Por favor, Litus, estás hablando de limpieza étnica. Yo estoy a favor de que se haga justicia, y eso significa ajusticiar a los culpables, con pena de muerte conmutable en casos excepcionales por cadena perpetua a los que hayan matado o tramado atentados con muertes, y largas penas de cárcel para los cómplices y colaboradores. Pero que no paguen justos por pecadores, ni siquiera injustos que compartan sus creencias si no han participado en delitos de sangre o colaborado en ellos. ¿Qué es eso de hacer volar por los aires a los parientes de los asesinos? ¿Sabes tú si todos están de acuerdo con ellos siquiera? Y poner material radiactivo para que se mueran lentamente de cáncer... qué crueldad. Pues te advierto que la radiactividad tarda mucho en desaparecer, así que no sé cuándo se podría repoblar otra vez con patriotas. Esos exterminios solo sirven para generar más odio entre los supervivientes, por pocos que sean.

La verdadera solución es aplicar todo el rigor de la justicia (pero justicia de verdad, no de la que hay ahora) a los culpables, y reeducar al resto de la población, aunque sin duda tomará mucho tiempo reparar el daño que se lleva causado. Comprendo tu ira, pero no me parece una solución cristiana. Parece más propia de un Hitler o un Pol Pot, o de las autoridades sionistas de Israel, o de los sarracenos, Gengis Kan o qué sé yo.

Por lo que se refiere a la comparación entre el vasco y el andaluz, no sé si es muy acertada. Es cierto que el batúa es de ayer por la mañana, como quien dice. No tiene más de algunas décadas, y es algo desde luego forzado para la mayoría de los vascoparlantes, que eran poquísimos para empezar. Siempre había habido una serie de dialectos vascos, algunos bastantes diferentes entre sí. El andaluz es una variante fonética del castellano, por supuesto con giros y expresiones propios, pero ni siquiera llega a dialecto. Es más, la mayoría de los rasgos del andaluz están compartidos con el castellano de Canarias, el Caribe, la costa de Ecuador y Chile, tanto la fonética como palabras y expresiones repartidas en mayor o menor medida por Hispanoamérica. También dentro de la pronunciación andaluza-canario-americana hay elementos perfectamente admisibles en el habla culta (el seseo que compartimos en Andalucía, Canarias, América y Filipinas, entre otras cosas) y otros que son propios de gente de un nivel cultural bajo (como el ceceo de algunas comarcas rurales andaluzas). En todo caso, en los colegios siempre se nos enseñó castellano, y gramática y ortografía castellana. Andalucía siempre ha sido fecunda en buenos poetas y grandes escritores, y nunca han escrito otra cosa que castellano, aunque lógicamente emplearan palabras y expresiones locales, y salvo cuando han querido reproducir el habla de gentes sencillas del campo o de pueblo en una novela o en el teatro costumbrista de, por ejemplo los hermanos Álvarez Quintero, se han expresado siempre en un castellano impecable. El problema del vasco es que siempre fue una lengua de campesinos y marineros, por eso aunque hay canciones alegres nunca ha tenido literatura hasta tiempos muy recientes, y ha tenido que incorporar muchas palabras adaptadas del castellano para ponerse al día y llenar los muchos huecos que había. Por eso los grandes escritores vascos como Baroja o Unamuno (discutible este último en muchos aspectos pero al menos sabía escribir el hombre y conocía muchos idiomas, el vasco incluido) nunca quisieron escribir en vascuence porque se les quedaba chico. Pero es lo que yo siempre digo. Con esto de querer imponer los idiomas por narices, sea el vasco batúa en las ikastolas o lo que están haciendo los necionalistas en Cataluña, lo único que van a conseguir es que unas lenguas que hasta ahora tenían un carácter muy entrañable porque sus hablantes las utilizaban con su familia y sus amigos para situaciones de la vida diaria van a terminar por perder ese carácter entrañable y esa grata espontaneidad.