
Por favor, Litus, estás hablando de limpieza étnica. Yo estoy a favor de que se haga justicia, y eso significa ajusticiar a los culpables, con pena de muerte conmutable en casos excepcionales por cadena perpetua a los que hayan matado o tramado atentados con muertes, y largas penas de cárcel para los cómplices y colaboradores. Pero
que no paguen justos por pecadores, ni siquiera injustos que compartan sus creencias si no han participado en delitos de sangre o colaborado en ellos. ¿Qué es eso de hacer volar por los aires a los parientes de los asesinos? ¿Sabes tú si todos están de acuerdo con ellos siquiera?
La verdadera solución es aplicar todo el rigor de la justicia (pero justicia de verdad, no de la que hay ahora) a los culpables,
y reeducar al resto de la población, aunque sin duda tomará mucho tiempo reparar el daño que se lleva causado. Comprendo tu ira, pero no me parece una solución cristiana. Parece más propia de un Hitler o un Pol Pot, o de las autoridades sionistas de Israel, o de los sarracenos, Gengis Kan o qué sé yo.
El problema del vasco es que siempre fue una lengua de campesinos y marineros, por eso aunque hay canciones alegres nunca ha tenido literatura hasta tiempos muy recientes, y ha tenido que incorporar muchas palabras adaptadas del castellano para ponerse al día y llenar los muchos huecos que había. Por eso los grandes escritores vascos como Baroja o Unamuno (discutible este último en muchos aspectos pero al menos sabía escribir el hombre y conocía muchos idiomas, el vasco incluido) nunca quisieron escribir en vascuence porque se les quedaba chico. Pero es lo que yo siempre digo. Con esto de querer imponer los idiomas por narices, sea el vasco batúa en las ikastolas o lo que están haciendo los necionalistas en Cataluña, lo único que van a conseguir es que unas lenguas que hasta ahora tenían un carácter muy entrañable porque sus hablantes las utilizaban con su familia y sus amigos para situaciones de la vida diaria
van a terminar por perder ese carácter entrañable y esa grata espontaneidad.
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