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Tema: Textos históricos de alabanzas a España

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    V – ESPAÑA ÁRABE; AL-ANDALUS.

    1
    El reino visigodo había llegado ya a la fase de decadencia que sigue a todos los esplendores.
    El pueblo, racialmente apartado de la minoría dirigente; la nobleza, ambiciosa, corrompida y sin sentido nacional; la realeza en precario y a merced de todos los vientos; el ejército, sin un hombre al frente capaz de encauzarlo e inflamarlo; el clero, el gran clero de la época isidoriana, había desaparecido, inclinándose a una u otra facción política, olvidando la gran misión que le incumbía. Este es el cuadro de la España del año 700.
    Por el portillo de la traición saltó el moro de Ceuta a Gibraltar, para llevar desde el Estrecho hasta el Tajo, desde Tarifa y Málaga hasta las peñas de Montserrat y Covadonga un aliento nuevo sobre las viejas tierras ibéricas.

    Triste era, pues, el estado de la Península al mediar el siglo VIII. En las más ricas y fértiles comarcas imperaban extraños invasores, diversos en raza, lengua y rito, y no inclinados a la tolerancia, aunque tolerantes en un principio por la manera como se hizo la conquista. Había dado sus naturales frutos la venganza de los magnates visigodos, que quizá no pensaron llegar tan lejos. Coronada con rápido y maravilloso triunfo la extraña intentona de Tarik y de Muza, merced a los elementos hostiles que en España hervían; abiertas ciudades y fortalezas por la alevosía o pactos; rendida en Orihuela la débil resistencia de Teudemiro, único godo que entre la universal ruina levantaba la frente; custodiadas por guarniciones árabes Sevilla y Córdoba, Toledo y Pax Julia (Beja-Portugal), hubieron de pensar los califas de Damasco en la importancia de tan lejana conquista y en la necesidad de conservarla.
    Creado, pues, el Emirato, comenzó a pesar sobre el pueblo cristiano de la Península una dominación, tiránica de hecho, aunque bastante ordenada en la forma.

    La entrada de los pueblos árabes por la puerta europea de España viene a representar una vindicta contra lo mejor. Mientras había persistido el poderío romano, estos pueblos del África estuvieron domeñados y sujetos por las recias posiciones militares que, para cubrirse, Roma había establecido en todo el Norte africano.
    Mas apenas caído el Imperio y por imitación de las inmigraciones de los bárbaros nórdicos que invadieron a Occidente, fermentaron en estos pueblos insumisos grandes ambiciones, quizá estimuladas y despiertas por los vándalos arrojados de España. Quisieron tomar parte en el espléndido botín de la civilización latina, tan admirada desde lejos, y se prepararon a aprovechar la menor ocasión para conseguirlo.

    Tales ambiciones, que, a lo largo de los siglos, fueron el sueño de estos pueblos y el aglutinante que fundió a sus elementos heterogéneos, incapaces de unidad, lograron ser cristalizadas por Mahoma, que en el siglo VII de nuestra Era consiguió darles una disciplina consistente. Conocedor éste de las cualidades subjetivas de su raza, a base de primitivismo y dispuestas a admitir lo sobrenatural, en vez de fijarles leyes simplemente humanas, dictóles una ley religiosa –el Korán-, a la que revistió de caracteres, como divinos, terminantes, reuniendo los preceptos que –gran penetrador del alma musulmana- entendió necesarios e indispensables para regularizar, sujetar y concretar en una sola creencia y en un solo ideal las energías dispersas de esos pueblos.

    En el Korán asoman ciertos impulsos que llamaríamos nacionales o imperialistas, los cuales, bajo su imperativo aspecto religioso, fomentaron el mesianismo oriental, haciéndoles forjar unos sueños de dominación sobre los restantes países.
    Las gentes que llegan a la Península en el 711 son pueblos conocedores de la ingente civilización occidental, a la que contemplaban y adivinaban dese lejos, llamados a la ambición por el ejemplo de los vándalos y otros pueblos del Norte; eran pueblos que ansiaban poseer y saquear lo que ante sus deslumbrados ojos aparecía como muy superior.

    Ganada la batalla por Tarik, vencedor en Écija, sube a Toledo, y sus huestes y las de Muza ocupan Córdoba, Archidona, Elvira, Niebla, Carmona, Sevilla, Medina Sidonia, Osuna y Mérida. Ambos generales disputarán sobre los resultados de la conquista, preludiando las futuras anarquías de la España árabe, al mismo tiempo que los últimos restos del ejército godo, refugiados en Auriola (Orihuela), son aventados en Lorca. Tarik, depuesto primero, preso después por Muza, y luego rehabilitado por orden del califa, pudo cooperar con el emir en la obra de la ocupación total de España, dirigiéndose hacia el Este con un ejército, mientras Muza seguía hacia el Norte. Tomada Zaragoza y sometida Galicia, la ocupación estaba consumada y terminado el primer acto de la tragedia.

    Los nuevos invasores, que habían demostrado plenamente su capacidad de someter y dominar a España con la violencia y astucia de los orientales, pronto fueron víctimas de graves desórdenes intestinos a los diez años de su desembarco. Los “walíes” o gobernadores de las provincias, los “alkaides” contribuían al desorden prevaricando y resistiéndose a la autoridad central. Grandes eran las rivalidades entre bereberes y árabes. Éstos distribuyeron el Sur peninsular y desterraron a los compañeros de Tarik a los eriales del centro peninsular y a las agrestes montañas del Norte y Noroeste, confiándoles la penosa tarea de defender la frontera contra los cristianos. Tales fueron las causas de las insurrecciones sucesivas.

    En tal momento, dos circunstancias impiden la disolución rápida del dominio musulmán. “La dinastía omiada fue expulsada del califato por los abasidas, en el 730, y el primer Abderramán, en protesta contra la usurpación, logra crear en España un califato independiente, unificando el poder musulman y sometiendo, si bien momentáneamente, a las diversas razas acampadas bajo el estandarte del Profeta: a los árabes del Yemen, a los modharitas, egipcios, sirios y bereberes. la unificación del poder que los omiadas llevaron a cabo en España, se sustentó sobre la ortodoxia, más viva en Occidente que en Oriente”.
    Desde el siglo IX, el islamismo, sintiéndose consolidado, seguía puntualmente el precepto del califa Omar: “Nos toca devorar a los cristianos y nuestros descendientes a los de éstos, y así mientras subsista el Cristianismo”.

    El escepticismo árabe de los primeros gobernadores había puesto en manos del Estado armas que se convirtieron en instrumentos de persecución cuando así lo acordaba el espíritu religioso movido por el celo intolerante de los africanos. “La historia del duelo interminable de ambas razas islamitas empieza de nuevo ahora, salpicada de sangre de los soldados africanos, descuartizados a las puertas de Córdoba en el momento de la reacción triunfante del partido árabe contra los soldados de El-Mansur (año 1013).”

    De ahora en adelante se precipita la caída. Córdoba presencia las orgías de sangre y disolución comunes a los imperios de estos pueblos orientales, incapaces de hallar otra base para su autoridad política que la fuerza. El poder supremo pasa de unas manos a otras merced a revoluciones y guerras civiles, a intrigas y asesinatos; y al vaivén de estas fluctuaciones va perdiendo gradualmente su única base y fundamento, la fuerza.
    De este modo, la desmembración de la España musulmana, que estuvo a punto de consumarse en los primeros años de la conquista, el odio mutuo de las diversas razas invasoras vino a ser un hecho natural e inevitable. España ofrece el aspecto de un haz de pueblos que son otros tantos ejércitos en campaña; las fronteras cambian constantemente, según la suerte favorece las armas de unos u otros jefes militares.
    Los odios partidistas se anteponían en los musulmanes al sentimiento nacional. La consecuencia de todo el desorden era la progresiva retirada de los sarracenos y el constante avance de las fronteras de los reinos cristianos.

    Al contemplar la ruina progresiva de su imperio y el retroceso de sus fronteras, se despertaba también en el espíritu sarraceno una solidaridad religiosa común.
    El espíritu religioso de la plebe mora condenaba únicamente la anarquía política y la impiedad de los centros aristocráticos de los diversos Estados musulmanes. Y el castigo vino con la llegada de los almorávides y Yusuf a la cabeza, que imperó sobre toda la España musulmana.

    Pero con el mando se entibió la fe y bajo el influjo seductor de España modificóse la rigidez almorávide.
    La Andalucía que fue para los árabes otro Yemen lozano y encantador, arabizó al berberisco y trocó al fanático puro y seco en hombre docto y escéptico, aficionado a especulaciones metafísicas, bella especie de poesía. “El genio africano de las dos poblaciones de ambas márgenes del Estrecho reaccionaba contra la acción del clima y la tradición de la cultura árabe.”


    Una nueva revolución religiosa destronó en Marruecos (año 1146) a los almorávides y vino luego a reemplazarlos en el imperio de España con los almohades.
    A mediados del siglo XII, Al-Andalus, convertida en una provincia de África, reconoció a la nueva dinastía almohade.
    Otra dinastía, la de los merinitas, vino a mitad del siglo XIII a sustituir a la anterior; pero ya entonces puede decirse que la historia del dominio sarraceno en la Península Ibérica toca a su término a partir de la victoria de los almorávides, que hizo a la España islámica vasalla del emir de Fez. Los emiratos de Lusitania, del Algarbe y de Andalucía habían caído, sucesivamente, en manos de los reyes cristianos; y en el siglo XIII, el reino de Granada, que tendrá aún más de dos siglos de existencia histórica, será apenas una reliquia de la antigua España musulmana.
    “La espada vencedora había destruido de un solo golpe el reino de los visigodos; las tribus nómadas de los bereberes impidieron la consolidación del califato árabe; finalmente, el dominio completo de los africanos vino a consumar la obra de disolución de la España antigua, del mismo modo que los bárbaros de la segunda irrupción acabaron antaño de destruir el organismo de las Galias y de la Italia romanas.” (Oliveira Martins)

    Este pueblo hispano-árabe, que así comienza y fenece, alcanza su influjo cultural desde el siglo IX al XII y es el depositario de la cultura helénica. “El movimiento intelectual de los árabes es casi superior al de las demás naciones cristianas, que reciben de manos de éstos la tradición de las ciencias griegas”.
    Los árabes eran entonces los maestros, los médicos y los augures de los príncipes cristianos. Los nombres de Mesua y de Geber, de Maimónides, Avicena, Averroes y más, quedaron incorporados a los elementos de la ciencia de la Edad Media. En las grandes bibliotecas árabes, en las que se hallaban las obras de Platón y de Euclides, de Apolonio, de Ptolomeo, y sobre todo de Aristóteles –el más leído y ensalzado de todos-, la literatura, la retórica y los comentarios del Korán ocupaban la mayor parte de las estanterías.
    El cultismo de estas razas, más artistas que pensadoras, más curiosas que investigadoras, literatas y refinadas, para las cuales la imaginación lo es casi todo y apenas elemental el ejercicio de la razón, dales cierta fisonomía femenina e infantil y las impele a preferir, sobre todo, las bellas formas, el estilo elegante, la sutileza, el concepto y todas las extravagancias de la imaginación.

    Toda esta cultura, al crearla dentro de los confines del suelo español, adquiere ese tinte especial que hace que sus cultivadores sean tan españoles como los propiamente originarios de los reinos cristianos. Menéndez Pidal, en su opúsculo ‘Adefonsus Imperator’, refiriéndose a ellos y a su posición con respecto a Alfonso VI, escribe que “aquellos moros, en su mayor parte de raza tan española como los cristianos del Norte, habían desarrollado brillantemente... una cultura musulmana propia, de que España puede estar bien orgullosa... Se sentían... demasiado hermanos de los cristianos del Norte para rechazar la sumisión de Alfonso”.

    Y como ejemplo, valga el hecho que sirvió de origen a la maravilla literaria de Al-Saqundi ( -1231): la “Risala”, o “Elogio del islam español”.
    Relata el historiador granadino Ibn Said al –Magribi ( -1285) en la enciclopedia arábigo-española de al-Maqqari, que su padre le contó una vez lo que sigue: “Estando un día en el salón del gobernador de Ceuta surgió entre Abu-Walid al-Saqundi y Abu Yahya ibn al Mu’allim (el de Tánger) una controversia en que cada cual defendía la superioridad de su país sobre el del contrario. Al-Saqundi decía: ‘Si no existiera el Al-Andalus, no se hablaría siquiera de Berbería ni se le reconocería mérito alguno’.
    Abu Yahya le interrumpió diciendo: ‘¡Quieres dar a entender que las gentes de nuestra tierra son bereberes y las de las vuestras, árabes?’
    Y la discusión sobre cuál de las dos valía más quedó zanjada por el emir del modo siguiente: ‘Mi opinión es que cada uno de vosotros componga un tratado (risala) sobre la superioridad de su país... y de ello saldrá algo digno de eternizarse’.”
    Y así lo hicieron, y de esa disputa salía una de las obras maestras se la literatura arábiga, donde se alaba a la España musulmana con la más sentida verdad poética: la ‘Risala’ de Muhammad al-Saqundi, “donde se plantea íntegramente y en abstracto el problema del valor del Islam español y de su esfuerzo cultural, exaltándolos en bloque, como el técnico militar que amuralla por completo su ciudad sin saber por qué punto ha de atacarla el enemigo”.
    Toda ella está impregnada del orgullo y la soberbia española, tratando al contrario con supremo desdén.
    Escribía el arabista E. García Gómez: “Españoles son, pues, el orgullo de al-Saqundi y su altiva ironía; española es también su actitud reivindicadora. Triste destino de España ha sido siempre tener que doblar el esfuerzo, primero para crear las glorias, y después para defenderlas. Aquí alza su voz al-Saqundi contra los africanos del Sur, y en homenaje a la pura esencia del Islam español, como más tarde harán Cervantes, Quevedo y otros ingenios (defendiendo la honra española); Al-Saqundi viene a ser una especie de Forner del siglo XIII”.

    A pesar del desdén y repugnancia de las relaciones de vencedores y vencidos, existió una virtud poco española, aun cuando de ella existan muestras señeras: la tolerancia.
    Los musulmanes vencedores respetaron las instituciones de los cristianos vencidos, y aun éstos (mozárabes) conservaron bajo el dominio sarraceno sus jerarquías civiles y eclesiásticas. Continuaron existiendo, como antes de la invasión, diócesis, parroquias y monasterios. En los municipios, las autoridades godas conservaron sus cargos y viose en los palacios de los califas a nobles godos ocupar altos puestos.
    La invasión árabe no determinó, en sus inicios, una alteración del régimen religioso y civil de las poblaciones hispano-romanas: tenían plena libertad para regirse por leyes civiles, conservando, además de las jerarquías eclesiásticas, las distinciones nobiliarias.
    Esta clase de ocupación, si, por una parte, no podía originar la unidad social, por otra dará un resultado hasta cierto punto nuevo: el de asimilación de las costumbres de la nación musulmana vencedora por los cristianos vencidos, hecho que origina la existencia de las poblaciones mozárabes, cuya importancia es decisiva para la verdadera comprensión de la historia social de la España moderna.

    Las alabanzas de los historiadores árabes al tratar de la invasión: la exposición de los esplendores y riquezas que albergaban aquellas ciudades visigodas: la opulencia de Sevilla, “la más grande, importante y rica en monumentos artísticos”, según frase de ellos, y las depredaciones a que se entregarán -haciendo despertar a los hispanos de su anterior pasividad-, son muestras más que suficientes de la superioridad de nuestra cultura y de nuestro suelo.

    Siglos más tarde, mezclados ya con los hispanos, los árabes poseerán unas dotes intelectuales de sutil y refinada sensibilidad, a las que se deberá el gran influjo psicológico que les atribuye Ganivet.
    Escribe Menéndez y Pelayo:
    “Lo que con el nombre de civilización árabe se designa, lejos de ser emanación espontánea ni labor propia del genio semítico, le es de todo punto extraña y aun contradictoria con él; como lo prueba el hecho de no haber florecido jamás ningún género de filosofía ni de ciencia entre los árabes ni entre los africanos y sí sólo en pueblos islamizados, pero en los cuales predominaba el elemento indoeuropeo, y persistían restos de una cultura anterior de origen clásico, como en Persis y en España, donde la gran masa de renegados superaba en muchos al elemento árabe puro, al sirio y al bereber.
    Y todavía pudiera excluirse de nuestra historia científica este capítulo de los árabes si nuestros padres de la Edad Media, por fanatismo o mal entendido celo, hubiesen evitado toda comunicación de ideas con ellos, rechazando y anatematizando su ciencia, pero vemos que precisamente sucedió todo lo contrario, y que inmediatamente después de la conquista de Toledo, la cultura científica de los árabes conquistó por completo a los cristianos; se prolongó en sus escuelas gracias al emperador Alfonso VII, al arzobispo Don Raimundo y al Rey Sabio, y por nosotros fue transmitida y comunicada al resto de Europa, y sin nuestra ilustrada tolerancia hubiera sido perdida para el mundo occidental, puesto que en el oriental había sonado ya la hora de su decadencia, de la cual nunca el espíritu de los pueblos musulmanes ha vuelto a levantarse.
    La historia del primer renacimiento científico de los tiempos medios sería inexplicable sin la acción de la España cristiana, y especialmente del glorioso colegio de Toledo, y esta ciencia hispano-cristiana es inexplicable a su vez sin el previo conocimiento de la ciencia arábigo-hispana, de la cual fueron intérpretes los mozárabes, los mudéjares y los judíos. Es imposible mutilar parte alguna de este conjunto sin que se venga abajo el edificio de la historia científica de la Edad Media en España y fuera de España”.

    Nacieron entre ellos genios y mentalidades excelsas, y nos legaron los hispano-árabes las maravillas de su arte monumental. La espléndida civilización oriental, desarrollada en nuestro suelo, fue producto exclusivo del mismo, que, como ya había hecho con los godos, los captó, afinó y, finalmente, dio luces a su natural inteligencia. El arte musulmán de Córdoba, de Granada... fue debido a una cultura hispana que, desde la clásica antigüedad había florecido, especialmente en el sur peninsular, con vivos resplandores.

    Cuando, siglos después, el mundo Occidental despierta y Europa renace, el Islam se recoge a soñar en su cueva mágica. Retirándose de la Historia vuelve al desierto, a su nada originaria.
    Los árabes no conocieron el Renacimiento; Europa no lo hubiese tenido sin ellos. Quizá su misión consistió en eso; y así, una vez cumplida, volvieron al desierto.
    Cuando les faltó nuestra tierra y, rechazados e insumisos, volvieron a su lejana procedencia –a pesar de los siglos de contacto y permanencia en España- sus luces se apagaron; su espíritu se debilitó y se sumieron en la más completa oscuridad.

    La unidad española sufrió honda crisis, debido a la invasión árabe.
    Consideremos esa unidad hispana solo en lo que a ellos se refiere:
    Al principio, España -Al-Andalus, como ellos la designan- constituye una provincia sujeta al califa de Bagdad -y después de Damasco-, y dependiente de su representante en África.
    Abderramán I quebranta esa dependencia, que cuajará con Abderramán III en el siglo X, el cual ya se titula califa, desligándose por completo de Oriente y constituyendo como unidad el de Occidente, poderoso y autóctono.
    En el periodo de Hixem II (965-1013), muestra el imperio el germen de la decadencia, y aunque unidos bajo un mismo cetro y ocupando una misma comarca, el pueblo está constituido de la manera más heterogénea, formando una agregación de pueblos de origen, creencias, idiomas y costumbres diversas.
    Destronado Hixem III (1036), el poderoso Estado musulmán se fraccionó en otros pequeños, los reinos de taifas.
    El fulgor unitario de almorávides y almohades dura muy escasamente, para romperlo de nuevo las guerras civiles, y desaparecer después ante el empuje de la nueva y verdadera unidad que aportan gentes cristianas.

    La comunidad musulmana, ‘Islam’, estaba integrada por creyentes y solo por éstos. En un principio, en Arabia, el territorio del Estado era exclusivamente el ocupado por los creyentes, sin que pudiese penetrar en él ninguno que no fuese musulmán. Luego, al extenderse el Islam a territorios infieles, esta exclusión de elementos extraños se limitó a las ciudades santas, Meca y Medina.
    La población visigoda cristiana y judía -“los del libro” (la Biblia)- fue recogida dentro del Estado, por una declaración del soberano o del general, en una situación de ‘protección especial’, como “dimmíes” o mozárabes, y conservaron su religión, su libertad, sus bienes, su organización y su Derecho.
    Dentro del estado musulmán hubo también territorios autónomos: unos, los visigodos, articulados en el Estado; otros, aquellos que, por anhelos de independencia, intentaban desligarse de él. En este punto se aspiró a mantener a toda costa la unidad teórica del Islam. Para ello, y a fin de evitar daños mayores, se acudió a la ficción jurídica de suponer que los territorios que por la fuerza se habían hecho independientes habían recibido del soberano una delegación del pleno poder, y a cambio de ello reconocían la unidad del Islam, representada en la sumisión teórica al califa.

    El gobierno de esa unidad islámica era teocrático; su único rey (malik) era Allah, y su enviado Mahoma, y los “sucesores” o “representantes” de éste eran los califas. Al fundarse el “principado” emirato español se dio un gobierno monárquico de un príncipe (emir) o de un Hayib, si se quería conservar la ficción de la superioridad teórica de Córdoba. Los taifas que habían adoptado el régimen republicano lo sustituyeron pronto por uno monárquico, y los reyezuelos taifas plagiaron servil y descaradamente los pomposos títulos de los califas árabes.

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    La gente árabe trae también una cualidad muy propia de ella a la Historia de España: el carácter individualista musulmán dio pronto sus frutos, y de ahí nacen las convulsiones, guerras y atentados entre ellos -al modo de las revueltas de los clanes visigodos- contra la unidad de la Patria.
    La concreción de este periodo está representada en “el guerrero”, “el poeta”, “el filósofo” y “el sabio”.

    El Guerrero.
    Suele poseer éste los tres aspectos que inmortalizan a los hombres públicos: el político, el militar y el diplomático. Es joven, audaz y enérgico; organiza y disciplina a sus súbditos, inculcándoles una moral de victoria, arrancándoles del clima de la paz de las palmeras o naranjos, o de esa poesía, filosofía y ciencia que florecen en Córdoba –la Atenas andaluza-. El “guerrero” ataja codicias, desbarata intrigas, capta voluntades, aquieta rivalidades y somete anarquías. Es un Almanzor.
    Mas junto a él conviven, dando tono al momento, los hombres apartados de la vida activa.
    El “hombre culto”, vicioso de lecturas y creador de ideas, representa también este periodo español, y dentro de él, y con creces, el “poeta”, el “filósofo” y el “sabio”, conocedor de las ciencias físicas y naturales.

    El Poeta.
    El poeta se distingue por la dicción rica y sonora y por el brillo y atrevimiento de las imágenes. Según F. von Schack (1815-1894) (“Poesía y arte de los árabes en España”):
    “En vez de prestar expresión a los pensamientos y de dejar hablar al corazón, nos agobian a menudo con un diluvio de palabras pomposas y de imágenes esplendentes.
    Como si no les bastase conmovernos, propenden a cegarnos, y sus versos se asemejan por su abigarrado colorido y movimiento deslumbrador de las metáforas a un fuego de artificio que luce y se desvanece en las tinieblas, que hechiza momentáneamente los ojos con sus primores, pero que no deja en pos de sí una impresión duradera. El empeño de sobrepujar a otros rivales populares y famosos ha echado a perder de esta suerte muchas de sus composiciones. Y, por el contrario, el éxito de sus composiciones para con nosotros es tanto mayor cuanto menos ellos lo buscan, olvidados de su ambición, y realizando la poderosa inspiración de un instante dado que expresen un sentimiento verdadero en no estudiadas frases.

    Los asuntos sobre los cuales escriben son de varias clases. Cantan las alegrías del amor bien correspondido y el dolor del amor desgraciado; pintan con los más suaves colores la felicidad de una tierna cita y lamentan con acento apasionado el pesar de una separación. La bella naturaleza de Andalucía les mueve a ensalzar sus bosques, ríos y fértiles campos, o les induce a la contemplación del tramontar resplandeciente del sol o de las claras noches ricas de estrellas.
    Entonces acude de nuevo a su memoria el país nativo de su raza, donde sus antepasados vagaban sobre llanuras de candente arena. Expresiones de un extraño fanatismo salen a veces de sus labios como el ardiente huracán del desierto, y otras de sus poesías religiosas exhalan blanda piedad y están llenas de aspiraciones hacia lo infinito.
    Ora convocan a la guerra santa con fervorosas palabras, a los reyes y a los pueblos; ora aclaman al vencedor, ora cantan el himno fúnebre de los que han muerto en la batalla; o se lamentan de las ciudades conquistadas por el enemigo, de las mezquitas transformadas en iglesias y de la suerte infeliz de los prisioneros que en balde suspiran por las floridas riberas del Genil desde la ruda tierra de los cristianos.
    Elogian la magnanimidad y el poder de los príncipes, la gala de sus palacios y la belleza de sus jardines; y van con ellos a la guerra y describen el relampaguear de los aceros, las lanzas bañadas en sangre y los corceles rápidos como el viento.
    Los vasos llenos de vino que circulan en los convites, y en los paseos nocturnos por el agua a la luz de las antorchas, son también celebrados en sus canciones. En ellas describen la variedad de las estaciones del año, las fuentes sonoras, las ramas de los árboles que se doblegan al impulso del viento; las gotas de rocío en las flores; los rayos de la luna que rielan sobre las ondas del mar; el cielo, las Pléyades, las rosas, los narcisos, el azahar y la flor del granado.
    Tienen también epigramas en elogio de todos aquellos objetos que con un lujo refinado ornaban la mansión de los magnates, como estatuas de bronce o de ámbar, vasos magníficos, fuentes y baños de mármol y leones que vierten agua.
    Sus poesías morales o filosóficas discurren sobre lo fugitivo de la existencia terrenal y lo voluble de la fortuna, sobre el destino a que hombre ninguno puede sustraerse, y sobre la vanidad de los bienes de este mundo, el valor real de la virtud y de la ciencia.
    Con predilección procuran que duren en sus versos momentos agradables de la vida, describiendo una cita nocturna, un rato alegre pasado en compañía de lindas cantadoras, una muchacha que coge fruta de un árbol, un joven copero que escancia el vino, y otras cosas de ese orden.
    Las diversas ciudades y comarcas de España, con sus mezquitas, puentes, acueductos, quintas y demás edificios suntuosos son encomiados por ellos.
    Por último, la mayor parte de estas poesías están enlazadas con la vida del autor; nacen de la emoción del momento; son en suma, improvisaciones, de acuerdo con la más antigua forma de la poesía semítica.”

    Los hombres que la practicaban son innumerables, pero desde Abderramán I, en el emirato, pasando por Abenabderrabihi (Ibn Abd Rabi Hi), El Ramadí, Abenhazan de Córdoba en el califato; Abuishac de Elvira, Almotasin, Almotamid y Abenamar y Abenjafacha de Alcira en los taifas; Abulbeca en los almohades..., éstos y más que les siguieron sienten la belleza y la expresan con reciedumbre y raíz de España.

    El Filósofo.
    El “filósofo” tiene una fisonomía propia, tras haber representado el trasunto fiel de la cultura islámica oriental, sin nexo alguno con las tradiciones indígenas hispanas. La filosofía entra no a cara descubierta, sino en compañía de las ciencias aplicadas, y desde los primeros tiempos viven austeros ascetas españoles que practicaban la mortificación corporal y la pobreza voluntaria, que leían el Korán en vez de dormir, que ayunaban rigurosamente, que se medicinaban en sus enfermedades, que conservaban perpetua virginidad; que repartían su riqueza a los pobres o la empleaban en redimir cautivos; que se dedicaban a la vida contemplativa en la soledad o defendían las fronteras contra los cristianos.
    Este ascetismo, que en los comienzos era personal, se hace después comunicativo; catequizan, enseñan y predican, tienen discípulos y se empieza a ver la vida cenobítica, en cuyos lugares se mezclaban el estudio de la filosofía con el de la religión.

    Abenmasarra y su escuela (siglo X); Avempace de Zaragoza (siglo XI), el granadino Abentofail (siglo XII), el cordobés Averroes (siglo XII) y sus discípulos representan a los filósofos.
    El misticismo tiene sus figuras principales en los murcianos Abenarrabi (Ibn Arabi) y Abensabin –ambos en el siglo XIII-.


    El Sabio
    El sabio, amante de las ciencias, habla en el siglo XI por boca de Maslama de Madrid -“el Euclides español”- o del toledano Azarquiel, si son las matemáticas las que están en juego; o es Abencholchol, o Abulcasim el Zahragüi, Abenalbeitar y Abuzacaría Benalaguam si se trata de Medicina y Botánica.
    Y si es la Historia; desde el narrador de leyendas como Abenhábib y Arrazi, hasta el que refleja la tradición nacional, como el autor del ‘Ajbar Machmúa’, la influencia oriental se ve matizada por el aire español que las ventea.

    Y si son los pensadores hispano-judíos, Maimónides trata en su ‘Guía de descarriados’ –suma teológico-filosófica del judaísmo-, donde trata de conciliar la razón y la fe, menester altísimo que ya habían intentado Abenhazám y Averroes, y lo será después por Santo Tomás de Aquino.

    También en la música España les dará un puesto glorioso. Aunque los preceptos del Korán prohíben el vino y la música, los árabes transportaron a España el aire vocal e instrumental de Damasco. Traen varios instrumentos, el laúd entre ellos, al que Ziryab, el más famoso de los músicos de la corte de Abderramán II, añade la quinta cuerda. Pero la palma de la música teórica se la lleva Al-Farabi, con su ‘Kitab-al-musiqi al-Kabir’, la más grande obra de música escrita hasta aquellos días.

    Y, finalmente, en el arte, los tres principales monumentos de esta época, la Mezquita o ‘Aljama’ de Córdoba, la Giralda de Sevilla y la Alhambra de Granada nos enseñan la trayectoria del proceso de la vida política. Córdoba es la fuerte unidad califal que representa el periodo de formación; la Giralda personifica el de transición y la Alhambra la decadencia.
    En la primera, los materiales romanos y visigodos entraron a formar parte de su edificación, como una continuidad de lo anteriormente vivido, ‘planta única y española que no pudo brotar más que aquí’. Simboliza la fuerte unidad del califato, los monumentos en que aparecen unidos y disciplinados por las recias manos de los Abderramanes y Almanzores.
    Las construcciones de Sevilla y Granada corresponden a los estados de relativa contención y de franca descomposición que anuncia ya la decadencia, motivada por el refinamiento, el intelectualismo y voluptuosidad.
    El arte sirvió para dar una nota tolerante a este periodo: obreros cristianos trabajaron al amparo de las mezquitas árabes, y los reinos cristianos admitieron a los alarifes moriscos, como prueba de la condición respetuosa del carácter español.

    Última edición por ALACRAN; 18/11/2010 a las 13:45
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA:

    120
    ALABANZA DE AL-ANDALUS (por Al-Saqundi -siglo XIII-)
    “Loado sea Dios, que dispuso que quien hable con orgullo de la península de al-Andalus pueda hacerlo a plena boca, infatuándose cuanto quiera, sin encontrar quien le contradiga, ni le estorbe en su propósito. Porque al día no se le llama oscuro, ni a la cara bonita se le puede llamar fea.
    Cuando paró de hablar Al-Saqundi, se escuchó la voz del gobernador de Ceuta, el emir Abu Yahya ibn Zakariya ben Al-Mumin que dijo:

    Ancho campo encontraste para hablar, si tienes lengua que hable, habla.

    Y la voz orgullosa del poeta dijo al hablar de España:
    -Yo alabo a Dios porque me hizo nacer en al-Andalus y me concedió la gracia de ser uno de sus hijos. Mi brazo puede alzarse con orgullo y la nobleza de mi condición me impulsa a hacer acciones meritorias. Y ruego por nuestro señor Mahoma, su excelso profeta, y por sus inmaculados familiares y compañeros y les envío mi saludo.

    Tras esta impresionante introducción, empezó con el ataque directo a los que ponían sus ciudades por encima de las de las de España, con un ataque frontal al escritor y poeta tangerino Al-Tany, diciendo:
    -Y después de esto digo: Alguien que discutía la superioridad de al-Andalus, me ha movido cuando estaba quieto y me ha llenado estando vacío, obligándome a salir con repugnancia de mis casillas para contradecir y refutar su opinión.
    Y mirando directamente al tangerino añadió:
    - Pretendía éste tal romper la opinión unánime de las gentes y venirnos con algo que no aceptan ojos ni oídos, pues todo el que ve y oye no puede pasar por semejante cosa ni dejarse arrastrar por quien vagabundea en esos andurriales.
    - Querer como él quiere, ensalzar a Berbería sobre al-Andalus es querer ensalzar la
    izquierda sobre la derecha y decir que la noche es más clara que el día. ¿Cosa
    asombrosa! ¿Cómo puede comparar las puntas de las lanzas con los regatones y taladrar la roca con el vidrio? Tú que soplas donde no hay brasas e intentas cazar halcones con gavilanes, dime: ¿Cómo podrás multiplicar lo que Dios ha hecho escaso y ennoblecer lo que Dios dispuso que fuese ruin? ¿Qué intolerable mentira es esta? ¿Cómo puede comparecer un vejestorio delante de una muchacha? Vuelve los ojos al rostro que reverencias y presta oídos a la voz que respetas:

    ¡Gran diferencia hay entre la generosidad de los dos Yazides: Yazid Sulaym y al-Agarr ibn Hatim!

    - No pierdas la vergüenza, ¡oh, tú que intentas gorjear con sollozos, peinarte sin pelo y enamorar a las mujeres honestas con canas teñidas! ¿Dónde ha ido a parar tu juicio? ¿Qué se ha hecho de tu talento y de tu lucidez? ¿Se ha apoderado el prejuicio patriótico de tu corazón, hasta el punto de cegar las luces de tus ojos y de tu entendimiento?
    Dices tú: “Nuestros son los reyes”. Pero también hubo reyes nuestros; que en nosotros se cumple el dicho del poeta:

    La fortuna está un día en contra nuestra y otro día en nuestro favor; un día estamos afligidos y al otro día estamos alegres.

    Si con el califato de los Banu Abd al-Mu’min (¡que Dios prolongue!), tenéis ahora en vuestras manos el trono de todos los países del Magrib, antes lo tuvimos nosotros con el califato de los Qurasies, de quienes dijo uno de ellos, perteneciente a la rama oriental de la familia:

    Yo pertenezco a un linaje de gentes nobles y poderosas. Las cimas de los púlpitos se moldean para que las huellen.
    Califas en el Islam, caudillos contra los infieles. En ellos está y a ellos ha de atribuirse la gloria de todas las hazañas;

    y de quienes dijo otro de ellos, perteneciente a la rama occidental:

    ¿Acaso no somos nosotros los Banu-Marwan, aunque cambie nuestro estado y a pesar de las vicisitudes de la suerte?
    Cuando uno de nosotros nace, la tierra se estremece de júbilo y vibran en su honor los púlpitos.

    En su tiempo florecieron tantos hombres ilustres y poetas, cuantos se han hecho célebres en todos los horizontes, cuya fama es más perdurable sobre las páginas de los días, que los collares en los cuellos de las palomas,

    y avanza con el paso del sol por todos los países y transita con el soplo del viento por la tierra y el mar.

    Sus reyes no cesaron de sucederse, conforme se dijo:

    El califato no cesó de sucederse entre vosotros, como las margaritas se enfilan en el collar.

    hasta que Dios decretó que se rompiera el hilo de sus perlas y se extinguiera su imperio. Entonces desaparecieron, ellos y sus historias, y se borraron, ellos y sus huellas:

    Ornamento de esta tierra fueron en vida; después de la muerte son ornamento de los libros y de la Historia.

    ¡Cuántos beneficios dispensaron y cuántas faltas perdonaron!

    Puesto que el hombre no es más que la historia que tras él queda, sé tú una bella historia para quien ha de compilarlas.

    Uno de los florones de su imperio fue al-Mansur ibn Abi Amir. ¡Qué prodigio el de este hombre, que en sus incursiones por tierras de cristianos llegó hasta el Mar Verde, que no dejó en ellas ningún cautivo musulmán y que, mientras vivió, reunió siempre el ejército de Heraclio y el valor de Alejandro! Cuando murió se escribió sobre su sepulcro:

    Las huellas que dejó hacen inútil que se le describa; por ellas creerás estarle viendo con tus propios ojos.
    ¡Por Dios! Jamás producirán los tiempos otro como él, y nadie que no sea él defenderá las fronteras.

    ................

    Cuando, después de fragmentado este imperio, se alzaron los reyes de taifas y se dividieron el territorio, los más ilustres súbditos estuvieron unánimes en reputar favorable tal división, pues ellos animaron el mercado de las ciencias y rivalizaron en recompensar a poetas y prosistas.
    No había para ellos vanagloria mayor que el que se dijese: “El sabio Fulano vive en la corte del rey Zutano”, o “el poeta Tal está al servicio del rey Cual”. No hubo entre ellos ninguno que no gastara su riqueza en prodigalidades y de quien las alabanzas no despertaran memorias que ya no volverán a dormir a lo largo del tiempo.
    Ya habrás oído hablar de los reyes eslavos amiries, Muyahid, Mundir y Jayran y habrás oído hablar también de los reyes árabes Banu Abbad, Banu Sumadih, Banu al-Aftas, Banu di-l-Nun y Banu Hud. En honor de cada uno de ellos se han eternizado tantas alabanzas que si se alabase a la noche sería más clara que la aurora.
    Los poetas no cesaron de balancearse entre ellos como se balancean los céfiros en los jardines y de entrar a saco en sus tesoros con la vehemencia del ataque de al-Barrad, hasta el punto de que uno de sus poetas, al ver que los reyes rivalizaban en atraerse sus alabanzas, llegó a jurar que no alabaría a ninguno de ellos en una qasida por menos de cien dinares; el propio al-Mutadib ibn Abbad quiso obligarle a que le alabase en una qasida, y él, a pesar de la célebre impetuosidad del rey y de su severidad extremada, se negó a ello, hasta que le diese lo que había estipulado en su juramento.

    .................

    Y aunque todos los reyes de al-Andalus, conocidos por el nombre de reyes de taifas, rivalizaron en afanes culturales, quiero hacer mención especial de los Banu Abbad, pues, como dijo Dios (¡ensalzado sea!), “en ellos hay frutos, palmeras y granados”.

    Todos los días eran para ellos como fiestas y tuvieron una inclinación a las letras que no alcanzaron los Banu Hamdan de Alepo. Ellos, sus hijos y sus ministros fueron los primeros, tanto en el dominio de la prosa como en el del verso, y reunieron en sí todas las ramas del saber. Notorias son sus huellas y célebres sus noticias.
    Eternizaron tantas y tan perfectas bellas acciones cuantas andan en lenguas de las nobles gentes y del vulgo.
    Y, por Dios, dime tú ahora de quién os gloriáis, antes de esta predicación del Mahdi. ¿Es de Saqut el Hayib, o de Salih al-Bargawati, o de Yusuf ibn Tasfin?

    ..................

    Y si te atreves a rivalizar con nosotros en cuanto a sabios, dime: ¿Es que tenéis en la ciencia del Derecho alguien que pueda compararse a Abd al-Malik ibn Habib, conforme a cuyas opiniones se procede hasta el día de hoy, o a Abu-l-Walid al-Bayi, o a Abu Bakr ibn al-Arabi, o a Abu-l-Walid ibn Rusd el viejo, o a Abu-l-Walid ibn Rusd el joven, estrellas del Islam y antorchas de la ley de Mahoma, a quien Dios bendiga y salve?

    ¿Tenéis en las ciencias alcoránicas alguien que pueda compararse a Abu Muhammad ibn Hazm, que llevó una vida de austeridad en medio del gobierno y de la riqueza, a todo lo cual renunció para dedicarse a la ciencia que, en su opinión, estaba por encima de todas las categorías?
    Él fue quien dijo, cuando mandaron quemar sus libros:

    Dejaos de quemar pergaminos y vitelas y hablad de cosas de ciencia, para que vea la gente quién es el que sabe.
    Aunque queméis el papel, no quemaréis lo que el papel encierra; antes bien, quedará guardado en mi pecho.

    ¿O a Abu Umar ibn Abd al-Barr, autor del Istidkar y del Tamhid? ¿O a Abu Bakr ibn al-Yadd, el mejor hafiz de al-Andalus en esta época?

    ¿Tenéis un lexicógrafo como Ibn Sida, autor del Kitab al-muhkam y del Kitab al-sama, sabio a quien, si Dios le cegó la vista, no le cegó ciertamente la inteligencia?

    ¿Tenéis en gramática alguien que pueda compararse a Abu Muhammad ibn al-Sid, y libros como los suyos? ¿O a Ibn al-Tarawa, o a Abu Ali al-Salawbini, que vive ahora entre nosotros y cuya fama ha recorrido el Oriente y el Occidente?

    ¿Tenéis en Música y Filosofía alguien comparable a Ibn Bayya?

    ¿Tenéis en Astronomía, Filosofía y Geometría un rey como al-Muqtadir ibn Hud, señor de Zaragoza, que fue un prodigio de estas materias?

    ¿Tenéis en Medicina alguien comparable a Ibn Tufayl, autor de la Risalat Hayy ibn Yaqzan, tan sobresaliente en la ciencia filosófica, o a los Banu Zuhr –Abu-l-Ala, su hijo Abd al-Malik y el hijo de éste, Abu Bakr- tres perlas puestas en fila?

    ¿Tenéis en la ciencia histórica un Ibn Hayyan, autor del Matin y del Muqtabis?

    ¿Tenéis grandes eruditos como Abu Umar ibn Abd Rabbihi, autor del Iqd?

    ¿Tenéis quien se haya cuidado de eternizar la memoria de los hombres ilustres de su país y preocupado de reunir sus bellas obras, como Ibn Bassam, el autor de la Dajira? Claro es que, aun dando por bueno que lo hubieseis tenido, ¿de qué sirve la bolsa en la casa vacía?

    ¿Tenéis en la prosa retórica alguien comparable a al-Fath ibn Ubayd Allah, el que cuando alabó a alguno lo ensalzó y cuando le censuró lo desacreditó, para evidenciar lo cual son el mejor testigo las páginas de su Kitab al-Qala’id; o a Ibn Abi-l-Jisal en su epistolario, o a Abu-l-Hassam Sahl ibn Malik, aun vivo entre nosotros, en sus sermones?

    ¿Tenéis en poesía un rey como al-Mutamid ibn Abbad, cuando dice:

    Junto a un recodo del río pasé la noche en la deliciosa compañía de una doncella, cuyos brazaletes semejaban las curvas de la corriente.
    Al quitarse el manto descubría su talle, floreciente rama de sauce. ¡Qué bello abrirse del capullo para mostrar la flor!

    .....................

    ¿O como su hijo al-Radi, cuando dice:

    Al caer la tarde, sin previa cita, pasaron junto a mí, encendiendo el fuego de mi corazón, y ¡de qué modo!
    No es de extrañar que se acreciese mi deseo con su paso; la vista del agua exacerba el ansia del sediento.

