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Tema: Cuba y Puerto Rico

  1. #141
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    A pesar de la crisis en su país, Venezuela ofrece ayuda a Puerto Rico

    "He ordenado un plan especial de apoyo y solidaridad al pueblo de Puerto Rico abandonado por Donald Trump", sostuvo Nicolás Maduro.


    Maduro no precisó en qué consistirá la ayuda del gobierno venezolano a la Isla. (Archivo)

    Primerahora.com
    09/27/2017 | 10:02 a.m.
    El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que su país estaría ayudando a Puerto Rico tras la devastación causada por el huracán María, según el portal Telesur.
    En declaraciones recogidas en un vídeo por la emisora televisiva, Maduro habló de que el plan es en respuesta al supuesto abandono sufrido por Puerto Rico por la administración del presidente Donald Trump.
    “Ayudamos más al pueblo de Puerto Rico que Donald Trump. Ayudamos más a las víctimas del huracán Harvey más que Donald Trump. Nosotros humildemente este presidente obrero, los venezolanos. Y ahora he ordenado un plan especial de apoyo y solidaridad al pueblo de Puerto Rico abandonado por Donald Trump también”, indicó Maduro.
    Maduro no precisó en qué consistirá la ayuda del gobierno venezolano a la isla.
    También se informó que Cuba ha ofrecido ayuda a la isla, en la forma de recibir personal médico y de energía eléctrica.
    En un video en YouTube, Maduro hace expresiones adicionales donde se informa que recibió mensajes a través de Facebook Live de ciudadanos en Puerto Rico pidiéndole ayuda para la Isla.





    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  2. #142
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Venezuela.
    República negra en los informes a España


    por Consuelo Cal


    Abstract. – The conflicts which took place in Venezuela, in 1844, the Rangel andEzequiel Zamora insurrections (1846–47), and the Paéz-Monagas antagonism (1848–49)gave rise to the circumstances that highlighted the image of this country as a “BlackRepublic”, as shown in the Spanish government reports from the Caribbean.


    El 30 de marzo de 1845 se firmó el tratado de paz entre Venezuela yEspaña por el que se reconoció la independencia de la República. Elinicio de las relaciones diplomáticas entre los dos países puso demanifiesto una serie de preocupaciones acerca de los beneficios y pro-blemas que este hecho ocasionaría para el dominio español en Cuba yPuerto Rico.

    Los informes de los capitanes generales residentes enel Caribe y de otros personajes españoles que conocieron Tierra Firmeen la década 1840–50, conformaron una visión muy particular de larealidad venezolana en estos años, teñida por las circunstancias polí-tico-sociales que se estaban viviendo en las islas. En ellos expresaronla turbulencia y las contradicciones que convulsionaron esta área, endonde los afanes expansionistas de los Estados Unidos y las apeten-cias hegemónicas de las naciones europeas se mezclaron con los gran-des esfuerzos políticos, diplomáticos y militares de España, dirigidosa conservar los últimos vestigios de su imperio en el continente ame-ricano, Cuba y Puerto Rico, ante la trayectoria hacia su independencia.



    En medio de estas tensiones el conflicto racial tuvo una gran efervescencia.1 Desde que se produjo la revolución de Haití su ejemplo. alentó a nuevas revoluciones en las diferentes islas; las potenciascoloniales temieron su influjo y la posibilidad de que en sus dominioscaribeños se pudiese tratar de imitar su proceso.2 A pesar de todas lasprevenciones y barreras por impedir el contagio, la lucha por la liber-tad, entendida casi siempre, como emancipación de la esclavitud e in-dependencia de la metrópoli, conmovió los cimientos de los sistemascoloniales existentes en la zona. A lo largo del siglo XIX, el temor a la“república negra” será uno de los ejes en torno al que se desarrollaránlas políticas defensivas de las autoridades hispánicas en el Caribe. Por otro lado, se esparcieron los rumores de que las ansias de liber-tad encontrarían apoyo en Inglaterra. Este país enarbolaba en el tiem-po que estudiamos, la bandera de la abolición, y en las islas españolas,si bien se había aceptado abolir la trata,3 todavía se mantenía el estadode esclavitud.4 La actitud inglesa vigilante del cumplimiento de estosacuerdos, supuso para las autoridades de las islas hispánicas una granpresión y fue generadora de prevenciones y recelos hacia cualquier ti-po de manifestación de su presencia
    El reconocimiento de Venezuela y la posibilidad de un contactomás cercano con esta nación, aumentó en el pensamiento de las auto-ridades españolas de las islas, el temor a que arreciase el peligro parala permanencia de las Antillas bajo la corona española. Se abría encierto modo, un nuevo flanco al que hacer frente. La interpretaciónque hicieron de las circunstancias por las que atravesaba la Repúblicaindicaba el camino a la posibilidad. En primer lugar, la nueva relaciónunía a dos naciones con doctrinas y principios de gobierno de muydistinta naturaleza, totalmente contrarios entre sí y que constituían unnuevo riesgo para el dominio español, en tanto se podían propalar ide-as independentistas y provocar los consecuentes movimientos eman-
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    Antonio Aparisi

  3. #143
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    cipadores que, ya en otros momentos habían amenazado la estabilidadde las islas, apoyados por potencias extranjeras en las que partici-pó activamente la Venezuela republicana.5 En segundo lugar, la preo-cupación que causaba a las autoridades coloniales el aumento de lapoblación negra en el Caribe ante el miedo a una guerra de castas,explica que se observase como de los aspectos más relevantes del pa-ís la situación de esta parte de su población, no solamente en propor-ción numérica sino también por el poder político y social que pudiesealcanzar.

    L
    OS PRIMEROS CONTACTOS
    El mismo día de la firma del tratado de paz entre Venezuela y España,30 de marzo de 1845, el Ministro de Estado español anunció al deMarina el envío de los pliegos que contenían las estipulaciones de loacordado entre los plenipotenciarios de las dos naciones, Fermín Toroy Martínez de la Rosa respectivamente, al gobierno de la República. Atal fin, le pidió que diese las órdenes oportunas al capitán general dePuerto Rico, Rafael Arístegui y Vélez de Guevara6, para que tan pron-to como recibiese los mencionados pliegos, dispusiese un buque de laarmada para salir en dirección a La Guaira.7 De esta forma se involu-craba directamente a las autoridades de la Isla en las negociaciones yse les daba la oportunidad de conducir con una visión, supuestamentemás cercana a la realidad venezolana, los primeros contactos de las relaciones recién iniciadas. Al día siguiente se le envió al conde de Mi-rasol una Real Orden en este sentido. Se necesitaba que los artículosdel tratado llegasen al Gobierno de Venezuela antes de que terminasenlas sesiones del Congreso, con el fin de que se discutiesen y se apro-basen sus contenidos.8 Tal como se le ordenó, el conde de Mirasol pro-cedió con gran eficacia y prontitud para que saliese el bergantínJackson rumbo a La Guaira, llevando a bordo al Ayudante de Campo,capitán José María Velasco, como comisionado, a quien dio instruc-ciones “reservadas” para conducirse en la misión que se le confiaba.9

    El conde de Mirasol se detuvo en estas instrucciones con una granminuciosidad e instó al comisionado a que se comportase “como siestuviese en una escena pública”, donde – le decía – “todos han defijar en ud. la atención, y por lo tanto debe medir sus acciones y hastalas circunstancias indiferentes [...] por que nada lo es en la situación enque va a encontrarse [...]”. Prudencia y cautela se reflejaron en susrecomendaciones en el momento en que España, dejando de lado lapolítica reivindicadora de Fernando VII, reanudaba las relaciones conuna antigua provincia, en la que más encarnizadamente se habíaluchado contra el dominio español.

    En estas instrucciones encontramos planteamientos hechos desde elpunto de vista de los intereses de Cuba y Puerto Rico, sobre todo deesta última Antilla, ante la perspectiva que ofrecían las nuevas rela-ciones con una República tan cercana y unida por los vínculos de la re-ligión, lengua y costumbres. Fundamentalmente, de carácter general,traslucen ya las preocupaciones del conde de Mirasol, como capitángeneral de la isla. Hizo éste señalamientos sobre la actitud que duran-te su misión en Venezuela debería tener el capitán Velasco, tanto conel gobierno como en la relación con particulares y sobre la necesidadde observar diferentes aspectos de la República que el Conde suponíade interés para su nación. También se describió la imagen de la isla, talcomo el capitán general quiso transmitirla a los venezolanos. Diversosángulos, el militar, el estado de la marina, hacienda, agricultura, co-mercio, y algunas referencias al aspecto social de la esclavitud, se per-filaron en estas instrucciones. Informaciones destinadas a establecer laimagen de una isla próspera, floreciente, y sobre todo, en paz, frente a
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    Antonio Aparisi

  4. #144
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    unos países convulsionados por luchas civiles y en conflicto comoeran casi todas las nacientes repúblicas hispanoamericanas.


    En cuanto al gobierno de la República insistió en la necesidad deadoptar una actitud neutral, lo más absoluta posible, dada la existenciade los diferentes partidos políticos. Pero, a pesar de ello, no pudo de-jar de resaltar la conveniencia de atraerse al general Páez, por su im-portancia en la vida política de la República. Explicaba “considero queeste hombre conviene disimuladamente apegarlo a los intereses nacio-nales para lo que pueda suceder, pero es punto delicado en su manejopor los celos a que pudiera dar lugar en la situación en que se encuen-tra aquel desventurado país”. Se nos dibuja ya aquí una marcada sim-patía hacia un determinado grupo de la sociedad venezolana; el querepresentó el general Páez y a quienes lo siguieron.10 Recomendaciónque hará también en los mismos términos al comisionado Santolalla,comandante de la fragata “Las Cortes” en su viaje desde Cuba a Vene-zuela, unos meses después. Le manifestó “...según todos los datos quedesde la llegada a la Isla he podido recoger, la influencia popular estáen el general Páez”; y añadió “merece nuestras atenciones hasta elpunto que no pueda causar celos al gobierno actual”.


