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Tema: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

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  1. #1
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    APÉNDICE 8

    Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, páginas 177 – 178.



    [CAPÍTULO] 53

    15 de Julio: orden de movilización del Inspector Jefe Militar de los Requetés navarros


    EL DÍA 17 DIO LA DE LEVANTAMIENTO


    El Inspector Jefe Militar de los Requetés navarros era el Teniente Coronel Don Alejandro Utrilla, y las instrucciones para la movilización de los requetés de la Provincia fueron éstas:

    «COMUNIÓN TRADICIONALISTA
    REQUETÉS DEL REINO DE NAVARRA
    INSPECTOR JEFE MILITAR.– PAMPLONA

    Sr. Jefe del Requeté de Navascués, don Amadeo Marco.

    La Comunión Tradicionalista, sintiendo el vivo dolor de España, sin renunciar, antes por el contrario, con afirmación de los principios contenidos en el noble cuatrilema de Dios, Patria, Fueros y Rey, secundará con todo entusiasmo estas órdenes para la realización de su compromiso de honor.

    De la discreción de los Jefes de Requetés encargados de recibirlas y ejecutarlas depende el éxito de ellas; el enemigo de la Patria acecha, y cualquier indiscreción pudiera destruir lo que es afán de nuestra vida entera de carlistas. A vuestra lealtad está confiado el triunfo.

    Para ello, se atendrán a las instrucciones siguientes:

    I. Tan luego sea declarado el estado de guerra en el Reino de Navarra y reciba de ello comunicación, ese Requeté marchará a Leiza, destacando un Piquete a Goizueta y otro a Betelu, e incorporándose a su mando dos Requetés de esta zona.

    Misión: impedir que tropas o agrupaciones políticas enemigas de la Patria o individuos que no acrediten su lealtad, penetren en Navarra. Para su cumplimiento se armarán con los elementos que posean y existen en las localidades, previa requisa; e inmediatamente, y en el mismo día, les será entregado el armamento correspondiente.

    II. Previamente a la concentración, los Jefes de Requetés procederán a la detención y sustitución de las autoridades locales no adictas al Movimiento, siendo sustituidas por personas de reconocida lealtad y honorabilidad, e incautándose, al mismo tiempo, de los elementos de transporte necesarios para los desplazamientos que se le ordene a su unidad.

    III. Los Requetés, desde ese momento, vestirán, y en toda ocasión, su uniforme, cuantos lo posean, usando, los que carezcan, un brazal blanco sobre el que se colocará la Cruz Roja de San Andrés, distintivo del Requeté, y procurando llevar todos la boina encarnada.

    Tan luego –hasta entonces discreción– sea declarado el estado de guerra, se debe estimular el celo de todos los carlistas, abrirles los brazos y traerlos a nuestras filas, donde está el camino del honor. Que la vieja lealtad navarra, que es nuestro orgullo, sea digna del triunfo que siempre sigue al que tiene fe en Dios y confianza en los altos destinos de la Patria.

    Vuestro Inspector Jefe,

    A. UTRILLA.»


    Lizarza, en las páginas 139 y 140, de su libro, escribe a este respecto:

    «El día 15 de Julio, Utrilla dio las instrucciones correspondientes del levantamiento, que llevaban este colofón: «Esta Orden se cumplimentará en virtud de lo que disponga otra que se comunicará en momento oportuno».

    La anunciada orden que Utrilla firmó el día 17 en la Capitanía [General de Pamplona], sobre la misma mesa de trabajo de Mola, tiene sabor espartano y reciamente castrense: “Cúmplase la orden del día 15. Mañana en Pamplona, a la seis”.»
    donjaime dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    APÉNDICE 9

    Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, páginas 179 – 181.



    [CAPÍTULO] 54

    16 de Julio: otra carta de Fal Conde a Don Alfonso Carlos


    También autógrafa, y que dice así:

    «San Juan de Luz, 15 Julio 36.

    Señor:

    He recibido la gratísima y bondadosísima carta de V. M. del 10, y en estos días han cambiado radicalmente las cosas después de muchos incidentes.

    Después del rompimiento de relaciones del negocio [con Mola para el Alzamiento], recibí una carta de Ocaña [General Sanjurjo], comprendiendo en su texto copia de la que en el acto ponía a Quintana [Mola], y de la cual mando copia literal aparte.

