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Tema: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

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    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    APÉNDICE 11

    Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, páginas 277 – 282.



    [CAPÍTULO] 71

    Testimonio de Zamanillo sobre el General Mola


    EL QUE FUE JEFE NACIONAL DE LOS REQUETÉS SE OCUPA DE LAS ENTREVISTAS QUE MANTUVIERON AMBOS


    Como sabemos, Don José Luis Zamanillo, entonces Jefe Nacional de los Requetés, fue el primero que, en nombre de la Comunión Tradicionalista, se entrevistó con Mola para tratar de la posible intervención de los carlistas en el Alzamiento colaborando con el Ejército.

    Después, sustituyendo a Fal Conde, que no pudo desplazarse desde San Juan de Luz, se reunió nuevamente con el General.

    Y más tarde, iniciado el Alzamiento, volvieron a encontrarse Zamanillo y Mola.

    Pues bien, existe constancia de esas entrevistas, y constancia valiosísima, porque es directa, porque está formulada por uno de los actores, por uno de los que tomaron parte en las mismas. Resulta que Don José Luis Zamanillo –¡persona ejemplar!; una de las mejores que hemos conocido en este pícaro mundo–, accediendo amablemente a nuestro ruego, formalizó una declaración por escrito relatando lo más importante que trató en las principales entrevistas que mantuvo con Mola, cuya declaración está rubricada en todas las hojas y firmada al final por el interesado. La publicamos en fotocopia a continuación:




    MIS ENTREVISTAS CON EL GENERAL MOLA


    Aparte de numerosos encuentros circunstanciales y breves, recuerdo bien tres reuniones con el General, de mayor importancia.



    PRIMERA

    A principios del mes de julio de 1936, el 1 ó el 2, si no recuerdo mal, me reuní con Mola en la casa familiar de Esteban Ezcurra, en Echauri, próximo a Pamplona. Quince días antes, el General se había entrevistado con Fal Conde, en el Monasterio de Irache, para discutir las condiciones de nuestra participación en el Alzamiento proyectado. Sin llegar, ni mucho menos, a un acuerdo, se clarificaron bastante las posiciones de ambos, que se habían adelantado en repetidas y anteriores notas escritas.

    Como Fal residía entonces en San Juan de Luz para huir de la persecución del Gobierno republicano, especialmente de Casares Quiroga, su Jefe, y pasaba la frontera con mucha dificultad y peligro, me encargó le representara en la siguiente entrevista con Mola.

    Acudí a ella animado, pero con pocas esperanzas de éxito. Le entregué una nota, concretando nuestras dos últimas peticiones. La primera era la facultad de designación de dos Consejeros, por la Comunión Tradicionalista, para velar por la recta dirección política del Movimiento. La segunda, verdadero caballo de batalla, se refería al restablecimiento de la bandera bicolor. A esto se oponía Mola con su característica tenacidad y poco simpática firmeza.

    Y no lo hacía, me dijo, porque fuera partidario de la tricolor, sino porque ésta era, entonces, la enseña legal, presente en los cuartos de banderas y estandartes de todos los regimientos del Ejército. Más adelante, decía, triunfante el Alzamiento, se haría el cambio, sin riesgo alguno.

    Le contesté diciendo que comprendía sus razones, pero que comprendiera él, también, las nuestras. Nos habíamos pasado los cinco años de la República combatiendo la bandera tricolor; las mayores ovaciones en nuestros actos públicos se producían al recordar la bicolor. Sobre todo, al citar los versos de Pemán:

    “Yo tenía una bandera
    hecha de sangre y de sol.
    Me dicen que no la quiera.
    Yo ya no soy español,
    soy de una tierra cualquiera”.

    El teatro se venía abajo. ¿Cómo, le dije, vamos a sacar a los requetés con ese trapo?.

    – Ustedes –me replicó– tienen mucho ascendiente sobre su gente.