    Por otra parte, advertimos en el conde ya, cierta incertidumbre so-bre la estabilidad de la República a la que calificó de “desventuradopaís”, reflejo de una situación preocupante que nos permite entrever supercepción sobre una nación con la que se iniciaban relaciones des-pués de 24 años, sobre nuevas bases, como países soberanos. Y porúltimo, le recomendó al comisionado observar a la gente de color “cui-dadosamente”, y “reconocer sus tendencias”. Además, en función desu experiencia y sus temores hacia la política inglesa sobre la aboli-ción de la Trata, suponía: “esta gente de color, debe estar en aquel paísinfluida por los cónsules extranjeros”, por lo cual le solicitaba “procu-re Ud. observar este interesante punto, hablar con cada uno de ellos(de los cónsules), tocarles ligeramente la situación del país, para ver sise explican y oírlos con suma atención”.

    Es decir, se imponía su visión de una parte de la realidad venezola-na condicionada por las complejas y conflictivas circunstancias querodeaban el sistema español en la isla. No en vano, sus años de estan-cia en Cuba como 2o cabo, le hicieron conocedor de la situaciónplanteada en el Caribe y el recuerdo de los hechos ocasionados por elcónsul Turnbull13 en la isla de Cuba, le imprimieron a sus escritos uncontinuo e insistente temor, siguiendo al historiador Morales Carrión,a la rebelión del esclavo por que podía poner en peligro la isla; y a losingleses, pues pensaba, como el mismo conde expuso el 14 de mayode 1844, “que no pararían hasta conseguir tres cosas: 1) la abolición dela esclavitud en Cuba; 2) la sublevación de los negros; y 3) la posesiónde la Isla”.14 Es interesante mencionar aquí las reflexiones que en1842, hizo el español Darío de Ormachea sobre la importancia de lasrelaciones con Venezuela en este aspecto: „[...] si la independencia(de Venezuela) es reconocida por España y tiene la suerte de elegiragentes activos y patriotas, podía conseguir quizás no sin dificultad,desvirtuar la poderosa influencia inglesa y sus planes contra nuestrasposesiones”15.
    Salió el comisionado Velasco de la isla el 6 de mayo de 1845 yllegó al puerto de La Guaira el 12, donde lo recibió Agustín Codazzi.Estuvo en Venezuela hasta el 28 de mayo, mientras el Congreso dis-cutió y aprobó los artículos del Tratado para su ratificación.


    RECELOS Y PREVENCIONES ANTE LA NUEVA RELACIÓN


    En las instrucciones al comisionado Velasco no reveló claramente suspreocupaciones el conde de Mirasol, pero sí lo hizo en las comunica-ciones al gobierno español, en donde encontramos reiteradas manifes-taciones acerca de los posibles efectos que la relación con Venezuelapudiese tener para la isla. Señaló la influencia que las ideas extendidaspor la República en aquel entonces y la posibilidad de que aquellasdesencadenasen una serie de consecuencias inconvenientes a la esta
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  5. #145
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    bilidad del sistema español en las Antillas. Preocupaciones expuestasya en otras ocasiones,16 se encontraron ahora en una comunicación de7 de mayo: “juzgo de grave importancia la materia” refiriéndose a losposibles efectos del tratado de paz, pues “aquel desgraciado país se vepróximo a nuevas convulsiones, cuyo resultado puede conducirnosa la delicada posición [...] o a que nos pidan auxilios para defendersede la gente de color ...” para lo cual solicitaba instrucciones.17 Insistióante el gabinete de Madrid sobre los acontecimientos que vendrían
    „[...] si con el tiempo y con eficacia no se dan a Puerto Rico los recursos que necesi-ta, la organización que reclama y la fuerza que ha de disponer, para que sostenida porella la moral pública, no vengamos a parar en el desfallecimiento de los trabajos quehay que impulsar, o en un trastorno peor que la miseria”.18
    Luchar contra la penetración ideológica independentista sería uno delos objetivos de Mirasol. Por ello, analizó la situación político-socialde Venezuela en aquellos momentos, y la puso en contraposición conla que existía en la isla, ante el gobierno español. Afirmaba:
    “Venezuela tiene declarado el principio de igualdad entre las castas de blancos yespañoles, americanos y extranjeros, indios independientes, indios sometidos, indioscivilizados, negros esclavos y demás individuos de las razas mixtas. En Venezuela,por la Constitución de 1811, se dieron a los indios los mismos derechos que a losotros ciudadanos, se prohibió la importación de esclavos y se abolieron las diferen-cias que se hicieron en la época colonial con los pardos, esta ley de oposición connuestro estado y necesidades, que principiará a regir en el año inmediato, tiene porapéndice para perjuicio de nuestra situación el decreto de 18 de febrero de 1834declarando no estar prohibida la libertad de cultos. Y es mi sentir que vuestra exce-lencia reflexione sobre las instigaciones e incidentes a que esto puede dar lugar, com-paradas ambas situaciones, la que va presentando Santo Domingo, y los intereses queexigen de la España mantener el estado actual de las islas cuyo progreso y ventajassociales son otro tanto motivo de empeño para los que se ven contrariados por losresultados en su sistema innovador y quisieran que se sepultase hasta el nombreespañol en medio de desastrosas desgracias”.19
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    Antonio Aparisi

  6. #146
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    El miedo persistió, envuelto por peligros que le rodeaban, como elrecuerdo de Turnbull, ya mencionado, y el conflicto haitiano-domini-cano. “Si los haitianos recuperan la parte española dominan a la razablanca” manifestó el conde a su gobierno, y “si vencen éstos estable-cen un sistema de gobierno entre Cuba y Puerto Rico... comenzaría enellas el desquicie por la paralización mercantil, emigración de cauda-les y siguiéndose en ésto la falta de recursos, sería nuestra pérdida in-evitable” y continúa:
    “la contienda de Haití y la lucha en Venezuela se deben a las influencias que produ-jeron nuestros últimos males en la Isla de Cuba; de modo que reduciéndonos a lo quemás nos amenaza, que es la gente de color, la vemos alentada en nuestras islas por lasinfluencias que parten del origen que he citado”.20
    Es decir, el peligro se redujo en la mente del capitán general a la gen-te de color y a la ayuda que Inglaterra les prestaba.
    Este es el marco que presentó el conde de Mirasol a su gobierno,cercando a la isla y compuesto por regímenes totalmente contrarios alos que él mantenía y defendía en pro de los intereses españoles, y esel que se va a reflejar una y otra vez en los informes de aquellos quede una u otra manera visiten la República en los próximos años. Tal esel caso de los que van a bordo de la fragata “Las Cortes”, enviada des-de Cuba por su Capitán General, con la misión de informar sobre el es-tado de Venezuela y Nueva Granada y de proteger los intereses españoles en ambas naciones.


    LA MISIÓN DE LA FRAGATA “LAS CORTES
    Por resolución de la Junta de Autoridades de la Isla de Cuba, se envióun buque de guerra español a fondear en las aguas de La Guaira, eli-giéndose la fragata de guerra “Las Cortes”. Según instrucciones delcapitán general de la isla, José Primo de Rivera, saldría de Cuba el 27de junio en dirección a Puerto Rico, para, tras recibir indicaciones delConde de Mirasol, pasar a Venezuela con tres objetivos: sostener losderechos de los españoles en la República, proteger el comercio español en las costas de Venezuela y observar de cerca la situación políticaque vivía el país.21
    José Primo de Rivera, comandante general del Apostadero de laHabana, advirtió en sus instrucciones de 21 de junio, al comandante dela fragata, “Las Cortes”, Joaquín Santolalla, sobre la situación enVenezuela. Resaltó el problema de castas que creía había en la Repú-blica a causa del aumento de la gente de color. En este sentido afirmóque
    “el partido de la raza mulata que va dominando mucho en el país, ha solido vejar anuestros compatriotas residentes en Venezuela, sin que aquel gobierno haya tenidocuando menos fuerza suficiente para evitarlo”.22
    Y como había hecho el conde de Mirasol, Primo de Rivera le sugirió aSantolalla la posibilidad de prestar ayuda al gobierno de la República,pues, según expresaba:
    „[...] la posición poco segura de aquel gobierno y los perjuicios que se seguirían sillegase a dominar la raza de color, me obligan a prevenirle que, por todos los mediosque sean compatibles con una rigurosa neutralidad [...] prestar apoyo al gobiernoestablecido; sin que esto pase de una protección moral que no pueda comprometer algobierno de S.M. en ningún evento imprevisto”.23
    Sin precisar el tipo de ayuda que podría prestársele, el texto nos reve-la, sin ambages, la ambivalente posición de las autoridades de las An-tillas hispánicas en torno a las relaciones iniciadas con la República;deseaban el comercio pero temieron su influencia.
    Las directrices en el aspecto político, se limitaron en estas instruc-ciones, por una parte, a la recomendación de la prudencia en todos los actos, y por otra, a remitirle a las pautas que podría marcarle el condede Mirasol, como más conocedor de la situación venezolana.24 La fragata llegó a Puerto Rico el 2 de agosto de 1845 y tres díasdespués, el 5 el conde de Mirasol le transmitió sus recomendaciones,en las que el asunto relevante era el apoyar el gobierno venezolanoante la situación social que creía podría presentársele. En este sentidole advirtió a Santolalla que
    „[...] la explicación que sobre esta parte hace el excelentísimo comandante generalde las Fuerzas Navales [...] es muy suficiente para que Vuestra Señoría se haga car-go de nuestra dificil posición respecto a un gobierno que conviene a los intereses na-cionales sostener, presentándonos como su más firme apoyo, sin llegar a comprome-ter un lance directo con las castas que lo combaten, sino en la ausencia de otrosrecursos extraños, y cuando la posición respectiva nos ofreciera un resultado de talmanera seguro que arrastrara indefectiblemente la supremacía de los hombres blan-cos sobre la gente de color, asegurando al propio tiempo el aprecio y el respecto alpavellón de Castilla”.25


