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Tema: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

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    La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Estudio de la hoja de ruta de la Junta Democrática de Carrillo y del Partido Comunista y su trabajo de absorción para el “cambio democrático” en los ámbitos eclesial, militar, franquista-aperturista, laboral, universitario e internacional, en los años 1974-1975. Se comprueba cómo el “reconciliador”Carrillo, al frente de dicha Junta, hizo diana en la previsión de los hechos que provocarían el desmoronamiento del Régimen del 18 de Julio, contribuyendo a precipitarlos.

    El presente artículo está escrito en vida de Franco, cuando a priori para el futuro todo (o nada) podía pasar; pero se comprueba cómo tanto las previsiones de la Junta carrillista como el grado de acierto de los denunciantes es impresionante.

    Por otro lado, la vía comunista “dura” e intransigente la protagonizaban simultáneamente otros grupúsculos marxistas, que renegaban del “traidor” Carrillo y de los suyos: http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/25722-la-hidra-comunista-de-cien-cabezas-durante-el-franquismo.html (La historia, incómoda, de aquellos grupos criminales eshoy silenciada por la imposición del mito de la transición)

    Revista FUERZA NUEVA, nº 433, 26-Abr-1975

    LA “JUNTA DEMOCRÁTICA”
    (PLAN PARA ESCLAVIZAR ESPAÑA)

    NOTA PREVIA: El presente trabajo no es producto de la lucubración mental de sus autores...; todo lo que se expone es fruto de la rigurosa observación y del estudio de los documentos elaborados por la propia Junta Democrática de España (JDE)... Principalmente a los movimientos del llamado Partido Comunista de España, y de la Junta Democrática, que patrocina, en el mundo laboral y en la Universidad, laboratorios a pequeña escala, en los que se aplican tácticas similares a las que paralelamente se emplean a nivel nacional...

    1.Constitución de la Junta Democrática de España

    En la mañana del 29 de julio de 1974, en el Hotel Intercontinental de París, se dio a conocer la constitución de la denominada Junta Democrática de España. Los portavoces de la J. D. en dicho acto fueron “el profesor don Rafael Calvo Serer y el dirigente comunista Santiago Carrillo”, quien respondiendo a las preguntas de un periodista señaló que la tal Junta “está compuesta por personalidades de derecha, monárquicos liberales, representantes de las finanzas y de la industria española, personalidades que tienen autoridad en Cataluña, Galicia y en las diferentes regiones españolas, Comisiones Obreras y el Partido Comunista de España“, según se informó en la emisión de las 22 horas de Radio España Independiente.

    Actualmente [Abril, 1975] poseemos datos de que, con posterioridad a la mencionada fecha, se incorporaron a la J. D., aparte de algunas personas individualmente, el Partido Comunista (internacional) y representantes del Partido Socialista, al menos en sus más importantes facciones.

    La Junta Democrática es el plan elaborado para la toma del poder en España por los mandatarios del oficioso Movimiento Comunista Internacional, remedo de la malograda III Internacional (Komintern), cuya sede es Moscú. El simbólico abrazo entre Suslov y Carrillo no deja lugar a dudas: el llamado Partido Comunista de España ha vuelto a la fiel obediencia soviética, suponiendo que su anterior apartamiento no hubiera sido más ficticio que real.

    Al igual que en los lamentables años de la República, son los gerifaltes del comunismo de la URSS los que deciden e imponen la política que se debe seguir en España. Toda una muestra a pequeña escala de lo que de pérdida de la soberanía nacional supone el triunfo de la hoz y el martillo. Los Partidos Comunistas del llamado mundo libre no son sino un descarado instrumento del imperialismo y expansionismo de la Unión Soviética o, en su caso, de la China Popular.

    Los expertos del Komintern han elaborado ahora un plan para España, consistente en la ocasional alianza con la burguesía liberal, el primer y necesario paso hacia la implantación de la dictadura del proletariado, de la que de momento se ha renunciado a hablar.

    2.¿Por qué nos centramos en la Junta Democrática?

    Es cierto que en el complejo mundo de los grupos y grupúsculos marxistas
    [ver: http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/25722-la-hidra-comunista-de-cien-cabezas-durante-el-franquismo.html] existen otras muchas maneras de entender la acción revolucionaria: desde “el armamento masivo del proletariado y sus aliados”, propugnado en un comunicado del Buró Político de la Liga Comunista (simpatizante de la IV Internacional, trotskistas), con fecha 22 de septiembre del 74, hasta “el camino en la construcción del Frente Popular”, defendido en el manifiesto de agosto del 74 del Comité Central de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT). En este mismo documento se contienen fuertes diatribas contra la táctica de las alianzas elegida por el PCE, como en el siguiente párrafo que no nos resistimos a transcribir: “Hoy, el principal obstáculo para que el proletariado ejerza su dirección consiste en la influencia que el llamado falsamente Partido Comunista de España, que el partido revisionista ejerce sobre el movimiento general antifascista.
    Este partido, traidor al marxismo, defendiendo una podrida ideología de conciliación de clases y con su política de pacto con la oligarquía... Para que el proletariado pueda dirigir la lucha del pueblo, es preciso llevar una lucha constante por reducir la influencia de las ideas revisionistas”.

    Sin embargo, la supresión durante el tiempo electoral del Movimiento Reorganizador del Partido del Proletariado, principal organización de los maoístas portugueses, instigada por Alvaro Cunhal, secretario general del PC portugués, nos ha vuelto a recordar qué comunismo es el que a la hora de la verdad impone su voluntad.

    Las tendencias trotskistas y maoístas, impulsivas y abiertamente hostiles, asustan a los medrosos liberales. Consiguen pequeñas masas de obreros y estudiantes, extraordinariamente activas y bulliciosas, pero ciertamente minoritarias y de peso político limitado. En realidad, su papel no es otro que tirar de un extremo para atraer a la moldeable zona centrista hacia la izquierda.

    Creemos que la J. D. es, y nos agradecerán la propaganda gratuita, el instrumento más eficaz para llevar a España al comunismo, debido a su carácter de plan elaborado para la concreta situación de aquí y ahora, que ha sabido crear para después utilizar los “vientos de la Historia” y que supone un catalizador específico, y por ello más eficaz para acelerar el proceso destructivo del Régimen. Además, y ésta es razón importante, el plan cuenta con el respaldo de la Unión Soviética, de sus influencias y de sus importantísimas ayudas materiales.

    Por todas estas razones, vamos a continuación a exponer con un poco más de detalle en qué consiste concretamente este plan para esclavizar a España, cómo opera y como la J. D., y el PCE a su través, pretende realizar la toma del poder.

    3.Puntos de partida

    El PC parte del supuesto, al que sus estrategas han llegado “después de estudiar minuciosamente la realidad del país”, de que “el régimen de Franco es incapaz de dar una respuesta válida a los problemas que la sociedad española tiene planteados”. La conclusión se basa en dos tipos de razonamientos, que ellos llaman “morales”, necesidad de una “democracia de reconciliación nacional” y “materiales”, producidos por el “dinamismo de las fuerzas económicas y sociales”.

    Es en este marco en el que plantean la “necesidad de un cambio democrático”, demandado por unos “vientos de la Historia” que, como antes indicábamos, ellos mismos se preocupan de crear. Los encargados de ejecutar dicho “cambio” son los hombres de una oposición unida, en convergencia amplia y abierta y decididos a asumir “las responsabilidades históricas y personales que el pueblo español les exige”.

    Para ello se ha elaborado un programa común de doce puntos, casualmente similares a los que propugnaba el primer Gobierno provisional portugués, formado el 25 de abril de 1974. Un “Gobierno de amplia participación de todos los sectores comprometidos” será el responsable de poner en práctica dichos puntos, cuya cantilena, la de siempre, ya se conoce: partidos políticos, reconocimiento de las “nacionalidades”, derechos de huelga y manifestación, pluralidad de sindicatos horizontales, etc.

    Antes de llegar a la situación de ruptura y de “cambio”, es necesario que el éxito del plan esté garantizado de antemano, lo cual exige algunos pasos previos e indispensables en varias direcciones, que a continuación iremos recorriendo.

    4.La Iglesia: un error irrepetible

    En una entrevista que en Cuba le fue realizada a la Pasionaria, le preguntaron cuál había sido la principal razón por la que el comunismo no triunfó en España en los años de la II República. Dolores Ibarruri contestó: “Porque no se empezó por donde se debía haber comenzado: por la Iglesia”.

    En una nación de arraigada tradición católica como es la nuestra, es fundamental no topar con el sentimiento religioso del pueblo, representado por la voz de la Jerarquía de la Iglesia católica. El sectarismo antirreligioso de la República fue causa determinante de la incorporación masiva de los católicos al Alzamiento. La valiente actitud de aquel episcopado, con el supremo ejemplo de sus once mártires, señalando el carácter que de auténtica Cruzada tenía aquella guerra, contribuyó decisivamente al triunfo de la causa nacional.

    En el otro extremo, la complicidad y ambigüedades de la Jerarquía chilena hicieron posible la apretada victoria electoral de la nefasta Unión Popular de Salvador Allende [1970], al disuadir de los temores que el coligado marxista infundía en los votantes católicos.

    El PCE ha estudiado su fracaso en los años del Frente Popular y, en base a las conclusiones obtenidas, ha elaborado su nueva estrategia. Los comunistas no van a tropezar otra vez en el mismo error, ni van a echar a perder el trabajo de muchos años por una pueril precipitación: “El fruto no caerá hasta no estar maduro”.

    La posición que la Junta Democrática quiere para la Iglesia la encontramos claramente en sus manifiestos: “Espera de la Jerarquía eclesiástica que amplifique su justa posición conciliar, en defensa de los derechos humanos, identificando, en este año de la reconciliación, el ideal político de la democracia con el ideal moral de la superación de la guerra civil”.

    La J. D. pretende convertir a la Iglesia en una organización al servicio de la liberación humana, defensora de esos abstractos “Derechos del hombre”, democrática en sus estructuras y decisiones, opuesta a todo sentido de obediencia y sumisión al Dogma.

    Se difunden las ideas de Iván Illich, misterioso sacerdote (¡¡) aparecido en Alemania occidental después de la segunda guerra mundial, supuestamente expulsado de la República Democrática Alemana y actualmente acogido a la hospitalidad del inefable obispo de Cuernavaca (Méjico), monseñor Menéndez Arceo, máximo impulsor episcopal de los llamados Cristianos por el Socialismo. Se imparten cursillos de “Educación liberadora” de Paulo Freire, patrocinados por conocidos beatos con protección episcopal. De la misma manera, las campañas de Justicia y Paz, con un presidente [Ruiz-Giménez] que en alguna ocasión se declaró cristiano-marxista, las tesis del ex jesuita Díez Alegría, la labor de ese hombre nefasto que se llama Miret Magdalena, en la no menos funesta revista «Triunfo»; las ponencias rezumantes de marxismo y argumentos seudosociológicos de la prohibida I Asamblea Cristiana de Vallecas, organizada por la Vicaría IV de la diócesis de Madrid, con su obispo auxiliar monseñor Iniesta, al frente, de la mano del cardenal Tarancón, y con representantes de los Partidos comunistas de Francia, Portugal y España y militantes de la ORT incluidos, no son sino consecuencia de la labor de erosión realizada ya en la Iglesia.

    En el momento presente, la mayoría de los obispos que integran la Asamblea Plenaria del Episcopado se mostrarían presumiblemente simpatizantes del “cambio democrático”, inconscientes, como anteriormente lo fueron algunos obispos portugueses, de que tras la florida cadena de las libertades y los claveles vienen las cadenas de la dictadura comunista y sus prohibiciones de radiar la santa misa.

    Aunque pueda parecer lo contrario, la J. D. pone extremo cuidado en evitar que se delimiten los campos, en no producir divisiones netas que harían que al menos una parte de los obispos, sacerdotes y fieles se conservase intacta e impermeable a la penetración, con capacidad para despertar con su voz a otros muchos católicos que empezasen a ser “concienciados”. En realidad lo que se pretende es dilatar tanto las fronteras de la Iglesia, favorecer tanto el pluralismo, que todas las opiniones tengan ya cabida.

    Simultáneamente se realiza una labor de aislamiento y desprestigio de los hombres que no se prestan a entrar en el juego. La encubierta campaña en contra de obispos como Marcelo González, Castán, Guerra Campos, de la Hermandad Sacerdotal Española o de «Roca Viva», «¿Qué pasa?» o «Iglesia-Mundo», llega a ser tan habitual que corremos el riesgo de que nos pase inadvertida.

    Con burlas y difamaciones se quiere situar a los que permanecen fieles al catolicismo en el papel de “extremistas” y “ultras”, dentro del cuadro de lo que sería el aceptable pluralismo, presentándoles como reductos desbordados por una sociedad en continuo proceso de evolución. He aquí un nuevo ejemplo de manipulación mediante el mito de “los signos de los tiempos”, y de cómo se crean unas posturas en la Iglesia, poniendo unos extremos artificiales, para que una posición cada vez más desplazada hacia los intereses marxistas quede como centro apetecible entre el polo descaradamente procomunista y estos curas y seglares “preconciliares y tridentinos”, víctimas de calumnias y visiones deformantes.

    La personal interpretación del “espíritu” del Vaticano II y el moderno y nada claro concepto de “pastoral” son los disfraces con los que a menudo ha ocultado el marxismo su acción corrosiva en el seno de la Iglesia.

    Los “consejos de pastoral”, “equipos parroquiales” y demás productos de la institucionalización democrática de vicarías y parroquias constituyen un buen modo de igualar todas las opiniones; después, son instrumentos fácilmente manejables por personas preparadas. El gran deterioro que está sufriendo nuestro catolicismo favorece las pretensiones del PCE, en absoluto ajeno a la situación creada. (Consultar el artículo “Tras las huellas de la subversión”, publicado en el número 388 de FUERZA NUEVA)

    5.Un baluarte decisivo: las Fuerzas Armadas

    Nuestras Fuerzas Armadas son en estos momentos el más grave escollo que encuentra la J. D. para la consecución de sus objetivos.

    Para abordar este punto, conviene empezar distinguiendo entre lo que desde la mentalidad comunista podemos llamar ideal deseable e ideal factible. El ideal deseable es la activa participación del Ejército, convertido en Ejército rojo al servicio de la acción revolucionaria. Ha quedado evidenciado en Portugal, gracias a la infiltración entre los oficiales de universitarios leninistas, facilitada por la especial manera que en tiempo de Caetano había de ingresar en la carrera militar y por el relajamiento en el cultivo de las virtudes castrenses...

    En España, el panorama es bien diferente. Los análisis realizados por el PCE dieron “negativo”. La razón es sencilla: el Ejército español fue siempre objeto de la devoción del Caudillo y del Régimen, y sus características de honor, disciplina y jerarquía, bajo el mando supremo del Generalísimo, le configuran como sólido bastión, difícilmente ganable por el contubernio liberal-marxista.

