... BAJO EL REINADO DE ALFONSO XIII
El reinado de Alfonso XIII—por notoria y personal voluntad del Rey—fué un forcejeo continuo por
dotar a la Monarquía constitucional de bases de sustentación. Ese forcejeo aparece en su política militar
(vigorización del Cuerpo de oficiales con una cierta conciencia y entusiasmo por la unidad de España y su
grandeza); aparece también en la expansión marroquí, como posible suelo donde pudiese crecer con alguna
lozanía el optimismo nacional; en la tentativa de Maura por sustituir la base anómala,caciquil, del Estado por
un apoyo sincero de lo que él denominaba la ciudadanía:en el propósito de elevar el ritmo de la
industrialización del país, superando así el único sostén agrario y terrateniente del régimen.
Fuera del Estado y contra el Estado, las ideas y los grupos que operaban bajo un signo revolucionario
construyeron sus tiendas de modo bien sencillo: recogieron los residuos ideológicos de sus antecesores del
siglo XIX, orientaron en sentido crítico toda la vida intelectual de España, socavaron el espíritu militar naciente,
alimentaron las tendencias disgregadoras y autonomistas, hicieron derrotismo integral en torno a Marruecos y
mantuvieron una cierta tibieza e ignorancia hacia toda idea nacional o sentimiento de la Patria.
Además, surgieron las organizaciones obreras, desarrollándose al ritmo mismo de la industrialización,
naturalmente con un sentido de clase y una doctrina concordante en todos los aspectos prácticos con los
anteriores enunciados.
En 1923, fecha final de la vigencia constitucional de la Restauración, España tenía ante sí dos fracasos:
el del Estado, el del régimen, que seguía sin haber ampliado lo más mínimo sus bases de sustentación, y el de
los núcleos enemigos y contrarios al Estado, que no habían producido tampoco lo único que entonces hacía
falta: un frente de sentido nacional, con angustia verdadera por los destinos históricos de la Patria española y
por los intereses inmediatos y diarios de todo el pueblo.La salvación hubiera estado ahí, sobre todo si disponía
de la intrepidez suficiente para acampar con toda audacia en el seno mismo del régimen, aun con este
dubitativo propósito: el de hacerlo explotar si le alcanzaba la podredumbre misma del sistema o el de utilizarlo y
conservarlo patrióticamente si su permanencia era valiosa.
LA DICTADURA
Como desde fuera no llegó ese remedio, el Rey lo extrajo del seno mismo del Estado: apeló al
Ejército. Comienza así la dictadura militar de Primo de Rivera, cuyo defecto originario era ése, el de no venir ni
proceder de una realidad nacional, de una acción directa nacional recogida o aceptada por el Rey. Venía y
procedía del Estado mismo, y en cierto modo a continuar el sentido de la Restauración, a proporcionar a
España un nuevo margen histórico, a ver si ocurría que cobrase o recobrase su conciencia de pueblo unido,
ambicioso y de gran futuro.
Pero con la dictadura el Estado ponía proa hacia el camino de los desenlaces. Hacia las horas decisivas.
Pues si no lograba de veras robustecer y hacer más consistentes los derroteros oficiales del régimen, éste se
hundiría, aunque en frente y en contra suya no se alzase nada respetable ni profundo.
La dictadura militar aceleró el ritmo material, industrial de España. Logró la adhesión casi unánime del
país, sobre todo en lo que éste tenía de opinión madura, sensata y conservadora. Alcanzó asimismo un éxito
notorio en Marruecos. Duró casi siete años. Y a lapostre murió agotada, deshecha, de muerte natural, de
vejez. La dictadura murió de vieja a los siete años. Como el período constitucional que la precedió murió
asimismo de viejo a los cincuenta años de nacer.
Primo de Rivera proporcionó a España siete años de paz—¡siempre la paz!—, durante los cuales tuvo
lugar un auge económico verdadero, pero no hizo reforma agraria alguna—Seguía en el fondo la propiedad
agraria constituyendo la base principal del régimen—y no consiguió nunca la colaboración de las juventudes, a
pesar de coincidir con la época de ía dictadura el momento en que aparece por primera vez en España una
conciencia juvenil operante, y a la que había precisamente que substraer al morbo disociador, antinacional y
negativo.
EL GOBIERNO DEL GENERAL BERENGUER
La dictadura militar fué substituida por el Gobierno del general Berenguer, lo que venía a significar un
intento de restaurar de nuevo la Restauración, en su signo antiguo, constitucional y ortodoxo. El fracaso fué
fulminante, irremediable. Sirvió para que a toda prisa, en una atmósfera liberal, propicia y suave, se organizara
la caída del régimen monárquico y su substitución por la República...
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