    Mientras tanto, se estaba formando contra nosotros un ambiente hostil y de difamación, aunque nos manteníamos firmísimos en nuestra posición.

    La carta de Ocaña [Sanjurjo] comprendí que podía dar un cambio radical a nuestro favor, y llamé a Don Francisco [Príncipe Javier], enviándole el coche rápido que, en otra ocasión, le llevó a Lisboa, y vino al punto. También llamé a Don Luis [Zuazola] a Madrid, que vino también con urgencia.

    Por de pronto, envié a Quintana [Mola] el original de la carta dirigida a él [la había traído Lizarza de Lisboa], y encargué a nuestro amigo el emisario [Lizarza] que la había traído de Lisboa, que le dijera que contestaríamos si aceptábamos el proyecto de Ocaña [Sanjurjo]. Efectivamente, así lo hicimos, pero aquél [Mola] contestó que no aceptaba porque dudaba de la autenticidad [de la carta de Sanjurjo] y porque no estaba conforme con el contenido.

    Ante esta actitud, quedamos totalmente distanciados. Pero, mientras eso ocurrió, había venido Don Tomás [Domínguez Arévalo, Conde de Rodezno] y metido tal cizaña, que sacó de sitio a la Junta [Regional Carlista navarra], que vino a verme con los otros compañeros de Don Tomás en la representación de Madrid. Tomás no vino.

    El Presidente de la Junta [Regional Carlista navarra, Don Joaquín Baleztena], que antes estaba tan de acuerdo con nuestra actitud, y que había sido portador de mi última carta a Quintana [Mola], expresó la necesidad en que estaban de actuar fuese como fuese [colaborando con el Ejército en el Alzamiento], sin reparar en símbolos ni más que sacar ventajillas locales [que los Ayuntamientos navarros fuesen carlistas] para el futuro. Los seis que vinieron [Don Joaquín Baleztena, su hermano Ignacio, y los señores José Martínez Berasain, Luis Arellano, Isidro Arraiza y Fermín Sagüés] se comportaron en forma y lenguaje mal minorista, muy desagradable.

    Don Francisco [el Príncipe Don Javier] y yo les contestamos que no podíamos acceder sin orden de V. M., y quedamos en consultar con V. M., pues ellos preguntaron que, si en los tres días inmediatos surgía algo de improviso, si podrían resolver ellos el asunto, y les dijimos que sí, siempre entendiendo que esa facultad no podría ser en contra de la norma general.

    Pero, a la mañana siguiente, llegó providencialmente la carta de V. M., a la vista de la cual Don Francisco [el Príncipe Don Javier] escribió al Presidente de la Junta [Regional Carlista navarra, Don Joaquín Baleztena] una hermosísima carta, diciéndole que nada podrían hacer contra la norma general de toda la Comunidad [Comunión Tradicionalista], y que no tomaran encargo alguno.

    Yo, por mi parte, encargué que se avisara a los alumnos más destacados [Jefes de los Requetés de Pamplona y sus alrededores], de un espíritu excelente, que se comprometiesen a no colaborar en la maniobra.

    Anoche han vuelto los comisionados [de la Junta Regional Carlista navarra, hermanos Baleztena, etc.], diciendo que ya estaban comprometidos con Quintana [Mola] sin condiciones, con su promesa de darles ventajillas futuras a la Provincia [que los Ayuntamientos fuesen carlistas], y cuando estaba en este punto la visita, llegó mi comisionado [ante Sanjurjo y Mola, Don Antonio Lizarza] que, delante de ellos [los de la Junta Carlista navarra], y con la mayor emoción, dio cuenta de que dos subalternos de Quintana [Mola] le habían dado la noticia del acuerdo [de Mola] con la Junta [Regional Carlista navarra]; que él [el comisionado Lizarza] les había dicho que [los carlistas navarros] no obedecerían a la Junta [Regional Carlista navarra] y que, ante esto, y ante la enorme provocación que supone el suceso de Madrid [asesinato de Calvo Sotelo], habían aquéllos [los subalternos de Mola] requerido a Quintana [Mola], y recabado palabra de honor de éste, de someterse a la carta de Ocaña [Sanjurjo], y que si nosotros aceptábamos se firmaría un compromiso por las dos partes.