    Preocupación e insistencia ante el posible predominio de la gente decolor que observamos a través de las distintas manifestaciones de loscapitanes generales de Puerto Rico y Cuba, que respondía fundamen-talmente a una política puesta en práctica desde la península. LasCortes españolas de 1837 resolvieron fomentar la inmigración blanca“con exclusión de toda otra raza”.26 Actitud que reflejaba, entre otrascosas, el temor que producía la revolución de Haití y que puso de ma actos, y por otra, a remitirle a las pautas que podría marcarle el condede Mirasol, como más conocedor de la situación venezolana.24
    La fragata llegó a Puerto Rico el 2 de agosto de 1845 y tres díasdespués, el 5 el conde de Mirasol le transmitió sus recomendaciones,en las que el asunto relevante era el apoyar el gobierno venezolanoante la situación social que creía podría presentársele. En este sentidole advirtió a Santolalla que
    „[...] la explicación que sobre esta parte hace el excelentísimo comandante generalde las Fuerzas Navales [...] es muy suficiente para que Vuestra Señoría se haga car-go de nuestra dificil posición respecto a un gobierno que conviene a los intereses na-cionales sostener, presentándonos como su más firme apoyo, sin llegar a comprome-ter un lance directo con las castas que lo combaten, sino en la ausencia de otrosrecursos extraños, y cuando la posición respectiva nos ofreciera un resultado de talmanera seguro que arrastrara indefectiblemente la supremacía de los hombres blan-cos sobre la gente de color, asegurando al propio tiempo el aprecio y el respecto alpavellón de Castilla”.25
    Preocupación e insistencia ante el posible predominio de la gente decolor que observamos a través de las distintas manifestaciones de loscapitanes generales de Puerto Rico y Cuba, que respondía fundamen-talmente a una política puesta en práctica desde la península. LasCortes españolas de 1837 resolvieron fomentar la inmigración blanca“con exclusión de toda otra raza”.26 Actitud que reflejaba, entre otrascosas, el temor que producía la revolución de Haití y que puso de ma-nifiesto Saco cuando escribió:



    „[...] la colonización de Cuba es necesaria y urgente para contraponerla en el depar-tamento oriental al millón doscientos mil haitianos y jamaiquinos que desde las cos-tas de las islas en las que habitan, están mirando atentamente las playas solitarias ylos desiertos de Cuba; es necesaria y urgente para neutralizar hasta cierto grado la te-rrible influencia de los tres millones de negros que nos rodean, millones que van to-mando incremento y que pudieran tragarnos en no lejano día si nos quedamos esta-cionados: es necesario y urgente, en fin, para romper la palanca peligrosa que,manejada por manos enemigas puede poner a Cuba en un trance muy amargo”.27 Saco cuando escribió:
    „[...] la colonización de Cuba es necesaria y urgente para contraponerla en el depar-tamento oriental al millón doscientos mil haitianos y jamaiquinos que desde las cos-tas de las islas en las que habitan, están mirando atentamente las playas solitarias ylos desiertos de Cuba; es necesaria y urgente para neutralizar hasta cierto grado la te-rrible influencia de los tres millones de negros que nos rodean, millones que van to-mando incremento y que pudieran tragarnos en no lejano día si nos quedamos esta-cionados: es necesario y urgente, en fin, para romper la palanca peligrosa que,manejada por manos enemigas puede poner a Cuba en un trance muy amargo”.27
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    El problema racial fue una constante en el pensamiento del capitángeneral de Puerto Rico, así como su recelo a la posible ayuda inglesaa la causa de la abolición, y en estas instrucciones se refirió a elloabiertamente. Manifestó que „[...] la influencia inglesa trabaja por so breponer las castas de color al dominio de los hombres blancos”.

    Continuaba

    “.... no sería extraño que en Venezuela como en otras partes, se presentase esta situa-ción que nos conviene mucho examinar y sondear hasta donde la prudencia lo per-mita, para precaver la posición que podría crearnos, si vencedores los haitianos en laparte española de Sto. Domingo, se enseñorease la gente de color del Gobierno de laRepública de Venezuela”.
    Temor cuya causa estribaba, en la importancia que iba adquiriendo elpartido liberal venezolano y sobre todo Antonio Leocadio Guzmán, asícomo el posible apoyo que Inglaterra les prestaba por medio de sucónsul en la República, Hinton Belford Wilson.29


    Precaución y prudencia se reflejaron de nuevo en estas instruccio-nes:

    „[...] nuestra línea de conducta debe de ser la más estudiada galantería para borrarpreocupaciones, grangear voluntades y asegurarnos por todos los medios nobles ydecorosos... la privilegiada situación del Gobierno, de los naturales y hasta de losextraños que como de instrumento de intereses particulares sirven al gobierno deVenezuela ...”


    Terminaba sus recomendaciones previniéndole que como la República“reconoce a nuestro gobierno, su manejo en la Guayra será en todocomo en cualquier otro punto de una nación reconocida de Europa” y de nuevo volvió a insistir en la necesidad de moderación en todos susactos “sin traer a la memoria acontecimientos de épocas que pasaron,y al mismo tiempo la más completa, rígida y exacta disciplina en subuque”.30


    Una vez cumplido su cometido, Santolalla informó sobre los paísesque había visitado, en especial sobre Venezuela, a Primo de Rivera yal conde de Mirasol.31 Mencionaba como uno de los problemas princi-pales el étnico. Informó acerca de la tranquilidad existente en las nue-vas repúblicas, pero indicó que estaban „[...] amenazadas de movi-mientos populares por las muchas prerrogativas concedidas a la gentede color, que los hace extremadamente altaneros y que constituye alpaís en un estado de poca estabilidad para el Gobierno”. En carta alConde de Mirasol insistió en esta situación: „[...] sólo la clase baja quetoda es de color, ha solido demandar con nuestros marineros ...” aun-que añadió que había encontrado toda la ayuda posible por parte de lasautoridades venezolanas.



    Con Santolalla llegaron cartas del ministro de la guerra de Venezuela en las que se traslucía el sentir oficial del gobierno de la Repú-blica hacia España y los españoles. Estaban escritas en términos muyamistosos y cordiales.32 Manifestaba, entre otras cosas, que siendoconsiderados los españoles como venezolanos por las leyes del país,
    „[...] es muy de esperarse que después de ratificado el Tratado de 30 de marzo últi-mo, y después que se repitan demostraciones tan pacíficas y amistosas como las queacaba de ofrecer Vuestra Excelencia, se repute a los españoles como los mejores ami-gos de Venezuela”.
    Y como no, teniendo en cuenta la política inmigratoria de la Repúbli-ca desde el decreto de Páez33, se mencionó la posibilidad de aumentarlos alicientes para atraer inmigración de la península. Sintomático delo que acabamos de afirmar pudiera ser la interpretación que el condedio a estas expresiones de amistad, producto de su visión muy particu-
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    lar de la situación. Fundamentaba la actitud del gobierno venezolanomanifestada en esta carta, como ocasionada por la presión que sentíala administración de Soublette a causa de las reivindicaciones de lasclases más humildes. Por ello afirmaba el conde “... toda la galanteríacon que está redactada [la comunicación] es hija de las circunstanciasque cada día se estrechan más en aquel país por el aliento que crece enla gente de color, al paso que se acerca la época de las elecciones...”.34
    En este sentido razonaba que si se apoyaba a la administración deSoublette ello redundaría “en beneficio de los hombres blancos”.

    Argumentaba:


    „[...] en provecho particular de los intereses nacionales, que podrían sacar en elTratado de Comercio y en las relaciones posteriores tantas más ventajas cuanto másextensas sean las afecciones, y más positivos los datos de conveniencia que se pre-senten a los ojos de aquel gobierno para estrechar y preferir las relaciones de la nobley generosa España, a las que pueden ofrecerles intereses que sin duda no están deacuerdo con los nuestros, máxime si por desventura de aquel país y de la civilizaciónen general, llegase a triunfar la gente de color, comprometiéndose en tal caso nues-tra situación entre Venezuela y Santo Domingo, puntos que ya en otro tiempo se hancombinado para nuestro daño”.35


    Otro personaje que trató el tema venezolano en su correspondencia fueel auditor de guerra de la isla de Puerto Rico, quien recibió informessobre la situación de la República, y los pasó al Conde de Mirasol.Este considerándolos de interés los envió a Madrid. Abundaban en losmismos aspectos señalados tanto por Mirasol como por Primo deRivera, sobre la realidad político social venezolana


    En lo referente al aspecto étnico explicaba: “conocen los venezolanos su triste situación en esta parte, pero aseguran siempre que nohay nada que temer”.

    Continuaba la carta:

    “la clase de color ha tenido y tiene la pretensión de predominar a la blanca, y asícomo antes se valía de medios violentos, hoy se ha puesto en el terreno si menostemible, de más fecundos resultados, a mi entender para la consecución de susdeseos. Su prurito es colocar en los primeros destinos de la República a individuosde su clase, y he aquí la gran discordia y el grave peligro en épocas de elección”.
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Puso el ejemplo de Vicente Espinel que había llegado a senador36 y delgeneral Piñango a Consejero de Gobierno, y de ambos se expresaba elconde de Mirasol muy bien: „[...] los reputados por hombres de talento(de color) poseen buenos destinos y son acérrimos partidarios de losblancos ...” y más adelante agregaba „[...] ambos están designados co-mo dos capacidades y como muy honrados.”

    Sin embargo, el autor deesta carta tranquilizaba con respecto a que pudiera triunfar el partidode la gente de color al afirmar:


    „[...] los blancos tienen un medio de sofocar el espíritu político de esta gente: el interés, porque siendo toda, o en su parte principal miserable, les compran su voto yprescinden por un inmediato remedio de sus necesidades de las remotas esperanzasque les ofrecen sus corifeos”.37


    En estos informes se expuso claramente la importancia estratégica deVenezuela en el Caribe, y, por ende, la necesidad para las autoridadesespañolas de las Antillas, de evitar en lo posible, que se convirtiese enuna segunda “república negra “ al estilo de Haití.


