Bien sobre Carlos II, quizá usted posea información que yo no tengo. En cualquier caso, aunque el ejemplo no sea válido, creo que es evidente que dejar a alguien como gobernante solo por ser "hijo de" aparte de tener el riesgo de que ocurra realmente la aparición de un inepto, me parece una actitud burguesa y clasista, al hijo de papá se lo dan todo hecho aunque no haya demostrado ningún mérito para merecerlo, solo que es hijo de alguien.
Consuetudinariamente el principio hereditario es la forma en la que los españoles hemos querido evitar el mal de las guerras y conflictos civiles que suelen acontecer cuando varias personas pretenden disputarse simultaneamente el poder (pues todos al mismo tiempo tratan de hacer creer que son los más capacitados, cuando en realidad puede que sólo destaquen en un aspecto... el de la demagogia, para convencer a los demás de que son los más aptos). De todas formas, nuestra tradición política constitucional ya tiene mecanismos de sobra para bregar contra estos eventuales problemas que usted acertadamente señala: gobernar con Consejos, gobernar con Cortes consultando a los representantes, la Regencia para el caso de incapacidad sobrevenida, el salto al siguiente en el orden de sucesión para el caso de que al que le corresponde anteriormente no pueda reinar y gobernar por incapacidad innata, etc... Y en caso de que surgieran nuevos problemas se harían las reformas correspondientes (pero una vez que se haya restaurado antes en el poder efectivo al actual depositario de la Legitimidad política española, Don Enrique de Borbón, como señalé en mi mensaje anterior).

Para nada estoy de acuerdo en comparar república con dictadura (Aunque es verdad que algunas repúblicas pueden ser dictaduras, todo depende de como se defina el estado o de qué tipo de dictadura hablemos, ejemplo de ello son las dictaduras comunistas que siempre se declaran "repúblicas").
Efectivamente no son iguales. Yo lo que decía simplemente es que la dictadura es una institución política propia de la República que se utiliza para casos excepcionales en que se produce el caos y se necesita poner orden suspendiendo cualquier garantía o derecho. La diferencia está en que mientras en la República se rigen (al menos teóricamente, esa es otra historia, visto lo visto en nuestra experiencia de Repúblicas coronadas y no coronadas desde 1833) por un determinado régimen legal o constitucional, en la Dictadura se suspende momentáneamente dicho régimen y se gobierna de acuerdo a la nuda voluntad del dictador. Si nos ceñimos a los periodos republicanos o revolucionarios españoles tenemos que: por un lado están las Repúblicas coronodas -capitaneadas por ciertos sujetos que se hacían llamar "reyes" cuando en realidad eran antirreyes en tanto que ilegítimos- o no coronadas, es decir los regímenes de Maria Cristina y la Isabelona, el Sexenio Revolucionario, los dos Alfonsos, la II República y el actual de Juan Carlos; y por otro lado tenemos las dictaduras o "regencias" o paréntesis de Espartero, Narváez, Primo de Rivera y Franco.

Podríamos hacer las distinciones (o correcciones sutiles) que fueran necesarias en lo expuesto a cerca de los distintos regímenes revolucionarios que se han ido sucediendo entre los españoles desde 1833, pero creo que a grandes rasgos están bien perfilados en el resumen anterior.

Vuelvo a insistir: Dejando a parte los tecnicismos y las definiciones extensas ¿Cuál es la diferencia entre una monarquía (Absoluta, claro) y una dictadura expresada de forma sencilla de modo que cualquiera lo entienda? Pues básicamente que en la monarquía el sucesor es siempre un heredero sanguíneo del anterior mientras que en la dictadura el sucesor es aquel considerado más apto por el anterior dictador o por su círculo de confianza (Y vuelvo a decir que el sistema de la Iglesia es más similar a la dictadura). Básicamente la diferencia principal es esa, todo lo demás es palabrería.
No. Usted lo que diferencia es entre un sistema en que prima el principio hereditario y otro en que prima el principio electivo a la hora de designar la persona que ha de detentar el poder político supremo. La diferencia entre nuestra Monarquía Tradicional española (que no absolutista, pues el absolutismo no formaba ni forma parte intrínseca de nuestra constitución monárquica tradicional, sino que se trató de ciertos abusos de hecho o de facto -pero nunca institucionalizados o de derecho- que realizaron ciertos ministros que seguían la política del despotismo ilustrado mediante la cual trataban de asumir competencias que nos les correspondía en contra de las libertades forales tanto territoriales como institucionales de los distintos órdenes y organismos que conforman orgánicamente la comunidad política española) y Dictadura, repito, es que la primera es un régimen basado en ciertos principios religiosos, representativos, jurídicos y forales que han de ser respetados, dentro de sus competencias, por el poder político o Rey, mientras que la dictadura (a parte, como digo, de ser una institución de emergencia para los republicanos) suspende toda limitación o moderación en la práctica del poder político para sustituirla por la propia y sola voluntad del dictador (es decir, sería la aplicación del absolutismo, pero esta vez no como un abuso fáctico -como ocurría con los ministros de algunos de los Reyes legítimos anteriores a 1833- sino esta vez de manera institucionalizada y de iure, es decir, no como un abuso anormal sino como un uso normal).

