Estimado Feipe:
Por supuesto que todo el Magisterio, aún el más ordinario, merece todo nuestro asentimiento. El gran problema con el CVII es que, objetivamente, está infisionado de novedades que nada tienen que ver con la Tradición ni el desarrollo homogéneo del dogma-La nueva "doctrina" sobre la libertad religiosa es un claro ejemplo de ruptura- por consiguiente, es evidente que no constituye Magisterio. La misma Santa Sede se ha procupado de aclarar que lo único que obliga del CVII es aquello con asidero en la tradición. El problema es que el CVII contiene agregados a dicha Tradición, y que por constituir novedades-la Iglesia jamás ha enseñado novedades ni lo puede hacer-contradicen dicho Magisterio. Los mismos papas posconciliares han demostrado horror a ejercer su autoridad, nada han definido ni condenado imponiendo con toda la fuerza de San Pedro-como hicieran todos los Papas hasta SS Pío XII-. Es como si se avergonzaran del ministerior petrino.
Lo de la Sociedad San Juan María Vianey, es muy mal ejemplo. Mons. Rifán se vendió por una prelatura y han defeccionado en todos los puntos de defensa de la tradición. Y a aceptan herejías como el ecumenismo, la libertad religiosa, sin mencionar que asisten y han celebrado la "Misa" de Paulo VI. Las congregaciones agrupadas bajo Ecclesia Dei, constituyen un mosaico más dentro de la infinita y contradictiria variedad de la "Iglesia" posconciliar. Ni hablar de las mordazas y restricciones indignas que padecen.
Pero bueno, baste saber que el mismo Papa ha declarado que se requiere una hermeneútica del Concilio. Casi 50 años después!!. Por supuesto, los más avisados han advertido que aquello entraña pulverizar las doctrinas conciliares más celebradas por el mundo-Lo que celebra el mundo jamás puede ser bueno y el CVII ha sido el único Concilio celebrado por los enemigos de Cristo, no es difícil saber por qué-. En definitiva, incluso en la Santa Sede está fuera de discusión que el CVII, es decir sus documentos son discutibles, con ello su autoridad Magisterial que prácticamente anulada. Por supuesto eso no invalida los pontificados posconciliares, pues el Papa, pese a sus ideas personales sigue siendo el sucesor de Pedro y siempre cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, pero nada impide que le resista. Y esto en nada afecta la indefectibilidad de la Iglesia. Esta se vería afectada si, por un imposible, un papa pretendiera imponer una novedad con la autoridad de su Magisterio infalible, cosa que jamás sucederá. Pero lo que no sabemos es hasta que punto Nuestro Señor permitirá que llegue esta Pasión de la Iglesia que, siguiendo a Nuestro Divino Maestro debiese parecer morir. Y, por descontado, como siempre lo sostuvo Monseñor Lefebvre, de santa memoria, la solución sólo puede venir del Papa, de Roma. Pero, a Dios rogando y con el mazo dando.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
Marcadores