Por desgracia es probable que tenga usted razón en lo que se refiere a los descendientes de las otras ramas provenientes de los otros hijos del Duque de Parma Roberto de Borbón que conforman lo que queda de la Familia Real española borbónica, al margen de los descendientes del Rey Javier I que no han claudicado: Don Enrique y Doña Francisca y su familia.Mi voto ha sido para NADIE. Y es que no nos engañemos, hoy los reyes no quieren súbditos. Hoy el rey y el príncipe quieren ser un ciudadano más, casarse por amor, realizarse profesionalmente, hacer deporte, hacer turismo los "findes", bailar en la discoteca, ir a talleres de meditación y llevar una vida sexual plena. El Rey quiere ser un rey sin súbditos, quiere ser su propio rey a la carta. El rey de su casa, como todos nosotros.
Quizá a la lista habría que añadir la siguiente opción como futuro rey: EL INDIVIDUALISMO
¿Afrancesado Don Enrique? Debe ser un chiste, ¿no?Aquí nos hemos acomodado todos en realidad. El que más o el que menos se ha subido a un tren de consumismo y hedonismo sin precedentes en la historia de la humanidad. Hoy todos vivimos como reyes. Nuestro título nobiliario es nuestro pasaporte... y nos creemos con más derechos que los africanos simplemente por tener un papelote con nuestra foto y un sello estampado por algún burócrata. Pero de servicio a la patria cero. Todo es exigir y protestar desde el sofá o desde foros como este. Mientras el vecino es deshauciado y echado a la calle con toda su familia... y nosotros aquí hablando de gilipolleces como poner de Rey a un señorito afrancesado que nunca prestó ningún servicio a este país más allá de asistir a alguna comilona con algunos requetés de postal...
Además de recoger el depósito de la Legitimidad política española pisoteada por su hermano, el Regente Don Enrique ha realizado y sigue realizando una labor internacional que al menos nos salva la cara a los españoles en el ámbito extranjero del desgobierno revolucionario que llevamos padeciendo con el juancarlismo (última versión ésta de la Revolución que llevamos padeciendo ininterrumpidamente los españoles desde 1833).
Mantener una línea política de manera pública sin ambigüedades de ningún tipo (encabezando de manera ininterrumpida la Oposición política española al régimen revolucionario actual que padecemos y a las personas que lo encarnan) no es algo que le haya salido gratis al detentador de la legimitidad política española Don Enrique, ya sea en su propia persona o en la de su sobrino Don Eduardo Javier de Lobkowicz, ambos víctimas de atentados terroristas.
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