COSME DAMIÁN CHURRUCA
Los ingleses vencieron en Trafalgar, vaya si vencieron, y para celebrarlo edificaron en Londres una plaza que llevara dicho nombre, para gloria de sus héroes, y para vergüenza de nuestros marinos, que fueron los que se llevaron la peor parte en este asunto.
Podríamos resumirlo de la siguiente manera. El Sr. Villeneuve, gabacho él, cae en desgracia ante los ojos de su “amado” emperador, Napoleón. Para congraciarse decide destruir a la armada británica que se encontraba por los alrededores del Estrecho. Pide para ellos el mando de la flota combinada franco / española, y ante los consejos contrarios de la marinería española (Gravina, Churruca, etc) de no salir al encuentro en aquella ocasión, pues todo era desfavorable para las armas en combate, el muy inepto se lanza a la persecución y encuentro de los barcos ingleses.
El resultado es desastroso para los españoles. No porque con ello se perdiese la hegemonía de los mares, pues aunque el revés fue importante, España contaba todavía con gran capacidad de maniobra y buques suficientes, sino porque en aquel combate murió lo mejor de la oficialidad y de la marinería de la época. España no podría ya recuperar esas pérdidas jamás. De todas formas, frente a la desgracia y la adversidad, se pudieron observar ejemplos de valentía y bizarría sin igual. El ejemplo de Churruca es incuestionable.
Su navío, el San Juan Nepomuceno fue atacado por cinco navíos enemigos, uno de ellos de tres puentes, los cuales cayeron sobre el San Juan, que rompió el fuego cerca de las doce y media, recibiendo sucesivamente la colosal lluvia de fuego y acero de todos ellos, por la mura de babor. Dos de estos pasaron adelante, los otros tres quedaron batiéndole, a saber, dos de ellos por babor y el Dreadnougth de tres puentes, por la mura de estribor. El fuego de estos navíos duró hasta las dos, según lo permitía la flojedad del viento; pero a dicha hora estaba ya el Dreadnougth al costado del san Juan a medio tiro de pistola, los otros dos le batían por la aleta y popa a menos de tiro de pistola. Para esa hora se habían unido ya los otros dos navíos que con anterioridad habían rebasado al San Juan.
Ante el fuego reiterado de los barcos ingleses, la cubierta del Nepomuceno parecía un infierno. Astillas de madera volaban por doquier, los palos y la gobernabilidad del barco inutilizados. Y el humo y el fuego haciendo presa de cada uno de los rincones de aquél glorioso navío. Los ingleses no daban crédito a lo que estaban viendo. En situación similar, lo normal es que un capitán se hubiese rendido ante la superioridad numérica y a la sobrada potencia de fuego, más el San Juan, al mando de Churruca, disparaba e incluso parecía en ocasiones que estaba a punto de vencer la situación.
Mas de cien muertos de su tripulación sembraba la cubierta del barco. A ellos había que sumarles los heridos, que aún en las penosas condiciones en las que se encontraban no cejaban de disparar y de cubrir las bajas que se iban multiplicando a su alrededor Y en aquella jornada, una bala de cañón disparada con mano demoníaca, segó la pierna del bravo Churruca, más no terminó ahí el combate. Atendido por sus suboficiales y algunos marinos, aún siguió dando órdenes, mientras repetía a sus subordinados, que el San Juan no se rindiera hasta que el dejara este mundo.
No se sabe el tiempo exacto que duró aquella proeza, más es signo de hombría y devoción por el deber más allá de lo humano.
Muerto el valeroso Churruca, el barco se rindió. Fue apresado por los ingleses, quienes rindieron honores al cadáver del bravo capitán que tanta guerra les había dado. El buque apresado fue conducido a Gibraltar, (roca de la vergüenza para los españoles) y aún lo consiguieron reparar, pues bajo el nombre abreviado de San Juan (sin el Nepomuceno) serviría a las órdenes de la bandera británica algunos años más.
Quizás el que mejor cuenta esta historia no es un historiador, que los hay y muy buenos, sino el escritor decimonónico Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales. Recomiendo al que no haya leído este pasaje que lo lea, pues es edificante el ver el ejemplo de estos héroes tan denostados por las políticas pacatas y miopes de los gobernantes bajo cuya bota estamos ahora sometidos.
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