    ¿Tenéis un rey que haya compuesto sobre las diferentes ramas de la literatura una obra en cerca de cien volúmenes, como la que compuso al-Muzaffar ibn al-Aftas, rey de Badajoz, a quien no apartaron las guerras ni los cuidados del reino de la afición literaria?

    ¿Tenéis entre los visires alguno comparable a Ibn Ammar en su qasida tan divulgada, más extendida que un refrán y más placentera de oír que el encuentro del amante que llega?:

    ¿Has hecho fructificar tu lanza con las cabezas de los reyes enemigos, porque viste que la rama place cuando está en fruto,
    y has teñido tu cota con la sangre de sus héroes, porque viste que la bella se engalana de rojo?...

    ¿O como Ibn Zaydun en su qasida, que a pesar de su longitud es lo más sutil que se ha dicho en el género nasib? Es aquella en que dice:

    Diríase que no hemos pasado juntos la noche, sin más tercero que nuestra propia unión, mientras nuestra buena estrella hacía bajar los ojos de nuestros censores:
    Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas, hasta que la lengua de la aurora estaba a punto de denunciarnos.

    ¿Tenéis entre los poetas alguno comparable con Ibn Wahbun, cuando improvisó ante al-Mutamid ibn Abbad, logrando certeramente su intención? Alababa al-Mutamid el verso de al-Mutanabi:

    Cuando los camellos obtuvieron una mirada tuya, los extenuados y los débiles se sintieron reconfortados,

    y él improvisó:

    Si es elocuente el verso de Ibn al-Husayn, es solamente porque las dádivas producen cosas excelentes y porque los regalos abren las campanillas de las gargantas.
    De orgullo por su poesía se creyó profeta; pero si hubiera sabido que tú habías de recitar sus versos se hubiera creído un dios.

    ¿Tenéis alguien comparable al poeta de al-Andalus Ibn Darray, de quien dijo al-Ta alibi que era en las comarcas de al-Andalus lo que al-Mutanabbi en las de Siria?

    ¿Es por acaso uno de vuestros poetas el que intentó describir la castidad e inventó aquello con lo que el propio encanto fascina y con lo que huele la flor? Es Abu Umar ibn Fray en su dicho:

    Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de ella y no obedecí la tentación que me ofrecía Satán.
    Apareció sin velo en la noche y las tinieblas nocturnas (iluminadas por su rostro) también levantaron aquella vez sus velos.
    No había mirada suya en la que no hubiera incentivos que evolucionaban los corazones.
    Mas di fuerza al precepto divino que condena la lujuria sobre las arrancadas caprichosas del corcel de mi pasión, para que mi pasión, para que mi instinto no se rebelase contra la castidad.
    Y así pasé con ella la noche, como el pequeño camello sediento, a quien el bozal impide mamar.
    Tal un vergel, donde para uno como yo no hay otro provecho que el ver y el oler.
    Que no soy yo como las bestias abandonadas, que toman los jardines como pasto.

    ¿Acaso llegó algún metaforista entre vuestros poetas a decir algo parecido a lo que dijo Abu Ya far al-Lama:

    En medio del ala negra de la noche avanzó una nube, balanceándose graciosamente, como se balancea el que tiene una herida en un pie.
    El céfiro dispersó las perlas de su collar, y ella, para buscarlas, encendió las lámparas (del relámpago)?

    ¿O a lo que dijo Abu Hafs ibn Burd:

    La noche, al esconderse fugitiva, cuando brilla la aurora, parece
    un negro velo quemado por alguien que quiere encender una lámpara?

    ¿Es por acaso uno de vosotros el que describió el tinte rojo que produce el vino en la mejilla con palabras como éstas, de al-Sarif al-Taliq:

    Salía el sol (del vino) y era su boca el poniente, y el oriente, la mano del copero que, al escanciar, pronunciaba fórmulas corteses.
    Y al ponerse en el delicioso ocaso de sus labios dejaba el crepúsculo en su mejilla?

    ¡Con versos como éste queda en libertad la lengua (para decir alabanzas) y se enorgullece cualquiera!

    ¿Es acaso de los vuestros el que se dirigió al dicho de Imnu-l-Qays:

    Me elevé hacia ella, cuando se hubo dormido su gente, con la elevación de las burbujas de agua, una tras otra,

    y lo arrebató como arrebata el céfiro el aliento de las flores, y lo robó con la delicadeza con que la boca del sol roba la saliva del rocío de las auroras, y lo sutilizó de tal manera que se adentra en las almas, produciendo tal alegría que dispensa de beber vino?

    ....................

    ¿Es uno de los vuestros aquel que estaba atado por los beneficios, pero cuya lengua desató la ingratitud? Es Ibn al-Labbana, el que dijo:

    ¡Por vida mía y por mi gente! Son unos protectores a quienes jamás pedí ayuda contra la fortuna sin que volviese ayudado.
    Después de guarnecer de pluma mis alas, las mojaron de generoso rocío; por eso no puedo volar de su tierra.

    ¿O el otro que, habiéndole retirado aquel a quien alababa el beneficio a que le tenía acostumbrado y habiendo correspondido él a eso interrumpiendo sus loas, como llegase a su noticia que el alabado le censuraba por esta causa, dijo lo que vas a oír? Es Ibn Waddah, y sus versos los siguientes:

    ¿Era yo otra cosa que un pájaro dedicado a alabaros, que se alzaba y moraba en el boscaje de vuestra gloria?
    Pero si me habéis arrancado el plumaje que me disteis y habéis retirado de mí vuestra sombra, ¿cómo voy ya a cantar?

    ¿Es acaso uno de los vuestros el poeta que, viendo que la gente se quejaba a gritos del fastidio de oír comparar la boca con la margarita, las flores con las estrellas y las mejillas con las anémonas, se presentó amablemente a transformar esas metáforas de un modo que hace nueva su forma en los oídos y hace penetrante su enmohecido filo en las inteligencias, llegando al más bello extremo de las cosas peregrinas y haciendo con su espléndida imaginación que fuese incapaz de entenderlo el beduino más hábil en lanzar flechas? Es Ibn al-Zaqqaq, cuando dice:

    Un airoso mancebo giraba en nuestro torno llenando las copas y reavivándolas a la hora en que el sol ya se había levantado y había ya brillado la aurora.
    El jardín nos había ofrendados sus anémonas y daba su perfume el mirto, oscuro como el ámbar.
    ‘¿Dónde está la margarita?’, dijimos, y alguien nos contestó: ‘La he dejado en la boca de quien nos sirve los vasos.’
    Y el copero insistía en negarlo, pero cuando sonrió se descubrió el secreto.

    .......................

    ¿Es acaso de los vuestros el que sobresalió en las descripciones de jardines, arroyos y cuanto se relaciona con esto, y llegó a la bandera de la meta, afrentando a todo el que tras él intentó alcanzarla? Es Ibn Jafaya, el que dice:

    La embriaguez nos acostó una tarde de placer: en ella fue blando y dulce mi lecho.
    El araka se desvistió de su sombra para vestírmela; la rama se bajaba a escuchar lo que decía la paloma;
    el sol se inclinaba pálido hacia el ocaso; el trueno musitaba sus ensalmos y la nube escupía (como una hechicera)...

    .........................

    ¿Acaso es uno de los vuestros el que, al salir de mañana a un jardín, con su amado y con una copa, y encontrar los encantos del jardín cubiertos por la niebla, temió, al ver eso, que se retrasase en llegar un convidado suyo, y le dijo, invitándole, lo que sigue? Es Abu-Hassan ibn Rassam, en sus versos:

    ¡Ea, apresúrate! No hay otra cosa que la convenida: la copa y la luna llena (el amado).
    No seas perezoso porque veas que la niebla cubre al jardín y al vino.
    Lo que sucede es que el jardín está velado hasta que tú vengas a él, y entonces dejará caer su velo.

    ...............................

    ¿Acaso es uno de vosotros el que dijo sobre temas ascéticos palabras semejantes a las de Abu-Wahb al-Abbasi al-Qurtubi? Helas aquí:

    En este estado en que me ves, si atentamente lo consideras, soy el más feliz de los hombres.
    Mi morada es el sitio que quiero en toda la superficie de la tierra. bebo la más clara de las aguas.
    No poseo vestidos que tema despierten envidia ni me verás ningún dinero.
    Como almohada pongo mi brazo derecho y, cuando me vuelvo, el izquierdo.
    No tengo padre ni hijo y, desde que tengo uso de razón, no formé familia.
    Algunas cosas me eran placenteras en tiempos, mas reflexioné y vi que eran fantasmas.

    ..............................

    ¿Acaso surgió entre vosotros una mujer como Wallada al-Marwaniyya? Ella fue la que dijo en chanza al visir Ibn Zaydun, que tenía un esclavo llamado Alí:

    ¿Qué le pasa a Ibn Zaydun que, a pesar de su generosidad, habla mal de mí sin motivo, puesto que soy inocente,
    y me mira de reojo, si me acerco a él, como si no fuese más que a castrar a Alí?

    ¿O como Zaynab, hija de Ziyad, el literato, al-Wadi Asiyya, la que dice:

    Cuando los calumniadores rehusaban todo lo que no fuera separarnos, sin que tú ni yo pudiéramos tomar venganza de ellos;
    cuando lanzaron sobre nuestra buena fama el tropel de sus dicterios, y disminuyeron con ello nuestros protectores y auxiliares,
    los combatí desde los reductos de tus ojos, de mis lágrimas y de mi alma, respectivamente, con espadas, con torrente y con fuego?

    ........................

    La discusión entre ambos duró varias horas, y dio lugar a una de las descripciones más hermosas de España. En dicha discusión, el poeta cordobés fue enumerando una por una las ciudades más importantes mientras la asamblea permanecía callada; maravillada de tantos conocimientos.
    Cuando Al-Saqundi hizo la descripción de Málaga y habló de su vino, el gobernador
    reprimió el aplauso de los presentes. Vinieron luego las descripciones de Córdoba y
    Granada, diciendo de esta última que una de sus bellezas era por ser la ciudad que había dado más poetisas. Después, cuando hablaba de Sevilla, el soberano estalló en una carcajada coreada por todos al contar el poeta la historia de aquel borrachín que estaba muriéndose, y cuando fueron a decirle que pidiera perdón a Dios por sus pecados, porque no podría ir al paraíso, él, elevando los ojos al cielo dijo: ¿Oh, Señor! De todo lo que hay en el paraíso no te pido más que vino de Málaga y pasas de Sevilla.
    Luego el poeta cordobés hizo la descripción de Valencia y su Ruzafa, de Almería y de otras ciudades españolas, y al terminar de recitar añadió una frase de tipo profético que decía: «No hay que desear jamás ayuda, más que de aquel que tiene la espada por amigo intimo».”
    AL SAQUNDI ( -1231); “Risala” (“Elogio de Al-Andalus”)
    Pious dio el Víctor.

  3. #3
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HOMBRES

    NECESIDAD DE LA REVELACIÓN:

    121
    “Consta ya que fue Dios quien dio origen al mundo, el cual no existió hasta que fue por Él creado. Ahora bien: sabemos con certeza que jamás podrían ser adquiridas las ciencias y las artes por el hombre, guiado sólo por sus fuerzas naturales sin el auxilio de la enseñanza. Así, la medicina, el conocimiento de los temperamentos fisiológicos y de las enfermedades y sus causas, con toda su múltiple variedad, y la invención del adecuado tratamiento y curación de cada una de ellas mediante las drogas o medicamentos, cuya experimentación total no hay medio de llevarla a su meta; porque ¿cómo cabe que un mismo hombre ensaye cada medicamento en cada enfermedad, si esto no se concibe, ni puede hacerse sino a través de decenas de miles de años y examinando personalmente a todos los enfermos del mundo? Ahora bien, tal estudio habría de verse interrumpido antes de acabarlo, no sólo por la muerte, sino por las ocupaciones imprescindibles para la subsistencia, por las vicisitudes de la fortuna, por otros obstáculos.
    Así también la Astronomía, el conocimiento de las revoluciones de los astros, de sus movimientos de traslación y de su retorno a sus esferas, es tarea que no puede llevarse a cabo sino a través de decenas de miles de años y que, por tanto, habrá de ser interrumpida por los mencionados obstáculos antes de terminarla.
    Igualmente la lengua, sin la cual no puede concebirse la educación, ni la subsistencia de la vida individual, ni las relaciones sociales, es imposible que haya sido inventada por común acuerdo de los hombres, si no es mediante otra lengua; luego es evidente que ha sido necesario un primer principio de una lengua cualquiera.
    Y dígase lo propio de las artes o instrumentos de la siembra, recolección, trilla y molienda de los granos, amasado y cocido del pan, ordeño de la leche, pastoreo y cría de los rebaños, plantación de los árboles, extracción de las esencias vegetales, majado del lino, cáñamo y algodón, su hilado y tejido, corte y cosido de las telas, los instrumentos para todo ello, las herramientas para la agricultura, los molinos, las naves, su dirección para navegar a través de los mares, los aparatos hidráulicos, la apertura de los pozos, la cría de las abejas y del gusano de seda, la extracción de los metales, su aprovechamiento, con el de las maderas y la alfarería para las obras de construcción.
    Todo ello es imposible haya sido inventado sin enseñanza. Luego forzosamente debemos afirmar que debió existir por necesidad un hombre o más, a quienes Dios enseñase en principio todo esto, sin intervención de maestro humano, sino mediante inspiración directa, de la cual estuviesen bien seguros los que la recibiesen. Ahora bien: ésta es la definición de la revelación profética; luego es necesaria la existencia de uno o varios profetas.
    ABENHÁZAM (994-1064), ‘El Fisal’, I 71-73


    EL HOMBRE Y DIOS:

    122
    “Un prisionero amordazado por sus culpas está en pie a tu puerta, atemorizado por todo lo que Tú sabes.
    Tiembla por los pecados, cuya maldad no se te oculta, y al esperar que Tú los juzgues, aguarda y teme.
    ¿En quién igual a Ti podrá esperar? ¿A quién temer? ¿Qué habrá capaz de oponerse al cumplimiento de tus decretos? No me avergüences, Señor, por la lista de mis acciones, cuando sea conocida el día de la cuenta.
    Consuélame en las tinieblas del sepulcro, cuando mis parientes me dejen solo y cuando se alejen mis amigos.
    ¡Que tu generoso perdón, por mí esperado, cubra benévolo mis culpas porque, si no, pereceré!”
    ABENALFARADÍ (962-1013)


    CONCEPTO DEL HOMBRE:

    123
    “Los hombres son como vasos, cuyo fondo es acíbar y cuya boca está cubierta con un poco de miel.
    El que gusta el vaso se deja engañar, hasta que aparece y se descubre lo que en el fondo contiene.”
    ABENCHOBÁIR (1145-1217)


    VALOR MORAL DEL HOMBRE:

    124
    “Muchas veces un hombre generoso, que no hace más que dar, es más rico que un avaro que no hace más que recibir.
    Procurad confiaros más en vuestras propias fuerzas, por pequeñas que sean, que en las de vuestros amigos, por grandes que parezcan; porque el hombre vivo, sostenido por sus propias piernas, que no son más que dos, es más fuerte que el muerto llevado por las piernas de quienes lo conducen al cementerio, aunque sean ocho.”
    ABENXARAF (+1116)


    CONCEPTO PESIMISTA DEL HOMBRE:

    125
    “Cuando se hace un beneficio a un hombre vil, no se reconoce sino ingratitud: el hombre noble contesta con acción de gracias.
    Asimismo, cuando la lluvia cae sobre una víbora, expele su veneno, mientras que rociando las conchas produce las perlas.
    Mis enemigos son para mí generosos bienhechores: ¡quiera el Dios clemente no privarme de ellos! Su celo por buscar mis defectos hace que yo evite éstos; su envidia me ha hecho subir hasta las alturas.
    No esperes, ¡oh varón sensato!, nada bueno de nadie, pues el mal es innato y el bien no es más que un accidente; no te imagines que se hace el bien por ti mismo, pues siempre hay en ello una segunda intención mala.”
    ABUHAYAN (1256-1344)


    ASCETISMO:

    126
    “¡Oh, tú, que el más oculto sentimiento
    sabes del corazón!
    ¡Oh, tú, que en los trabajos das alientos
    y alivio en la aflicción;
    a quien se vuelve lleno de esperanza
    el corazón contrito;
    por quien el pecador tan sólo alcanza
    expiar su delito!
    Tú, que viertes de gracias un tesoro,
    “así sea” al decir;
    escúchame, Dios mío, yo te imploro;
    mi voz dígnate oír.
    Que mi propia humildad por mi interceda,
    oh, mi dulce sostén,
    eres el solo apoyo que me queda,
    eres mi único bien.
    En mi abandono en tu bondad confío;
    a tu puerta he llamado;
    si no me abres, el dolor impío
    me hará caer postrado.
    Tú, cuyo nombre invoco reverente,
    si no das lo que anhela
    tu pobre siervo en oración ferviente,
    Señor, su afán consuela.
    Haz que no desespere en tanta cuita
    el débil pecador,
    pues tu misericordia es infinita
    e inexhausto tu amor.
    ABDERRAHMEN EL SOHALÍ (1114-1185), ‘Para implorar a Dios una gracia cualquiera’

    127
    “Me preguntan si querría poseer una hermosa casa. No, he respondido; una choza es ya bastante para un miserable mortal. Si no hubiese invierno, ni calor abrasador, ni ladrones que me puedan arrebatar mi pan, ni mujeres que es preciso ocultar a las miradas indiscretas, yo me construiría una casa semejante a la de la araña”
    ABUISHAC DE ELVIRA

    128
    “Vedle al que ayer era todavía tan rico. En su loco orgullo se imaginaba que la fortuna jamás le abandonaría; lleno de audacia y de presunción, se envolvía majestuosamente en su manto de púrpura. Los golpes de la suerte acaban de arrebatárselo: ¡vedlo ahora como se pasea cubierto de viejos harapos! No cuentes, pues, con la riqueza, ella deja muy rápida el puesto a la pobreza, porque la fortuna es variable. Lo necesario basta y jamás debe uno tratar de enriquecerse.
    ABUISHAC DE ELVIRA


    PSICOLOGÍA ÉTICA:

    129
    “El que hace mal a sus parientes y amigos es más vil que ellos; el que les devuelve el mal que le han hecho es semejante a ellos; el que no lo devuelve es el señor de ellos, mejor y más noble”.

    130
    “Para el hombre pundonoroso vale más el honor que las riquezas. El hombre pundonoroso ha de defender su cuerpo a costa de sus riquezas; su vida a costa de su cuerpo; su honor a costa de su vida; su religión a costa de su honor, pero a costa de su religión no debe defender cosa alguna”.
    ABENHÁZAM (994-1064), ‘Libro de los caracteres y la conducta’


    LA ADVERSIDAD:

    131
    “Yo era émulo de la lluvia bienhechora, señor de la generosidad, protector de los hombres, cuando mi mano derecha prodigaba los dones el día de la distribución de presentes, o arrebataba la vida al enemigo el día de la batalla, y cuando mi mano izquierda sostenía la brida que refrenaba al corcel espantado por el ruido de las lanzas. Pero ahora estoy bajo el poder de la cautividad y de la miseria; parezco un objeto sagrado víctima de la profanación, un pájaro con las alas rotas. No puedo ya responder al llamamiento del oprimido o del pobre. La alegría de mi rostro, a que estaban acostumbrados, se ha vuelto sombría tristeza; los cuidados no me dejan pensar en la alegría; hoy se apartan de mí las miradas, mientras que antes todos me buscaban.”
    ALMOTAMID (1040-1095)


    IDEA DE LA MUERTE:

    132
    “La muerte en todo momento extiende su sudario, mientras nos olvidamos de que nos visitará.
    No disfrutarás del mundo y sus placeres, ni aunque te adornes con sus más bellos atavíos. ¿Dónde están los amigos y vecinos? ¿Qué hacen? ¿Dónde están todos aquellos que nos ofrecieron tranquilidad?
    Dioles a beber el tiempo un vaso con aguas inmundas y han venido a ser rehenes de la tierra húmeda.
    ABEN ABI ZAMANIN (935-1007)

    133
    “Aunque estamos cerca de la parada terrestre, nos hallamos ahora alejados de ella. Habiendo llegado al lugar de la cita, al sepulcro, guardamos silencio para siempre. Aunque éramos antes poderosos, ya no somos más que osamentas; en otro tiempo dábamos festines, hoy somos el festín de los gusanos.
    Éramos el sol de la gloria; pero ahora este sol ha desaparecido y todo el horizonte se conduele de nosotros.
    ¡Cuántas veces la lanza ha derribado al que lleva la espada! ¡Cuántas veces la desgracia ha abatido al hombre feliz!
    ¡Cuántas veces se ha enterrado en un miserable harapo al hombre cuyas vestiduras llenaban numerosos cofres!
    Di a mis amigos: ¡Abenaljatib ha partido! ¡Ya no existe! Y ¿quién es el que no ha de morir?
    Di a los que se regocijan de ello: ¡Alegraos, si sois inmortales!
    ABENALJATIB (-¿-1374)

    134
    “La sombra del amante viene por la noche a visitar a quien antes le había amado. Si el amante no esperase esta visita, no dormiría. ¿Os admira que la sombra venga a la hora en que todo está envuelto en tinieblas? ¿No sabéis que ella está iluminada con una luz sobrenatural que disipa las negruras de la noche?
    Tú lloras al muerto; ¡déjalo! ¡Él está tranquilo! Llora al que vive; ¡él es más digno de tus lágrimas! El muerto descansa en la tumba; su suerte ya no hay que lamentarla. Pero al que vive, al que todos los días muere a manos de la injusticia, nadie lo consolará.
    ABENHAZAN DE CÓRDOBA, ‘El collar de la paloma’ (año 1020).

    135
    “Párate y considera
    esta mansión postrera,
    donde todos vendrán a reposar.
    Mi rostro cubre el polvo que he pisado;
    a muchos de la muerte he libertado
    pero yo no me puedo libertar.
    AVENZOAR (1113-1199)

    136
    “Mientras que me arrastraba
    del mundo la corriente fugitiva,
    ... yo jamás me olvidaba
    que hacia la muerte caminando iba.
    Hoy la muerte no temo,
    cuando me siento próximo a morir,
    sino del Juez supremo
    el fallo inevitable que he de oír.
    ¿Qué destino me espera?
    De mis culpas el número es crecido.
    Cuán justo el Señor fuera
    castigando a quien tanto le han ofendido.
    Pero el alma confía
    en su misericordia y su perdón
    para gozar del día
    venturoso y eterno en su Mansión.
    ABUSALT OMEYA BENABISALT (1067-1134)



    TIPOS

    EL GUERRERO:

    137
    “Si ahora quieres presumir de nobles caballeros y rivalizar con nosotros en punto a capitanes valerosos, te diré que bien notorio es el recuerdo y bien patentes las huellas de aquellos que vivieron antes de nosotros, en la época de Al-Mansur ibn Amir y en la de los reyes de taifas.
    Y entre los héroes contemporáneos, bastante tienes con lo que has oído del emir Abu Abdallah ibn Mardanis, el cual se lanzaba contra las tropas enemigas, hendiéndolas a derecha e izquierda, mientras recitaba:
    ‘Cargo sobre el escuadrón, sin cuidarme de si mi muerte está en él o fuera de él’.”
    AL SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’


    UN SEÑOR HISPANO ENTRE ÁRABES:

    138
    “Cuéntase de él que Abderramen, hijo de Moavia, mandó confiscar los pueblos de su señorío, y que la causa de ello fue este monarca curioseó la estancia de Arrobás cierto día en que iba de expedición, en la cuál éste le acompañaba, y alrededor de la misma vio aquél no pocos regalos o presentes que los feudatarios solían ofrecer a éste en todas las paradas que hacía en los pueblecillos de sus dominios. Esto causóle envidia a Abderramen. Fuéronle, pues, confiscados, y Artobás hubo de irse a vivir con sus sobrinos, hasta que llegó a la miseria.
    Dirigióse entonces a Córdoba; fue a visitar al canciller Abenbojt y le dijo: ‘Haz el favor de pedir al emir, cuya vida guarde Dios, licencia para verle, pues he venido a despedirme de él.’ Entró el canciller a pedir a Abderramen el permiso, y éste dispuso que entrara Artobás a su presencia.
    Al entrar vio que iba andrajosamente vestido, y le dijo: ‘¡Hola, Artobás! ¿Qué te trae por aquí?’. A lo cual contestó: ‘Tú me traes, tú, que te has interpuesto entre mí y mis posesiones, faltando a los tratados que tus abuelos hicieron conmigo, sin culpa de mi parte que a ello te autorizara’. Abderramen añadió: ‘Pero ¿que es eso que quieres despedirte de mí? ¿Acaso piensas irte a Roma?’. Artobás le contestó: ‘¡Cá, hombre, al revés! ¡Si yo he sabido que tú quieres marcharte a Siria!’. Replicóle Abderramen: ‘¿Y quién me ha de dejar volver allí, siendo así que la tuve que abandonar para que no me mataran?’.
    Entonces Artobás le preguntó: ‘¿Tú te has propuesto que tu dominación se consolide en esta tierra para que tu hijo la herede, o quieres privarle de lo que a ti se te ha dado?’. Abderramen contestóle: ‘¡Ah, no, pardiez! Yo no sólo quiero consolidar mi dominación, sino también que mi hijo la herede’. Entonces le dijo Artobás: ‘Pues veas como se arregla este punto’. Después le denunció paladinamente, sin ambages ni rodeos, todas aquellas cosas por las que el pueblo estaba disgustado, y quedó Abderramen tan satisfecho y agradecido que dispuso le fueran devueltas a Artobás veinte de sus aldeas, le obsequió con espléndidos vestidos y regalos y le nombró para el cargo de conde, siendo el primero que ocupó esa dignidad en Al-Andalus.”
    Crónica de ABENALCOITIA.
    Pious dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    IDEA DE UNIVERSALIDAD:

    139
    “Puesto que mi origen es la tierra, toda ella es mi país, todos los hombres son mis parientes.
    ABUSALT OMEYA BENABISALT (1067-1134)


    IDEA DE LA UNIDAD:

    140
    “Uní las divisiones del país con mi espada, como quien une con la aguja los bordados, y congregué las diversas tribus desde mi primera juventud.
    Pregunta si en mis fronteras hay algún lugar abierto al enemigo y correré a cerrarlo desnudando la espada y cubierto con la coraza.
    Acércate a los cráneos que yacen por la tierra como copas de coloquíntida.
    Te dirán que en su acometida no fui de los que huyeron cobardemente; antes bien, acometí espada en mano...
    ALHAQUÉM I (796-822)


    ELOGIO DEL IMPERIO DE ABU NASAR:

    141
    “¡Oh, hijo de reyes y de los descendientes de los reyes y de aquellos con quienes las estrellas procuran competir en esplendor, si a su origen se atiende! Has edificado un alcázar que no tiene igual y que ha reunido en sí la excelsitud de tal suerte que no hay grado de excelsitud que le aventaje. Un palacio donde tiene su asiento el Califato, de cuyas maravillas se refieren cosas extrañas, que guardarán las páginas de la Historia.
    Edificaste para la religión, en la preciosa cumbre, una tienda de gloria que no necesita cuerdas para su sostén. ¡Cuántos beneficios habías concedido anteriormente al Islam! Se hallaban ocultos y la admiración descubrió sus huellas. Beneficios sin reprobación, bienes que no han de devolver misericordia sin esperanza, perdón sin interés.
    Es verdad, ¡cuán grande es el imperio que Abun Nasar alcanzó! Los signos presagios de la victoria se elevan sobre su alcázar. Favorecido por Dios, millares de hombres temen su ímpetu. Si amenaza, el firmamento, no lucirán en él las estrellas. El temor impele a los reyes hacia sus puertas, al paso que los que buscan amparo son impulsados hacia él por el deseo. Por lo muy acostumbrado que se halla a la liberalidad y benevolencia, sólo posee sus riquezas el tiempo que tarda en repartirla en dones. Jamás ceda en su poderío; séanle los reyes inferiores a él y por él le teman los árabes y extrañas gentes”.
    Inscripción en el Salón de la Barca, en la Alhambra de Granada.


    PÉRDIDA DEL TERRITORIO PATRIO:

    142
    “Cuanto sube hasta la cima
    desciende pronto abatido
    al profundo.
    ¡Ay de aquel que en algo estima
    el bien caduco mentido
    de este mundo!
    En todo terreno ser
    sólo permanece y dura
    el mudar.
    Lo que hoy es dicha o placer
    será mañana amargura
    y pesar.
    Es la vida transitoria
    un caminar sin reposo
    al olvido;
    plazo breve a toda gloria
    tiene el tiempo presuroso
    concedido.

    .............................

    Con sus cortes tan lucidas
    del Yemen los claros reyes
    ¿dónde están?
    ¿En dónde los Sasánidas
    que dieron tan sabias leyes
    al Irán?

    ..............................

    Montes de escombro y desiertos
    no ciudades populosas,
    ya se ven.
    ¿Qué es de Valencia y sus huertos?
    ¿Y Murcia y Játiva hermosas?
    ¿Y Jaén?
    ¿Qué es de Córdoba en el día,
    donde las ciencias hallaban
    noble asiento,
    do las artes a porfía
    por su gloria se afanaban?
    ¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
    que el Betis fecundo baña
    tan florida?

    ..............................

    Allí doncellas gentiles,
    que al andar perlas y flores
    esparcían,
    para faenas serviles
    los fieros conquistadores
    ofrecían.
    Hoy en lejana región
    prueban ellas del esclavo
    la amargura,
    que destroza el corazón
    y hiere la mente al cabo
    con locura.
    Tristes lágrimas ahora
    vierta todo fiel creyente
    del Islam.
    ¿Quién su infortunio no llora,
    y roto el pecho no siente
    del afán?”
    ABULBECA DE RONDA (Siglo XIII)


    NOSTALGIA DE LA PATRIA:

    143
    “Esto es Egipto; pero ¿do está la patria mía?
    Lágrimas su recuerdo me arranca sin cesar:
    Locura fue dejarte, ¡oh bella Andalucía!
    tu bien, perdido ahora, acierto a ponderar.
    ¿Dónde está mi Sevilla? Desde el tiempo dichoso
    que yo moraba en ella, lo que es gozar no sé.
    ¡Qué apacible deleite cuando, al son melodioso
    del laúd, por su río cantando navegué!
    Gemían las aplomas en el bosque, a la orilla;
    músicas resonaban en el vecino alcor...
    cuando pienso en la vida alegre de Sevilla,
    lo demás de mi vida me parece dolor.
    ¡Y aquellas gratas horas en el prado florido!
    ¡Y aquellas en los placeres suave libertad!
    recordando mi dulce paraíso perdido,
    cuanto en torno me cerca es yermo y soledad.
    Hasta el eco monótono de la movible rueda
    que el agua de la fuente obligaba a subir,
    cual si cerca estuviese, en mis oídos queda;
    toda impresión de entonces en mí suele vivir.
    No eran por la censura mis goces perturbados;
    la ciudad es tan linda, que se allana el Señor
    a perdonar en ella los mayores pecados;
    allí hasta el fin del mundo puedes ser pecador.
    La soberana pompa del caudaloso Nilo
    se eclipsa ante la gloria del gran Guadalquivir.
    ¡Cuántas ligeras barcas en su espejo tranquilo
    se ven, al son de músicas alegres, discurrir!

    ..............................

    A Málaga tampoco mi corazón olvida;
    no apaga en mí la ausencia la llama del amor.
    ¿Dónde están tus almenas, ¡oh Málaga querida!,
    tus torres, azoteas y excelso mirador?
    Allí la copa llena de vino generoso
    hacia los puros astros mil veces elevé,
    y en la enramada verde, del céfiro amoroso
    sobre mi frente el plácido susurrar escuché.

    ..................................

    Pasaron estas dichas, pasaron como un sueño,
    nada en pos ha venido que las haga olvidar;
    cuanto Egipto me ofrece menosprecio y desdeño;
    de este mal de la ausencia no consigo sanar.”
    ABENSAID EL MAGREBI (1214-1274)
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  5. #5
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HECHOS

    LA INVASIÓN :

    144
    “E fincará toda la tierra vacía de pueblo, bañada de lágrimas, complida de apellido, huéspeda de los extraños, engañada de los vecinos, desamparada de los moradores, viuda e asolada, de los sus fijos, confondida de los bárbaros, desmedrada por llanto e por llaga, fallescida de fortaleza, flaca de fuerzas, menguada de conorte, asolada de los suyos... toda la tierra astragaron los enemigos, e las casas hermaron, los omes mataron, las cibdades robaron e tomaron. Los árboles e las viñas e cuanto fallaron verde, cortaron; pujó tanto esta pestilencia e esta cuita, que non fincó en toda España buena villa nin ciudad de obispo oviesse, que non fuesse quemada e deribada e retenida de los moros."
    ALFONSO EL SABIO, ‘Crónica general de España”’.


    MALLORCA:

    145
    “La isla de Mallorca es una de las tierras de Dios más pobladas y de las más abundantes en mieses, provisiones y ganados. A pesar de su aislamiento de las demás tierras, puede pasarse sin ellas, y hasta les envía el sobrante de sus productos. Su prosperidad, su independencia, la densidad de su población, la extensión de su campiña, la enriquecen. Hay en ella multitud de ventajas.
    Tiene hombres ilustres y guerreros que se consagran a defenderla de los enemigos que la cercan: ‘No hay que desear jamás ayuda más que de aquel que tiene a la espada por amigo íntimo’.
    Esto es -¡Dios adorne tus méritos añadiendo el de la justicia y honre tu generosidad haciéndote confesar las excelencias ajenas!- lo que me ha ocurrido ahora, a propósito de elogiar la península de al-Andalus.
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    VALENCIA:

    146
    “Valencia es llamada por sus muchos jardines, el ramillete del al-Andalus. Su Ruzafa es uno de los más bellos sitios de placer de la tierra. En esta región está la célebre Albufera, llena de luz y de brillo, y se dice que a causa del reflejo del sol en esta Albufera, es tan abundante la luz en Valencia, hasta el punto de caracterizarse por eso. Entre los productos especiales de esta tierra está el brocado valenciano, que es exportado a las regiones del Magrib. No faltan en ella sabios, ni poetas, ni caballeros que resisten valerosamente la vecindad de los enemigos y apuran en ella la copa de los placeres mezclados con las desgracias. Sus habitantes son las gentes de más pura conducta, de religiosidad más firme, de amistad más constante y los más compasivos en el extranjero”.
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    147
    “Valencia, Valencia, vinieron sobre ti muchos quebrantos et estás en ora de te perder. Pues si tu ventura fuer que tú escapes desto, será grant maravilla a quien quier que te viese.
    Et si Dios fizo merced a algún lugar, tovo por bien de lo facer a ti; que fueste siempre nobleza et alegría solaz en que todos los moros folgaban et avien plazer.
    Et si Dios quisiere que de todo en todo ayas de perder desta vez, será por los tus grandes pecados et por los grandes atrevimientos que viste en tu soberbia...
    Las tus muy altas torres et muy fermosas, que de lexos parecían et confortaban los corazones de tu pueblo, poco a poco se van cayendo...
    Las tus acequias claras, de que te mucho aprovechabas, se tornaron turbias; et con la mengua del alimpiamiento llenas van de muy grant cieno.
    Las tus nobles et viciosas huertas, que en derredor de ti son, el rilobo rabioso les cavó las raízes et non pueden dar flor...
    El tu muy gran término, de que te llamabas señora antigua los fuegos lo an quemado, et a ti legan ya los grandes fumos.
    Et a la tu grant enfermedad non le pueden fallar melecina, et los phísicos son ya desesperados de nunca te poder sanar...
    AL GUACAXI ( - 1096) ‘Elegía’ (Intercalada en la ‘Crónica General’ de Alfonso X el Sabio)


    MURCIA:

    148
    “Murcia es la capital del Oriente de al-Andalus. Sus habitantes son tan valerosos e independientes como es sabido y notorio. Su río, es un brazo del río de Sevilla, pues entrambos nacen en Segura, y a su lado hay tantos jardines de ramas ondulantes, tantas norias que cantan notas musicales, tantos pájaros gorjeadores y flores alineadas, como habrás oído. Es una de las tierras más ricas en frutos y perfumes. Sus habitantes son las gentes más alegres y divertidas que existen, a causa de que los alrededores de la ciudad ayudan a ello por la belleza de sus panoramas. Es la ciudad en la cual la novia que escoja su ajuar puede equiparse del todo, sin necesidad de recurrir para cosa alguna a otra parte.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    SEVILLA y sus gentes:

    149
    “Si te atreves ahora a entrar en la descripción del país y en la exposición de sus bellezas y de aquello que Dios le atribuyó particularmente, negándoselo a los demás, oye lo que hará morir de tristeza al envidioso:
    Sevilla cuenta entre sus excelencias lo templado de su clima, la magnificencia de sus edificios, el ornato, tanto de su recinto como de los alrededores, y ese tan alto grado de refinamiento que hace que el vulgo diga: ‘Si en Sevilla se pidiese leche de pájaro, se encontraría’.
    Por su gran río sube la marea hasta setenta y dos millas tierra adentro, para después bajar, acerca de lo cual dijo Ibn Safar:

    El céfiro rasgó la túnica del río al volar sobre él y el río se desbordó por sus márgenes para perseguirlo y tomar venganza.
    Pero las palomas se rieron de él, burlándose al abrigo de la espesura, y el río, avergonzado, tornó a meterse en su cauce y a ocultarse en su velo.

    Los sevillanos son las gentes más ligeras de cascos, más espontáneas para el chiste y más dadas a la burla, aun empleando las más feas injurias; y de tal suerte están habituados a esto y lo tienen por hábito, que entre ellos es considerado odioso y cargante el que no se dedica a tales cosas y no da y acepta esta clase de bromas.
    Acerca del Aljarafe de Sevilla, ya has oído lo que dijo uno de los autores de muwassahas en una compuesta en alabanza de al-Mutamid ibn Abbad:

    Sevilla es una novia
    cuyo esposo es Abbad:
    el Aljarafe es su corona;
    su collar es el río.

    Es decir, que el Aljarafe (al-Saraf) ha reunido toda la excelsitud (al-saraf) que quiso. Sus productos cubren las regiones de la tierra, y el aceite que se prensa en sus olivares es exportado hasta la propia Alejandría. Sus aldeas superan a todas las otras aldeas por el primor de sus construcciones y por el celo con que sus habitantes las cuidan por dentro y por fuera, hasta el punto de que parecen, de encaladas que las tiene, estrellas blancas en un cielo de olivos.
    Sus mujeres, sus vehículos (tanto terrestres como marítimos), sus guisos y sus frutos (lo mismo frescos que secos) son especies que en el reparto del mérito han logrado la parte más copiosa. En cuanto a sus casas, ya tienes noticias de su perfección y del celo con que sus propietarios las cuidan. En la mayoría de ellas no falta agua corriente, ni árboles frondosos, tales como el naranjo, el limero, el limonero, el cidro y otros.
    Sus sabios en toda rama de saber, elevada o humilde, seria o jocosa, son demasiados en número para que puedan contentarse y demasiado célebres para que tengan que ser citados.
    Tocante a los poetas que hay en ella, así como compositores de muwassahas y zayales, son tantos, que si se distribuyesen por Berbería sería ésta estrecha para contenerlos y, sin embargo, todos alcanzan el favor y los regalos de los magnates de la ciudad.
    Mi único propósito al mencionar cuanto he citado respecto a esta noble población ha sido dar con ello una idea representativa de las excelencias de todo al-Andalus, pues aunque ninguna de sus ciudades está falta de nada de eso, sin embargo, he puesto a Sevilla, mejor dicho la ha puesto Dios, como madre de todas sus ciudades y centro de su gloria y de su excelsitud, puesto que es la mayor de sus poblaciones y la más grande de sus capitales.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    ALMERÍA:

    150
    “Almería es ciudad de célebre fama y de importancia grande, cuyos habitantes se distinguen por su carácter ecuánime, su brillante fausto, la suavidad del cutis, la belleza de los rostros y las costumbres, la nobleza en el trato y en la amistad.
    Su playa es la más limpia, más abierta y más linda de ver de las playas.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    MÁLAGA:

    151
    “Málaga reúne las dos perspectivas de mar y tierra, con viñas que se suceden sin interrupción, sin que puedas ver entre ellas un claro de terreno falto de cultivo; con quintas que se parecen a las estrellas del cielo, por su gran número y por el esplendor de su brillo; y con el río, que cruza, visitándolo en las dos estaciones del invierno y la primavera, lo hondo de su vega y la rodea para conocer sus contornos.

    .........................

    También es peculiar de esta ciudad un vino delicioso, tanto lícito como ilícito, hasta el punto de que se ha hecho proverbial el vino de Málaga. A un calavera que estaba a la muerte le decían: ‘Pide perdón a tu Señor’. Y él, levantando las manos, clamaba: ‘¡Oh, Señor! De todo lo que hay en el Paraíso, no te pido más que vino de Málaga y pasas de Sevilla.’”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    GRANADA:

    152
    “Granada es el Damasco de al-Andalus, pasto de los ojos, elevación de las almas. Tiene una alcazaba inexpugnable, de altos muros y edificios espléndidos. Se distingue por la peculiaridad de su río, que se reparte por sus casas, baños, zocos, molinos exteriores e interiores y jardines. Dios la ha adornado colocándola en lo alto de su extensa vega, donde los lingotes de plata de los arroyos se ramifican entre la esmeralda de los árboles. El céfiro de su Nayd y el bello panorama de su Hawz encantan ojos y corazones, sutilizando las almas. Todo es en ella nuevo y peregrino.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    153
    “Sobre este palacio de peregrina belleza,
    brilla la grandeza del Sultán.
    Brilla su belleza y sus flores,
    la lluvia de las nubes la cubre generosamente.
    Las manos de sus creadores bordaron en sus lados
    bordados que parecen flores de jardín.
    Su salón parece una desposada que ofrece a la comitiva
    nupcial su belleza tentadora."

    ‘Inscripción en el pórtico del Generalife’.


