Y así ha sido. No obstante el carácter ecuménico, universal, no es sólo al alcance, sino a la sustancia del Concilio. Luego, la circunstancia particular de cada nación con respecto a la pérdida del Régimen de Cristiandad, España era el útlimo bastión, ha dado furtos diversos, pero la descristianización de Occidente es algo obvio.
Pues, no, y ahí están los datos históricos de seminarios, escuelas, familias, etc. En España el catolicismo era real y popular, como Dios manda. La incoherencia de ahora tiene su origen en las componendas doctrinales.
De pseudo, nada, la democracia es así. Y si alguien ha colaborado en traer ese nefando régimen antiteo han sido las autoridades de la Iglesia en España, auspiciadas, como bien dice el trabajo del prof. Gambra por las nuevas orientaciones del CVII.
Pues sí y no. Un edificio se viene abajo cuando se vuelan los pilares en los que se fundamenta. La doctrina católica es el pilar de la civilización occidental. Y el CVII dinamitó, "con bombas de relojería" la doctrina católica, y ya se se sabe: "sin Mí nada podéis". Esos valores cívicos y patrióticos, si antaño se dieron según la ley natural, hoy, debido a la naturaleza cada vez más corrompida, son imposibles sin la gracia de Cristo. Los "valores" (¡virtudes!) son efecto, no causa.
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