    LOS ANTAGONISMOS PAEZ – MONAGASA TRAVÉS DE LOS INFORMES A ESPAÑA


    Una vez efectuado el canje de ratificaciones del tratado de paz, el 22de julio, el gobierno de Madrid nombró a su representante en la Repú-blica en la persona de Juan Gregorio Muñoz y Funes, hermano delduque de Rianxares, esposo de la reina Cristina, quien llegó al país el12 de febrero de 1847, a bordo del navío “Soberano”.38 Como secreta-rio de la legación se designó a Julián Broguer de la Paz, quien estuvoen Caracas desde el 28 de noviembre de 1846.39







    La llegada del primer representante español como encargado de negocios, coincidió con el cambio de administración; el general Soublet-te había dejado la Presidencia de la República el 20 de enero de 1847y, en su lugar, tras las elecciones de 1846, fue elegido José Tadeo Monagas, a quien el general Páez prestó su apoyo. Tomó posesión el 4 demarzo de 1847. El recibimiento del diplomático podemos calificarlode caluroso y muy cordial. En los discursos que con tal motivo se pro-nunciaron, tanto en el de Muñoz como en el del Presidente interino deVenezuela, Urbaneja, se exaltaron los vínculos de unión entre las dosnaciones40


    Tan pronto como zarpó de La Guaira el navío “Soberano”, la situa-ción cambió ostensiblemente, al decir de Muñoz y Funes.

    El panorama político se volvió alarmante, la sublevación de Rangel y EzequielZamora creaba conflictos en el país y amenazaba la seguridad pública.
    41 Muñoz y Funes describió la situación al Comandante General delApostadero de La Habana:


    „[...] el horizonte político de este país no ofrece todavía garantías a la seguridad pú-blica, antes por el contrario, [...] ofrece un aspecto amenazador, con la reaparición deuna facción del partido Guzmancista o liberal, que hasta el número de 600 o 7oohombres, acaudillados por el cabecilla Rangel se han presentado en las cercanías deMaracay, a unas 36 leguas de esta ciudad y ha batido y dispersado a una columna detropas del gobierno que salió a su encuentro”.42
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    Antonio Aparisi

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    Y en carta al gobierno español en la que comunicaba la llegada delgeneral Monagas a Caracas el 1o de marzo, comentaba que “el Gene-ral contestó pintando con verdaderos colores el estado aflictivo en quede un mes a esta parte se encuentra la República, por el desbandamiento de los partidos políticos y el acrecentamiento de la facción deRangel ....43


    Una vez vencida la sublevación de Rangel y con el triunfo del partido oligarca conservador en las elecciones se abrigó la esperanza deque se lograse la paz y la nueva administración continuase el mismosistema que la que acababa de salir, como comentaba Muñoz y Funes:

    “...consolidando instituciones y restableciendo el orden y la confianza que tanto habían sufrido por efecto de la exaltación a que habí-an conducido las pasiones de Antonio Leocadio Guzmán, principalinstigador de los facciosos con un periódico que publicó excitando alas clases necesitadas de la sociedad contra la pudiente”.44


    Las expectativas no se cumplieron. En contra de las esperanzasconcebidas, el Presidente de la República cambió muy pronto suorientación política al relevar de sus puestos a los ministros nombra-dos en un primer momento, por otros políticos de tendencias afinescon el partido liberal,45 y que intervinieron en la revolución de lasReformas de 1835. Explicaba el representante español, que estos “enarmonía con las ideas de Monagas, perdonando reos políticos que es-taban sentenciados por tribunales, y dando una amnistía general inau-guraron su administración”.46 Ello desencadenó una serie de tensionesque llevaron a la guerra civil entre partidarios del general Páez y losdel general Monagas. Comenzada con el suceso conocido como “el asalto al congreso” el 24 de enero de 1848, no terminó definitivamente hasta el año siguiente.

    Los informes que encontramos referentes a la situación de la guerra
    civil, corresponden al encargado de negocios de España en la Repú-
    blica y al capitán general de Puerto Rico. Otros provenían de la isla de
    Curaçao, donde, desde hacía tiempo trabajaba un comisionado por España, José María del Pando, como agente secreto para el capitán general de la isla de Puerto Rico, y también lo había hecho para el de Cuba.47


    En estos informes como en los anteriores, habrá dos constantes: lassimpatías por el general Páez y sus partidarios y el problema étnico-social. Las marcadas simpatías por Páez las podemos observar en lascomunicaciones del encargado de negocios español. En un primer momento dio la impresión de que el general Páez, como en anterioresocasiones, iba a solventar la situación y a dirigir directa o indirectamente los destinos del país.


    Una vez terminados los sucesos del 24 de enero, Muñoz y Funesescribió al gobierno español, exactamente el 22 de febrero de 1848,sobre la realidad política venezolana en vísperas de una guerra civil.El diplomático daba por descontado que el general Páez ganaría laguerra. Describió la distribución de fuerzas entre los distintos bandoscontendientes, e informaba que “el general Páez dispone de tropas” asícomo de la deserción existente en las del gobierno “tanto por la faltade recursos... como por tener (la población) más simpatías por Páez”.48Por el contrario al referirse a la situación de las tropas fieles al gobier-no de Monagas explicó: “la opinión pública emitida en círculos secre-tos por temor al gobierno es que este se encuentra sumamente com-prometido y apurado por las malas noticias que recibe y no quierepublicar”. Esta misma forma de pensar la encontramos en el agente deEspaña en Curaçao acerca de los sucesos de la República. En este sen-tido escribió:”Aseguran los llegados a La Guaira que las tropas deMonagas sufren diariamente una baja que se pasa a Páez”.49


    Como es sabido, a pesar de estas impresiones y de los buenos augurios que vaticinaron para el partido del general Páez, el desenlace de la contienda fue muy distinto. Páez no obtuvo el apoyo que esperaba y la derrota, primero de José Ma Zamora, y más tarde la sufrida porél en los Araguatos – en la que lo venció Cornelio Muñoz al frente delas tropas de gobierno –, inclinaron la balanza a favor de José TadeoMonagas y obligaron a Páez, seguido por sus hombres a huir a NuevaGranada. Posteriormente, en abril, la destrucción de las fuerzas quemandaba el general Piñango, hizo que la contienda quedase confinadaal área de Maracaibo. A finales de diciembre terminó la oposición conla derrota del partido conservador. Esta declinación del Páez y loscambios ocurridos en la política y la sociedad venezolana, fueronexpuestos e interpretados por las autoridades españolas del Caribe conla misma orientación que le dio en anteriores ocasiones el Conde deMirasol.


    El aspecto étnico-social de la guerra civil Páez – Monagas, ocupóun lugar importante en los informes que sobre el país hicieron tantoMuñoz y Funes, Pando y los capitanes generales de las islas. Por ejem-plo, José Ma del Pando, después de la derrota de los Araguatos, escri-bió al capitán general de Puerto Rico: „[...] aseguran que han sido tan-tos hombres que se le presentaron a Monagas pidiendo ir a la guerraque a muchos los manda volver a sus casas, y no de se debe dudar queasí sea, pues se ha puesto del partido del Africano, pues desea vengar-se del Oligarca”.50 Siguiendo esta línea de pensamiento, Pando, al co-municar al capitán general de Puerto Rico el abandono del castillo deS. Carlos por las tropas de Páez, expresó:” al instante el populacho selanzó a la calle y cometió los excesos acostumbrados al grito de !Mueran los blancos!”

    Manera de ver las cosas que encontramos también enel vaticinio que hizo sobre la situación en otro de sus escritos: “... has-ta la fecha nada se sabe de Páez, pero si no puede contener al Africano que se agrega a Monagas, sería desgraciada Venezuela y sería otroGuárico”.
    51 Con lo cual la contienda, al identificar el partido de Monagas, es decir el partido liberal, como el de los negros, venía a convertirse para él, en una guerra de castas.


    Lo que el conde de Mirasol expuso como recelos y prevenciones,pasaba, ahora, dos años después a convertirse en los informes de
    Última edición por Michael; 06/10/2017 a las 15:25
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Pando, en casi una realidad. Podemos resaltar otros párrafos de suscartas:
    “..todos los esfuerzos que haga Páez para que vuelva el orden son insignificantes pa-ra los que lo deseen, pues su gran prestigio ha desaparecido como el humo; no así elde Monagas porque se ha puesto a la cabeza de la negrada, que luego vendrá él aba-jo, y Venezuela vendrá a ser otro Haití. Esta es la suerte que espera a aquel desgra-ciado país”.52


    En otra comunicación volvió a insistir: “Venezuela camina a su últimaruina para todo aquel que tenga el color blanco”.53

    El capitán generalde Puerto Rico, a la sazón, Juan Prim, escribió al gobierno español:„[...] es probable que se sostenga la guerra por bastante tiempo contrael presidente Monagas a pesar que este se halla dominando en casitoda Venezuela y tiene a su favor la gente de color”.
    54 Días más tardese refirió a Venezuela como un país “dominado enteramente por lagente de color”.55


    Los problemas que presentaba Venezuela para las autoridadesespañolas en el Caribe, consistieron en que la administración de JoséTadeo trajese con su triunfo un conflicto de castas. El partido liberal,ahora en el poder, se había ganado la imagen de ser el que trataba delevantar las clases más humildes contra las pudientes y de prometer alos esclavos la libertad y repartición de bienes, aunque, como nos diceMathews, “nunca proclamó oficialmente algo que se asemejara en lomás mínimo a una política de distribución de tierras, de mejora de lascondiciones de los peones o de la abolición de la esclavitud”.56 Histo-riadores como Caracciolo Parra Pérez admiten que “en cierta forma seestaba dando un cambio social”57 y Mathews concluye “que en algunamedida el apoyo de las facciones en la lucha dependía del color de lapiel y de la clase social”.58