    A pesar del sombrío panorama que todo esto supones para los planes del PCE, los “cerebros” de la Junta Democrática son conscientes de que cualquier intento de hacerse con el poder está condenado al fracaso si cuenta con le enérgica oposición del Ejército. La última experiencia en Chile ha sido su definitivo escarmiento.

    No queda más remedio que deponer el ideal deseable por el ideal factible, es decir, si el Ejército no puede protagonizar el “cambio”, al menos que permanezca neutral y se comprometa a respaldar las decisiones de las fuerzas sociales.

    Este es el objetivo confesado sin rodeos en la primera declaración de la Junta Democrática de Madrid, del 4 de diciembre del pasado año: “En cuanto al Ejército, consideramos que sus jefes, oficiales y tropa han de ser consecuentes con su deber patriótico, colocándose en una actitud de neutralidad para que los ciudadanos puedan impulsar las transformaciones democráticas”.

    Los hombres del PC confían en que estos objetivos se podrían alcanzar más fácilmente con la desaparición del Generalísimo Franco, en el que concurren fuertes lealtades personales que supuestamente se extinguirían con su muerte.

    Es obvio que todo lo anterior no implica que los marxistas renuncien a la politización del Ejército a su favor, a la infiltración o a minar aquellas virtudes antes señaladas, que definen primordialmente al Ejército español, ni a la subversión antimilitarista de carácter más general que Carlos Urquiola ha desenmascarado en un importante artículo, recientemente publicado en FUERZA NUEVA.
    http://hispanismo.org/politica-y-sociedad/27542-la-subversion-antimilitarista-en-occidente.html

    6.Ofensiva de la Junta Democrática respecto al Ejército

    A continuación, pasaremos revista a las tácticas que la Junta Democrática ha elaborado para ganar la neutralidad del Ejército. Casi una por una, figuran implícitas en uno de los llamamientos de la Junta Democrática a la comunidad nacional: “... apela al patriotismo de las Fuerzas Armadas, virtudes ignoradas por quienes hoy les piden convertirse en guardianes de la corrupción y policías de un orden político que carece para ellos de todo sentido sin Franco; considera como un factor determinante para la toma de conciencia profesional del Ejército a las recientes juntas militares de jefes y oficiales, a quienes dirige su más vivo sentimiento de simpatía”.

    Conseguir que no tome parte un Ejército disciplinado, en el que los altos cargos están ocupados por los que fueron oficiales del Ejército que se sublevó el 18 de julio de 1936, es una tarea que los comunistas saben calibrar perfectamente en su justa dificultad y en la que no valen falsas ilusiones. Sólo su ineludible necesidad les ha obligado a tener que afrontar el problema, planeando con especial meticulosidad la conquista de las Fuerzas Armadas.

    El primer paso es favorecer las ideas que ingenua y deliberadamente se lanzan al espacio de la opinión pública sobre la profesionalidad o despolitización que supuestamente debe imperar entre los militares, prestando los medios de difusión que controlan como cajas de resonancia para todas estas teorías.

    Llama la atención que la validez de tales postulados se limite a nuestro país. No demasiado lejos de nuestras fronteras, el secretario general del Partido Comunista portugués reclamaba la necesidad de reestructurar el Ejército para que cumpliera con mayor agilidad la labor de defensa del Estado democrático: es decir, pedía un Ejército político y bien político para defender la ideología de un Estado, que casualmente, en este caso, es la marxista.

    En nuestra Patria se trata, por el contrario, de convertir a las Fuerzas Armadas en una organización profesional, en un sindicato de guerreros contra una posible invasión desde el Exterior. Nada del Ejército de la Victoria, nada de defensa del 18 de Julio, nada de “columna vertebral de la Patria”, como dijo Franco.

    Las declaraciones coincidentes de los ministros del Ejército, Marina y Aire, con motivo de la Pascua Militar, encareciendo a los militares no adoptar ninguna postura política, pueden ser maliciosamente aireadas y manejadas para ir creando el ambiente favorable a los deseos de la J. D., como de hecho ha ocurrido en algunas publicaciones.

    El bulo y la insidia se manejan en el tratamiento de algunos sucesos en los que intervienen militares, como en el caso de los que recientemente han protagonizado el comandante Busquets y el capitán Julve, con el fin de hacer creer en la existencia de una “tendencia democratizadora” o que se está produciendo una corriente de contestación en el seno de nuestras Fuerzas Armadas.

    Con una significación similar se jugó algunos meses atrás con la figura del teniente general Díez Alegría, al que se quiso colocar en el papel de ese imaginario Ejército democratizado y hasta con ciertas tendencias a “democratizar” al prójimo.

    Al tiempo, se realiza el aislamiento y desprestigio de significativos militares del 18 de Julio, mediante la deformación y la tendenciosidad de la información. De esta manera, al cabo del tiempo, se crea alrededor de hombres como Campano, Iniesta, Yusti, González Aller, García Rebull, etc., un mito según el cual representarían posturas “fascistas” no mantenidas por la totalidad de los cuadros militares.

    El problema del Sahara, hinchado, deformado, y al que se incorporan falsedades de todo tipo, ocupa también un puesto en la estrategia de la J. D., desmoralizando a la juventud que se incorpora a filas, creando en ella malestar y aversión hacia la concepción tradicional de la milicia, al tiempo que se fabrica la fábula de una “guerra de ultramar”, inexistente, que facilitará un forzado parangón con la situación del Portugal pregolpista.

    7.Otra artillería

    Hay un segundo tipo de artillería, esta vez aún más sutil, que la J. D. emplea en su ofensiva destinada a asegurar la neutralidad futura del Ejército.

    Hoy día, el militar español es más permeable, por diversas circunstancias, a las ideas que corren por la sociedad, como también lo es el sacerdote. Más fácilmente que ayer se produce la ósmosis de los tópicos que circulan a diario, que, debido a su machacona repetición en radio, prensa e incluso televisión, acaban penetrando en el subconsciente, tanto de civiles como de militares.

    Es así como nos habituamos a oír la idea de “cambio”, de la “necesidad de ponerse al día”, de la “democratización de la sociedad, de “abrir cauces”, de “a tono con las naciones europeas” y otros muchos eslóganes. A la larga, todo ello elimina nuestras defensas conscientes para acabar aceptando cosas que de primera intención hubiéramos rechazado. Mediante esta acción psicológica, en cuya utilización los comunistas son expertos, los militares primero individualmente y después como cuerpo, acabarán también habituándose a la necesidad de sustituir el Estado nacional por otro “democrático”.

    Es trascendental el efecto desmoralizador de esas declaraciones de hombres que ocupan altísimos cargos en el Régimen hablando de partidos políticos y reforma constitucional que las de actuales ministros refiriéndose a democratizaciones y al “cambio que en el futuro se producirá”. Es lógico que tales abandonismos induzcan a la deslealtad a un Régimen que tan ingratos servidores ha tenido. Así es cómo los estúpidos aperturistas favorecen a la J. D. en su labor respecto al Ejército.

    Este tema puede ser afrontado desde diversos puntos de vista, pero los procedimientos aquí apuntados son los preferentemente utilizados en aras de esa ansiada neutralidad o complicidad de los militares en el momento de la “ruptura”. Aprovechando cualquier oportunidad que surja y beneficiándose de una ingente cantidad de tontos útiles, la Junta Democrática va limando las aristas del último resorte que necesita ser ganado y que retrasa el momento crítico.

    8.Una política oficial que favorece al enemigo

    El PCE y sus aliados se marginan desde el comienzo de la política oficial que se realiza dentro de las instituciones del Estado y de la “oposición consentida” aunque en realidad empiece a ser difícil ver quiénes están fuera y quiénes están dentro, qué es el Régimen y qué el Antirrégimen.

    A pesar de este situarse en “offside” desde el principio, es evidente que el Pacto juega sobre las bases de la política española, interfiriéndola y sacando de ella los datos concretos que fundamentan su método dialéctico. No son, por tanto, ajenos al momento político. ¿Cuál es entonces la actitud que toma la J. D. ante cuestiones tan actuales de la política oficial como son “la apertura” o las asociaciones?

    A lo largo del presente trabajo se ha ido viendo cómo las pautas de comportamiento en los distintos campos son bastante homogéneas: presentación de una alternativa paralela, estrangulamiento de los enemigos y creación y explotación de las contradicciones, que son tres instrumentos perfectamente constatables en la aplicación que de ellos se hace a la vida política.

    En cuanto a la apertura, representa una fuente inagotable de contradicciones dentro de la realidad y hasta de la legalidad del Régimen, produciéndose tensiones y dislocamientos, fruto de interpretaciones dispares o de distintas “velocidades de apertura” en unos aspectos o en otros.

    Los ejemplos son abundantísimos: después de más de treinta años negando su necesidad y validez, consecuencia de una muy precisa visión de la economía, se va a regular ahora el derecho de huelga. O ha cambiado aquella concepción económica o se reconoce por parte del Régimen una prolongada injusticia, puesto que ahora se regulará por decisión gubernamental una reivindicación que ha causado, y todavía causa en el periodo inmediatamente anterior al de su ordenamiento, el sancionamiento de muchos trabajadores. Una contradicción que merma el principio de autoridad y de la misma fiabilidad del Estado.

    Otra contradicción: mientras en un Ministerio, el de Información y Turismo, la apertura tiene caracteres de auténtica “liquidación por derribo”, en otro se aumenta el número de prohibiciones a “cocktails” y “actos culturales”. O que se detenga a estudiantes “asambleístas” a los que minutos antes se había prometido inmunidad como representantes, etc.

    En cuanto a las asociaciones, son igualmente origen de gravísimas contradicciones, como poner en pie de igualdad a los que propugnan como único objetivo una reforma constitucional que cambie la legalidad del Estado con los que abogan por su leal perfeccionamiento; o como una neutralidad oficial que no llega a estar demasiado clara; o como un estatuto que el mismo presidente del Gobierno [Arias Navarro] reconoce imperfecto, en el mismo momento de su presentación a la nación, lo cual ha valido para que inmediatamente la oposición entone unánime la misma letra, con diferente música e intención.

    Las asociaciones políticas sólo van a beneficiar al Partido Comunista y sus aliados, operando como cuña disgregadora de las fuerzas del 18 de Julio, precisamente en un momento en que la Junta Democrática defiende “la necesidad de una acción unitaria de la oposición” (declaración del 29 de julio de 1974).

    La explotación de las contradicciones forma parte esencial de la dialéctica de la filosofía y también de la política de los marxistas. En este caso concreto, explotando las contradicciones abundantes de una situación incoherente y confusa como la actual, se pretende provocar el cambio de vía de algunos políticos que permanecen indecisos, es decir, su paso a la “alternativa paralela” que constantemente hace presente la oposición.

    Las asociaciones, difíciles de entender si no son partidos políticos y, por tanto, sin exclusiones; y ridículas y carentes de sentido si se diferencian de los partidos y están dentro del Movimiento, pueden acabar de convencer a muchos liberales de que la única manera de alcanzar la democracia a la europea que pretenden es uniéndose a las filas cada vez más numerosas de la Junta Democrática.

    Es fundamental que a todo lo anterior se una el aislamiento y posterior estrangulamiento de los sectores “ultras”, “fascistas”, “reaccionarios de extrema derecha”, “cavernícolas” y todos los que integran aquellos hombres que no tienen la suerte de no ser tan románticos como para soñar con liberalidades capitalistas y negocios comunes, ni tan rastreros como para entregar a la Patria al imperialismo soviético.

    Unas cuantas publicaciones [
    http://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/25626-revista-fuerza-nueva-de-la-muerte-de-franco-la-constitucion-1975-78-a.html#post166404] de la mano de su fe liberal o del morboso gusto de proporcionar la soga con que ser ahorcados, hacen el juego a las que están directamente al servicio del marxismo, y juntas se encargan de difamar, trastocar discursos, mentir y mediatizar la información y la noticia, llenando de epítetos denigrantes a los más conspicuos defensores del 18 de Julio, aunque ostenten el cargo de consejero nacional, de ministro o la gloria de haber sido salvajemente asesinado en un brutal atentado, muriendo por Dios y por España.

    Así se condiciona la opinión de los españoles, que no pueden substraerse a un lavado de cerebro que se les realiza día y noche; así se engendra el fatalismo como actitud vital y así se destrozan las defensas de un Régimen. Esta es la actitud de la Junta Democrática de España en nuestra vida política cotidiana: engrosar sus filas, dividir, desalentar y poner en ridículo a sus más capaces enemigos.

    9.Las Jornadas de Acción Democrática Nacional

    ... Este es el procedimiento concreto elegido para el golpe final: las Jornadas de Acción Democrática Nacional. Teniendo en cuenta que se huye deliberadamente de la terminología clásica comunista en toda la fraseología de la J. D., en aras de darle ese aire de “acuerdo amplio y abierto de toda la oposición democrática” que interesa, tan ampulosa denominación no esconde otra cosa que la huelga general, decretada en todo el territorio nacional.

    Llegado el momento, el país se paralizará con una gigantesca huelga y la calle será tomada por masas de proletarios y estudiantes, que asumirán la dirección del proceso, siguiendo las consignas del PCE. La presencia activa de las masas y la presión ejercida por poderosos medios de comunicación, aunado con el refuerzo moral del extranjero, bastarán para el total desbordamiento de las fuerzas de seguridad del Estado y de los hombres que estuvieran dispuestos a salir en defensa del Régimen.

    La J. D. tiene el convencimiento de que, llegada la ocasión, la misma Administración dará facilidades al movimiento insurreccional, y las infiltraciones y complicidades, unidas a la cobardía, la desmoralización y el instinto de conservación natural, asegurarán la renuncia a la violencia como forma de defensa del Estado. El actual representante de Portugal en la ONU fue ministro de Educación con Caetano.

    10.¿Se repetirá la Historia?

    La Historia no puede andar sobre sus propios pasos, pero sí seguir el mismo rumbo, si a ello se la tienta. La abdicación de la Monarquía liberal y la implantación de la II República fue obra de la izquierda burguesa, con la colaboración de intelectuales desafectos al depuesto régimen y con notable influencia sobre la opinión pública.

    La Monarquía hubiera podido sobrevivir por más tiempo, pues conservaba aún la mayoría numérica. Si no lo hizo fue porque ya de antemano había aceptado morbosamente su propio final. Los que hicieron posible el 14 de abril de 1931 no fueron una mayoría, sino un núcleo reducido de hombres influyentes y con audiencia limitada a las grandes ciudades. Efectivamente, como en alguna ocasión señaló Ramiro Ledesma, los cambios políticos se realizan siempre a cargo de minorías, sin ser necesaria la acción directa de la mayor parte de la nación, que generalmente permanece inerte a estas cuestiones...