    Puede comprobarse cuál fue la derrota de los de la Junta [Regional Carlista navarra], y el fracaso de su procedimiento traidor e indisciplinado.

    ¿Qué hacer en tal momento? Se nos dijo que el asunto [el Alzamiento] se realizaría en esta semana, seguramente y posiblemente en sólo horas.

    Hemos mirado mucho el contenido de la carta [de Sanjurjo a Mola y a Fal Conde]. Representa la garantía que esa persona [Sanjurjo] nos merece, puesto que él precisamente será el Presidente. Miramos, además, que el contenido tiene un plan muy hermoso, y, sobre todo, se arroga una misión provisional. Consideramos que Ocaña [Sanjurjo], cuando entregó la carta a nuestro comisionado [Lizarza], le dijo que su propósito era dar paso al Régimen definitivo con todas nuestras esencias, y que, en cuanto a la persona, él jamás consentiría a los romanos [alfonsinos], a cuyo Jefe [Alfonso XIII] detesta, y que para él no había más persona [Rey] en su día que quien fuera nuestro Jefe [Rey], porque así era justo ante el fracaso de los romanos [la Monarquía de Alfonso XIII].

    En una palabra, que, si no hemos de negarnos a ayudar a salir del caos presente, esa carta contiene una fórmula de honor para nuestra comunidad [Comunión Tradicionalista], y que nos permite, como haremos, declarar que colaboraremos sin pérdida de un puesto de nuestra aspiración, y nos concede el derecho de exigir que se cumpla el programa comprometido, al par que salvamos la gravedad del momento.

    Pero, además, nos mandan a decir los amigos de Quintana [Mola] que sólo habrá [para la bandera] los dos colores, para todos y desde el principio. Tanto él [Mola] como Ocaña [Sanjurjo] son antirromanos [antialfonsinos], y si aceptan ese símbolo… a mucho se obligan.

    En síntesis, hemos mandado un documento firmado comprometiendo nuestra colaboración, a condición de que se firme el compromiso de sujetar la futura dirección al programa de la carta.

    Hoy 16.

    En este estado, la carta se quedó sin poner en correo, en espera de la noticia, que no llegó hasta muy de noche, y tan incompleta que hasta hoy no sabemos qué va a pasar, y si se trata de cosa inminente [el Alzamiento], de sólo horas, según dicen.

    La contestación [de Mola] es muy confusa, y no la tengo por suficiente, pero como veo la catástrofe que llega, no veo otro recurso que conseguir que Ocaña [Sanjurjo] firme el compromiso, y tras eso vamos, pues, al efecto, sale uno [enviado] para allá [Lisboa] volando.

    Ahora bien, si el suceso [el Alzamiento] se precipita, no veo posibilidad de dar el paso atrás. La preocupación nos tiene aterrados, aunque creo firmemente que Dios está llevando las cosas, y no me remuerde la conciencia haber aflojado un ápice.

    Como dice Don Luis [Zuazola], el de Madrid, lo más grave es defender el honor de la Comunidad [Comunión Tradicionalista], y eso está muy alto.

    Pero, si la cosa tarda [el Alzamiento] habrá tiempo de hacer las cosas más perfeccionadas.

    ¡Cuánto siento mi malísima letra! Perdóneme. Hasta nuevas noticias, queda, como siempre, a los RR. PP. de V. M.

    Firmado: VAZQUEZ [o sea, Fal Conde].»

  3. #3
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    APÉNDICE 10

    Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, página 182.


    [CAPÍTULO] 55

    25 de Julio: Carta de Don Alfonso Carlos aprobando la actuación de Fal Conde


    Escrita en la capital de Austria, y dirigida a Fal Conde, decía lo que sigue:

    «Viena, 25 de Julio de 1936

    Mi muy querido Fal Conde:

    Conociendo mi gran cariño para España, podrás figurarte qué grande es mi pena al tener conocimiento de la situación en que se halla nuestra querida Patria.

    Antes de todo debe salvarse la Religión, el País y la Patria. Agradezco en el alma a ti y a nuestros heroicos Requetés por haberse unido a las tropas de España para batir al comunismo y te doy infinitas gracias, querido Fal, por haber, siguiendo mis indicaciones, ordenado en el momento decisivo que nuestros Requetés apoyen el Movimiento Salvador.