    JAÉN:

    154
    “Jaén es el castillo de las tierras de al-Andalus, porque es la ciudad más abundante en mieses, la más esforzada en héroes, la más inexpugnable...
    No faltan en ella sabios y poetas. Se le llama ‘Jaén de la seda’ por el gran número de gentes, tanto del campo como de la ciudad, que se dedican en ella a la cría del gusano de seda.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    CÓRDOBA:

    155
    “Córdoba fue, en lo antiguo sede del Imperio, centro de la ciencia, faro de la religiosidad, asiento de la nobleza y de la primacía. En ella residieron los reyes y los magnates del tiempo de la Conquista y, más tarde, los reyes Marwaníes. En ella vivieron Yahya ibn Yahya, discípulo directo de Malik, y Abd al-Malik ibn Habid. Ya habrás sentido que sus habitantes sentían gran veneración por el Derecho canónico y rivalizaban con ansia por alcanzar la primacía en esta ciencia, y que los reyes se humillaban ante los ulemas, ensalzando su rango y obrando con arreglo a sus opiniones, y que no elegían ministro ni consejero que no fuese sabio.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    156
    “Poseen en el más alto grado la elevación y el esplendor. Dominantes intelectuales de la región y consumidos en la piedad, son renombrados por la pureza de su doctrina, la exactitud de su probidad, y la belleza de sus trajes, tanto en la manera de vestir y sus monturas, como en lo que toca a la elevación de sentimientos que manifiestan en sus reuniones y en sus sociedades, así como en la elección de los alimentos y bebidas; añadid a esto que están dotados de un carácter amable, de las maneras más distinguidas, y que jamás en Córdoba han faltado sabios ilustres ni personas notables. En cuanto a los negocios, poseen riquezas considerables, habitaciones amuebladas suntuosamente y no son movidos más que por una noble ambición.”
    ABU-ABDALLA MOHAMED AL-EDRISI, (1099-1165) ‘Descripción de España’


    ZARAGOZA:

    157:
    “Zaragoza es una de las principales ciudades de España. Es grande y muy poblada. Sus calles son anchas y sus edificios muy hermosos. Rodeanla jardines y vergeles. Las murallas de esta ciudad están hechas de piedra y son muy fuertes; han sido edificadas a orillas del gran río llamado Ebro... Este río procede en parte de país de los cristianos, en parte de las montañas de Calatayud, y en parte de las inmediaciones de Calahorra. La reunión de estas diversas corrientes de agua se efectúa sobre la ciudad de Tudela. Zaragoza lleva también el nombre de Al-medina Albaida (la ciudad blanca), porque la mayor parte de sus casas están revestidas de yeso o cal... Una de sus particularidades más notables es que allí nunca se ven serpientes. Cuando un reptil de esta clase se le transporta de fuera y se le introduce en la ciudad, muere al instante. Existe en Zaragoza un gran puente por el cual se pasa para entrar en la ciudad, la cual posee fuertes murallas y soberbios edificios”
    ABU-ABDALLA MOHAMED AL-EDRISI, (1099-1165) ‘Descripción de España’
    Pious dio el Víctor.

  6. #6
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    VI – LOS REINOS MEDIEVALES; SPANIAE SALUS.

    1
    Ante el avance de la turba árabe galopando por las tierras de España hubo un repliegue general de los dispersos grupos militares y un éxodo angustioso de las poblaciones civiles que, “despertando en la sangre ibérica”, huyeron a los montes para organizar la resistencia. ¿En nombre de qué idea o persona se realiza este hecho?
    Les mueve la conciencia católica de España, que es unión de dispersos. Y en virtud de ello se lanzan a la guerra santa de guerrillas y acción. “Jesucristo frente a Mahoma; la Cruz contra la Media Luna”. La fe y la fiereza ancestral forman el ideal de esta contienda, que durará siglos y que acoge en los primeros tiempos en las montañas, cuevas y riscos.
    Cuando el viejo reino visigodo se ha convertido en un gran emirato dependiente de Damasco, un grupo que guerrea en las tierras de Asturias desenvaina la espada y aviva el rescoldo de la antigua unidad. No son ejército ni comunidad; son un embrión de pueblo, “mitad monjes, mitad soldados”, a los que manda un jefe que será rey, llamado Pelayo, “el primer rey nacional de España”.

    Abajo, en las tierras calientes de Al-Andalus, otro príncipe se yergue y se separa del califato de Damasco proclamándose único jefe de los musulmanes españoles. Así nacen en el panorama de España dos ciudades que persiguen lo mismo, con signos contrarios: Oviedo y Córdoba.
    Y así comienza y florece la gesta épica de la Reconquista española. A la llamada cantábrica de Covadonga responderá la cristiandad pirenaica desde Roncesvalles, a Sobrarbe y Egara. La exaltación de la victoria de Covadonga ganará el entusiasmo de los naturales y desde entonces se aprovecharán los menores resquicios para combatir al enemigo.
    El diminuto reino asturiano ensanchó lentamente sus fronteras, y los sucesores de Pelayo: los Favilas, Fruelas y Alfonsos consiguen prolongar sus dominios hasta llegar a León, capital de la primera monarquía española.

    Los hombres de aquellas tierras del Cantábrico, los pobladores de los Pirineos, obedecían a unas conscientes ideas de solidaridad, fundadas junto a los móviles religiosos en una conciencia fija, declaradamente nacional.
    “Los habitantes cántabro-pirenaicos entendieron como obligación ineludible la de oponerse a los invasores, que aportaban una mentalidad totalmente unitaria –Oriente contra Occidente-, de la que jamás se desprendieron. A pesar de los núcleos aislados, la idea de España no desaparece, y aparte de la constante convergencia de todos los esfuerzos de la reconquista, cuyas líneas quebradas se dirigieron continuamente hacia un vértice común, existen los significativos ejemplos de aquellos reyes navarros, aragoneses y, en ciertos momentos, hasta árabes, que se consideran subordinados a la dinastía imperial de León, directa heredera de la unidad, y todas las constantes alusiones con que, desde San Isidoro, se hacen en alabanza de la Madre España apasionadamente canta a través del periodo medieval.”
    Y como para afirmar el carácter de la epopeya, militar o terrena, religiosa o celestial, aparecen en ese periodo inicial dos hechos que serán fuente de otros más preclaros: el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en Compostela, “fuente suprema de energía de la restauración nacional”, y la aparición de la Cruz de los Ángeles, como bendición del Cielo a la tarea emprendida.
    Por la gracia del primero se abre una vía de cultura a través de la España guerrera. Mediante la merced del segundo se ata más el alma española con su tierra, dándole la fuerza que mantendrá aquella lucha.

    Pero tal vez el mayor motivo que impulsa a la gente española a recuperar el territorio perdido es la realización de una idea mucho más grande y de mayor trascendencia:
    “En la segunda mitad del siglo VIII comienza a debilitarse el imperio de Bizancio y se afianza el cisma de Oriente: el arzobispo de Constantinopla se convierte en instrumento del emperador. En contrapartida a esa debilitación de la potestad civil más fuerte que entonces existía y a esa escisión que entonces sufría la Iglesia Católica, surgen en Occidente el Imperio de Carlomagno y el poder temporal de los Papas. Estos dos poderes, estrechamente unidos, van tomando la entera dirección de los pueblos llamados bárbaros convertidos al catolicismo.”
    En este momento el árabe se puso frente a ese poder unificador, porque tenía también una religión única y ‘unificadora’, con su centro en la Meca, al modo de los católicos en Roma, y trató de reducir a Europa pasando por España. En este instante los habitantes del Norte de España se acuerdan de su misión providencial en el mundo y se aprestan a defender, con el suelo patrio, la ‘catolicidad’.
    “La virtud de adaptación característica del pueblo español no se practicó en este caso; y ello única y exclusivamente por servir a esa idea providencialista”.

    Por eso, a pesar de que los reinos y condados pirenaicos estuvieron separados ‘políticamente’, conservaron todos la ‘unidad’. Esta unidad estaba constituida por el anhelo común de extrañar a los mahometanos del suelo patrio para reanudar el lazo que a todos, libres e invadidos, les ligaba, es decir, la ‘catolicidad’. Y en este ideal están unidos Asturias, León, Castilla, Navarra y Cataluña. Y así se ve “al Conde de Urgel, Armengol, y a los obispos de Vich, Gerona y Barcelona asistir juntos, con los demás príncipes del territorio libre, a la expedición guerrera de Córdoba en 1010, y a Armengol III tomar parte en la de 1065 por tierras de Aragón, y a Berenguer Ramón II participar con Sancho Ramírez de Aragón y con Alfonso VI en la infausta batalla de Zalaca (1086), y luego a navarros y aragoneses participar en la gloria de las Navas de Tolosa, al lado de Alfonso VIII, y a Ramón Berenguer IV acompañar al rey castellano Alfonso VII en la conquista de Almería, y a Jaime I ayudar a San Fernando en la toma de Murcia”.
    Este hecho de solidaridad común entre los diversos príncipes de la zona libre, que subsiste íntegro a pesar de las mutuas discordias nacidas de rivalidades personales y opuestos intereses, no tiene explicación satisfactoria si no se piensa en que lo que les movía e impulsaba era el esfuerzo al servicio de la nacionalidad y de la catolicidad.

    Al propio tiempo, y movidos por igual impulso, se agitaban los ‘españoles’ de la zona invadida por responder a los mismos principios, y a los cuales se les planteó el problema de saber cuál había de ser la actitud de los católicos con el poder constituido. Tal fue el caso de los mozárabes cordobeses.
    La gente española que vive con los árabes, aquellos abnegados mozárabes de Córdoba, conocen que en el Norte de España se ha planteado la batalla de la Fe y que el Apóstol Santiago yace en España, todo lo cual apiña y fortalece su espíritu, que a fines del siglo IX creen llegada la hora de sublevarse al mando de un jefe de origen visigodo, Omar ben Hafsun, tentativa que fracasa cuando se derraman en busca de Castilla las huestes de Alfonso III y Ordoño II; o como antes lo fuera con la serie de martirios consumados en Córdoba y sus arrabales, que valió que San Eulogio escribiera su ‘Memorial de los Santos’, el ‘Apologético de los mártires’ y su ‘Documental martirial’.

    El P. García Villada nos resume la acción unificadora y militar de este periodo:

    “Fernando I de León y Castilla (1035-1065) conquistó a Lamego, Viseo y Coimbra, llegó hasta Alcalá e hizo tributarios suyos a los reyes moros de Zaragoza, Toledo y Badajoz; Ramiro I de Aragón (1035-1063) ensanchó sus Estados por Sobrarbe y Ribagorza, y los Condes de Barcelona bajan hasta Tarragona.
    “Con don Sancho el mayor de Navarra entra a reinar en Castilla, en la primera mitad del siglo XI, la casa navarra que, influida perfectamente por el espíritu francés, abre la puerta a los monjes cluniacenses, los cuales, secundando los deseos de los legados del papa Gregorio VII, suprimen el rito mozárabe e introducen el romano. Con esta romanización en el culto y la liturgia coincide la entrega que hacen todos los reyes peninsulares de sus Estados a la Santa Sede, declarándose feudatarios suyos.

    “La descollante personalidad de Alfonso VI sobresale a fines del siglo XI entre todos los demás reyes cristianos. El 25 de mayo de 1085 reconquista Toledo. Almotamid de Sevilla le rinde vasallaje, y las huestes de Alfonso VI pasan triunfantes por el territorio zaragozano, por Almería y Granada.
    “Los musulmanes llaman en su ayuda a los almorávides. Alfonso VI, que estaba sitiado en Zaragoza, levanta el cerco y se dirige con sus soldados y los catalanes y aragoneses a su encuentro. Trabóse la batalla de Zalaca, cerca de Badajoz; las fuerzas cristianas fueron derrotadas el 23 de octubre de 1086. Pero los islamitas no supieron sacar fruto considerable de esa victoria.
    “Entre tanto, el Cid se apoderaba de Valencia (año 1094), Alfonso I, el Batallador, los derrotaba, el 1120, en Cutanda; Ramón Berenguer IV conquista Tortosa (1148) y Lérida (1149), y Alfonso VIII, después del desastre de Alarcos, vencía su resistencia en la célebre jornada de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212), en la que participaron todas las regiones.

    “El siglo XII vio nacer la Orden de Calatrava y demás Órdenes militares, fruto de aquel ideal arraigado en la mente hispana: en su misión, guerrera y espiritual a un tiempo, aunaban estas instituciones las dos fuerzas inmanentes que sostuvieron vivo el aliento de la Reconquista durante ocho siglos.
    “Es éste, además, el siglo de la tendencia a la unificación de España; porque si bien se produce la secesión de Portugal, que no había de soldarse sino momentáneamente durante el reinado de Felipe II, se unen, en cambio, Aragón y Cataluña; se sella la fusión de León y Castilla, y se advierte la aproximación a ellas de Navarra.

    “El siglo XIII produce a Fernando III el Santo (1217-1252), que se apodera de Sevilla en 1248, y a Jaime I el Conquistador, que conquista las Baleares y el reino de Valencia. A la muerte de estos dos grandes monarcas puede decirse que el poderío musulmán estaba reducido al reino de Granada. Sancho IV conquistó Tarifa el año 1292. Y, por fin, el doble ideal, nacional y católico, sostenido aguerridamente contra el invasor durante ocho siglos, triunfó definitivamente con la toma de Granada en 1492. Entonces se conjuró el peligro de islamización de Europa; se conjuró gracias a la sangre vertida por España en una lucha multisecular.
    “Abnegación tan cruenta y prolongada parecía pedir en recompensa una paz duradera; pero quiso Dios exigir aún a España, brazo derecho de la Cristiandad, nuevos y gloriosos sacrificios.
    “Premio a su heroico denuedo frente al mahometismo fue la reconstrucción de la unidad nacional.”

    Este rosario de hechos terminará en la total unidad, con el matrimonio de las dos ramas en que España había estado dividida.




    2
    Hitos españoles de este período, que proporciona cada uno la buena semilla para su alabanza, son los tres en que puede resumir su espíritu:
    a) El camino de Santiago.
    b) La consolidación de Castilla.
    c) La idea de Imperio.


    A) EL CAMINO DE SANTIAGO

    En el siglo IX, cuando la Cristiandad agonizaba, cuando las masas del Asia y del África irrumpían en avalancha sobre Europa; cuando en todas las costas de Occidente los piratas normandos desembarcaban a hierro y a fuego; cuando se anunciaba para el cercano año 1000 el fin del mundo; cuando el soberbio intento romano-germánico de edificar Europa en orbe cerrado parecía ya deshecho y desvanecido, en un misterioso rincón de España, en tierras de Galicia, un ermitaño vio luces de amanecer en la noche del bosque y del mar. Luces anunciadoras y denunciativas sobre una piedra que, como una concha abriendo su valva, dejara aparecer el arca marmórea con el cuerpo del Apóstol.
    Afanoso el obispo Teodomiro, exploró el paisaje en que el valle estaba alumbrado por una estrella que, al ser descubierto el cuerpo convirtióse en “polvo de luz astral” que creó el ‘camino de Santiago’. “Vía láctea –al decir de Unamuno-, nebulosa de estrellas que guiaba a los peregrinos como a los magos su estrella”.

    Se estremece el obispo, y a poco, los pueblos a la redonda, y luego el Papa y al fin toda la Cristiandad. Y lo que fuera en un principio visión alucinada de anacoreta, pasó en seguida a ser símbolo colectivo; guión de combate, fe de reconquista y, al fin, triunfo decisivo de Roma. Porque bajo el emblema de aquel Apóstol, los orientales serían arrojados de Europa. Y Europa volvería a poner su pie en el África. Y frente a aquellas comarcas atlánticas y tenebrosas donde moraba el brujo Merlín y llegaban monstruos devoradores de doncellas e islas, este Occidente peninsular de Europa mandaría después flotas de carabelas y galeones con la cruz del Apóstol, amainando las ondas y amasando a los bárbaros infieles lejanos.

    El misterio de Santiago coincidió por mucho tiempo con el misterio mismo de lo cristiano en Europa. Y es que Santiago significaba el misterio de la resurrección de lo que no podía perecer: de la misma Roma, universal y católica.
    El mundo se estremeció y emprendió la marcha hacia la tumba descubierta, y los pies, muchas veces descalzos, de innúmeros romeros, trazaron las veredas, hollaron las calzadas por las que han de cruzar los reyes, los prelados, los guerreros, los siervos y los grandes señores, sin distinción de clases, de todos los confines de la tierra. Secularmente, pasa por esa ruta la cristiandad devota, con el alma anhelante, el bordón en la mano, con el zurrón y la caperuza que ornamentan con conchas y azabaches. “La cadena de la peregrinación se agita numerosa de un lado a otro del mundo cristiano; por aquellos caminos se hablan todas las lenguas y visten los más distintos trajes”.
    Se organizan desde tierras de Francia las rutas –“el camino francés”- que atravesando todo el Norte de España conducen a Santiago. Ya veremos después cuáles eran sus etapas. Los papas, los monarcas, las casas abaciales protegen la corriente de los peregrinajes; hospicios y hospitales abren su puerta a todos. Florecen las leyendas; se veneran en distintos parajes imágenes sagradas, y por todos los senderos del mundo camina el peregrino de Santiago. A medias por la tierra y a medias por el cielo va el camino francés. De puente a puente y de estrella a estrella va en ansia peregrina. “Sólo es peregrino el que camina hacia la tumba de Jacobo”, dirá Dante Alighieri en la ‘Vita nova’.

    ¿Dónde está el primer paso y la primera memoria del camino compostelano? ¿Quizá bajo la sandalia de piel de cabra de aquel monje maronita que en la duermevela se sus ayunos al traspaso, bajo el sol de Siria, soñaba que se arrodillaba en la tumba de Santiago? ¿En Novgorod, quizá, bajo las nieves rusas? No se sabe dónde empieza a andar el camino mayor de las peregrinaciones. Basta con saber sus posadas alemanas, sus hospitales franceses, sus pausas españolas. Empiecen donde empiecen, unos llevan a cuestas las cadenas de hierro de que se han liberado, en ofrenda al Apóstol; otros, plomos o piedras para ampliar la santa causa; algunos, sus horrendos pecados. Otros, en fin, el óbolo modesto, sus rezos y sus cánticos.
    Y tanto los que llevan una cruz en la mano, los que ofrecen sus bienes, que pródigos reparten, como los menesterosos que reciben la limosna en la palma, guardan la llama de la fe en su pecho y tienen en los labios la ferviente plegaria. La inmensa muchedumbre consume las etapas, atraviesa los bosques, los campos y los prados, y se acerca el momento de ver allá a lo lejos las torres de la ciudad soñada, de franquear sus puertas y sentirse cobijado bajo las bóvedas del templo en que reposa el Apóstol.


    LA PEREGRINACIÓN.

    Almanzor ha pasado por las tierras de España. Sus huestes –furor y saña- destrozan a mansalva. Hieren, destruyen y matan. Su sed implacable de tierras y ciudades tiene como finalidad principalmente anular la costumbre naciente en la España cristiana, quizá sobre precedentes lejanos musulmanes, de la peregrinación al sepulcro del Apóstol, que florecía cada vez con mayor fuerza y que podía llegar a ser un vínculo espiritual tan definitivo para la cristiandad como lo era la propia peregrinación a la Meca entre los musulmanes. Sus temibles hazañas llevaron el estrago y la desolación hasta el propio corazón espiritual de la España cristiana, llegando a destruir la ciudad de Santiago, hasta que a principios del siglo XI, con la vida de Almanzor, se acabaron sus desmanes.

    Truncada la corriente de aquel peregrinaje, queda a un monarca, Sancho I el Mayor, la misión trascendental de restaurar y consolidar las mansiones del camino de Santiago. Vencido el año 1000, en aquel siglo onceno, el mundo, sacudiéndose a sí mismo y despojado de vejeces, se impuso la vestidura de sus iglesias, catedrales, monasterios y ermitas, trocándolas los fieles por otras mejores.

    Se ha dicho que tal peregrinación estuvo inspirada quizás en la musulmana a la Meca y que respondía fundamentalmente al concepto tradicional de que el pecador, por su propio pecado, quedaba excluido de los beneficios de la comunidad con sus semejantes y le era forzoso hacer penitencia. Esta, en general, siempre larga y dura, era a veces pública. Se tiene referencia acerca de la ‘monstruosidad de los delitos’, así como de la severidad de las propias penas del tiempo. Para reconciliarse, toda la grey católica acude con afán a actos piadosos, y de entre todos ellos se considera como el más eficaz aquel por medio del cual se alcanzan más y mejor las indulgencias, la peregrinación lejana a pie, sufriendo toda suerte de incomodidades a lo largo de los caminos, entre actos devotos y meritorios. Roma es el centro hacia el cual tiende todo el orbe católico.
    Pero además se organizan dos peregrinaciones: una tiende hacia el Oriente, con la visita de los Santos Lugares; la otra se encamina al Occidente para venerar el cuerpo de Santiago. A través de estas vías de peregrinación se relaciona el mundo cristiano, llegando a los confines donde se encuentran los centros más intensos de la cultura musulmana. Y si el camino del Oriente hubo de dar lugar a las Cruzadas, el de Occidente lleva consigo el auge definitivo y la propagación de toda la cultura románica.

    ¡Ultreya! ¡Ultreya! “Adelante los peregrinos del camino de Santiago. La ruta es larga y áspera; el camino, fatigoso y expuesto. Venían entonando sus cánticos, tanto los franceses como los alemanes, los ingleses como los irlandeses, los escandinavos como los griegos, los húngaros, los levantinos, los tártaros y los armenios, agrupándose por nacionalidades, en un desfilar asaz dificultoso en un principio, hasta que los monarcas hicieron practicables las primitivas sendas, tendiendo puentes sobre los ríos, erigiendo hospitales y garantizando, aunque sólo fuera parcialmente, la integridad de cuerpos y de bolsas de quienes circulaban por ese torrente de vida y arte” ( Menéndez Pidal: ‘Poesía juglaresca y juglares’). El camino es muy largo y los peregrinos se animan con sus cantos: “Herru Sanctiagu”; Grot Sanctiagu; eultreya, esuseya; Deus, adjuva nos”.

    Florecen las leyendas, florecen los romances a lo largo de la ruta. Los juglares, con su parvo equipaje, no podían faltar; existen testimonios de su paso por Roncesvalles; se les sigue a través de diversas ciudades, ya solos, ya acompañando a personajes cuyos nombres evocan los de las grandes ciudades: tal es mosén Johan de Chartres, o esos tres bardos alemanes a quienes socorre el rey Carlos el Malo, rey de Navarra; o aquellos tres juglares del rey de Escocia a quienes presta ayuda el propio monarca. No falta tampoco la nota femenina de una juglaresa del arpa, una inglesa que aparece en Olite, o un maestro Tomás, inglés también, juglar del arpa. Todos pasan el camino francés, incluso los de procedencia mucho más remota, lo que viene a demostrar una vez más la extraordinaria importancia internacional que hubo de tener esta vía. Otras veces se les ve acompañando a las reinas y a los grandes señores, de cuyo séquito eran inseparables, sirviendo a tales personajes a lo largo del difícil viaje.

    El número de peregrinos en toda la Edad media y en la moderna fue incontable. Desde Alfonso II el Casto, todos los reyes de España han hecho la visita al Apóstol. Del extranjero, según cuentan, Carlomagno fue l primer romero jacobeo. Por la entrada de ese camino de Santiago llegóse el rey francés, el Carlo Magno que, a pretexto de protección a la gente española, invadía nuestro solar, encubriendo extrañas pretensiones.

    En el siglo X fueron a visitar el sepulcro Simeón, obispo armenio; Teobaldo y Gualterio, descendientes de los condes de Champaña; Gotescalco, obispo de Le Puy, con buen número de la nobleza aquitana; Guido Veluti, obispo de Milán.
    En el siglo XI: don Raimundo de Borgoña, conde de Galicia con su esposa Urraca, y los arzobispos de Braga y de Toledo; Sigfrido, arzobispo de Maguncia; la condesa Ricardina de Spanheim; el conde Engelberto; Rotuardo, prior de la célebre abadía de Fulda.
    En el siglo XII: Luis VII, rey de Francia; santa Matilde, hija de Enrique I de Inglaterra y esposa de Enrique V de Alemania; Felipe, conde de Flandes; Raimundo, conde de Tolosa; Guillermo II, conde de Poitiers y duque de Aquitania; Enrique de León, yerno de Enrique II de Inglaterra; la condesa Sofía de Holanda; Guido de Borgoña, obispo de Viena de Francia, que más tarde ciñó la tiara pontificia.
    En el siglo XIII: San Francisco de Asís, con su pobreza; Raimundo Lulio con sus lágrimas; Santa Isabel de Portugal con sus caridades, y otros muchos en siglos posteriores. Basta saber que sólo en Inglaterra transportaron las embarcaciones desde 1397 a 1437 más de 7.000 peregrinos a los puertos de Galicia, poseyendo un hospital para peregrinos en Truro de Cornualles.

    En muchas poblaciones del camino existieron barrios enteros habitados por emigrados de las tierras de Francia, los cuales habían de hacer más acogedora, si cabe, la vida errante de los peregrinos. De sus cantos trasciende la conmoción profunda que había de causarles el épico paisaje de su entrada en España por Roncesvalles: iban a recorrer el camino que el gran emperador había conquistado a la morisma, cuajado de sugestiones para su fantasía. Canciones, gestas, tienen por fundamento la romería a Santiago; desarrollan sus escenas en los lugares o ciudades que el camino francés encontraba a su paso.
    No todos los romeros tiene fuerza para triunfar a lo largo de las etapas. Enfermos o tullidos, quedan no pocos en los hospicios y hospitales. Mas al fin llegan, venciendo mil fatigas; pero al llegar al pie del altar quedan muertos, como le aconteciera a aquel duque Guillermo de Aquitania, a quien pinta el romance con los pies llenos de sangre, con “longas e brancas barbas” y con sus ojos verdes “com’aga d’o mar”, que los cierra para siempre después de abrazar al Apóstol y ser enterrado “nesta santa catedral”.

    Compostela plasma, pues, la eternidad de una Fe y de un destino: la idea romana, universal y católica. Es la Roma de Occidente en cuanto no pensó en traicionar a Roma con ínfulas feudales, sino ser su vicaria en esta punta española del mundo.


    B) LA CONSOLIDACIÓN DE CASTILLA

    Ya en el siglo XIII ‘vio’ Castilla la totalidad y actuó con espíritu director de los intereses colectivos. Después, en el siglo XV, Castilla fundó y organizó la unidad política aun existente. Castilla creó a España.

    Dentro de la dualidad de fuerzas conservadoras y progresivas que determina la trayectoria histórica de toda nación, Castilla nace en la España cristiana del siglo X con una fuerza innovadora en todos los órdenes de la vida.
    El reino asturiano quiere conquistar España entera restaurando el reino de los godos, y para que la unidad política se mantenga, los reyes de Asturias y León se arrogan el título de emperadores. Frente a esta fuerza conservadora de la Cristiandad se levanta Castilla, un país nuevo, hecho a obrar por cuenta propia en los peligros continuos, que lleva con impaciencia el centralismo leonés, y enfrenta rebeliones prolongadas durante toda la primera mitad del siglo X. Fernán González y las generaciones que le anteceden y siguen no obran sólo impulsados por un egoísmo disociante. Su rebeldía era necesidad en el Occidente europeo, en los albores del feudalismo, y por lo que toca a España, lejos de ser egoísta en momentos de gran peligro para el reino, no pretendió rehuir las desgracias de la comunidad, sino, por el contrario, proseguir la guerra antiislámica con más decisión y constancia que León.
    Así, lo que es aspecto negativo mirando hacia el pasado (un pasado es lo que representaba el imperio leonés en su estructura orgánica y en su poder militar, que empezaba a decaer), es aspecto positivo en atención a las nuevas condiciones de vida que en Europa apuntan, lo cual se comprueba con el largo éxito progresivo que alcanzó Castilla.

    Hacia el 931, Fernán González, reuniendo en su persona varios condados menores, constituye el gran condado de Castilla, el más extenso de España. Pero el rey de León quitaba y ponía a voluntad los condes de su reino. Fernán González no queda como inamovible hasta la muerte de Ramiro II. La independencia de la que suele hablarse no existió; es una imperfecta interpretación del hecho. Una de las innovaciones políticas en que Castilla se adelantó a León y que más contribuyeron a dar a Castilla su carácter histórico es obra del hijo de Fernán González, Garci-Fernández, gran organizador y legislador, que, duplicando el número de los caballeros, es decir, de aquellos que podían servir con un caballo en la guerra, se habilitó para sostener con más tenacidad la lucha, mientras León mostraba menos resistencia antiislámica, por no tener caballería suficiente.

    Así, a través de la calamitosa época de Almanzor, Castilla se robustece en la desgracia, y la nota de Fernán González, con sus caballeros nobles y sus villanos ennoblecidos, constituye la fuerza nueva que más se adelanta en la reconquista, la que llegó hasta saquear a Córdoba sólo siete años después de la muerte de Almanzor.
    Al extinguirse la línea masculina de Fernán González, el condado castellano pasa al rey de Navarra, Sancho el mayor, que inicia la definitiva dislocación del eje político de España hacia el centro castellano, proclamándose antes emperador frente al de León.
    Su sucesor, Fernando I, reconoce ostensiblemente la hegemonía castellana cuando reparte sus Estados, dejando Castilla a su hijo mayor; reconocimiento que se repetirá un siglo después en el reparto a los hijos de Alfonso VII.
    La primacía de Castilla se consolida para siempre, mediante su unión definitiva con León en 1230. León se castellaniza profundamente, y esta España engrandecida viene a ser para todos, dentro y en el extranjero, el reino representativo de España entera.
    Ya después es muy conocido el papel preponderante de Castilla en conducir el Imperio español hasta su cumbre, agotando en esa colosal obra todas sus fuerzas.

    La monarquía leonesa representaba la idea tradicional en la Península; era la continuadora de la monarquía visigótica. Pero la unidad visigótica, en principio, era extraña a Castilla. Castilla, por rara paradoja, puesto que al fin ella forjó la unidad moderna, representaba el separatismo ibérico frente a León, exponente de la unidad nacional.

    Ya desde el siglo X, Castilla afirma su personalidad, singularmente en el campo de la administración de justicia. Los jueces leoneses aplicaban, naturalmente, las leyes visigóticas; en tanto que los castellanos creaban el Derecho (a la manera de los jueces ingleses) según los usos del país. Se dice que en Burgos se quemaron cuantas copias del Fuero Juzgo se encontraron en Castilla, para atenerse los jueces a las costumbres hispánicas y germánicas excluidas del Fuero Juzgo, como la solidaridad familiar en materia penal, el duelo judicial, etc.

    Sólo cuando Castilla llega a dominar a León y su papel es preponderante, se desplaza el centro de gravedad de la unidad española; pero de la unidad concebida de otro modo diferente de la que expresaba el imperio leonés. En este desplazamiento la figura del Cid es importante, al serlo en la hegemonía de Castilla.
    Al estallar la guerra entre Castilla y León con motivo del reparto de los reinos y aspiraciones de los hijos de Fernando I, venció, en la batalla de Llantada, Sancho de Castilla; pero Alfonso (VI) de León no se sometió a la derrota. Tras breve reconciliación estalló de nuevo la guerra entre León y Castilla. Se encontraron castellanos y leoneses en Golpejera. Los castellanos, con el Cid, vencieron a los leoneses y se apoderaron de Alfonso de León. Sancho II de Castilla se coronó rey de León, enviando a su hermano a tierras de moros, a la corte de Mamun, en Toledo, tributario de Alfonso.

    La idea hegemónica castellana sufre una crisis como consecuencia del asesinato del rey castellano Sancho II en el episodio del cerco de Zamora.
    Tras el juramento de Santa Gadea, el Cid ,castellano, pasó a ser sospechoso a los ojos de Alfonso, rey común ya a Castilla y a León. Lo cual no fue obstáculo para que, dadas las relaciones entre señor y vasallo, casase el rey al Cid con una dama del reino de León, doña Jimena, sin duda, con la mira política de reconciliar, en aras de la unidad, a castellanos y leoneses.

    El destierro del Cid de Castilla fue para éste una liberación y, a la vez, un motivo para la revelación de Castilla: ofreciendo el Cid sus servicios a Moctadir, rey moro de Zaragoza –rey tributario de Alfonso VI- defendía al protegido de su rey y a la vez, trabajaba para mantener a Zaragoza bajo Castilla, preparando con su actuación y con el pensamiento puesto en la unidad, la anexión de ese reino moro al de Castilla; con lo que continuó de este modo, aun en el destierro, la obra de hegemonía castellana a que nos vamos refiriendo.

    Del lado cristiano ya hemos visto su influencia en el abandono de la idea declinante del imperio leonés para desplazar el eje de la unidad española hacia Castilla, que más tarde habría de traernos la unidad moderna.
    Tendencia unitaria tanto más meritoria cuanto que el siglo era profundamente confuso y en el que tantos conceptos estaban en formación o en permanente evolución.

    Fernán González y el Cid deben quedar juntos como héroes representativos de Castilla en los siglos X y XI, con las naturales diferencias que median entre un siglo de desolación y uno de reconstrucción. Uno y otro pugnaron por establecer modalidades nuevas, dentro del Imperio leonés, no preocupándose sólo de sus propios intereses, sino cargando sobre sí la misma misión antiislámica que se arrogaba el Imperio, por sentirse ellos más decididos y capaces para llevarla a cabo. Ambos fueron tensión operante que no necesitaban descanso, que no sufren quebranto ni laxitud.
    Bien puede unirlos en su veneración Castilla, en pareja inmortal; cada uno de los cuales sería bastante para honrar y embellecer el pasado de un pueblo. Don Juan Manuel resumía la tenacidad de Fernán González en la frase de aliento con que venció el cansancio de sus vasallos maltrechos: “Amigos, por las feridas non lo dexemos, ca estas feridas nuevas ca agora nos darán nos farán que olvidemos las que nos dieron en la otra batalla”. Por esa voluntad incansable del conde, Castilla recibía la primera condición necesaria para constituirse en directora de una vida nueva entre los pueblos de la Península. Ese es el supremo bien de la magnanimidad, y sólo con magnanimidad pueden ser dirigidos los pueblos en convivencia pacífica, duradera.


    C) LA IDEA DE IMPERIO.

    La supervivencia de la idea imperial de España, esa tradición romana, no se pierde en estos siglos. En los albores de la Edad Media tal anhelo se destaca claramente. La idea nacional de España radica en la creación de un Imperio español. La transmisión y elaboración de esta idea imperial española se asocia íntimamente a la Reconquista, basándose en la concepción de un Estado unitario, cuyos fundamentos militares y eclesiásticos hubieran de buscarse tal vez en modelos carolingios, con modalidades especiales.
    Tres reyes de Castilla y León ostentaron oficialmente el título de ‘emperador’, formulado, en fin, con todo el objetivismo del derecho político, considerándose como emperadores de un Imperio español descendiente del pasado romano.

    En León existía, antes que en Castilla, una idea de unidad. El rey era emperador. Esta idea imperial no era exactamente la que encarnaba Carlomagno, que fue el primero, como es sabido, que la representó después del Imperio romano de Occidente. Carlomagno pretendía resucitar la unidad de los emperadores romanos, a lo que se opuso España, según la leyenda de Bernardo del Carpio. Con ese mismo carácter tomó el título de emperador Fernando I, para oponerse a las pretensiones de Enrique III de Alemania. “Quizá pensaba también Fernando I –escribe un historiador- en la explicación práctica de ese título, sobreponiéndose a los reinos de Navarra y Aragón y haciéndoles sus tributarios.” En este sentido emplearon el título de emperador Alfonso VI y Alfonso VII.
    Este Imperio era, pues, español, circunscrito al territorio peninsular, y expresaba una idea unitaria radicalmente española que, al fracasar, frustró la posible confederación de los reinos cristianos peninsulares bajo la autoridad del emperador. La unidad se hubiera forjado, a juicio de Menéndez y Pelayo, aun sin los acontecimientos del siglo XV, si bien venciendo las dificultades del defecto ibérico de falta de interés hacia toda empresa colectiva.

    En los siete siglos de lucha contra la morisma, León y Castilla forman los núcleos principales de acometividad y resistencia. Su monarquía es la heredera genuina del reino visigodo. En virtud de esta idea, León se constituye en primer foco unitario, tras la ruina de España. Sus monarcas, conscientes de la importancia de su misión unificadora, adoptan desde Alfonso III (866-910) el título de ‘Imperator’ o el de ‘Magnus basileus’, afirmando así su supremacía sobre los nacientes reinos pirenaicos, navarro-aragonés y catalán. Y no sólo en lo político; también en lo eclesiástico aspiraron Oviedo y León a recoger la herencia de los primeros toledanos. Imperio pudo significar, en los tiempos de Alfonso III, la renovación del Estado visigótico, con su apuntada ambición imperial y con la clara conciencia del título jurídico sobre las tierras ocupadas por el Islam.

    La preeminencia de los emperadores leoneses sobre los otros reyes de las regiones españolas está reconocida en innumerables documentos. Oliva, abad de Ripoll, llama emperador a Alfonso V; ‘Imperator fortissimus’ llaman las crónicas a Fernando I; ‘Imperator magnus’, sus hijos, resucitando el ‘magnus basileus’ que usó Ramiro III; Alfonso VI adopta el título de ‘Imperator totius Hispaniae’; pero la consagración oficial de esta prerrogativa se lleva a cabo con Alfonso VII, del que se describe, como loa importante, su coronación.

    Roma desplegaba por aquel entonces sus actividades centralizadoras. Alejandro II e Hildebrando, monje de Cluny (que luego fue Gregorio VII), que era la figura más destacada de la Iglesia, afirmaba la soberanía de la Santa Sede sobre los poderes temporales y nacionales. Se documentaba la aspiración con textos canónicos. La Sede Apostólica podía utilizar, como arma, según la interpretación de los textos, la excomunión y aun las expediciones militares contra los Estados.
    El poder de Roma es de origen divino; el de los reyes, de origen humano: tal era la tesis vigente que, a lo largo de los siglos, había de plantear conflictos entre Roma y las iglesias nacionales y dar lugar a la desviación de los excesos regalistas, singularmente en lo que a España se refiere, en el siglo XVIII.
    Esta idea de monarquía universal se expresaba no sólo en nombre de la Santa Sede, sino también del Imperio romano germánico; en 1065, el emperador de Alemania, Enrique IV, predecía que mediante la unión de los magnates sería un hecho el Imperio universal y renacería el Imperio del César y de Carlo Magno, para que fuese regido el universo bajo el signo de San Pedro.

    La centralización romana actuó sobre España. Alfonso VI rechazaba las aspiraciones de la Santa Sede; se negó a pagar el tributo que pagaban otros reinos peninsulares y a proclamar, reafirmándola, la dignidad imperial, no conformándose con que se le reconociese emperador, como su padre Fernando I, sino que él mismo, con intención política clara, frente al imperialismo romano, se designaba emperador: ‘Ego Adefonsus, Imperator totius Hispaniae’.
    En esta reacción nacionalista, según la tradición, el rey, que expresaba la voluntad de Castilla, fue apoyado por el Cid, que llegó a aconsejar la desobediencia al Papa; afirmó que la reconquista era empresa de españoles y no de extranjeros, y llegó a dirigir la resistencia a Francia, que apoyaba las pretensiones de Roma sobre el tributo español. En pleno siglo de religiosidad, como el XI, la idea de unidad política se afirma con su exponente nacionalista frente al imperialismo de Roma.

    La idea del Imperio, reconocida tan solemnemente al monarca leonés, languidece a mediados del siglo XII, si bien algunos reyes, como Alfonso VIII y Alfonso X, aspirarán a reproducirla. En este siglo, Castilla asume la parte principal de la Reconquista y se convierte en heredera de León y creadora directa de España. En las grandes empresas reconquistadoras que darán por resultado la victoria de las Navas de Tolosa y la toma de Córdoba, Sevilla, Jaén y Granada, vienen a ponerse todos (navarros, aragoneses y catalanes) bajo la dirección de sus reyes.

    A medida que se consuma la Reconquista palidece el brillo imperial del medievo, cediendo el paso a la idea renacentista del Imperio antiguo. Ella determina toda la vida y anhelos de Alfonso el Sabio. Encarna este rey un verdadero renacimiento romano en España, tal como iba a surgir en Italia, espiritualmente, merced a Pedrasca, y en lo político, por obra de Cola di Rienzo. Alfonso representa este renacimiento en la periferia del antiguo Imperio romano, engendrado y nacido gracias a la tradición y cultura romanas.
    Y aquí se manifiesta a la vez el europeísmo alfonsino en sus aspectos cultural y político, creando ideológicamente un nuevo Imperio romano de nacionalidad hispánica. Aparece Alfonso X como rival solidario del derrumbado Imperio romano de linaje alemán, que por entonces iba hundiéndose a ojos vistas. Y perseverando en la misma trayectoria histórica, al calor del indeleble recuerdo de gloriosos días de dominio mundial, la política española de las generaciones venideras hallará siempre su más honda correspondencia y su síntesis más perfecta en la idea imperial.

    Pero, llegado el momento de la gran hazaña que Dios tenía reservada a nuestra patria, Castilla, que se había impuesto a todos por su calidad de ser más ‘igualitaria’ que ninguna otra región en el Derecho, en la distribución de la tierra y en la organización municipal y de las clases sociales, mantiene el espíritu unificador. Y es curioso que al hacerse la unión definitiva española por el matrimonio de Isabel y Fernando de Aragón, continúa predominando en el desarrollo del conjunto hispano la región representada por el elemento femenino. Pero por cima de él, aun prescindiendo de las cualidades de la reina, estaban las virtudes unificadoras y universalistas de Castilla. Por eso la cultura y la lengua que adquieren prepotente influjo en todo el territorio son las creadas por Castilla; y es Castilla, asimismo, la que dirige la conquista y civilización del mundo recién descubierto. De ahí que haya podido decirse con verdad que León y Castilla han hecho a España, pero la han hecho por medio de la monarquía y de la Iglesia, sin perder de vista su destino providencial.

    Al final de estos tres hitos, ya en el camino de Santiago, con las canciones de gesta o nuestros poemas épicos, los cánticos y plegarias, no se menciona otro nombre que ESPANNA, L’ESPEGNE o L’ESPAIGNE. Y así en Castilla, la España del poema del ‘Mio Cid’ constituye obsesión, no en su unidad material o política, sino en la espiritual. Y cuando se trata del Imperio, es la España total, con su ‘Imperator totius Hispaniae’ la que brilla en todos los labios.

    Por eso, las crónicas e historias medievales reflejan el fervor nunca disminuido y olvidado de la grande España, sentida al modo de la cima o empresa común de todos los peninsulares, y la unanimidad con que los reinos y pueblos medievales, aislados y en ocasiones reñidos y encontrados, convergían hacia un fin único, al cabo del cual se encontraba solamente España.

    En este periodo será un rey, y por añadidura sabio, el que proclame la alabanza de España.
    Alfonso el Sabio quiere ser señor del ecúmeno y amante de su patria por encima de todas las cosas, y le canta la endecha más tierna y vibrante, más sonora y castiza que dijeron labios españoles.
    Lo más emocionante de esta loa es que la cante un alma llagada por desdenes, deslealtades, incomprensión, traiciones; la misma que en entrañables confidencias confiesa su melancolía ante la triste y espaciosa patria:
    “...pues en la mía tierra me fallece quien me había de servir y de ayudar, forzoso me es que en la ajena busque quien se duela de mí. Pues los de Castilla me fallecen, nadie me tenía en mal que yo busque a los de Venamerin; si los míos fijos son mis enemigos, non será ende mal que yo tome a los mis enemigos por fijos; enemigos en la ley, mas no por ende en la voluntad, que es el buen Rey Aben Yuçef...” (‘Carta a Don Alfonso Pérez de Guzmán’, publ. por Ortiz de Zúñiga).

