José Antonio Ureta
Las cinco imposturas pseudosinodales del camino alemán
El camino sinodal emprendido por la Conferencia Episcopal Alemana se desvía
radicalmente del modelo que han seguido tradicionalmente los sínodos¹. Si no se frena a
tiempo, está abocado al cisma. Ciertamente, el camino sinodal se apoya en cinco
imposturas:
1. Impostura teológica
Dado que un sínodo diocesano normal tiene finalidades puramente pastorales y
disciplinarias, las cuestiones de fe y de disciplina que trasciendan el nivel de lo
diocesano quedan fuera de su competencia.² Los cuatro foros que se formaron para
preparar el Sínodo (autoridad en la Iglesia, celibato sacerdotal, moral sexual y acceso de
la mujer a los ministerios) se ocupan exclusivamente de las cuestiones prohibidas
mencionadas. Es más, todo lo que se ha propuesto en cuanto a dichas cuestiones es en
su mayor parte herético, en tanto que el pretexto aducido --escuchar lo que diga el
Espíritu a la Iglesia a través de la la comunidad de creyentes-- es igualmente herético
por cuanto da a entender que la Divina Revelación se expresa y evoluciona con arreglo
a las vicisitudes humanas.
2. Impostura eclesiológica
Con su ordenación y nombramiento, los obispos recibieron potestad para santificar,
enseñar y gobernar. Como maestros, no sólo deben dar testimonio sino ser jueces de la
verdad revelada, función que no pueden delegar en nadie cuando surge una
controversia. Como pastores, poseen autoridad ordinaria, propia e inmediata sobre su
grey. Esto incluye capacidad legislativa, la cual deben ejercer de modo personal y
exclusivo sin que se les permita «legislar juntamente con otras personas, órganos o
asambleas diocesanas».³ La labor de los participantes en un sínodo es, pues, meramente
consultiva 4 , y más aún si se trata de simples seglares.
Contraviniendo esta carácter jerárquico de la Iglesia, el camino sinodal alemán equipara
la Conferencia Episcopal de su país con el Comité Central de Católicos Alemanes
(ZdK), al que se concedió igual capacidad y autoridad en cuanto al desarrollo y
resultado del Sínodo. La naturaleza democrática del mismo es acentuada por los
siguientes factores:
• la asamblea sinodal, máximo órgano deliberativo, estará compuesta, por el momento,
de una mayoría de 122 laicos (entre ellos una mayoría de 70 mujeres) frente a apenas
105 clérigos (69 obispos, 32 sacerdotes y 4 diáconos).
• el sínodo estará presidido conjuntamente por los presidentes y vicepresidentes de la
Conferencia Episcopal y el Comité Central de Laicos.
• los foros preparatorios estarán integrados por 10 miembros seleccionados por cada uno
de estos organismos.
En resumidas cuentas, eso de sinodalidad no es más que una etiqueta fraudulenta
destinada a lograr una democratización radical de la Iglesia.
3. Impostura sociológica
El camino sinodal alemán entiende que el Comité Central de Laicos es un cuerpo que
representa a todos los fieles católicos. Resulta, por el contrario, que ZdK es una especie
de parlamento, dos tercios de cuyos miembros son delegados de organizaciones
católicas que no representan al católico ordinario de misa dominical, sino a lo que se
conoce como Räte und Verbandskatholizismus, es decir, una especie de
nomenklatura de apparatchiks de organizaciones radicales de corte liberal. 5
4. Impostura metodológica
El camino sinodal utiliza como pretexto el informe MGH6 sobre abusos cometidos por
sacerdotes en Alemania. Contradiciendo las pruebas y los estudios que demuestran la
causa principal está en la laxitud moral y el colapso de la teología moral 7 , el
mencionado informe pone la culpa en a la jerarquía de la Iglesia, el carácter sagrado del
ministerio sacerdotal, la moral sexual católica y, de modo concreto, la condena de la
homosexualidad. Dicho de otro modo: el camino sinodal considera como premisas
indispensables las conclusiones a las que se pretende llegar.
