Lo de Carrero (Q.E.P.D.) jamás se sabrá, algo parecido al asesinato de Kennedy (salvando las distancias).
Lo de Carrero (Q.E.P.D.) jamás se sabrá, algo parecido al asesinato de Kennedy (salvando las distancias).
"De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"
Pienso que Carrero Blanco no hubiese cambiado demasiado la deriva partitocrática del Régimen. No hubiese estado de acuerdo, pero por encima de todo estaba esa lealtad absurda a Juan Carlos, del que fue uno de sus principales valedores. Acataria las órdenes del heredero de Franco y se retiraría a un discreto segundo plano. Su presencia simbólica quizás hubiese retrasado un pelín muchas aberraciones, pero ni por asomo hubiese liderado ningún movimiento antisistema del estilo de Fuerza Nueva.
Pese a todo son muy notables sus obras sobre históricos y sobre la guerra en la mar. Sus escritos políticos (bajo el pseudónimo de Juan de la Cosa) muestran las carencias y contradicciones de las derechas alfonsinas.
Totalmente de acuerdo. La figura de Carrero se ha mitificado y se ha convertido en símbolo de lo que nunca fue gracias al postfranquismo que lo idealizaba para exculpar la herencia franquista: el sistema actual. Facilitó la invasión de los tecnócratas y fue enemigo declarado del sector falangista, la destitución de Elola Olaso, la disolución del FJ y una labor de zapa al tradicionalismo.
Todo eso no impide detestar la vileza e injusticia de su asesinato. En el plano militar todo un aventajado, las flotas estadounidenses utilizan sus tácticas (portaviones y escolta de fragatas).
Memento mori.
EXPEDIENTES JoanFliz X: CIA en España elimina a Carrero Blanco
Moscú acusa a la CIA del asesinato de Carrero Blanco
Moscú acusa a la CIA del asesinato de Carrero Blanco · ELPAÍS.com
"La CIA ha hecho en España lo que ha querido desde los tiempos de Franco"... y también con Zapatero
Paz Digital - "La CIA ha hecho en Espaa lo que ha querido desde los tiempos de Franco"... y tambin con Zapatero
Lo que afirma Villores es muy cierto, ¡que duda cabe ! Simplemente nosotros respetamos en Carrero su lealtad, virtud rara en aquellos y en estos tiempos. También admiramos su profesionalidad militar. Recuerdo haber leido el memorandum que presentó a Franco (encargado por el propio Caudillo) sobre la posibilidad y conveniencia de que España entrara en guerra al lado del Eje. Las observaciones y reflexiones del Almirante, exentas de toda influencia ideológica y centradas únicamente en una visión estratégica de conjunto, son de una exactitud técnica y una clarividencia política extraordinarias. Los hechos posteriores le dieron la razón. Además, desde su ferviente catolicismo, era un convencido conocedor de la trama conspiratoria de la masonería y del papel preponderante que en esa trama tenía el judaísmo rabínico. Me parece recordar que trató sobre esto útmimo en algunos de sus escritos.
Por supuesto que la ETA fue el brazo criminal, pero de que había "algo más" detrás de aquella barbarie, tampoco cabe duda alguna.
Si Carrero fue el "instigador" de la concesión de nacionalidad española a los sefarditas, la verdad es que no lo se. En caso de tal cosa fuera cierta, te agradecría una prueba documental porque sería de gran interés histórico este dato. Si fue así, cabría suponer que, pragmático como era (al igual que el Caudillo) considerara beneficioso que "ciertos" sefarditas -y no "cualquier" sefardita- se integraran en la comunidad hispánica por el interés político y económico que tal cosa reportaría al Régimen, en primer lugar para "quedar bien" con las democracias vencedoras y en segundo lugar por la aportación de capital de ciertas empresas industriales como la Hispano Suiza, con un buen accionariado sefardita. También habría un factor, digamos sentimental, como señal de agradecimiento a ciertas familias judías de Xauen que habían ayudado al Alzamiento en las horas cruciales de la rebelión militar.
Existe un Decreto Ley de 29 de Diciembre de 1948 por el que se reconoce la condición de súbditos españoles en el extranjero a las familias sefardíes incluídas en el canje de notas con Grecia y Egipto. El estudio de ese decreto podría aclarar algo más las cosas a este respecto.