    11.La clase trabajadora, la Universidad y el extranjero ante la huelga general

    ... Es precisamente la crisis de identidad de los sindicatos oficiales la causa, al menos indirecta, de la fuerza que el sindicalismo paralelo de las organizaciones comunistas tiene hoy día..., el tratamiento que las autoridades laborales del país han administrado a un problema como el de las Comisiones Obreras, con las que actualmente se consienten todo tipo de debilidades, ha favorecido que el marxismo cuente con una central obrera operativa y bien organizada y que, sin duda, desempeñará un importante papel en la convocatoria de la huelga general.

    En cuanto a la situación de la Universidad española, presenta muchas semejanzas con la del mundo laboral. Durante algún tiempo existieron organismos oficiales, que fueron descuidándose y vaciándose de contenido hasta acabar desapareciendo. Después, perdida la iniciativa y hasta el “derecho de réplica” por parte del Régimen, sobrevino, primero, el vacío y, luego, el consiguiente relleno por ideologías y organizaciones contrarias al Estado: “La misión histórica de la oposición política ha consistido en crear y preparar estas organizaciones, estos líderes y estos cuadros...” (1ª declaración de la Junta Democrática).

    Actualmente, al igual que en el caso de las Comisiones Obreras, y merced al famoso Decreto de participación, teóricamente válido, pero políticamente inoportuno y suicida, el Ministerio, en este caso el de Educación, ha aceptado “de facto” unos interlocutores que no son sino las propias organizaciones comunistas.

    Según datos nada pesimistas, mas del 80 por 100 de los puestos “representativos” han sido copados por militantes marxistas, proporción que aumenta sensiblemente en los niveles más altos de representación, como Consejos de Facultad o de Universidad. El común de los estudiantes, sin protección y desorientado de la realidad política, prácticamente ha carecido de otra opción que la de aceptarla probada eficiencia de los estudiantes Antirrégimen, de los que cada día en mayor número se empiezan a sentir solidarios...

    En un comunicado profusamente repartido en la Universidad Complutense el 4 de febrero de 1975 y firmado por la Organización Universitaria del PCE, los universitarios comunistas se muestran envalentonados por el triunfo que para ellos ha representado la torpe política del Ministerio al tiempo que señalan la política a seguir: “... Se trata de establecer en la legalidad la relación de nuestros representantes con el movimiento obrero y popular...” Y acaba haciendo un llamamiento al “combate por la imposición de un programa global ante la ruptura democrática”...

    12.Otro aspecto por abordar

    ... Evitaremos adentrarnos en la “correlación de fuerzas” existente entre los grandes financieros, con el considerable poder de sus revistas “económicas
    [ http://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/25626-revista-fuerza-nueva-de-la-muerte-de-franco-la-constitucion-1975-78-a.html#post166404], y en la Iglesia, temas que han quedado ya esbozadas en el presente trabajo.

    Llegados a este punto, sólo un aspecto queda por abordar antes de la convocatoria de acción directa, y también en él la J. D. lleva adelantados los planes: la opinión pública del extranjero o el visto bueno de los detentadores del poder político y económico en el mundo occidental (II Internacional, empresas multinacionales, grandes partidos políticos...)

    Conviene recordar cómo Mario Soares, ex ministro de Asuntos Exteriores y actual [1975] ministro en el régimen del 25 de abril, fue el encargado de sondear opiniones y ganarse la simpatía de los medios europeos hacia el Portugal “democrático” que se preparaba.

    Las reuniones de hombres de la Junta Democrática con parlamentarios europeos y organismos como el Consejo de Europa, como la celebrada en Estrasburgo, son elocuentes demostraciones de cómo la política paciente del “Pacto para la Libertad” va cubriendo sus últimos objetivos.

    Tras todo lo expuesto, podemos asegurar que algunos capítulos se encuentran ya maduros, mientras que otros necesitan aún ser cultivados, especialmente el Ejército, hasta alcanzar el grado que se juzga necesario. Los comunistas quieren garantizar el éxito de una jugada en la que han apostado la espera de más de treinta años. Necesitan anular toda posibilidad de enfrentamiento armado o guerra civil.

    Cuando en todos los terrenos se haya llegado a unas condiciones suficientes, se habrá llegado al “momento político oportuno” que desencadenará las Jornadas de Acción Democrática Nacional. Si las cosas siguen como hasta aquí, podría llegarse a ello antes del momento crítico que inevitablemente supondrá el relevo en la Jefatura del Estado...

    Equipo «F. N.»
    Última edición por ALACRAN; 23/04/2020 a las 00:29
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    La “reconciliación” de Carrillo (antecedentes históricos):

    Revista FUERZA NUEVA, nº 434, 3-May-1975

    LA “RECONCILIACIÓN” DE CARRILLO (antecedentes históricos)

    El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética [1956] señalaría el inicio de la “desestalinización” y del anatema sobre el "culto a la personalidad”. Obtuvo notable influjo en la trayectoria ulterior de los demás partidos comunistas, del que, como es natural, no se libró el español. Tras dicho congreso soviético, se produce el absoluto control del Partido Comunista de España por Santiago Carrillo, y se adopta definitivamente la nueva táctica de reconciliación nacional.

    Semblanza de Santiago Carrillo: Traición al Partido Socialista y matanzas de Madrid

    Antes del análisis de la táctica comunista de “reconciliación nacional”, conviene recordar algunos de los aspectos más importantes de la personalidad de su autor, Santiago Carrillo, a quien definiera otro comunista conocido, Enrique Líster, como “arribista sin escrúpulos, un ser completamente deshumanizado, capaz de mandar a la muerte o destruir política y moralmente a personas a las que antes había jurado eterna amistad”.

    Santiago Carrillo nació en 1915, en Asturias, y es hijo del dirigente socialista Wenceslao Carrillo. Parece que cayó en ciertas veleidades trotskistas durante la adolescencia, lo que no representaría obstáculo para que se le designara secretario de las Juventudes Socialistas; cargo desde el cual facilitaría la fusión de las mismas con las Juventudes Comunistas en abril de 1936, dando lugar a las Juventudes Socialistas Unificadas. La fusión significaba la entrega de la organización juvenil socialista al Partido Comunista, en el que Carrillo se afiliaría al regresar de un viaje a la URSS, en noviembre de 1936.

    Durante la guerra, forma parte de la Junta de Defensa de Madrid, presidida por Miaja, constituida con motivo de la huida del gobierno rojo a Levante. Dentro de tal junta existía una Consejería de Orden Público, cuya titularidad fue confiada a Carrillo. En su calidad de tal, desarrolla la sangrienta operación conocida como “el exterminio de la quinta columna”, tras haber sido el promotor de las checas de Bellas Artes, calle de Fomento y Spartacus (calle de Santa Engracia). El 10 de noviembre de 1936 congrega a sus colaboradores y fijan las reglas a seguir para el asesinato de los presos. La preferencia propuesta por Carrillo, y admitida por los demás, sería la siguiente: 1º, militares de empleo superior a capitán, 2º, falangistas; 3º, todos los que hubiesen participado en actividades políticas contrarias al Frente Popular. Así, desde noviembre a primeros de diciembre de 1936, se inmolaron de nueve a once mil víctimas por las milicias de vigilancia de la retaguardia, de acuerdo con las instrucciones de Santiago Carrillo.

    Quizá semejante “hazaña” le valiese para su elevación al Comité Central en 1937, pues parece que no poseía grandes anhelos de sentar plaza de héroe en el frente, del que permaneció lo más lejos posible, quedándose resguardado en Francia, con el resto de la dirección de las Juventudes Socialistas Unificadas, después de la liberación de Cataluña, mientras la mayoría de los miembros de las mismas aún combatían en la zona Centro-Sur.

    Ascensión en el Partido Comunista después de la II Guerra Mundial

    Refugiado en Hispanoamérica, vuelve a Francia en 1944, y reconstruye con prontitud la burocracia del Partido, creando la Comisión del Interior, que sabe mantener fuera del control del Buró Político, y reteniendo el cargo de secretario de aquellas Juventudes, hasta su disolución, en 1961. De esta forma asegura su creciente preponderancia, que le proporciona un “Ministerio sin cartera” en el seudo-gobierno “presidido” por Giral, y el acceso al Buró Político del Partido Comunista. Preponderancia a la que contribuye su alianza con Antón, cuyo mérito más sobresaliente radicaba en ser el amigo de La Pasionaria.

    En esos años (1948-1951), bajo el reinado de Carrillo-Antón -relata Líster-, cientos de camaradas fueron perseguidos, maltratados y expulsados del Partido bajo acusaciones infames. Muchas familias de comunistas fueron deshechas; los hijos, enfrentados con los padres, y éstos, con los hijos. En Francia los “delegados gubernativos” de Carrillo y Antón sembraban el terror en nuestras organizaciones con sus listas de camaradas a expulsar... Hubo camaradas que, al pasar por los interrogatorios, llegaron al borde de la locura, y algunos, ante las infames acusaciones que se les hacían, al suicidio”. A los cabecillas que pudiesen hacerles sombra los eliminan, cuando no físicamente, como a Gabriel León Trilla -asesinado en Madrid por orden de Carrillo y La Pasionaria-, por medio de falsas acusaciones de connivencia con la Policía española, con los americanos, de titismo, etc., según explica también Líster, quien cita los casos de Beltrán, Comorera y Monzón, los cuales consiguieron escapar a la muerte decretada por el Secretariado -regido por Dolores Ibarruri- del Partido, a instancias de Carrillo, pero no a los efectos de las campañas de difamación posteriores.

    Desde 1951 a 1956 se desenvuelve la pugna entre Carrillo y Antón, de un lado, y Uribe y Mije, de otro. Durante el conflicto, Antón es expulsado de los órganos directivos -Buró Político y Comité Central- en 1953, pero, tras la muerte de Stalin (1953) y el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956), al que asistiría una delegación española, en la cual no se incluyó a Carrillo, se celebra, en agosto de 1956, un pleno ampliado del Comité Central, después de agudas disputas en el seno del Buró Político en los meses de abril y mayo, y cuyo resultado fue la derrota de Uribe y el dominio absoluto de Carrillo.

    En el citado pleno, el nuevo amo se adhiere a la condena del culto a la personalidad efectuada por los rusos, reconociendo que tal vicio ha existido en el seno del comunismo español, donde se ensalzaba con exageración a José Díaz y a Dolores Ibarruri; cosa que, sin duda, sabía bien el que, cinco años antes, cantaba la “maestría de la ciencia marxista-leninista del desarrollo histórico y el rigor crítico y autocríticos propios del gran jefe del proletariado staliniano”, que veía en la Ibarruri. El VI Congreso del Partido Comunista de España, celebrado en Praga, confirmará la victoria de Carrillo, el cual consigue “legalizar” su liderazgo, ocupando la Secretaría General, de la que desplaza a La Pasionaria, quien pasa a desempeñar la honorífica presidencia de reciente creación.

    Desde aquel pleno ampliado, Carrillo consolida su dictadura sobre el Partido, hasta tal extremo que uno de los “segundones”, Ignacio Gallego, se atreve a afirmar que “la fidelidad al Partido pasa por la fidelidad al secretario general, Santiago Carrillo”. Dictadura a la que no afectan las disensiones fraccionales, bien sean “derechistas”, como las de Claudín y Federico Sánchez, quienes, en 1965, se ven expulsados del Partido -aunque no se tardará mucho en adoptar por la dirección gran parte de los puntos de vista de los excluidos-, o bien “izquierdistas”, como las de Agustín Gómez y Eduardo García, primero, y de Enrique Líster más tarde, las cuales, a raíz de la invasión de Checoslovaquia, en 1968, por los ejércitos rojos del Pacto de Varsovia, son también excluidos por su oposición a la actitud carrillista, condenatoria del aplastamiento checo. Actitud que no tuvo otro remedio que asumir, si no se deseaba aislarse de los partidos comunistas occidentales.

    Así, tanto el VII (1965) como el VIII (1973) Congresos no implican sino la ratificación de las líneas carrillistas por una asistencia plenamente domesticada a las indicaciones del secretario general, quien conserva el total control de los hilos que mueven al Partido, incluido su presidente, la camarada Dolores, la cual, a través de los discursos, no hace ya otra cosa que reiterar las directrices previamente elaboradas por Santiago Carrillo y sus corifeos.

    (...)

    Pacto para la Libertad y Junta Democrática

    Desde 1948, por consejo del propio Stalin, se decidió, en una reunión conjunta del Buró Político y del Comité Ejecutivo del partido Socialista Unificado de Cataluña -apéndice catalán del Partido Comunista de España-, disolver el bandolerismo de los “maquis”. Poco antes, en septiembre, una delegación comunista se había entrevistado con Stalin, el cual ordenaría poner término a los sindicatos clandestinos, ingresar en los oficiales y acabar con las incursiones de los “maquis”.

    Con ello, ya se empieza a esbozar el viraje táctico del Partido Comunista, pero, hasta después de la muerte de Stalin, no se formula con entera claridad. El XX Congreso del Partido Comunista de la URSS es el hito que marca el inicio oficial de la “desestalinización” a través del discurso de Mikoyan, donde criticaría las teorías escritas por Stalin, y del informe secreto de Nikita Jruschov, donde revelaría la perturbación mental del camarada Stalin, que le condujera a la injusta “liquidación” de bastantes camaradas (los demás, rusos o no rusos, asesinados por su mandato, no contaban). Casi al mismo tiempo se lanza la consigna de la “coexistencia pacífica”, recibida y propagada con rapidez por el progresismo occidental, y que servirá para aletargar al mundo libre, facilitando la penetración subversiva del marxismo-leninismo.

    Tal congreso soviético, celebrado en 1956, como ya se advirtió, alcanzó una trascendencia capital para la trayectoria del comunismo español. Inmediatamente después, Santiago Carrillo afianza su predominio excluyente y comienza a trazar la táctica de la reconciliación nacional, que con pocas variantes, persiste hasta la fecha. La primera resolución acordada en el pleno, ampliado de 1956 expresa que el Partido Comunista se muestra propicio a suscribir pactos, acuerdos y alianzas con todos los grupos políticos “partidarios de una reconciliación nacional”. Se invita a adherirse a la alianza con el comunismo, a los socialistas, anarquistas, obreros falangistas y a los católicos, advirtiéndose que “se puede ser afiliado a la CNT y ser miembro del Partido Comunista”...

    La reconciliación nacional no implica otra cosa que la traducción española de la “coexistencia pacífica” soviética. Pero, además, contiene ciertas peculiaridades típicamente “españolas”, que le otorgan una especial fisonomía. Si la idea de la “reconciliación” conlleva el olvido por parte de todas las fuerzas políticas y sociales “reconciliadas” respecto a la Cruzada y su resultado, en realidad es un burdo ardid para escamotear los frutos de la victoria, retrotrayendo a España a una situación similar a la de antes del 18 de Julio. Es decir, haciendo desaparecer las consecuencias de una guerra triunfal.

