Re: Pruebas de que la Tierra es joven

Iniciado por
Felipe
La Iglesia nunca ha enseñado que la Biblia deba ser leída como si se tratara de un documento científico o que hubiera que encontrar en todas sus expresiones el rigor científico. La encíclica Divino Afflante Spiritu de Pío XII traza unas normas hermenéuticas para la correcta interpretación de la Sagrada Escritura. La Pontificia Comisión Bíblica, cuando era un órgano de la Santa Sede de carácter magisterial, señaló algunas reglas importantes para una adecuada lectura de la Biblia. Por ejemplo:
Por lo tanto, un católico es libre de defender la hipótesis de una Tierra antigua así como la teoría de una Tierra joven sin que ello comporte un perjuicio para su fe.
Tachar al Concilio Vaticano II de conciábulo es una acusación grave. Si alguien niega la ecumenicidad y validez del Vaticano II con el mismo argumento podría uno negar la validez del Concilio de Trento, de Nicea, etc. Yo me considero católico tradicional, niego la teoría de la evolución, acato la moral de la Iglesia rigurosamente, amo la liturgia tanto en su forma ordinaria como extraordinaria, valoro mucho más positivamente la éxegesis bíblica preconciliar que la postconciliar, etc. etc. ¿Por qué va a ser el CVII un obstáculo para vivir íntegramente la fe católica?.
Felipe, en lo primero no tengo nada que objetar: ciertamente la Biblia no es un libro de ciencia, pero lo que dice en la misma es verdadero. Sólo faltaría saber si el Génesis se lo debe interpretar como metáfora o literalmente.
Puede ser libre un católico de defender la hipótesis de la Tierra antigua, pero no hay razón para rechazar la hipótesis de la Tierra joven, por la razón que expliqué anteriormente.
Sobre lo segundo; yo no fui el que lo taché así, sino que el mismo CV2 se auto-denominó pastoral. Véalo usted mismo. Si un "concilio" se define como "pastoral" (y NO dogmático), ¿cómo debemos llamarlo?
Saludos en Cristo.
“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos para la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos para la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la resolución de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con que los Cruzados marcharon sobre Jerusalén. Porque si nuestros mayores supieron morir para reconquistar el Sepulcro de Cristo, ¿cómo no vamos a querer nosotros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador, es decir, su reinado sobre las almas y sobre la sociedad, que Él creó y salvó para amarlo eternamente?”.
Plinio Corrêa de Oliveira.
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