5. Impostura humana
Desde hace cincuenta años, la corriente principal al interior de la Conferencia Episcopal
Alemana trata de infiltrar en la Iglesia Católica herejías que promueven los adalides de
la teología neomodernista germánica. En vez de reconocer con plena transparencia
dichas herejías, los prelados alemanes se escudan tras los laicos y, so pretexto de
sinodalidad, desean que el laicado se encargue totalmente de llevar a cabo la ruptura con
la verdad de Cristo que está efectuando la nueva iglesia cismática que construyen
siguiendo las huellas de Lutero. Pero el cardenal Marx y sus compinches se equivocan
totalmente: aunque el papa Francisco aprobase las recomendaciones del camino
sinodal alemán, los elementos vivos y dinámicos que conforman la Iglesia Católica
alemana y las de todo el mundo no se dejarán engañar por sus artimañas y se las
arreglarán para permanecer fieles a Nuestro Señor Jesucristo y su Iglesia.
Ciertamente, la Iglesia pertenece a Cristo, no a su Vicario. La verdadera sinodalidad se
da en la Iglesia cuando pastores y fieles caminan juntos siguiendo las huellas del Buen
Pastor y se guían por sus enseñanzas, en vez de distorsionarlas para seguir los vientos
caprichosamente cambiantes del Zeitgeist.
1 Durante varios siglos, se entendió por sínodo una reunión del clero de una diócesis para
estudiar asuntos relativos al bienestar espiritual de la diócesis (V. Códigos de Derecho
Canónico de 1917, c.356, y Código de 1983, c. 460). En su insuperable libro De Synodo
diocesana, el pontífice canonista Benedicto XIV resume en estas sencillas palabras los
objetivos y competencias de los sínodos diocesanos: depravata corrigantur; ignorantes
instruantur; regulae morum formentur; provincial synodo decreta publicentur, esto es,
corregir abusos, enseñar al que no sabe, promover una sana moral y poner en práctica
las decisiones de los concilios generales y provinciales.
2« El Obispo tiene el deber de excluir de la discusión tesis o proposiciones —planteadas
quizá con la pretensión de trasmitir a la Santa Sede “votos” al respecto— que sean
discordantes de la perenne doctrina de la Iglesia o del Magisterio Pontificio o referentes
a materias disciplinares reservadas a la autoridad suprema o a otra autoridad
eclesiástica» (Congregación para los Obispos y Congregación para la Evangelización de
los pueblos, Instrucción sobre los sínodos diocesanos, IV,4).
3 Íb., Apéndice. Por eso, «El Obispo ejercita, también en el desarrollo del sínodo, el
oficio de gobernar la Iglesia encomendada: decide la convocatoria, propone las
cuestiones a la discusión sinodal, preside las sesiones del sínodo; finalmente, como
único legislador, suscribe las declaraciones y decretos y ordena su publicación» (Ibid., I.
1).
4 Código de 1983, c. 466 y 467. La labor del sínodo diocesano se reduce a prestar ayuda
al obispo de la diócesis expresando su opinión (ibid., c. 460).
5 Mathias von Gersdorff, Understanding the Kerfuffle in the German Catholic Church
(https://www.lifesitenews.com/news/un...in-the-german-
catholic-church-interview-with-ma). En una carta abierta al cardenal Marx, George
Weigel comentó: «Es como si el presidente Trump consultara con el canal noticioso Fox
News o la presidenta de la Cámara Speaker Pelosi consultara con los redactores del
New York Times» (https://www.firstthings.com/web-excl...n-open-letter-
to-cardinal-reinhard-marx).
6 Se llama así porque lo elaboraron investigadores de las universidades de Manheim,
Heildelberg y Giessen.
