Se me presenta un poco flojo este señor al quedarse en el hecho nacional. Y es que, yendo más allá, y siguiendo la misma lógica, tampoco aceptaría que toda España invadiera el pequeño valle del que soy originario. Ni que lo invadiera la comarca vecina.
Es una cuestión de puro sentido común. Todo movimiento de población de unas dimensiones relativas capaces de distorsionar los equilibrios sociales establecidos en un ámbito han de ser mirados siempre con precaución.
Por ejemplo, hasta cierto punto veo con comprensión cierta reacción que pudiera haber en su día en regiones españolas prósperas económicamente que acogieron en poco tiempo importantes flujos de población procedentes del éxodo rural de otras regiones empobrecidas.
Otra cosa es que luego ideologías desleales utilizaran la circunstancia para buscar el cisma.
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