ANEXO 1
Fuente: Pueblo, 23 de Noviembre de 1970, página 3.
Mal sistema, oiga
El número de «Fuerza Nueva» correspondiente al día 14 de este mes inserta un artículo titulado «Los sabihondos», que tiene por objeto algunas personas de este periódico. Su autor, J. M. R. I., escribe: «Suponemos –es un suponer– que las altas esferas que dirigen la publicación (se refiere a PUEBLO) han primado a todo aquel periodista o colaborador que diga algo, sea lo que sea, siempre que, de rechazo, se le pueda dar un alfilerazo a Blas Piñar». En la tesis de J. M. R. I. estamos incluidos expresamente Pilar Narvión y yo.
Un disparate de ese jaez encaja perfectamente en aquel sistema de acusaciones y de hechos prefabricados que hizo famoso a Joe McCarthy, el cual, en 1956, pidió disculpas públicamente al pueblo americano por haber creído una vez que el presidente era anticomunista.
Si J. M. R. I. fuese Hitler, reduciría el país a cenizas. Como no lo es, parece querer adherirse al arte negro de la suposición intencionada, convirtiéndose así en una especie de «pulga en funciones» del macartismo militante. Al decir «pulga en funciones» no quiero sobrestimar el papel de J. M. R. I. en «Fuerza Nueva», sino poner de relieve, como hizo una vez Evelyn Waugh, ese no sé qué indefinible e inquietante que tienen por igual los demagogos y las pulgas.
Yo he intentado (ciertamente, con escaso ingenio) caricaturizar a Blas Piñar, y lo mismo he hecho con intelectuales, ministros, financieros y con el director de este periódico. Aislar un solo elemento de ese sentido genérico de crítica risueña y cimentar sobre él una suposición –es un suponer– de venalidad, es literalmente grotesco.
Uno de los rasgos más tétricos del macartismo es que McCarthy improvisaba, y así dijo una vez que en el Departamento de Estado había 205 comunistas, «o cuando menos 57». Lo cierto es que no conocía ni a uno solo. El macartismo, por definición, es un sistema cuyo objetivo consiste en adelantar lo más posible el Juicio Final. Blas Piñar debiera añadir una «p» a las iniciales de J. M. R. I., de modo que resultase J. M. R. I. P., pues yo supongo –es un suponer– que necesita algún descanso.
CANDIDO
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