    El año de 1848, en el que comenzó la guerra civil en el país, fue unaépoca de convulsiones en Europa, en donde los movimientos democráticos abanderaron las ideas de libertad e igualdad. En este marcorevolucionario el Gobierno Provisional de la segunda República deFrancia promulgó la libertad de esclavos en las Antillas, exactamenteel 29 de abril de 1848. Acto que dio lugar a una serie de revueltas enMartinica,59 lo que impresionó al conde de Reus, Juan Prim. Comen-taba éste, según los relatos de los emigrados, que, desde dicha isla,llegaron un miembro del Consejo Colonial y “otras personas dis-tinguidas por sus circunstancias y por sus propiedades” y que habíamuchas probabilidades “de rebelión de la gente de color y (de que) elgrito de exterminio contra la raza blanca haya cundido inmediatamen-te en todas las posesiones francesas de este archipiélago”.60 Y añadióel Conde: “tengo mis temores muy fundados de que en las danesasvecinas se vean afligidas del propio vértigo”. Ciertamente, en la isladanesa de Sta. Cruz tuvieron lugar movimientos de esclavos que JuanPrim ayudó a sofocar con el envío de refuerzos militares.61 Estas su-blevaciones aumentaron los temores del capitán general a cerca de unageneralización de la lucha de castas en el Caribe. Además en Haitícontinuaron, según José Ma del Pando, las persecuciones: “el príncipe,y a su cabeza el Presidente con 800 negros, dio principio al asesinatode todo blanco y mulato que habitaban la isla, siguiendo su ejemplolos demás departamentos”. Comentaba Pando que estas noticias se lashabía dado gente que había llegado en la goleta “Esther”, “procedentede Aquen (Haití), que había trasladado 129 mulatos y mulatas, esca-pados de las persecuciones.62
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    En el mismo sentido insistió el encargado de negocios español enCaracas, quien, en carta al capitán general de Puerto Rico escribió:
    „[...] no será extraño que la noticia de los lamentables sucesos que acaban de suce-der en las colonias francesas, sumiendo a este país entre la raza africana, que se ha-lla en la actualidad dominante y con las armas en la mano la incite a una rebeliónabierta contra la raza blanca, abatida hoy y desarmada por los sucesos políticos queafligen a la República y se repiten las sangrientas escenas que lamentamos en las po-sesiones francesas, pues el gobierno con el objeto de vencer al partido Oligarca com-puesto de la clase más ilustrada y acomodada de la población ha puesto las armas enmanos de los negros, se vería en este caso en la imposibilidad de prestar garantía alos blancos nacionales y extranjeros porque no cuenta con más fuerzas ni con otrosrecursos que los mismos negros armados y regularizados en batallones que formanla misma fuerza de que dispone el gobierno”.63
    La contienda, la veían bajo un único prisma: la lucha de razas. Vene-zuela engrosaba, de esta manera en los informes de las autoridadesespañolas, la serie de países que representaban el mundo negro en elCaribe.64
    CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE SE APOYABANLOS INFORMES A ESPAÑA
    Existieron dos circunstancias en la realidad venezolana que dieroncierto apoyo a la visión reflejada en estos informes. Fueron la ayudade Inglaterra a José Tadeo Monagas y la llegada de Antonio LeocadioGuzmán a la República, procedente de Curaçao como Ministro de In-terior y Justicia.65
    El apoyo de Inglaterra al gobierno de José Tadeo Monagas llevó apensar a José Ma del Pando que fue la base de su triunfo frente a Páez.Podemos leer en sus informes al referirse a un vapor inglés fondeado en La Guaira con armamento y dinero para Monagas: „[...] que hallaéste su protección en ellos, no se debe dudar; esto hará que el partidode Páez sea víctima, pues sus tropas no tienen más que laura”, y con-tinuaba: “parece que Páez no ha encontrado en el llano aquel partido(con el que) tanto contaba, pues los generales en quien creía como decolor, prefieren a Monagas.66
    Inglaterra se apresuró a manifestar públicamente su protección ofi-cial al gobierno de José Tadeo. La nota del Lord Palmerston dirigida asus agentes diplomáticos en Holanda, Dinamarca, Nueva Granada,Sto. Domingo y Haití, con instrucciones especiales parecía apoyarestas prevenciones. Decía que
    „[...] el gobierno de S. M. Británica se interesaba por un principio de humanidad ypor un interés general de comercio, en que no encontrasen apoyo las tentativasfacciosas del general Páez contra Venezuela, a fin de que las instituciones de ese paísse consoliden bajo la actual administración del general Monagas”.67
    Otra de las circunstancias en que se asentaban los criterios de Pandoera el papel protagónico que atribuyó a Antonio Leocadio Guzmán. Elagente español lo consideraba como el “que ha movido con sus escri-tos y discursos incendiarios a los hombres de color en Venezuela yseguramente las calamidades que pesan sobre aquel país de algúntiempo a esta parte, son debidas al precitado Guzmán”.68 Pando inclu-so lo acusaba claramente de promover las sublevaciones de esclavosen la isla holandesa durante su estadía.69 En este sentido afirmaba: “El
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Cisma que ha metido Guzmán en esta isla (Curaçao), en su esclavitudy libres llama la atención de los excelentísimos señores CapitanesGenerales de S.M. a pribarle su entrada en las últimas”. En efecto, elgobierno español prohibió inmediatamente la entrada de Guzmán enlas islas, por Real Orden de 9 de septiembre de 1848.70 También elJunker Rammelman de Curaçao en comunicación al Ministro de lasColonias, responsabilizó, de alguna manera, a Guzmán de los hechosacaecidos en la isla: “..quien gobierna es el Vice-presidente Guzmán.Aunque aquí se le acogió hospitalariamente como exilado, se le sos-pechó luego de actos demagógicos entre los esclavos [...]”71
    Pando le atribuyó un gran ascendiente sobre parte de la poblaciónvenezolana. Por ello escribió: “... el famoso Leocadio Guzmán quepermanecía desterrado en Curaçao pasó a La Guaira donde fue recibi-do con aclamaciones por la gente de color y ha sido nombrado Minis-tro de Venezuela en Londres”.72 El motivo de su llegada a la Repúblicaestribaba, según notificaba el agente, en la necesidad que había de “pa-ralizar la marcha de la gente de color por el gran dominio que tiene so-bre ellos”.73 Manifestaba:
    “Caracas sigue amenazada por gente de color y sólo están confiados en la llegada deMonagas si lleva tropas [...] tan pronto se presente la escuadrilla de Maracaibo sobrelas costas de Caracas se teme el alzamiento general de la gente de color y el degüe-llo de la gente blanca será su primera atención”.74
    Sin embargo, creemos que en Venezuela la lucha no estaba planteadaen esos términos. El conflicto de la guerra civil no se redujo única-mente a un problema racial, tal como pareciera desprenderse de losinformes que estudiamos. Muñoz y Funes lo admitió al manifestar: “esverdad que hasta ahora no ha dominado en el país, sino la cuestiónpolítica y la masa de negros está sumisa a un pequeño número de blancos que los capitanean, de cuya fracción se compone el gobiernoque rige hoy los destinos de esta República.75 Aunque añadió:
    „[...] pero, no por eso deja en el fondo de ser la cuestión de negros y blancos y de-masiado apercibidos están de ello. Africanos que insultan impunemente a los blan-cos que denominan oligarcas y aun propalan con frecuencia el proyecto de emanci-pación que traería, desde luego, la ruina del país sin contar con los tristes resultadosque darían si el contagio de las islas vecinas llegase a cundir aquí, y es muy de temer,según están de engreídos en los triunfos políticos que ya han obtenido”.76
    Forma de expresarse que nos reafirma el pensamiento de las autorida-des hispánicas en el Caribe condicionado por el temor a la pérdida delas Antillas ante el clima de exacerbación existente en la República.
    José Antonio Páez, actor en este escenario, niega la dimensión deguerra de colores en estos conflictos:
    „[...] las masas en Venezuela son las más pacíficas del universo; jamás se han movi-do por sí mismas para destruir la sociedad; ni los hombres de color han necesitadoensangrentar su patria por preocupaciones que iban desapareciendo rápidamente conel progreso de la civilización, que no eran apoyadas por la constitución ni por lasleyes, que no tenían fundamento alguno para subsistir; la población tendía a homo-geneizarse.”77
    A propósito del cual, nos dice el historiador Lombardi: “es imposiblecalcular la influencia y la magnitud de la participación esclava en esosalzamientos, pero no hay duda que sí participaron y en un número su-ficiente como para asustar seriamente a todos los oligarcas interesa-dos”. Y añade más adelante:
    „[...] además, los funcionarios se ponían extremadamente nerviosos con las conspi-raciones de los esclavos. Cualquier rumor era suficiente para enviar tropas a domi-nar alzamientos imaginarios. Los conservadores exiliados explotaban ese nerviosis-mo propagando rumores falsos”.78
    Fueron formas de amedrentamiento utilizadas indistintamente por am-bos partidos venezolanos, como nos dice el historiador Alfredo Rodriguez: “en 1848 se refutaba al partido liberal como partido de los ne-gros, y dos años más tarde se acusó de “negritud” al paecismo”.79
    A principios de febrero de 1849, Muñoz y Funes anunciaba final-mente, el término de la guerra civil a su gobierno e hizo votos por lapaz de la República.80











    https://www.degruyter.com/downloadpd...1.38.1.207.pdf
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    El gobernador de Puerto Rico inaugura sede regional en Kissimmee

    Aug. 23, 2013 05:35 PM
    Agencia EFE

    Kissimmee (FL), 23 ago (EFE).- El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, inauguró hoy en Kissimmee la sede de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFAA), la tercera oficina regional del Estado Libre Asociado en Estados Unidos y la única en Florida.
    García Padilla dijo que la oficina, ubicada en el mismo corazón de la ciudad de Kissimmee, donde el 58% de la población es de origen hispano, mayormente puertorriqueña, servirá a la diáspora boricua que poco a poco está convirtiendo a la Florida Central, principalmente a las ciudades de Orlando y Kissimmee, en sus enclaves favoritos.
    "Esta oficina será el enlace principal entre los isleños y aquellos que han sembrado raíces en el estado de la Florida", dijo García Padilla, cumpliendo así la promesa hecha el verano pasado tras recorrer las calles de Kissimmee y Orlando durante su campaña electoral por la gobernación de la isla.



    "Caminando por sus calles, el calor y el cariño de la gente, pude percatarme de que emanaba puertorriqueñidad pura, tal y como si se tratase de cualquier otro municipio de Puerto Rico", dijo el Ejecutivo en medio de los aplausos de las más de doscientas personas que asistieron al evento en la alcaldía de Kissimmee para festejar la ocasión.
    La oficina de PRFAA en Kissimmee será clave para ayudar a los puertorriqueños a incorporarse al proceso político y electoral de ese país, y de este modo -según dijo- "lograr una mejor representación participación y empoderamiento político".
    El gobernador agregó que esta oficina de PRFAA será además un enlace vital para los negocios y para estrechar lazos comerciales con la región central de Florida y al mismo tiempo para presentar a Puerto Rico como una buena opción para la inversión, turismo e innovación tecnológica y científica.
    En este sentido, el Ejecutivo resaltó los esfuerzos que en estos momentos hace su gobierno en áreas de investigación, y citó el trabajo que realizan en el Centro de Comprensivo de Cáncer y el fortalecimiento de la industria farmacéutica en la isla.
    "Estamos trabajando duro para impulsar nuevas historias de éxito desde Puerto Rico", aseguró García Padilla.
    "Somos talentosos en las actividades cotidianas que realizamos donde quiere que establecemos a nuestras familias", añadió.
    La apertura de la oficina de PRFAA y la presencia de García Padilla no fueron recibidas con beneplácitos por todos los puertorriqueños residentes en la región, algunos de los cuales enarbolaron pancartas de rechazo a la misma.
    "Detrás de todo esto existe una campaña que los populares en Estados Unidos puedan votar en cualquier ejercicio (que se realice) para resolver el estatus de Puerto Rico y llevarnos hacia la independencia", según dijo a Efe Carmen Duchesne-Scallan, líder del grupo "El Azote".
    "Venimos desde todas partes de la Florida e incluso hasta de la isla para protestar por la inauguración de esta oficina que es un desperdicio del dinero del pueblo", añadió Duchesne, quien dijo que "somos los azotadores y nos reunimos y convocamos a través de Facebook".
    Según este grupo, la oficina de PRFAA en Kissimmee, que ya cuenta con una sede principal en Washington y otra en Nueva York, es un desperdicio de recursos, ya que "los puertorriqueños de la Florida cuentan con los recursos tecnológicos más avanzados para cubrir sus necesidades de servicios como sacar certificados de nacimiento.
    Darren Soto, el primer senador estatal de origen puertorriqueño de la Florida resaltó por su parte los lazos históricos que unen a la isla con el Estado del Sol. "Hace 500 años que Ponce de León llegó a Florida desde Puerto Rico y desde entonces somos parte esencial de este estado", dijo, recordando además las raíces españolas tanto de Puerto Rico, como de Florida.
    Durante el acto el gobernador García Padilla recibió las llaves de la ciudad de Kissimmee por parte del alcalde de esa ciudad, Jim Swan, quien hablando en español dio la bienvenida a García Padilla y dijo que la comunidad puertorriqueña juega un papel vital en la economía de esa ciudad, donde son mayoría.
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Persiste el desánimo y la desilusión en Puerto Rico a más de un mes de María



    Publicado a las 18:55 ET (22:55 GMT) Miércoles, 25 octubre, 2017

    A un mes del azote devastador del huracán María hay quienes no han terminado de limpiar sus hogares y los escombros son un recuerdo desconsolador de la destrucción en la isla. La recuperación lenta y la escasez de alimentos y agua fresca siembran desesperanza entre los puertorriqueños.

    http://cnnespanol.cnn.com/video/cnnee-pkg-rafy-rivera-puerto-rico-recuperacion-huracan-maria-escombros-basura/
    Última edición por Michael; 31/10/2017 a las 16:46
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Trump: “Venezuela está sufriendo bajo el régimen de Maduro”

    El presidente de Estados Unidos afirmó que su gobierno está tomando decisiones para defender a los venezolanos 43




    Por EL NACIONAL WEB

    06 DE OCTUBRE DE 2017 02:42 PM | ACTUALIZADO EL 06 DE OCTUBRE DE 2017 17:59 PM

    El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que su gobierno está tomando decisiones para defender a los pueblos de Cuba y Venezuela.
    "El pueblo de Venezuela está sufriendo bajo el régimen de Nicolás Maduro. Exigimos la restitución de la democracia y la libertad de los ciudadanos de Venezuela", agregó.El mandatario estadounidense reafirmó su rechazo a la "opresión" que está llevando a cabo el régimen "socialista" de Maduro.En cuanto a Cuba, Trump subrayó que no levantarán las sanciones contra la nación caribeña hasta que se declare la democracia en esa nación.Trump participó hoy en un evento en celebración del mes de la Herencia Hispana en EE UU. Destacó que 60 hispano-estadounidenses han recibido la medalla de honor por sus servicios al Ejército.Señaló, además, que los hispanos en EE UU lideran las iglesias, muchos negocios y luchan por el país. “Conozco a muchos de ellos y son muy rudos e inteligentes”, refirió.

    http://www.el-nacional.com/noticias/...-maduro_206622
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    The Administrative System in the Floridas, 1781- 1821

    by DUVON CLOUGH CORBITT


    UPON superficial examination of the administrative system used in the Floridas during the second Spanish period, it would appear to have been simplicity itself. On closer investigation, however, it proves to have been about as complicated as Spanish genius could make it with the material at hand. The traditional check and balance system was there in all its glory, not only in the provinces of East and West Florida themselves, but in the relations of their officers with the higher authorities. Loosely joined together under a common chief (who was also either captain general of Cuba or viceroy of New Spain), and placed in a precarious position with respect to the Indians and other neighbors, the Floridas presented special problems, the study of which reveals at the same time the strength and the weakness of Spanish in- stitutions. And finally, the attempts to apply the Spanish Constitution of 1812 to the provinces (1812-1814 and 1820-1821) produced results of a nature not to be found elsewhere in the Spanish dominions. The purpose of the present study is to outline the regular administration in the Florida provinces, and to follow it up with another on the effects of the constitu- tional system.

    The Captaincy General of Louisiana and the Floridas


    WHEN in 1779 Spain decided to take part in the American Revolution, her province of Louisiana was attached to the captaincy general of Cuba. The governor of the province was responsible to the captain general in Havana, but he enjoyed and exercised the right of corresponding directly with the supreme authorities in Spain. The incumbent at the time was the young and energetic Bernardo de Gilvez, who upon hearing of the declaration of war, seized the initiative and attacked the British posts along the Mississippi. By March of 1780 Manchak, Baton Rouge, Natchez and Mobile were in his hands, and preparations were under way for an attack on Pensacola. He was rewarded for his activity by an appointment to govern Louisiana and the newly-conquered territory with complete independence from the captain general of Cuba, and since Pensacola was expected to be in possession of the Spaniards soon, its district was added to the new jurisdiction. The appointment, dated February 12, 1781, reads:The King, having considered the great extent acquired by the Province of Louisiana through the conquests that you have made of the English Forts and Settlements on the Mississippi and at Mobile, and having in mind the decorum with which you should be treated as Commander-in-Chief of the Army of Operations at Havana has been pleased to decree that, for the present, and while you govern Mobile and Louisiana, their administration shall be independent of the Captaincy General of the Island of Cuba, and that Pensacola and its district shall be added to your jurisdiction as soon as they are occupied by the forces of the King, who fully authorizes you to govern and defend them through Substitutes during your absence.

    Galvez's first step in his new capacity was to inform Colonel Pedro Piernas, his subordinate in New Orleans, of the change. Although nothing was said about the creation of a captaincy general, colonial officials assumed that such was the intention, and later events proved that they had judged correctly. The term was officially adopted a few years later (in 1784) when East Florida was added to the new jurisdiction.


    East Florida, however, seems to have been first organized as a separate administrative unit, from the tenor of the royal order appointing Vicente Zespedes was the commander of all troops in the territory. Later gover- nors were occasionally referred to by that title. On the other hand, the term "captaincy general" may have been used carelessly by the persons who drafted the order. Numerous examples of such carelessness might be cited from Spanish colonial documents.4If a new captaincy general was intended, a change of heart was soon wrought in the Peninsular authorities, for Bernardo de Galvez was given jurisdiction over a captaincy general consisting of Louisiana and both Floridas.5 At the time he was also made captain general of Cuba and given the promise of the viceroyalty of New Spain when it should become vacant. According to the historian Pezuela, this promise was given because Bernardo's father, Matias de GAlvez, then viceroy was in very bad health. When the ship bearing Bernardo to Cuba touched at Puerto Rico, the young captain general learned of his father's death. The three months that he spent in Cuba, beginning February 4, 1785, was only a period of preparation for the transfer to New Spain, much to the disappointment of the Cubans who had been looking forward to his administration of their island.


    Louisiana and the Floridas seem to have been considered in Spain as a monopoly of Bernardo de Gilvaz, for, although another captain general was appointed to Cuba, they continued under his command until his death on November 30, 1786. The personal factor is clearly indicated by the disposition of those provinces after his decease, when a royal cddula transferred the captaincy general of Louisiana and the Floridas from the viceroy of New Spain to Jose de Ezpeleta who was then govern- ing Cuba. The cidula enumerated the following reasons for the change: the "particular merit, services, activities, and military ability" of Ezpeleta; his "zeal and love" for the royal service; the fact that he was "the only Executive Officer who could give the assistance, and speedy succor needed by Louisiana and the Floridas. A fourth reason might have been given: the difficulty of communication between those provinces and Spain by way of Mexico City.
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    In order to prevent exasperating delays, GAlvez had found it necessary to authorize his subordinates in New Orleans, Pensacola and St. Augustine to communicate directly with Spain, simply sending him duplicates of their correspondence. This privilege allowed to his subordinates was not new in Spanish administration: It had been more or less an unwritten law of the Spanish government to learn about colonial affairs from more than one source. There was not an officer of importance in the colonies but had an associate or a subordinate who exercised the privilege of writing directly to the home government. GAlvez himself, while governor of Louisiana, had been very active in the enjoyment of this right. Between 1777 and 1781 he had sent 462 letters to the Minister of the Indies and only 304 to his immediate superior, the captain general of Cuba. Those to the captain general were often duplicates or summaries of those sent to Spain, but a careful perusal of the correspondence shows that much was written home which the captain general did not hear about. Even if Galvez had forbidden his subordinates in Louisiana and the Floridas this right, it is very likely that the Spanish government would have overruled his orders.


