Lo realmente decisivo de este siglo XIII en España es algo en apariencia tan banal y simple, para el hombre moderno, como que se empezase a escribir en castellano; que el castellano, hasta entonces solo lengua hablada, pasase a ocupar el lugar del latín, hasta entonces única lengua escrita (junto con el árabe y el hebreo).
Hoy, ya acostumbrados, no nos damos cuenta del paso brutal que la lengua escrita significa frente a la lengua solo hablada.
La lengua escrita, transmisora del pensamiento y del conocimiento, siempre ha exigido un nivel mucho más elevado y perfeccionado de sintaxis y de vocablos que la lengua solo hablada, propia de sociedades ínfimas y primitivas.
Equiparar el castellano al árabe y al latín, y transmitir conocimiento filosófico, religioso científico e histórico vertido en esas lenguas latina y árabe al castellano fue la labor colosal de Alfonso X.
La empresa, descomunal de por sí, sube a un límite casi-divino, si se tiene en cuenta que además, Alfonso se consideraba protagonista único de todo ese gigantesco esfuerzo; lo escribía por sí y para sí: el era el rey al que le estaba concedido desde toda la eternidad ser un nuevo Salomón: las ciencias y saberes de que el se rodeaba tenían como misión legitimarle, y a su vez el las legitimaba con su sabiduría; él conocedor de todas las leyes antiguas y modernas, así como de la historia de todos los reinos de la antigüedad no podía equivocarse. No reparó incluso en conocimientos ocultos y astrológicos, con escándalo de la clerecía de su tiempo.
Su sabiduría debía ser tanto más elevada cuanto más debía alzarse el rango de su prestigio sobre el reino que gobernaba.
Así es evidente que, si por una parte Alfonso creó y modeló la escritura castellana para uso vulgar, por otra parte se sirvió de ella para traducir obras árabes y latinas que legitimaban su reinado y la ideología regalista que lo inspiraba; obras que hablaban sobre reyes antiguos, sabios,...que Alfonso decía tomar como modelo; y que al ser traducidas leídas y estudiadas en la corte, configuraron la monarquía castellana a la hechura de Alfonso.
Modelo que será retocado en sentido más "conservador" cuando su hijo Sancho IV (y, sobre todo, su mujer María de Molina) acceda al reinado en 1284.
Sobre Alfonso VIII, Fernando III, Alfonso X y Sancho IV y el desarrollo de las obras literarias del siglo XIII, por ellos perfilada y dirigida como legitimadora de sus reinados, pienso mandar algunas cosas.
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