    El lazo tendido no puede ser menos disimulable. Los comunistas juegan con el atractivo término “reconciliación”, pletórico de resonancias emocionales cristianas, tan arraigadas en nuestro pueblo. Pero su “reconciliación” no mantiene ningún parentesco, aparte del gramatical, con el sentimiento de perdón para el enemigo contrito y predispuesto a no reiterar sus desmanes. No. La “reconciliación” comunista se dirige a que, con un aparente gesto de generosidad, ellos, los cuales hoy se encuentran marginados, simulan dejar a un lado lo sucedido entre 1936 y 1939, para que los vencedores imiten su conducta, renuncien a los principios por los que combatieron y se presten a colaborar con el comunismo dentro de un Estado demoliberal; esto es: semejante al de 1936.

    Tal“reconciliación” no enlaza a los hombres sino a las ideologías. Conduce, no a la integración de los vencidos en la sociedad y Estado actual, sino al derrumbe de éste para que quepa la circulación de las doctrinas derrotadas el 1 de abril de 1939, al destruirse el Ejército rojo. Se propone configurar una nueva estructura liberal-demócrata, que conceda la segunda oportunidad al comunismo.

    Carrillo se ha percatado de que por el camino de la violencia fracasaría frente al Estado del 18 de Julio, al carecer de fuerzas capaces de destruirlo. De ahí que altere los esquemas normales de lucha de masas, propia del leninismo ortodoxo. Consciente de que, si los interesados perciben en toda su amplitud la genuina naturaleza de la amenaza comunista, le opondrán una resistencia imposible de rebasar, acude de nuevo al engaño, que, por no haber sido aplicado ya varias veces, resulta estéril. Arropándose con un vocabulario idóneo, se declara deseoso de no acordarse de la guerra, y tiende su mano a los antiguos rivales de ambos campos, que quieran estrechársela y conjugar su esfuerzo para derrocar al Estado del 18 de Julio.

    Tal es, en sustancia, la política de reconciliación nacional, encaminada al Pacto para la Libertad que cristaliza en la Junta Democrática. La dirección carrillista se ha dado cuenta de que deviene imposible el asalto al Estado a través de un aparato clandestino como el que actualmente dispone, y cuya eficacia siempre es restringida. Necesita salir de las catacumbas, y, para ello, atrae la complicidad de otros que favorezcan sus planes. Brinda la alianza de la clase obrera “con los trabajadores del campo, los estudiantes e intelectuales progresistas” y “amplios sectores burgueses”, comprensiva del mayor número de fuerzas “democráticas” para obtener la amnistía, libertades democráticas y regionales, y libre consulta popular para que el pueblo decida democráticamente la forma política del Estado; es decir, para regresar a 1936.

    Al objeto de no alarmar a los elementos burgueses que caigan en la trampa, se les traza un método de revolución política pacífica, consistente en combinación de medidas legales e ilegales, que culmine en la huelga nacional para dar al traste con el Estado e instaurar la liberal-democracia, que les autorice a abandonar la clandestinidad. “Nosotros no tenemos miedo a la libertad -dice Carrillo-. La necesitamos como el oxígeno para llevar adelante la lucha por el socialismo”. Lucha que, dentro del auténtico Estado de la cruzada, halla un terreno baldío.

    Con hábil cinismo, se anuncia que “ninguna fase, ninguna etapa es para nosotros un objetivo en sí, sino un peldaño hacia el objetivo final”, lo cual proporciona la respuesta adecuada a quienes intentan convencer de que la liberal-democracia es sistema apto para frenar el comunismo. Los mismos comunistas aparecen como quienes más laboran por alcanzarla e iniciar la segunda etapa de su estrategia, cuya meta confesada es la revolución social...

    La experiencia demuestra la técnica nada democrática que se suele utilizar después en estos casos de “frentes unidos”. Los frentes populares anulan o encuadran a las demás organizaciones, y, así, los comunistas aniquilan o absorben a las otras facciones políticas, “expropiando políticamente” a las anteriores élites. El enemigo debilitado cede a una doble presión: la del aparato estatal hipertrofiado por la anexión del poder económico, y la de las “masas” controladas por el Partido Comunista y sus filiales, los sindicatos y los grupos de resistencia movilizados por la propaganda. Con antelación, se ha debilitado al enemigo no comunista a través de expropiaciones y purgas contra los “colaboradores” del antiguo régimen. De ese modo, una parte de la oposición al comunismo queda triturada con el apoyo de la otra. Luego, se manipulan las elecciones o, si ya ni aún así es posible el triunfo, se ejecuta el golpe de Estado, como en Praga en 1948.

    El proceso se repitió por igual en casi todos los países del Este de Europa, y se está desarrollando en Portugal ahora. La alusión que Dolores Ibarruri hizo durante su discurso ante el VIII Congreso, a la similitud de la alternativa de la política del Pacto para la Libertad, con la que se planteó a los partidos comunistas europeos tras la caída del III Reich, es harto significativa.

    Conclusión

    Se ha expuesto una síntesis de la biografía de Santiago Carrillo y de su táctica política de reconciliación nacional.

    Cabe ya sostener que quienes ahora se afanan por infundir el olvido de la Cruzada y de su justificación, y laboran por restaurar el régimen democrático-liberal, con su igualdad de oportunidades para todas las ideologías, cooperan, consciente o inconscientemente, a los objetivos del Partido Comunista de España, propiciando el éxito de los planes de su siniestro secretario general, cuya personalidad ilustra en exceso sobre lo que se ha de esperar: la venganza que -según La Pasionaria prometiera no hace mucho, en un arranque de sinceridad- “durará cuatro veces treinta y nueve años”.

    Está, pues, preparada la trampa comunista para lograr hacer reversible la derrota de 1939
    . ¿Se caerá en ella?

    Vicente DE PERLORA
    Última edición por ALACRAN; 25/04/2020 a las 19:05
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    “La Junta Democrática, satélite de Carrillo”, más ampliación detallada.

    Obsérvese cómo los doce puntos del programa de la Junta se llevaron a cabo en la transición, excepto la consulta popular sobre la forma del Estado; y es que por aquel entonces, el puente hacia la plena democracia de los pseudo-franquistas, Juan Carlos incluido, aún era inexistente e hipotético... Pero una vez establecida la cabeza de puente, tras la muerte del hoy llamado “dictador”, fue todo obvio y muy fácil, quedando dicha consulta postergada... como premio merecido al impensado sumo artífice: S. M. “El Motor del cambio”, que les ganó por la mano para la faena, pese a su aire de mosquita muerta. Aquí "Roma sí pagó a traidores".

    Revista FUERZA NUEVA, nº 435, 10-May-1975

    La Junta Democrática, satélite de Carrillo
    (INFORME)


    1.Antecedentes

    El antecedente remoto de la Junta Democrática de España (JDE) se encuentra en la política de “reconciliación nacional”, iniciada por el Partido Comunista de España (PCE) en 1954 y adoptada oficialmente en el Pleno de su Comité Central, celebrado en agosto de 1956, en el que también se adoptó la táctica de “sustitución de la dictadura por la vía pacífica”, pasando a un segundo plano el concepto de lucha armada.

    La nueva política fue ratificada en el VI Congreso del PCE, que tuvo lugar en Praga, en enero de 1960, y en el que se aprobaron los principios de la Huelga General política (HGP) y la Huelga Nacional (HN), prácticamente una misma cosa, que desde entonces no han cesado de ser presentados como los instrumentos esenciales de lucha contra el franquismo. En el mismo Congreso se puso de manifiesto un deseo de apertura hacia las clases medias del país.

    En esta línea tiene lugar, en junio de 1962, la reunión de Munich, en la que, junto a los comunistas, tomaron parte más de un centenar de representantes de grupos diversos de oposición al Régimen (monárquicos, republicanos, socialistas, democristianos, etc).

    En 1965, el VII Congreso del PCE ratifica la política anterior y la bautiza con el nombre de “Pacto para la Libertad”, definido como la unión de todas las fuerzas políticas no monopolistas en lucha contra la dictadura franquista para traer a España las libertades burguesas”. Su finalidad es, pues, unir temporalmente a los grupos de oposición en torno a un programa mínimo para tratar de derrocar al Régimen.

    El programa elaborado por el PCE para conseguir la unión de grupos tan dispares como los que militan en la oposición se concretaba en cuatro puntos:
    -Establecimiento de un Gobierno provisional de amplia coalición, una vez derribado el Régimen.
    -Amnistía total de presos y exiliados políticos y sociales.
    -Establecimiento de libertades políticas (asociación, expresión, reunión y huelga).
    -Convocatoria de elecciones generales y formación de Cortes Constituyentes que decidirían el futuro régimen político de España.

    Durante años, machaconamente, este programa ha sido difundido por todos los medios de propaganda del PCE, que obtiene con el Pacto dos importantes beneficios: uno, de tipo psicológico, su reconocimiento como fuerza política por aquellos grupos que aceptan el Pacto; otro, de carácter material, poder manejar a núcleos de la sociedad que de ningún modo se integrarían en las organizaciones propias del PCE.

    La primera concreción del “Pacto para la Libertad”, a escala regional, se produce en noviembre de 1971, con la celebración de la primera sesión plenaria de la Asamblea de Cataluña, en la que participaron unos 300 representantes de grupos políticos, obreros, intelectuales, estudiantes, bancarios, eclesiásticos, etc. de Cataluña. En ella se estableció un programa mínimo de cuatro puntos (amnistía, libertades, Estatuto de Autonomía de 1932 y coordinación de la acción en la lucha democrática), compatible con la diversidad ideológica de los asistentes. La Asamblea se basa en Asambleas Locales y en ella ejerce un papel predominante el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), filial catalana del PCE.

    Este modelo se ha pretendido aplicar durante los últimos años en el resto de España. Así, durante 1972 y 1973, fueron apareciendo en la Rioja, Aragón, Baleares, Madrid, Valencia, Andalucía y otros lugares, las llamadas Mesas Democráticas, conjunciones de grupos clandestinos a escala regional o local, promovidas por el PCE sobre la base de unos acuerdos mínimos, diferentes para cada una. En general, formaron parte de estas mesas, además del PCE, el PSOE, el Partido Carlista (javieristas de Carlos Hugo), los maoístas “moderados”, Partido Comunista de España (Internacional), Organización Comunista de España (Bandera Roja), la Unión Sindical Obrera (USO), algunas organizaciones apostólicas obreras y otras políticas de carácter regional. En realidad, salvo las de Andalucía y Madrid, el resto son débiles y poco representativas.

    Las Mesas pretenden ser un primer paso hacia las Asambleas, representaciones colegiadas regionales según el modelo catalán, en las que, junto a los representantes de grupos políticos, entrarían delegados de toda clase de fuerzas de oposición. Sólo llegó a constituirse una, bajo el nombre de Mesa redonda de la Oposición Democrática de Andalucía, en mayo de 1974.

    2.Creación

    El derrocamiento del Régimen portugués, el 25 de abril de 1974, produce en todos los grupos políticos de la oposición española una sensación de euforia y triunfalismo al pensar que el mismo esquema de acontecimientos era aplicable a España. Esta sensación fue particularmente notable en el PCE, toda vez que el programa adoptado inicialmente por el Movimiento de las Fuerzas Armadas portugués guardaba gran semejanza con el Pacto para la Libertad. Así llegó a pensarse incluso en la constitución de un Gobierno provisional en el exilio bajo la presidencia de don Juan de Borbón, quien no se dejó prender en sus maquinaciones.

    Poco después, en julio de 1974, la grave enfermedad del Jefe del Estado español produce una gran conmoción entre los grupos clandestinos. Ello explica la precipitación con que el PCE, con su característico oportunismo, se lanza a la creación de la Junta Democrática de España, cuyo anuncio se lleva a cabo en París, el 30 de julio, en una conferencia de prensa convocada por Santiago Carrillo Solares, secretario general del PCE, y Rafael Calvo Serer, monárquico juanista emigrado en Francia. Este anuncio se lleva a cabo sin consultar con los demás grupos de la oposición, ni siquiera con los ya integrados en las Mesas Democráticas y en la Asamblea de Cataluña.

    Si bien en la declaración inicial no aparecía grupo alguno determinado como adherido, pronto se supo que únicamente la respaldaban el PCE y el Partido Socialista Popular, minoritario grupo de intelectuales seguidores de Enrique Tierno Galván, juntamente con algunos monárquicos juanistas disidentes. Se hace notar que esta práctica exclusividad del PCE como grupo organizador puede tener como razón, aparte del oportunismo, el deseo de evitar planteamientos radicalizados o discusiones que pusieran en peligro su unidad y dirección ideológicas, obligando así a los demás grupos a negociar su entrada.

    La idea base es la creación de un “poder paralelo que provoque la caída del Régimen y asegure la transición, desde ese momento hasta la constitución del Gobierno provisional preconizado”.

    3.Programa

    El programa de la JDE figura dentro de una declaración “al pueblo español”, profusamente difundida en los meses siguientes, tanto por los medios clandestinos de comunicación -Radio España Independiente y publicaciones- como, con carácter selectivo, por correo dirigido a personas caracterizadas dentro de la sociedad (funcionarios, profesionales, militares, etc.)

    El programa consta de los doce puntos siguientes:
    1.La formación de un Gobierno provisional que sustituya al actual, para devolver al hombre y a la mujer españoles, mayores de dieciocho años, su plena ciudadanía mediante el reconocimiento legal de todas las libertades, derechos y deberes democráticos.
    2.La amnistía absoluta de todas las responsabilidades por hechos de naturaleza política y la liberación inmediata de todos los detenidos por razones políticas o sindicales.
    3.La legalización de los partidos políticos, sin exclusiones.
    4.La libertad sindical y la restitución al movimiento obrero del patrimonio del sindicato vertical.
    5.Los derechos de huelga, de reunión y de manifestación pacífica.
    6.La libertad de prensa, de radio, de opinión y de información objetiva de los medios estatales de comunicación social, especialmente en la televisión.
    7.La independencia y la unidad jurisdiccional de la función judicial.
    8.La neutralidad política y la profesionalidad, exclusivamente militar para la defensa exterior, de las Fuerzas Armadas:
    9.El reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la personalidad política de los pueblos catalán, vasco, gallego y de las comunidades regionales que lo decidan democráticamente.
    10.La separación de la Iglesia y del Estado.
    11.La celebración de una consulta popular, entre los doce y los dieciocho meses –contados desde el día de la restauración de las libertades democráticas- con todas las garantías de libertad, igualdad de oportunidades e imparcialidad, para elegir la forma definitiva del Estado.
    12.La integración de España en las Comunidades Europeas, el respeto a los acuerdos internacionales y el reconocimiento del principio de la coexistencia pacífica internacional.”