    – Tenemos ascendiente –concreté– siempre que vayamos, en lo fundamental, por el camino recto; de lo contrario, no. Si usted –añadí– me convenciera en esto, iríamos del brazo, pero detrás de mí no vendría nadie.

    La discusión se fue acalorando. Al final, ya de malhumor, exclamó:

    – La culpa la tengo yo, a estas alturas, por fiarme de los políticos.

    – Está usted equivocado –le contesté–. Se ve que no nos conoce. Nosotros no somos de esos políticos a que usted se refiere. Por lo que a mí hace, no tengo inconveniente en comprometerme, ante notario, a no aceptar ningún cargo, ni de concejal de mi pueblo.

    Así terminó la reunión, con visible disgusto de ambos.

    Como es sabido, se sometió la cuestión a Sanjurjo, que nos dio, por completo, la razón.

    Dos meses después, aún recordaba Mola el mal rato pasado, al despedirse de la siguiente.



    SEGUNDA

    Según iban avanzando las tropas nacionales, Mola, General Jefe del Ejército del Norte, adelantaba su Cuartel General. Primero lo tuvo en Burgos; después en Valladolid, en el Ayuntamiento; y tomado Toledo, lo estableció en Talavera de la Reina.

    A fines de agosto nuestra Junta Nacional nos encargó a Lamamié de Clairac, a Valiente y a mí que fuéramos a ver a Mola, en Valladolid. Allí nos fuimos una tarde de septiembre del 36. El objeto de la visita no era otro que no perder contacto con él, y hablar de temas generales, sin nada concreto.

    Nos recibió de buen talante. Estaba, en aquel atardecer, esperando los partes de las operaciones del día. Tenía ganas de hablar.

    Así surgió, planteado por él, el tema del divorcio. Nos dijo que creía había que implantarlo.

    – Conste –dijo– que me llevo muy bien con mi mujer y no pienso en divorciarme; pero cuando fracasa un matrimonio, etc., etc.

    Todos los consabidos y vulgares argumentos divorcistas.

    Nos opusimos los tres. Especialmente le rebatió Valiente, buen abogado civilista.

    Terminó Mola diciendo:

    – Bueno, está bien, no habrá divorcio.

    Bien claro quedó que todo había sido una conversación intranscendente. Ni él ni nosotros teníamos autoridad, en aquel momento, para decidir nada sobre el tema.

    Nos acompañó hasta la puerta de la escalera. Al despedirse, señalándome, les dijo a Lamamié y a Valiente:

    – Este hombre me puso, hace dos meses, en trance de pegarme un tiro.

    – Bueno, mi general –le repliqué en broma–, pero no se lo pegó usted.

    – No –contestó–, yo no me pego tiros.



    TERCERA

    En el mes de noviembre siguiente, fui a verle en Talavera, para pedirle el destino de varios jefes del Ejército al Requeté.

    Uno de ellos, el Comandante de Artillería Don Hermenegildo Tomé Cabrero, fue designado, poco después, Director de la Academia de Oficiales del Requeté, que se quedó en mero proyecto, como es sabido. Sin embargo, en su hoja de servicios militar figuró dicho destino.

    De la conversación con Mola aquel día, recuerdo bien una frase suya:

    – Zamanillo, esto se alarga, y no hay más remedio que quemar las naves.

    – Mi general –le contesté–, nosotros las quemamos el primer día.

    Encajó bien mi respuesta, dicha con sencillez, sin jactancia alguna. Indudablemente, había cambiado mucho, favorablemente, su concepto de nosotros.

    Conmigo estaba muy amable, dentro de lo que su carácter, más bien hosco, le permitía.

    Poco sociable y bastante introvertido, no daba mucha confianza.

    Desde luego, ni yo ni ninguno de nosotros comimos nunca con él, como reciente y públicamente se ha dicho.


    MADRID, abril de 1980.


