Re: Luna cincuenta años después
No obstante, y dado que siempre que se escribe sobre ciertos temas da la impresión de que aparece invariablemente la sospecha de qué se perseguirá con ello, voy a exponer brevemente una idea, a ver si así se concretan un poco las cosas. En este país tan dado al maniqueismo más burdo por manifiesto y evidente, siempre le duelen los defectos ajenos, pero jamás los propios y así nos va naturalmente y como no puede ser de otro modo. De manera que hablemos de conspiraciones.
Que hay una conspiración, es algo indudable, pero es la del NOM, una conspiración moral e ideológica que se está llevando a cabo mediante ingeniería social y económica, y eso no tiene nada que ver con la NASA y sus misiones espaciales, ni con el Apolo 11, ni con siquiera los partidarios del evolucionismo que están a otras cosas, como la de rellenar huecos de cientos de millones de años. No les preocupan a los que manejan los hilos del tajo que las gentes estén entretenidas en mil cuestiones menores o intrascendentes, mientras lo estén. Tampoco les importa un cochino bledo que haya un 6% de americanos conspiracionistas de todo lo conspirable y más, sobretodo si son conspiracionistas de un dólar en el bolsillo y no manejan magnitudes peligrosas, y trasládese esto mismo a los conspiracionistas de un euro, o a los de de China, Rusia, o en toda Hispanoamérica.
Y en dicha conspiración real del NOM hay judíos, si muchos, y negros, y chinos, y de todas partes del mundo, incluida España, con sus clubs Bildelberg y similares, pero ello no quita para que, en efecto, no haya campos en los que al menos uno se pueda olvidar de la sombra de semejante amenaza. Es como cuando alguien se va a dar una vuelta, o pasar unos días, a algún paraje boscoso en el que da la sensación de que el Estado con su vigilancia, sus impuestos, sus sanciones, su poder coactivo, etc., no llega. Sólo es la sensación, es decir, es la sensación de la libertad. Pero es una imagen falsa que se demuestra en cuanto ese alguien sale del escenario de bosque encantado con sus hadas y enanitos imaginarios.
Porque hasta con las exigencias manifestadas en los textos reproducidos más arriba de figuras del tradicionalismo hispano, resulta que la realidad nos devuelve a lo feo, vamos tan feo y horrible que se comprueba que hasta en la propia Iglesia muchos se han unido al NOM y, desde luego, sin la Cruz, cuándo ésta es el único símbolo de esa misma Iglesia Católica y Romana. Quedan exculpados los señores como el bueno de Santa Cruz porque no les ha tocado vivir ya en estos tiempos, aunque ya en los suyos se adivinaba algo siniestro en el horizonte.
No ha habido ninguna conspiración en las misiones tripuladas a la Luna, eso es un invento de los conspiracionistas que, además, en su mayor parte no sabrían hacer una simple raíz cuadrada. No hay una conspiración satánica en los OVNIS, de los que sólo se sabe que apenas un cinco por ciento no cuentan con una explicación racional "natural", y que del mismo modo que los conspiracionistas sedevacantistas" siempre afirman que dichos "objetos" (está por demostrar que sean eso, objetos) están tripulados por demonios, algo que deberían demostrar de alguna forma que no sea la simple opinión de un "ilustrado paranoico", se les podría oponer ¿y por qué no tripulados por ángeles? ¿acaso ya en la Biblia, recurso habitual de los conspiracionistas, no se indica algo en tal sentido y, en cambio, no aparece nada en relación con seres diabólicos?
El conspiracionismo va ligado a nuestro tiempo tan proclive a ver de todo en todas partes, quizás por aquello de que el hombre necesita de emociones fuertes y empresas en las que comprometerse en lugar de estar repantingado en su sofá mirando esa caja tonta, o aporreando un teclado de ordenador, tal como hago yo ahora mismo. Pues empresas de gran calado todavía quedan: ayudar al prójimo en sus necesidades, irse a lugares del Tercer Mundo durante las vacaciones para echar una mano en cavar un pozo, o levantar un granero. O tal vez, simplemente, ir a jugar con los "negritos, chinitos e inditos", y llevarles caramelos y juguetes. También se puede ser voluntario en la enseñanza, o en la salud. Y si se prefieren otras actividades, por ejemplo se puede ir a recoger porquerías que otros dejan en las playas, y no digamos ayudar a quitar esas islas de plásticos en los océanos. Pero, tal vez, la mayor aventura, llena de peligros y emociones, sea la de ir a evangelizar sobretodo en ciertos países. A ese tipo de personas no se les ocurre ningún tipo de conspiracionismo, seguro que es porque no tienen tiempo, ni ganas.
Última edición por Valmadian; 22/07/2019 a las 13:40
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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