El conocido judío español Jorge Trías Segnier, militante y diputado del PP, pronunció en el Museo Sefardita de Toledo una conferencia sobre este asunto el 1 de Septiembre de este año, que es muy interesante conocer por los datos que aporta en este sentido (accesible en Internet, blog del citado abogado judío)
Fragmento de una miniserie que proyectó TVE hace unos días, y que anoche mismo visualicé por internet en la web de RTVE a la Carta, de la que destaco este pequeño fragmento titulado "¿Quién estuvo detrás del atentado de Carrrero?". Para quienes deseen ver el programa completo (está elaborado en un formato narrativo de ficción televisiva), he pegado mas abajo los enlaces correspondientes a los dos capítulos.
¿Quién estuvo detrás del atentado?
El asesinato de Carrero Blanco, Capítulo 0, El asesinato de Carrero Blanco - ¿Quién estuvo detrás del atentado? - RTVE.es A la Carta
miniserie completa:
______________________________________________________
- 1:12:49 - pasado lunes
- vídeo
El asesinato de Carrero Blanco - Capítulo 1
¿Qué habría hecho Carrero Blanco de sobrevivir a Franco?
-Carmen Franco, la hija del Generalísimo, reveló lo siguiente en Franco, mi padre:
Carrero era una persona que además no habría continuado después de la muerte de mi padre. (...) Yo con Carrero sí hablé alguna vez y él decía que [habría dimitido] inmediatamente, que él había servido a mi padre, pero que el príncipe de España, como le llamaban, el príncipe Juan Carlos necesitaba otra gente totalmente diferente a él. (...) Que no era la persona adecuada. Que el príncipe necesitaba una persona totalmente suya, no anterior.
-El ex ministro José Utrera Molina escribió en sus memorias, Sin cambiar de bandera, que el príncipe había arrancado a Carrero la promesa de dimitir con apelaciones a su lealtad:
Cuando escuché de labios de la duquesa de Franco esta referencia que Carrero, al parecer arrepentido, le dio, me quedé consternado. Meses después de su toma de posesión, el almirante tuvo una audiencia con el entonces Príncipe de España, quien le pidió que, si se producía el fallecimiento de Franco, esperaba de su lealtad la presentación de su renuncia. Carrero accedió. Lo que Franco consideró atado y bien atado, de hecho quedó roto.
-En la biografía que le escribió José Luis de Vilallonga, el rey Juan Carlos se confesó de la siguiente manera:
Pienso que Carrero no hubiese estado en absoluto de acuerdo con lo que yo me proponía hacer. Pero no creo que se hubiese opuesto abiertamente a la voluntad del Rey. Simplemente, hubiese dimitido.
-José Miguel Ortí Bordás, que fue jefe nacional del SEU y subsecretario de Gobernación (1976-1977), da la siguiente opinión en sus memorias, La Transición desde dentro:
Carrero era un político inmovilista, que no estaba hecho para volar solo ni para adoptar decisiones trascendentales y que carecía de visión de futuro, pero Carrero era, ante todo y sobre todo, un militar, incapaz de oponerse a la orden de un superior. Jamás Carrero se hubiese permitido a sí mismo desatender no ya una orden, sino una mera indicación o sugerencia del jefe de las Fuerzas Armadas. De manera que soy de la opinión de que Carrero hubiese dimitido como presidente del Gobierno tan pronto el Rey se lo hubiese solicitado, sin oponer la menor resistencia y sin protesta alguna, con lo que hubiera quedado expedito y completamente libre para el Rey el camino de la reforma y de la democracia.
-En sus Apuntes de un condenado por el 23-F, el coronel José Ignacio San Martín, jefe del Seced (Servicio Central de Documentación), aporta un punto de vista militar sobre el estatus de Carrero en las Fuerzas Armadas: Además, no era un militar en activo. (...) En mi opinión, el Rey no hubiera mantenido a Carrero al frente del Gobierno, y aunque el almirante, en uso legítimo de sus derechos, hubiera querido agotar sus cinco años de mandato, se habría visto obligado a dimitir, porque le habrían faltado apoyos, incluso de las Fuerzas Armadas, cuyos mandos se habían identificado con el Soberano. En resumen, ni siquiera habría presidido el primer Gobierno de la Monarquía.
FNFF.- ¿Qué habría hecho Carrero Blanco de sobrevivir a Franco?
