Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»
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Iniciado por
Rodrigo
Yo no tengo un gran interés en definir a Cataluña como nación, pero sí en reconocer su personalidad, que no debe ser patrimonio de los separatistas, que la han adulterado. Me parece incoherente, por ejemplo, que un españolista desprecie la lengua y costumbres catalanas. Los españolistas debemos ser los primeros en defenderlas y ponerlas de relieve.
Lo que no comparto en absoluto es que de algún modo Cataluña hubiese sido menos por haber sido condado (o condados) en lugar de reino, ya que Jaén, Granada o Valencia fueron reinos por haber sido antes taifas, y Cataluña, por contra, tiene la honra de haberse librado bien pronto del yugo sarraceno. Si Barcelona fue condado, es por haber dependido primero del Reino de Francia (o de los francos) y después del Reino de Aragón, pero no porque políticamente hubiese tenido menos relevancia o menos instituciones. Todo lo contrario: Cataluña, la Marca Hispánica, es, junto con Asturias, una de las cunas de España. España debe mucho a Cataluña. Por tanto, amar España es amar Cataluña y la catalanidad.
Coincido completamente con lo que expresas. Hace años tuve el placer de pasar varios veranos en la Cerdaña (Cerdanya), entre Puigcerdá y visitando Andorra. Gentes, pueblos, gastronomía, paisajes, lengua, todo me resultaba agradable y lo añoraba después cuando me volvía a los ruidos, atascos, contaminaciones varias, de "los madriles". Recuerdo la vuelta de un viaje a Italia, cuando traspasamos La Junquera, que me salió de dentro, "ya estamos en casa". Pero también, y con amargura, cuando un amigo catalán, más catalán imposible acorde con su nombre y apellidos, me invitó a participar con él en una excavación de unos dólmenes, y la administración correspondiente le denegó mi inclusión en la lista de participantes, "porque yo no era catalán".
Última edición por Valmadian; 23/02/2019 a las 21:23
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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