    4.Análisis del programa

    Como se deduce de la comparación del programa de la JDE y el programa mínimo del Pacto para la Libertad, la similitud es completa. El programa de la Junta no es sino la adaptación del Pacto para la Libertad a las circunstancias de 1974, lo que se traduce en un máximo de concesiones a la derecha, a fin de aumentar su capacidad de atracción. Al mismo tiempo se incluyen temas tan actuales y atrayentes para amplios sectores sociales como la independencia y unidad jurisdiccional de la función judicial, la separación Iglesia- Estado y la integración de España en la CEE. No se alude para nada a medidas revanchistas, antes al contrario, se expresa la legalización de los partidos políticos sin exclusiones, y se adopta una actitud respetuosa hacia las Fuerzas Armadas. Por otra parte, el punto noveno trata ambiguamente el tema de las regiones, ya que, partiendo de la unidad del Estado español, emplea la vaga fórmula de la “personalidad política de los pueblos”.

    5.Reacciones despertadas

    La sorpresa producida por la declaración programática de la JDE entre los propios grupos subversivos clandestinos fue mayúscula, tanto por su contenido, falto de carácter revolucionario, como por la forma en que se había gestado. Sin exageración alguna puede afirmarse que, para la casi totalidad de dichos grupos, la constitución de la JDE fue una auténtica bofetada, como lo testimonian los abundantes y furibundos ataques que le han dirigido, a lo largo de los meses pasados en sus publicaciones y propaganda:

    -En la Asamblea de Cataluña, el único partidario decidido de la JDE fue, naturalmente el PSUC, manifestándose el rechazo de los demás grupos, particularmente por la ambigüedad del punto noveno, al no expresar claramente el derecho a la autodeterminación regional. Ello ha llevado a la Asamblea a una situación de práctico estancamiento, aunque a finales de 1974 se decidió la formación de una comisión de enlace con la Junta.

    -En la Mesa Redonda de la Oposición Democrática de Andalucía la tensión llegó al extremo de escindirse aquélla en dos fracciones.

    -En las Mesas Democráticas ya existentes provocó disensiones, pues parte de sus componentes, encabezados por el PSOE, se negaron a hacerlas desaparecer para formar Juntas dependientes de la JDE.

    Por lo que respecta a los grupos subversivos clandestinos, se resumen a continuación las actitudes adoptadas:

    -Dentro del comunismo ortodoxo, los grupos encabezados por Eduardo García y Enrique Líster han rechazado la maniobra carrillista.

    -Los maoístas se han distinguido por la dureza de sus ataques, basados en lo que consideran una connivencia con la oligarquía y la burguesía. Por otra parte, critican la no inclusión de puntos como la disolución del “aparato represivo” y el derecho de autodeterminación regional. Así el Partido Comunista de España (marxista-leninista) y su frente de masas, el FRAP, han denunciado a la Junta como “farsa no representativa” y atacado su renuncia a la acción revolucionaria. El Partido Comunista de España (internacional), después de una dura crítica inicial en que calificó a la Junta de “movimiento de la oligarquía para adelantarse a las consecuencias de un Frente Popular Obrero”, en su política de estrecha relación con el PCE se ha adherido a nivel local a la JD de Madrid. Ello ha ocasionado fuertes tensiones internas que parece ser han culminado en una escisión. Análoga reacción ha sido la de la Organización comunista de España (Bandera Roja). En cuanto al Movimiento Comunista de España y la Organización Revolucionaria de Trabajadores, su oposición a la Junta es radical, enfrentándole el concepto de “Frente Popular” por ellos sustentado.

    -La organización trotskista Liga Comunista Revolucionaria -ETA VI- calificó a la Junta de “farsa” y “capitulación”.

    -Los anarquistas también la han atacado.

    -Dentro del socialismo, el PSOE, a pesar de la resolución de su XIII Congreso de realizar pactos con otras fuerzas para conseguir la “ruptura democrática”, no se ha adherido a la Junta por considerarla un pacto interclasista, con un programa de “derechas”, sin base representativa real y de efectos disgregadores en la oposición. Es, pues, manifiesta su repulsa al ingreso en la Junta, que lo convertiría en un mero satélite del PCE.

    -Las Comisiones Obreras, en una reunión de su Coordinadora General (dominada por el PCE), que tuvo lugar en enero pasado, decidieron apoyar a la JDE, no sin la oposición de la delegación de Navarra y parte de la de Madrid, controladas por la ORT.

    -El Partido Carlista de Carlos Hugo se adhirió a la Junta el 15 de septiembre de 1974, no sin algunas reticencias. Pocos meses después se ha retirado, disconforme con los métodos centralistas de aquélla, si bien se compromete a no combatirla.

    -Finalmente, tanto los republicanos exiliados como los separatistas se han negado a pactar con la Junta

    (...)

    Conclusión

    La creación de la Junta Democrática de España y su programa constituyen el más reciente intento del PCE de aglutinar a los grupos políticos de oposición al Régimen que no tengan carácter extremista. Esta acción se dirige de modo especial hacia los que ellos llaman “la derecha civilizada”, tratando así de ganar y organizar el centro político del país en contra del Régimen.
    Última edición por ALACRAN; 01/05/2020 a las 00:22
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    … Desde París, aun en la clandestinidad, Carrillo pilotaba el ritmo subversivo democratizador contra el Gobierno Arias-Fraga, teledirigiendo la “transición”, que había descrito minuciosamente 10 años atrás. Nos situamos ya en 1976, medio año después de la muerte de Franco:


    Revista FUERZA NUEVA, nº 491, 5-Jun-1976


    ESTRATEGIA CONTRA ESPAÑA

    El Partido Comunista español –según el propio Santiago Carrillo- sitúa como fase deseable un proceso democrático con objeto de arribar a la terminal

    La estrategia de la oposición al Estado del 18 de Julio ha sido trazada por el Partido Comunista de España, que, en definitiva, mueve los hilos conductores a las sucesivas etapas incluidas dentro del plan operativo, tiempo ha, por Santiago Carrillo o quizá, incluso, por sus mentores soviéticos. La plataforma subversiva Coordinación Democrática no representa más que la plasmación real y tangible del perseguido Pacto para la Libertad. Detalle al que, por cierto, apenas se alude ni siquiera por quienes que se hubieran percatado del mismo y sobre los cuales recae, cuando menos, el imperativo de alertar a la comunidad nacional. Y el Pacto para la Libertad implica, dentro de los planes carrillistas, la antesala y ariete para forzar la singladura hacia la democracia, ulterior punto de arranque hacia el socialismo.

    … Estrategia subversiva elaborada por Carrillo y su Estado Mayor que así se encargan de desmentir implícitamente a cuantos se empeñan en convencer de que en la democracia estriba el valladar para el comunismo… La ingenuidad candorosa de cuantos suponen lo contrario no puede resultar mayor.

    Las “zonas de libertad”

    La andadura subversiva de las etapas que jalonan la vía hacia el comunismo requiere una serie de movimientos tácticos también configurados, en sus líneas generales, por el Partido Comunista: acciones de masas, reivindicaciones concretas, actuación en medios de comunicación para imponer su léxico y objetivos… dirigidos a separar las autoridades del pueblo y a obtener el retroceso fáctico de la legalidad en vigor, creando así “zonas de libertad” donde, virtualmente, ya no se aplique –aunque no haya sido abrogada- la normativa en vigor obstativa de la labor revolucionaria. “Zonas de libertad” que, a su vez, sirven de nueva base operativa para legalizarse, primero por aprobación de nuevas leyes que las reconozcan ya oficialmente y, después, para extender su radio de acción hasta invadir otras parcelas legales, reiniciando la operación. Lo acaecido con la huelga, los partidos políticos, la prensa y las organizaciones sindicales clandestinas y la propia Coordinación Democrática, que obra a la luz del sol, cuando solemne y reiteradamente las más altas autoridades han proclamado que al comunismo no se le concederá camino libre aparecen como harto ilustrativos de los éxitos logrados por esas “zonas de libertad”.
    Compárense las facilidades de que disponían el Partido Comunista y sus aliados antes del asesinato de Carrero Blanco (1973) con las actuales y se verificará el progreso conseguido.


    “Dos pasos adelante, uno atrás”

    Quizá el éxito más notorio de Carrillo consiste en impregnar a casi toda la oposición al Estado nacido de la Cruzada, de aquellas concepciones tácticas propiciadas precisamente por el Partido Comunista. El tinte bermejo de la prensa, denunciado no hace mucho por Salvador de Madariaga, las reacciones histéricas frente a las verdades cantadas por Soljenitsin, la exigencia del reconocimiento legal del Partido Comunista, reclamada incluso por los democristianos, los planteamientos comunistoides del increíble Congreso de la UGT, la imposición y vigencia de las locuciones “ruptura democrática” o “ruptura pactada”… implican indicios incontrastables de hasta qué punto el Partido Comunista ha introducido su táctica… guardando fidelidad a la añeja y clásica táctica seguida en todos los procesos revolucionarios y que Lenin sintetizara como “dos pasos adelante, uno atrás”.

    Intensificación de la conflictividad al comienzo del año: dos pasos adelante…

    Primero, se fomentaría la conflictividad dentro de todos los campos proclives a ello. Así, se impusieron las huelgas y tensiones de los meses iniciales (1976), que culminaron en los sucesos de Vitoria, de sobra conocidos, mientras se anunciaba la “ruptura” con el efecto del quebranto de la tranquilidad de amplias capas de la población.

    Así, se produjo una doble presión. Por un lado, se descoyuntaba la economía, agudizando las dificultades de las autoridades para superar la recesión e incrementando la crisis. Por otro, se provocaba el descontento de zonas donde se localizan las gentes honradas, que aspiran a trabajar y desenvolverse bajo un clima de paz…

    Después, una breve e intensa campaña se desencadenó para amedrentar al Gobierno Arias, exigiendo su cese; campaña que no deja de desplegar su influjo sobre el propio Gobierno y, desde luego, sobre las parcelas leales al Estado del 18 de Julio y las gentes honradas, acentuando su disgusto contra el Gobierno.

    Entonces, y precisamente con la disculpa de la notoria hostilidad de tales parcelas y de que el Ministerio se encuentra aislado y asediado por la “derecha”, se acude al hábil chantaje de la “ruptura pactada”, que se brinda, por primera vez en labios de Carrillo y que, más tarde, será repetido por su acólito del PSOE Felipe González y demás acompañamiento y que implica luz verde al triunfo y desenvolvimiento del proceso revolucionario sin sangre, al menos en principio.

    Lo que se pretende postergar

    … Ante el indicado chantaje, apoyado por la conflictividad y tensión subversiva, que conlleva el natural descontento de las parcelas sanas de la nación, el Gobierno se cree obligado a batirse en retirada, acelerando la aplicación de los proyectos reformistas.

    Para eludir el chantaje de la “ruptura pactada”, recalcará la tesis democrática del protagonismo popular mediante la voluntad manifestada por sufragio universal, haciendo suya la concepción voluntarista de la legalidad, contraria in rádice a la filosofía política del Estado del 18 de Julio, en cuyo frontispicio se esculpieron los Principios del Movimiento “permanentes e inalterables”… que fijan un esquema axiológico inmutable que ahora se pretende postergar.

    Al objeto de satisfacer a quienes, temerosos del avance de la subversión, albergaban la sospecha de que la “ruptura” se alcanzaría, el Gobierno les garantiza el respeto al mecanismo modificador: no habrá “ruptura” y se arribará al puerto democrático conforme al procedimiento establecido. La meta, pues, no varía, pero se altera el camino… Se ha supuesto así que se apaciguaría la inquietud de los amedrentados por la aventura constituyente.

    Favorece la subversión

    Lo cierto es que se camina hacia el objetivo propuesto por los partidarios de la “ruptura” y que solo se aprecian diferencias de puro trámite… se apresura la marcha hacia el restablecimiento de las libertades… que consagrarán la legalidad de una parcela amplia del marxismo, y ya estamos ante el indisimulable umbral de un periodo constituyente. Mas el principal logro de la subversión radica en que se acaba de restaurar el dogma de la soberanía popular, que –se persiga o no- se encarnará en la Cámara Baja, introduciendo el principio disolvente del Régimen y antagónico del fundamento y sustancia doctrinal de la Monarquía del 18 de Julio.

    Pero, además, a poco que se examinen los puntos programáticos de Coordinación Democrática, casi en su totalidad, se recogen entre los objetivos propuestos por el Gobierno Arias… sólo algunos puntos accesorios, como el de la amnistía o el de gobierno de amplia coalición se han pospuesto, pero incluso ésos, al igual que la legalidad del Partido Comunista, no tardarán en llegar…

    De ahí que acabamos de asistir a los “dos pasos adelante”. La maniobra de la doble presión, irradicada por el programa subversivo ejecutado durante el primer tercio del año, desplazó la trayectoria nacional hacia senda paralela a la trazada por la subversión. El régimen de “corte europeo” hacia el que se va, sólo difiere en algunos aspectos del propuesto por el Partido Comunista como base estratégica. Y el avance hacia la democracia y la “salida de las catacumbas” de la subversión ha progresado de manera notable…

    Renace la calma: un paso atrás

    Ya se alcanzó un objetivo y se impone recobrar fuerzas en espera del momento propicio para el ulterior “asalto”. Se está pues, ante “el paso atrás”, razón que explica el pacífico 1º de Mayo.

    Mientras tanto se disimulará el éxito, para soslayar la eventual sensación de inseguridad de quienes dormitan porque han suspirado ante el acatamiento de las formas procesales y creen que ya pasó el peligro. Peligro que nunca se ataja sin afrontarlo en su raíz. Ignoran que cualquier proceso revolucionario tuvo sus períodos de relativa tranquilidad… Y procurar atender con credulidad a las declaraciones, donde la subversión encubre la alegría frente a la fase ya superada y critica los esquemas adoptados por la reforma para no descubrir el triunfo y a la vez preparar el próximo asalto, presionando a quienes imaginaron que las concesiones postreras valdrían de salvaguardia.

    No se olvide que hace ya más de un decenio (1965) que Santiago Carrillo dejaría escrito en su obra «¿Después de Franco, qué?»:
    La orientación de dichos hombres consiste en engarzar la suerte de las clases dominantes españolas a las del capital monopolista europeo; su perspectiva es la integración con el Mercado Común. En política interior, la concesión escalonada de ciertas libertades de expresión y asociación, que permitan a lo que hoy son grupos de presión del Régimen… el intento de transformarse en partidos políticos, abriendo un cierto margen de actividad a los núcleos de oposición cuya política no amenace los fundamentos del actual "orden social". Los ritmos de este proceso, lo más lentos posible. Las instituciones que le pongan broche, la Monarquía preferentemente; y, en caso de imposibilidad, una república de tipo presidencialista, muy semejante a lo que podría ser la Monarquía.”