Osea, que de acuerdo a todos los que le conocían, Carrero Blanco habría obedecido cualquier cosa sin importar qué y se habría quedado mirando sin hacer ni decir nada en ningún caso. Vamos, como todos los demás en nuestro ejército de panolis y mentecatos robóticos. La única excepción conocida, Camilo Menéndez y su "por encima de la disciplina está el honor".
Tenga usted 40 años de gobierno militar para acabar con este ejército de "leales".
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Pues sí... Sinceramente, he traído aquí este artículo no precisamente porque me resulte agradable su lectura, sino por una cuestión de honestidad. En muchas ocasiones he mantenido alguna que otra discusión cruzada por algún que otro forero sobre este tema del "atado y bien atado" que dijo el Caudillo, y ahora veo que, tal y como me decían algunos foreros, y mas omenos como dice el ex ministro D. José Utrera Molina, todo aquello que "Franco consideró atado y bien atado, de hecho quedó roto" o jamás lo había estado.
Ahora bien, entonces, de ser ciertos todos estos testimonios de personas tan próximas a Carrero (cosa que no dudo), ¿por qué la Cïa y los poderes ocultos se tomaron tanto trabajo en asesinarle?. El documental que ha realizado TVE, dentro de haber estado realizado en un formato de ficción basado en hechos reales, es bastante explícito en esta cuestión... ¿Si Carrero hubiera sido tan obediente a Juan Carlos, hasta el nivel incluso de haber presentado su dimisión, tal y como dice hoy en día la hija de Franco, por saberse una persona "inadecuada" para los planes que tenía juancarlitos... para qué ese horrible atentado?. Hay cosas que todavía no comprendo. Me parece casi mas coherente con la imágen que yo tengo de este caso, la que presenta la versión televisiva que todos estos testimonios. Aún así, me ha parecido de justicia publicarlos.
Un saludo en Xto.
______________________________________________
P.D.: Lo que sí constato, a juzgar por los niveles de audiencia que tuvo esa noche la 1 de TVE, es que todavía ese tema sigue conscitando muchísimo interés en España:
La miniserie del asesinato de Carrero Blanco devuelve el liderazgo a «La 1» - ABC.es
En esta misma web de la FNFF, también han publicado este otro artículo que mantine una tesis distintas al anterior. En uno de sus primero párrafos ya comienza por decirse que "...a ninguna persona medianamente informada le puede quedar la duda de que con el Almirante Carrero Blanco vivo, la 'ejemplar transición democrática' española, como muchas veces se la denomina, hubiera sido francamente distinta de la que fue...":
http://www.fnff.es/El_Magnicidio_de_...anco_792_c.htm
Última edición por jasarhez; 02/01/2013 a las 20:03
Retomo este hilo con dos artículos de relevantes políticos de la época, escritos en el aniversario (1974) de su asesinato. Nótese el tono conciliador y la visión transicionista y aperturista que ambos proyectan sobre Carrero y sobre la España de entonces.
El primer artículo es de Torcuato Fdez Miranda:
EMPEZAR A COMPRENDERLE...
“Es lógico que en el aniversario del brutal asesinato que segó su vida, nos acerquemos al recuerdo e intentemos traer a la memoria la nobilísima figura del presidente Carrero Blanco; acepto, por ello, como un honor la invitación que me hace «La Vanguardia».
Es todavía muy pronto para poder comprender lo que fue la vida del almirante en la Historia de España. La Presidencia del Gobierno duró seis meses y sólo mostró la quilla emergente de un gran submarino, que durante lustros permaneció en una curiosa e incitante semisombra, llena de mesura, sencillez y modestia, que contribuyó mucho a la eficacia de su labor, pero también al desconocimiento de su verdadera valía. A Carrero sólo puede entendérsele en función de su simbiosis con el Caudillo, treinta y dos años a su lado; desde una personalidad celada, pero vigorosa; en la sombra de la lealtad; eficacísima, llena de prudencia y colmada de sagacidad. No es fácil captar la realidad de una persona así, y se tardará en comprenderle en su talla insólita de gran político.