7 Véase concretamente https://www.catholicnewsagency.com/news/full-text-of-
benedict-xvi-the-church-and-the-scandal-of-
sexual-abuse-59639
John-Henry Westen
Vuestra Eminencia tiene las manos manchadas de sangre
Vuestra Eminencia, cardenal Reinhard Marx: con respeto y amor por vuestro cargo de
obispo y cardenal, y como pastor que es, llamado a defender la grey de Cristo, con
gran dolor y con mucha firmeza me veo obligado a dirigirle la palabra. Lo hago como
padre de niños pequeños y como fiel laico. El amor a mis hijos y a los ajenos no me
permite guardar silencio. En demasiadas ocasiones nos ha faltado últimamente la
caridad y el valor para exhortar a nuestros pastores a fin de que no nos sobrevinieran
mayores males. Por tanto digo:
Cardenal Marx, tomando prestadas las palabras de San Pablo, Vuestra Eminencia tiene
las manos manchadas de sangre.
Cardenal Reinhard Marx: Vuestra Eminencia ha demostrado ser un lobo como aquellos
que, según profetizó el Apóstol de los Gentiles, vendrían a devorar las ovejas hablando
cosas perversas y arrastrando consigo a los discípulos (Hechos 20,29-30). Escribiendo
a los corintios, San Pablo calificó a los pastores que son como Vuestra Eminencia de
falsos pastores, falsos apóstoles, obreros engañosos que se disfrazan de apóstoles de
Cristo (2ª a los Corintios 11,13).
Vuestras falsas enseñanzas sobre el aborto, el adulterio y la homosexualidad han
pervertido a toda una generación de jóvenes católicos. Muchos de ellos realizan
acciones abominables que claman venganza al Cielo, y que pondrán en peligro su alma
y les harán también padecer en su cuerpo. Todo porque Vuestra Eminencia pretende
tergiversar la verdad de Cristo en beneficio propio.
Vuestra Eminencia quiere codearse con la élite de este mundo. Habla de ayudar a los
necesitados, pero luego se gasta más de veinte millones de dólares en reformar sus
residencias de Múnich y de Roma. Habla de atender a quienes tienen tendencias
homosexuales, y luego fomenta las mismas conductas que, como sabe, acarrean el sida
y otras enfermedades mortales, y lo que es peor, la condenación eterna. Vuestra
Eminencia tiene las manos manchadas con la sangre de ellos.
¿Cómo puede tener la osadía de bendecir actos que son perjudiciales para los cuerpos y
para las almas?
Es un falso profeta como aquellos de los que nos advirtió San Pedro, el primer pontífice.
Dijo que gente como Vuestra Eminencia introduciría herejías perniciosas, y que muchos
seguirían su sensualidad y a causa de ellos sería blasfemado el camino de la verdad (2ª
de Pedro 2,1-2).
Ha confundido la fe de nuestros hijos. Los padres católicos hemos venido a decirle que
ha corrompido la fe de nuestros hijos, ha sido una piedra de tropiezo para ellos y los ha
descarriado. Los ha encaminado al Infierno haciéndoles creer que vuestra falsedad es el
camino de Cristo.
Arrepiéntase de su maldad, pues de lo contrario le espera el fuego del Infierno. Nuestro
Señor advirtió que más valdría que le amarraran al cuello una rueda de molino y lo
arrojaran al mar (Marcos 9,42).
¿Cómo puede tener el descaro de llamarse católico? Ha dicho que no quiere ser como
una sucursal de Roma, y que Alemania emprenderá su propio camino sinodal. Sabe de
sobra que en la Iglesia sólo hay un cuerpo y un Espíritu, un solo Señor, una sola Fe y un
solo Bautismo, porque sólo hay un Dios y Padre de todos nosotros (Ef.4,4-6).
¿Cómo puede tener la desfachatez de profesar ser un fiel seguidor de Cristo cuando
rechaza su plan para la sexualidad humana y trata de introducir en la Iglesia el espíritu
de fornicación?
Todos sus hermanos en el clero alemán deberían saber que si se adhieren a vuestras
herejías traicionan a Cristo. Ojalá todos los sacerdotes fieles de Alemania rechacen
vuestras herejías y peleen el buen combate y guarden la Fe para que el Juez justo los
premie (2ª a Timoteo 4,7).
Vuestra Eminencia sigue apoyando y dando la Sagrada Comunión a políticos católicos
que promueven el aborto, y luego, cuando un católico fiel deja de dar a la Iglesia la
contribución de sus impuestos le niega los sacramentos.
Vuestra Eminencia ha dado a los fieles un falso cristo y un falso evangelio, los cuales
rechazamos, y nos adherimos a la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica, y que
predica la sana doctrina instando a tiempo y a destiempo, aunque sea lo contrario de lo
que el mundo quiere oír (2ª a Timoteo 4,2).
Con todo, aun después de tanto daño como ha hecho a nuestra amada Iglesia y a
nuestros hijos, esperamos que Vuestra Eminencia se convierta y rezamos por ello.
Todavía está a tiempo para regresar a la vía de Cristo antes de comparecer ante el justo
Juez (1ª de Pedro 4,17-18).
Cardenal Marx, escuche a Cristo: ¡Arrepiéntase y crea en el Evangelio! El verdadero
Evangelio.
Hasta que se arrepienta, exhortaremos a los católicos a evitar a Vuestra Eminencia y no
hacer caso de sus enseñanzas. Lutero describió con términos terribles y falsos la epístola
de Santiago llamándola «impropia de un apóstol», pero esas palabras tan horrorosas
describen a la perfección las acciones de Vuestra Eminencia.
Arrepiéntase y crea en el Evangelio (Marcos 1,15).
Roberto de Mattei
Exhortación a los católicos alemanes para que no paguen el Kirchensteuer
Por la presente, exhorto a los católicos de Alemania a dejar de pagar el Kirchensteuer o
dinero que se les descuenta de los impuestos para que con él sostengan su a la Iglesia.
Es inadmisible que la única manera de eximirse de ese impuesto forzoso sea hacer una
declaración obligatoria de abandono de la Iglesia (Kirchenaustritt) seguida de una excomunión de facto.
La Conferencia Episcopal Alemana ha decretado que quienes hagan dicha declaración
de apostasía ya no puede confesarse, recibir la Comunión ni la confirmación ni tampoco
tener un funeral católico cuando se muera. Sin utilizar abiertamente la palabra
excomunión, la Conferencia Episcopal castiga a todos los que abandonan la Iglesia por
motivos económicos, excluyéndolos de la vida sacramental, lo que en la práctica
equivale a la excomunión (canon 1331 § 1). Sólo se les puede readmitir a los
sacramentos después de retractarse de su declaración y comprometerse a cumplir sus
obligaciones económicas.
De acuerdo con el camino sinodal, los católicos divorciados que se han vuelto a casar
que hacen su contribución a la Iglesia pueden recibir los sacramentos, mientras que los
católicos observantes que se niegan a pagar tal impuesto son terminantemente excluidos
de participar en la vida sacramental de la Iglesia. Herejes y cismáticos notorios, entre
los que se incluyen sacerdotes y prelados, no son sancionados, en tanto que se aplica la
excomunión a un acto que en el peor de los casos se puede calificar de desobediencia
por parte de los laicos, contra lo cual el derecho canónico no tiene prevista pena alguna.
Es cierto que el deber de ayudar económicamente a la Iglesia forma parte de la
Tradición católica y está recogido por el nuevo Código de Derecho Canónico en los
cánones 222, §1 y 1260. Pero la Tradición de la Iglesia jamás ha considerado el
incumplimiento de dicho deber un delito punible en sí, y el Código no estipula ninguna
pena contra quien lo incumple.