    ***

    (…) No es que ese grupo “liberalizante” tenga ideas claras sobre cómo resolver los problemas económicos actuales sin transformar a fondo las estructuras del país. Pero su cálculo en principio es de lo más simple. El Régimen, en sus formas actuales, es un obstáculo para obtener ventajas en los organismos y mercados europeos… Hace falta “europeizarle”, darle una coloración “liberal”, a partir de ese momento vendrá la “comprensión” internacional y con ella el “maná”. Y con el “maná” se apaciguarán las agudas contradicciones sociales, se elevará el nivel de vida, se creará una capa acomodada… y se conjurará la amenaza de transformaciones revolucionarias democráticas. España tendrá acceso a la sociedad industrial, a la sociedad de la abundancia”.

    “En el peor de los casos, ese grupo “liberalizante” piense que, siguiendo el camino que él propugna, en un régimen de las características citadas, con dar paso a la parte de la oposición antifranquista, cuyos puntos de vista sobre el desarrollo coinciden con los suyos, se podrán evitar males mayores y levantar una frontera, un horizonte, más allá del cual no haya posibilidades de avanzar”.

    “En el fondo, esta “audacia” política de un sector de la oligarquía viene con 20 años de retraso. Si en el año 44, cuando la derrota del Eje estaba asegurada, la oligarquía financiera se hubiera desembarazado de la jefatura de Franco (1) y de los grupos fascistas y hubiera realizado cambios institucionales, insertándose en la órbita de las potencias capitalistas partícipes de la victoria hitleriana, muchas gentes sufriendo las heridas de la guerra y la represión (2) hubieran recibido el cambio como un alivio. Las fuerzas revolucionarias y democráticas se hallaban entonces muy maltrechas. Con menos obstáculos y mayores posibilidades, la oligarquía habría podido integrarse así en la expansión capitalista europea, habría disfrutado de los planes Marshall y otros que contribuyeron a la recomposición del capitalismo europeo.

    ***
    (…) Lo que quizá en aquel momento tenía posibilidades importantes, intentan ensayarlo 20 años después. Si lo hacen, ya no será, como podía haberlo sido entonces, una muestra de iniciativa política y de capacidad de maniobra, sino que la descomposición de las clases dominantes y de las instituciones y órganos en que se sostiene el Régimen es todavía mucho más grave de lo que desde fuera parece” (3).

    ¿Todo previsto?

    Tras la anterior cita, escrita en 1965, y cuya trascripción no implica que se comparta la totalidad de sus puntos de vista, se contempla cómo, desde hace más de dos lustros, estaba prevista la operación de “apertura” y descubiertos sus móviles, así como la interpretación que a la misma se concede, nada desalentadora, por cierto, desde la óptica comunista. Pensar, por tanto, que el cumplimiento de las viejas previsiones del secretario general del Partido Comunista significa revés o sorpresa para los planes de la subversión no indica gran perspicacia, pues precisamente la estrategia de ella reposa sobre tales previsiones.

    Vicente de PERLORA

    NOTAS
    (1) Aunque a Carrillo, dentro de la dialéctica marxista, le convenga culpar siempre a la clase capitalista, la verdad es, y lo sabe por propia experiencia, que no resultaba tan fácil “desembarazarse” de Franco y los grupos “fascistas” en 1944 cuando aún no se había desmantelado y erosionado el bagaje ideológico por el que se combatiera en la Cruzada, la mayoría de cuyos partícipes todavía no habían bajado la guardia y se mostraban decididos a defenderlo.

    (2) Como es lógico, esas “muchas gentes” radicaban todas en el campo ideológico derrotado en 1939; las demás “gentes” hubieran asistido al desvanecimiento del triunfo conseguido con tanto esfuerzo.

    (3) Santiago Carrillo: Op. Cit. Paris, 1965. Páginas 38 y 39. Todos los entrecomillados y negritas son de Carrillo.
    Última edición por ALACRAN; 07/08/2020 a las 20:09
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Cinco meses después del texto anterior, reafirma otro articulista que las previsiones "democratizadoras" de Carrillo eran llevadas legalmente a la práctica ya, a plena luz del día, por el presidente Adolfo Suárez... y no pasaba NADA:


    Revista FUERZA NUEVA, nº 514, 13-Nov-1976

    Macabro carnaval político

    SE dice que la pasión turba la razón. En este caso, la pasión por el gran amor que nosotros sentimos por la España que sigue sin gustarnos, no nos deja ver los grandes defectos que tenemos al mantener como primera medida de nuestra incondicional postura ese gran amor que decimos sentir por todo cuanto significa unidad de destino, unidad entre los hombres y las tierras de España, grandeza y libertad para su soberanía en lo universal con entrega y dedicación para todo lo permanente y eterno...

    Pues, camaradas, según la mayoría democrática del Consejo Nacional del Movimiento, quienes así pretendemos mantener la ascensión continua de la España grande, libre y unida, estamos viviendo en un error de siglos de equivocación sin remedio. No es así, nos dicen aquellos que un día formaron en nuestras escuadras ante el enemigo común. Eso tuvo su momento pero ya pasó. La España que ascendía con el calor y el esfuerzo del gran sacrificio de todo el pueblo español hasta conseguir metas jamás pensadas, era una equivocación. Y era una equivocación, porque, con aquella España que pretenden hacernos olvidar, desaparecieron todos los rufianes del caciquismo, del prestamista sin escrúpulos, del político profesional que le venía muy bien el aborregamiento de las masas, sacrificadas en cualquier momento de los errores por ellos cometidos y cargados al pueblo inocente...

    • • •

    Por eso, para ir en contra de la corriente de la mayoría del pueblo español, se vuelven la camiseta, se homologan con la decadente democracia europea y se subordinan todas las soberanías de este gran pueblo español, capaz de las más sorprendentes realidades.

    El carnaval está en marcha. El propio Movimiento Nacional ha sido nuevamente el protagonista de torcer el rumbo de nuestra historia, viniendo en pisotear todo aquello que ha significado dignidad y fidelidad en los Principios por la unidad y la grandeza de la Patria.

    No estoy escribiendo de memoria. Me dicta la repugnancia que me produce la infame letra impresa de «Mundo Obrero» del día 30 de septiembre de 1958, la que, si tenéis la serenidad de darle lectura íntegra a todo el texto que forma el órgano del Partido Comunista Español, veréis con toda claridad que todo el proceso democrático que se está llevando a cabo, a través de la «legalidad», como ahora se dice, responde tajantemente a las directrices y consignas por aquél exigidas en sus manifiestos en dicho periódico insertos. Se verá sin ningún género de sorpresas cómo todos los supuestos en donde nosotros concentramos nuestros esfuerzos por la unidad de España encuentran su brutal respuesta en los actos que vandálicamente estamos presenciando todos los días, ante la disgregación de la Patria, el asesinato como método para la implantación del terror; la exigente definición de la Iglesia ante la reforma política; la separación de la oficialidad del Ejército de los altos cargos de la política, pasando a la reserva a aquellos miembros que pudieran ser obstáculo de la marcha emprendida para la liquidación del sistema franquista.

    Y todo, absolutamente todo lo ordenado por el Partido Comunista Español y que publicó en su citado periódico, se está cumpliendo hoy a rajatabla por el segundo Gobierno de la Monarquía del 18 de Julio. Ante todo y sobre todo, que el Movimiento pierda el carácter de organización; cumplido. La reorganización de todas las fuerzas de la oposición mediante la creación de coordinadas de orientación democrática; cumpliéndose. La participación de partidos políticos para debilitar el sistema institucional; cumplido. La definición de la Iglesia ante los nuevos rumbos de la política democrática; están al orden del día en los sectores conocidos, colegios de las Escuelas Pías de Aluche entre ellos (...) La retirada de la oficialidad del Ejército que hizo la guerra; ¿no hay a la vista «pases» a la reserva?...

    • • •

    El testimonio adjunto, que data del 30 de septiembre de 1958, es el más claro exponente de los deseos de Carrillo y La Pasionaria. El desarrollo político actual para la reforma política y sindical, que todos los días nos empacha de democracia, es fiel reflejo de las consignas que tajantemente se vienen cumpliendo desde los miembros del gabinete Suárez para el exterminio del Régimen del 18 de Julio y cuanto para España esta fecha significa, incurriendo en este macabro carnaval político, en el acto de más alta traición contra la seguridad del Estado que los siglos han conocido.

    El segundo Gobierno de la Monarquía está gobernando bajo consignas dictadas ya de antemano.


    M. FLORES



    Última edición por ALACRAN; 11/10/2021 a las 20:50
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Adolfo Suárez, ¡que fue colaborador de Carrero Blanco!, propició la casi totalidad de objetivos del Partido Comunista de España

    Revista FUERZA NUEVA, nº 536, 16-Abr-1977

    FIN DE LA LUNA DE MIEL

    (…) Lo más curioso de Adolfo Suárez se deriva del hecho comprobable de haber propiciado la casi totalidad de los objetivos del Partido Comunista de España. Con la legalización de este último acaba de obtener el postrero de los mismos. ¿Quién le iba a pronosticar en 1972, cuando Adolfo Suárez disfrutaba del favor del almirante Carrero Blanco y representaba una de las piezas maestras de la política informativa de Sánchez Bella, que precisamente él sería el presidente del Gobierno bajo cuyo mandato se iban a realizar las metas que Santiago Carrillo señaló ante el VIII Congreso del Partido Comunista? Tal vez sin percatarse, sin sospecharlo y sin quererlo, ha facilitado el alcance de dichas metas. La reconocida capacidad de maniobra política del segundo Gobierno de la Corona ofrece ese balance.

    Unas palabras de Carrillo

    Quien lo ponga en duda, que lea la obra “Hacia la libertad”, en la cual se recoge el discurso íntegro de Santiago Carrillo en el VIII Congreso del Partido Comunista de España, donde dice: “Tenemos que prestar la mayor atención a la articulación de la alternativa democrática… Esa articulación toma cuerpo, se concreta y hace realidad en torno a un programa básico preciso, en el que destaca la instauración de un Gobierno provisional de amplia coalición, la amnistía, el restablecimiento de las más amplias libertades políticas sin discriminación para nadie y la convocatoria de elecciones constituyentes que decidan sobre el régimen político-social español. (Los subrayados son de Carrillo).

    Dicho programa, excepto en el punto accesorios relativo al Gobierno provisional, es ya un hecho. Para la democracia deseada por Suárez y su Gobierno del decreto-ley, quizá represente un éxito; para el “cambio”, la “ruptura” y sus promotores, no existe duda de que también lo es; para los caídos, perseguidos y combatientes de la Cruzada y sus herederos, indica la efectividad del reverso de la victoria, la privación de eficacia fáctica a la misma. Pero Suárez ya demostró que, con estos últimos, sólo comulgan medio millón de españoles, que se manifestaron incapaces de resistir la presión psicológica desarrollada por la familia Ansón en pro de la reforma política desde los medios estatales de comunicación social.

    Lo que tiene bastantes posibilidades de no haberse tenido en cuenta por Adolfo Suárez es el dato nada despreciable de que, con la legalización del Partido Comunista, se ha cubierto casi el cupo de concesiones a la oposición al Estado del 18 de Julio. Ya se han creado las condiciones básicas para que la misma participe en el juego político, en cuyo desenvolvimiento espera lograr el Poder, y prácticamente se ha destruido el último vestigio del Estado de la Cruzada, convirtiendo el desenlace de está en una victoria pírrica. Suárez tiene ya muy poco que ofrecer a esa oposición y constituye uno de los pocos residuos que todavía permanecen en aquel Estado. Además detenta el Poder frente a esa oposición, que ha logrado los objetivos indicados como primarios y necesarios para lanzarse luego a la conquista del mismo. Y el actual Gobierno de la Corona es ahora un obstáculo evidente para quienes se proponen ocupar sus sitiales.

    La defenestración

    De ahí que la luna de miel con la oposición ha concluido o está a punto de concluir. Antes que Suárez, Carlos Arias Navarro también gozó de dicha luna de miel y nadie como él, antiguo ministro de la Gobernación de Carrero Blanco, se vio tan ensalzado por la prensa controlada por la oposición. Pero cuando Arias quiso detener en un punto el proceso iniciado el 12 de febrero de 1974, el dinamismo desencadenado entonces le arrojó del Gobierno (1976) ante el júbilo de una prensa que meses antes fingía cantar su alabanza. Adolfo Suárez ha llegado a situación similar y pronto será blanco de los ataques de quienes nada esperan ya de su Gobierno, que, en cambio, se interpone la senda hacia el Poder.

    El Partido Comunista de España ha terminado la primera fase de su estrategia e iniciará la segunda dirigida a la conquista del Estado, donde las habilidades de Suárez no tienen lugar. Pronto asistiremos a la tentativa de defenestración del joven presidente del Gobierno, a quien ni siquiera le serán agradecidas las facilidades prestadas.

    Vicente DEL COTO


    Última edición por ALACRAN; 10/08/2022 a las 13:57
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Primero había que acabar con los “ultras”, lo que hicieron Arias Navarro y Fraga (1976), según la hoja de ruta (“la táctica del salchichón”) del Partido Comunista; más tarde (1977) habría que acabar con los “evolucionistas” (Arias, Fraga, Fdez. de la Mora…) y a esta tarea estaba destinado Adolfo Suárez :


    Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977

    EL ÚLTIMO SERVICIO

    Primero hay que acabar con los “ultras”, según la táctica del Partido Comunista. Más tarde habrá que acabar con los “evolucionistas” y a esta tarea está destinado Adolfo Suárez, conforme a las previsiones del grupo de Carrillo y La Pasionaria.

    Matías Rakosi acuñó la expresión “táctica del salchichón”, al indicar al Partido Comunista húngaro la vía a seguir para eliminar, uno tras otro, a los “compañeros de viaje”. Dicha táctica supone el corte sucesivo de los demás elementos políticos. Alberto Falcionelli la glosa, explicando que “con recordar que quien corta el salchichón, generalmente se lo come”, es fácil deducir, a través de la metáfora, cuál resulta la suerte destinada a los eventuales aliados de los comunistas.

    Tal procedimiento ha sido utilizado como una constante, con éxito, desde 1917, incluso en Rusia, donde -según observa el citado historiador de la URSS- “después de haber colaborado con elementos progresistas del grupo menchevique y del Partido Socialista Revolucionario, Lenin se las arregló para desplazarlos del poder, eliminándolos, tajada tras tajada, como se hace con el salchichón para comerlo”. El método fue ensayado con eficacia, además de la propia Rusia, en España. Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, China, Cuba… Y sus víctimas más ilustres han sido Largo Caballero, Indalecio Prieto, el rey Miguel y su cohorte liberal, Mikolajczyk, Zoltan Tildy, etc.