    En momentos como los actuales, no debe mirarse a cuestiones personales o de partidos, sino tratar de salvar todos juntos la Religión y la Patria.

    Estoy seguro que, en el día de hoy, el gran Santo peleará a la cabeza de ese Ejército de cruzados al grito de ¡Viva España!

    Nuestra Patria fue siempre el Caudillo de la Religión Católica y de las ideas generosas, y acaba de demostrar, una vez más, su vitalidad y su gran Tradición, levantándose tan admirablemente contra los enemigos de Dios y de España, que la quieren subyugar.

    Felicito a nuestras provincias carlistas, a nuestra Comunión Tradicionalista-Carlista y a nuestro heroicos Requetés, y reconozco los grandes sacrificios de éstos dando su sangre y sus vidas por Dios y por nuestra Patria, y te ruego les hagas saber mi profundo agradecimiento, entusiasmo y admiración.

    Que Dios te guarde, querido Don Manuel Fal Conde, y, con nuestras más cariñosas memorias, quedo de corazón tu afectísimo.

    ALFONSO CARLOS.»

  4. #4
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    APÉNDICE 11

    Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, páginas 277 – 282.



    [CAPÍTULO] 71

    Testimonio de Zamanillo sobre el General Mola


    EL QUE FUE JEFE NACIONAL DE LOS REQUETÉS SE OCUPA DE LAS ENTREVISTAS QUE MANTUVIERON AMBOS


    Como sabemos, Don José Luis Zamanillo, entonces Jefe Nacional de los Requetés, fue el primero que, en nombre de la Comunión Tradicionalista, se entrevistó con Mola para tratar de la posible intervención de los carlistas en el Alzamiento colaborando con el Ejército.

    Después, sustituyendo a Fal Conde, que no pudo desplazarse desde San Juan de Luz, se reunió nuevamente con el General.

    Y más tarde, iniciado el Alzamiento, volvieron a encontrarse Zamanillo y Mola.

    Pues bien, existe constancia de esas entrevistas, y constancia valiosísima, porque es directa, porque está formulada por uno de los actores, por uno de los que tomaron parte en las mismas. Resulta que Don José Luis Zamanillo –¡persona ejemplar!; una de las mejores que hemos conocido en este pícaro mundo–, accediendo amablemente a nuestro ruego, formalizó una declaración por escrito relatando lo más importante que trató en las principales entrevistas que mantuvo con Mola, cuya declaración está rubricada en todas las hojas y firmada al final por el interesado. La publicamos en fotocopia a continuación:




    MIS ENTREVISTAS CON EL GENERAL MOLA


    Aparte de numerosos encuentros circunstanciales y breves, recuerdo bien tres reuniones con el General, de mayor importancia.



    PRIMERA

    A principios del mes de julio de 1936, el 1 ó el 2, si no recuerdo mal, me reuní con Mola en la casa familiar de Esteban Ezcurra, en Echauri, próximo a Pamplona. Quince días antes, el General se había entrevistado con Fal Conde, en el Monasterio de Irache, para discutir las condiciones de nuestra participación en el Alzamiento proyectado. Sin llegar, ni mucho menos, a un acuerdo, se clarificaron bastante las posiciones de ambos, que se habían adelantado en repetidas y anteriores notas escritas.

    Como Fal residía entonces en San Juan de Luz para huir de la persecución del Gobierno republicano, especialmente de Casares Quiroga, su Jefe, y pasaba la frontera con mucha dificultad y peligro, me encargó le representara en la siguiente entrevista con Mola.

    Acudí a ella animado, pero con pocas esperanzas de éxito. Le entregué una nota, concretando nuestras dos últimas peticiones. La primera era la facultad de designación de dos Consejeros, por la Comunión Tradicionalista, para velar por la recta dirección política del Movimiento. La segunda, verdadero caballo de batalla, se refería al restablecimiento de la bandera bicolor. A esto se oponía Mola con su característica tenacidad y poco simpática firmeza.

    Y no lo hacía, me dijo, porque fuera partidario de la tricolor, sino porque ésta era, entonces, la enseña legal, presente en los cuartos de banderas y estandartes de todos los regimientos del Ejército. Más adelante, decía, triunfante el Alzamiento, se haría el cambio, sin riesgo alguno.