Sólo se puede vivir como él vivió si se posee una personalidad recia y propia, que en el servicio entregado de la persona a quien sirvió lejos de anularse se afianzó. Sólo entendiendo a la par la gigantesca figura histórica del Caudillo y la recia personalidad de Carrero, se podrá ver la dimensión histórica de ambos y alcanzar el sentido de la vida de éste. Bajo la sombra del Caudillo se forjó una de las biografías políticas más recia, personal y propia. Es esto, entre otras muchas cosas, lo que tendrá que ver la historia, si se quiere ver lo que ha sido este hombre, en más de una ocasión mal comprendido.
Su manera de ser le llevó a irritar con frecuencia a la clase política y no se cuidó del contrapunto de la publicidad de su figura ante el pueblo, pues rara vez se adelantó, y nunca de buen grado, a las candilejas de la popularidad. Diríase que hizo suyo el pensamiento de José Antonio: el político de temple nunca dudará en la opción entre la popularidad y el servicio a su pueblo, elegirá siempre a éste.
Su personalidad, llena de una gran complejidad de resortes, desorientaba a quienes se precipitaban en el juicio fácil, suficiente o irritado. Parecía a veces dudar demasiado, no decidirse, cuidar de acentuar su posición subordinada, de continuar con excesos su paciencia o acariciar su perplejidad; se llegó a decir que le costaba trabajo mandar; y pocos hombres ha habido tan seguros de sí, tan claros en sus ideas y propósitos, tan duros en el momento de la personalidad, tan flexibles en la espera, el aguante o la resistencia ante las situaciones adversas; entonces diríase que la certeza de la responsabilidad le daba fuerza y que sabía que la seguridad en que descansaba no le faltaría. Fue, antes que nada, la lealtad encarnada servida desde una gran mesura, con fortaleza hecha de paciencia, desde una acción a tempo exacto hecha de prudencia y sagacidad. Logró desde sí y sus cualidades la confianza inmarcesible de Franco en cuyo servicio vivió toda una vigorosa vida política. No se entenderá la figura de Carrero mientras no se vea su vida como absorbida por Franco y no obstante vivida con personalidad recia e indomable.
Lo que él hizo, cómo lo hizo, con qué entrega y con cuán grande peculiaridad personal, es un ejemplo de hacer y vivir políticos que urge empezar a poner en claro; España necesita saber con exactitud la lección viva de Carrero, pues no está sobrada de lecciones como las que se desprenden de esa vida, la vida de nuestro capitán de la Armada y duque de Carrero Blanco. Una lección de sosiego, prudencia y sagacidad, de renuncia, entrega y servicio en la lealtad total, con el vigor y fuerza en el ejercicio de la veracidad que no lo hacía cómodo en su servicio, pero sí seguro por su lealtad sin fisuras.
Con frecuencia se ha dicho que Carrero Blanco era un hombre de principios; ésta es sólo una verdad a medias, fácil para inducir a nuevos errores sobre él. Era, sí, un hombre de principios, pero era antes un hombre de honor. Entre quien se guía sólo por principios y quien se guía por honor hay una diferencia quizá sutil, pero muy profunda y sustancial. La que media entre la rigidez y la fortaleza, entre la presunción y la magnanimidad. El hombre de honor posee aquel talante que le hace ser pronto a comprender lo que cada situación exige y estar abierto a la ayuda que los demás pueden prestarle; lo cual le cura de toda rigidez o puritanismo de principio. La compleja personalidad del presidente Carrero Blanco parecía haberse forjado paso a paso, en la meditación de aquellos versos de Hesíodo en los «Trabajos y Días»:
El mejor es el que por sí solo comprende todas las cosas,
es noble quien obedece al que aconseja bien,
el que ni comprende por sí, ni escucha a otro es un hombre inútil.
Bien está, ¿está bien?, que en vida de Carrero muchos no hayan querido o podido comprenderle. Es hora de comenzar de veras su homenaje. A mí sólo uno me parece digno de él: empezar a comprenderle. Frente a él hay una doble injusticia: quienes siguen sin querer comprenderle, y quienes parecen querer utilizarle. Sólo comprenderle, es digno homenaje para él: empezar a dibujar en sus líneas verdaderas, complejas y humanas, con luces y sombras, la grandeza de una recia personalidad española que no merece seguir viviendo como recuerdo, en la semisombra que él aceptó en vida por servicio en su lealtad, sino en la memoria de su figura completa y entera. En la memoria viva de los españoles, memoria de la Patria.”
