Pero, entonces, ¿cuál es la razón última por la que desde el negociado de derechas se instila el miedo contra los musulmanes? No puede ser, desde luego, la defensa de unas
tradiciones cristianas que han sido reducidas a escombros gracias a la imposición de una antropología compartida con el negociado de izquierda. Por el contrario, detrás de la islamofobia latente o rampante que se fomenta desde el negociado de derechas descubrimos el odio del hombre moderno hacia una civilización que, a diferencia de la occidental, no ha renegado todavía de sus raíces religiosas; una civilización que aún no está entregada por completo al materialismo, que defiende la institución familiar y repudia los caprichos de bragueta que aquí se atienden solícitamente. En definitiva, desde el negociado de derechas se promueve la islamofobia por la misma razón que desde el negociado de izquierdas se promueve el multiculturalismo: porque, aunque con estrategias distintas (el uno con un rodeo, el otro con un atajo), ambos combaten al mismo enemigo, que no es otro
sino la religión.
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