Suponiendo que a algunas personas como usted, les guste más la palabra "monarquía" y la palabra "rey" o "emperador" simplemente por una cuestión tradicionalista y romántica, no lo veo mal en absoluto, siempre y cuando el rey bueno y absoluto (No el actual, claro) sea consciente de que su sucesor debe ser el más capaz y no necesariamente su hijo y la ley lo contemple así. Si esta condición se diera, no vería mal para nada que España se declarase monárquica. Si es que en el fondo, su pensamiento y el mío sobre este tema creo que no son tan diferentes, solo discrepamos en leves detallismos.
Utilizo las palabras Monarquía y Rey porque son las que realmente corresponden, tanto desde un punto de vista político como jurídico (como corresponde a una posición realista y no romántica o historicista), no por otra cosa. No comparto su visión de un Rey absolutista, pues va en contra de nuestra tradición política que establece un Régimen templado o limitador del poder político mediante la autordenación y organización independiente de las distintas sociedades, organismos y cuerpos de la comunidad política española al margen del poder político, requisito sine qua non para la existencia, no sólo de una auténtica representación en eventuales Cortes, si no ya simplemente como auténtica garantía limitadora del poder político ("Se obedece pero no se cumple", recurso de contrafuero, votación de nuevos impuestos, y demás principios de nuestra constitución política monárquica que ha de ir restaurando Don Enrique una vez que él sea restaurado previamente en el poder político efectivo que legítimamente le corresponde conforme a nuestras Leyes Fundamentales, nunca abrogadas).

En cuanto a la reforma que usted señala de que en lugar de aplicar directamente el principio hereditario sea el Monarca el que lo designe libremente, ya tuvimos una experiencia de ese tipo con la Monarquía visigoda en la que o bien se designaba por la nobleza al siguiente monarca, o bien lo designaba directamente el monarca mediante el mecanismo indirecto de la asociación al trono. Huelga decir la cantidad de luchas civiles entre las distintas facciones en que se desenvolvía aquella Monarquía y que nos costó, entre otras cosas, la invasión mahometana. Desde entonces, como muy bien nos decía Donoso Cortés, el principio hereditario siempre ha primado sobre el principio electivo como la forma menos mala para la designación de la persona que ocupe el poder político.

Dejo aparte las designaciones a dedo de Jose Bonaparte por Napoleón, Amadeo de Saboya por las Cortes ilegítimas del Sexenio Revolucionario, Alfonso (al que algunos llaman el "XII") por Cánovas y el actual Juan Carlos por Franco, pues todos estos personajes han sido y son antirreyes o usurpadores al servicio de la política revolucionaria destructora del pueblo español. Mi análisis sobre los principios hereditarios y electivos se ciñen únicamente a los Reyes legítimos que gobiernan conforme a nuestra constitución política católica tradicional, no a los que son intrusos o usurpadores anticatólicos y antiespañoles al servicio de potencias extranjeras (nacionales o internacionales-judeomasónicas).

En lo que si discrepo totalmente, y eso si que es el tema principal del hilo, es en la idea de que toda la casa real borbónica en su conjunto, sea legítima para gobernar aquí.
Es completamente legítima. Así lo designó Carlos II en su testamento. Y así quedó confirmado en la Ley de Sucesión de 1713 aprobada conjuntamente por el Rey legítimo Felipe V y el pueblo español representado en Cortes; Ley que nunca ha sido abrogada y que actualmente sigue vigente y que en virtud de la cual, en mi opinión, Don Enrique de Borbón es el Rey legítimo (depositario de la Legitimidad política ya lo es ahora, pero no todavía a título de Rey).

Repito que no conozco ni tengo mucha información sobre Sixto Enrique y reconozco que es injusto juzgar a alguien por lo que han hecho sus antepasados. Si mi tatarabuelo fuese un criminal, a mi no me gustaría que me mirasen mal sin haber hecho yo nada. Pero insisto en que dejar a alguien como gobernante solo por tener X apellido o sucesor de X familia me parece algo anacrónico y sin fundamento práctico (A fin de cuentas el bien práctico de España es lo que impera). Si Sixto Enrique demuestra méritos para ser un buen gobernante, no me parecería mal que fuese tenido en cuenta como candidato como cualquier otro español, pero tampoco por encima. Sin embargo, a falta de informaciones que me demuestren su valía, vuelvo a decir que para mí ser un Borbón no es un motivo legitimante sino todo lo contrario
Un principio de justicia general indica que siempre debe haber presunción de que la persona a la que le corresponde la Legitimidad política va a gobernar correctamente y no lo contrario (dicho en otros términos, que se merece el beneficio de la duda). En el caso de los Reyes legítimos borbones exiliados por los revolucionarios (del que Don Enrique de Borbón es, por ahora, el último representante), la presunción de un gobierno bueno queda reforzada precisamente por esa incansable y loable labor de Oposición (de hecho la única Oposición verdadera) tanto política como militar contra la Revolución instalada en territorio español desde 1833. Si a esto añadimos los actos y declaraciones públicas de Don Enrique (así como de las personas preparadísimas que lo rodean), son un aliciente adicional para ponerlo en el poder político lo antes posible para el bien de todos los españoles, que como usted bien dice, en definitiva es lo que en última instancia más importa (pero es preciso poner los medios antes para conseguirlo, medios que pasan antes por la previa restauración en el poder del actual depositario de la Legitimidad, Don Enrique).

Y si aún encima sus descendientes son también Orange mis mecanismos alérgenos se sobresaltan. Solo falta que tengan conexiones judeomasónicas para completar. Debería estar casi prohibido que casas reales Franco-Anglo-Holandesas gobernasen en España. Por supuesto son solo mis opiniones personales, no acerca de quien debería ser rey sino acerca de quien NO debería serlo. Un saludo.
Coincido con usted en que los dos hijos Orange de Carlos Hugo (que en teoría irían por delante de Don Enrique en la sucesión a la Monarquía Española) han caído en causa de exclusión (y, por lo tanto, que el Rey legítimo de los españoles sería Don Enrique). Pero esto sólo lo puedo decir como opinión personal mía, pues el único capacitado para confirmar esa exclusión es el propio Don Enrique.