    La “táctica del salchichón”

    La “táctica del salchichón” implica el aislamiento y destrucción sucesiva de cada una de las parcelas políticas, empezando por las más contrarrevolucionarias -o, si se prefiere el lenguaje vulgar e impropio, comenzando por las más “derechistas”-, a las que se aísla y trata de neutralizar con apoyo del resto del espectro político. La operación se reitera luego respecto a las otras parcelas que van quedando a la “derecha”.

    ***

    En España, hace ya tiempo que se proyectó, e incluso se anunció la fase táctica inicial del comienzo del corte de salchichón, a través de la consigna dada por el secretario general del Partido Comunista para acentuar la división entre “ultras” y “evolucionistas” dentro del Régimen, intentando aislar y desplazar a los primeros con auxilio de los “evolucionistas”.

    En 1965, Santiago Carrillo analizaba la existencia dentro del Régimen de dos sectores: los “ultras” y los “evolucionistas”. “Evolucionistas” que se creen que “con dar paso a la parte de la oposición franquista cuyos puntos de vista sobre el desarrollo coinciden con los suyos, se podrán evitar males mayores y levantar una frontera -un horizonte, como se dice ahora-, más allá de la que no haya posibilidad de avanzar”.

    El mismo Santiago Carrillo comenta, respecto a los propósitos de los “liberalizantes”: “En el fondo, esta audacia política de un sector de la oligarquía viene con veinte años de retraso. Si en el 44, cuando la derrota del Eje estaba asegurada, la oligarquía financiera se hubiera desembarazado de la jefatura de Franco y de los grupos fascistas y hubiera realizado cambios institucionales, insertándose en la órbita de las potencias capitalistas partícipes de la victoria antihitleriana, muchas gentes, sufriendo las heridas de la guerra y de la represión, hubieran recibido ese cambio como un alivio. Las fuerzas revolucionarias y democráticas se hallaban entonces muy maltrechas. Con menos obstáculos y mayores posibilidades, la oligarquía habría podido integrarse así en la expansión capitalista europea de la posguerra, habría disfrutado de los planes Marshall y otros que contribuyeron al desarrollo del capitalismo europeo. Como institución, la monarquía quizá perdiese entonces la ocasión única de transformarse en el baluarte de las clases dominantes bajo la apariencia de un régimen de reconciliación, de paz civil” (sic).

    Lo que quizá en aquel momento tenía posibilidades importantes, intentan ensayarlo veinte años después. Si lo hacen, ya no será, como podía haberlo sido entonces, una muestra de iniciativa política y de capacidad de maniobra, sino de que la descomposición de las clases dominantes y de las instituciones y órganos en que se sostiene el Régimen es todavía mucho más grave de lo que desde fuera parece”.

    Eliminar a los “ultras”

    Los comunistas -por la pluma del secretario general-, lejos de desanimarse entre los propósitos liberalizadores ante los propósitos “liberalizadores”, y frente a lo que los abanderados de los mismos, en más de una ocasión han intentado hacer creer, lo calificaron de síntoma de descomposición aguda. Y, como es natural, tal descomposición reforzó los ánimos de los revolucionarios marxistas. La liberalización ha sido, por tanto, interpretada como auténtica retirada.

    Carrillo diagnosticaba a través de otro análisis -de 1967- que “la desventaja en esta pugna no está de nuestro lado”, porque “los que están en una posición más débil son los “ultras”, que para batir a la oposición tienen que arremeter también, en las circunstancias actuales, contra sus propios aliados, los “evolucionistas”, contra elementos muy importantes de su propio sistema de poder. De ahí que la lucha de los “ultras” contra la oposición se mezcle y confunda a veces con la lucha contra los “evolucionistas”, y que la respuesta de éstos a los “ultras” converja en ciertos casos con los ataques de la oposición”.

    La consigna que entonces lanzaba el secretario general del Partido Comunista no podía ser más clara: “mostrar gran agilidad a fin de utilizar hasta la más pequeña de las contradicciones entre los grupos dominantes y acelerar el aislamiento de “ultras” y burócratas, señalando como uno de los objetivos inmediatos el contribuir a la eliminación de éstos de sus posiciones dominantes”.

    Y explicará más adelante: “Sin un período de gran tensión es imposible conseguir la eliminación de los elementos “ultras” y burocráticos, objetivo en el que hoy podemos converger oposición y evolucionistas. Los comunistas no opondremos ningún obstáculo; antes bien, favoreceremos las iniciativas tendentes a lograr la eliminación de los “ultras”, que urge si se quiere impedir la agravación extrema de los problemas, ya de por sí nada simples, con que se enfrenta actualmente España…”

    Conviene extender e intensificar la presión contra los “ultras”; conseguir que se movilicen nuevos y más amplios sectores sociales; que dentro de instituciones que desempeñan un papel muy decisivo en la actual situación se dibuje una neta resistencia a dejarse arrastrar de nuevo a un enfrentamiento con el pueblo. En una palabra, es necesario aislar todavía más claramente a los que sueñan con restaurar las prácticas fascistas más brutales”.

    Anticipaba así, con tal consigna, el categórico mentís a la acusación que más tarde saldría de las filas “aperturistas” de que los “ultras” representan el principal aliado del comunismo. Al contrario, de forma inequívoca, Carrillo apunta hacia ellos como objetivo primario que hay que desmontar y apartar, pues constituye “el obstáculo esencial al establecimiento de un clima nuevo de civismo, de diálogo abierto, de libertad”; lo que, traducido al lenguaje vulgar, significa que son el principal obstáculo del clima querido por el Partido Comunista.

    ***

    El pronóstico en 1967 sobre el desarrollo ulterior de las tensiones entre “ultras” y “evolucionistas” lo expresaría también Carrillo al escribir: “Cualesquiera que sean los avatares del conflicto entre “ultras” y “evolucionistas”, teniendo en cuenta el crecimiento de la oposición obrera y popular, la tendencia natural de los acontecimientos conduce a la ruptura cada vez más pronunciada entre ambos sectores y hacia una convergencia entre la oposición y una parte, por lo menos, de los sectores evolucionistas; a una ampliación de las fuerzas que más o menos consecuentemente, se oponen a la dictadura”. Y trataría de tentar a “evolucionistas” y neoliberales, advirtiéndoles de que la eliminación de los “ultras” se aceleraría “si “evolucionistas” y “neoliberales” comprendiesen que no es posible conseguir las limitadas libertades que exigen para ellos mismos sin generalizar el uso de la libertad a todas las tendencias y opiniones que existen en el país… Frente a “ultras” y burócratas, la libertad es indivisible: o se alcanza en beneficio de todos, o todos, seguiremos a merced… de aquéllos”. En una palabra, si los “evolucionistas” emprenden la senda de las reivindicaciones liberales, lo lógico es que entren en el juego del Partido Comunista.

    Más tarde, Carrillo constataría el acierto del análisis, donde “afirmábamos que se producía una diferenciación creciente entre, de un lado, “ultras” y burócratas falangistas y, de otro, los sectores evolucionistas de la burguesía. Esta era una realidad que entonces no veían o interpretaban equívocamente otros grupos. Hasta fuimos atacados, desde posiciones izquierdistas, cuando señalábamos la posibilidad de una convergencia entre los evolucionistas y las fuerzas populares, democráticas y revolucionarias”.

    Y añadía: “Sin embargo, nuestro análisis era justo y la práctica lo ha confirmado”. ¿Habrá que recordar la actitud de los “evolucionistas” o “aperturistas”, haciendo el juego a la táctica del Partido Comunista trazada por Santiago Carrillo? La postrera etapa de esta fase inicial está presidida por la política de Carlos Arias, tan halagada por la misma prensa que hoy la vitupera inmisericorde. Aquella prensa que se lanzó contra FUERZA NUEVA y Blas Piñar cuando formularon la famosa denuncia contenida en el editorial “Señor presidente” (1974), cuyas previsiones aparecen rebasadas, con creces, por los acontecimientos del postrer trienio. El “espíritu del 12 de febrero” vino a representar la consumación de la ruptura formal entre “ultras” -es decir, defensores del auténtico pensamiento del 18 de Julio- y “evolucionistas”, y la tentativa de arrojar fuera de las estructuras estatales a los primeros.

    Tampoco se debe echar en el olvido el papel desempeñado por Fraga tras su salida del Ministerio de Información (1969), en el impulso del movimiento “aperturista”, que ha terminado por liquidar el Estado del 18 de Julio. Aún parecen oírse los ecos de la apoteosis preparada por los “aperturistas”, durante aquella breve estancia en España del entonces embajador en Londres, y todavía no está excesivamente distante la invención de la frase de “ir a Fraga”.

    Segunda rodaja: Alianza Popular

    El Partido Comunista de España, después de aplicar la consigna de Lenin: “El partido del proletariado debe atrapar al liberal justo en el momento en que se dispone a avanzar una pulgada para obligarle a avanzar una vara”, y de hacer recorrer el largo pero rápido camino que va desde el “espíritu del 12 de febrero” (1974) a la legalización del marxismo leninismo (1977) y al desmantelamiento del Estado nacido de la Cruzada, reserva al dinámico y cambiante Adolfo Suárez para cortar la segunda “rodaja del salchichón”.

    Adolfo Suárez debe aún prestar un último servicio a la táctica comunista. En cierto artículo anterior sostuve equivocadamente que, con la legalidad del Partido Comunista, Suárez había colmado las posibles concesiones a éste y que pronto los comunistas y sus “compañeros de viaje” se revolverían contra el juvenil presidente del Gobierno de la Corona. Incurrí así en un notorio error de cálculo. A Suárez le está todavía asignado escindir el que se ha llamado “franquismo sociológico” y encabezar la ofensiva contra la parcela que acaudilla Fraga. Aislar y neutralizar, con el auxilio de la “izquierda” a la facción anti-marxista, que ahora (1977) pretende detener el proceso liquidador del Régimen franquista que dicha facción contribuyó decisivamente a impulsar.

    Alianza Popular, entre cuyas filas se encuentran los líderes que durante los años inmediatos más zahirieron a los “ultras” y más clamaron en pro de la “reforma”, al comprobar el desarrollo natural de las ideas reformistas de “homologación con Europa”, “centrismo”, “participación democrática”, “asociacionismo”... quiere que se haga un alto en el camino para inmovilizar el proceso en una de sus etapas intermedias. Repite la añeja incongruencia señalada por Vázquez de Mella, consistente en elevar tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias”. Pronuncia otra vez el orteguiano “¡no es eso, no es eso!” Pero como al asumir semejante actitud se erige en posible obstáculo temporal -a la larga, todo el que comulga con el demoliberalismo resulta arrollado por la dialéctica inherente a la liberal democracia que desemboca en el marxismo-, se precisa eliminar a Alianza Popular. Máxime cuando sus hombres -que votaron la Ley de Reforma Política- no tropiezan con el mínimo reparo en invocar la figura de Franco, con las resonancias emocionales que conlleva, y en prevalerse del prestigio que les da (1977) el haber sido colaboradores íntimos del Caudillo. Por eso se exige dividir al “franquismo sociológico” y bloquear a su “ala derecha”. Y es lo que se ha propuesto que realice Adolfo Suárez a través del llamado “Centro”, que representa el postrero cambio de agrupación política del presidente, quien con él abandona la UDPE, al parecer, definitivamente.

    “Centro” que no implica, en realidad, sino la escisión de una importante parcela integrada por los lugartenientes de los líderes de Alianza Popular, con toda la significación que encierra sobre la responsabilidad de tales líderes en lo que está aconteciendo: Osorio, lugarteniente de Silva, al igual que Monreal; Pío Cabanillas, lugarteniente de Fraga; Meilán, lugarteniente de López Rodó; Mata Gorostizaga, lugarteniente de Licinio de la Fuente; Gabriel Cisneros, redactor de discursos de Arias...

    Adolfo Suárez representa, por tanto, el llamado a neutralizar y aislar a Alianza Popular, posibilitando su inocuidad política. De ahí la simpatía y aliento que, a duras penas, consigue disimular el Partido Comunista. El joven candidato y líder del “Centro” se dispone a cortar por propia mano la nueva “rodaja del salchichón”, como la anterior lo fuera por Fraga y Arias ante el aplauso y entusiasmo de quienes ahora se dirigen hacia Suárez. El servicio -sean cuales fueren las motivaciones subjetivas, en las que no entro- prestado al comunismo es indiscutible. Cuando se agoten los efectos de la operación “suareciana” y sus protagonistas intenten paralizar el proceso lógico de semejante política, no tardarán en sorprenderse con las tachas de “fascistas”, “autoritarios” y demás epítetos habituales en el léxico marxista, que hoy se vierten sobre Fraga desde los sectores que, no hace mucho, le regalaban con el elogio, al igual que a Carlos Arias. Casi con entera seguridad que este “corte de salchichón” implica el último servicio que Suárez puede ya prestar al comunismo.

    Vicente DEL COTO




    Última edición por ALACRAN; 27/03/2023 a las 14:47
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    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Que diría Fuerza Nueva de todo lo que esta ocurriendo hay día?
    Ante el nefasto silencio complice de practicamente todo el mundo.
    Dentro del cual, doloramente, debemos incluir a la Jerarquía Eclesiastica, parrocos y sacerdotes, salvo honrosas excepciones.

  9. #9
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    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

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    CARRILLO- SUÁREZ (HISTORIA DE DOS “EVOLUCIONES”)



    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 584, 18-Mar-1978

    CARRILLO- SUÁREZ (HISTORIA DE DOS “EVOLUCIONES”)

    Por Jaime Tarragó


    Adolfo Suárez, ante corresponsales extranjeros -para más solemnidad- hizo recientemente (1978) unas declaraciones muy propias de su personalidad. Curiosamente afirmó: “El Partido Comunista español ha dado un servicio democrático a España desde el primer momento. Ha defendido el Estado, la bandera y la Monarquía. Sobre todo por parte de Santiago Carrillo, que es un buen político y un buen profesional”.