    Sobreponiéndose a su pena personal, hunde su amargor en los ríos caudales Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir y Guadiana, y con su agua dulce rocía la majestad española, la unge de orgullo y carismas, de misión divina. Con su énfasis y altivez entona el elogio para que sea España quien se entone, se ponga en pie, enhiesta ante una gloria universal y un grandioso horizonte. A fin de suscitar esa conciencia, le da ciencia, ejemplos históricos, recuerdos de gestas, memoria y esperanza.

    A través de su elogio se le ha aparecido el destino español. Alfonso lo sueña desde su cueva islamizante, desde su lejana soledad triste, cual en la estrellada noche del alma.
    Tras él, la España de vocación imperial se queda dormida, y sin sueño, como una piedra. Cuando despierte ya habrá pasado la aurora.

    España tiene la gloria de anticiparse a todo, de ser precursora, y en esos periodos aflora en su sentido un matiz de unidad fundado en la religión, en las leyes y en la independencia.
    Ideológicamente, va saturándose durante esta Edad Media suya del ideal de ‘universitas cristiana’, del deseo de coordinar y dirigir los esfuerzos de todos los reinos cristianos contra el infiel, contra lo que no es espíritu, a fin de lograr la universalidad de la cultura europea.
    Y como un corazón gigante que despidiera destellos de energía y sabiduría, da luz con su pensamiento a esas ideas. Es la nostalgia de la tradición romana que se convertirá después, en nuestros teólogos, en un valor axiológico.
    Y en lo interior –frente a la historia- dibujanse los trazos de amor a la independencia, la fe, la perseverancia, la afición a lo maravilloso, la despreocupación, la tendencia a anteponer lo ideal a lo real, y a despreciar el rendimiento del trabajo penoso, pero lucrativo, prefiriendo las aventuras o la misma pobreza. Es un pueblo que lucha sin tregua ni descanso, y que vence y domina aun pareciendo dominado y vencido.







    3
    LOS DEMÁS REINOS DE ESPAÑA.

    Así como Castilla y León combaten para continuar la idea española, de igual modo Aragón y Cataluña sirven por su lado a tamaña empresa. “Equilibrio de fuerzas y de territorios. Exacta ambición y capacidad de cultura. Dos idiomas ya granados en la flor de dos literaturas. Dos estilos políticos y estéticos. Monarcas genialmente iguales y genialmente distintos”. La guerra santa –primero de independencia, luego de reconquista y después de unidad-, tiene cabezas directoras y brazos ejecutores que, conscientes del destino, no se interfieren si se recelan.
    También Navarra, con sus cumbre pirenaicas y sus tierras generosas y sus gentes de recio temple coadyuvará a la gran tarea.


    ARAGÓN.

    La historia de Aragón nos da la clave de su temple moral. Del condado que se asienta en el siglo IX en el Pirineo central va saliendo aquel reinado del primer Ramiro que lo engrandecerá y al que después ayudan un Pedro I y un Alfonso el Batallador.
    A comienzos del siglo XIII, Jaime I el Conquistador arrebata a los moros Mallorca y Valencia, cuya acendrada fe religiosa fue el móvil de todas sus empresas. El deseo de amplificar el reino de Cristo tuvo parte principalísima en el ímpetu creador de sus conquistas, y hasta soñó con emprender una cruzada a Tierra Santa. Al morir dejaría a sus sucesores un nuevo programa: la expansión mediterránea.

    Don Jaime I, dentro de la actuación particular de su reino, demuestra su conciencia y sentimiento españoles, como un “mandato ineludible de la tierra”, en su ayuda al rey Alfonso X de Castilla cuando se ve combatido por el rey moro de Granada, haciéndolo así para que “sea salvada Espanya”. El rey y sus caballeros sometieron todo el territorio rebelde y, sin demandar ni pretender recompensa alguna, tornaron a su reino.
    Su sentido de hispanidad se acrecienta con los caracteres que él presenta. El rey, catalán de nacimiento, de costumbres y hasta de lenguaje, salvo en documentos, en que ya empleó el idioma nacional, entonces castellano, unido a su pueblo, cuyas comunidades y concejos le acompañan fielmente, da cima con su auxilio a ese sentido de colaboración y de unidad, esa España que ni él ni el pueblo podían olvidar.

    Aragón nos lega en el reinado de Pedro III la concesión del ‘Privilegio de la Unión’, en el que algunos han querido ver una manifestación de las doctrinas políticas modernas, como una ‘Carta Magna’ inglesa, primer y fundamental atisbo del derecho constitucional, estrecha limitación del poder real intervenido por el pueblo.

    A partir del rey don Jaime II, las armas de Aragón no combaten a moros, pero tampoco permanecen ociosas: “Los peces del Mediterráneo se preparan para pintar de sol en sus escamas las barras insignes aportadas por los condes de Barcelona al escudo que será de España”. Italia, Grecia, Nápoles y Atenas son las rutas de gloria de este pueblo. Ya Jaime I, el Gran Conquistador, había plantado sus banderas en Baleares. La sombra de las alas del murciélago de su cimera, después de planear sobre Valencia, Palma e Ibiza, se cierne políticamente sobre Italia.

    En 1303, tropas mercenarias catalanas y aragonesas acuden en auxilio del emperador de Bizancio, Andrónico, y el mundo asiático conoce el valor y la dureza táctica de los ‘almogávares’.
    Más tarde, Alfonso V –“rey militar, político y mecenas”-, por el lauro de sus batallas victoriosas, se proclama rey de Nápoles. Árbitro de Italia, dirime en su favor varios pleitos políticos peninsulares y logra ser reconocido heredero de los Estados del duque de Milán.
    Son los caminos para lograr el futuro Imperio: “Si España, al alcanzar su unidad nacional, obtuvo un vasto Imperio europeo, por el que se vio obligada a luchar varios siglos, no fue por un capricho personal de nadie, ni siquiera por una vena colectiva de ambición y voluntad de mando. La voluntad del Imperio español es lógica consecuencia de una cadena de derechos sucesivos en cuya elaboración intervinieron por igual el secreto designio del Destino y la habilidad matrimonial de la Casa Real Aragonesa, verdadera rival en este aspecto de la Casa de Habsburgo, con la que acabará enlazándose un día”.

    El Imperio europeo de España será, pues, un Imperio de Derecho. Cada trozo que se le fue añadiendo desde el siglo XIV tiene profundas raíces jurídicas que sólo la mala fe de los historiadores enemigos ha podido motejar de ambición. La pérdida sucesiva de cada uno de ellos en guerras desafortunadas contra Estados rapaces –de manera principal con Francia- sí supuso muchas veces la codicia contra el Derecho, la violencia contra la posesión jurídica y la intriga contra la razón de sangre y destino que llevaran hasta tierras ajenas a España a los hombres nacidos en ella.


    CATALUÑA.

    La porción de territorio que a un lado y otro de los Pirineos constituían la Marca Hispánica bajo el cetro de Carlomagno, la formaban los condados de Rosellón, Cerdaña, Pallars, Urgel, Ampurias, Besalú, Barcelona, Gerona y Ausona.
    A fines del siglo IX el conde independiente Wifredo el Velloso reúne bajo su dominio gran parte de los condados catalanes, y con él comienzan los condes-reyes y la historia de Cataluña como tal Estado español.
    No sólo asienta Wifredo las bases del Estado, sino la semilla de la cultura, con la fundación del monasterio de Ripoll, donde se darán cita todas las corrientes literarias: relampagueos de cultura clásica, residuos del saber isidoriano, reflejos de las letras helénicas, influencias del renacimiento carolingio y fiero palpitar de la ciencia islámica.

    En la serie de condes que la rigen a mediados del siglo XI sobresale Ramón Berenguer I el Viejo, que otorga a sus catalanes el ‘Código de los Usatges’, contribuyendo con él a la exaltación de la autoridad condal. A fines de ese siglo y comienzos del XII llega Cataluña a su apogeo con la incorporación de la Provenza bajo el gobierno de Berenguer III. Aliado con la república de Pisa, lleva sus expediciones a las Baleares, preparando su hijo después la unión de Cataluña a la Corona aragonesa al contraer matrimonio con la hija del rey de Aragón. Alfonso II será el primer rey de Aragón y Cataluña, y ambos pueblos, estrechamente unidos, llevarán a cabo la expansión mediterránea.

    A través de la Edad Media, Cataluña aportó a la cultura hispánica el brío de sus geniales producciones. La poesía provenzal, cultivada por juglares y trovadores, influyó decisivamente en las composiciones literarias de los poetas catalanes; la historia y la novela caballeresca fueron los géneros preferidos por los prosistas.
    Cataluña se incorpora a la gran familia hispana, al tiempo que Aragón, en la persona del rey Fernando el Católico.


    NAVARRA.

    En el siglo IX aparece Navarra como núcleo independiente frente al pueblo musulmán, con Íñigo Arista. Sancho III traerá en su cetro el poderío de su reino y con él vendrán al patrimonio Sobrarbe y Ribagorza, y el propio condado de Castilla. En la guerra, Calatañazor lo ve luchando contra los moros, y en la paz, fomenta las peregrinaciones a Santiago, trasladando a la tierra llana el viejo camino que corría por tierras de enemigos y fundando además el monasterio de San Salvador de Leyre. “El alma de Navarra vibraba en medio de aquellos peñascos bravíos. Allí se fortalecía para luchar, allí se recogía para orar, allí encontraba un seguro en los días malos. La abadía era palacio real, curia pontificia, escuela y parlamento del reino y cementerio de los reyes y nobles. Corte y entraña de la tierra navarra” (Fr. Justo Pérez de Úrbel).

    Considerando la monarquía como un bien privado o patrimonial, repartió Sancho los Estados entre sus hijos. Su testamento fue de una importancia inmensa en orden a la Reconquista y a la historia posterior. En él tuvieron origen, como reinos, Aragón y Castilla. Ésta, que había sido condado hasta entonces, fue cedida a su hijo Fernando I, que tomó el título de rey. A su vez, y con carácter de reino, cedió a Ramiro los territorios de Aragón. Y ambas monarquías, cabezas de todos los demás reinos peninsulares, fueron las forjadoras de la Reconquista patria.

    Navarra, tras las vicisitudes de su historia, uniones y separación con Aragón, con la Corona de Francia y las Casas de Evreux y Albrit, vendrá a incorporarse a Castilla en 1515, quedando terminada la empresa gloriosa de la unificación nacional.



    Tales reinos, con sus comarcas, posesiones e ideales, no representan para la historia de la unidad española compartimentos estancos, cerrados en el contacto y a la influencia mutua. Los momentos de separación tal vez obedezcan a un individualismo y falta de cohesión característicos del español, en ocasiones, tan fatales para nuestra acción.
    Pero los instantes de entronque entre ellos van dibujando una España renaciente que, pese a sus diferentes procedencias y no obstante las miras interesadas que cada uno posee, obedeciendo acaso todos ellos de un modo inconsciente a los impulsos misteriosos del ancestralismo, van convergiendo, sin darse cuenta, en el vértice común de la unidad.

    Como dos hondos y anchos caudales de agua, fluyen y corren las vidas de Aragón y Castilla hacia la desembocadura de la unidad nacional. La estabilización de las nacionalidades; la configuración de la Realeza fortalecida por el principio hereditario y por la personalidad eminente de algunos soberanos; la caída del peligro musulmán y el progreso de la cultura y el lujo... traen aparejados un nuevo concepto de la vida pública y privada.
    La monarquía dejará de ser patriarcal para hacerse patrimonial. El rey evolucionará, y de ser caudillo militar de la guerra santa contra el moro pasará a desempeñar las funciones políticas y representativas con una autoridad mucho más limitada.




    4
    Ateniéndonos a lo más concreto en la configuración de esa España ‘total’, las características especiales en lo que atañe a la vida de sus pueblos y a sus gentes son las que siguen:
    Ante todo, como ambiente que envuelve a la Piel de Toro, existía en los ánimos de todos la idea de que la Reconquista había de comenzar por al purificación de costumbres, y de ahí el que pensaran que la más poderosa ayuda había de venir no de su esfuerzo, sino de Dios. Ello obedecía a la idea de que los pecados de los reyes, del clero y del pueblo fueron la causa de su perdición, como lo consignan los cronistas contemporáneos, el ‘Anónimo’ toledano, el Albeldense y Alfonso III.


    Religión.
    En lo que atañe a la religión, España sigue fiel a su tradición de defender la pureza de la ortodoxia con el mismo brío que la defendió San Isidoro y defiende Pelayo con las armas. Beato de Liébana guarda intacta la tradición, el salvador espíritu de Osio y de los padres Iliberritanos, de Liciniano, de Mausona y Leandro. Y la herejía adopcionista sustentada por Elipando, que vive entre los árabes, es vencida y humillada.
    La Iglesia de la Edad Media vive en íntima comunión con el pueblo, alentaba todas sus empresas, apaciguaba sus temores y, en todo momento corría a ponerse a su lado, compartiendo sus riesgos y peligros y aleccionándole con sus conocimientos superiores.
    Dentro de ella, los monjes de la Edad Media realizan una extraordinaria función religiosa, patriótica y social, hablando al pueblo en su tosco lenguaje vulgar, asistiendo a la vida social y mezclándose en la carne viva de las inquietudes y preocupaciones populares.

    Política.
    En el orden político, la institución fundamental donde las demás se apoyan fue la Monarquía. Ella entera simboliza a la Patria. Servir al rey era servirla, porque a los ojos del pueblo el monarca simboliza la nacionalidad. De los reyes dimanaba el poder; fueron fuente de legislación y en su nombre se administraba la justicia.

    Las villas y lugares se desenvolvían bajo un admirable régimen municipal que gozaba de gran autonomía.

    Como derivación de los Concilios toledanos visigóticos surgieron las Cortes de Aragón y de Castilla, constituidas por los tres brazos en que se dividía la sociedad: el clero, la nobleza y el estado llano. Con la intervención de este último elemento, a partir del siglo XII surgió el pueblo español a la vida política mucho antes que otras naciones europeas.

    Legislación.
    En lo que a la legislación se refiere, en los primeros siglos de la Reconquista desarrollóse la legislación foral, conjunto de cartas pueblas y de fueros municipales otorgados por los reyes a los pueblos. La monarquía asturleonesa, entre las demás instituciones de los godos, mantiene el ‘Fuero Juzgo’; a él se atienen también Aragón, Cataluña y los mozárabes de al-Andalus.
    Pero la Castilla alto-medieval repugnaba en general la legislación del viejo Código y prefería regirse por sus costumbres locales, lo que indicaba que había cambiado en sus costumbres más que las otras comarcas y que percibía, en pleno siglo X, la necesidad de la nueva forma jurídica.

    En el siglo XI, tanto León como Cataluña empiezan a aplicar su derecho nuevo, pero aun entonces Castilla sigue distinguiéndose al continuar sus costumbres locales, sin fijarlas por escrito hasta el siglo XIII con el ‘Fuero real’.
    Entre todos los pueblos hispanos León tiene la ventaja de la solidez interna, de la pujanza de lo heroico y lo tradicional; sigue allí la tradición legislativa del ‘Fuero Juzgo’ y se flexibilizan las normas según avanza la Reconquista.

    Cultura
    Júbilo inmenso embarga a toda la cristiandad cuando, en 1085, el rey Alfonso VI entró en Toledo, la vieja capital del reino visigodo. A partir de entonces iníciase una era floreciente en la España cristiana, como si hubiera necesitado cierta base y estabilidad en sus dominios y anchura suficiente en su desenvolvimiento para, de ese modo, encender su luz bienhechora, iluminando a Europa con toda la ciencia de la antigüedad que yacía olvidada.
    Créase entonces la Escuela Alfonsina de traductores, que llegó a su máximo apogeo en tiempos de Alfonso VII el Emperador, con la protección del obispo don Raimundo y la reunión de los cultivadores de las ciencias de entonces, en su mayoría árabes y judíos. El dominio del fanatismo almohade en la España musulmana de la época la favoreció, al perseguir a hombre doctos que hubieron de exiliarse al Toledo cristiano.

    El papel cultural que representa así Castilla es de los más ilustres. El servicio rendido a la ciencia fue definitivo y con ello Europa dio un paso gigantesco hacia su perfección cultural. Traductores fueron, principalmente, el arcediano de Segovia y filósofo Domingo Gundisalvo; el italiano Gerardo de Cremona, el judío converso Juan de de Sevilla, Roberto de Retines, Miguel Escoto y tantos otros, gloria de la Escuela toledana.
    Antes, cuando las armas hacían huir a las ciencias y a las letras, se refugiaron éstas en la santidad de los monasterios, abadías, catedrales, y allí se hacían perdurables. Ahora se crean los Estudios generales de Palencia y Salamanca, origen de las Universidades, que tan próspera vida alcanzaran.

    El lenguaje.
    Otra característica innovadora de Castilla es el lenguaje. Ya en la época de Vardulia, que luego se había de llamar Castilla, discrepaba de todos en varios puntos que se hicieron muy notables cuando los romances se hallaban más diferenciados en el siglo X.
    Sólo Castilla comenzaba a sentar unas normas del decir. La razón principal del comienzo de la fijación del idioma era que Castilla lo mismo hacía con sus costumbres: estimaría la lengua propia a la par que la latina o más. En suma, igual que en la política, en la guerra y en derecho, se adelantaba a cumplir una evolución destinada a triunfar. Entre los siglos XII y XV el castellano, como una formidable cuña, penetra desde el Norte hasta el Sur, sustituyendo la antigua unidad lingüistica, careada por la unidad visigoda. “Políticamente, el reino de Toledo llegó a hacerse Castilla la Nueva. Del mismo modo, la lengua del toledano Cervantes, admirada en el mundo, no es otra que la lengua del burgalés Fernán González”. (Menéndez Pidal)

    La literatura.
    Durante los dos siglos primeros de la Reconquista se restaura en el reino asturiano la Escuela de San Isidoro, con la producción de las crónicas latinas.
    Después también se escribe esta clase de crónicas por toda la España cristiana. Sólo Castilla cultiva una nueva manera de historia, obras de juglares en lengua romance, destinadas al común de las gentes, manera desconocida a la tradición latina eclesiástica -únicamente del latín, pero no a la gótica: sabemos que los godos practicaban cantos épicos.
    El romanismo combatía esa poesía como saturada de ideario bárbaro. Los temas de los cantos épicos castellanos son precisamente esas costumbres germánicas que aparecen al par de la epopeya.


    Desde el siglo XIII se elevará España a esplendorosa altura. Alfonso el Sabio, con sus ‘Cántigas’; Jaime I, con sus ‘trovas’; el infante Don Juan Manuel con ‘El Conde Lucanor’, y la misma nobleza rivalizando en la producción de obras literarias meritísimas, como el Marqués de Santillana, y Pero López de Ayala; Gonzalo de Berceo, monje que inmortalizó su nombre con ‘Los milagros de Nuestra Señora’ y su ‘Vida de San Millán’ y otros poemas, y Juan Ruiz, arcipreste de Hita, con su ‘Libro de Buen Amor’.
    En las ciencias sobresalen Domingo Gundisalvo y Juan Hispalense, que se asimilaron todo el saber filosófico oriental; Petrus Hispanus y Pedro Pascual, y Alfonso de Madrigal, el Tostado.
    Y, por encima de todo ello, el hito inconmensurable del poema del ‘Mio Cid’, ejemplo para los imitadores y modelo para los demás poemas europeos.

    En el siglo XV, Villena, Santillana, Juan de Mena, Jorge Manrique y otros sentarán la base de nuestro clasicismo literario; es el tiempo de los ‘Pasos honrosos’, como el de Suero de Quiñones; de las especulaciones científicas, de los libros de trovas y caballerescos y de los albores del Renacimiento difundidos por las empresas del magnánimo Alfonso V de Aragón, ‘rey de Italia’.

    Las aficiones de los dos soberanos coetáneos Juan II de Castilla y Alfonso V de Aragón, su protección decidida a la literatura y a las artes, la introducción de los manuscritos y textos antiguos, copiados a sus expensas y por su mandato, acreditan el relieve intelectual de la época que, con sus inclinaciones suntuosas, hicieron de las cortes castellana y aragonesa el punto de reunión de los barones y caballeros y artistas extranjeros, lujo y boato de Don Juan II y de Don Alfonso V y de sus respectivos cortesanos.

    En los otros reinos hispánicos, Raimundo Lulio en Mallorca, caballero insigne, teólogo, filósofo y poeta místico, contribuye a la civilización con su vida ejemplar y la influencia de sus doctrinas; Berenguer de Fluvia, Sabunde y Juan Llobet serán sus seguidores.
    El poeta Ausias March, profano y místico, amante y filósofo; Arnaldo de Vilanova en Medicina y Antonio Andrés en Filosofía derraman su renombre por el ámbito peninsular.

    El arte.
    El arte camina a la vera de la historia. El camino de Santiago nos trae el románico -arte que es no sólo belleza del objeto, dibujo de la idea platónica, espíritu incorporado, con exclusión del alma, como el arte griego, sino que además del objeto consistente admite el objeto existente que está fuera de sus causas-.
    Este estilo tiene camino y posada; llega y marcha lento, de piedra en piedra, por Jaca, Loarre, Estella, Silos, Sahagún y la Basílica de San Isidoro -cuyas pinturas y sepulcros recogen la grandeza del momento y son símbolo de nuestra primera unidad política, religiosa e intelectual- para alcanzar su perfección en Compostela, en la Catedral, acrópolis del Cristianismo, Partenón del Occidente, en cuyo Pórtico de la Gloria están plasmados los cantos del paraíso dantesco, o en versos de ‘cuaderna via’, como hechos por Berceo:.
    “El maestro Mateo es el Fidias del primer gran estilo que ha dado la Cristiandad”. El Pórtico de la Gloria ha significado en el románico lo que el Partenón en el arte griego y la portada de la Universidad de Salamanca en el plateresco; una unidad de estilo, una perfección, un clasicismo ejemplar, una cima europea de medida, de canon, de gracia eterna; un módulo inmortal” (E. Montes)

    Pero también estos siglos medios aportan otra innovación del arte, que constituirá, a su vez, característica española; Castilla y la idea de Imperio nos traen, después, las catedrales góticas.
    León, Burgos y Toledo representan la idea del ‘Totius Hispaniae’. El estilo ojival llena las necesidades de su época. Su elevación ideal, los haces esbeltos de sus columnas y nervaduras, la rica floración de sus accesorios y la amplitud de sus ámbitos basilicales, responden por entero a las condiciones espirituales y caballerescas de los siglos bajomedievales, ya idealmente soñadores, preñados de simbolismo.
    El ojival españolizado de Burgos, Sevilla y Toledo en su robusto arqueo de masas, en la fuerza y severidad de su conjunto y en la rica profusión de sus motivos ornamentales señala hondo y peculiar carácter a nuestras catedrales.
    En su época de transición o nacimiento apunta en los monumentos cistercienses; en su florecimiento, surgen la mayoría de nuestras catedrales, y en su decadencia, debida a la pérdida de su severidad, a lo recargado de sus ornamentaciones y al relajamiento de sus cánones artísticos, estará representado por San Juan de los Reyes y la catedral de Segovia.

    La gran aportación que da España a lo ojival es el ‘mudejarismo’, arte exclusivamente peninsular resultante del encuentro de las civilizaciones oriental y occidental; el pensamiento es gótico; la ejecución, detalle y material serán musulmanes o influenciados por tales.
    De ese encuentro, rehabilitación del modesto ladrillo, saldrán las maravillas afiligranadas de Tauste, Teruel y Toledo.

    Como personalidad artística medieval debe señalarse el ‘castillo’ con todas sus vicisitudes, desde el castillo llano de ‘señorío’, como el de Paradilla en Valladolid, pasando por los de ‘mota’, erigidos sobre colinas escarpadas, para llegar al castillo roquero, al montano y a los de raya o salvatierra. Ellos fueron el ambiente de nuestra personalidad histórica y de nuestra propia existencia, defensores de la vida nacional, y los esforzados artífices del alma española del medievo.

    A toda aquella arquitectura peregrina corresponde un algo que los antiguos no habían conocido por la estructura propia de sus lenguas, pero que tampoco los bárbaros, faltos de sentido rítmico, podían inventar: ‘la rima’.
    Vedier ha escrito que la épica romance ha nacido en el camino de Santiago.
    Los cuerpos de los héroes que habían muerto a lo largo del camino de Santiago, allí quedaban como centinelas, como los álamos temblorosos de los ríos, custodiando el camino, y los fresnos de las orillas del Cea eran las lanzas florecidas de los caballeros de Carlos, caídos al atravesar el cauce.
    El mismo espíritu que creó la ‘Chanson de Roland’ inspiró el ‘Pelerinage de Charlemagne’, la ‘Entrada de España’ y el poema de ‘Anseis de Carthage’; los autores de estos poemas escritos en los siglos XII, XIII y XIV insisten en las mismas ideas caballerescas y describen el camino que conduce a Compostela. La juglaría española pide prestados a la francesa algunos asuntos relacionados con el camino de Santiago, como el poema de Roncesvalles y la ‘Peregrinación del Rey de Francia’, incluida en la Crónica del Tudense.

    También en la música influye el camino de Santiago. El texto y la música de los himnos latinos que en el camino se cantaban se conservan el ‘Codex Calixtinus’. Son las voces de toda la Cristiandad cantando las glorias y alabanzas del hijo del Trueno.



    5
    Tipos representativos de este trozo de historia son:

    El Rey.
    Pudiera llevar como lema aquella indicación que se hizo de un rey medieval: “Es ardido y probo y valiente y longánimo en dar y agradable a toda la gente y muy misericordioso y tiene puesto todo su corazón y voluntad en guerras contra los sarracenos”.
    El tipo de nuestro rey es compendio de conquistador, legislador y civilizador de pueblos. Signado con la ley de la Casa de Dios, está predestinado a grandes cosas. Fe insigne es el motor de su vida, y el deseo de emplear el reino de Cristo le impelerá a realizar sus conquistas. En la dureza obligada del oficio pondrá la ternura y el frescor que tienen las fuentes claras en el ardiente desierto.

    La unión de la santidad y de la fuerza, el triunfo sobre los afectos domeñados, la perfección moral convertida en norma de república y buen gobierno, la vida de la Gracia rigiendo la vida política se dará en un San Fernando, ideal del príncipe cristiano.
    Pobre en amor y triste en gobierno, pero rico en ciencia y alegre en su siembra de sabiduría, será un Alfonso el Sabio, que por azares del destino quedará malparadas su autoridad real, oscilante y débil.
    Pero siempre la institución con nobilísimas prendas adornada, con el interés fijo en el bienestar y en la grandeza del pueblo. Su representación podía concretarse en aquella imagen de un rey sobre cuya coraza de guerrero descansa el manto de armiño del soberano. Empuñada en la diestra, la espada, guía y amparo de la Cristiandad española. Con la izquierda sostiene pesada esfera, símbolo de los cuidados y fatigas del mundo. En el rostro, donde la piedad y el amor marcan sus huellas, los ojos humildes y reverentes, levantados a las alturas del cielo, y los brazos aferrados a la tierra, a la que gobierna ambicioso, decidido y valiente.


    El Guerrero cristiano.
    El guerrero cristiano es valeroso, noble, arriesgado, cristiano auténtico y orgulloso. Siente el goce de la lealtad, que no consiste sólo en servir fielmente al señor, sino en hablarle con voz de verdad en todas las ocasiones.
    Ellos nacen en la historia como un fruto de circunstancias. Unas veces pelearán en el desfiladero de Roncesvalles contra un ejército invasor y se llamará Bernardo del Carpio. Otras saldrá de un ‘pequeño rincón’ la cabeza de un reino por obra de un conde que sacará a los suyos del ‘antiguo dolor’, y se llamará Fernán González. Otro será el buen Cid Campeador, o Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Entenza o Ricafort.

    La Mujer fuerte.
    La noble y firme entereza de las mujeres castellanas la representan Doña Berenguela y Doña María de Molina, corazones animosos y bien templados, de voluntad decidida y ardiente. Prodigios de habilidad y de valor realizan para el logro de su ideal, como amas de casa y amas de Reino. Ni las fortunas de la guerra consiguen amilanarlas ni las intrigas quebrantar su tesón.
    El monumento que dejan a su Patria será las constantes del alma femenina española: tenacidad contra los ambiciosos y traidores, fidelidad a la memoria del esposo, el amor a su hijo, el valor, la arrogancia, la generosidad... Todo lo que al cabo de siglos recordará a las mujeres españolas.

    El Poeta.
    Muchas veces llevará un nombre rotundo y sonoro, -que será Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz o Gómez Manrique entre tantos otros-, y cantarán las vidas de los santos, el contraste entre el amor divino y el humano, o problemas de moral, o ‘decires’ de amor en cancioneros o trovas. Exaltar en sus poesías a la religión, a la mujer, las virtudes morales, las glorias y desdichas de la Patria, dentro del canon mesurado de la alabanza sencilla, como consejo callado que da tono a la poesía española de aquel entonces.
    Pero otras será el poeta innominado, que pudo ser juglar, trovero o cortesano, cuyos cantares de gesta, romances o relatos de caballería van creando en el español un subconsciente de audacia, de propensión a las hazañas y al sacrificio; de expansión del nombre de España para surgir esa gloria única de la Patria que es el ‘Romancero’, tesoro de la poesía española y cofre donde se guardan, como en el del Cid, la buena moneda de las costumbres y hechos históricos de la época.

    El Héroe.
    Lo característico del héroe español es que se sitúa dentro de la vida: no es lo mítico ni lo desproporcionado, sino personaje de carne y hueso. Es el centro en torno del cual giran las más hondas alteraciones históricas. El héroes es el triunfo de la voluntad, que supera lo insuperable, característica española muy saliente que arrolla las dificultades y se sobrepone al pensamiento.
    Es la acción antes que la perfección, lo cual ha de caracterizar toda la obra española.

    El Santo.
    Prototipo de santo de hálito ardiente es Santo Domingo de Guzmán. Su siembra es la más prodigiosa del espíritu español.
    “Las demás Órdenes religiosas fueron influidas por el espíritu dominico. La Merced, el Carmelo, Santa Brígida, los Jesuitas. La suya dio santos como Santo Tomás de Aquino, San Vicente Ferrer, Catalina de Sena; pintores como Fra Angélico; teólogos como Victoria, Soto; predicadores como Savonarola, Juan de Vicenza, fray Luis de Granada; fundadores como Peñafort... Sus ‘Constituciones’ llegaron a influir en Washington para fundar los EE.UU, y su Orden, la más universal de España.
    Este hijo de Castilla y de Roma fue para la Cristiandad de la Edad Media una bandera de fuego, como antes lo fuera de luz San Isidoro de Sevilla y como después había de serlo de amor Santa Teresa de Jesús”.

    Este santo puede ser también un Raimundo de Peñafort; puede serlo también un Vicente Ferrer, asceta y misionero, ‘fe hecha carne’, que arrastra las multitudes porque posee el don de lenguas y manifiesta el don de profecía y de ciencia teológica a caballo de la Guerra de los Cien años, el Compromiso de Caspe y en la supresión del Cisma de Occidente.


    El Monje.
    Resalta esta figura en su aspecto humano y español, desenvolviéndose a través de lo que ha rendido a la fe por una vida edificante, al arte y a la cultura, y más aún por su obra civilizadora; trabajadores infatigables, con frecuencia anónimos, cuya vida se desarrolla al compás de la vida nacional.
    Son los campeones de una vida heroica, toman parte en los Concilios, intervienen en las disputas doctrinales, suban a los puestos más altos de la jerarquía eclesiástica, aparecen en los Consejos de los Reyes, se mezclan con la muchedumbre en ciudades y aldeas; enseñan, predican, consuelan, escriben, sostienen la sociedad, defienden la ortodoxia, crean artes, fundan escuelas, son poetas, historiadores, teólogos, pintores, calígrafos y arquitectos; un elemento de influencia capital en la vida religiosa, social, política y cultural de España.

    “¡Monjes españoles! Primavera románica, versos leoninos y leyendas hagiográficas. Catedrales con apariencias y sombras de fortalezas, báculos pastorales blandidos detrás de bosques de lanzas, ritmos de gestas cruzando ritos litúrgicos. ¡El alma de la Edad Media aguzada por el cayado y la azada del monje!”
    ¡Gran cosecha de los siglos medios!

    Eran de temperamento vibrante, alma hermosa y corazón seráfico. Su aspecto risueño es luz y vive siempre alegre y confiado, porque dentro de su corazón bulle el lucero inextinguible que encendió el Paráclito. Caminan al lado del magnate, implorando la bendición del Cielo sobre espadas y escudos.
    Dos clases de hombres son los que trabajan en esta época: el siervo, por fuerza; el monje, por amor. Y como éste es más fecundo, cuaja en seguida en obras que le alabarán a él y a su tierra: levanta el monasterio, fertiliza las tierras con el propio sudor, y lo convierte en asilo de cultura, foco del patrimonio y refugio de los defensores de la patria.

    Así nacen aquellos monasterios: Samos, Sahagún, Nájera, San Pedro de Cardeña, Oña, Veruela, La Oliva etc.
    Prez y orgullo de esta cosecha fueron San Martín de Dumio, San Fructuoso, San Valerio, Odeario, Atilano, Froilán, Genadio y Rosendo, y la monja Eteria, almas místicas y guerreras, cuerpos vigorosos y suaves, abnegados, que junto a la oración y el rezo, lo mismo abaten árboles que rasguean el cálamo sobre los blancos pergaminos.
    Monjes españoles que viven en San Isidoro de León, en Santo Domingo de Silos, San Juan de la Peña, Leyre, Roda, Ripoll y en tantos otros que fueron centros espirituales donde se plasmaron los anhelos colectivos de le Reconquista; monasterios, abadías y santuarios que mantuvieron los recuerdos nacionales y prepararon la unidad de las comarcas para que se fuera realizando la unidad de todos los españoles.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA

    ELOGIO DE ESPAÑA:

    158
    “Por esso vos lodigo que bien lo entendades,
    mejor es dotras tierras en la que vos morades,
    de todo bien conplida en la que vos estades;
    dezir vos e agora (quantas) ha de bondades.

    Tierra es muy tenprada, syn grandes calenturas,
    non faze en ivierno destenpradas friuras;
    non es tierra en mundo que aya tales pasturas,
    árboles pora fruta siquier de mil naturas.

    Sobre todas las tierras mejor es la Montaña,
    de vacas e ovejas non ha tierra tamaña,
    tantos ha y de puercos que es fiera fazaña,
    sirven se muchas tierras de las cosas d'España.

    Es de lino e lana tierra much’ abastada,
    de çera sobre todas buena tierra provada,
    non sería de azeite en mundo tal fallada,
    Inglatierra nin Francia desto es abondada.

    Buena tierra de caça e buena de venados,
    de rrío e de mar muchos buenos pescados,
    quien los quiere rezientes, quien los quiere salados,
    son destas cosas tales pueblos muy abastados.

    De panes e de vinos tierra muy comunal,
    non fallarían en mundo otra mejor nin tal,
    muchas de buenas fuentes, mucho río cabdal,
    otras muchas mineras de que fazen la sal.

    Ha y muchas veneras de fierro e plata
    Ha y venas de oro, son de mejor barata,
    ha en sierras e valles mucha de buena mata,
    todas llenas de grana pora fer escarlata.

    Por lo que ella mas val aun non lo dixemos:
    de los buenos cavallos mençión non vos fiziemos,
    mejor tierra de las que quantas nunca viemos,
    nunca tales cavallos en el mundo non viemos.

    Dexar vos quiero d'esto, assaz vos he contado,
    non quiero más dezir, que podría ser errado,
    pero non olvidemos al apóstol honrado,
    fijo del Zebedeo, Santyago llamado.

    Fuerte mient quiso Dios a España honrar,
    quand al santo apóstol quiso y enbyar;
    d'Inglatierra e Françia quiso la mejorar,
    sabet non yaz apóstol en tod’ aquel logar.

    Onro le otra guisa el preçioso Señor,
    fueron y muchos santos muertos por su Señor,
    de morir a cochiello non ovieron temor,
    muchas vírgenes santas, mucho buen confessor.

    Com’ ella es mejor de las sus vezindades,
    assi sodes mejores cuantos aquí morades,
    omnes sodes sesudos, mesura heredades,
    desto por tod’ el mundo muy gran d preçio ganades.

    Pero de toda España Castiella es mejor,
    porque fue de los otros el comienço mayor,
    guardando e temiendo sienpre a su señor,
    quiso acreçentar la assi el Criador.

    Aun Castiella Vieja, al mi entendimiento,
    mejor es que lo al, por que fue el çimiento,
    ca conquirieron mucho, maguer poco convento,
    bien lo podedes ver en el acabamiento.”

    POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ (Siglo XIII)



    DEL LOOR DE ESPAÑA, COMO ES CUMPLIDA DE TODOS BIENES:

    159
    “E cada una tierra de las del mundo e a cada provincia honró Dios en sennas guisas, et dio su don; mas entre todas las tierras que El honró más, España la de Occidente fue; ca a ésta abastó El de todas aquellas cosas que omne suel cobdiciar. Ca desde que los godos andidieron por las tierras de la una parte e de la otra probándolas por guerras e por batallas e conquiriendo muchos logares en las provincias de Asia e de Europa, probando muchas moradas en cada lugar e catando bien e escogiendo entre todas las tierras el más provechoso logar, fallaron que España era el mejor de todos, e mucho preciaron más que a ninguno de los otros, ca entre todas las tierras del mundo España a una estremança de abondamiento e de bondad más que otra tierra ninguna.
    Demás es cerrada toda en derredor: del un cabo de los montes Pirineos que llegan fasta la mar; de la otra parte del mar Occeano, de la otra del mar Tirreno. Demás es en esta España la Galia Gótica, que es la provincia de Narbona desuno con las cibdades Rodes, Albia et Beders, que en el tiempo de los godos pertenescien a esta misma provincia. Otrosí en África habíe una provincia señora de diez cibdades que fué llamada Tingintana, que era so el sennorío de los godos así como todas estas otras.
    Pues esta España que decimos tal es como el paraíso de Dios, ca riégase con cinco ríos cabdales que son Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, Guadiana; e cada uno dellos tiene entre sí e el otro grandes montañas et tierra; e los valles e los llanos son grandes e anchos, e por la bondad de la tierra e el humor de los ríos llevan muchos fructos et son abondados. España la mayor parte della se riega de arroyos e de fuentes, e nunqual minguán poços cada logar o los ha mester.
    España es abondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa de pescados, sabrosa de leche et de todas las cosas que se della facen; llena de venados et de caça, cubierta de ganados, loçana de cavallos, provechosa de mulos, segura et bastida de castiellos, alegre por buenos vinos, folgada de abondamiento de pan; rica de metales, de plomo, de estanno, de argent vivo, de fierro, de arambre, de plata, de oro, de piedras preciosas, de toda manera de piedra mármol, de sales de mar et de salinas de tierra et de sal en pennas, et dotros mineros muchos: azul, almagra, greda, alumbre et dotros mineros muchos de cuantos se fallan en otras tierras; briosa de sirgo et de cuanto se faze del dulce de miel et de açucar, alumbrada de cera, complida de olio, alegre de açafrán.

    España sobre todas es engennosa, atrevuda et mucho esforçada en lid, ligera en affán, leal al sennor, affincada en estudio, palaciana en palabra, complida de todo bien; non a tierra en el mundo que la semeie en abondança, nin se eguale ninguna a ella en fortalezas et pocas en el mundo tan grandes como ella. España sobre todas es adelantada en grandez et mas que todas preciada por lealtad. ¡Ay España! non a lengua nin engenno que pueda contar tu bien.
    Sin los rios cabdales que dixiemos de suso; muchos otros ay que en su cabo entran en la mar non perdiendo el nombre, que son otrossí ríos cabdales, assí como es Minno que nasce et corre por Gallizia et entra en la mar; e deste río lieva nombre aquella provincia Minnea; et muchos otros ríos que a en Gallizia et en Asturias et en Portogal et en ell Andaluzia et en Aragón et en Catalonna et en las otras partidas de Espanna que entran en su cabo en la mar. Otrossí Aluarrezen et Segura que nascen en esa misma sierra de Segura, que es en la provincia de Toledo, et entran en el mar Tirreno, et Mondego en Portogal que non son nombrados aquí.
    Pues este regno tan noble, tan rico, tan poderoso, tan onrrado, fue derramado et astragado en una arremessa por desabenencia de los de la tierra que tornaron sus espaldas en sí mismos unos contra otros, assí como si les minguassen enemigos; et perdieron y todos, ca todas las cibdades de Espanna fueron presas de los moros et crebantadas et destroydas de mano de sus enemigos.”

    ALFONSO X EL SABIO (1221-1284), ‘Estoria de España’ 558.



    DEL DUELO DE LOS GODOS DE ESPAÑA ET DE LA RAZÓN PORQUE ELLA FUE DESTROYDA:

    160
    “Allí se renovaron las mortandades del tiempo de Hercules; allí se refrescaron et podrescieron las llagas del tiempo de los vándalos, de los alanos et de los suevos que comenzaran ya a sanar.
    Espanna que en el otro tiempo fuera llagada por la espada de los romanos, pues que guaresciera et cobrara por la melezina et la bondad de los godos, estonces es crebantada, pues que eran muertos et aterrados cuantos ella criara.
    Oblidados le son los sus cantares, et el su lenguaje ya tornado es en ageno et en palabra estraña.
    Los moros de la hueste todos vestidos del sirgo et de los paños de color que ganaran, las riendas de los sus caballos tales eran como de fuego, las sus caras dellos negras como la pez; el mas fremoso dellos era negro como la olla, assí luzíen sus oíos como candelas; el su cavallo dellos ligero como leopardo, e el su cavallero mucho más cruel et mas dañoso que es el lobo en la grey de las oveías en la noche.
    La vil yente de los africanos que se non solie preciar de fuerça nin de bondad, et todos sus fechos fazie con art et a engaño, et non se solíen amparar si non pechando grandes riquezas et grand aver, essora era exaltada, ca crebantó en un hora más ayna la nobleza de los godos que lo non podríe omne dezir por lengua.

    ¡Espanna mezquina!, tanto fué la su muert coytada que solamientre non finco y ninguno qui la llante; laman la dolorida, ya más muerta que viva, et suena su voz assí como dell otro sieglo, e sal la su palabra assí como de so tierra, e diz con la grand cueta: "vos, omnes, que passades por la carrera, parad mientes et veed si a cueta nin dolor que se semeie con el mio".
    Doloroso es el llanto, llorosos los alaridos, ca Espanna llora los sus fijos et non se puede conortar porque ya no son.
    Las sus casas et las sus moradas todas fincaron yermas et despobladas; la su onrra et el su prez tornado es en confusión, ca los sus fijos et los sus criados todos moriron a espada, los nobles et fijos dalgo cayeron en cativo, los príncipes et los altos omnes ydos son en fonta et en denosto, e los buenos conbatientes perdieron se en estremo.
    Los que antes estavan libres, estonces eran tornados en siervos; los que se preciavan de cavuallería, corvos andavan a labrar con reias et açadas; los viciosos del comer non se abondavan de vil maniar; los que fueron criados en pannos de seda non avien de que se cobrir nin de tan vil vestidura en que ante non porníen ellos sus pies.
    Tan assoora fué la su cueta et el su destroymiento que non a torvellinno nin lluvia nin tempestad de mar a que lo omne pudiesse asmar.
    ¿Qual mal o qual tempestad non passó Espanna? Con los ninnos chicos de teta dieron a las paredes, a los moços mayores desfizieron con feridas, a los mancebos
    grandes metiéronlos a espada, los ancianos et vieios de días moriron en las batallas, et fueron todos acabados por guerra; los que eran ya pora onrrar et en
    cabo de sus días echolos a mala fonta la crueleza de los moros; a las mezquinas de las mugieres guardavan las para deshonrrar las, e la su fermosura dellas era guardada pora su denosto.
    El que fue fuert et coraioso murió en batalla; el corredor et ligero de pies non guaresció a las saetas; las espadas et las otras armas de los godos perdonaron
    a los enemigos et tornaron se en sus parientes et en sí mismos, ca non avíe y ninguno qui los acorriese nin departiesse unos dotros.