A no ser que se entienda que lo que se castiga no es la negativa a pagar el impuesto,
sino el abandono de la Iglesia Católica, equiparado al delito de cisma o apostasía, que el
Código sanciona con la excomunión latae sententiae (canon 1364 § 1). Pero el
Kirchenaustritt, para que tenga relevancia canónica, tiene que ser una decisión libre y
consciente, no un acto al que se ve obligado, por motivos muy variados, quien no quiere
pagar una contribución injusta.
Por su parte, el estado alemán contraviene su propia Constitución, que garantiza que no
se discriminará a ningún ciudadano por motivos de religión. Un estado aconfesional no
tiene derecho a entrometerse en la esfera privada de sus súbditos, porque sabe que la
consecuencia de indicar a las autoridades eclesiásticas de su religión supondrá, o bien la
imposición de un impuesto, o severas sanciones económicas. En este caso, las
autoridades civiles hacen las veces de brazo secular de la Iglesia.
A su vez, la Iglesia sacrifica el derecho fundamental del cristiano a no ser objeto de
injerencias del Estado en cuestiones relativas a la Fe y la moral, y vulnera la libertad
religiosa de los propios fieles obligándolos a hacer una declaración pública de que dejan
de pertenecer a la Iglesia por razones meramente económicas.
El criterio para pertenecer a la Iglesia Católica se funda en la fe que todo católico recibe
con el Bautismo, y no se lo puede reducir al pago de una contribución. Sólo una
institución fuertemente secularizada puede equiparar la pertenencia a la Iglesia con el
pago de una cuota que se descuenta de los impuestos. La Iglesia alemana,
económicamente rica, pero en lo espiritual cada vez más pobre, se muestra a los ojos del
cristiano como un aparato y burocrático subordinado a la opinión pública y las
autoridades civiles. Es más, quien subordina la vida sacramental al pago de un impuesto
incurre en el pecado de simonía (Hechos 8, 5-24), o sea, la venta de bienes espirituales
que ha caracterizado todas las épocas de graves crisis en la Iglesia.
Se conoce en la historia con el nombre de Kulturkampf (guerra cultural, n. del t.) la
persecución de los católicos efectuada por el canciller Bismarck en las tres últimas
décadas del siglo XIX. El teórico comunista Antonio Gramsci propuso por su parte un
nuevo Kulturkampf contra la Iglesia Católica, sin imaginar que su plan de secularización
de la sociedad lo llevarían a cabo obispos. La pregunta crucial que nos planteamos es:
¿puede un católico ser cómplice del proceso de descatolización de su propio país?
Comprendemos el doloroso problema de conciencia que supone. De todos modos, pagar
el Kirchensteuer significa cooperar directamente con el proceso de secularización de la
Iglesia en Alemania y en el mundo que los prelados alemanes promueven en el aspecto
ideológico y sostienen en el económico. Pagar el Kirchensteuer significa, en este
momento, sostener el camino sinodal.
Por dicha razón, negarse a contribuir económicamente a la Conferencia Episcopal
Alemana no significa volver la espalda a la Iglesia ni tampoco abandonar la Fe católica,
sino defenderla. El bien, no sólo de la Iglesia alemana, sino de la universal, nos motiva
a hacer un llamamiento a los católicos de Alemania: dejen de pagar el
Kirchensteuer! Ponemos esta exhortación a los pies de María, patrona de Baviera,
protectora invencible de Alemania y Madre de la Iglesia.
Nota bibliográfica:
El estudio más convincente sobre la Kirchensteuer es obra del teólogo y canonista suizo
monseñor Eugenio Corecco (1931-1995): Dimettersi dalla Chiesa per ragioni fiscali (3.
Dimettersi dalla Chiesa per ragioni fiscali | Eugenio Corecco). El principal documento
sobre el abandono de la Iglesia católica es el è L’actus formalis defectionis ab Ecclesia
catholica publicado el 13 de marzo de 2006 por el Pontificio Consejo para los Textos
Legislativos (Actus formalis defectionis ab Ecclesia catholica).
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