Los conceptos nacionalsocialistas y cristianos son irreconciliables. Nuestra ideología nacionalsocialista es mucho más elevada que los conceptos de la Cristiandad, los cuales, en sus puntos esenciales, han sido asumidos de la judería. También por esta razón no necesitamos a la Cristiandad. Si, por consiguiente, en el futuro nuestra juventud no aprende nada más de esta Cristiandad, cuyas doctrinas están muy por debajo de nosotros, la Cristiandad desaparecerá por sí misma. De la irreconciabilidad de los conceptos nacionalsocialistas y cristianos, surje que un refuerzo de las confesiones existentes y cada demanda de originar confesiones cristianas ha de ser rechazada por nosotros. Una diferenciación entre las varias confesiones cristianas no ha de hacerse aquí. Por esta razón, también, el pensamiento de la erección de una Iglesia Evangélica Nacional por unión de las varias iglesias Evangélicas ha de ser, definitivamente, rendido, porque la Iglesia Evangélica es tan enemistosa para nosotros como la Iglesia Católica. Cualquier refuerzo de la Iglesia Evangélica, simplemente reaccionaría contra nosotros.
Por primera vez en la historia alemana el Führer, consciente y completamente, lleva el liderazgo del pueblo en su propia mano. Con el Partido, sus componentes y unidades adjuntas, el Führer ha creado para él mismo, y por tanto para el liderazgo del Reich alemán, un instrumento que le hace independiente de la Iglesia. Todas las influencias que puedan lesionar o dañar el liderazgo del pueblo ejercido por el Führer, con la ayuda del NSDAP, debe de ser eliminado. Más y más el pueblo debe ser separado de las iglesias y sus órganos, los pastores. Por supuesto, las iglesias deben y desean, visto desde su punto de vista, defenderse contra la pérdida de poder. Pero nunca más debe una influencia sobre el liderazgo del pueblo ser cedida a las iglesias. Esta influencia ha de romperse completa y definitivamente.
Sólo el gobierno del Reich y, por su dirección, el Partido, sus componentes y unidades adjuntas tienen derecho al liderazgo del pueblo.
Tal y como las influencias deletéreas de astrólogos, videntes y otros falsificadores son eliminadas y suprimidas por el Estado, la posibilidad de influencia de la Iglesia debe también ser apartada totalmente. Hasta que no haya pasado esto, el liderazgo del estado no tendrá influencia en los ciudadanos individuales. No hasta entonces estarán el pueblo y el Reich seguros en sus existencia para todo el futuro.
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