    The experience of Ezpeleta amounts to almost positive proof of this assertion. His appointment as captain general of Louisiana and the Floridas removed any necessity for direct communication between those provinces and Spain, since mail between them had necessarily to pass through Havana. Realizing this fact, and desiring naturally to increase his control of the new jurisdiction, Ezpeleta ordered the practice stopped on the ground that it was no longer necessary.9 His attitude was logical, but the home government wanted as many checks on its colonial officers as possible and his order was countermanded.


    The wisdom of combining the government of Louisiana and the Floridas with that of Cuba was questioned by Governor Estevan Mir6 of Louisiana in a letter to the ministry of January 11, 1787. He believed that he himself should have been given the office of captain general, but the ministry thought otherwise. The decision was made for administrative reasons and not because of any lack of confidence in Miro's ability, as is demonstrated by the fact that upon the retirement of Intendant Martin Navarro of Louisiana early the next year the duties of the latter were given to the governor along with the corresponding increase in salary. 10 A few years later Mir6's successor, the Baron de Carondelet, developed a similar ambition to be captain general. In this he had the support of his brother-in-law, Captain General Luis de las Casas of Cuba, and that of Diego de Gardoqui, then Secretary of Treasury. In 1795 the king authorized his minister Godoy to erect Louisiana and the Floridas into a comandancia whenever he saw fit to do so and the next year Las Casas authorized Carondelet to act as comandante general interino. He filled this position from December, 1796 to August, 1797, when the continental provinces were returned to their former status. In 1801 Captain General Someruelos of Cuba recommended a separate government for them, but the cession of Louisiana to France was then pending and nothing was done about the suggestion.

    What appears to have been the last attempt to separate the Floridas from dependence on the captain general in Havana was made in 1807. Governor Vicente Folch of West Florida suggested the appointment of such an officer in the Florida provinces and went so far as to nominate himself for the position, alleging his long experience on that frontier. The home authorities, however, had other opinions on the subject and Folch's proposal was passed up.'


    The loss of Louisiana to Spain reduced the captaincy general to East and West Florida, but Spain managed to keep a hold on the territory as far west as the Mississippi until the revolution of 1811 in West Florida, at which time the Perdido River became the de facto boundary, though the Spaniards in the province continued to claim the Mississippi boundary for some time to come.'


    The captaincy general of the Floridas was temporarily destroyed by the application of the Spanish Constitution of 1812. By that famous document all chiefs of provinces were transformed into jefes superiores politicos, and an attempt was made to separate political from military functions. If the Florida provinces had contained sixty thousand inhabi- tants each they would have been entitled to a jefe superior politico in each of their capitals, but together they could muster scarcely a sixth of that number. Therefore, East and West Florida were attached to the province of Havana as mere districts (partidos) and their respective governors became simple jefes politicos, a term used to designate subordinate officers representing the jefes superiores in important cities. This was in 1812. The next year, when the Diputación Provincial of Havana met to decide on the permanent status of the Floridas, it was voted to further reduce them to mere parishes of the partido attached to the city of Havana because they did not have the five thousand persons necessary to be rated as districts. This change was to take effect in 1815 but the Floridas escaped this additional humiliation because Ferdinand VII returned to the throne of Spain and abolished the Constitution, with whose abrogation they rose again to the status of provinces, and together made up the captaincy general of the Floridas. The jefe superiorpolitico in Havana became captain general and the jefes politicos in Pensacola and St. Augustine resumed their governorships. It should be mentioned, however, that custom was strong, and the constitutional period so short, that the time-honored titles were used even in many official documents even when the Constitution was in effect. Such combinations as "capitdn general jefe superior politico" and "gobernador militar y jefe politico," were in frequent use at the time and indicate the confusion that reigned.


    The restored regime lasted until the 1820 revolution in Spain reinstated the Constitution. This automatically abolished the captaincy general and reduced the Florida provinces once more to districts, or partidos of the Cuban province of Havana. The question of further reducing them to parishes because of insufficient population was again suggested, but before it was acted upon orders came to hand over the Floridas to the United States.


    Complications in the business of administering the captaincy general of the Floridas were due to a number of circumstances. In the first place it was not self-supporting and depended upon a situado, or subsidy from New Spain to make up the annual deficit. Since Cuba depended on a similar subsidy, the captain general in Havana could not supply the deficiency in the Floridas from his island jurisdiction. Any naval forces used, except a few galleys and gunboats built for river and coastwise service, were under the command of the comandante general del aposta- dero of Havana, who was the commander of the Spanish West Indies Fleet. Some of the naval commanders were very jealous of their positions, and consequently were often at cross purposes with the captains general.' 6 The right of the governors to correspond directly with the home government has been mentioned. In judicial matters there was always thepossibility of an appeal to the audiencia in Puerto Principe (now Camagiiey), Cuba. Still more troublesome were the handling of Indian affairs and the relations of the Florida officials with the intendant in Havana, topics that have been reserved for separate treatment.


    The Intendancy of Louisiana and West Florida


    THE disasters of the Seven Years' War led Spain to make a number of changes in her colonial system, including the introduction of intendancies into America. The creation of the Cuban intendancy in 1764 led the way. Louisiana followed in 1780 with the appointment of Martin Navarro as indendant on February 24. As Spanish dominion was extended over West Florida, Navarro's jurisdiction extended until all the province came under his financial supervision by 1781.
    In Cuba the indendant was an officer equal in rank to the captain general, and independent of him. In New Spain, on the other hand, the viceroy with the title of superintendent was in charge of the financial administration. The Louisiana plan was a kind of compromise between those of Cuba and New Spain. The governor there controlled land grants until 1798. He was also responsible for Indian affairs,' but was obliged to consult the intendant in cases involving finance, such as duties on the fur trade, permits for commerce with foreign countries to secure Indian goods, and licenses for the use of foreign ships to haul these goods as well as the furs. It was necessary to spend thousands of dollars each year to keep the friendship of the Indians, and this called for the joint action
    of the governor and the intendant also.
    Última edición por Michael; 25/02/2018 a las 09:35
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Upon the promulgation of the Ordenanza de intendentes for New Spain in 1786, the Louisiana intendant was instructed to follow it in so far as was practicable, with the reservation, however, that of the four causas mentioned therein - justicia, policia, hacienda y guerra - only two, hacienday guerra,were to come under his jurisdiction, justice and police being especially charged to the care of the governor. There were many matters calling for the joint action of the two officers; yet, they seem to have cooperated without much friction. For example, the comment by Miró on his relations with Navarro on the question of a change of Indian policy: "It is my plan, to which the intendant, with whom I always proceed in accord in Indian affairs, agrees . . . . Professor Whitaker's careful study revealed the same kind of cooperation during the administration of Francisco Rend6n (1794-1796). Not until the appoint- ment of a man with a contentious turn did the harmonious relations between governor and intendant cease, i.e., Juan Ventura Morales, of whom more later.


    Such cordial relations may have resulted from the instructions sent to the first intendant, Martin Navarro, putting him in subordination to the governor. It is remarkable, however, that this was done because a few days previous to the signing of the instruction an order to the captain general of Cuba concerning his relations with the intendant in Havana stated that the king desired to have treated with decorum an officer like the intendente de ejercito y real hacienda, who is so important to His Majesty that in him is vested the collection, preservation, and disbursement of all branches of the revenue, with complete independence of you; and. . . who is a jeft principal, without other superior than the Superintendente General

    Navarro retired from the Louisiana intendancy in 1788, at which time Governor Miro Was invested with the powers of the office. The inclusion of the phrase, "for the present," in Miro's commission as intendant suggests that the union of the offices was looked on as temporary; neverthe- less, it was continued until well into the term of Miro's successor, the Baron de Carondelet. In 1793 there was appointed another intendant, Francisco Rend6n, who reached his post early the next year.9 According to Professor Whitaker. this move was made in order to insure the operation of the new commercial system promulgated the year before.10 No further combination of the offices of governor and intendant occurred until long after Louisiana had passed from Spanish control.

    The last occupant of the intendancy in New Orleans was Juan Ventura Morales, who achieved lasting fame by his action in closing the American deposit at New Orleans; in fact, he might be called the last of the Louisiana-Florida intendants for, with the exception of an occasional suspension from office after he went to Pensacola, he held the position until its abolition in 1817. Morales became acting intendant of Louisiana and West Florida in 1796 on the retirement of Rend6n. Ramón L6pez de Angulo, a full-fledged intendant, succeeded him in 1800, but was summarily removed the next year upon his violation of the laws by marrying a New Orleans girl named Marie Delphine Macarty." Morales again became provisional intendant and held office until the Spanish colors were struck in 1803. As a matter of fact, he remained in Louisiana three years longer, refusing to leave until expelled by the American authorities.


    For some time after the lowering of the flag Morales and the other Spanish officials in New Orleans were at a loss what to do because no definite orders were sent to govern their conduct. But Morales stayed long after such orders came. He may have hoped for another diplomatic shake-up which would return Louisiana to Spain. Doubtless, he did not relish the idea of living at the frontier post of Pensacola after his taste of more attractive life in New Orleans. Furthermore, in Pensacola he would drop to the level of Governor Vicente Folch y Juan who, as subdelegado of the intendancy, had long been his subordinate. Moreover, these two officers had developed an antipathy for each other that approximated hatred, and matters did not mend after the Americans took over Louisiana. Morales continued to give orders from New Orleans as though Folch were still his subordinate, to the confusion of the com- mandant at Mobile and others. Contradictory orders were issued about trade through that port with the American territory up the river. The climax to the situation was reached in January, 1806, when Governor C. C. Claibourne peremptorily ordered Morales to leave Louisiana, and Folch flatly refused to allow him to land at Pensacola, forcing him to leave the port with his goods and papers, and to disembark at Mobile." Naturally Morales protested to Spain and he was ordered to proceed at once to Pensacola and assume the authority of intendant of the province. Both he and Folch were admonished to "try to preserve the best of har- mony, and to avoid disputes and contentions.""

