Cita Iniciado por Alexandros Ver mensaje
Me gustaría intervenir en tres sentidos.

1. El tema inicial del foro se ha desvirtuado y saldado blandiendo insultos y acusaciones de herejía a diestro y siniestro como si el espíritu del capitán Haddock estuviese poseyendo a determinados foristas. Un poco de seriedad, por favor, y sobre todo, leamos en el diccionario lo que significa herejía, y utilicemos dicha acusación sólo cuando convenga.
Para desmontar de raíz el famoso artículo de Ceriani, baste decir que no entra en la materia fundamental, es decir, la imposibilidad metafísica de recibir el Papado por parte de un hereje. Él mismo reconoce que "deja para más adelante" (al final parece que fue para nunca), el estudio de la Cum ex apostolatus (que no es otro, por cierto que el del CIC, de 1917, naturalmente), que fundamenta teológicamente algo que es de derecho natural (y de sentido común): alguien que no pertenece a la Iglesia (hereje o apóstata) no puede ser el Romano Pontífice. Lo que Ceriani estudia es materia tremendamente discutida y en la que, efectivamente, es extremadamente dificultoso concluir que un Papa legítimo pueda llegar a incurrir en herejía. Pero insisto, esto es cosa distinta de negar la "legitimidad de origen" (valga la expresión) de Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla y Ratzinger.

2. Acerca de la necesidad del bautismo, se ha llegado, creo, a lo que siempre ha enseñado la Iglesia, si bien mezclado en algunos casos con afirmaciones y consideraciones que sólo se explican por el descalabro doctrinal modernista y sentimentaloide.
Ante todo, un afirmación básica: el bautismo se necesita desde que NSJC así lo instituyó. Es decir, el criterio antes y después de su venida es diferente. El limbo (que, por cierto, ya no existe para la secta modernista del conciliábulo) es sólo para niños. El "seno de Abraham" al que descendió Cristo tras su muerte es donde se encontraban los justos desde Adán hasta que Él abrió las puertas del Cielo por su sacrificio en el Calvario.
Extra Ecclesiam nulla salus, y de los medios extraordinarios de que Dios se pueda servir para que alguien que externa y aparentemente está fuera de la Iglesia se salve no voy a hablar, porque sólo especularía. Como ya se ha dicho, todos los teólogos coinciden en la EXTREMADA DIFICULTAD de que alguien que esté externamente fuera de la Iglesia se salve. Si son una docena o 300 millones, sólo Dios lo sabe.

3. Litus ha hecho unos comentarios de buena fe, que, por cierto, son bastante acertados. No me gusta entrar en polémicas personales, pero a veces lo que "da asco" son ciertas actitudes de prepotencia y, lo que es peor, de pre-juicio, que no responden a los argumentos que se dan, sino que se van por los cerros de Úbeda para desautorizar o ridiculizar a grito pelado, cual tertuliano de "La Noria".
Siempre he pensado que el grito y el exabrupto dicen mucho, muchísimo de quien los lanza, pues la persona formada y caritativa:
- ante el error, corrige;
- ante la duda, insiste;
- ante el rechazo, calla;
- ante la blasfemia, golpea;
- ante la constatación del propio error, se enmienda.

Un cordial saludo para todos.

Ha sido esta una ponderada intervención que suscribo. Si en algún momento me he excedido en el debate, pido perdón a Litus y a todos los que se hayan sentido ofendidos. La verdad es que Alexandros nos ha dado una pequeña pero intensa lección, pero no es menos cierto que ha sido el propio Litus quien nos ha llamado apóstatas a todos.