Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

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DOBLE AGUILA
En cuanto a Torcuato, según he leído (y oído) a de la Cierva y Jesús Palacios, murió bastante preocupado y totalmente olvidado en Inglaterra dado el cariz que estaba tomando "su" democracia; a la que según parece, había que "repristinar".
Sobre las aportaciones de "de la Cierva" hay que mantener una cierta reserva. Por ejemplo, la descripción del entierro del Almirante Carrero que hace en su libro Tarancón al Paredón. El Búnker contra la apertura, editado por ARC Editores, nº 10 de la Cole., "Episodios Históricos de España", 1ª ed., 1996, no refleja exactamente algunas cuestiones. Achaca a base de descalificativos "ad hominen" toda clase de barrabasadas a quienes manifestaban su indignación, mencionando expresamente a los seguidores de Blas Piñar al cual, en cambio hasta pondera, mientras calla que la mayor parte de los insultos a Tarancón salieron de otros ámbitos ideológicos. Sale con la peregrina teoría de que en el entierro los asistentes no eran demasiados y guardaban un profundo y respetuoso silencio. Da la sensación de que no estuvo allí, desde luego no en primera fila ni en pleno núcleo de los acontecimientos, parece más bien hablar de memoria y de inspirarse en los documentales, empezando por el del NO-DO que, como es de suponer, metió la tijera oportunamente.
Y eso lo sé porque yo si estuve en pleno ajo. Entonces era casi un crío, pero formaba parte de las tropas que desfilaron allí. NO dice ni mu de que en los jardines de la Embajada de los EEUU había marines armados hasta los dientes. Tampoco que en las azoteas de las casas de Castellana se perfilaban francotiradores, que nosotros mismos desfilábamos con CETME en lugar de con el mauser, más decorativo que operativo, que llevábamos dos cargadores con un total de cuarenta municiones, y que teníamos instrucciones de esperar órdenes antes de abrir fuego si llegaba a ser preciso. Tampoco dice nada de que había un ambiente de histeria general entre los ¿100.000? asistentes, que generales y coroneles se nos echaron al cuello llorando mientras la multitud pedía a gritos la intervención del Ejército. No dice nada, se lo calla todo, pero la jornada fue de órdago a la grande y pudo haber pasado de todo.
Por eso yo al señor Ricardo de la Cierva siempre lo leo con suma reserva, pues quien hizo un cesto, hizo ciento, y habría que fijarse en otros muchos temas para comprobar no ya quécuenta, sino más bien cómo lo cuenta.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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