    Le contesté diciendo que comprendía sus razones, pero que comprendiera él, también, las nuestras. Nos habíamos pasado los cinco años de la República combatiendo la bandera tricolor; las mayores ovaciones en nuestros actos públicos se producían al recordar la bicolor. Sobre todo, al citar los versos de Pemán:

    “Yo tenía una bandera
    hecha de sangre y de sol.
    Me dicen que no la quiera.
    Yo ya no soy español,
    soy de una tierra cualquiera”.

    El teatro se venía abajo. ¿Cómo, le dije, vamos a sacar a los requetés con ese trapo?.

    – Ustedes –me replicó– tienen mucho ascendiente sobre su gente.

    – Tenemos ascendiente –concreté– siempre que vayamos, en lo fundamental, por el camino recto; de lo contrario, no. Si usted –añadí– me convenciera en esto, iríamos del brazo, pero detrás de mí no vendría nadie.

    La discusión se fue acalorando. Al final, ya de malhumor, exclamó:

    – La culpa la tengo yo, a estas alturas, por fiarme de los políticos.

    – Está usted equivocado –le contesté–. Se ve que no nos conoce. Nosotros no somos de esos políticos a que usted se refiere. Por lo que a mí hace, no tengo inconveniente en comprometerme, ante notario, a no aceptar ningún cargo, ni de concejal de mi pueblo.

    Así terminó la reunión, con visible disgusto de ambos.

    Como es sabido, se sometió la cuestión a Sanjurjo, que nos dio, por completo, la razón.

    Dos meses después, aún recordaba Mola el mal rato pasado, al despedirse de la siguiente.



    SEGUNDA

    Según iban avanzando las tropas nacionales, Mola, General Jefe del Ejército del Norte, adelantaba su Cuartel General. Primero lo tuvo en Burgos; después en Valladolid, en el Ayuntamiento; y tomado Toledo, lo estableció en Talavera de la Reina.

    A fines de agosto nuestra Junta Nacional nos encargó a Lamamié de Clairac, a Valiente y a mí que fuéramos a ver a Mola, en Valladolid. Allí nos fuimos una tarde de septiembre del 36. El objeto de la visita no era otro que no perder contacto con él, y hablar de temas generales, sin nada concreto.

    Nos recibió de buen talante. Estaba, en aquel atardecer, esperando los partes de las operaciones del día. Tenía ganas de hablar.

    Así surgió, planteado por él, el tema del divorcio. Nos dijo que creía había que implantarlo.

    – Conste –dijo– que me llevo muy bien con mi mujer y no pienso en divorciarme; pero cuando fracasa un matrimonio, etc., etc.

    Todos los consabidos y vulgares argumentos divorcistas.

    Nos opusimos los tres. Especialmente le rebatió Valiente, buen abogado civilista.

    Terminó Mola diciendo:

    – Bueno, está bien, no habrá divorcio.

    Bien claro quedó que todo había sido una conversación intranscendente. Ni él ni nosotros teníamos autoridad, en aquel momento, para decidir nada sobre el tema.

    Nos acompañó hasta la puerta de la escalera. Al despedirse, señalándome, les dijo a Lamamié y a Valiente:

    – Este hombre me puso, hace dos meses, en trance de pegarme un tiro.

    – Bueno, mi general –le repliqué en broma–, pero no se lo pegó usted.

    – No –contestó–, yo no me pego tiros.



    TERCERA

    En el mes de noviembre siguiente, fui a verle en Talavera, para pedirle el destino de varios jefes del Ejército al Requeté.

    Uno de ellos, el Comandante de Artillería Don Hermenegildo Tomé Cabrero, fue designado, poco después, Director de la Academia de Oficiales del Requeté, que se quedó en mero proyecto, como es sabido. Sin embargo, en su hoja de servicios militar figuró dicho destino.

    De la conversación con Mola aquel día, recuerdo bien una frase suya:

    – Zamanillo, esto se alarga, y no hay más remedio que quemar las naves.

    – Mi general –le contesté–, nosotros las quemamos el primer día.

    Encajó bien mi respuesta, dicha con sencillez, sin jactancia alguna. Indudablemente, había cambiado mucho, favorablemente, su concepto de nosotros.