    ¿Quien me daríe agua que toda mi cabeça fuesse ende bannada, e a míos oios fuentes que siempre manassen llágrimas por que llorasse et llanniesse la pérdida et la muerte de los de Espanna et la mezquindad et ell aterramiento
    de los godos?
    Aquí se remató la santidad et la religión de los obispos et de los sacerdotes; aquí quedó et minguó ell abondamiento de los clérigos que sirvien las eglesias; aquí peresció ell entendimiento de los prelados et de los omnes de orden; aquí fallesció
    ell ensennamiento de la ley et de la sancta fe.
    Los padres et los sennores todos perescieron en uno; los santuarios fueron destroydos, las eglesias crebantadas; los logares que loavan a Dios con alegría, essora le denostavan yl maltrayen; las cruzes et los altares echaron de las eglesias; la crisma et los libros et las cosas que eran pora onrra de la cristiandat todo fué esparzudo et echado a mala part; las fiestas et las sollempnias, todas fueron oblidadas; la onrra de los santos et la beldad de la eglesia toda fue tornada en laydeza et en viltança; las eglesias et las torres o solíen loar a Dios, essora confesavan en ellas et llamauan a Mahomat; las vestimentas et los calzes et los otros vasos de los santuarios eran tomados en uso de mal, et enlixados de los descreydos.
    Toda la tierra desgastaron los enemigos, las casas hermaron, los omnes mataron,
    las cibdades quemaron, los árboles, las vinnas et quanto fallaron verde cortaron.”

    ALFONSO X EL SABIO (1221-1284), ‘Estoria de España’ 559.


    ALABANZA DE ESPAÑA:

    161
    “Loemos los muy famosos
    Prudentes de nuestra España,
    Segund que Sirac se baña
    En loar los gloriosos
    Varones e virtuosos
    Príncipes del pueblo hebreo,
    Pues de nuestros muchos leo
    Nobles e virtuosos.

    Non quedó España callada
    E muda en las istorias
    Por defectos de vitorias
    Nin de virtudes menguada;
    Mas porque non fue dotada
    De tan alto pregonero,
    Como fue de Grecia Omero
    En la famosa Iliada.

    Tanto son más ensalzados
    Los varones excelentes
    Cuanto de los diligentes
    Sabios fueron más notados:
    E tanto más obligados
    Somos a los Coronistas,
    Cuanto de las sus conquistas
    Nos facen más avisados.

    España non caresció
    De quien virtudes usase,
    Más menguó e fallesció
    En ella quien las notase;
    Para quien se igualase
    Debían ser los caballeros
    De España e los Omeros
    De Grecia quien los loase.

    Por amor e afección
    De la patria a quien tanto
    Natura me obliga cuanto
    Debo a mi generación.
    Dejada la introducción
    Vengo a poner la mano
    En loor del pueblo hispano,
    Dando Dios su bendición”.

    FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN (1370-1460), ‘Loor de los claros varones de España’.
    Pious dio el Víctor.

  8. #8
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HOMBRES

    COMPOSICIÓN DEL HOMBRE (Doctrina mística):

    162
    “El hombre consta de dos substancias: cuerpo y alma. El cuerpo pertenece a la tierra, de donde trae su origen. El alma no tiene origen porque es espíritu, hecho a imagen de Dios...
    Cuando contempla a Dios y le conoce, se llama propiamente espíritu...
    El espíritu es el entendimiento superior y angélico del alma...
    Cuando tiende a Dios y a las cosas celestiales se hace con Dios y con los ángeles un sólo espíritu...
    El espíritu, que es luz, tiene participación con Cristo, que es el sol, y de entrambos resulta una sola luz, es decir, un mismo espíritu, pero no una misma naturaleza...
    El uno es luz que ilumina, el otro luz iluminada...”
    ...............
    “Tiene el alma muchos nombres, según sus operaciones, pero en sustancia es una. Cuando contempla a Dios, es espíritu. Cuando siente, es sentido. Cuando sabe, es ánimo. Cuando conoce, es entendimiento. Cuando discierne es razón. Cuando consiente, es voluntad. Cuando recuerda, es memoria. Cuando preside a la parte vegetativa, se llama propiamente alma... Pero el alma es siempre una.
    BEATO DE LIÉBANA (+798) ‘Carta a Elipando’.


    FIRMEZA EN LA VERDAD:

    163
    “Con nosotros está David, el de la mano fuerte, que con una piedra hirió y postró al blasfemo Goliat. Con nosotros Moisés, el que sumergió las cuadrigas de Faraón en el mar Rojo e hizo pasar el pueblo a pie enjuto. Con nosotros Josué, el que venció a los amalecitas y encerró a los cinco reyes en una cueva. Con nosotros el Padre Abraham, que con trescientos criados venció y arrancó los despojos a los cuatro reyes. Con nosotros el fortísimo Gedeón y sus trescientos armados, que hirieron a Madián como a un solo hombre. Con nosotros Sansón, más fuerte que los leones, más duro que las piedras; el que, solo y sin armas, postró a mil armados. Con nosotros los doce Patriarcas, los dieciséis Profetas, los Apóstoles y Evangelistas, todos los mártires y Doctores. Con nosotros Jesús, Hijo de la Virgen, con toda su Iglesia, redimida a precio de su sangre y dilatada por todo el orbe”.
    BEATO DE LIÉBANA (+798) ‘Carta a Elipando’.


    EL HOMBRE Y SU DIGNIDAD:

    164
    “Otrosí fizo el home a su semejanza et esta semejanza que el home ha con Dios es en el alma, que, así como Dios es cosa espiritual et dura para siempre; pero entre Dios et el alma ha dos departimientos: el uno que Dios es criador et el otro que Dios nunca hobo comienzo; mas siempre fué comienzo et criador de todas las cosas, et el alma ha comienzo cuando Dios la cría et la pone en el cuerpo del home, desque es vivo et formado en el cuerpo de su madre; et desque una vez es criada nunca después puede haber fin et ha comienzo, mas non fin.
    Et así este segundo departimiento es entre Dios et el alma, et semeja el home en la razón a Dios, et en el entendimiento et en el libre albedrío.
    Por estas cosas que puso Dios en el home dijo quel queríe facer a su imagen et a su semejanza, por estos cumplimientos et mejorías quel dió más que a todas las otras cosas; por ende quiso que se apoderase et se sirviese et se aprovechase de todas las criaturas que son en el cielo et en la mar et en la tierra”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘Libro de los Estados’, cap. XXVIII.


    LA FE EN LO SOBRENATURAL:

    165
    “Abu Yacub salió de Sevilla para combatir a Alfonso [VIII], ¡que Dios maldiga!, y vino a acampar cerca de una ciudad llamada Huete, que formaba parte de los Estados de su enemigo, y en la cual, por lo que había sabido, se encontraban los grandes de la corte de Alfonso, así como los jefes de sus tropas.
    Sitió la ciudad y mantuvo el cerco durante varios meses, con tal rigor, que los sitiados querían rendirse.
    Yo sé por muchos jefes, con los que he estado en relación, que los habitantes, agotados por la sed, pidieron cuartel al príncipe de los creyentes, prometiéndole abandonar la ciudad; pero él rehusó aceptar la oferta, llevado de la esperanza que le inspiraban las noticias sobre la miseria ocasionada por la falta de agua y por el número de bajas.
    Los sitiados no tenían nada que esperar de él, cuando una noche los sitiadores oyeron en la plaza un gran ruido, acompañado de clamores; los cercados estaban paseando sus libros santos, rodeados de los sacerdotes y de los frailes, que dirigían súplicas al cielo, mientras el resto del pueblo respondía amén.
    La lluvia empezó entonces a caer a torrentes y tan en abundancia que pudieron llenar sus vasijas y beber cuanto quisieron. Esto les permitió continuar su resistencia, y el sitiador volvió a Sevilla después de haber pactado con Alfonso una tregua de siete años.
    HISTORIA DE LOS ALMOHADES DE MARRAKESH.


    HEROÍSMO:

    166
    “Cercó luego a Tarifa con aquel poder del rey Aben Yacob e combatiéronla muy fuerte, e Don Alonso Pérez de Guzmán, que la tenía, defendiógela muy bien.
    E el infante Don Juan tenía un mozo pequeño, fijo deste Don Alonso Pérez, e envió decir a éste Don Alonso Pérez que le diese la villa, e si non, que le mataría el fijo que él tenía.
    E Don Alonso Pérez le dijo que la villa que gela non daríe; que cuanto por la muerte de su fijo, que él le daría el cuchillo con que lo matase; e alanzóles de encima del adarve un cuchillo, e dijo que ante quería que le matase aquel fijo e otros cinco si los toviese, que non darle la villa del rey su señor, de que él ficiera omenaje; e el infante Don Juan, con saña mandó matar su fijo antel, e con todo esto nunca pudo tomar la villa.
    E cuando los moros que estavan con el infante Don Juan vieron que él facía mucho por tomar la villa e non pudo, levantáronse de la cerca e pasáronse allen la mar.”
    CRÓNICA DEL REINADO DE SANCHO IV (Siglo XIV)


    VALOR:

    167
    “Llegaron los cristianos a Montiel, alzaron los pabellones de su campamento, cayeron después de rodillas y oraron al Señor diciendo:
    ‘¡Oh, Jesús Nazareno, que por nosotros fuiste colgado de un madero y por nosotros derramaste tu sangre; aquí vienen contra nosotros, para perdernos, los moabitas y agarenos, enemigos tuyos y nuestros; compadécete de nosotros y líbranos de ellos! ¡Oh, Virgen de las Vírgenes, intercede por nosotros cerca de tu hijo Nuestro Señor Jesucristo! Si nos libras de este peligro daremos a la Iglesia fundada en Toledo en honor tuyo, el diezmo de lo que nos has dado y nos dieres en adelante. ¡Oh, Santiago, apóstol de Cristo, defiéndenos en la pelea para que no perezcamos en el tremendo juicio de los sarracenos!”.
    Dicha esta oración, Munio Alfonso ordenó dos fuertes hazes de jinetes para resistir a los sarracenos, y dijo de nuevo:
    “Cristianos: confortaos y pelead con audacia y varonilmente contra Abenzeta, rey de Sevilla, que es el más fuerte de todos los sarracenos, porque si Abenzeta fuere vencido o muerto, todos serán vencidos. Que ninguno de vosotros muera volviendo las espaldas al enemigo. Mejor nos es morir todos aquí en la lucha que ser dispersados”.
    Y añadió:
    “Acordaos, compañeros, de que en otra ocasión sesenta y dos caballeros que estaban conmigo, de los cuales hay aquí algunos presentes y otros han permanecido en nuestras ciudades, peleamos con el rey Texufín y con toda la milicia de Córdoba y con muchos miles de peones en Almodóvar de Tiendas o del campo, y el Señor les entregó en nuestras manos y fueron vencidos. Recordad que el rey Texufín huyó, que fueron muertos sus príncipes y caudillos y muchos cientos de caballeros y peones, que escaparon los demás, que no cayó de los nuestros sino un caballero, que cogimos innumerables despojos y que volvimos en paz a nuestras ciudades. Tan fácil es a Dios entregar a pocos en manos de muchos, como a muchos en mano de pocos. hágase ahora como fuere la voluntad del cielo”.
    Comulgaron luego por mano de los clérigos que llevaban consigo y se dispusieron a la pelea”.
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS (Siglo XII)


    NOBLEZA E HIDALGUÍA:

    168
    “E habéis de creer que Dios fizo homes e non fizo linages en que escogiessen. A todos fizo nobles en su nacimiento; la vileza de la sangre e obscuridad del linage con sus manos las toma aquel que dexando el camino de la clara virtud se inclina a los vicios del camino errado.
    E pues a ninguno dieron elección de linage cuando nació, e a todos se dio elección de costumbres quando viven, imposible sería según razón, ser el bueno privado de honra, ni el malo tenerla, aunque sus primeros la hayan tenido. Muchos de los que descienden de noble sangre, vemos pobres a quien ni la nobleza de sus primeros pudo quitar pobreza ni dar autoridad.
    Donde podemos claramente ver que esta nobleza que opinamos, ninguna fuerza natural tiene que la faga permanente de unos en otros, sino permaneciendo la virtud que la verdadera nobleza da.”
    HERNANDO DEL PULGAR (1436-1493) ‘Crónica de los Reyes Católicos’.


    NOBLEZA:

    169
    “Los grandes señores de su naturaleza siempre deben ser mansos et de buen talante et deben querer que todas las gentes, de cualquier manera que sean, quepan en la su merced et vivan et se mantengan et se aprovechen en lo que ellos han. Mas cuando les facen cosas desaguisadas, por fuerza se han de ensañar et de embravecer, et segunt las cosas desaguisadas que les facen, así cresce la saña et la braveza”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘El Libro del Caballero y del Escudero’ Cap. XLVII


    EL CABALLERO:

    170
    “Todo home se debería guardar de facer malas obras, por que Dios non se lo acaloñase en este mundo nin en el otro. Et mayor mente los caballeros que han tanto mester la gracia de Dios para les guardar las almas et para los mantener en este mundo en honra et sin vergüenza, et para los guardar de los peligros en que todo el día andan más que ningunos homes de otros estados, de que sabe Dios que pasé yo muchas en cuanto al mundo duré et viví en estado de caballería et por ende non hobe tiempo nin lugar de aprender mucho de otras sabidurías nin de otras sciencias”.
    ...Cap. XLVI

    “Ca los caballeros, por mucho que vivan, asaz han de facer en toda su vida, en servir sus señores et ayudar sus amigos et defender a sí mismos et a los suyos et en facer mal et daño et vengarse de aquellos que hobieren recibido tuerto”.
    ...Cap. XLVI

    “Digo que el mayor et más honrado estado que es entre los legos es la caballería. Ca comoquiera que entre los legos hay muchos estados, así como mercaderes, menestrales et labradores, et otras muchas gentes de muchos estados, la caballería es más noble et más honrado estado que todos los otros, et los otros deben pechar et mantener a ellos.
    Et otrosí porque de esta orden et de este estado son los reyes et los grandes señores, et este estado non puede haber ninguno por sí si otro non se lo da, et por esto es como manera de sacramento, ca bien así como los sacramentos de Santa Iglesia son en sí cosas ciertas, sin las cuales el sacramento non puede ser cumplido, otrosí la caballería ha mester cosas ciertas para se facer como debe”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘El Libro del Caballero y del Escudero’ Cap. XVIII


    CABALLEROS:

    171
    “E vos otros defensores
    Que seguís cauallería,
    Non vseys de tiranía
    Como lobos robadores,
    Mas como lindos açores
    Que ninguno de la vanda
    Jamás come con quien anda,
    Antes son sus guardadores.

    “Pues guardad con diligencia
    Los vasallos e amigos,
    A los justos enemigos
    Perseguid syn nigligencia;
    Obseruad la preminencia
    De los vuestros soberanos,
    Dándoles consejos sanos,
    Pospuesta beniuolencia.

    “E conplid sus mandamientos,
    Digo los que fueren justos,
    E poned a los ynjustos
    Honestos defendimientos.
    Nunca fagáys juramentos,
    Que viene grand daño dellos;
    Do pusierdes vuestros sellos,
    Jamás aya mudamientos.

    GÓMEZ MANRIQUE (1412-1490) ‘Debate de la razón contra la voluntad’.


    REBELDÍA:

    172
    “En aqueste tiempo se leuantaron contra el abbad e todos nosotros, non solamente los rricos e aun como quiera deçir los nobles burgeses, mas aun las personas muy biles, ansí como cortidores, ferreros, xastres, pelliteros, çapateros e aun los que en las casas soterrañas façían sus ofiçios; los quales, según su costunbre, llamauan honbres maçeuos, ca aquestos tales tomauan arcos e saetas e armas de dibersas maneras, e por fuerça quebrantando, rrouaban de los guertos, las frutas de los árboles, e el feno de los prados, e las rramas nueuamente salientes fuera de los montes, los pánpanos de las vinnas taçando e destroyendo antes que llegasen a saçón, ca lo vno arrancauan de las manos, lo otro lo pisauan de los pies, en tal manera, que todo lo disipauan e destruían; e los que façían los escudos, e avn los que pintauan las sillas, por siete annos continuamente, cortaban madera del monte, de donde façían e acauauan sus obras, ninguna cosa demandando al abbad nin façiéndoselo sauer; e ya si alguno les rreprehendiese de los excesos sobredichos o les contradixese, duramente rrespondiendo, deçían: de parte del diablo fué e vino quien donó a los monjes poseer tal heredad, e aun añadían, por el braço, por los ojos e por la sangre de Dios jurando: si alguno dixere palabra destas cosas, su caueça cortaremos e quebrantaremos.
    E nos e el abbad, oyendo estas cosas, dentro del claustro nos encerráuamos, ansí como los rratones en sus cauernas, muchas veçes dentro de nos rrebolbiendo e diçiendo aquel dicho del profeta David: Señor, ¿quándo farás de los que nos persiguen juiçio?
    CRÓNICAS ANÓNIMAS DE SAHAGÚN.




    ESTOICISMO:

    173
    “Mayor virtud es non cobdiciar cosa alguna que aver e poseer todas las cosas. Et esto, por ser cosa más cierta e segura non aver muchas cosas, que non averlas et poseerlas, por cuanto el señorío de las cosas se suele perder, mas la virtud siempre queda, la qual non se pierde por ninguna cosa triste de fortuna que acaesca.
    Et como quiera que el acatamiento de las riquezas, quanto a lo de fuera, parezca alegre, pero de dentro es lleno de mucha tristeza e trabajo; porque con trabajo se ganan, e con temor se poseen, e con dolor se pierden.
    E asi la fas de la riqueza es contraria a la de la pobreza; porque la cara de la riqueza es alegre de fuera, e de dentro muy aborrescible e espantable; e la cara de la pobreza es triste de fuera, e alegre de dentro; porque los pobres non han que se duelan de dentro, ca non tienen que perder, e por ende mayor e más seguro estado es el de la pobreza que el de la riqueza.
    El pobre que sea contento o aya paciencia de su pobreza es habido por rico, et el rico que non es contento con lo que tiene, es habido por pobre aunque posea muchas cosas”
    DON ÁLVARO DE LUNA (1390-1453) ‘Libro de las claras e virtuosas mujeres’.

    174
    “Non es dubda que en pos de estas cosas andan et trabajan, que o las cobran o non. Si las cobran, cierto son que les han de durar poco... Et... es a ellos mayor el dolor et la tristeza que sienten en la pérdida que no fue el placer que ovieron quando las dichas cosas ovieron más a su voluntad...
    Lo primero, porque el placer es ya pasado et el dolor es presente, et en esperança de mucho durar; et los placeres pasados so ya fuera de los sentidos, salvo de la memoria, en la qual quedan, porque la remembranza sea mayor acrecentamiento de dolor et de tristeza.
    Los segundo, porque el placer fue poco según el tiempo, et el dolor grande por la mayor dureza; et el dolor es presente et no sabemos cuánto durará.
    Lo tercero, porque los sentimientos de los dolores et de las tristezas son mayores que los de los placeres; et que esto es verdad, sábelo cualquiera que estas cosas logró et las perdió”
    FR. LOPE FERNÁNDEZ ‘Libro de las Tribulaciones’.

    175
    “Partimos cuando nacemos,
    Andamos mientras vivimos,
    Y llegamos
    Al tiempo que fenescemos,
    Así que cuando morimos
    Descansamos.
    Ved de cuán poco valor
    Son las cosas tras que andamos
    Y corremos;
    Que en este mundo traydor
    Aun primero que muramos
    Las perdemos.
    “Non tengamos tiempo ya
    En esta vida mezquina,
    Por tal modo,
    Que mi voluntad está
    Conforme con la divina
    Para todo:
    Y consiente en mi morir
    Con voluntad placentera,
    Clara e pura,
    Que querer hombre vivir
    Quando Dios quiere que muera
    Es locura”.
    JORGE MANRIQUE (1440-1479) ‘Coplas a la muerte de su padre’.



    BREVEDAD DE LA VIDA:

    176
    “Si fuese en nuestro poder
    tornar la cara fermosa
    corporal,
    como podemos facer
    el ánima gloriosa
    angelical,
    ¡qué diligencia tan viva
    tuviéramos toda hora,
    y tan presta,
    en componer la cautiva,
    dexándonos la señora
    descompuesta!

    Ved de cuán poco valor
    son las cosas tras que andamos
    y corremos,
    que, en este mundo traidor,
    aun primero que muramos
    las perdemos:
    dellas desface la edad,
    dellas casos desastrados
    que acaescen,
    dellas, por su calidad,
    en los más altos estados
    desfallescen.


    Dezidme, la fermosura,
    la gentil frescura y tez
    de la cara,
    la color y la blancura,
    cuando viene la vejez,
    ¿cuál se para?
    Las mañas y ligereza
    y la fuerça corporal
    de joventud,
    todo se tornó graveza
    cuando llega al arrabal
    de senectud.

    .........
    Los plazeres y dulçores
    desta vida trabajada
    que tenemos,
    ¿qué son sino corredores,
    y la muerte, la celada
    en que caemos?
    No mirando nuestro daño,
    corremos a rienda suelta
    sin parar;
    desque vemos el engaño
    y queremos dar la vuelta,
    no hay lugar.”


    JORGE MANRIQUE (1440-1479) ‘Coplas’


    177
    “Por aquesto fallesce
    El placer corporal
    Y lo que siempre cresce
    Es lo spiritual.

    Tristesa yo non siento,
    Que más fase penar
    Que el plaser como viento
    Que se ha de acabar.”
    RABÍ DON SEM TOB DE CARRIÓN (...-1369) ‘Proverbios’

    178
    “El bien deste mundo es falleçedor
    Segunt que por obra lo vedes passar,
    Pues non se deve ninguno esforçar
    De mucha rryqueza nin ser grant señor,
    Que non veo en él más fructo mejor
    Que ser diligente en el bien obrar,
    De más synplazeres pudier tomar,
    Que todo lo otro ha poco valor.
    ......
    Por ende, sseñores, querrya de grado,
    Pues vedes la burla que a todos se estiende
    El cuerdo consejo la su vyda enmiende,
    Asy como omme que bive aplazado.”
    ALFONSO ÁLVAREZ (1350-1424) ‘A la tumba de Don Enrique III.’ (Cancionero de Baena)

    179
    “Ca non es vida la que bevimos,
    pues que biviendo se viene llegando
    la muerte cruel, esquiva; e cuando
    pensamos bevir, estonce morimos.
    ...................
    ¿Qué se fizieron los Emperadores,
    Papas e Reyes, grandes Perlados,
    ........................
    Padres e fijos, hermanos, parientes,
    Amigos, amigas, que mucho amamos,
    .......................
    Dueñas, donçellas, mançebos valientes
    Que logran so tierra las sus mançebías,
    E otros señores que ha pocos días
    Que nosotros vimos aquí estar presentes?
    ...........................
    Pues ¿dó los imperios e dó los poderes,
    Rreynos, rrentas e los señoríos,
    A dó los orgullos, las famas e bríos?
    A dó las empresas, a dó los traheres?
    ¿A dó las ciencias, a dó los saberes,
    a dó los maestros de la poetría;
    a dó los rrymares de grant maestría;
    a dó los cantares, a dó los tañeres?”
    FERRANT SÁNCHEZ DE TALAVERA (...-1443) ‘Decir a la muerte de Ruy Díaz de Mendoza’ (Cancionero de Baena)

    180
    “Vyste en el mundo ommes abondantes
    De onrras e viçios e muy alto estado,
    Mas nunca los viste en un ser estantes,
    Nin aver un solo plaser acabado.
    ...............
    Qué pro les tovo la grand exçelencia,
    Nin rricos thesoros tan mal allegados,
    Castillos e villas, baxillas, estados
    Que asy poseyeron con tanta femencia?
    ..................
    Mira qué fué de los que imperaron
    En esta presente e gloria mundana,
    Mira qué fué de los que alcançaron
    Aver la fortuna asy como hermana.
    Así commo sueño é cosa muy vana
    Pasó el rroçío de su vana gloria,
    E de todo ello non finca memoria
    Que para sus almas pudiese ser sana.
    ...........................
    Mira todos estos que viste e pasaron,
    De cuanto tovieron non levaron cosa,
    Desnudos nasçieron e asy se fallaron
    Después d’esta vida esquiva, engañosa.”
    GONZALO MARTÍNEZ DE MEDINA (Cancionero de Baena).


    181
    “Pues todos aquestos decidme ¿dó son?,
    E de sus inperios, rryquesas, poderes,
    Rreynados, conquistas e cavallerías,
    Sus viçios e onrras e otros plazeres,
    Sus fechos, fasañas e sus osadías.
    ¿A dó los saberes e sus maestrías?
    ¿A dó sus palacios, a dó su çimiento?
    Cerrado el ojo, parésçeme vyento:
    Agora lo cred syn muchas porfías.
    Fynida.
    Conviene, pues, mucho rregir vuestras vías
    E çesar el planto de mi morimiento,
    Ca vos esso mesmo faredes mudamento:
    Velat una muerte que van se los días.”
    FR. MIGIR ‘A la muerte de Enrique III’ (Cancionero de Baena).

    182
    “Yo so la muerte cierta a todas criaturas
    que son e serán en el mundo durante,
    Demango e digo: «O homo, por qué curas
    De vida tan breve en punto pasante?
    Pues non hay tan fuerte nin rezio gigante
    Que deste mi arco se pueda anparar,
    Conviene que mueras cuando lo tirar
    Con esta mi frecha cruel traspasante.

    ¿Qué locura es esta tan magnifiesta?
    ¿Qué piensas tú, homne, que el otro morrá,
    E tú quedarás, por ser bien compuesta
    La tu complisión e que durará?
    Non eres cierto si en punto verná
    Sobre ti a deshora alguna corrupción
    De landre o carbonco, o tal inplisión
    Porque el tu vil cuerpo se dessatará.

    ¿O piensas por ser mancebo valiente
    O niño de días que a lueñe estaré,
    E fasta que liegues a viejo impotente
    En la mi venida me detardaré?
    Avísate bien, que yo llegaré
    A ti a deshora, que non he cuidado
    Que tú seas mancebo o viejo cansado,
    Que cual te fallare tal te llevaré.

    La plática muestra seer pura verdad
    Aquesto que digo sin otra fallencia,
    La sancta escriptura con certenidad,
    Da sobre todo su firme sentencia,
    A todos diciendo: «faced penitencia
    Que a morir habedes, non sabedes cuándo;
    Si non ved el fraire que esta pedricando,
    Mirad lo que dice de su grand sabienda”.
    ANÓNIMO. ‘La Danza de la Muerte’.

    183
    “Cuando Turín se vio afincado del infante non osó encubrir la verdad, et por ende le dijo: “Señor, ya vos dije que aquel que era cuerpo de home muerto, et la razón porque non puede facer lo que los otros facen es porque se partio dél el alma que le facía mover et facer todas las cosas que los homes vivos facen”.

    “Turín –dijo el infante– pues decides que el alma se partió dél et non puede facer lo que los otros facen, quiero que me digades, pues atan gran daño et atan grant mengua le vino en partirse el alma dél, ¿por que la dejó partir de sí?”

    Dixo Turin: “Mas esto [que dezides] non puede ser; ca lo mas que ella puede fincar en el cuerpo es en cuanto en él dura la calentura et la humidad natural, et esta calentura et humidad natural del día que nace el hone fasta que muere, cada día mengua et non ha cosa en el mundo que la pueda acrescentar, ca el comer nin el beber non acrescienta en la calentura nin en la humidad natural, mas enmiendal et mantiénelo que se desface del cuerpo por los trabajos et por los vaciamientos que le acaescen.
    Mas ha otras razones por que esta calentura et humidad natural se desface más aina, así como por dolencias o por feridas o por vaciamientos que desfacen más de la calentura et de la humidad natural de cuanto es lo que se mantiene por el comer et por el beber; et aun ha otra cosa por que el alma non puede fincar en el cuerpo para siempre: ca el alma es criatura de Dios espiritual, et por voluntad de Dios ayúntase al cuerpo et fácel’ vivir; et porque el cuerpo es compuesto de los elementos et de los humores, conviene que se desfaga. Et otrosí, porque es compuesto el home de alma et de cuerpo, conviene que se desfaga cuando es voluntad de Dios; ca el alma, él la puso en el cuerpo, et desque la parte dél finca, el cuerpo muerto et desfácese.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’ Cap. IX
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - TIPOS

    MUERTE DE SANTO:

    184
    Sennor, dísteme regno que non auía, et onrra et poder más que yo non meresçi; dísteme uida, ésta non durable, quanto fué tu plazer. Sennor, gracias te do, et réndote et entrégote el regno que me diste con aquel aprouechamiento que yo y pud fazer; et ofrézcote la mi alma».
    Et demandó perdón al pueblo et a quantos y estauan, que sy dél, por alguna mengua que en él ouiera, querella alguna auien, quel perdonasen. Et todos lloraron mucho de los oios, recodieron que rogauan a Dios quel perdonase, ca dellos perdonado yua.
    Desi tomó la candela con amas las manos, et alçóla contra el çielo, et dixo:
    “Sennor, desnudo salí del vientre de mi madre que era la tierra, et desnudo me ofresco a ella. Et, Sennor, reçibe la mi alma entre conpanna de tus siervos».
    Et baxó las manos con la candela, et adoróla en creencia de Sancti Spiritu. Et mandó a toda la clerezía rezar la ledanía et cantar Te Deum Laudamus en alta boz. Desi, muy sinplemiente et muy paso, enclinó los oios et dió el espíritu a Dios. Et la su alma sea heredada con los sus santos fieles en la gloria de su sancto reyno durable; amén.”
    PRIMERA CRÓNICA GENERAL (Muerte del Rey Fernando III de Castilla)


    EL EMPERADOR:

    185
    El primer día del Concilio se reunieron con el rey en la iglesia de Santa María todos los grandes y quienes no lo eran, para tratar de las cosas que les sugiriese la clemencia de Nuestro Señor Jesucristo y fueran convenientes a la salvación de las almas de todos los fieles.
    El segundo día en que se celebraba la venida del Espíritu Santo a los apóstoles, los arzobispos, obispos, abades, nobles y no nobles y toda la plebe, se juntaron de nuevo en la iglesia de Santa María, y estando con ellos el rey García de Navarra y la hermana del soberano de León, siguiendo el consejo divino, decidieron llamar emperador al rey Alfonso, porque le obedecían en todo el rey García; Zafadola, rey de los sarracenos; Ramón, conde de Barcelona; Alfonso, conde de Tolosa, y muchos condes y jefes de Gascuña y de Francia. Cubrieron al rey con una capa óptima tejida de modo admirable, le pusieron sobre la cabeza una corona de oro puro y piedras preciosas, le entregaron el cetro, y teniéndole del brazo derecho el rey García y del izquierdo el obispo Arriano de León, le llevaron ante el altar de Santa María con los obispos y abades que cantaban el Te Deum Laudamus. Se gritó ¡viva el emperador!, le dieron la bendición, celebraron después misa solemne y cada uno regresó a sus tiendas. Para solemnizar la ceremonia, dio el emperador en los palacios reales un gran convite, que sirvieron condes, príncipes y jefes, y mandó repartir grandes sumas a los obispos, a los abades y a todos, y hacer grandes limosnas de vestidos y alimentos a los pobres.
    El tercer día se juntaron el emperador y todos los otros en los palacios reales como solían hacerlo, y trataron de los asuntos relativos al bien del Reino y de toda España. Dio el emperador a todos sus súbditos leyes y costumbres como las de su abuelo el rey Alfonso; mandó devolver a todas las iglesias las heredades y colonos que habían perdido injustamente y sin resolución judicial, y ordenó que se repoblasen las ciudades y villas destruidas durante las pasadas discordias y que se plantasen viñas y todo género de árboles. Decretó también que todos los jueces desarraigasen los vicios de aquellos hombres que los tuviesen contra la justicia y los decretos de los reyes, príncipes, potestades y jueces... Mandó, asimismo, a los alcaldes de Toledo y a todos los habitantes de Extremadura, que organizaran sus huestes asiduamente, que hicieran guerra a los infieles sarracenos todos los años y que no perdonasen las ciudades y castillos, sino que los tomasen todos para Dios y la ley cristiana.
    Terminadas estas cosas y disuelto el Concilio, marchó cada uno a su casa lleno de gozo, cantando y bendiciendo al emperador y diciendo: "Bendito seas tú y bendito sea el reino de tus padres y bendito sea el Dios excelso que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, el Dios que nos visitó y tuvo con nosotros la misericordia prometida a los que esperan en él".
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS.


    LA EMPERATRIZ:

    186
    En Toledo se hallaba a la sazón la emperatriz doña Berenguela con una gran turba de caballeros, peones y ballesteros que, sentados sobre las puertas, las torres y los muros de la ciudad, la defendían vigilantes.
    Cuando la emperatriz vio los daños que los sarracenos hacían en los campos cercanos, envió mensajeros a los reyes moabitas, diciéndoles: “Esto os dice la emperatriz, mujer del emperador: ¿No veis que peleáis contra mí, que soy mujer y que esto nada dice en vuestra honra? Si queréis batallar, id a Oreja y luchad con el emperador, que os espera con las armas y las hazes preparadas”.
    Al oír el mensaje los reyes, príncipes y jefes sarracenos y todo el ejército, levantaron la vista y vieron a la emperatriz sentada en el solio real, sobre la torre más alta del alcázar, adornada como correspondía a la mujer del emperador y rodeada de un cortejo de honestas mujeres que cantaban acompañándose de tambores, cítaras, címbalos y salterios.
    Los reyes, príncipes y jefes sarracenos, y aun todo el ejército, quedaron admirados al verla y se avergonzaron mucho, se inclinaron para saludar a la emperatriz, y sin continuar sus depredaciones, recogidas las celadas, volvieron a su tierra.”
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS.


    LOA DEL REY ALFONSO X en su HISTORIA DE ESPAÑA:

    187
    “El noble príncipe de Espanna, al qual la graçia de Jhesu Cristo, vengadera de la porfía, lo saluó de toda cosa triste, príncipe digno de alabança, Alfonso nombrado por nombre, príncipe nunca vençido, príncipe venerable, el qual por meresçimientos sobrepuia a todas las alabanças, el qual a la vengança los engannos con fierro condena, al qual la fama de cualquier cosa lo perpetúa, los fechos de Espanna faze manifiestos en este libro, en guisa que cada cual pueda saper por él muchas cosas venideras.
    Onde si por las cosas pasadas quiere alguno saber las venideras, non desdenne esta obra, mas téngala en su memoria. Muchas vezes conviene esto leer, ca podemos muchas cosas ver, por las quales te aprouecharás et en las cosas arduas ensennado te farás; ca saberás cualquier cosa si es açepta la tal o si es ynepta, vayas ante al fin, o el fin a las muy buenas cosas se mueua, por el qual fuyendo de las cossas peores tomarás las meiores.
    O Espanna, si tomas los dones que te da la sabiduría del rey, resplandeçerás, otrosí en fama et fermosura creçerás.
    El rey, que es fermosura de Espanna et thesoro de la filosofía, ensennanças da a los yspanos; tomen las buenas los buenos, et den las vanas a los vanos.”
    PRIMERA CRÓNICA GENERAL (ESTORIA DE ESPANNA).



    RETRATO DE REY:

    188
    “Don Enrique fue mi nombre
    Rey de España la muy gruesa,
    Que por fechos de grant nombre
    Meresco tan rica fuessa;
    Grave cosa nin aviesa
    Nunca fue que yo temiese,
    Por quel mi loor perdiese,
    Nin jamás falsa promesa.

    Nunca yo cesé de guerras
    Treinta años continuados
    conquerí gentes e tierra
    E gané nobles regnados;
    Fiz ducados e condados
    E muy altos señoríos,
    E dia a estraños e a míos
    Más que todos mis pasados.

    En peligros muy estraños
    Muchas veses yo me vi
    E de los míos no saños
    Sabe Dios cuántos sofrí.
    Contenprar me sope assí
    Con esfuerço e mansedumbre,
    El mundo por tal costumbre
    Sojudgar yo lo creí.”

    PEDRO FERRÚS (S,. XIV), ‘Decir al rey Don Enrique II’ (Cancionero de Baena).


    LA MUJER:

    189
    “Esto es por fasannya de Doña Eluyra, sobrina del arçidiano Don Mate de Burgos, el tartamudo, e fija de Ferrant Gómes de Villa Armento; era desposada con vn cauallero.
    Et diol el cauallero en desposorios pannos e abtesas e vna mula con siella de duenna. Et partióse el casamiento que non casaron en uno.
    Et el cauallero demandaua ala duenna quel diesse sus abtesas e todo lo quel auya dado en el desposorio, pues non casaua con él; et dixo la duenna quelo que dado la auya en desposorio non gelo auya de dar.
    Et vinieron ante Diago López dAlfaro, que era adelantado de Castiella, et dixieron sus rasones ante él, et el cauallero e su tío el arçidiano Don Mate, que era rasonador de la duenna.
    Et jusgó Don Diago que sy la duenna otorgaua que auya besado e abraçado el cauallero en desposorio, que fuesse suyo dela duenna todo la quel auya dado en desposorio. Et sy la duenna non otorgaua que la auya besado e abraçado el cauallero en desposorio, quél diese todo lo quel auya dado.
    Et la duenna non quiso otorgar que la auya besado; e diol todo lo quel auya dado."
    LIBRO DE LOS FUEROS DE CASTILLA. (Siglo XIII).
    Pious dio el Víctor.

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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    a) ESPIRITUALES.

    LA IGLESIA:

    190
    “Porque estamos obligados a amar y honrar la Santa Iglesia sobre todas las cosas del mundo, y porque tenemos esperanza en ella cuando la guardáramos y la mantuviéramos en sus franquezas y sus libertades, tendremos por ende galardón de Dios en los cuerpos y en las almas en vida y en muerte y porque es honra de nos y de nuestros reinos”
    FUERO REAL.

    191
    “Y comoquiera que están obligados a hacer esto que hemos dicho con todo eso porque las de que la han de guardar no son tan solamente de los enemigos manifiestos que no creen en ella, mas aun de los malos cristianos atrevidos que no la obedecen, ni la quieren tener ni guardar, y porque esto es cosa que se debe prohibir y escarmentar duramente, lo que ellos no podrían hacer porque su poderío es espiritual, todo lleno de piedad y merced, por esto nuestro Señor Dios puso otro poder temporal en la tierra para que esto se cumpliese, así como la justicia que quiso se hiciese en la tierra por mano de los emperadores y de los reyes.
    Y estas son las dos espadas por que el mundo se mantiene, la una espiritual y la otra temporal, pues la espiritual corta los males escondidos y la temporal los manifiestos.

    Y de estas dos espadas habló nuestro Señor Jesucristo el Jueves de la Cena cuando preguntó a sus discípulos probándoles si tenían armas con que lo amparasen de aquellos que le habían de prender; ellos le dijeron que tenían dos cuchillos, y El les respondió como Aquel que sabía todas las cosas, y dijo que bastante tenían.
    Lo que es gran razón, pues aquí se encierra el castigo del hombre tanto en lo espiritual como en lo temporal.
    Y por tanto estos dos poderes se juntan en la fe de nuestro Señor Jesucristo por dar justicia cumplidamente al alma y al cuerpo.
    Donde conviene por razón derecha que estos dos poderes estén de acuerdo siempre, así que cada uno de ellos ayude en su poder al otro, pues el que desacordase vendría contra el mandamiento de Dios y tendría por fuerza menguada la fe y la justicia, y no podría menguadamente conservar las tierras en buen estado ni en paz donde esto se hiciese”.
    LAS SIETE PARTIDAS.

    192
    “Así como Dios hizo en el cielo dos grandes luminarias, la una el sol, para que alumbrase el día y la otra la luna que alumbrase la noche, sí tuvo por bien que hubiesen en la tierra estos dos estados: el estado del Papa, que debe mantener la Iglesia, que es mantenimiento de los cristianos y la clerecía y todos los estados de la religión, y aun los legos en lo espiritual, y el emperador, que debe mantener en justicia y en derecho a todos los cristianos, señaladamente a los que obedecen el Imperio de Roma.
    Por la maneras que habéis oído vieron las gentes que así como el sol y la luna alumbran el día y la noche, el Papa y el emperador debían mantener en el mundo en lo espiritual y en lo temporal; que así como el sol, que es un cuerpo muy claro, alumbra el día y le da gran claridad para que los hombres puedan ver claramente, así el Papa debe mantener muy limpiamente todos los hechos espirituales para que muy claramente puedan los cristianos comprender y usar la santa Fe para salvar las almas, que es la principal cosa para que Dios nuestro Señor crió a los hombres.

    Tan bien como el sol da claridad a la luna, que es cuerpo oscuro, y la hace clara para que pueda alumbrar a la noche, que es cosa muy oscura, así el Papa, que es mantenedor y gobernador de las cosas espirituales, debe dar ejemplo y ayudar al emperador para que pueda mantener y gobernar las cosas temporales, que son muy oscuras y muy tenebrosas y muy dudosas; mas uniendose bien los hechos espirituales y los temporales, que son los estados del Papa y del emperador, estarán todos los hechos del mundo bien ordenados y mantenidos.
    Mas bien así como a las veces acaece que por alguna cosa que se mete entre el sol y la luna no envía el sol su claridad a la luna tan cumplidamente como debe, y, por el contrario, recibe la luna una mengua en sí que llaman en la astrología eclipse, y a veces la luna hace eclipse al sol; pero vemos por unas ocasiones parece eclipse en la luna que en el sol, y esto es porque el sol es cuerpo más noble y mayor y más claro y más alto, y puede lucir más y más ligeramente embargar la luna que la luna al sol, porque de todas estas cosas no es tan cumplido, pues la luna no es un cuerpo tan noble y es más pequeño y oscuro, y más bajo que el sol.

