Revista FUERZA NUEVA, nº 509, 9-Oct-1976
A mayor democracia, mayor indignidad
Luis María Ansón, otrora correligionario mío, y por cierto, juanista como otros muchos, me ha defraudado con sus ideas liberales y democráticas. Elogiando la reforma democrática que va a realizar el presidente Suárez, se lamentaba de que los comunistas sean los únicos de la «oposición» que no aceptaban el plan reformista del Gobierno.
Ansón —como todo el mundo sabe, desde aquel famoso artículo— elogiaba la iniciativa de S. M. el Rey de haber entregado el Gobierno a la mayoría silenciosa que no hizo la guerra. Ansón llamaba al asesino de Paracuellos y a la Pasionaria momias (en esto estoy totalmente de acuerdo), pero ha tenido el mal gusto de llamar momias a los patricios monárquicos José Calvo Sotelo y Víctor Pradera.
Por lo pronto las comparaciones son odiosas y ofensivas, pero lo que nunca puede pensarse es que un escritor (¿monárquico?) como Ansón, se haya permitido escribir que Calvo Sotelo y Pradera son dos momias, cuando no hace mucho tiempo ambos eran ídolos de Luis María Ansón.
Es una ofensa que se hace a estos dos mártires que dieron su vida por Dios y por España, y lo peor del caso es compararlo con dos asesinos ateos y marxistas.
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Flaco servicio ha prestado Ansón a la Monarquía, y al Rey, y a don Juan de Borbón. Ansón ha olvidado que don Juan de Borbón, al enterarse de la noticia del vil asesinato de Calvo Sotelo, cruzó la frontera dispuesto a destruir a todos los rojos, y , llegó vestido con boina roja, mono azul con el yugo y las flechas y con los colores nacionales; olvida Ansón que don Juan de Borbón se ofreció al Generalísimo para luchar contra el comunismo, y que don Juan les llamaba rojos a lo que ahora Ansón y otros juanistas llaman republicanos.
Ansón ha perdido la memoria, y mala cosa es para un escritor.
Otra perogrullada de Ansón es decir que el comunismo necesita figuras jóvenes, líderes nuevos, y citaba a Tamames y a Sartorius. Escribía Ansón que con ellos se puede establecer un diálogo.
El error es mayúsculo. Tamames, como Sartorius o Camacho, son tan peligrosos como el asesino de Paracuellos y la Pasionaria. Los comunistas no respetan los pactos. Los comunistas sólo saben pegar tiros por la espalda y en la nuca.
Nada de diálogo con los comunistas, ni con los jóvenes, ni con los viejos. Lo que hay que hacer con ellos es ponerlos de patitas en la frontera; igualmente hay que hacer con los socialistas y con otros hijos de la nefasta Revolución francesa.
Desde estas líneas vaya mi desprecio para los que se dicen monárquicos (que no lo son) y que pactan con nuestros enemigos, que son los enemigos del 18 de Julio. A mayor democracia, mayores groserías e indignidades tenemos que sufrir.
CHILTON
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