"Grande encarecimiento del poderío de la soberbia es, según pondera el gran Padre, que turbe más con sus nombres vanos y su pompa hechicera el seso de los magistrados representantes en la comedia de la vida, que el de los que para espectáculo representan en el teatro; pues estos en el vestuario de la farsa se desnudan con alegría las ropas y las coronas y los triunfos de que se adornan, conociendo lo que antes eran, y que lo que se vestían era representación que presto dejaría de ser; y aquellos llegan al vestuario de la muerte, donde desnudan la figura y máscara de su oficio, sin conocimiento de que son representantes desta comedia, que se acaba presto y que siempre se está acabando, en quien no hay número de jornadas ni actos ciertos: porque el fin della muchas veces se adelanta al empezar de la primera jornada, y otras veces no admite el principio de la segunda; y ningún personaje desta comedia sabe si saldrá de la primera escena, porque ven muchos que apenas mediaron el prólogo". Francisco de Quevedo, "Virtud militante".