    But Morales willed it otherwise. Even before this admonition reached him he was accusing Folch of making innovations in the financial administration of West Florida and proceeded to take matters into his own hands as far as the western part of the province was concerned, issuing orders to the officers commanding the troops on the Pascagoula River. The officers appealed to Folch, who informed the intendant that only the commandant at Mobile had such a right. Mutual recriminations followed until the latter appealed to Spain. The king commanded all documents concerning the quarrel to be forwarded to him for examination, and in the meantime Morales was off on another tack with Folch.

    Before Morales' arrival in Pensacola the finances of West Florida had been administered by the traditional oficiales reales in the form of an accountant and a treasurer, supervised by the governor as subdelegado of the intendancy in New Orleans. In addition to the oficiales there were clerks, warehousemen, porters, etc., many of whom were also officers or soldiers of the garrison. With the transfer of the seat of the intendancy to Pensacola in 1806, the number of clerks and minor employees in the financial department increased, and there was added an asesor, or legal adviser.


    This appointment is interesting because the first asesor was Jose Francisco Heredia, the father of the famous Cuban poet, Jose Maria Heredia. Thus it came about that the poet lived in Pensacola between the ages of three and seven, his favorite sister, Ignacia, being born there in 1808. Of more importance to the present study is the fact that José

    Francisco received his appointment from the intendant of Cuba, who, upon reporting the move to Spain for royal approval, was curtly informed that he had exceeded his authority; Morales' assistant should have been appointed by the captain general.' Heredia remained in Pensacola as asesor to the intendant, however, until 1810, at a salary of one thousand pesos assigned him by the Cuban intendant. Thereafter the auditor de guerra,or legal adviser to the governor, acted as asesor to the intendant of West Florida.
    Última edición por Michael; 25/02/2018 a las 11:50
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    Re: Cuba y Puerto Rico

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    The last years of Morales in Pensacola deserve a parting comment. Rare were the epochs when he was not the center of a storm. On one occasion he was suspended from office on account of his failure to report properly the results of a hurricane on October 11 and a fire on October 24, 1810, which destroyed many records. Perhaps the dispute in 1812 over who should be his substitute can be laid to contagion. The auditor de guerra,as the intendant's legal adviser, and the accountant, as second in the financial administration, each claimed the law on his side. Never- theless, an order of the regency passed over both claimants and conferred the provisional intendancy on the governor of Pensacola. Another and more serious difficulty arose in 1817, though the exact nature of the trouble is not very clear. Finally, however, the king announced that "he was pleased to proclaim the innocence of the Intendant of Pensacola, Don Juan Ventura Morales," without mentioning any specific accusation. At this juncture Morales was transferred to Puerto Rico, and with his departure the West Florida intendancy came to an end.

    Finances there had long since ceased to justify the payment of four thousand pesos for their adiministration; in fact it is doubtful whether any reason could be produced for ever having had an intendancy in Pensacola other than that of providing employment for a man released by the loss of Louisiana. During the closing years of Spanish rule in West Florida the governor supervised the treasury administration as subdelegado of the to warrant municipal government.30 There was an alcalde in Pensacola for a time who disputed with the governor the control of many phases of the administration, but this will be better treated in another connection.

    The Government of West Florida, 1779-1821


    B RITISH West Florida extended from the Appalachicola River to the
    Mississippi, and north to the thirty-second parallel, but the governor at Pensacola also exercised some jurisdiction as far north as the Chickasaw nation, or what is now northern Mississippi.' The bound- aries of the territory that came to be known as Spanish West Florida were not so well defined. The British division line to the east was removed in 1784 when the St. Marks district was shifted from the jurisdiction of St. Augustine to that of Pensacola, a logical move since communication with the latter was much easier than with the former. In this way the trading post of Panton, Leslie and Company at St. Marks could be more effectively supervised. No division line was ever drawn between the St. Marks district and the jurisdiction of the governor at St. Augustine, but it proved to be unnecessary because the intervening territory was never settled by whites during the Spanish period. The northern boundarywas more troublesome.


    The secret clause in the treaty between the United States and Great Britain dealing with the area lying between th thirty-first and the thirty- second parellels was responsible for a dispute between Spain and the United States. The matter was further complicated by Spain's claiming the whole east bank of the Mississippi and jurisdiction over the Indian nations that had formerly traded with Mobile and Pensacola. Treaties with the Creeks at Pensacola and with the Choctaws and Chickasaws at Mobile in the spring and summer of 1784 went far toward making good these claims and sent Spanish influence to Middle Georgia on the east and to the Cumberland on the north. Within a decade the imperialistic Carondelet had garrisoned the debatable land with detachments of troops stationed at Walnut Hills, Chickasaw Bluffs, Fort Confederation and Fort St. Stephen. Natchez was in the same area but it had been in Spanish hands since Galvez occupied it in 1779. The only posts whose ownership was not disputed by the Americans were Mobile, Pensacola and St. Marks, the last being garrisoned in 1787 at the request of Alexander McGillivray.


    Natchez and its district had a governor but was at the same time under the supervision of the governor at New Orleans; nevertheless, the former enjoyed the privilege of corresponding directly with the home govern- ment. Walnut Hills, Fort San Fernando de las Barrancas at Chickasaw Bluffs, as well as Fort Confederation, took orders after their establish- ment in the nineties from New Orleans. Fort St. Stephen, like Mobile, was dependent on Pensacola; although, as will be pointed out later, the chief at New Orleans could send orders directly to them when he chose to do so.


    It will appear from the foregoing paragraphs that between the close of the American Revolution and the loss of Louisiana by Spain, the so- called province of West Florida could be said to extend from the Pearl River on the west to some point east of St. Marks, north beyond Fort St. Stephen and the Tensaw district, and as far northeast into the Creek nation as Spanish influence reached. The frontiers just described were very indefinite, but where in her colonies did Spain delineate or survey provincial boundaries?
    Internal relations between the various officers were even less clear than the boundaries of their jurisdiction. In one sense the whole of West Florida was part of Louisiana, since the governor at New Orleans exer- cised jurisdiction over it. However, Spanish officialdom chose to look upon it as a province, and the governor, or commandant at Pensacola was allowed some liberty of action. He could correspond directly with the captain general, and not infrequently received orders by the same route ; although the majority of his relations with the superior officers were conducted through the governor at New Orleans. Some of the Pensacola governors used their liberty to complain to the captain general about the conduct of their superiors in the Louisiana capital.

    The position of the commandants of Mobile and St. Marks was analogous to that of the governor at Pensacola in that, athough they were nominally under the jurisdiction of the governor at Pensacola, the governor at New Orleans could send orders to them direct when he chose to do so. The system became so confusing to Pedro Favrot at Mobile that in December, 1786, he requested Governor Arturo O'Neill of Pensacola to clarify his position. The latter replied: "The Superior direction and orders of Don Estevan Mir6 are to be given preference, and it remains for me only to give a general explanation of the rules that you are to follow."

    The loss of Louisiana by Spain simplified the situation by removing the governor at New Orleans. Manuel Salcedo, the last incumbent, would have had it otherwise. With no definite instructions as to his future conduct, and loath to surrender his prerogatives as governor, Salcedo moved up to Baton Rouge and attempted to continue ruling West Florida from that point. The home government, however, elected to make
    Pensacola the capital, and the governor of that post came into his own. 8 Thereafter West Florida could boast of reasonably definite frontiers: the Mississippi on the west and the thirty-first parallel on the north, and the eastern boundary still undisputed.


    For a time the commandant at Baton Rouge, Carlos de Grand Pre, was a vexing problem for Vicente Folch at Pensacola. Many factors con- tributed to disturb the relations of Grand Pre with his new chief, but the basis of the trouble probably lay in the fact that the former had long drawn a salary as governor of Natchez, although no Spanish governor had actually resided at that post since 1797, at which time Grand Pre had been commissioned to reoccupy it.


    Until the cession of Louisiana there were no civil officers in West Florida. Financial and judicial, as well as administrative affairs were carried on by the post commanders assisted by their lieutenants and other employees, usually from the military forces. Finances were directed by the governor at Pensacola acting as subdelegado of the intendant in New Orleans. Judicial and administrative decisions were appealable to the governor of Louisiana, and beyond him to the king by way of Havana or Santo Domingo according to the fuero, or charter of privileges that might be involved; 10 the judicial powers of the governor of Pensacola himself were practically limited to conciliation and evidence collecting. Minor cases were handled after the manner of a police court, or as by a referee or friend. Major suits, along with evidence collected, were referred to New Orleans for review by the governor and his asesor as long as Louisiana belonged to Spain.

    There is an eloquent though pathetic description of the working of the administration at Pensacola written by Arturo O'Neill, who had been ordered by Mir6 to deliver some munitions to McGillivray's Indians in a way that the Americans would be unable to prove Spanish complicity. O'Neill replied:
    I shall carry out your orders as far as possible. I should advise you, however, that the presents of Powder and balls cannot be made in the quantities prescribed with the dis-
    simulation and secrecy that you suggest to me, for these things are deposited in the royal Warehouses, and to take them out the Adjutant of the Plaza, the Officer in Command of Artillery, the Accountant who audits it, the Guard of the Indian Warehouse, the Guard of the Artillery Warehouse, and the Porters and Wagoners who bring it to this Place, must be informed; after which follows the buying, and putting the Powder and balls into sacks for transportation, turning them over to the Indians who are not a little scrupulous about weight and Quality, and the distribution which is made through others as has sometimes been done through Mr. Panton, in which manner the number of
    1l persons knowing about it is increased.


    After 1803 the establishment at Pensacola inherited the position that had belonged to the Louisiana capital. The first change was made in obedience to the following order of December 10, 1803:


    The King has resolved that, when that Province [Louisiana] is handed over to the
    French Republic, West Florida shall remain under the control of the commandant of Pensacola; that, in order that he may have an adviser in Civil and Criminal cases that shall arise in the District under his command, the Auditor de Guerra y Asesor de Gobierno that now resides in New Orleans shall move to the said Plaza; and that for
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