Estimado Criollo Argentino:

El tema de la rebelión hispanoamericana contra la Monarquía es análogo a un cisma eclesiástico. Puede discreparse abiertamente con el Papa y hasta es un deber grave desobedecerle cuando actúa contra la Fe y la Moral, pero esta desobediencia, en primer lugar, no es tal, porque una orden para serlo verdaderamente ha de ser legítima, o sea no ir contra la Ley Divina. En segundo lugar, no implica un desconocimiento de la autoridad ni del cargo del Sumo Pontífice, sino que es solo una resistencia a una atribución improcedente de autoridad. Pero por muy abusivo y execrable que sea tal Pontífice, nada justifica romper con el principio de unidad y autoridad de la Iglesia que es su cabeza, desconociendola para forjarse una Iglesia a imagen y semejanza de cada cual.
Así, que un Rey sea malo no implica romper con la Monarquía ni con la propia Patria (Cabe recordar que España era la Patria de los "Próceres de la Independencia". Eran españoles, de hecho y de derecho). Y la Revolución Independentista, por ser tal (y pregonada como tal) con el pretexto de una supuesta emancipación política, que hasta el momento nadie ha podido explicar de qué, subvirtió el orden cristiano implantando el liberalismo por la fuerza. Los independentistas eran los rojos de la época, la extrema izquierda. el clero que apoyó esta revolución era innegablemente progresista e infiel a la Iglesia, como consta por las ideas plasmadas en sus escritos.
En Chile, el infame Camilo Henríquez (Fraile de la Buena Muerte, venerado como el primer periodista de la nación) se dedicó a difundir, sin ningún escrúpulo, en un pasquín intitulado la "Aurora de Chile" todas las ideas "progresistas" condenadas por la Iglesia. Lamentablemente, el Santo Oficio no nos libró de este apóstata.
La revolución independentista nunca ha podido ser justificada racionalmente, porque no tiene ninguna lógica. No conoce más fundamento que esloganes que han de ser aceptados como un nuevo credo. Es clarísima la parodia blasfema que establece la ideología nacionalista: altares de la patria, votos a la nación, culto a la libertad, dogmas indiscutibles (Derechos del Hombre y el Ciudadano, soberanía popular), etc.
La independencia fue un proceso impuesto por la fuerza (esto es contra el sentir de la gente) y alimentado por ideas extrañas a la Ciudad Católica. La saña de la historia liberal, motejando de oscurantismo todo resabio de españolismo y fervor católico, da clara cuenta de la ideología subyacente en la gran traición cometida por los "patriotas" contra nuestra Patria y la Fe. Que levantaran templos, exhibieran escapularios e hicieran votos a la Santísima Virgen no los convierte en católicos. Muchos modernistas, hoy en día, cumplen tantas o más devociones que un católico, pero no tienen la Fe.


EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM