"Si tomas mi consejo y el del Sabio, que dice: 'Mejor es ir a la casa donde hay lágrimas que a la del convite, y mejor es el día de la muerte que el del nacimiento', tú oirás de buena gana y buscarás las conversaciones donde se tratare de la muerte, y a solas no te acompañarás de otra cosa que de su memoria; y así verás que la mucha conversación en ella, como en otras cosas, será causa de menosprecio. Dichoso serás y sabio habrás sido si cuando la muerte venga no te quitare sino la vida solamente; que en los necios no sólo quita la vida, sino la confianza necia, el descuido bestial, el amor de las cosas temporales; todo lo cual habrás dejado tú antes, y así aliviarás mucho la postrera hora. ¡Dichoso aquel que en su fin da a la muerte lo que pide, y desdichado del que se defiende a ella, y la niega lo que la debe y ha de cobrar!". Francisco de Quevedo, "La cuna y la sepultura".