    Firmado: JOSÉ LUIS ZAMANILLO GONZÁLEZ-CAMINO

  2. #2
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    ACOTACIONES FINALES


    Me gustaría añadir unas breves aclaraciones con respecto a una de mis anteriores notas, así como en relación a la versión de los hechos acontecidos entre el 14 y el 16 de Julio escrita por Antonio Lizarza, versión que éste mantuvo en las sucesivas ediciones de su libro (la última edición fue de 1969).

    Acerca del primer asunto, quisiera matizar lo que escribí en mi segunda nota a pie del capítulo del libro de Lizarza titulado "DE SAN JUAN DE LUZ A PAMPLONA Y VUELTA A SAN JUAN DE LUZ". En esa nota escribí que Don Javier, tras la reunión con la sedicente e indisciplinada Junta Regional navarra habida el 12 de Julio, escribió ese mismo día a Don Alfonso Carlos y recibió la respuesta al día siguiente. Lo cierto es que no está del todo claro si Don Javier llegó o no a escribir finalmente a Don Alfonso Carlos, pero lo que sí es correcto es que se recibió el 13 Julio una carta de Don Alfonso Carlos, la cual era la contestación a aquélla que Fal Conde le había enviado el 7 de Julio (reproducida en Apéndice 5).

    Esta carta de Don Alfonso Carlos recibida el 13 de Julio decía así (los textos entre corchetes son míos para aclarar el significado de las palabras cifradas en el mensaje):


    Fuente: Don Javier, una vida al servicio de la libertad, María Teresa de Borbón Parma, Josep Carles Clemente y Joaquín Cubero Sánchez, Editorial Plaza & Janés, Barcelona, 1997, página 275.



    Viena, 10 Julio 1936.


    Querido D. Lorenzo Vázquez [Fal Conde]:

    Con el mayor gusto acabo de recibir tu buenísima e interesantísima carta de fecha 7 del presente, que de todo corazón te agradezco.

    Nada me sorprende el resultado del negocio comercial [la negociación para el Alzamiento] con Quintana [General Mola], sabiendo su modo de pensar; más vale así y estar libres de esa compañía de comercio, que no nos hubiera favorecido en nada.

    De ningún modo nuestros alumnos [los Requetés] hubieran podido, ni debido, obedecer a semejante maestro [militar]. Gran consuelo me causa oír que todos los compañeros [dirigentes regionales y provinciales de la Comunión] piensan exactamente como tú y yo en este punto. No se debe ceder ni un ápice.

    Siento que este asunto retrase tu ida a veranear [sublevarse]; pero espero pueda ser en muy pocos días o semanas.

    Me alegro que con esta declaración de Quintana [General Mola] se haya evitado que nuestros chicos [los Requetés] fueran a servir de cabeza de turco: eso jamás; era mi temor.

    Me parece que con este incidente el negocio [la negociación para el Alzamiento] quedará por de pronto suspendido, por ahora.

    Nosotros hicimos feliz viaje, llegando a ésta el jueves a las 8 de la noche; estamos muy contentos de hallarnos en casa.

    Vimos a Blanca, que siente mucho no se hayan publicado sus dos cartas, porque dice que así el público cree que ella aprueba la conducta de los disidentes [1].

    Puede que en Agosto vayamos por 4 semanas a nuestra casa de campo, donde el aire en verano es mucho más agradable que el de ésta.

    Quisiera alargarme, pero me falta tiempo.

    Al llegar aquí supimos acababa de morir una prima hermana de Nieves, una santa, que pasó 14 años en un carrito de manos, por estar paralítica. Una Princesa Löwenstein casada con un Príncipe Starenberg.

    También murió en Esberveyer mi antiguo ayuda de cámara Félix [ilegible], que me sirvió 55 años y estaba con [ilegible].

    Nieves y yo te mandamos los más cariñosos recuerdos, y quedo de corazón querido Fal Conde tu affmo.

    A. C.



    [1] Nota mía. Los “disidentes” a los que se refiere Don Alfonso Carlos son los llamados “octavistas”, partidarios de Don Carlos Pío de Habsburgo, hijo de Doña Blanca de Borbón.