    Y también vemos que cada vez que estos eclipses acaecen son siempre dañosos y nacen de ellos grandes males y mayor daño cuando acaecen eclipses en el sol; todas estas cosas pasan en el estado del Papa y del emperador, pues cuando por pecados y por ira de Dios acaece alguna discordia entre el Papa y el emperador, recibe el Imperio una gran mengua y un gran daño, porque no recibe del Papa aquel consejo y aquella ayuda que debía, así como cuando la luna es menguada de la claridad del sol.
    También cuando el emperador hace alguna cosa contra el Papa porque se embargue alguna cosa y porque no pueda hacer sus hechos como debía, es muy gran mengua y muy gran daño para toda la Iglesia, que son los fieles cristianos, que terminan todos en tinieblas y oscuridad, porque el sol no puede dar su claridad como debe.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’. (c. 1330)

    192
    “Pues es mi intención, según a mi oficio real pertenece, defender a la Iglesia como el protector de ella y que le sea guardada su jurisdicción; los prelados y ministros y jueces de ella deben estar contentos con esto y no sobrepasar ni exceder sus términos, antes deben estar obligados de guardarme a mí, como a su rey y soberano señor, mi preeminencia y soberana jurisdicción real y no entremeter en ella cosa alguna”
    Cortes de Madrigal, año 1476


    QUÉ QUIERE DECIR PAPA:

    193
    “Papa ha nome otrosí el Apostólico, que quiere tanto decir en griego, como Padre de padres. E esto es porque todos los obispos son llamados Padres espiritualmente, e él sobre todos; e por eso lo llaman así. Ca, bien como el poder que es sobre todas las cosas del mundo se ayunta e se afirma en Dios, e dél le resciben, otrosí, el poder que han los Perlados de Santa Eglesia se ayunta e se afirma en el Papa e dél les viene.
    E por eso convino que esos dos nomes, Papa e Apostólico, se ayuntasen en una persona que fuese cabeza de todos los otros Perlados así como dicho es. Onde por todas estas razones debe el Apostólico ser mucho más honrado e guardado, como aquél que es padre de las almas e Señor e mantenedor de la Fe. E por esto todos los christianos del mundo, cuando vienen a él, bésanle el pie. Onde cualquier que dijese, afirmando como quien lo cree, que el Papa non ha estos poderes que habemos dicho aquí, o que non es cabeza de Santa Eglesia, sin que es descomulgado, debe haber tal pena por ello, como hereje conocido”.
    LAS SIETE PARTIDAS.


    CÓMO DEBE SER HONRADO EL APOSTÓLICO E GUARDADO:

    194
    “Honrando los christianos el Apostólico, honran a Jesu Christo, cuyo Vicario es. Otrosí honran a todos los Apóstoles, e señaladamente a Sant Pedro, que fue el mayor dellos, de que tiene lugar; e aun honran toda la Christiandad, cuya cabeza es, como ordenador e mantenedor de la Fe; e quien a él deshonrase, a todos estos que dijimos deshonraría.
    Por ende, todos los christianos le deban honrar e amar en estas tres maneras; de voluntad, e en dicho, e en fecho.
    E la primera, que es de voluntad, que crean que es cabeza de Christianismo e enseñador de la Fe de nuestro Señor Jesu Christo, por que se salvan los christianos, obedesciendo sus mandamientos.
    La segunda, que es por palabra, que le deben honrar llamándole Padre Santo e Señor.
    La tercera, que es en fecho, es que cuando algunos vinieren a él, que le besen el pie, e que le honren en todas cosas más que a otro home”.
    LAS SIETE PARTIDAS DEL REY DON ALFONSO EL SABIO.


    DEFENSA CONTRA ENEMIGOS DE LA FE:

    195
    “En el nombre del muy alto Dios nuestro Señor. Visto por los cathólicos christianísimos Rey e Reina, el muy gran daño procedido de la endurecida opinión y perpetua ceguedad de los judíos, y cómo de allí habían su nudrimento la herética pravedad mosaica; estando en el cerco de Granada el año 1492, mandaron y ordenaron que a todos los judíos de toda España, e todos los reinos della, les fuese predicado el Santo Evangelio e fe cathólica, e doctrina christiana, e que los que quisiesen se convertir e baptizarse, permanecieran en sus reinos, así comos sus vasallos, con todo lo suyo, y los que no se quisiesen convertir, que dentro de seis meses se fuesen e partiesen de sus reinos, e so pena de muerte no volviesen más a ellos, e que llevasen todo lo suyo, o lo vendiesen en lo que quisiesen, salvo no sacasen ni oro ni plata.
    E salido este dicto e mandado en todas las sinagogas e plazas, e iglesias, por los sabios varones de España les fue predicado el Santo Evangelio e doctrina de nuestra Santa Madre la Iglesia”.
    A. BERNÁLDEZ (1450-1513), ‘Crónica de los Reyes Católicos’.


    PATRIA:

    196
    “Pues natural cosa es a las aves amar sus nidos, e a los animales sus cuevas, mucho más deue ser a los ombres razonables que amen las patrias donde nascieron e se criaron”.
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Regimiento de Príncipes’: Proemio.


    LAMENTACIÓN POR LA PATRIA:

    197
    “Oy qué diré de ti, triste emispherio,
    O Patria mía, que veo del todo,
    Ir todas cosas ultra el recto modo,
    ¿Dónde se espera inmenso lacerio?...

    ¡Tu gloria e laude tornó vituperio
    E la tu clara fama en escureça! ...
    Por cierto, España, muerta es tu nobleça,
    E tus loores tornados lacerio.

    ¿Do está la fee?... ¿Dó está la caridat? ...
    ¿Dó la esperança?... Ca por cierto ausentes
    Son de las tus regiones e partidas.

    ¿Dó es justicia, templança, egualdad,
    Prudençia e fortaleça... ¿Son presentes?...
    Por cierto non: que lexos son fuidas.”

    MARQUÉS DE SANTILLANA (1398-1458), ‘Sonetos fechos al modo itálico’.


    EL IMPERIO:

    198
    Imperio es gran dignidad, y noble y honrada sobre todas las otras que los hombres puedan tener en este mundo temporalmente. Pues el señor a quien Dios tal honra da es rey y emperador, y a él pertenece según el derecho y el otorgamiento que hicieron las gentes antiguamente gobernar y mantener el Imperio en justicia, y por eso se llama emperador, que tanto quiere decir como mandador, porque a su mandamiento deben obedecer todos los del Imperio.”
    ...........
    “Y este poder tiene el señor luego que es escogido de todos aquellos que tienen poderío de escogerlo o de la mayor parte, siendo hecho rey en Alemania en aquel lugar donde se acostumbraron a hacer antiguamente a los que fueron escogidos emperadores”.
    ...........
    “Vicarios de Dios son los reyes cada uno en su reino, puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y en verdad en lo temporal, así como el emperador en su Imperio.”
    LAS SIETE PARTIDAS DEL REY DON ALFONSO EL SABIO.

    199
    “De la misma manera que Dios es Señor de todas las cosas, el emperador ha de ser caballero y señor de todos los caballeros; como el emperador no los podría regir directamente a todos, conviene que tenga bajo de sí reyes que sean caballeros, a fin de que le ayuden a mantener el estado de la caballería”.
    RAIMUNDO LULIO, ‘Libre del orde de cavallería’.

    200
    “También tiene el emperador un gran poder en lo temporal; mas cuál o cuánto sea este poder no nos importa, porque yo soy de Castilla y los reyes de Castilla y sus reinos tienen menos sujección que ninguna otra tierra del mundo, y por tanto no sé yo mucho de esto, mas los que son del Imperio o a los que esto atañe, ellos lo vean, pues nosotros no tenemos que adobar en esto nada ni nos queremos meter en lo que no tenemos que librar.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’.

    201
    “Siendo la paz tan necesaria a todas las gentes, las naciones y el mundo, se discutió en la antigüedad qué forma de gobierno convendría al mundo para que se viviese siempre en paz, y se estimó por los grandes filósofos que la mejor organización política que podría tener el mundo para conservar siempre la paz sería que todos estuviesen bajo un señorío y bajo un monarca que fuese señor general, gobernador, regidor y emperador de todo el mundo”.
    FRANCISCO EXIMENIS (1330-1409), ‘Regiment de Princeps’


    DE LA REAL E IMPERIAL DIGNIDAD:

    202
    “Menospreciad aquell’alta cumbre
    De los imperios et de los reinados,
    Pues non contiene en sí clara lumbre,
    Nin faze los hombres bienaventurados.
    Son siempre los reys llenos de cuidados
    Y temen aquellos de que son temidos,
    Son con amor vero de pocos amados,
    Nin las más vezes vacan de gemidos”.
    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL (1392-1449), ‘Cancionero de Resende’.
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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    b) POLÍTICAS.

    EL REY:

    203
    “Los reyes en la tierra son a semejanza de Dios, et tener por cierto que, segunt los merecimientos del pueblo, si andan et viven en las causas de Dios, et guardan las sus leyes et los mandamientos et le aman et le sirven como deben, dales Dios buenos reyes derechureros et piadosos que los mantengan en paz et en justicia et vive el pueblo con ellos como los fijos con el padre.
    Et cuando el pueblo yerra contra Dios et non le sirven como deben, dales Dios reyes torticieros et crueles et cobdiciosos et cumplidores de sus voluntades et desordenados et destruidores del pueblo. Et tales reyes como éstos no son llamados reyes, mas son llamados tiranos”.
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Castigos’. (1342-44)

    204
    “El rey es cabeça e fundamento de su República, de cuya virtut todos los miembros resçiben influençias virtuosas, e cuyos fechos saon a su pueblo neçesarios enxienplos.”
    RUY SÁNCHEZ DE ARÉVALO (1404-1470), ‘Vergel de los Príncipes’

    205
    “Este nombre de rey de buen regir desciende,
    Quien ha buena ventura, bien así lo entiende,
    El que bien a su pueblo gobierna y defiende,
    Este es rey verdadero, tírese el otro dende.

    De un padre, de una madre con ellos descendemos.
    Una naturaleza ellos y nos habemos,
    De vivir y morir una ley tenemos,
    Sólo obediencia que les leal debemos.


    Quiera por su merced Dios les ayudar,
    Que puedan los sus pueblos regir y gobernar
    Con paz y con sosiego, que gran cuenta han de dar

    A aquel Rey verdadero, que la sabrá tomar.

    Dios les guarde de guerras y de todo bullicio,
    Puedan bien responder a Dios de su oficio,
    Mas mal pecado andan fuera de su quicio:
    Quien les dice el contrario non entiende que es perjuicio.


    Dios les de buen consejo que lo quieran creer,
    Y puedan en sus tierras justicia mantener:
    Según que lo yo entiendo mucho es menester,
    Que veo los sus pueblos suspirar y gemer.


    Y Dios no menosprecia la pobre oración,
    Mas antes la recibe y oye a toda sazón
    Quien humildemente le ruega y de buen corazón:
    Si justamente lo pide, oído es su sermón.”

    .............
    “Deben ser los reyes muy mucho avisados,
    De bien examinar entre los sus privados,
    No amen lisonjeros ni mucho arrebatados;
    Si así se engañaren, ellos son los culpados.”


    P. LÓPEZ DE AYALA (1332-1407), ‘Rimado de Palacio’.

    206
    “Todos devemos temer
    E amar con devoçión,
    Al rey que por discreçión
    Nos muestra su buen saber,

    Dando nos a entender,
    Ssegunt los verbos ancianos,
    Que es su coraçón en manos
    Del soberano poder.
    .....................
    Pues Dios lo fiso nasçer
    En sygno e constelación
    De conplida perfeción
    En mañas e en paresçer,

    El lo quiera engrandesçer
    Sobre los reyes christianos,
    Tanto que sus comarcanos
    Lo vengan a obedesçer.

    Tal rey meresçen aver
    Los que son del todo sanos:
    Gozen con él castellanos,
    Ssyn le errar nin fallesçer”.

    FERRANT MANUEL DE LANDO, ‘Desir’ (Cancionero de Baena).

    207
    “Deven los reyes prudentes
    Ser fuertes e justicieros,
    Temprados, dottos, sçientes,
    Caritativos, non fieros;
    Ser christianos verdaderos,
    E bravos a los infieles;
    A los suyos non crueles,
    En las lides cavalleros.
    .....................
    Al que paga lo prestado,
    Préstanle de buena mente;
    Non es punto avergoñado
    Nin en blasmo de la gente.
    Rey, pues set vos diligente
    En pagar e refferir,
    Pues vos vemos resçebir
    Liberal e francamente.”

    MARQUÉS DE SANTILLANA.

    208
    “¡O pues, reyes que reynáys!
    ¡O magnos emperadores,
    Condes, duques e señores
    Que las tierras sojudgáys!
    Pues los tributos leuáys
    Con no pequeña cobdicia,
    Tened en paz e justicia
    Los pueblos que despecháis.

    Amad vuestros caualleros,
    Honrad mucho a los perlados,
    En tiempos acostunbrados
    Tened francos los porteros;
    Apartad los lisongeros,
    Remunerad los seruiçios,
    Nunca desde los oficios
    De justiçia por dineros.”
    ......................
    “Mi consejo principal
    Es, grand señor, que leays,
    Porque sabiendo, sepays,
    Disçernir el bien del mal.
    Que si la sabiduría
    Es a todos conuiniente,
    Más a la gran señoría
    De los que han de ser guía
    Y gouernalles de gente.
    .................................
    Con esperança desnuda
    De la fe y la caridad
    Alcançar felicidad,
    Yo, señor, fago gran dubda.
    Pues a cualquier miserable
    Deueys ser caritatiuo;
    A los buenos amigable,
    A los fuertes espantable,
    A los peruessos esquino”.

    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Debate de la razón contra la voluntad’.

    209
    “Tened en vuestros consejos
    Ombres justos, sabidores,
    De la virtud zeladores,
    En las discriciones viejos;
    Que maguer la luenga hedad
    Faga los onbres sesudos,
    Los que son en moçedad
    Quando viejos son más rudos”
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Regimiento de Príncipes’.


    EL REY Y EL REINO:

    210
    “Reino se llama a la tierra que tiene rey por señor, y él tiene también nombre de rey por los hechos que ha de hacer en ella, manteniéndola con justicia y con derecho.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO EL SABIO.

    211
    “Están de acuerdo con lo dicho todos los antiguos filósofos, estimando que la mejor organización política y manera de vivir que existe es estar bajo el gobierno de un rey bueno, grande, noble y sabio. Porque, como es sabido, teniendo aquél de manera perpetua y por largo tiempo el gobierno, tiene conocimiento de sus vasallos y estos de él y conoce sus méritos y el valor de los mejores y mayores, de manera que pueda dar a cada uno beneficios y otras cosas necesarias, según su mérito, cuidando mejor de que la nación tenga buenos gobernantes”.
    FRANCISCO EXIMENIS (1340-1409), ‘Regiment de princeps’

    212
    “Entre las distintas formas de gobierno, la monarquía real es la mejor, porque en un sólo príncipe no hay la discordia que se da entre varios. Además, es mejor este principado porque el que más se acerca a la naturaleza lo es, y como el principado monárquico es el que más se asemeja, es el mejor”.
    ALONSO DE MADRIGAL ‘EL TOSTADO’ (1410-1455) ‘Repetitio de optima politia’

    213
    “Rey tanto quiere decir como regidor, ca sin falla á él pertenesce el gobernamiento del regno, et segunt dixieron los sabios amigos, señaladamente Aristóteles en el libro que se llama Politica, en el tiempo de los gentiles el rey non tan solamente era guiador et cabdiello de las huestes, et juez sobre todos los del regno, mas aun era señor sobre las cosas espirituales que estonce se facien por reverencia et por honra de los dioses en que ellos creien, et por ende lo llamaban rey, porque regie también en lo temporal como en lo espiritual. Et señaladamente tomo el rey nombre de nuestro señor Dios, ca asi como él es dicho rey sobre todos los otros reyes, porque del han nombre, et él los gobierna et los mantiene en su lugar en la tierra para facer justicia et derecho; así ellos son tenudos de mantener et de gobernar en justicia et en verdat á los de su señorío. Et aun otra manera mostraron los sabios por que el rey es asi llamado, et dixieron que rey tanto quier decir como regla, ca bien asi como por ella se conoscen todas las torturas et se endereszan, asi por el rey son conoscidos los yerros et enmendados.” .......................“Verdaderamente es llamado rey aquel que con derecho gana el señorío del regno, et puédese ganar por derecho en estas quatro maneras: la primera es quando por heredamiento hereda los regnos el fijo mayor, o alguno de los otros que son mas propíneos parientes á los reyes al tiempo de su finamiento; la segunda es quando lo gana por avenencia de todos los del regno que lo escogen por señor, non habiendo pariente que deba heredar el señorío del rey finado por derecho ; la tercera razon es por casamiento, et esto es quando alguno casa con dueña que es heredera de regno, que maguer él non venga de linage de reyes, puédese llamar rey después que fuere casado con ella; la quarta es por otorgamiento del papa ó del emperador quando alguno dellos face reyes en aquellas tierras en que han derecho de lo facer: et los que ganan los regnos en alguna de las maneras que desuso deximos son dichos verdaderamente reyes”.............................
    “Tirano tanto quiere decir como señor cruel, que es apoderado en algun regno o tierra por fuerza, o por engaño, o por traición: et estos tales son de tal natura, que después que son bien apoderados en la tierra, aman más de facer su pro, maguer sea a daño de la tierra, que la pro comunal de todos, porque siempre viven a mala sospecha de la perder.
    Et porque ellos pudiesen cumplir su entendimiento más desembargadamente, dixieron los sabios antiguos que usaron ellos de su poder siempre contra los del pueblo en tres maneras de artería: la primera es que puñan que los de su señorío sean siempre necios et medrosos, porque cuando atales fuesen non osaríen levantarse contra ellos, nin contrastar sus voluntades; la segunda que hayan desamor entre sí, de guisa que non se fíen unos dotros; ca mientra en tal desacuerdo vivieren non osarán facer ninguna fabla contra él, por miedo que non guardaríen entre sí fe nin poridat; la tercera razón es que puñan de los facer pobres, et de meterlos en tan grandes fechos que los nunca puedan acabar, porque siempre hayan que veer tanto en su mal que nunca les venga a corazón de cuidar facer tal cosa que sea contra su señorío.
    Et sobre todo esto siempre puñaron los tiranos de estragar a los poderosos, et de matar a los sabidores, et vedaron siempre en sus tierras confradías et ayuntamientos de los homes: et puñaron todavía de saber lo que se decíe o se facíe en la tierra: et fían más su consejo et la guarda de su cuerpo en los estraños porquel sirven a su voluntad, que en los de la tierra quel han de facer servicio por premia.
    Otrosí decimos que maguer alguno hobiese ganado señorío de regno por alguna de las derechas razones que deximos en las leyes antes désta, que si él usase mal de su poderío en las maneras que dixíemos en esta ley, quel puedan decir las gentes “tirano”, ca tórnase el señorío que era derecho en torticero, así como dixo Aristóteles en el libro que fabla del regimiento de las ciudades et de los regnos”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    214
    “Hijo mío: es cosa natural y de razón probada, según yo ahora te diré y te mostraré, que los vasallos deben por derecho servir y obedecer, guardar y honrar a su rey en mayor grado y estado; y pues que Dios le da sean reyes y señor natural, que en esto se juntan dos señoríos: el primero, señorío del reino; el segundo, señorío de la naturaleza, que es señorío que hereda de sangre y de hueso. Gran cosa es y muy de apreciar cuando el señor puede decir a sus vasallos: ‘Yo soy vuestro rey y vuestro señor natural de padre y de abuelo y de bisabuelo”.
    ..............................
    “En la mano derecha tiene aquel rey una espada, por la cual se demuestra la justicia en que debe mantener su reino; que así como la espada corta por los dos lados, así la justicia debe cortar igualmente a unos y a otros sin bandería ni mal deseo, pues todo el poder del rey está en tres cosas: la primera en su palabra; la segunda, en la pluma con que escribe sus órdenes, de lo que él ha de mandar; la tercera, en la espada con que apremia a sus enemigos y con que hace justicia a los suyos, pues la espada corta por premio y por justicia las cabezas de los que hacen mal, y la pluma, si no escribe como debe, el rey ha de cortarle a ella la cabeza. Y como quiera que el poder de la espada es grande, mayor es el poder que la tiene, sobre todo es de poder mayor la palabra del rey”.
    REY DON SANCHO IV (1258-1295), ‘Libro de los castigos’.


    EL REY Y LA MONARQUÍA:

    215
    “Nueve cosas yo fallo con cuales tú verás
    El grant poder del rey en que l' conosçerás,
    Las tres de mucha lonje tierras las entendrás;
    Las seis son en el regno, cuáles aquí sabrás.

    Si sus embajadores envía bien ordenados,
    Caballeros buenos, doctores bien letrados,
    Con buen apostamiento e bien acompañados,
    De los que a ellos veen luego serán notados.

    «Algunt muy grande príncipe», dizen, «cierto será
    El que tal embajada honrada enviará»:
    El que nunca le vio luego le notará,
    E su fama muy grande non la olvidará.

    La segunda, si veen su carta mensajera
    En nota bien fermosa, palabra verdadera,
    En buena forma scripta, e con fermosa cera
    Cerrada, bien sellada, con día, mes e era.

    Si veen su moneda que es bien fabricada
    De oro e de plata, redonda, bien cuñada,
    Rica, de buena ley, en todo bien guardada,
    Esta es la tercera señal, d'él muy granada.

    Otrosí en el regno tres otras debe haber,
    Que todo rey o príncipe las debe escoger
    Para ser muy presciado e muy famoso ser,
    El que non le amase que le pueda temer.

    Que sean las sus villas de muro bien firmadas,
    Grandes torres e fuertes, altas e bien menadas,
    Las puertas muy fermosas e mucho bien guardadas,
    Que diga quien las viere que están bien ordenadas.

    Otrosí sus posadas que parescan reales,
    Alcázares muy nobles e otras casas tales,
    Unas fuertes e rezias, otras llanas, eguales,
    Labradas muy fermosas de buenos menestrales.

    Otrosí en su regno tenga oficiales honrados,
    Juezes e merinos, buenos adelantados,
    Todos de conciencia, ricos e abonados,
    E en guardar la justicia sean bien avisados.

    Otras tres cosas son: qu' el rey debe tener
    En la su casa grande por quien puedan saber
    Todos los que lo vieren que lo deben haber
    Por príncipe honrado e de buen parescer.

    Para servir a Dios haya toda vegada
    Su capilla muy noble, muy rica, apostada,
    De nobles ornamentos, fermosa, bien ornada,
    De buenos capellanes muy bien acompañada.

    Otrosí en su consejo haya hombres honrados,
    Ancianos caballeros e notables prelados,
    Buenos homnes maduros, dotores e letrados,
    Estén cabe su estrado, todos bien asentados.

    Los que vieren al rey en tal consejo estar
    Ternán que los sus fechos non se pueden errar,
    Ca por buenas cabezas ha todo a pasar,
    Que antes que determinen lo habrán de examinar.

    Otrosí sea su casa en todo muy granada,
    Su mesa bien servida, solepnemente honrada,
    Su cámara guarnida, mucho bien apostada,
    E de gente baldía su puerta muy dubdada.

    Aquestas nueve cosas que suso he contado
    Fazen a cualquier rey crescer el su estado
    En honra e en provecho, donde será honrado:
    Quien las bien comidiere non lo terná errado.

    E debe abdiencia de sí siempre otorgar,
    Ca muchos son los homnes que tienen de librar,
    Escuche con sosiego e luego quiera dar
    A los homnes respuesta, non los faga tardar.

    Si le pidieren cosa que él deba fazer,
    Catados sus servicios, débelo prometer
    E mandarlo librar sin más ý detener,
    Que lo que así se da grant pro suele tener.

    Si en lo que le demandan dubda si es derecho,
    Mande que los letrados lo vean el tal fecho,
    E lo libren por fuero, sin precio e sin pecho,
    Pues han buenas soldadas, non judguen por conhecho.

    Si piden la ración o tierra servidores,
    Mande que gelo libren luego los contadores.
    Librando así los fechos folgarán los señores
    E pasarán mejor los pobres pecadores.

    Si fuere bien regido el rey o el señor,
    A todo el su pueblo habrá con grant amor:
    Ca cual él en sí fuere, o bueno o mejor,
    Tal querrá parescerle luego el su servidor.

    Por enjiemplo del rey el regno es gobernado,
    Si él fuere muy justo e bien acostumbrado,
    Tal será el vasallo por le fazer pagado;
    Si de otra maña fuer', todo irá errado.”

    PERO LÓPEZ DE AYALA (1332-1407), ‘Rimado de Palacio’


    DEBERES DEL REY:

    216
    “Amado debe seer mucho el pueblo de su rey, et señaladamente les debe mostrar amor en tres maneras: la primera habiendo merced dellos faciéndoles bien quando entendiere que lo han menester: ca pues que él es alma et vida del pueblo, asi como dixieron los sabios, muy aguisada cosa es que haya merced dellos como de aquellos que esperan vevir por él, seyendo mantenidos con justicia: la segunda habiéndoles piedat et doliéndose dellos quando les hobiese á dar alguna pena con derecho: ca pues que él es cabeza de todos, dolerse debe del mal que rescibieren, asi como de sus miembros; et quando desta guisa ficiere contra ellos seerles ha como padre que cria á sus fijos con amor, et los castiga con piedat, asi como dixieron los sabios: la tercera habiéndoles misericordia para perdonarles á las vegadas la pena que merescieren por algunos yerros que hobiesen fecho; ca como quier que la justicia es buena cosa en si, et de que debe el rey usar siempre, con todo eso fácese muy cruel quando á las vegadas non es temprada con misericordia: et por eso la loaron mucho los sabios antiguos et los santos, et señaladamiente dixo el rey David en esta razon que estonce es el regno bien mantenido quando la misericordia et la verdat se fallan en uno, et la paz et la justicia se besan.
    Et honrarlos debe otrosi en tres maneras: la primera poniendo á cada uno en el logar quel conveniere por su linage, ó por su bondat ó por su servicio; et otrosi mantenerle en él non faciendo por que lo debiese perder; ca estonce será asentamiento del pueblo, segunt dixieron los sabios: et la segunda honrándolos de su palabra loando los buenos fechos que fecieron en manera que ganen por ende buena fama et buen prez: la tercera queriendo que los otros lo razonen asi, et honrándolos desta guisa será él honrado por las honras dellos.
    Otrosi los debe guardar en tres maneras: la primera de sí mismo non les faciendo cosa desaguisada, la que non querrie que otro les feciese, nin tomando dellos tanto en el tiempo que los podiese escusar que despues non se podiese ayudar dellos quando los hobiese , et guardándolos asi será ayuntamiento de ellos que se non espargan, et acrescentarlos ha asi como lo suyo mismo: la segunda manera en que los debe guardar es del daño dellos mismos quando feciesen los unos á los otros fuerza ó tuerto. Et para esto ha que los tenga en justicia et en derecho, et non consienta á los mayores que sean soberbios, nin tomen, nin roben, nin fuercen nin fagan daño en lo suyo á los menores: et estonce será atal como dixieron los sabios, que debie seer apremiador de los soberbios et esforzador de los homillosos: et guardándolos de esta guisa vivirán asesegadamente, et habrá cada uno sabor de lo que hobiere: la tercera guarda es del daño que les podrie venir de los defuera que se entiende por los enemigos: ca destos les debe él guardar en todas las maneras que podiere, et será entonce muro et esperanza dellos, asi como dixieron los antiguos que lo debe seer.
    Onde el rey que honrare, et amare et guardare á su pueblo asi como sobredicho es, será amado, et servido et temido dellos, et terna verdaderamente el logar en que Dios lo puso, et tenerlo han por bueno en este mundo, et ganará por ende el bien del otro sieglo para siempre: et el que de otra guisa lo feciese, darle hie Dios por pena todo el contrario desto.”
    .......................
    “Acucioso debe el rey seer en guardar su tierra de manera que non se yermen las villas nin los otros logares, nin se derriben los muros nin las torres nin las cosas por mala guarda. Et otrosi que los árboles, nin las viñas nin las otras cosas de que los homes viven, non las corten, nin las quemen, nin las derraiguen nin las dañen de otra manera , nin aun por enemistad que hayan los unos contra los otros. Otrosi la debe guardar de los enemigos de fuera, de manera que non puedan en ella facer daño.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    TESTAMENTO DEL REY:

    217
    “En el nombre del sumo e incomparable bien, que es Dios.
    Yo Alfonso Rey de los aragoneses, pamploneses, sobrarbienses y ribagorzanos. Meditando y resolviendo en la mente que hizo a todos los hombres mortales por naturaleza; resolví en mi ánimo mientras disfruto vida y salud, ordenar cómo ha de quedar el reino a mí concedido por Dios, mis posesiones é intereses.
    Pues temiendo al juicio divino, por la salud de mi alma, y también por la de mi padre y de mi madre, y la de todos mis parientes, hago este testamento por Dios y Nuestro Señor Jesucristo, y todos sus Santos.
    Y primeramente con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios y la bienaventurada María de los pamploneses, y de San Salvador de Leire, el castillo de Estella, con toda la villa y con todo lo que pertenece al derecho real, para que sea la mitad de Santa María y la otra mitad de San Salvador; de igual modo dono a Santa María de Nájera y a San Millán el castillo de Nájera con todas sus cosas y honores que le pertenecen: también el de Tribia con todo su honor.
    Y de todas estas cosas sea la mitad para Santa María y la otra mitad para San Millán: ofrezco también a San Salvador de Oviedo, San Esteban de Gormaz y Almazán con todas sus dependencias.

    Lego también a Santiago de Galicia, Calahorra, Cervera y Turtulón con todas sus posesiones, lo mismo a Santo Domingo de Silos dejo el castillo de Sangüesa con la villa, con sus dos caseríos nuevo y viejo y su mercado.
    Dejo igualmente al beato San Juan de la Peña, de la villa de Biel, con todo su honor, y a Bailo con la suya.
    Y doy a San Pedro de Siresa aquel puente levantado, como está escrito en otras cartas; y Ardenes con todo su honor, y a Sosa con todo su valle de Aragüés, lo desierto y lo poblado hasta el puerto.

    Asimismo para después de mi muerte, dejo por mi heredero y sucesor al Sepulcro del Señor, que esta en Jerusalén y a los que guarda(n) y lo conservan, y allí mismo sirven a Dios. Y al Hospital de los pobres que hay en Jerusalén; y al templo del Señor con los caballeros que allí vigilan para defender el nombre de la Cristiandad.

    A estos tres concedo todo mi reino: también todo lo que tengo, conquistado en toda la tierra de mi reino; el Principado, el derecho que tengo en todos los hombres de mi tierra, tanto en los clérigos, como en los legos, obispos, abades, canónigos, monjes, nobles, caballeros, ciudadanos, rústicos y mercaderes, varones y hembras, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y moros, con la misma ley y costumbre que mi padre y yo hemos tenido hasta ahora y debemos tener.
    Añado también a la milicia del templo, mi caballo con todas mis armas; y si Dios me concediese a Tortosa, sea toda del Hospital de Jerusalem.

    Además, porque no es imposible, si nos hemos equivocado, pues somos hombres. Si yo o mi padre quitamos algo a los obispados de mi tierra o a los monasterios, de los honores o las posesiones injustamente, rogamos y mandamos que los prelados, al templo del Santo Sepulcro, del hospital y los del templo, lo restituyan legalmente.
    Del mismo modo, si a alguno de los hombres, varón o mujer, clérigo o seglar, yo o algunos de mis antecesores quitamos injustamente su heredad, restitúyase al mismo justamente por compasión.

    De igual manera, de las propiedades que por derecho de herencia nos son debidas (fuera de aquellas que fueron entregadas a los Lugares Sagrados), las dejo íntegras al Sepulcro del Señor, al Hospital de los pobres y a la milicia del templo; a tal tenor, que después de la muerte de ellos, sean íntegras del Sepulcro, del Hospital y del templo y darlas a quien quisieren.

    De este modo todo mi Reino, como se ha escrito arriba, y toda mi tierra, cuanto tengo, cuanto me quedó de mis antepasados, cuanto yo adquirí o adquiera en adelante con la ayuda de Dios y cuanto yo doy al presente y hubiere podido dar antes justamente, todo lo asigno y concedo al Sepulcro de Cristo, al Hospital de los pobres y al Templo del Señor, para que ellos lo tengan y posean por tres terceras partes iguales: todas estas cosas sobredichas doy y concedo al Señor Dios y los Santos nombrados mas arriba, tan propias y firmes, como ahora lo son mías, y tengan facultad de dar, y quitar.
    Y si alguno de aquellos, que ahora tiene estos honores o los tendrán en el porvenir quisiera ensoberbecerse y no quisiera reconocer a estos Santos, como harían a mí, a mis hombres y a mis servidores, apelen de la traición y de felonía, como harían si yo estuviese vivo y presente, vuelvan por la fe sin engaño.
    Y si durante mi vida me agradara dejar lo que quisieren dejar o a Santa María o a San Juan de la Peña o a otros Santos, los que las tuvieren, recibirán de mí lo que valen.
    Hago, pues, estas cosas, por el alma de mi padre y de mi madre, y por el perdón de todos mis pecados; y para merecer tener un lugar en la vida eterna.
    Hecha esta carta en la era 1172, en el mes de septiembre, día martes, de la Natividad de Santa María, en el castillo y población que se nombra Sariñena.
    Signo + de Alfonso, rey, etc.

    Hecho este testamento tres años antes de su muerte, lo ratificó poco antes de su fallecimiento, que acaeció el día 7 de Septiembre del año 1134.”

    TESTAMENTO DE ALFONSO I DE ARAGÓN


    DE LOS MALOS REYES:

    218
    “Los malos de todos son vituperados
    Sus mismos vicios los atormentan;
    De toda la gente son muy desamados,
    De sí claro nombre: muy lexos ausentan.
    Con muertes, engaños, los suyos los tientan,
    Son aborrecidos de Dios et del mundo.
    Dezid, pues, qué gozo tales reyes sientan,
    Ya vivos viniendo en fuego profundo.”
    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    DE LA PRIVANZA:

    219
    “Bolvamos la pluma a tí o privança,
    Ufana, ingrata, mintrosa irada!
    Tú pones en hombre toda tu fiança
    Por ende de males eres recercada.
    Tú has en arena tu casa fundada,
    Si presto te vienes, más presto te partes,
    De quien te conoce eres desamada
    Por tus no fermosas ni gentiles artes.”

    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    DEL PUEBLO Y DE SU VANO AMOR:

    220
    “No amo ni punto el amor popular,
    Ni loo quien mucho en él se confía;
    Ca no sabe amar, ni sabe desamar.
    Los más de sus fechos van torcida vía,
    Sin razón, sin causa mantiene querella,
    Jamás discreción no lleva por guía;
    Nin honrra virtud, nin se cura d’ella.

    A caos profundos a horas abaxa,
    A horas sublimes al cielo loado,
    En él piedad jamás se encaxa,
    Los sus beneficios siempre van errando.
    En todo ingrato, crudo et nefando;
    Los malos enxalça, los buenos oprime,
    A la falssa fama jamás va mirando,
    Nin siento virtud que a él se arrime”.

    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    EL HOMBRE:

    221
    “Hijo Don Fernando: Cierto que una de las principales razones porque nuestro Señor crió el mundo, fue por tener razón de criar al hombre, que es la más noble criatura que hay bajo los cielos, y aun algunos dicen que es más noble que las criaturas celestiales.
    Mas es cierto que la razón por que el hombre es la más noble criatura, es porque el hombre se compone de cuerpo y alma, y tiene entendimiento y razón, y tiene libre albedrío para poder hacer el bien o el mal.”
    REY DON SANCHO IV, ‘Libro de los castigos’


    EL SÚBDITO:

    222
    “Libertad es poderío que tiene todo hombre naturalmente de hacer lo que quisiere, en tanto que fuerza o derecho de ley o de fuero no se lo impide.
    Y puede dar esta libertad el señor a su siervo en iglesia o fuera de ella, y delante del juez, o en otra parte, o en testamento o sin testamento, o por carta.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    EL PRIVADO:

    223
    “Lo que non fice, faced,
    Favoritos e privados;
    Si queredes ser amados,
    Non vos teman, mas temed.
    Tempat la cúpida sed;
    Consejad retos juicios;
    La raçón obedeced.

    Ca si fuéredes medidos
    En rescebir, non dubdedes
    Con mucha raçón faceredes
    A los otros comedidos.
    Los discretos e sentidos
    Pedirán, cuando pidieren,
    De poco les sois tenidos.

    Por tanto, lo que diré,
    Gentes de la nuestra Esperia,
    Acerca desta materia,
    Avedlo como por fe.
    De todos me ensoñereé
    Tanto, que de mi señor
    Cuidava ser el mayor
    Fasta que non lo cuidé”.

    MARQUÉS DE SANTILLANA ‘Doctrinal de Privados’


    MUERTE DEL VALIDO:

    224
    “E de la casa de Alonso Perez esa noche le pasaron a la casa de Alonso Destúñiga, donde toda la noche estuvieron con el aquellos frailes, confortandole e diciendole que muriese como christiano, esperando que Dios habria piedad de su ánima.
    E otro dia muy en amanesciendo, oyó misa muy devotamente, e rescibió el cuerpo de Nuestro Señor, e demandó que le diesen alguna cosa con que beviese, e traxéronle un plato de guindas, de las quales comió muy pocas, e bevió una taza de vino puro.
    E después que esto fue hecho, cavalgó en una mula, e Diego Destúñiga e muchos caballeros que le acompañaban, e iban los pregoneros pregonando en altas voces: ‘Esta es la justicia que manda hacer el Rey nuestro Señor a este cruel tirano e usurpador de la corona real: en pena de sus maldades mándale degollar por ello.’

    E así lo llevaron por la cal de Francos, e por la Costanilla, hasta que llegaron a la plaza donde estaba hecho un cadahalso alto de madera, e todavia los frayles iban juntos con él, esforzándole que muriese con Dios; y desque llegó al cadahalso, hicieronle descavalgar, e desque subió encima, vido un tapete tendido, e una cruz delante, e ciertas antorchas encendidas, e un garabato de fierro fincado en un madero; e luego fincó las rodillas e adoró la cruz, e después levantóse en pie, y paseóse dos veces por el cadahalso.
    E allí el maestre dio a un page suyo llamado Morales, a quien habia dado la mula al tiempo que descavalgó, una sortija de sellar que en la mano llevaba, e un sombrero, e le dixo: ‘Toma el postrimero bien que de mi puedes recebir, el cual lo recibió con muy gran llanto’.
    Y en la plaza y en las ventanas había infinitas gentes que habían venido de todos los lugares de aquella comarca a ver aquel acto: los quales desque vieron al maestre andar paseando, comenzaron de hacer muy gran llanto, e todavía los
    frayles estaban juntos con él, diciéndole que no se acordase de su gran estado e señorío, e muriese como buen christiano.
    El les respondió que así lo hacía, e que fuesen ciertos que en la fe parescía a los Santos Mártires.

    E hablando en estas cosas, alzó los ojos e vido a Barrasa, caballerizo del príncipe, e llamóle e díxole: ‘Ven aca, Barrasa: tú estas aquí mirando la muerte que me dan; yo te ruego que digas al principe mi señor que dé mejor gualardón a sus criados, quel rey mi señor mandó dar a mi.’
    E ya el verdugo sacaba un cordel para le atar las manos, e el maestre le preguntó: ‘¿Qué quieres hacer?’ El verdugo le dixo: ‘Quiero, Señor, ataros las manos con este cordel’. El maestre le dixo: ‘No hagas así’, e diciendole esto, quitóse una cintilla de los pechos, e diógela, e díxole: ‘Atame con esta, e yo te ruego que mires si traes buen puñal afilado, porque prestamente me despaches.’
    Otrosí le dixo: ‘Dime, aquel garabato que está en aquel madero, ¿para que esta allí puesto?’ El verdugo le dixo: que era para que después que fuese degollado, pusiesen allí su cabeza. El maestre le dixo: ‘Después que yo fuere degollado, hagan del cuerpo y de la cabeza lo que querrán’.

    Y esto hecho, comenzó a desabrocharse el collar del jubón, e aderezarse la ropa que traía vestida, que era larga de chamelote azul forrada de raposos forreros; e como el maestre fue tendido en el estrado, luego llegó a él el verdugo, e demandóle perdón, e dióle paz, e pasó el puñal por su garganta, e cortóle la cabeza, e púsola en el garabato.
    Y estuvo la cabeza allí nueve días, y el cuerpo tres días; e puso un bacín de
    plata a la cabecera donde el maestre estaba degollado, para que allí echasen el dinero los que quisiesen dar limosna para con que le enterrasen; y en aquel bacín fue echado asaz dinero.
    E pasados los tres días, vinieron todos los frayles de la Misericordia, e tomaron su cuerpo en unas andas, e llevaronlo a enterrar a una hermita fuera de la villa, que dicen Sant Andrés, donde se suelen enterrar todos los malhechores; y dende a pocos días fue sacado de allí, y llevado a enterrar al Monasterio de San Francisco, que es dentro en la villa.
    E pasado asaz tiempo, fue traído el cuerpo con su cabeza a una muy sumptuosa capilla quel había mandado hacer en la Iglesia mayor de la cibdad de Toledo: e asi ovo fin toda la gloria del maestre e condestable Don Álvaro de Luna.”

    CRÓNICA DEL REINADO DE JUAN II. (ca. 1454)
    Pious dio el Víctor.

  12. #12
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    c) SOCIALES.