    Conmigo estaba muy amable, dentro de lo que su carácter, más bien hosco, le permitía.

    Poco sociable y bastante introvertido, no daba mucha confianza.

    Desde luego, ni yo ni ninguno de nosotros comimos nunca con él, como reciente y públicamente se ha dicho.


    MADRID, abril de 1980.


    Firmado: JOSÉ LUIS ZAMANILLO GONZÁLEZ-CAMINO

  5. #5
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    Re: Historia del Alzamiento del 18 de Julio

    ACOTACIONES FINALES


    Me gustaría añadir unas breves aclaraciones con respecto a una de mis anteriores notas, así como en relación a la versión de los hechos acontecidos entre el 14 y el 16 de Julio escrita por Antonio Lizarza, versión que éste mantuvo en las sucesivas ediciones de su libro (la última edición fue de 1969).

    Acerca del primer asunto, quisiera matizar lo que escribí en mi segunda nota a pie del capítulo del libro de Lizarza titulado "DE SAN JUAN DE LUZ A PAMPLONA Y VUELTA A SAN JUAN DE LUZ". En esa nota escribí que Don Javier, tras la reunión con la sedicente e indisciplinada Junta Regional navarra habida el 12 de Julio, escribió ese mismo día a Don Alfonso Carlos y recibió la respuesta al día siguiente. Lo cierto es que no está del todo claro si Don Javier llegó o no a escribir finalmente a Don Alfonso Carlos, pero lo que sí es correcto es que se recibió el 13 Julio una carta de Don Alfonso Carlos, la cual era la contestación a aquélla que Fal Conde le había enviado el 7 de Julio (reproducida en Apéndice 5).

    Esta carta de Don Alfonso Carlos recibida el 13 de Julio decía así (los textos entre corchetes son míos para aclarar el significado de las palabras cifradas en el mensaje):


    Fuente: Don Javier, una vida al servicio de la libertad, María Teresa de Borbón Parma, Josep Carles Clemente y Joaquín Cubero Sánchez, Editorial Plaza & Janés, Barcelona, 1997, página 275.



    Viena, 10 Julio 1936.


    Querido D. Lorenzo Vázquez [Fal Conde]:

    Con el mayor gusto acabo de recibir tu buenísima e interesantísima carta de fecha 7 del presente, que de todo corazón te agradezco.

    Nada me sorprende el resultado del negocio comercial [la negociación para el Alzamiento] con Quintana [General Mola], sabiendo su modo de pensar; más vale así y estar libres de esa compañía de comercio, que no nos hubiera favorecido en nada.

    De ningún modo nuestros alumnos [los Requetés] hubieran podido, ni debido, obedecer a semejante maestro [militar]. Gran consuelo me causa oír que todos los compañeros [dirigentes regionales y provinciales de la Comunión] piensan exactamente como tú y yo en este punto. No se debe ceder ni un ápice.

    Siento que este asunto retrase tu ida a veranear [sublevarse]; pero espero pueda ser en muy pocos días o semanas.

    Me alegro que con esta declaración de Quintana [General Mola] se haya evitado que nuestros chicos [los Requetés] fueran a servir de cabeza de turco: eso jamás; era mi temor.

    Me parece que con este incidente el negocio [la negociación para el Alzamiento] quedará por de pronto suspendido, por ahora.

    Nosotros hicimos feliz viaje, llegando a ésta el jueves a las 8 de la noche; estamos muy contentos de hallarnos en casa.

    Vimos a Blanca, que siente mucho no se hayan publicado sus dos cartas, porque dice que así el público cree que ella aprueba la conducta de los disidentes [1].

    Puede que en Agosto vayamos por 4 semanas a nuestra casa de campo, donde el aire en verano es mucho más agradable que el de ésta.

    Quisiera alargarme, pero me falta tiempo.

    Al llegar aquí supimos acababa de morir una prima hermana de Nieves, una santa, que pasó 14 años en un carrito de manos, por estar paralítica. Una Princesa Löwenstein casada con un Príncipe Starenberg.

    También murió en Esberveyer mi antiguo ayuda de cámara Félix [ilegible], que me sirvió 55 años y estaba con [ilegible].

    Nieves y yo te mandamos los más cariñosos recuerdos, y quedo de corazón querido Fal Conde tu affmo.