    Algunos se han sorprendido de este elogio. No conocen la psicología humana. No hay que maravillarse. Santiago Carrillo tiene méritos incontables para ser admirado por el Jefe de Gobierno que ha legalizado su partido. Puede servir como ilustración lo que ha escrito Carlos Semprún:

    Es cierto que la historia del Partido Comunista español es una historia particularmente negra y tan llena de cadáveres como una tragedia de Shakespeare -en su versión folletinesca-. Desde la represión de pura cuña estalinista que ejerció durante la guerra civil, con la ayuda de especialistas rusos, en la que arrestaron, torturaron y asesinaron a buen número de militantes anarquistas y del POUM (el caso más conocido entre otros es el de Andrés Nin), hasta nuestros días, sobre todo en el periodo que va desde 1940 a mil novecientos cincuenta y tantos, en que las divergencias políticas en el seno del Partido Comunista se arreglaban a menudo con un tiro en la nuca, la puñalada o la denuncia directa o indirecta a la policía franquista. Ahora bien, limitar esta actividad tan limpiamente revolucionaria al caso Carrillo es pura argucia polémica, por parte de Líster, particularmente iracundo, es de suponer por la reciente reconciliación de Carrillo con Moscú, que va a privar a Líster y a los suyos de una buena base de acción. La responsabilidad en la liquidación de Nin anteayer, de Trilla, Monzón, Comorera y otros (Líster habla de docenas) ayer, es una responsabilidad colectiva del Partido Comunista; incluso si Carrillo ha desempeñado un papel particular. No ordenaba ejecuciones a cuenta propia, sino en nombre del Partido -o sea, de la dirección-. Y Líster (no muy convincente en su papel de humanista) y los demás miembros de la dirección no sólo no podían ignorarlo, sino que de una u otra forma colaboraron necesariamente en tan digna empresa… Si Santiago Carrillo es un asesino, es, en todo caso un asesino que se vende bien”. (“Cuadernos del Frente Libertario” núm. 2- París, enero de 1976).

    Ahora (1978), Carrillo tiene las mejores recomendaciones y alabanzas de las alturas gubernamentales de España. Y a esto contribuye, extraordinariamente Adolfo Suárez. No hay que sorprenderse.


    Carrillo y su fotografía

    Nos referimos a la fotografía moral de Santiago Carrillo. Hoy contertulio de Tarancón y objeto de los elogios presidenciales. Y no somos tan infelices para tragarnos que alguien pueda creer en este engaño, a todas luces, del eurocomunismo. Santiago Carrillo se autodefinió, ante el mundo entero, en una carta dirigida a su padre, el socialista Wenceslao Carrillo, el 15 de mayo de 1939. El hijo repudia al padre, en la forma más ignominiosa e inexplicable. Algo que repugna a la naturaleza humana. El padre de Carrillo era militante socialista. Carrillo, ya desde el Partido Comunista, le reprocha el fin de nuestra guerra cuando la rendición de Madrid, por el golpe dado por Casado, Besteiro, Miaja, y otros gerifaltes rojos. La carta de Santiago Carrillo contra su padre es muy larga, pero es aleccionador recoger algunos párrafos significativos que exhaustivamente perfilan la personalidad de este “héroe”. Este es el lenguaje de Santiago Carrillo:
    Los obreros socialistas que algún día creyeron en la sinceridad del sedicente izquierdismo del grupo Largo Caballero -tu jefe e inspirador principal-, han comprendido que el izquierdismo-trotskismo de Largo Caballero, Araquistain, Baráibar, Zancajo y Cía., agentes del fascismo, lleva al mismo fin que el prefascismo de Besteiro.
    Unos y otros jugáis el mismo papel triste de la traición al servicio de Hitler y Mussolini. Unos y otros sentís el mismo odio al gran país del socialismo, la Unión Soviética, y al jefe de la clase obrera mundial, el gran Stalin, porque son la salvaguardia y el amigo fiel de todos los pueblos que luchan por la libertad; porque han ayudado constantemente al pueblo español, y también porque han sabido barrer con mano de hierro a vuestros hermanos gemelos, los traidores trotskistas, zinovietistas y bujarinianos… Y yo soy un militante fiel del Partido Comunista de España y de la gloriosa Internacional Comunista.
    Quiero recordarte y decirte que cada día me siento más orgulloso de mi Partido, que ha sabido dar el ejemplo de abnegación y de heroísmo en la lucha contra los invasores, el Partido que en las difíciles horas de la ilegalidad no arría su bandera y, por el contrario, mantiene la batalla contra el fascismo con decisión y coraje, el Partido sobre el que todos los españoles cuentan, y con razón, para su liberación de las garras fascistas.
    Cada día me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la gran Internacional Comunista, que tú y tus compinches odiáis tanto y que ha sabido mantener en todo el mundo la bandera de la solidaridad con el pueblo español, mientras que tus amigos del extranjero, los dirigentes de la II Internacional, hacían cuanto podían para acogotarnos, trabajaban y siguen trabajando contra la unidad, contra la URSS, utilizando el mismo lema que Hitler y Mussolini: «la lucha contra el comunismo».
    Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin, a los que vosotros odiáis y calumniáis precisamente porque han ayudado a España de una manera constante a través de toda nuestra lucha. (…)
    No, Wenceslao Carrillo, entre tu y yo no puede haber relaciones
    ”.

    Este es el hijo que se dirige a su padre. Y no ha cambiado. En 10 de octubre de 1975, Santiago Carrillo se producía así en una entrevista en “L´Europeo” ante Oriana Fallaci:

    Yo NO condeno la violencia. NO estoy contra la violencia. LA ACEPTO cuando es necesaria. Y si la revolución va a tener necesidad en España de la violencia, como ha tenido necesidad en otros países, ESTARÉ PRONTO para ejercitarla… La condena a muerte de Franco la firmaría, sí… Estoy entre los españoles que piensan que ver morir a Franco en su cama es una injusticia histórica… Yo nunca he esperado que Franco muriese y he hecho lo posible para cazarle antes de que se muera… ¡Pienso todavía cogerle antes de que se muera!... Yo he hecho la guerra civil de verdad. DISPARANDO, MATANDO. He hecho también la guerrilla cuando creía en ella. Durante nueve años. No sé si soy un buen tirador, pero sé que apuntaba con cuidado: para matar ¡Y he matado!... No me arrepiento de haberlo hecho”.

    Ni comentamos lo de Paracuellos ni los 953 asesinados por el “maquis”. Como croquis biográfico, ya basta. Y éste es el hombre que es recibido en el palacio de la Zarzuela y que recibe del inquilino máximo del palacio de la Moncloa, las ponderaciones de columna y apoyo de la Monarquía, la bandera y el Estado español. No nos lo inventamos. Adolfo Suárez está ensimismado y le cae la baba de contento ante la “fidelidad” de Santiago Carrillo.


    Carrillo es consecuente

    A nosotros no nos parece rara la “evolución” de Santiago Carrillo. Todo esto del “eurocomunismo” es algo arqueológico en la literatura marxista. Lenin decía en “El extremismo, enfermedad infantil del comunismo: “Los bolcheviques hemos actuado en los Parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia demostrado que semejante participación ha sido no solo útil, sino necesaria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente después de la primera revolución burguesa de Rusia (1905) para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socialista (noviembre de 1917)”. El mismo Lenin, y en la citada obra, da esta consigna: “Mientras no tengáis fuerza para disolver el Parlamento burgués o cualquier otra institución reaccionaria, estáis obligados a trabajar en el interior de dichas instituciones, precisamente porque hay todavía en ellas obreros embrutecidos por el clero y el ambiente aldeano”. Igualmente escribe el tirano comunista: “Obtener la victoria sobre un adversario más poderoso, únicamente es posible poniendo en tensión todas las fuerzas y utilizando obligatoriamente con solicitud, minucia y prudencia, las menores discrepancias entre los enemigos, las más pequeñas oposiciones de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o diferentes categorías burguesas en el interior de cada país: hay que aprovechar las menores posibilidades de obtener un aliado, aunque sea temporal, vacilante, poco seguro, condicional”.

    Luego Carrillo está en la línea más limpia del marxismo leninista. No importan las contradicciones. Albert Camus define exactamente el leninismo, de esta manera: “Lenin sólo cree en la Revolución y en la virtud de la eficacia… La lucha contra la moral formal inaugurada por Hegel y Marx reaparece en él, en la crítica de las actividades revolucionarias ineficaces… Si se analizan las dos obras que están al comienzo y al fin de su carrera de agitador, se encuentra la sorpresa de ver que él no ha cesado de luchar sin cuartel contra las formas sentimentales de la acción revolucionaria. Él ha querido expulsar la moral de la Revolución porque creía, con razón, que el poder revolucionario no se establece en el respeto a los diez mandamientos… Él ha combatido, a la vez, el reformismo culpable de aminorar la fuerza revolucionaria y al terrorismo (anarquista), actitud ejemplar, pero ineficaz”.

    Desde este plano, Santiago Carrillo, enemigo mortal de Franco y calumniador espantoso del Rey Juan Carlos I, obtiene sus objetivos. Adolfo Suárez es el “test” de que el comunismo está ganando la partida.

    ***

    Y Adolfo Suárez también es consecuente

    Que no se recuerde ya que Adolfo Suárez repetidamente cantó endechas a Franco, realzando su obra, su persona y su gobierno. Tampoco hay que reprocharle que Adolfo Suárez, obsesivamente, repitiera: “Fundamentalmente me considero hombre del Movimiento, ya que creo que la sustancia ideológica del Movimiento está en aquella doctrina de José Antonio que todavía tiene validez”. Y que se proclamara joseantoniano, franquista, hombre del Movimiento, etcétera.

    Adolfo Suárez se ha destapado. Él es liberal, demócrata, y, por tanto, no cree en la verdad. El liberalismo es un ateísmo práctico, un culto a la oportunidad personal. Es vivir aquello que Albert Camus expresa gráficamente: “No siendo nada verdadero ni falso, bueno o malo, la regla será mostrarse como el más eficaz, es decir, como el más fuerte. El mundo entonces no será ya compartido entre justos e injustos, sino entre amos y esclavos”. Y Suárez tiene vocación de amo. Ayer flirteaba con el Opus Dei, se engallaba con su falangismo y su lealtad Franco, con su defensa de la unidad nacional. Hoy (1978) es el que patrocina una Constitución atea, propulsa el divorcio, permite la pornografía, legaliza el marxismo y la acracia, permite los ataques más feroces contra los dogmas católicos. Pero todo esto es normal, porque Adolfo Suárez profesa la democracia rousseauniana, la apertura más destapada en aras a la conservación en el propio cargo. Aceptado el liberalismo anticatólico y antipatriota, la democracia demoledora de la unidad nacional y de la justicia social, la desaparición de la realidad de España al servicio de los separatismos masónicos y marxistas, ya todo tiene su clave. Pero aquí hay que sacar la conclusión.


    El resultado previsto

    Entre un comunista, que esencialmente es sistemático dentro de su aberración capital, y un liberal, un demócrata, un centrista, por necesidad ambiguo, embotellado en los mitos y las conveniencias de cada momento, no hay batalla. El liberalismo, la democracia inorgánica, son hijas de la Revolución Francesa, de la burguesía liberal. Pero los liberales son capitidisminuidos y menores de edad, por su irracionalidad innata, ante la contundencia de la eficacia comunista. Los liberales precisan la mentira de aparecer honestos, incluso cristianos, y fomentan la antirreligión y la pornografía. Hablan del mercado libre, pero son los causantes del paro, de la inflación, del lucro desenfrenado, de la miseria económica. Los liberales son unos pobres subjetivistas, amarrados a sus ilusiones, y desdichadamente incapaces de captar la realidad. Su efectividad pedestre es un buen bocado ante la férrea disciplina de los que, sin otra ley que su dialéctica, totalitariamente, con estrategia científica, buscan el asalto al Poder. Ya lo decía Lenin: “La concepción de la práctica de la vida debe ser la concepción fundamental de la teoría del conocimiento” (“Materialismo y empírico-criticismo”), y Mao Tse-tung lo condimentaba así: “El criterio de la verdad no puede ser sino la práctica social. El punto de vista primordial, fundamental, de la teoría materialista dialéctica del conocimiento”.

    El planteamiento de España bascula entre estos dos hombres: Santiago Carrillo y Adolfo Suárez. Carrillo es marxista, y Suárez es demócrata inorgánico, liberal hasta la médula y prototipo del centrismo. Lo es en tal grado que, embabiecado, se derrite ante la defensa de la Monarquía, en la boca y en las huestes de Santiago Carrillo. Exactamente con su amor a la bandera y al Estado, Adolfo Suárez tiene un olfato político tan limitado que ni siquiera detecta lo que Santiago Bernabéu declaraba el 3 de febrero de 1977, en “Dicen”:
    Te diré que cuando iba a hablar de Carrillo, sobre todo al leerle estas declaraciones, me recordó mucho a Monchín Triana. Era un jugadorazo el tío. Estuvo en el Atlético de Madrid y jugó también algunos partidos con nosotros. Era un fenómeno como futbolista y como persona. Luego, aprobó unas oposiciones de notaría… Porque era despabilado también, un tío que valía mucho y que hubiese llegado lejos en la vida. Pues bien, a él y a dos hermanos suyos les fusilaron en Paracuellos. Y digo yo que si Santiago Carrillo era tan del Atlético como presume, digo yo que algo pudo hacer para evitarlo ¿no?... Porque influencia en aquella época tenía el tío un rato”.

    Este Santiago Carrillo, seductor de Adolfo Suárez, tiene planteado el juego con todos sus resortes para lograr su meta. Entre Carrillo y Suárez hay la misma diferencia de una hiena y una paloma, sin que signifiquemos que ninguno de los dos se identifiquen con tales animales. Lo que queremos decir es que el centrismo, la democracia liberal, el constitucionalismo decimonónico, el capitalismo y la burguesía de corte anticristiano no tienen posibilidades de igualdad en esta lucha. Al fin y al cabo, Adolfo Suárez nos confiesa su congénita debilidad perseverantemente: él quiere el liberalismo, la democracia, la legalización de todos los partidos, las autonomías que destruyen España. Este es el clima del liberalismo. (…)

    Es hora de advertir que con el sistema de los partidos políticos, ni la derecha llamada civilizada, ni la izquierda no marxista, ni el fofo centrismo tienen terreno ante Santiago Carrillo, “el defensor de la Monarquía, de la bandera y del Estado”. Si España es salvable, ya no lo puede ser por el camino emprendido. Este tiene un final. Y los que piensan que España no debe desaparecer y que debe conservarse como nación católica, en orden y en justicia social, ya no pueden tener esperanzas en nada de lo que políticamente se cotiza oficialmente.

    Es la hora de resoluciones que están al margen del ring Carrillo-Suárez. Es tan evidente la situación de España que, como León Bloy, en 1917, debemos repetir: “¡Veo venir al Espíritu Santo o a los cosacos!” Y los cosacos, el marxismo, la dictadura sangrienta de los Paracuellos vendrán si a la hora debida, en vez de un alcalde de Móstoles, nos encontramos con la tragedia de un Kerenski, de un Alcalá Zamora, de un Spínola, de un Frei… Y nadie puede demostrar que metafísicamente sea imposible que, para España, esta vez pudiera llamarse Adolfo Suárez.

    Jaime TARRAGÓ


    .

    Última edición por ALACRAN; 16/09/2024 a las 18:05
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