    EL PUEBLO:

    225
    “Algunos consideran que pueblo se llama a la gente menuda, así como menestrales, labradores; mas esto no es así, pues antiguamente en Babilonia, y en Troya, y en Roma, que fueron lugares muy señalados y ordenaron todas las cosas con razón y pusieron nombre a cada una según convenía, llamaron pueblo al ayuntamiento de todos los hombres comunalmente, de los mayores, y de los menores, y de los medianos, ya que todos son necesarios y no se pueden excusar, porque se han de ayudar unos a otros para poder bien vivir y ser guardados y mantenidos”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    226
    “El orden no reside solamente en los hombres porque amen su estado, sino más bien por amar los demás estados. Por consiguiente, amar un estado y odiar a otro no es mantener el orden, porque Dios no ha hecho estado alguno contrario a otro cualquiera.
    Así, pues, como el religioso que tanto ama a su estado que es enemigo de otro no sigue el orden, de la misma manera el caballero no tiene oficio de tal amando su estado en una forma que menosprecie otro.”
    RAIMUNDO LULIO (1232-1315), ‘Libro del orden de caballería’


    DEBERES DEL PUEBLO:

    227
    “Et por ende todo cristiano debe haber buena esperanza en Dios, ca asi como la fe serie muerta sin buenas obras, segunt dixieron los santos, otrosi non le complirie la fe á home nin le tendrie pro, si buena esperanza non hobiese, porque ella es esfuerzo de la fe, et la guia para llegar á lo que cobdicia. Onde por todas estas razones conviene mucho al pueblo que la haya, ca asi como debe vevir trabajándose de facer bien, otrosi debe haber firme esperanza que habrá buen gualardon por ello, et acabará lo que cobdicia: et los que asi non lo feciesen, sin el mal que les vernie en este mundo, porque nunca traerian los corazones asosegados por mengua de buena esperanza, darles hie Dios en el otro por pena lo que merescen los desesperados.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    228
    “Establecemos que todos están obligados a guardar y a conservar la vida y la salud del rey, y acrecentar en todas sus cosas su honra y su señorío; y que ninguno sea osado por hecho ni por dicho ni por consejo de ir contra el rey ni contra su señorío, ni hacer levantamiento ni bullicio contra él, ni contra su reino en su tierra, ni fuera de su tierra, ni de pasarse a sus enemigos ni de darles armas ni otra ayuda ninguna por ninguna manera”.
    FUERO REAL

    229
    “Et por ende el pueblo a semejante desto, segunt dixieron los sabios, debe siempre decir palabras verdaderas al rey, et guardarse de mentirle llanamente et de decirle lisonja, que es mentira compuesta; ca el que dixiese mentira á sabiendas al rey por que hobiese á prender á alguno, ó á facerle mal en el cuerpo asi como de muerte ó de lision, debe haber en el suyo tal pena qual feciere haber al otro por la mentira que dixo; et eso mismo decimos si le feciere perder algo de lo suyo tambien mueble como raiz.”
    .........................
    “Onde non conviene al pueblo que guarden al rey tan solamiente de sí mismo, ... mas aun son tenudos de guardalle, de lo non matar en ninguna manera; ... Otrosi le deben guardar que ninguno dellos non lo fiera.... Onde por todas estas razones et por las otras que desuso diximos, farien muy grande traycion los quel feriesen: et aun lo deben guardar de non lo prender porque en esto yacen dos cosas muy malas; la una desapoderamiento et la otra aviltanza; et por ende los que lo prendiesen farien muy grant traycion.
    Et guardarlo deben otrosi de non le baldonar, ó pararse en campo para lidiar con él, porque esto serie traycion conoscida, ca los que lo feciesen non lo farien sinon á fiuza de matarlo ó de ferirlo, ó de prenderlo ó de echarlo deshonradamente del campo.
    Eso mismo decimos de los que corriesen el logar do él fuese, ó le echasen celada; ca la lealtad de España estrañó tanto esto que posieron por fuero que maguer el natural del rey fuese vasallo de otro, si acaesciese que fuese en logar do hobiese de lidiar, que este atal dexase sus caballeros á aquel con quien fuese, et que se veniese él para el otro cuyo natural fuese para estar con él tambien él como todos los otros que sus naturales fuesen.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    LEALTAD:

    230
    “Lealtad es cosa que enderesza los homes en todos sus fechos, porque fagan siempre todo lo mejor; et por ende los españoles que todavia usaron della mas que otros homes, veyendo el grant peligro que podrie acaescer á sus señores et á ellos mismos si las fortalezas del regno se perdiesen, posieron quatro cosas por que fuesen meior guardadas: la primera de como rescibiesen los castiellos et por quién: la segunda de como los guardasen: la tercera de como los defendiesen et los acorriesen quando meester fuese: la quarta de como gelos diesen quando los pediesen ó gelos hobiesen á dar por derecho.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    VAGOS:

    231
    “Grandes daños vienen a nuestros reinos por consentir en ellos vagabundos y holgazanes que podrían trabajar y vivir de su afán, y no lo hacen, los cuales, no tan sólo viven del sudor de los otros, sin trabajarlo ni merecerlo, sino que dan mal ejemplo a los demás que les ven hacer aquella vida, por lo que dejan de trabajar y tornanse a la vida de ellos, por lo que no se pueden encontrar labradores, y habiendo muchas heredades por labrar, se yerman los lugares.
    Por eso, para remediar estos daños, ordenamos que los que así anduvieren vagabundos y holgazanes que no quisieran trabajar con sus manos ni vivir con sus señores, cualquiera de nuestros reinos los pueda tomar bajo su autoridad y servirse de ellos un mes sin soldada, salvo que les den de comer y beber.”
    JUAN I DE CASTILLA, CORTES DE BRIVIESCA (1387)


    LA TIERRA:

    232
    “Acrescentar et amuchiguar et fenchir la tierra fue el primero mandamiento que Dios mandó al primero home et muger despues que los hobo fechos.
    Et esto fizo porque entendió que esta es la primera naturaleza et la mayor que los homes pueden haber con la tierra en que han de vevir, ca maguer es muy grande la otra que ganan con ella por crianza que les es asi como ama que los gobierna, et otrosi la que toman morando en la tierra aprendiendo et usando en ella las cosas que han de facer, et se les face asi como ayo et maestro que les enseña lo que han á deprender, con todo eso por mayor tovieron los sabios antiguos que fablaron en todas las cosas muy con razon, aquella naturaleza que desuso diximos que los homes han con la tierra por nascer en ella, ca esta les es asi como madre de que sallen al mundo et vienen á seer homes.
    Et por ende el pueblo debe mucho puñar de haber todas estas naturalezas con la tierra en que ha sabor de vevir, et mayormente que el linage que dellos veniere que nasca en ella, ca esto les fará que la amen...
    Et para facer este linage conviene que caten muchas cosas porque cresca et amuchigue; et la primera es que casen luego que sean de edat para ello, ca desto vienen muchos bienes.”
    .....................
    “Criar debe el pueblo con muy grant femencia los frutos de la tierra labrándola et endereszándola para haberlos della, ca desta crianza se ha de mantener la otra... et della se gobiernan et se ayudan ellos et todas las otras cosas vivas, et mansas et bravas; et por ende todos se deben trabajar que la tierra do moraren sea bien labrada, et ninguno desto con derecho non se puede escusar nin debe... et á todos comunalmente debe placer et cobdiciar que la tierra sea labrada, ca desque lo fuere será abondada de todas las cosas que les fuere meester”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    AMOR A LA TIERRA:

    233
    “Una de las placenteras cosas que en el mundo ha es vevir home en la tierra do es natural, et mayormente si Dios le face tanta merced que pueda vivir en ella honrado et preciado.
    Et tan placentera es esta manera de vida, que así engaña a muchos que escogen antes vivir en ella pobres que en tierra extraña en que fuesen ciertos que podrían pasar muy honradamente.
    Et sin dubda esto es gran yerro et grand engaño; ca el que tiene mientes por llegar a algún bien et a buen estado non debe dejar el placer de la voluntad de vevir et de grandescer doquier que más pudiere llevar su honra adelante.”
    DON JUAN MANUEL, ‘El libro del Caballero y del Escudero’.


    LABRADORES:

    234
    “Vosotros, cultivadores,
    Fuyd riñas e malicias,
    De crianças e lauores;
    Biuid por vuestros sudores
    Curando de vuestros bueyes;
    Dexad las armas e leyes
    A fidalgos e dotores”
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Debate de la razón contra la voluntad’


    LABRADOR Y PESCADOR:

    235
    “¡Benditos aquellos que con el açada
    Sustentan su vida e viven contentos
    E de cuando en cuando, conoscen morada
    E suffren pascientes las lluvias e vientos!
    Ca éstos no temen los sus movimientos,
    Nin saben las cosas del tiempo passado,
    Nin de las presentes se facen cuidado
    Nin las venideras do han nascimientos.

    ¡Benditos aquellos que siguen las fieras
    Con las gruesas redes e canes ardidos,
    E saben las trochas e las delanteras
    E fieren del arco en tiempos devidos!
    Ca éstos por saña non son conmovidos,
    Nin vana cobdicia los tiene subjetos;
    Nin quieren thesoros, nin sienten deffetos,
    Nin turban temores sus libres sentidos.

    ¡Benditos aquellos que cuando las flores
    Se muestran al mundo, desciben las aves,
    E fuyen las pompas e vanos honores,
    E ledos escuchan sus cantos suaves!

    ¡Benditos aquellos que en pequeñas naves
    Siguen los pescados con pobres traínas!
    Ca éstos non temen las lides marinas,
    Nin cierra sobre ellos Fortuna sus llaves.”
    MARQUÉS DE SANTILLANA (1398-1458), ‘Comedieta de Ponza’.
    Pious dio el Víctor.

  13. #13
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HECHOS

    LUCHA CONTRA EL INVASOR:

    236
    “Un grito ha sido oído -en medio de las montañas. Y el echecojauna, el amo, de pies delante de la puerta ha abierto las orejas y ha dicho: ‘¿Quién está ahí?¿Qué me quieren?’ Y el perro, que dormía a los pies de su amo, se ha levantado y ha llenado con sus ladridos los contornos de Altobiskar.

    Resuena un fuerte rumor en el collado de Ibañeta. Se acerca chocando contra las rocas a derecha e izquierda. Es el estruendo de un ejército que de lejos llega. Los nuestros les han respondido desde lo alto de las montañas, haciendo sonar sus cuernos. Y el echecojauna aguza sus dardos: ¡Ya llegan, ya llegan! ¡Qué bosque de lanzas! ¡Cómo aparecen sobre ellos banderas de todos los colores! ¡Qué destellos despiden sus armas! ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis, diez y siete, diez y ocho, diez y nueve, veinte.

    -¡Veinte, y miles y miles más! Se pierde el tiempo contandolos. Juntemos nuestros nervudos brazos. Arranquemos de cuajo esas rocas. Rodemoslas monte abajo por la pendiente de la montaña sobre sus cabezas. Aplastemoslos, hiramoslos de muerte.
    -¿Qué querían de nuestros montes esos hombres del Norte?¿Por qué han venido a turbar nuestra paz? Cuando Dios hizo las montañas fue para que los hombres no las pasasen. Pero las rocas caen rodando y aplastan a los invasores. La sangre corre a torrentes ¡Oh, qué de huesos rotos!¡Qué mar de sangre!

    -¡Huid, huid los que os aun tenéis fuerzas y caballos!¡Huye, rey Carlo Magno, con tu pluma negra y tu capa encarnada! Tu sobrino amado, el valiente Roldán, yace allá abajo muerto. Su valor de nada le ha servido. Y ahora, euscaldunas, abandonemos estas peñas. Bajemos al punto, disparemos nuestras flechas contra los que huyen.
    ¡Huyen! ¡huyen! ¿Dónde está, pues, aquel bosque de lanzas?¿Dónde las banderas de todos colores que aparecían sobre ellos? Ya no despiden destellos sus ensangrentadas armas. ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien.
    -Veinte, diez y nueve, diez y ocho, diez y siete, diez y seis, quince, catorce, trece, doce, once, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.

    ¡Uno! ¡Ni uno se divisa ya! Todo acabó. Echecojauna, puedes volver con tu perro a abrazar a tu esposa y a tus hijos, a limpiar las flechas y recogerlas junto con el cuerno y echarte encima de ellas a dormir.
    De noche, las águilas vendrán a comer esos trozos pisoteados de carne. Y esos huesos blanquearán ahí eternamente.”

    CANTAR DE ALTOBISKAR (recreación medieval, siglo XIX).


    PAZ Y ORDEN:

    237
    “Hemos sabido que algunas personas hacen entre sí ayuntamientos y ligas, firmadas con juramento ó pleito homenage, ó con pena, o con otra firmeza, contra cualesquier personas, en general contra cualesquier que contra ellos fueren ó quisieren ser, y como quier que hacen los dichos ayuntamientos y ligas so color de bien y guarda de su derecho, y por mejor cumplir nuestro servicio; pero por cuanto, según por experiencia conoscemos, estas ligas y ayuntamientos se hacen muchas veces no á buena intención; y dellas se siguen escándalos, discordias y enemistades, impedimentos de la egecucion de nuestra justicia.
    Y por ende Nos, queriendo paz y concordia entre los nuestros súbditos y naturales, y proveyendo á lo que es por venir, mandamos que no sean osados infantes, duques, condes, maestros, priores, marqueses, ricoshombres, caballeros y escuderos de las nuestras ciudades, villas y lugares y concejos; y otras comunidades y personas singulares, de cualquier estado o condición que sean, de hacer ni hagan ayuntamientos ni ligas con juramento, ni rescibiendo el cuerpo del Señor, ni por pleito y homenage, ni por otra pena ni firmeza, en que se obliguen de guardarse los unos á los otros contra otros cualesquier.
    Y otrosí que no usen de las que han hecho hasta aqui; y cualquier de los sobredichos que contra esto hiciere de aqui adelante habrán la nuestra ira, y procederemos contra ellos y contra sus bienes en aquella manera que Nos entendiéremos que cumple á nuestro servicio.
    Y porque los hombres se muevan mas de ligero á Nos denunciar lo que dicho es, mandamos y ordenamos que el acusador o denunciador haya la tercia parte de la pena de dineros ode bienes en que Nos condenaremos á aquel que denunciare o mostrare.
    Y en razón de los ayuntamientos y ligas que son hechas hasta aquí, Nos por esta ley damos por ningunas todas las ligas, promisiones y pleitos que hasta aquí se hubieren hecho...”
    JUAN I DE CASTILLA, Cortes de Guadalajara, 1390.


    LA JUSTICIA:

    238
    “Porque dios puso en el mundo los reyes et los señores para mantener las gentes en justicia et en derecho et en paz, les acomendó la tierra para facer esto.
    Por ende, los reyes et los señores que non han otro juez sobre sí sinon Señor Dios, deben catar que los pleitos que entre ellos vinieren, que los juzgaren según lo que fuere verdad; et entre el juicio de los señores et de los oficiales que ellos ponen et han de juzgar los pleitos por fueros et por leyes hay esta diferencia: los jueces que sean puestos por otros non deben juzgar los pleitos que ante ellos vienen según ven nin según lo que ellos saben, sinon según lo que es razonado entre ellos, o lo que fallaren en aquellas leyes et en aquellos fueros por que han de juzgar. Esto es porque son sometidos a aquellas leyes o a aquellos fueros por que han de juzgar.

    Mas los reyes et los grandes señores, porque non son sometidos nin han de dar cuenta sino a Dios, non deben juzgar sinon por la verdad, nin se deben arrebatar fasta que lo sepan ciertamente; mas de lo que supiesen, débenlo juzgar según la verdad et sin ninguna mala intención; et débense acordar que Dios los puso en aquel estado, et que a El han de dar cuenta, et que de El han de recibir galardón bueno o malo, según los juicios que dieren.
    Et deben ser ciertos que el mucho bien que fagan que nunca les será olvidado, et si algún juicio malo dieren o de cualquier fecho malo que fagan que no hayan de haber pena en este mundo o en el otro o en ambos.
    Otrosí deben catar mucho los reyes et los grandes señores que fagan las cosas como deben, ca todos los sus fechos son en dos maneras: ca son tales que non pueden nin los deben acomendar a otro, sinon facerlos et librarlos ellos mismos; o son tales que non pertenece de los librar a ellos, et los deben acomendar a otro.
    Et si ellos los quisieren todos librar o todos acomendar, facen muy gran yerro; ca en cuanto libran lo que deben acomendar a otro, pierden el tiempo de librar lo que les pertenecía a ellos; et si acomiendan a otro lo que ellos debían librar, non se libra tan cumplidamente como debe.”

    DON JUAN MANUEL, ‘Libro del Caballero y del Escudero’ (1326)


    LA JUSTICIA Y LA LEY:

    239
    “Creed por cierto que una de las cosas por las que más se salvan las almas y se mantienen los cuerpos, y los reinos, y los estados y las tierras, es la justicia.
    Y justicia no entendáis que es solamente matar hombres, sino dar a cada uno lo que merece, haciendo bien por bien y mal por mal.
    Y aun todos los que han podido hacer justicia deben agradecer más a Dios que les dé lugar a galardonar que para castigar.”
    REY DON SANCHO IV (1258-1295), ‘Libro de los castigos’.

    240
    “Ley tanto vale como lección o enseñanza escrita que liga al hombre para no hacer mal y le dirige a ser leal haciendo derecho. Y fuero equivale a ley derechamente usada por largo tiempo, esté o no escrita. Y postura es llamada en latín toda buena disposición que hace el rey u otro por su orden o los hombres entre sí y que si es favor del país o de algunos lugares la aprueba el rey y se confirma por privilegio o carta mandándola guardar”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    241
    “La ley ama y enseña las cosas que son de Dios, y es fuente de enseñanza y muestra de derecho y de justicia y de ordenamiento y de buenas costumbres, y guiamiento del pueblo y de su vida; y tanto para los hombres como para las mujeres, y para los mancebos como para los viejos; y tanto para los sabios como los no sabios, y para los de la ciudad como para los de fuera; y es guarda para el rey y para sus pueblos.”
    FUERO REAL.


    EL JUEZ Y LA JUSTICIA:

    242
    “Deben ser los jueces en todo abonados,
    Ricos de posesiones y de virtudes dotados,
    De todas buenas mañas y bien sosegados,
    Que no sean crueles a los pobres cuitados.

    Deben amar la justicia y de ella bien usar;
    Pues que el rey de ellos fía, no deben engañar;
    Que si ellos no lo hacen, podrían trastornar
    La justicia que el rey de ellos quiso fiar”.

    ...........................

    “No debe el juez a ninguno dañar,
    Antes debe en común a todos aprovechar;
    A los unos, con miedo, los puede espantar;
    A los otros, con honra, los debe sosegar.

    Ni debe el juez en todo ser muy teso,
    Ni debe ser muy blando, que así le es defeso:
    Si fuere sabedor y tuviere buen seso,
    En la su mano diestra siempre tendrá un peso.

    En la una balanza la justicia tendrá,
    Con la cual él condene aquél que mal hará;
    En la otra balanza la piedad será,
    Que siempre al castigo al pecador dará.

    No debe ser cruel en la ejecución,
    Con lágrimas y lloro de puro corazón,
    Bien la examine gran tiempo y sazón,
    Que matar así un hombre no es juego de piñón”.

    PERO LÓPEZ DE AYALA, ‘Rimado de Palacio’.


    EL PAISAJE:

    243
    “Yo, maestro Gonçalvo de Verçeo nomnado,
    Yendo en rromería caeçí en un prado
    Verde e bien sençido, de flores bien poblado,
    logar cobdiçiadero pora omne cansado.

    Davan olor sobeio las flores bien olientes,
    Refrescavan en omne las carnes e las mientes;
    Manavan cada canto fuentes claras corrientes,
    En verano bien frías, en yvierno calientes.

    Avíe hi grand abondo de buenas arboledas,
    Milgranos e figueras, peros e maanedas
    E muchas otras fructas de diversas monedas;
    Mas non avié ningunas podridas nin azedas.

    La verdura del prado, la olor de las flores,
    Las sombras de los árbores de temprados sabores
    Refrescáronme todo e perdí los sudores,
    Podrié vevir el omne con aquellos olores.

    Nunqua trobé en sieglos logar tan delectoso,
    Nin sombra tan temprada, ni olor tan saboroso;
    Descargué mi ropiella por iazer más viçioso,
    Poséme a la sombra de un árbor fermoso.

    Iaziendo a la sombra perdí todos cuidados,
    Odí sonos de aves dulçes e modulados;
    nunqua udieron omnes órganos más temprados,
    Nin que formar podiessen sones más acordados.”

    GONZALO DE BERCEO, ‘Introducción de los Milagros de Nuestra Señora’.


    COVADONGA:

    244
    “Por aquellos tiempos era prefecto de Asturias, con residencia en León, Munuza, compañero de Taric. Durante su gobierno, cierto espatario de los reyes Witiza y Rodrigo, llamado Pelayo, oprimido por el señorío de los ismaelitas, entró en Asturias con su hermano.
    El prefecto Munuza envió a Pelayo a Córdoba con el pretexto de una legación, pero en verdad con ocasión de su interés por su hermana. Antes de que regresara el antiguo espatario, Munuza, mediante cierto artificio, se unió en matrimonio con la hermana de Pelayo; mas cuando volvió éste, en ninguna manera quiso consentir en tal enlace, sino que se apresuró a hacer con gran osadía lo que ya meditaba acerca de la salvación de la Iglesia.
    Entonces, el nefando Taric envió soldados a Munuza para que apresaran a Pelayo y lo llevasen a Córdoba encadenado. Llegados a Asturias, quisieron cogerle por engaño, y en una aldea llamada Brece supo Pelayo por cierto amigo la decisión de los caldeos.
    Mas como los sarracenos eran muchos, viendo que no podía ofrecerles resistencia, se apartó de ellos despacio, comenzó de repente a correr y llegó a las orillas del Piloña, que encontró desbordado, pero mediante un adminículo natatorio ganó la otra orilla sobre el caballo en que cabalgaba y subió a un cerro, con lo que los sarracenos cesaron de perseguirle.

    Dirigiéndose hacia la tierra montañosa, arrastró consigo a cuantos encontró camino de una asamblea y con ellos subió a un gran monte llamado Auseva y se refugió en la ladera de dicha montaña, en una cueva que sabía era segura y de la que mana un gran río por nombre Deva. Desde ella envió mensajeros a todos los astures, que se congregaron en una junta y le eligieron príncipe.
    Enterados de lo ocurrido los soldados que habían venido para prender a Pelayo, regresaron a Córdoba y manifestaron a su rey que se había sublevado el denunciado por Munuza.
    Cuando el rey oyó tal noticia, conmovido por furiosa ira, mandó salir contra el rebelde una hueste innumerable, reclutada en toda España; puso al frente del ejército a Alkama, su socio, y ordenó que fuese con éste y sus tropas a Asturias Oppas, obispo de Toledo, hijo de Witiza, por cuya traición habían perecido los godos. Alkama recibió orden de su compañero de que si Pelayo no quería aceptar la propuesta del obispo, le apresase por fuerza de armas y le llevase a Córdoba, y entró en Asturias con un ejército de 187.000 soldados.

    Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva, y el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo subió a un montículo situado delante de la cueva de la Señora y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?» El interpelado se asomó a la ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudosostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve de tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos».
    Pelayo respondió entonces: «No leíste en las Sagradas Escrituras que la Iglesia del Señor llegará a ser como el grano de mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?»
    El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito».
    Pelayo dijo: «Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor, porque David ha dicho: Castigaré con mi vara sus iniquidades y con azotes sus pecados, pero no les faltará mi misericordia. Así, pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos».
    El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: «Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido; a lo que adivino de su intención, no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada».

    Alkama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos.
    Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para luchar con los caldeos; emprendieron éstos la fuga, se dividió en dos su hueste, y allí mismo fue al punto muerto Alkama y apresado el obispo Oppas.
    En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Auseva y por el lugar llamado Amuesa descendieron a la Liébana.
    Pero ni estos escaparon a la venganza del Señor; cuando atravesaban por la cima del monte que está a orilla del río llamado Deva, junto al predio de Cosgaya, se cumplió el juicio del Señor: el monte, desgajándose de sus cimientos, arrojó al río los 63.000 caldeos y los aplastó a todos.
    Hasta hoy, cuando el río traspasa los límites de su cauce, muestra muchas señales de aquello.”

    CRÓNICA DE ALFONSO III.


    DEL CAMINO DE SANTIAGO:

    245
    “Los malos posaderos de la ciudad de Santiago la primera comida la dan de balde a sus huéspedes y se esfuerzan para que les compren velas o cera. ¡Oh, fingida caridad! ¡Oh, falsa piedad! ¡Oh, largueza encubridora de toda clase de fraudes!
    Si, por ejemplo, se hospedan en una casa doce peregrinos bajo unas mismas condiciones, el mezquino posadero les pone un plato, ya de carne, ya de pescado, que en el macelo de la ciudad puede comprar por ocho dineros, y al fin les mete doce velas a seis dineros cada una, siendo así que en la plaza pública habrían podido comprarlas a cuatro dineros.
    O después de aquella fraudulenta comida, la cera que podían comprar por cuatro dineros se la vende en seis. Y por la comida en que empleó ocho dineros les exige dos sueldos, o sea veinticuatro dineros. ¡Oh que nefando contrato! ¡Oh que detestable lucro!

    Otros mezclan con la cera sebo de carnero o de cabra y habas cocidas sin monda, y de esta mezcla hacen velas. Otros, cuando los peregrinos les preguntan por los venerandos hechos del Apóstol Santiago, les refieren fabulosas y detestables patrañas.

    Algunos hay que hacen salir hasta Puertomarín al encuentro de los peregrinos a algún criado, el cual así que los ve:
    "Hermanos y amigos míos, les dice, yo soy vecino de la ciudad de Santiago, pero no me hallo aquí por causa de buscar huéspedes, sino porque estoy cuidando de una mula que mi amo tiene aquí enferma: hareís el favor de decirle que pronto se pondrá buena, y si queréis parar en mi casa, aunque no sea más que en agradecimiento de la noticia que lleváis, os han de tratar bien". Así lo hacen los peregrinos, pero reciben un trato pésimo.

    Otros les salen al encuentro en Barbadelo o en Tricastela y después de saludarlos, traban conversación con ellos sobre cosas indiferentes, hasta que cuando creen llegado el momento oportuno:
    “Yo tengo la dicha -les dicen- de ser ciudadano de Santiago; pero vine aquí a ver a un hermano que reside en esta villa. Y justamente podéis parar en mi casa, porque de seguro que si mi mujer y mi familia saben que me habéis visto y que habéis hablado conmigo, se desvelarán para que no os falte de nada. Si queréis os daré una señal para que os reconozcan”.
    Y, en efecto, a unos peregrinos les da como señal un cuchillo, a otros su cinturón, a otros una llave, a otros una correa, a otros un anillo, a otros un gorro o montera, a otros un guante, etc... Llegan los peregrinos a su casa y se hospedan en ella; y después de la comida, una vela que sólo vale cuatro dineros, la mujer se la vende en ocho o diez. Así son engañados por los posaderos muchos peregrinos de Santiago.

    Y si algún peregrino lleva para vender algún marco de plata que valga treinta sueldos, su mal posadero lo dirige a un monedero con quien está en connivencia, y le aconseja que debe darle el marco en veinte sueldos. El posadero no pierde su tiempo, porque recibe en premio del comprador doce dineros, o más o menos.
    O si el peregrino quiere vender alguna cosa que sea de gran valor, el posadero se la desprecia y aconseja que debe venderla en tanto o cuanto para recibir un buen premio del comprador, o, si acaso, de comprador y vendedor.
    (...)

    ¿Y qué diréis de aquellas mujeres que hacen velas de cera para vender, y les meten tales pabilos, que se consumen antes de acabar la misa o las lecciones? ¿O de aquellas que cuando ven llegar una gran muchedumbre de peregrinos, venden el pan, el vino, la avena, el trigo, el queso, la carne o las aves más caro que lo de costumbre?
    (...)

    Si la marca de plata fina del peregrino vale treinta sueldos, el mal cambiador sólo se da por ella veinte. El cambiador inicuo tiene diversos pesos, unos grandes y otros pequeños; con los primeros compra la plata, con los segundos la vende. Pondera y pone en las nubes su oro y su plata; pero rebaja y desprecia la ajena. Va pesando uno a uno los dineros en la balanza que llaman trebuqueto, y al que halla de más peso lo vende más caro, o lo funde con otra plata en el crisol. A los dineros que tienen mayor módulo que el ordinario, los recorta con la tijera y luego los bate con el martillo para que no se conozcan. Vende, si puede, anillos, cálices, candeleros u otros obras de bronce plateado, como si fueran de plata pura. Del mismo modo, vende más cara, si puede, su marca de plata, o su talento de oro, porque dice que están contrastados; y en cambio quiere comprar más barato el oro o la plata ajena, alegando que está por ensayar.
    (...)

    Pues de los falsos especieros o drogueros, ¿qué diré? Algunos hay que venden hierbas podridas por buenas y sanas; otros mezclan las drogas con cosas extrañas y las venden como legítimas; otros humedecen la pimienta para que pese más en la balanza; otros la mezclan con granos de enebro tostado o de arena oscura; otros agregan al alumbre pedazos de greda; otros mezclan con el incienso resina de pino o de abeto; otros echan en las pinturas tierra de color parecido, y así venden por griego a los ignorantes el verde del país; por bermellón el minio, o la mezcla de ambos; otros rocían el azul con agua que pese más. De la misma manera adulteran todos los demás colores.”
    (...)

    ‘De un sermón pronunciado en Compostela’

    HIMNO JACOBEO:


    246
    DE SANCTO JACOBO
    "Dum pater familias,
    Rex universorum,
    Donaret provincias
    Jus apostolorum :
    Jacobus Yspanias
    Lux, illustrat, morum.

    Primus ex apostolis
    Martir Jerosolimis
    Jacobus egregio
    Sacer est martyrio

    Jacobi Gallecia
    Opem rogat piam ;
    Plebe cuius gloria
    Dat insignem viam
    Ut precum frequentia
    Cantet melodiam:

    "Herru Sanctiagu
    Grot Sanctiagu
    E ultreya e suseya
    Deus adjuva nos".

    Jacobo dat parium
    Omnis mundus gratis;
    Ab cuius remedium
    Miles pietatis
    Cunctorum presidium
    Est ad vota satis.

    Primus ex apostolis, etc.

    Jacobum miraculis
    Que fiunt per illum
    Arctis in periculis
    Acclamet ad illum
    Quisquis solvi vinculis
    Sperat propter illum.

    O beate Jacobe
    Virtus nostra vere
    Nobis hostes remove
    Tuos ac tuere
    Ac devotos adhibe
    Nos tibi placere.

    Jacobe propicio
    Veniam speremus
    Et, quas ex obsequio
    Merito debemus
    Patri tam eximio
    Dignas laudes demus.
    Amen."


    DE SANTIAGO:
    (Traducción)


    "Cuando nuestro Padre,
    Rey del universo,
    provincias en reino
    diera a los apóstoles
    Jacobo en España
    es luz de los buenos.

    El primer Apóstol
    martir de Jerusalén
    excelso Jacobo
    en su sagrado martirio.
    Galicia a Jacobo
    ruega en obra pía
    la gleba a su gloria
    le da insigne vía,
    do el frecuente rezo
    cante melodía

    ¡Oh señor Santiago!
    ¡Oh magno Santiago!
    ¡Y adelante, ea!
    ¡Y arriba, sús, ea!
    Dios, ayúdanos.

    Todo el mundo gratis
    parias da a Jacobo;
    para su remedio,
    soldado piadoso,
    bástele el prsididio
    de cumplir sus votos.

    El primer Apóstol, etc.

    Quien espera liberarse
    de sus cadenas
    aclama su nombre
    en los tiempos de peligro
    por los milagros
    de su intercesión.

    El primer Apóstol, etc.

    Oh santo Jacobo,
    nuestra sola fuerza,
    a los enemigos
    aparta, haz que mueran,
    y a tus devotos
    muestra que te agradan

    El primer Apóstol, etc.

    Jacobo propicio,
    tu venia esperamos;
    y cual por obsequio
    así lo debemos,
    a este Padre eximio
    dignas laudes demos”.

    HIMNO JACOBEO.


    POETAS ESPAÑOLES:

    247
    “Pues somos a las completas
    Daquesta pobre obrezilla,
    Fablemos de la cuadrilla
    De los sotiles poetas.
    Iuvenco que en sus tabletas
    Con Gravio versificó
    Los Evangelios, e dió
    Metro a las cuatro Atletas.

    Prudencio que en versos puso
    El utroque testamento
    Viejo et Nuevo, et aun compuso
    Otras obras que el convento
    Cristiano e su documento
    Non solo las aprobó,
    Mas loó e comendó.
    Tanto fué dellas contento.

    A mí conviene que fable
    De Per Alfonso un Doctor
    Que contra el judaico error
    Fizo un volumen notable.
    Fué este varón loable
    De los hebreos nascido.
    Y despues de convertido,
    Cristiano muy venerable.

    Osio fué sabio Perlado
    De Córdoba, e tanto bueno
    Que en el Concilio niceno
    De todos fué muy loado.
    Quien quiera lo habrá fallado
    En la Tripartita istoria
    E, lo que a el es mas gloria,
    En el Decreto es nombrado.

    Valerio e Liceriano
    De Mérida natural
    E dellos tercio e igual
    El poeta Daciano;
    Otro Doctor Castellano
    Que en estilo asaz polido
    Yo me acuerdo haber leído
    Un volumen de su mano.

    Diego de Campos se llama
    Este Doctor que yo digo,
    En tiempo de Don Rodrigo
    Grand Perlado e de grand fama;
    Mi muy excelente dama
    España seas contenta,
    Que quien esto te presenta
    Señal es que mucho te ama.”

    FERNÁN PERÉZ DE GUZMÁN (1370-1460), ‘Loor de los claros varones de España’
    Última edición por ALACRAN; 01/02/2011 a las 12:50
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    VII – LA ESPAÑA DE LOS REYES CATÓLICOS; LA PATRIA UNIDA.

    1
    Está terminando la Edad Media. La España desgajada de esos últimos años está a punto de reparar de manera definitiva todas sus largas desgarraduras.

    Todo es providencial en el logro del matrimonio de Isabel y Fernando, como también lo será en toda la serie de circunstancias que llevaron a la realización de la unidad española, hecho que surgía luego de ocho siglos de gesta y que era la ratificación y complemento de los anhelos no disimulados de tantos heroicos guerreros caídos por la reconquista peninsular, y los ecos que gloriosamente respondían a las angustias llamadas de los siglos medios en Sobrarbe y Covadonga.

    España ha renacido. España ha sido cerrada. Su historia horizontal ha terminado para dirigirse velozmente hacia la más alta verticalidad que vieron los tiempos. Las líneas convergentes han coincidido lógicamente en su vértice común, de donde arranca un recto y prolongado camino por donde, en los sucesivo, habrá de marchar España. La cumbre del destino hispánico comienza ahora. Año de 1492. Es un radiante yugo que ata todo lo desunido. En tal fecha se logra la unificación territorial de España, con la expulsión de los mahometanos; la unificación religiosa de España, con la expulsión de los judíos; y la unificación del mundo, con el descubrimiento de América.

    La anterior España de los Trastamaras era un cuerpo amorfo y disipado, que encerraba en su seno robustas fuerzas desperdiciadas, ocupadas en gastarse en inútiles discordias sin provecho ni ideal. España vivía sin gloria; eran menester unas manos fuertes que la sacudieran y encaminaran hacia su destino. Esas manos vinieron y España echó a andar.

    El talento político, la visión de los problemas de sus reinos, la noción clara de su destino histórico, así como la actividad, energía y prudencia de los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y el éxito que acompaña a sus múltiples empresas, elevan a España a un grado de esplendor no superado. Consiguen el engrandecimiento merced a la paz interior, que nace al amparo de la Santa Hermandad y de las justicias de la reina, calificadas de “temidas, executivas y espantosas a los malos”. La Península queda libre del dominio musulmán cuando ondea en la torre de la Alhambra de Granada el pendón de los reyes. Granada no era solo una empresa guerrera; era una cruzada y como cruzados fueron a conquistarla.

    En lo que atañe al exterior, España traba su destino al de otras potencias europeas por enlaces matrimoniales entre los hijos de los Reyes Católicos y los príncipes de Austria, Inglaterra y Portugal; consolida su dominio sobre el Norte de África, las islas Canarias y sobre Nápoles y Sicilia, en cuyas tierras resuena el nombre de guerra del Gran Capitán.
    Y hacia Occidente, más allá del Atlántico oculto y desconocido, emerge un continente sobre el mar. España lo descubre, clava en su suelo la Cruz y deposita en aquellos territorios los tesoros de su civilización. Así se abren las puertas del Océano al genio y huella de la raza española.

    ¡Cuántas hazañas genuinamente españolas en tantos acontecimientos y glorias! En Granada, el lance del “Triunfo del Ave María”, de Hernán Pérez del Pulgar; en la Rábida, en Santa Fe y en Palos, la preparación, cima y comienzo de la empresa en que, dirigida por Colón con gentes tan españolas como los Yáñez Pinzón. España, sirena de un ideal nunca vencido, camina por mares ignotos y abre a su paso las aguas de una ruta que les lleva a un mundo nuevo; corriente de hispanidad que pasados los siglos traerá la mutua compenetración de los pueblos de allende y la Patria española.
    En los primeros años que siguen al descubrimiento, hijos de España, inteligentes pilotos y bravos exploradores realizan los llamados ‘viajes menores’ desde 1492 a 1506, y sus nombres son Alonso de Ojeda, Pedro Alonso Nuño, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe y Rodrigo de Bastidas. De la ‘Española’, de aquella reproducción pequeña de la vieja España, partirán otras gentes para nuevos triunfos: Ponce de León, Sebastián de Ocampo, Diego Velázquez de Cuéllar, Vasco Núñez etc..
    Y no son menos gloriosas las hazañas de Italia con el Gran Capitán, ceñido aun de frescos laureles granadinos, que renueva en Seminara, Ceriñola, Garellano y Otranto, como lo serán también las expediciones al Peñón de la Gomera, Orán, Bugia y Trípoli.

    Pero la más gloriosa de todas, por ser más española, la hazaña de la propia reina Isabel, ‘el último cruzado’ al decir de Walsh, la cual no solamente alzó a España, sino que cambió el curso de la civilización y el aspecto total del mundo por entonces conocido, sumamente postrado y expirante, viejo navío consumido y presto a naufragar bajo el mahometanismo triunfante representado por los turcos. Reina Isabel que juzgaba en justicia en tiempos en los que ‘el que la tenía, valíale’, y en los cuales se decía por boca del gobernador Gómez Manrique que ‘los tiempos eran cambiados’ y en lo sucesivo la sola condición estimable es ‘la de la virtud’.

    Todo ello culmina en la creación de la empresa común que es “el dolor y la alegría conjuntos, que es la cultura interior y la aventura externa, que es el orden y la gloria, la ley y la espada, pero todo con el respeto a los trazos esenciales, a las tradiciones íntimas y a la personalidad individual”.
    Establece la unidad de los hombres ante la ley, la unidad de ley para todos los súbditos, la unidad de mando para todas las jurisdicciones; al campesino lo convierte en hombre de la tierra española en lugar de siervo de la gleba feudal. El pueblo queda incorporado a la Nación y al Estado, y lo mismo la nobleza, con la pérdida de sus anárquicos privilegios feudales.

    España llega a su madurez con el Imperio de los Reyes Católicos y sus descendientes; entonces es cuando aquellos gérmenes de otros tiempos brotan en una floración definitiva que es el sentido final y único de la gente española. España entonces, sintiendo sobre todo su sangre y ascendencia cristiana y católica, se siente responsable de un orden universal y eterno:
    “Realizada la ruptura de la conciencia europea, España entrega su alma a la causa del ideal religioso, en el que prevalece UNIVERSALIDAD Y ESPIRITUALIDAD, TRADICIÓN y AUTORIDAD, fe en las obras”. (F. de los Ríos: ‘Religión y Estado en la España del siglo XVI’).
    “España se entrega a la causa de la catolicidad y confía al estado la misión de la defensa de su empeño; mas antes de aceptar con exclusividad una de las posiciones en pugna, intenta la conciliación. Su fuerte Estado de fines del siglo XV y comienzos del XVI, espejo de modernidad a causa de su recia estructura interna, y por la dilatada perspectiva de su política, hace posible este hecho. De ahí el querer colocar Campanella, bajo la égida de España, su visión de la monarquía universal.”

    La organización política española del siglo XVI quiso salvar la catolicidad; España defendía así el más importante fundamento de su nacionalidad mediante la pureza de la Fe con el establecimiento del Santo Tribunal de la Inquisición, la expulsión hebrea y la coacción de los moriscos de las Alpujarras. Pero no menos importante fue la misión ejercida sobre la Iglesia estimándose que el clero secular y el regular debían hallarse en cuanto a cultura, preparación y costumbres a la altura de su excelso cometido.

    El clero español, si bien menos intensamente que el de otras naciones, no se había visto libre de la corrupción de costumbres. A ello habían contribuido de una parte, las turbulencias políticas del siglo XV, en que tomaba parte el alto clero; y de otra, el que las más elevadas dignidades eclesiales recaían con excesiva frecuencia en segundones de familias aristocráticas, carentes a menudo de vocación religiosa. En el clero regular se daba el caso de que las cuantiosas rentas de algunos conventos atraían excesivo número de gentes sin cultura y deseosos de vida regalada, con el subsiguiente quebranto de la disciplina conventual.

    Fue la reina Isabel la que tomó sobre sí la ardua tarea de purificar de sus defectos y vicios al clero secular; comenzó por elegir como confesores sacerdotes que se habían distinguido por su cultura, por su unción religiosa o por su virtud, aunque fueran de modesto origen social. La misma pauta siguió para el nombramiento de arzobispos, obispos y demás dignidades eclesiásticas; persiguió con severidad la inmoralidad de costumbres, que desdichadamente había prendido en el clero. Con tan acertadas disposiciones, éste se dignificó y purificó, y en pocas etapas de nuestra historia se puede presentar una pléyade de eclesiásticos notables, por su virtud o por su ciencia, como lo fueron Cisneros, Talavera, Mendoza, Deza...

    Esta admirable labor de la reina fue completada por Cisneros, que llevó a cabo la reforma del clero regular, cuya disciplina restauró a sus primitivas y severas normas de austeridad, dando él elevado ejemplo que imitar, especialmente a los miembros de la Orden franciscana a que pertenecía.

    Unida a esta concepción va la de una ‘Patria única’, idea sentida también por la masa popular. En el variado mosaico que en el mapa político de España desde el siglo XII al XV, apenas iniciados los diversos reinos cristianos, surge entre los más afines la idea de fusión y de unidad, fomentada por la Reconquista y por los matrimonios reales, hasta que culmina en el de los Reyes Católicos, que forman la nación única, la Patria única.

    Y recogiendo esa idea, conscientes de su enorme trascendencia, inician la reconstrucción de esa Patria, dándole una nueva y única estructura para todos los antiguos reinos: es decir, un solo Estado. Con los Reyes Católicos se descubre el ESTADO en la acepción moderna de la palabra. Lo que hasta entonces existía era el inútil plagio de los pequeños estaditos, que no realizan cosa alguna. Faltaba el Estado natural, en la acepción que la palabra ha tenido.

    B. Croce sustenta la teoría de que el Estado natural, el Estado moderno había nacido en Nápoles, y lo razona así: “El Estado moderno se ha constituido contra la Iglesia, en polémica con la Iglesia. Nápoles es tierra fronteriza con los Estados pontificios: era ahí donde había, por un lado, polémicas con dichos Estados y, por el otro, la población católica. Entonces se hace un deslinde entre lo profano y lo sacro, entre los hechos contingentes políticos y las cosas eternas de la fe, donde el Estado moderno nada tenía que hacer”. Corresponde a la teoría de Bodino en Francia: “El Estado con un mínimo de religión, sí; pero no con mucho de religión”.

    Los tres Estados que aparecen son:

    a) El Estado español, que a todo se adelanta y que es concebido como un Estado creciente y trascendente.
    b) El Estado francés, que no es propiamente un Estado nacional, sino un Estado nacionalista.
    c) El Estado inglés, que había de supeditar lo trascendente a sus hechos contingentes y sus contingentes a los políticos.

    El Estado de los Reyes Católicos es un Estado profundamente religioso. No realizan aquel en donde sólo sea posible la convivencia de los españoles, sino que aspiran a realizar uno donde lo sea la convivencia universal. España se había identificado con una fe.
    España no era un territorio, ni una nación en sentido moderno, sino un Imperio al servicio de una fe, por lo cual podían ser españoles los que fueran católicos, pero no eran españoles, en cambio, los que no aceptasen la fe católica.
    La empresa era de gran trabajo; si para todo ideal se precisa siempre una asidua colaboración colectiva, ésta lo exigía quizá con mayor intensidad en razón a que el pueblo no tenía un concepto claro del mismo, la falta de una conciencia nacional sobre el nuevo Estado, y la carencia de un espíritu de solidaridad que reclamase sacrificios y no se detuviera ante ellos.

    Castellanos, aragoneses, catalanes y navarros cada cual tenía una conciencia más concreta de su propio reino, que del nuevo reino que se formó por siglos de existencia con el esfuerzo de las generaciones. Y no podía concebirse que en un momento esa noción se borrase y desapareciese; tal hecho habría de ser obra de muchos años y de una acción inteligentemente concebida y llevada con singular delicadeza.
    Los Reyes Católicos lo comprenden así y ponen al servicio de este ideal su mejor voluntad, su delicadeza política más exquisita, para que lo que ha sido simplemente unión personal de reinos se convierta en una solidaridad entre ellos, con intereses comunes a todos, para no herir la susceptibilidad de ninguno postergándolo o relegándolo en beneficio de otro reino; para que sin imposiciones ni violencias surja espontánea y potente una nueva y más amplia conciencia nacional y se produzca una satisfacción íntima superior a la que los reinos tenían anteriormente.

    Y lo realizan recogiendo eses sentido unánime de todos, lo mismo de castellanos que de aragoneses, de catalanes que de navarros; el ideal de religiosidad de esos pueblos lo entroncan en la forma política que resume el concepto absolutista de gobierno: concentrando en la mano del rey todos los poderes soberanos del Estado y poniéndolo al servicio de aquella idea que todos sienten y defienden.

    Sin declararlo así, sino sencillamente, obrando con arreglo a este designio, como si dijéramos, con acuerdo tácito, Castilla se convierte en Estado esencial, centro de toda la monarquía española.
    No se trata de una superioridad de Castilla sobre los demás reinos; es más bien una especie de hegemonía razonada que alcanza plena justificación: Castilla es el reino más extenso, territorialmente entre todos los peninsulares; de siglos atrás es también el más representativo, hasta el punto de que los reyes de Castilla, recogiendo la idea imperial que conservó León, son, en cierto modo, como de una categoría superior respecto a los demás monarcas españoles. En Castilla y en torno a Castilla es donde nace y fragua la idea de la nacionalidad española.
    Este hecho incontrovertible es el que determina que, al llegar al trono los reyes Católicos, Castilla sea centro y eje del nuevo Estado, sin que ello levante el más leve murmullo en los demás reinos. Castilla, pues, plasma la nación española y el Estado español en su concepto moderno.

    Mas para hacer casi perfecta esta obra, los monarcas españoles alientan un ideal internacional de acuerdo con el nuevo sentir, al que imprimen un sello propio. Todo lo encaminan a que España viva protegida contra Francia, puesto que tal aconsejan la razón de vecindad y los intereses políticos en Italia; de acuerdo con este ideal son nuestras campañas militares que hacen que España adquiera rango de primera potencia. La acción responde siempre a la razón de defensa de nuestro ideal y nuestros intereses frente a Francia en los territorios que se van poseyendo, pero cuidando las alianzas que más nos interesan.

    Pero Dios deparó a los Reyes Católicos, tal vez por su ideal de vida y generosidad, el formidable campo para su misión que sería después la base de origen de un Imperio español auténtico: América, del mismo modo que Dios le galardona con los resultados de aquellos enlaces que formarán su corona imperial.

    Resumiendo este período, nos encontramos con un principio vital (el religioso) arraigado en el pueblo, perfectamente proporcionado a las posibilidades del país, compatible con todos y superior a todos, puesto que su sello espiritual marca a todos; que es eminentemente nacional y que unido al deseo de lograr la unidad territorial, es su empuje y el módulo para alcanzar la posibilidad de existencia de un nuevo Estado, cuya raíz de aceptación es ese sentido religioso convertido en político.

    Y más todavía, un campo virgen donde podía dar rienda suelta a su energía y aplicar su misión. Reyes y pueblo se incorporan a ellos llenos de entusiasmo; los primeros dirigiendo la prosecución del descubrimiento y los primeros jalones de la obra colonizadora. Y el pueblo, ya andaluces, castellanos, vascos o gallegos, animados por un solo espíritu se desparraman por aquel mundo nuevo seducidos por un doble afán de fe, aventura, riqueza y gloria.

    En esta época España tiene ya un espíritu, una Patria y un Estado comunes y un ideal de expansión con el que logrará dar cuerpo, después, al Estado misional.


    2
    Se ha dicho que nuestra colonización de América fue una obra popular. Pero es indudable que no se puede hablar de la ausencia de una preocupación de índole superior, a cargo de una minoría directora que se preocupó de fijar unas normas directrices espirituales a aquella actividad popular que derramó su sangre, sus virtudes y sus vicios en el nuevo continente; esta minoría planteó los más los más altos problemas de índole teológica y moral en consonancia con lo que representaba en aquel tiempo el estado que lo realizaba.

    La actuación de esta minoría dirigente representa la concepción española de gobierno más progresiva; por tratarse de ordenaciones para países nuevos y por ser la época en que se realiza el mayor florecimiento cultural de España. Por eso, en nuestras disposiciones de Indias se encuentran consagradas doctrinas que sólo pasan en la metrópoli como orientaciones teóricas.

    Nuestro ideal misional en el Nuevo Mundo se realizó por una serie de instituciones, leyes y modos de actuar en que preside el espíritu de protección al indígena que ha constituido la característica de nuestro sistema colonial; y que en su valor universal y humano constituye la primera manifestación práctica de la doctrina de protección a las razas inferiores como mandato histórico de las civilizadas, y de la doctrina del estado jurídico del hombre como hombre.

    El nacimiento de esta misión parte del mandato pedido por los reyes al papa Alejandro, que está confirmado en la bula citada, y del codicilo de la reina Isabel, cuando en la primera se dice: “que todas estas tierras os las damos a Vos para reducirlas a la Fe católica. Y os mandamos que procuréis enviar a las dichas tierras hombres buenos, temerosos de Dios, doctos, sanos y expertos, para que instruyan a los susodichos naturales en la Fe católica y les enseñen buenas costumbres”.

    Y ordena la reina: “que nuestra principal intención fue procurar de inducir a traer los pueblos de las tierras descubiertas, e los convertir a nuestra santa Fe católica. Que éste sea su principal fin y no consientan ni den lugar que los indios vecinos e moradores de las dichas islas reciban agravio alguno en sus personas ni bienes: mas mandan que sean bien e justamente tratados.”

    Si se examinan las capitulaciones de la corona con los conquistadores y la legislación indiana se pueden destacar estos rasgos:

    1º América es considerada como una extensión del Estado español; es España misma y se articula orgánicamente en una unidad jurídico-política.

    2º El Estado considera finalidad consustancial a la conquista de América el difundir la fe, llegando a concebir su título sobre América no como meramente político, sino como ‘religioso’.

    3º La actitud del Estado ante los nuevos vasallos, los indios, es, desde el comienzo, de un profundo respeto a sus personas y de preocupación constante por su salvación religiosa (De los Ríos).

    Si los rasgos anotados fuesen esporádicos no tendrían valor como para servir de fundamento a la calificación de un periodo político; mas, en cambio, su continuidad hace de ellos elementos suficientes a tal fin. Coordinando los dos primeros caracteres, tenemos las bases espirituales de un Estado que aspira a la catolicidad, esto es, a la universalidad en la unidad de la fe. Escribe Pedro Quiroga en 1555 (‘Coloquios de la verdad’): “La Iglesia nos manda que ganemos hermanos fieles. A este título tienen y poseen nuestros príncipes esta tierra, y entender otra cosa es ceguedad de corazón”.

    Y en efecto, a cambio de las mercedes que se hacían a los conquistadores, se les exigía que llevaran sacerdotes para convertir a los naturales al cristianismo, o se vedaba el ir a tierras de América “a hombres sospechosos en la fe y que sean hijos o nietos de infames por la Inquisición” (López de Gómara, ‘Historia General de las Indias’). Y la ley de 1526 dice que en llegando los capitales del rey a una nueva provincia en vía de descubrimiento, hagan declarar inmediatamente “a indios y moradores cómo los enviaron a enseñar las buenas costumbres, apartarlos de vicios y comer carne humana, instruirlos en nuestra santa Fe católica y predicársela para su salvación”.

    Así, pues, la unidad de fe que al Estado peninsular caracterizara, es a su vez el rasgo del Imperio español, y tan uno es todo él, que Felipe II pudo decir: “Los reinos de Castilla e Indias pertenecen a la misma corona y, por tanto, las leyes y el sistema de gobierno deben ser tan semejantes e idénticos como sea posible” (Recp. de Leyes de Indias: Ley 13, libro II, título II).

    La persistencia con que se aúnan el “servicio de Dios” y el “de la Corona” resalta muy particularmente en aquella parte de la legislación de Indias que afecta a los naturales del país; en virtud de esa unidad entre lo religioso y lo jurídico surge una política social que prescribe el descanso dominical para el indio, la observancia de los Mandamientos de la Iglesia y la prohibición de trabajos que por su dureza peligra la vida de los indios.

    Triunfa en aquella España una economía señorial vigilada en nombre del principio teológico que debe la unidad al Estado; es la tesis del derecho natural con fundamento religioso, sobre la cual comenzarán a hacer sus construcciones jurídicas Las Casas, Vitoria, Suárez, Menchaca, Molina, Covarrubias, Soto y Ayala preparando la base del auténtico derecho internacional. El Estado era la ordenación de la nación configurada bajo la idea de la justicia; “el Estado es una funciónd el pueblo, y el pueblo sustancia del Estado”.

    A) Conceptos individuales.

    El concepto del valor hombre.

    Domina en el conquistador y colonizador que marcha a América un afán de ensanchar los horizontes del mundo, buscar su medro y goce y extender a otros su propio bien espiritual en que cree. Llenos de ideales fervorosos plantan cruces en la tierra y abren con la espada su costra para hallar la ganancia.

    B) Conceptos sociales.

    Los puntos capitales de la misión de España en el mundo y con relación a América eran:

    a) Igualdad del género humano.

    Alonso de Ojeda, en la proclama que en 1509 dirige a los indios de las Antillas, hace esta declaración, que expresa a la perfección ese ideal:
    “Yo, Alonso de Ojeda, servidor de los altísimos y poderosos reyes de España, conquistadores de las naciones bárbaras, su emisario y general, os notifico y declaro categóricamente que Dios nuestro Señor, que es único y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de los cuales vosotros, yo y todos los hombres que han sido y serán en el mundo, descendemos”.

    Es decir, igualdad de origen de conquistador y conquistado. ¿Qué significa esto en la práctica? Pues justamente el módulo de la colonización y el modo de proceder den ella. Dice un americano a este respecto (Restrepo Megía: ‘Discurso en la Academia Colombiana de la Historia’, 1930):
    “Dueños ya de la tierra americana, no la consideraron como simple campo de explotación, sino como Patria adoptiva, en donde habían de dejar su descendencia y sus huesos. No colonizaron como lo han hecho otras naciones, barriendo de nativos el suelo conquistado, recluyéndolos en regiones remotas o, donde esto no ha sido posible, limitándose a aprovechar sus servicios, con absoluto desprecio de las personas; sino que se mezclaron con los naturales, considerándolos dignos de la comunidad humana, trabajando por ponerlos a su nivel actual y moral, y los prepararon así para la vida política de la civilización cristiana... La sangre indígena que llevamos en nuestras venas y la raza pura que de esa sangre subsiste bendice la colonización española... Sobre los horrores de la conquista, porque toda guerra los produce, hubo una acción piadosa, conciliadora, cristiana. Mezcláronse las dos razas, y resultó la hispanoamericana, prueba irrefutable del humanitario concepto con que estas tierras fueron colonizadas”.

    b) La defensa de la Fe.

    Aquellas frases de la reina Isabel en su codicilo, como ninguna otra, perduraron en nuestra acción en América.

    La célebre cláusula pasó entera a la Recopilación de Indias; y lo que es más, parece como si la embebieran los corazones de los que por tres siglos empuñaron el cetro que, al dictarla, se escurría en las manos de Isabel; todos ellos, con palabras y obras, demuestran que nuestra principal intención fue “... de procurar de inducir a traer los pueblos... a los convertir a nuestra sancta fe católica...”
    Frase estereotipada en las leyes, en las reales cédulas, en el mecanismo de la organización social y política, en las graves resoluciones del Consejo, en las tomas de posesión de tierras, en las actas de fundar ciudades; los más desalmados conquistadores, los que en su conducta alardeaban de libertades soldadescas, cuando en la solemnidad de plantar las semillas de la civilización cristiana y española actuaban en nombre del rey, en nombre de España proclamaron a voces que su principal intento era de “procurar atraer los pueblos e los convertir a nuestra sancta fe católica”.

    De aquí arranca puntualmente la diferencia entre las conquistas españolas y las de otros pueblos; que para nuestros antepasados el ideal, no único, sí el más alto, estaba en aunar el servicio de entrambas majestades, en el que descubrir tierras y someter tribus era desbrozar el camino a la Cruz y al Evangelio. Más que el resplandor del oro alentaba a los soldados el pensamiento de que eran mensajeros de Dios para la gran obra de ensanchar la cristiandad.

    c) La doctrina de la evangelización.

    Al mismo tiempo que los conquistadores llegan los primeros misioneros. Miembros de la orden de los frailes menores de San Francisco iniciaron aquella enorme labor; hombres de estudios que en su patria vivían con las estrecheces de su regla. Después, dominicos, agustinos, mercedarios, jesuitas propagan la fe y enseñan a la niñez y la juventud, labor que se trocó en aquellos reductos cristianos que llevan los nombres de Reducciones del Paraguay, Misiones de Mojos, de Mainas, de los Llanos, de Urabá...


    3
    La orientación secularizadora que se había ido manifestando en todos los órdenes de la cultura en la Baja Edad Media, llegó a triunfar por completo en la segunda mitad del siglo XV. La depuración del gusto, la vuelta a los modelos clásicos y la libertad de crítica debían contribuir a una mejora de la sociedad y del individuo. Comparado el nuevo estado de cosas con el que acababa de extinguirse, aparecía como una reacción frente a lo antiguo. España no permaneció alejada de ese movimiento europeo: los estudiantes españoles que seguían acudiendo a Italia y los italianos ilustres que vinieron a la Península produjeron en ésta también el resurgimiento de lo antiguo.

    Pero el Renacimiento español adquirió características propias. No se adoptó entre nosotros el neopaganismo, de moda hasta en la misma corte pontificia, sino que, por el contrario, el estudio de la antigüedad sirvió para una mejor comprensión de las fuentes cristianas de la época. El Renacimiento fue en España mezcla de tradición y de innovaciones sanas. La aparición de la imprenta contribuyó extraordinariamente a la difusión de la cultura.


    Literatura. –

    En ese amanecer de España abrense también las fuentes de la ciencia y de la inspiración, que fecundarán el solar patrio, haciendo brotar maravillosa floración de poetas, artistas y de sabios.

    Son días en que la Reina Católica favorece las artes y el estudio, trae sabios de Italia, se rodea de personas ilustradas, cultiva el latín, la historia, la pintura y la poesía, dando a la corte altísimo ejemplo de amor a la cultura.

    Por entonces escribe Antonio de Nebrija, gramático y humanista; Luis Vives, filósofo y pedagogo; Diego de San Pedro, Rodríguez de Cámara y Rodríguez del Padrón, cultivadores de la novela sentimental; doña Beatriz Galindo, Francisca de Nebrija, Lucía de Medrano, tipos de perfecta mujer troquelada en moldes cristianos, hacendosa en el hogar y aficionada a las bellas letras.

    Villalobos, Amiguet y Ciruelo, hombres de ciencia, cultivan la medicina, la cirugía y las matemáticas, respectivamente.

    La Iglesia tiene grandiosas figuras: el cardenal D. Pedro de Mendoza, D. Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo; Fr. Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, y Fr. Francisco Ximénez de Cisneros, el fraile franciscano que, vestido de sayal, rige en diversos momentos los destinos de la nación.

    Introducida la imprenta en España, las principales poblaciones cuentan muy pronto con este nuevo invento, que abre horizontes incalculables a la expresión del saber. Cisneros dio inusitado impulso a las artes tipográficas, y su obra cumbre fue la ‘Biblia políglota’, a la que consagró afanes, dinero e influencia. Por orden suya se reproducen en gran escala en las imprentas de Toledo y Alcalá estudios eclesiásticos, tratados morales, libros litúrgicos, teológicos, filosóficos, de medicina y de historia.

    Como broche cierra Cisneros su obra cultural con la fundación de la Universidad de Alcalá. Prestando atención a la teología y a las lenguas hebrea y griega, créase allí un plantel de filósofos y teólogos de renombre universal. Profesores fueron, entre otros, Nebrija, perito en latín; Pedro Ciruelo, que explicaba teología tomista, Francisco y Alfonso de Vergara y Hernán Núñez, el Pinciano, grandes helenistas; Miguel Pedro, que vino de la Sorbona, profesor de lógica y filosofía; fr. Clemente Ramírez, franciscano y gran teólogo, y hasta tres judíos conversos, Pablo Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá, que tenían a su cargo el hebreo.

    El idioma español va tallando sus gemas inmortales: ‘La Celestina’ de Fernando de Rojas; las comedias heroicas de Juan del Encina; las ‘Crónicas’ de Pulgar, Pedro Mártir y Alfonso de Palencia; la versión castellana del ‘Amadís’, y los romances granadinos. Los capitanes y alféreces poetas que van a Italia ensayan el metro endecasílabo en que habrán de cantar Boscán y Garcilaso, frente a la vieja escuela de Castillejo, Santillana y los poetas del Cancionero de Baena.
    ¡Amanecer de la literatura en un siglo que, en su mediar, comenzará a ser dorado, para que, como el sol, alumbre a todos los pueblos del orbe!

    En los estudios teológicos su renacimiento representó una vuelta a Santo Tomás, pero no para caer en las repeticiones anteriores, sino como base para nuevos desarrollos. El apogeo así alcanzado por la Teología repercutió en el Derecho; las construcciones teóricas de cuestiones jurídicas fueron fundamentales para el desarrollo del Derecho político, del internacional y del penal y de numerosas cuestiones del privado.

    La literatura jurídica y política extranjera repercutió en España. Las obras de Maquiavelo fueron leídas por nuestros monarcas y las clases cultas, pero pronto apareció entre nosotros una abundante literatura antimaquiavelista, de acuerdo con la tradición secular española, opuesta a la ideología del florentino.


    Arte y Música. –

    Artistas franceses, flamencos e italianos trabajan en España en estos años finales del XV y primeros del XVI, y aquí dejan sus primores escultóricos en sepulcros y retablos; sus tablas y lienzos, sus labores en madera, en hierro y en oro, en plata, alabastro y marfil.

    La reina Isabel reunirá un tesoro de pinturas de los grandes maestros de Flandes; pero la corte no sólo importa cuadros, sino pintores, algunos excepcionales como Juan de Flandes, en cuya obra vibra “la luz pura y aérea de las mesetas españolas”. Un Melchor Alemán trabaja para la corte, y también artistas españoles como Francisco Chacón, Pedro de Aponte, Fernando Rincón y el más glorioso artista de la época, Pedro González Berruguete, tan recio en sus pinturas y de tan sobria dignidad castellana como los reyes a quien sirvió.

    La escultura de aquella talla incomparable de los sepulcros de alabastro de los padres y del hermano de la reina, obra del judío converso Juan de Siloé, que conserva la Cartuja de Miraflores.

    El arte isabelino, último gesto del goticismo, produce la maravilla de San Juan de los Reyes, de Toledo, y el arte renacentista desflora sus bellezas en una serie de edificios civiles, palacios y mansiones señoriales, gloria y blasón del genio de España.

    “El Renacimiento es acogido con entusiasmo por lo más representativo del pueblo, rápidamente nacionalizado y multiplicado con garbo y alegría triunfales en centenares de monumentos”, como son el Colegio de Santa Cruz en Valladolid; el palacio de Cogolludo, en Guadalajara; el castillo de la Calahorra en Granada; el Hospital de Santa Cruz en Toledo; el Hospital Real, en Santiago, y la Casa de las Conchas, en Salamanca, a los que pone remate el tapiz de piedra dorada de la Universidad de la ciudad del Tormes.

    Los más eminentes compositores españoles de este tiempo están representados, al lado del Encina, por Juan de Ancheta, Lope de Baena, Juan Escobar, Francisco Peñalosa, Juan Ponce, Antonio de Ribera y Francisco de la Torre; autores de ‘villancicos’, cantos amatorios, bucólicos, caballerescos, históricos, religiosos y políticos, o de las llamadas ‘ensaladas’ y madrigales.

    Los Reyes Católicos dieron enorme adelanto al ‘Arte de la guerra’ , colocando las bases de aquella superioridad científico-militar de España que desde allí iba a enseñar a combatir al mundo entero, creando los mecanismos de la táctica moderna de combate.


    4
    Rompen en este tiempo las alabanzas aquellos humanistas que vienen para engrandecer en su obra a la Patria española.

    Pedro Mártir de Anglería, el italiano que en 1498 es traído a España por el conde de Tendilla y que al divisar desde Francia los montes Pirineos la dirigió el triple saludo que después se inserta. Todas las cartas que ese mismo año escribe y muchas de las siguientes están llenas de los cálidos elogios de España, de sus reyes y de su nobleza.

    Antonio Geraldino, que acompañó a Tendilla cuando marchó a Italia de embajador por ese año, y pronunció delante del Pontífice un discurso, en el cual, como grito de su corazón, manifestó que si Italia lo había engendrado, España lo había educado.

    El elogio de Marineo Sículo tiene la misma meticulosidad y grandeza que pudo tener el del Rey Sabio, sin aquellas galas retóricas que le hacen monumento del habla española. No sólo en sus libros; hasta en sus mismas cartas incluye laudes parecidas, y en una de ellas escribe que no sabe de qué tiene más, si de español o de siciliano. Apenas llega a España compone una poesía titulada ‘De laudibus Hispaniae’, que es a manera del guión de su obra posterior ‘De rebus Hispaniae memorabilibus’.

    De nuestros humanistas bastaría mencionar a Nebrija y a Sobrarias y al mismo humilde cura de Los Palacios en el elogio a aquella otra España recién descubierta, ‘la Española’, tan llena de maravillas y tan abundosa y pródiga en vegas y campiñas, en metales y mieses, como si a través de los mares se hubiera desgajado un trozo de la ‘Espanna’ alfonsina y hubiese retoñado entre los mares del Caribe.

    No se pierde, pues, la tradición de alabanzas a la Patria. Todas anidan en el alma de España.


    5
    Los tipos más característicos del breve momento de este periodo son:

    La Reina.
    Prototipo de mujer y de reina varonil y esforzada, prudente y sabia. Como mujer, es toda cariño para los suyos; como reina, verá las cosas por encima del humano mirar, pensando en la unión de las letras españolas.

    Tal vez como en ningún rasgo aparece retratada en esta misiva que dirige al rey su esposo:
    “Muy caro y amado marido. Aunque el reino de Castilla y su gobernación me viene de derecho, pues que Dios vos ha dado por mi marido y compañero de mis trabajos, vos, así como varón, como rey y como marido ordenaréis todas las cosas, vos las poseeréis, vos las gobernaréis. Ninguna cosa reservo para mí, sino que, como es razón, todas las cosas serán comunes entre ambos, y pues que Dios nos ha ayuntado iguales en una compañía en todo el derecho del reino, en todos nuestros señoríos, así se guardarán vuestros mandamientos como los míos, y lo que los grandes y los de nuestro Consejo han querido saber a cuál de nosotros compete el reino y la gobernación, no ha de ser enojoso a nosotros”.

    Y dice el cura de Los Palacios: “Por Isabel fue en España la mayor empinación, triunfo e honra e prosperidad que nunca tuvo”.


    El Político.
    En dos tipos excelsos cuaja esta condición: el cardenal Cisneros y el rey Fernando el Católico. Ambos consagran todas sus actividades al servicio de la Patria. jamás consienten la humillación de España y mantienen su autoridad en los conflictos con los que a ella se oponen. Mantiénense con entereza y serenidad. Apaciguan tumultos, defienden el suelo nacional contra codicias extranjeras, crean milicias para la seguridad interior y prosiguen las conquistas que darán a los sucesores un Estado poderoso y temido.

    Cisneros, hombre de modesta y pobre condición, hijo del pueblo, atenderá las justas aspiraciones de la plebe, proveerá de trabajo y remunerará a los pobres y menesterosos. Su corazón magnánimo y su mente elevada, saturado del espíritu humilde y pobre del Evangelio, le impulsarán a restaurar las primitivas normas franciscanas que, al igual que salvaron a la sociedad en el siglo XIII, salvarían también a España.

    El rey Fernando, con su cautela y talento político, con su actuación rectilínea y justa, dio solución a las más arduas cuestiones, atendiendo a los de abajo y refrenando a los de arriba, a los grandes y a los pequeños, a los pobres y a los opulentos. Rectificó errores y premió méritos y virtudes, sustentando incólume el principio de autoridad, pero sin las arbitrariedades de un déspota o de un demagogo.


    El Capitán.
    También el ‘capitán’ es personaje glorioso del momento, pero aun siendo tan excelso por sí solo en la figura de un Gran Capitán, de un Hernando del Pulgar o un marqués de Cádiz, bien puede incluírsele en el grupo de militares insignes que forman en los siglos imperiales la cohorte que marchará junto al emperador Carlos y sus descendientes.
    Pious dio el Víctor.

  15. #15
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA

    ELOGIOS DE LA TIERRA ESPAÑOLA:

    248
    “Todos alaban la tierra española y confiesan que no hay ninguna en el mundo como ella. Los dioses dieron a los iberos lo mejor que tenía cada uno: Palas, sus olivos; Ceres, sus mieses; Pales sus rebaños; Baco, sus viñedos; Pomona, sus árboles frutales. Los céfiros la cubrieron de flores y de hierbas medicinales, con las cuales hubiera podido volver a la vida el desdichado Hipólito, si las hubiera tenido a mano, para curarle, el hijo de Quirón; y los hijos de Esculapio hubieran podido curar con ellas a todos los heridos de la costa Sigea.

    El laurel, que ciñe las frentes de los poetas y de los vencedores, se da mejor en España que en el mismo Parnaso. En España se dan también y se desarrollan con toda pujanza el cidro, cuya fruta exquisita se reserva para las mesas de los reyes, el boj de Cibeles y la pomposa haya; el abeto y el árbol de Dodona, que recuerda los antiguos oráculos de los griegos; el pino, el mirto y el acebo, el enebro incorruptible y el fúnebre ciprés.
    ¿Y qué decir de sus verdes praderas y de sus islas Afortunadas? En estas islas fingieron los poetas que estaban los Campos Elisios, mansión de los bienaventurados. A ellas iban, al morir los que habían derramado su sangre o dado su vida por la Patria, los sabios, los poetas y los oradores famosos y todos aquellos que habían guardado inviolablemente las leyes de la honestidad.

    En España arrastran los ríos pepitas de oro entre sus arenas, hay minas abundantes de plata, de minio, de cobre y de hierro y criaderos de sal más blanca que el mármol de Paros y la nieve de Escitia. En ella no hay tigres ni leones como en África, ni grifos como en Escitia, ni dragones horribles que envenenan el aire con su aliento. Aquí el labrador rompe la tierra con poderosas yuntas de bueyes, unce el carro de los novillos para domarlos o los deja pacer libremente en las dehesas para correrlos en la plaza. Las cabras despuntan los verdes arbustos y tornan a casa por la noche con las ubres henchidas de sabrosa leche. Damón las ordeña. Coridón prensa los redondos quesos y los pone a secar en zarzos de mimbre, y una vez secos los guarda Galatea en la despensa. Producen las ovejas lana abundante, cuyos blanquísimos vellones deslumbrarían de nuevo los ojos de Diana.

    Por acá se oyen los relinchos de un caballo que corre veloz de una parte a otra, amusgando las orejas y agitando orgulloso la crin en torno de la frente, como un penacho de guerra; por allá aparece un bravo guerrero blandiendo sus armas contra aquellos grandes generales a quienes recibió un día en triunfo la soberbia Roma y les entregó el cetro del mundo. Mientras otros pueblos enviaban a la capital del Imperio aceite, vino, cereales o grandes cantidades de oro y plata y de piedras preciosas, España enviaba lo que sólo ella podía enviar: hombres capaces de gobernar a todo el mundo, pues sólo ella produce hombres dignos del cetro y de la corona.

    No hablemos del rey Hispán, del cual, según dicen, se derivó el nombre de España. Prescindamos también ahora de los godos, que vinieron mucho después, y de los reyes de la Reconquista –los Ramiros y Ordoños, los Alfonsos y Enriques, los Jaimes y los Juanes- humillaron mil veces los estandartes de la media luna y legaron a la posteridad un nombre glorioso.”

    JUAN SOBRARIAS (1464-1528), ‘Panegyricum Carmen de gestis heroicis Ferdinandi Catholici’.


    ALABANZA DE ESPAÑA:

    249
    “Dios te salve, deseada de mi corazón, y Dios quiera que un día el cielo, la tierra y el mar no reconozcan más cetro que el tuyo. Dios te salve, ubérrima tierra española, imán de mis amores y de mis deseos: sólo pido a Dios que te haga señora del mundo y que todo lo que hay en él lo ponga en tus manos, Hesperia occidental, a quien yo adoro.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA (1457-1526), ‘Salutación a España’.

    250
    “Nuestros modernos españoles no son menos que Saturno o Hércules o cualquiera de los antiguos que investigaron nuevas regiones y las pusieron en cultura. ¡Oh, cuán latamente extendida verán los venideros la religión cristiana! ¡Qué largos viajes podrán hacer ya los hombres! Lo que entiendo acerca de estas cosas, ni de palabra ni con la pluma me es posible expresarlo.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Primera Década Oceánica’, Libro X.

    251
    “Mientras Italia yace desangrada y convulsa, sin que nadie, ni sus propios hijos, se compadezca de ella, tiende España sus alas más poderosas cada día, y de tal modo va dilatando su imperio que la gloria de su nombre llegará hasta los antípodas”.
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta CXLVII’ (Alcalá, 1494)

    252
    “¡Ay de ti, España! Ha muerto aquel Fernando de Córdoba, llamado por antonomasia el Gran Capitán, que fue el primero en estos tiempos que puso tu nombre sobre las estrellas. Estabas arrinconada y no era conocido el valor de tus soldados. Gonzalo te dio a conocer y te ganó fama inmortal.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta DLVII’ (Madrid, 1515)


    DE LOS NOMBRES DE ESPAÑA:

    253
    “Según Plinio y otros autores escribieron, España, que es la primera región en el poniente, concluye y cierra los términos de Europa. Muchos afirman que se llama España por Hispali, que es una ciudad señalada en el Andalucía, la cual hoy se
    llama Sevilla. Otros dicen que se llama España de Hispano, nieto de Hércules. Los escritores griegos y latinos la llaman Iberia o Ibera por el río Ebro, que se llama en latín Ibero, y de aquí se dice Ibérico el mar de España. Mas escribieron algunos que el río Ebro y la provincia Iberia tomaron nombre de Ibero, que dicen haber sido segundo rey de España, después de Túbal. La sentencia de los cuales, ni contradiciéndola ni aprobándola, la dejamos a juicio de otros. Llámase también
    Hesperia por una estrella occidental que se llama en latín Hespero, o según quiere el Higinio y otros autores, dícese Hesperia, de Hespero, hermano de Atlante, el cual, huyendo de su hermano a Italia, la llamó también Hesperia de su nombre, y así, cuando decimos solamente Hesperia entiéndese por Italia, y cuando decimos Hesperia última entendemos por España. Por lo cual dijo Horacio: «Volvió de la última Hesperia vencedor.» Diodoro Sículo escribe que Hesperia no tomó el nombre de Hespero, sino Hesperi, su hija, que se llamó Hesperis.

    Llámase también Celtiberia, de unos pueblos de Francia que se dicen celtas, los cuales antiguamente salieron de su tierra y llegaron al río Ebro, y de allí su nombre, y del nombre del río pusieron nombre a la provincia y a los pueblos, llamándolos celtíberos, y a la provincia Celtiberia, y por eso dijo Lucano: «Los celtas, desterrados de su antigua patria, mezclaron su nombre con los iberos.»

    LUCIO MARINEO SÍCULO (1460-1533), ‘De las cosas memorables de España’


    DEL ASIENTO Y FORMA DE ESPAÑA:

    254
    “Justino dice que la forma de España es cuadrada, mas otros la pintaron semejante a un cuero extendido, y así lo demuestran en la traza. Está puesta entre África y Francia, y la cerca el mar Océano y el Mediterráneo y los montes Pirineos, y como muchos escritores han dicho que España es menor que África y que Francia, es, empero, mucho más fértil que entrambas. Porque ni es tan caliente como África ni tan ventosa y fría como Francia. Mas tiene el medio y goza de soles templados en el invierno y en el estío, y de aquí viene que las
    lluvias son muy provechosas y vienen con razón, y son causa de mucha fertilidad de todas las cosas que abastecen no solamente a España, mas también a otros reinos y provincias, y aun a Italia, la cual abunda de todas cosas.

    Es la tierra de España grande en sitio y muy poblada, y, como dijimos, está
    cercada con el mar Océano y con el Mediterráneo y con los montes Pirineos, adonde se junta con la provincia de Francia que se dice Aquitania. Y en esta traviesa del un mar al otro hay camino casi de cinco días, que son ciento y cincuenta millas, y, según escribe Apiano, tiene en largo desde las columnas que
    dicen de Hércules y del mar de Cádiz hasta los montes Pirineos cuasi diez mil estadios, y en anchura, desde Cartagena hasta el puerto de Laredo, es algo más angosta; y en el circuito a la redonda, ansí como está atajada de los dos mares y
    de los montes Pirineos, tiene cuarenta mil estadios, y es de saber que un estadio tiene ciento y veinticinco pasos, y un paso tiene cinco pies y medio, poco más o menos.

    Muchos de los que han escrito quieren que España sea la cabeza y principio del mundo. El Plinio, describiendo a Europa, dice de esta manera: ‘En ella está España, que es la primera de las tierras’, y el mismo dice en otra parte: ‘Toda la redondez de la Tierra se divide en tres partes: Europa, Asia y África, y
    encomienza del Poniente y del mar de Cádiz.’ Mas, a la verdad, poco le va a España que sea el principio o el cabo de la Tierra, y por esto, dejada esta cuestión aparte, diremos primeramente de algunas cosas que la tierra de España engendra y produce de suyo, y luego hablaremos de las provincias, ciudades
    y villas y de los primeros moradores de ella, y de los reyes y emperadores y de sus hazañas; y también escribiré de los santos y mártires y de los varones ilustres en los hechos y oficios de caballería y en otras obras virtuosas, y también de los varones doctos y señalados en letras que en ella han florecido, y esto será contado con verdad y brevemente”.

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’


    DE LAS COSAS QUE HAY EN ESPAÑA EN ABUNDANCIA:

    255
    “Ciertamente que como España está puesta debajo de una próspera región del cielo, la cual los griegos llaman clima, lleva la ventaja a muchas provincias de todo el mundo en la hermosura de su asiento, en los aires más saludables y vientos sanos y fuentes de aguas excelentes, y no menos en gentileza de montañas y bosques; en la fertilidad de la tierra, en abundancia de pastos, en los frutos de los árboles, en todo género de ganados mayores y menores, y en caballos, mulas y otros animales ; y en puertos de mar muy grandes y seguros, y muy deleitosas riberas y de ríos y señaladas fuentes, y en campos, prados y valles, y en caza de aves y otros animales terrestres y de montería, y en pescados de mar y de ríos. Abunda también de vinos, aceites, miel, azúcar, lana, lino, cáñamo, esparto, junco, rubia, bermellón, azogue, alumbre, jabón, vidrio, piedras transparentes a manera de espejos y vidrieras, azabache, jaspe. Ítem, romero, azafrán, cera, pez, resina, grana, seda, algodón, mármol, alabastro, greda, hierro, cobre, plomo, escoria, estaño, plata, oro y otros metales y cosas necesarias a los hombres hay en España en mucha abundancia.

    Mas de más de esto dijo que España fue gobernada de príncipes muy excelentes, y especialmente en nuestros tiempos. Tiene también capitanes esforzados y prudentes, caballeros animosos y toda gente muy belicosa. Hay en ella grandes y muy sabios prelados y sacerdotes muy religiosos. Los ingenios, así de varones como de mujeres, son muy vivos. Hay estudios generales y las artes mecánicas florecen mucho en ella. También hay muchas y señaladas ciudades, grandes y ricas villas. En España hay cerca de sesenta y seis iglesias catedrales, las cuales en otra parte nombraremos, contando la renta de cada una; diremos asimismo cuántas casas hay en España de caballeros y de títulos, y cuánto tiene cada uno, porque hemos visto y contado en España ciento y cincuenta principados entre caballeros y prelados. Hay además de esto en España grandes palacios reales y casas muy suntuosas de grandes señores y de otras personas particulares. Así que, no sin causa, muchos escritores hicieron mención de las grandes casas de España, y yo no solamente las he leído, más aún, he procurado de ver todas particularmente y, maravillado de ellas, me volví a escribir como hombre agradecido por las buenas obras y honra que de la gente Española he recibido.”

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.


    SALUDO A SU PATRIA:

    256
    “Salve, tú, mi casita, y vosotros, Penates;
    salve, Lares, que fuisteis de mi cuna los almos testigos.

    Respiré aquí las auras rosadas del día primero;
    aquí la primera nodriza me dio el pecho florido.

    Aquí su primera sonrisa, los padres;
    y en este lugar mis primeros vagidos llorosos.

    Aquí se meció, entre canciones, mi cuna.
    Aquí, por dormirme, cantaba mi madre.

    Aquí dulce carga fui del cuello del padre suspensa
    y fui peso feliz del regazo materno.

    Aquí gateaba de niño. Este suelo sostuvo mis manos:
    Cuadrúpedo fui por la tierra solar en mis juegos.

    Aquí acompasó la sonaja a mis primeros pasos dudosos
    y a mi madre ofrendé, acariciante, mis medias palabras.

    Estas tierras, jugando con otros muchachos,
    me vieron un día ganar y perder las nueces.

    Aquí, en largas cañas montados, hacíamos guerras.
    Aquí la rodante fortuna del trompo turbaba mi angustia.

    ¡Acógeme salvo después de tan largos peligros.
    Después de los años que huyeron, acógeme salvo!

    Acoge al que vuelve: no reniegues del hijo que torna,
    porque él ciñe de honor y de gloria tu nombre.

    Piedad de mis lares paternos, no acuses
    mi pereza en volver a la tierra nativa;

    ni los días acuses que tardé en ver de nuevo
    tu rostro que debe fingirme sonrisas de dioses.

    ¿Qué sería de ambos -¡oh Patria!- si, ocioso,
    me dejara llevar abrazado a tu dulce cariño?

    Ella fuera ignorada por años sin número
    y en el mundo mi nombre cubierto de sombra.

    Porque gracias -¡oh Patria!- a mi pluma afanada,
    viviremos del Tiempo y la Fama loados.

    No tuve otro afán recorriendo los mundos
    tras el dulce deleite del saber fugitivo.

    Si la frígida muerte, sin cortar mi carrera,
    me dejara vencer los sesenta colmados;

    si las musas me dieran la tranquila vejez bien ganada
    y la Parca no quiebra mis frágiles hilos;

    la tierra nativa, la maestra rectora abundante
    en su seno de paz guardará mis heladas cenizas.

    Aquí, el puerto final de mi vida; el descanso
    de la pena y el dulce reposo hallaré de la muerte.

    Aquí, donde yace la madre tan pura, y robadas
    nos fueron, tan niñas, las dulces hermanas.

    Y de ti ¿qué diré, mi carísimo hermano,
    que moriste, cual héroe, por Cristo y la Patria

    a los buitres dejando tu roto cadáver
    y al señor de los Cielos el alma transida?

    ¡Aquí, donde el sueño del padre se unirá a los abuelos;
    aquí, en la familia mezclada de polvo,

    gozaré, por lo menos, después de la muerte,
    la dulce presencia que en vida no tuvo mi amor!”

    E. A. NEBRIJA (1441-1522)


    ALABANZA DE LA ESPAÑOLA:

    257
    “Desde allí vieron otra isla al oriente distante de estas diez y ocho leguas, la cual puso nombre Cristóbal Colón, la Española, e fueron allá, y siguiendo la parte del Septentrión, ansí como de la Juana, de la cual todas las otras y ésta, vieron ser hermosísimas a maravilla, y esta Española mucho más famosa que todas las otras, que en ella hay muchos puertos de mar muy singulares, sin comparación de buenos, y los mejores que tierra de christianos se pueden hallar; y muchos ríos y grandes a maravilla; las tierras de ella son altas y en ellas hay muy altas sierras y montañas altísimas, hermosas y de mil hechuras, todas andables y llenas de árboles, de mil hechuras y naturas, muy altos, que parece llegan al cielo, creo que jamás pierden la hoja, según por ellos parecía, que era en el tiempo cuan do acá es ivierno, que todos los árboles pierden la hoja, e allá estaban todos como están acá en el mes de Mayo; y de ellos estaban floridos, y de ellos en sus frutos y granas; y allí en aquellas arboledas cantaban el ruiseñor, y otros pájaros en las mañanas en el mes de Noviembre, como hacen acá en Mayo; allí hay palmas de seis ó siete maneras, que es admiración verlas, por la diversidad de ellas; de las frutas, árboles, yerbas que en ella hay es maravilla; hay en ella pinares, vegas, y campiñas muy grandísimas; los árboles y frutas no son como los de acá; hay minas de metales de oro, el cual no era estimado de ella en su valor.

    Pareció a Christóbal Colón, y a los demás que con él fueron, que según la grosedad y hermosura de las tierras, que serían de mucho provecho para labrar, plantar y criar mieses y ganados de acá de España, y por tales las reputaron. Vieron en esta isla Española muy grandes ríos y muy dulces, y supieron que había mucho oro en ellos entre las arenas. Vieron que los árboles montesinos no parecían a los de acá. Vieron y supieron por los indios cómo en aquella isla había grandes minas de fino oro, y de otros metales.
    ...........................
    La isla Española, a quien los indios llaman Haití, es entre las otras ya dichas ansí como oro entre plata; es muy grande, e muy fermosa, de árboles, de ríos, de montes, de campos, es de muy fermosos mares e puertos; tiene un circuito más que toda España desde Colibre, que es en Cataluña, cerca de Perpiñán, por la costa del mar de España en derredor de Granada, y Portugal y Galicia, e Vizcaya fasta Fuenterrabía, que es en cabo de Vizcaya; e ellos anduvieron ciento y ochenta y ocho leguas en quadro por derecha línea de Occidente a Oriente, y por aquí pareció su grandeza de esta Española, que es muy grande, y está en lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y para trato, así de tierra firme de acá, como de la tierra firme de allá”.

    ANDRÉS BERNÁLDEZ, “el cura de los Palacios" (1450-1513) ‘Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel’.
    Pious dio el Víctor.

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