Hispanoamérica está con una alta temperatura en materia de competencia por el liderazgo. Y las consecuencias de esa competencia son impredecibles.
A la tradicional vocación de Brasil de ser el lider en base a poderío económico, se le suma la también tradicional intención de Argentina de serlo, aunque ésta no lo ha aprovechado por la naturaleza confrontadora de su presidente Kirchner. La farsa del Mercosur, que en realidad es un acuerdo entre éstos dos estados, está herida de muerte. Con esa muerte se juegan éstos dos la pérdida de Uruguay y Paraguay como socios menores, que de hecho sólo lo eran formalmente. Entre Brasil y Argentina se metió a competir el Tio Rico Chávez con sus petrodólares a ganarse el mismo liderazgo. Con mucho dinero y poca cabeza, como todo lo del comandante Chávez. Evo Morales parece ser el discípulo favorito e ideal para Chavez en Bolivia: indigenista, populista, zurdo, ávido de dinero. Y sin problemas para enfrentar a sus competidores. De hecho la privatización de las empresas como Petrobrás lo han alejado de Brasilia y acercado a Caracas.
Chile juega un partido aparte, como si perteneciera a otro continente. Tiene su propio tratado de libre comercio con los EEUU, está estabilizado economicamente, y es independiente del mercado regional, con lo que no reconoce influencias de ninguno. Perú es una bomba de tiempo: debe optar entre el populista Humala y el liberal Alan García, con muchos más interrogantes que certezas en el horizonte político.
Paraguay, por otros motivos, especialmente su idiosincracia tan particular, mantiene una relativa independencia de ésta guerra de liderazgos.
Uruguay está a punto de dejar el Mercosur, que asi como funciona es más un perjuicio que un beneficio, y de firmar un tratado de libre comercio con EEUU, como tiene con Méjico, algo impensado para un gobierno socialista como el de Tabaré Vázquez, pero realista al fin.
Y en esa guerra de intereses, EEUU intenta con pocos recursos, y seamos justos, con poco interés real, de intentar influir en la región. Parecería que la visión apocalíptica de muchos analistas de que ésto no se resuelve con facilidad, es la que va tomando más cuerpo. Mientras tanto, la inversión en gasto militar en América del Sur se ha incrementado en forma superior aun a la época de gobiernos militares de la década del 70 y 80. Populismo, armamentismo, lucha de poderes, no son buenos augurios. Quiera Dios que los pronósticos sean errados.
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