofía metido a periodista, lo que al revés sería con mucha probabilidad mucho más nefando, hay que destacar algunos aspectos que menciona.
Primero leí el artículo, luego leí los mensajes del tema sobre si la democracia ha fracasado en España, después colgué el enlace y, finalmente intervine en el hilo. Es decir, está todo relacionado y es que resulta una enorme paradoja que el mismo pueblo que inventó el individualismo y la moderna democracia, --moderna por oposición a la griega, igual de totalitaria--, sea al tiempo un pueblo con sentido y conciencia de si mismo y sea quizás uno, sino el que más, de los pueblos más tradicionalistas de Occidente.
Estoy convencido de que Inglaterra --es de quien habla el autor del artículo, no del Imperio Británico--, jamás hubiera sido capaz de invadir España, algo que al revés se intentó y sólo los elementos la libraron de estar hablando castellano con acento guiri, pero al menos por el momento nos están ganando la partida: ni somos nación, ni somos sociedad civil, pero si somos víctimas del individualismo que caracteriza este mundo en esta época que nos ha tocado en suerte vivir.
Por ello, es por lo que puse el enlace, creo que leído con detenimiento deja traslucir muchas cosas, --la lectura inteligente es la que se hace entre líneas--, en particular si aceptamos la invitación de su autor a reflexionar sobre ello. Cuestión aparte es que las generaciones inglesas más jóvenes vengan comportándose como salvajes, lo que no deja de tener su punto positivo, porque no sé qué es peor para ellos y mejor para nosotros si supiéramos reaccionar, si la hipocresía institucionalizada de los ingleses --lo que permite perpetuarse a las sociedades--, o el cinismo devastador para si mismos de estas generaciones, cuyas conductas si acaban por implantarse del todo terminarán no sólo con la imagen que han dado al mundo y se dan a sí mismos, sino con su propia comunidad civil. Aqui si que puede aplicarse aquello de "no la hagas y no la temas" y aún mejor "quien siembra vientos, recoge tempestades".
P.S. De todos modos, Inglaterra siempre ha ejercido una extraña fascinación entre los carlistas tradicionalistas: conozco personalmente varios matrimonios "carlista-inglesa". Y la misma historia nos enseña que el Carlismo de anteguerra de 1936 ya quiso que la oficialidad del Requeté se formase en Inglaterra. Tema este no muy conocido, por poco tratado, y cuya no consecución motivó que dicha oficialidad, finalmente, completara su formación en la Italia de Mussolini.
Saludos en Cristo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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