    A. C.



    [1] Nota mía. Los “disidentes” a los que se refiere Don Alfonso Carlos son los llamados “octavistas”, partidarios de Don Carlos Pío de Habsburgo, hijo de Doña Blanca de Borbón.


    Como consecuencia de la recepción de esta carta, es por lo que Don Javier escribe, a continuación, la suya a Joaquín Baleztena. (Véase ésta en este otro hilo).


    En segundo lugar, con respecto a la versión de los hechos ocurridos entre los días 14 y 16 Julio, se habrá podido observar en la carta de Fal Conde a Don Alfonso Carlos del día 16 de Julio (reproducida en Apéndice 9) que existen algunas diferencias, al relatar los acontecimientos de esos días, frente a la versión dada por Lizarza.

    Por consiguiente, hemos estado comprobando la Memoria presentada por Fal Conde a la Asamblea de Insúa, así como también las Actas de dicha Asamblea en las que se recogen las intervenciones de los distintos participantes en la solemne reunión: en concreto, las intervenciones correspondientes a Fal Conde y Lamamié de Clairac habidas en la Sesión de la mañana del día 14 de Febrero del ´37 (quien quiera echarles un vistazo, se pueden ver los documentos en el Archivo de Don Javier de Borbón Parma, del Archivo Histórico Nacional, y que recientemente se han puesto de nuevo a disposición del público en el portal digital de PARES).

    Esta versión contenida en las susodichas Memoria y Actas posee cierta divergencia en relación a la que sostuvo Lizarza en las sucesivas ediciones de su libro. Recordemos, primeramente, el resumen de los hechos que da Lizarza al final del capítulo titulado "LA CONFORMIDAD DE MOLA":

    La carta de Sanjurjo la traje el día 11. Mola dio su conformidad el día 14, por medio de los capitanes, a quienes yo había sugerido tal solución. Y, como consecuencia de aquella carta y de esta conformidad, la Comunión, el día 15, dio la orden para el levantamiento general.

    Sin embargo, en la segunda versión que traigo ahora, los hechos ocurridos entre el 14 y el 16 de Julio fueron, de manera resumida, los siguientes:

    1) El 14 de Julio, Antonio Lizarza, a través de su gestión con los capitanes, consigue del General Mola su palabra de honor de suscribir la carta del General Sanjurjo. Por lo tanto, cuando Lizarza llegó al cuartel general de San Juan de Luz (encontrándose con la escena conocida de la reunión entre Don Javier y la rebelde Junta Regional de Navarra), la noticia que entregó fue una promesa verbal del General Mola, y no un documento autógrafo.

    2) Como consecuencia de esta promesa verbal, es por lo que Don Javier y Fal Conde suscriben en la noche del 14 al 15 de Julio el documento que empieza con las palabras: "La Comunión Tradicionalista se suma con todas sus fuerzas...". (Véase su texto en el Capítulo del libro de Lizarza titulado "LA CONFORMIDAD DE MOLA"). Este documento habría de presentársele al General Mola para que también lo suscribiera, de conformidad con su promesa verbal.

    3) El día 15 de Julio, por la mañana, Félix Maíz recoge el documento en cuestión para llevárselo al General Mola.

    4) Ese mismo día 15 de Julio, por la tarde, en el cuartel general de San Juan de Luz se recibe la llamada telefónica en la que se confirma que el General Mola ha suscrito el documento.

    5) En consecuencia, en la noche del 15 de Julio, se da la orden de movilización de los requetés (Documento reproducido en el Apéndice 7).

    6) El día 16 por la mañana se recibe en el cuartel general el documento suscrito por el General Mola, pero éste no es el que envió la Comunión, sino otro que decía así:

    "ME COMPROMETO A SEGUIR LAS INSTRUCCIONES QUE EN SU DÍA DÉ, COMO PRESIDENTE DEL GOBIERNO, EL GENERAL SANJURJO.– EMILIO MOLA".

    7) La Comunión, entonces, decide fletar un avión para que lleve a Antonio Lizarza a Lisboa con el documento que empieza con las palabras: "La Comunión Tradicionalista se suma con todas sus fuerzas...", para que lo suscriba el General Sanjurjo.

    El resto es historia.
    Última edición por Martin Ant; 27/12/2018 a las 11:59

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