Torcuato FERNANDEZ-MIRANDA, ex vicepresidente del Gobierno, Diciembre de 1974
Última edición por ALACRAN; 23/03/2017 a las 13:30
“España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.
A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)
Artículo de López Rodó, haciendo de Carrero Blanco la pieza clave para la "anhelada" Transición y para el fortalecimiento de Juan Carlos
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE UN GOBERNANTE EJEMPLAR
“El almirante Carrero era una pieza singular de la magna estrategia institucional de Franco. Pese a su personal modestia, a su repugnancia a la ostentación y a la publicidad, o quizá por esas cualidades, le incumbía la misión histórica de ser el engranaje que articulara el presente con el futuro.
Tenía las condiciones idóneas para esa delicada tarea. Ningún otro político permaneció tanto tiempo al lado del Jefe del Estado. Ninguno estuvo más compenetrado con su obra. Los treinta y tantos años de colaboración inmediata con Franco, el haber sido observador directo y aun actor principal en muchas ocasiones, de los hechos más sobresalientes de un período pródigo en acontecimientos y cambios, tanto en la vida española como en la mundial, el conocimiento y trato de personas relevantes de distintos ámbitos y en muy diferentes momentos, le proporcionaron una experiencia irreemplazable. A lo largo de su trayectoria pública, tuvo no escasas oportunidades de enjuiciar los distintos problemas con los que España se enfrentaba.
Desde la perspectiva de este diciembre de 1974, es fácil comprender el gran acierto que supuso mantener a España fuera de la II Guerra Mundial resistiendo —como él mismo afirmó en un discurso— a «las instigaciones de dentro que no faltaron, pues no pocos creyeron en 1941 que era el momento de encaramarse al carro del vencedor». Siendo jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, se manifestó, contra corriente, a favor de la neutralidad, sin dejarse llevar de brillantes fantasías ni de apasionamientos bisoños, fundando su opinión en un análisis concienzudo de visión clara del curso previsible de los acontecimientos, y prudencia y sentido común para no aconsejar que el país se embarcase en aventuras que certeramente consideró condenadas al fracaso.
Esas cualidades se reforzaron con los años. Las claves de su manera de servir a España se aprecian muy especialmente en su callada y eficaz participación en la tarea de construir un nuevo Estado a partir del montón de escombros que era la España rota de 1939. El proceso institucional no ha sido corto ni ha estado libre de dificultades. Hubo de ir sorteando escollo tras escollo y, en esa navegación, el almirante Carrero dejó constancia de sus firmes convicciones políticas. Hubo de oponerse a extremismos de distinto signo, empezando por los intentos de mimetismo totalitario de los primeros —y no tan primeros— tiempos. En más de una ocasión le oí comentar el desatino de actitudes extremistas dentro del Régimen, a pesar de la buena fe de quienes las adoptasen porque —son aproximadamente sus palabras— nos llevarían a un golpe militar que equivaldría a empezar de nuevo, ¡pero sin Franco!
Hito fundamental de esta conformación del Estado orientada hacia el futuro, fue la designación del Príncipe de España comió sucesor a título de rey. La decisión sucesoria prudentemente prevista por Franco y hacia la que se encaminó de forma gradual y con paso firme, encontró también no pocos obstáculos e incomprensiones. Hasta la misma víspera del 22 de julio de 1969 no faltaron quienes alentaban a diversos pretendientes en contra de la legalidad constitucional, jugando la carta de personas carentes de la nacionalidad española, que es uno de los requisitos establecidos en la Ley de Sucesión. Tampoco faltaron los regencialistas, que pretendían erigir en sistema político lo que no es más que una figura supletoria, una excepción momentánea al orden regular de sucesión. Frente a unos y otros, el almirante Carrero adoptó siempre una actitud contundente, exenta de oportunismos, ambigüedades y dobleces.
Ahora que el Príncipe de España es el símbolo de un futuro libre de la ansiedad del «¿Qué pasará después de Franco?», no es difícil la adhesión a don Juan Carlos. Pero esto no siempre fue así de natural. El almirante Carrero colaboró decisivamente desde un principio a que el designio de Franco se hiciera realidad, dejando en la cuneta del camino la situación bélica y sus posibles derivaciones.