    Como consecuencia de la recepción de esta carta, es por lo que Don Javier escribe, a continuación, la suya a Joaquín Baleztena. (Véase ésta en este otro hilo).


    En segundo lugar, con respecto a la versión de los hechos ocurridos entre los días 14 y 16 Julio, se habrá podido observar en la carta de Fal Conde a Don Alfonso Carlos del día 16 de Julio (reproducida en Apéndice 9) que existen algunas diferencias, al relatar los acontecimientos de esos días, frente a la versión dada por Lizarza.

    Por consiguiente, hemos estado comprobando la Memoria presentada por Fal Conde a la Asamblea de Insúa, así como también las Actas de dicha Asamblea en las que se recogen las intervenciones de los distintos participantes en la solemne reunión: en concreto, las intervenciones correspondientes a Fal Conde y Lamamié de Clairac habidas en la Sesión de la mañana del día 14 de Febrero del ´37 (quien quiera echarles un vistazo, se pueden ver los documentos en el Archivo de Don Javier de Borbón Parma, del Archivo Histórico Nacional, y que recientemente se han puesto de nuevo a disposición del público en el portal digital de PARES).

    Esta versión contenida en las susodichas Memoria y Actas posee cierta divergencia en relación a la que sostuvo Lizarza en las sucesivas ediciones de su libro. Recordemos, primeramente, el resumen de los hechos que da Lizarza al final del capítulo titulado "LA CONFORMIDAD DE MOLA":

    La carta de Sanjurjo la traje el día 11. Mola dio su conformidad el día 14, por medio de los capitanes, a quienes yo había sugerido tal solución. Y, como consecuencia de aquella carta y de esta conformidad, la Comunión, el día 15, dio la orden para el levantamiento general.

    Sin embargo, en la segunda versión que traigo ahora, los hechos ocurridos entre el 14 y el 16 de Julio fueron, de manera resumida, los siguientes:

    1) El 14 de Julio, Antonio Lizarza, a través de su gestión con los capitanes, consigue del General Mola su palabra de honor de suscribir la carta del General Sanjurjo. Por lo tanto, cuando Lizarza llegó al cuartel general de San Juan de Luz (encontrándose con la escena conocida de la reunión entre Don Javier y la rebelde Junta Regional de Navarra), la noticia que entregó fue una promesa verbal del General Mola, y no un documento autógrafo.

    2) Como consecuencia de esta promesa verbal, es por lo que Don Javier y Fal Conde suscriben en la noche del 14 al 15 de Julio el documento que empieza con las palabras: "La Comunión Tradicionalista se suma con todas sus fuerzas...". (Véase su texto en el Capítulo del libro de Lizarza titulado "LA CONFORMIDAD DE MOLA"). Este documento habría de presentársele al General Mola para que también lo suscribiera, de conformidad con su promesa verbal.

    3) El día 15 de Julio, por la mañana, Félix Maíz recoge el documento en cuestión para llevárselo al General Mola.

    4) Ese mismo día 15 de Julio, por la tarde, en el cuartel general de San Juan de Luz se recibe la llamada telefónica en la que se confirma que el General Mola ha suscrito el documento.

    5) En consecuencia, en la noche del 15 de Julio, se da la orden de movilización de los requetés (Documento reproducido en el Apéndice 7).

    6) El día 16 por la mañana se recibe en el cuartel general el documento suscrito por el General Mola, pero éste no es el que envió la Comunión, sino otro que decía así:

    "ME COMPROMETO A SEGUIR LAS INSTRUCCIONES QUE EN SU DÍA DÉ, COMO PRESIDENTE DEL GOBIERNO, EL GENERAL SANJURJO.– EMILIO MOLA".

    7) La Comunión, entonces, decide fletar un avión para que lleve a Antonio Lizarza a Lisboa con el documento que empieza con las palabras: "La Comunión Tradicionalista se suma con todas sus fuerzas...", para que lo suscriba el General Sanjurjo.

    El resto es historia.
    Última edición por Martin Ant; 27/12/2018 a las 11:59

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