Francia, presa de Israel
Juan Pujol
16-I-1937
Con frecuencia se oye comentar la conducta odiosa que contra España viene siguiendo el Gobierno francés, y por su decisivo influjo una gran parte de la Prensa, así como todas las emisoras de radio de ese país. Es difícil que se llegue a mayor perfidia, animosidad e hipocresía. Si no se supiera que en Francia hay una enorme masa de opinión honrada que nos asiste con su simpatía y considera esta guerra española exactamente como lo que es, una verdadera cruzada contra la barbarie, podría creerse que toda la nación vecina nos aborrece y habría que guardar en la memoria este proceder para cuando la cuenta pudiera ser debidamente liquidada.
Pero la realidad es que Francia –merced a sus instituciones republicanas y democráticas- ha caído en poder de la organización judeo-masónica que la tiene sujeta, la explota y se sirve de ella para los fines supremos de Sión. Es allí la situación muy parecida a la de España en los últimos cinco años, hasta el alzamiento de todos los patriotas y hombres de bien. Del mismo modo que el sapo de Azaña y su comparsa de monstruos y criminales imponían aquí su voluntad, a las órdenes del judeo-bolchevismo, Francia está bajo la bota de la judería, que es dueña de su Parlamento, de parte de su Prensa, que maneja sus finanzas -¡y de qué modo!- y que por fin ha logrado encaramarse en el Gobierno e impone a un gran pueblo su voluntad.
No es, pues, el noble pueblo francés el que se ha colocado en actitud de hostilidad contra nosotros. Es la banda judeo-masónica que lo tiene dominado. Y por supuesto la canalla, la chusma innoble de las grandes ciudades industriales, ese tipo de apache, de souteneur de baja estofa, de obrero pretencioso y primario, toda esa fauna abominable que no es específicamente francesa, sino producto de la gran industria, del vicio de las grandes ciudades, del cinematógrafo manejado por los judíos y especial y deliberadamente consagrado a la desmoralización.
Esa canalla y aquella organización judeo-masónica que opera secretamente no son Francia. Pero desgraciadamente mandan en ella y le imprimen carácter […]
La nación francesa está en poder de los judíos. Judíos han sido todos esos estafadores como madame Hanau y Stawinsky, organizadores del despojo del ahorro francés, protegidos por las bandas de políticos profesionales. Judía es ya la mayoría del personal gobernante. Y como en este punto no sería suficiente una afirmación de carácter general, he aquí los nombres que Henri Beraud ha dado en un número de Gringoire y que nos excusarán de todo otro comentario:
Presidencia del Consejo. Gabinete: Señores A. Blumel, judío; Jules Moch, judío; Heilbroner, judío; Grünebaum, judío; R. Hug, judío; señoras Picard-Moch, judía; Magdalena Osmin, judía.
Subsecretariado de Estado: Señor Mumber, judío. Ministerio de Estado. Gabinete: Señor J. Schuler, judío. Ministerio de Justicia. Gabinete: Señores Weil, judío; Pedro Rodríguez, judío. Ministerio del Interior. Gabinete: Señores Bechoff, judío; Salomón, judío; Cohen, Salvador, judío. Ministerio de Hacienda. Gabinete: Señor Weil-Raynal, judío. Instrucción Pública. Gabinete: Señores Marcel Abraham, judío; J. J. Moerer, judío; E. Wellhof, judío; Adriana Weil, judía; S. Chaskin, judía. Economía nacional. Gabinete: M. J. Cohen, Salvador, judío. Marina mercante. Gabinete: Señor Gregh, judío. Agricultura. Gabinete: Señores R. Lyón, judío; R. Kiefe, judío, R. Veil, judío. Correos y Telégrafos. Gabinete: Señores Didkowsky, judío; H. Grimm, judío. Trabajo. Gabinete: J. F. Dreyfus, judío . Sanidad. Gabinete: Señores Hazemann, judío; A. Rozier, judío: M. Wussler, judío. Educación Física: Señor Endlitz, judío …
Sin olvidar, por supuesto, que el propio León Blum, presidente del Consejo, es un judío de origen alemán, como la nauseabunda Margarita Nelken. Pues toda esa banda que es indudable que obedece las órdenes del sanedrín supremo de la judería, que es la que ha facilitado por medio del capitalismo judío internacional el dinero a la Rusia de los Soviets y que en ese desgraciado país tiene ahora establecida su dominación sobre ciento cincuenta millones de esclavos, esa banda que ampara en Francia a los estafadores como Stawiski y está dispuesta a llevar a Francia a la ruina si con ello sirve los designios del supremo y secreto organismo judaico, es la que envía armas y municiones contra los españoles patriotas, a los rusos que pelean en nuestro suelo; la que desfigura el rostro de la Francia auténtica, haciéndola aparecer como una nación pérfida y criminal, servidora de la barbarie judeo-bolchevique. Es la que actúa de cómplice de los ladrones del oro español, de las joyas, de las riquezas muebles extraídas de España por el pillaje y el saqueo de la granujería internacional. Una terrible banda de parásitos, caídos sobre Francia hace mucho tiempo, apoderados de gran parte de su Prensa, operando allí con más destreza y sutileza, pero con el mismo fin de dominación que en Rusia. Hasta que ya creen que la cosa está madura y se quitan la careta, mediante la organización del golpe comunista, cuyos prolegómenos se parecen a los antecedentes de la actual situación española.
¿Tendrá Francia la decisión, la voluntad, de librarse de esa canalla? ¿O corroída en gran parte por la molicie, por las ventajas del confort material, por el descreimiento religioso, por la burla de los valores del espíritu distintos de la vanidad personal, se dejará definitivamente someter a la esclavitud israelita? Porque eso es lo enorme: que los franceses se hayan pasado medio siglo obsesionados para recuperar dos pequeñas provincias perdidas y ahora lo estén para rechazar una eventual invasión de sus vecinos del Este, y entre tanto se hayan dejado ocupar por infiltración, dominar, y se hallen a punto de ser esclavizados y por el más inmundo y más duro de los invasores.
Juan PUJOL
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