En circunstancias fáciles y menos fáciles se dirigió al país a través de las instituciones. No acudió a las Cortes y al Consejo Nacional a hacer recuento de éxitos y aciertos, sino a exponer con objetividad la situación política y económica, sin ocultar los problemas ni las dificultades detrás del fogonazo de rutilantes discursos. Pero tanto como sus palabras —prosa limpia y tersa—, sus hechos inequívocos y consecuentes con sus convicciones, respaldarán el juicio que la historia emita sobre sus «servicios al Estado».
El almirante Carrero tenía por vocación el hábito de los horizontes amplios de la mar. En las cubiertas de los barcos hay que afirmar el paso. Parece como si hubiese trasladado por instinto ese modo de caminar seguro a los asuntos de Gobierno que le ocuparon la mayor parte de su vida. Enemigo de piruetas y verbalismos, era consciente de que no deben hacerse experimentos a costa del pueblo. Con toda la falibilidad que acompaña siempre al hombre, puede afirmarse que no falló en las opciones políticas fundamentales de lo que ha constituido la andadura del Estado a lo largo de un tercio de siglo.
La misión histórica de Carrero quedó truncada brutalmente el 20 de diciembre de hace un año, en el preciso día en que se iba a dar el paso definitivo para la regulación del derecho de participación política de los españoles a través de las asociaciones y del proceso electoral. El encarnaba la seguridad de la transición. El blanco fue certeramente elegido por sus asesinos. Afortunadamente, las previsiones legales están claras y la sucesión se producirá en su día sin traumas ni convulsiones, haciendo vano el intento de los autores del magnicidio. Pero es indudable que algo insustituible se quebró sin remedio con su muerte. Como si al abrir su vida a la eternidad, se hubiese evaporado la serena sensación de confianza que su acusada personalidad irradiaba al país.
Para alejar toda sombra de vacilación o de duda en la solidez de nuestro sistema institucional, para mantener una fe esperanzada en el futuro de España, la evocación de la figura del almirante Carrero es un benéfico acicate. Sólo por eso vale ya la pena mirar hacia el pasado. Su ejemplaridad de gobernante, por encima de partidismos, de atolondramientos e improvisaciones, de provechos personales y de popularidades efímeras, constituye una gran lección política de valor permanente.
Laureano LÓPEZ RODO
http://hemeroteca-paginas.lavanguard...741220-009.pdf
Última edición por ALACRAN; 23/03/2017 a las 13:28
“España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.
A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)
En eso que se suele decir de estar leyéndose el pensamiento y que no es otra cosa que casualidad, ayer estuve viendo este NO-DO sobre la muerte de Carrero:
https://www.youtube.com/watch?v=jE7C7EAqMHo
Ciertamente era un hombre para la "apertura" del Régimen, pero no es lo mismo que "traición", la llevada a cabo por Suárez y su camarilla por encargo de quien todos sabemos. Con Luis Carrero las cosas hubiesen sido diferentes actuando sobre el mismo país y para dar una salida, al tiempo que continuidad sin rupturismos. Cualquier persona con dos dedos de frente y a ser posible con un mínimo sentido común, podía entender que una vez muerto Franco, el franquismo como corriente personal de él no tendría continuidad. Pasa en cualquier casa, dentro de cualquier familia, cuando fallece el padre y la madre y los hijos han de rehacer la vida, ¿cómo se procede, reordenando o terminando todos a bofetadas? El franquismo fue una necesidad histórica ante una emergencia nacional de proporciones apocalípticas, pero una vez lograda la calma procedía a la transición, no a una nueva debacle. Hoy en el Código Penal está incorporada como figura delictiva el odio. En mi opinión no se pueden legislar los sentimientos, eso es propio de tiranías totalitaristas, pero ya que está se debería pensar que la mayor fábrica de odio ha sido la llamada "Ley para la Memoria Histórica" que tiene un inductor bien identificado e identificable, y no digo autor intelectual porque la cortedad del susodicho es tan manifiesta que dudo mucho que no haya sido un simple instrumento en las zarpas de otros. Con dicha ley se ha vuelto a abrir la "Caja de Pandora" al completo en una España que todavía estaba convaleciente, y cuyos resultados son absolutamente impredecibles, pues puede pasar de todo, repetir el "31", repetir el "36" o recrear el "39". Y no como alternativas, sino como sucesión de acontecimientos. Se ha hecho todo lo posible por borrar la Historia, ahora hay que pensar en reescribirla.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores