LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:
- HECHOS
LUCHA CONTRA EL INVASOR:
236
“Un grito ha sido oído -en medio de las montañas. Y el echecojauna, el amo, de pies delante de la puerta ha abierto las orejas y ha dicho: ‘¿Quién está ahí?¿Qué me quieren?’ Y el perro, que dormía a los pies de su amo, se ha levantado y ha llenado con sus ladridos los contornos de Altobiskar.
Resuena un fuerte rumor en el collado de Ibañeta. Se acerca chocando contra las rocas a derecha e izquierda. Es el estruendo de un ejército que de lejos llega. Los nuestros les han respondido desde lo alto de las montañas, haciendo sonar sus cuernos. Y el echecojauna aguza sus dardos: ¡Ya llegan, ya llegan! ¡Qué bosque de lanzas! ¡Cómo aparecen sobre ellos banderas de todos los colores! ¡Qué destellos despiden sus armas! ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis, diez y siete, diez y ocho, diez y nueve, veinte.
-¡Veinte, y miles y miles más! Se pierde el tiempo contandolos. Juntemos nuestros nervudos brazos. Arranquemos de cuajo esas rocas. Rodemoslas monte abajo por la pendiente de la montaña sobre sus cabezas. Aplastemoslos, hiramoslos de muerte.
-¿Qué querían de nuestros montes esos hombres del Norte?¿Por qué han venido a turbar nuestra paz? Cuando Dios hizo las montañas fue para que los hombres no las pasasen. Pero las rocas caen rodando y aplastan a los invasores. La sangre corre a torrentes ¡Oh, qué de huesos rotos!¡Qué mar de sangre!
-¡Huid, huid los que os aun tenéis fuerzas y caballos!¡Huye, rey Carlo Magno, con tu pluma negra y tu capa encarnada! Tu sobrino amado, el valiente Roldán, yace allá abajo muerto. Su valor de nada le ha servido. Y ahora, euscaldunas, abandonemos estas peñas. Bajemos al punto, disparemos nuestras flechas contra los que huyen.
¡Huyen! ¡huyen! ¿Dónde está, pues, aquel bosque de lanzas?¿Dónde las banderas de todos colores que aparecían sobre ellos? Ya no despiden destellos sus ensangrentadas armas. ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien.
-Veinte, diez y nueve, diez y ocho, diez y siete, diez y seis, quince, catorce, trece, doce, once, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
¡Uno! ¡Ni uno se divisa ya! Todo acabó. Echecojauna, puedes volver con tu perro a abrazar a tu esposa y a tus hijos, a limpiar las flechas y recogerlas junto con el cuerno y echarte encima de ellas a dormir.
De noche, las águilas vendrán a comer esos trozos pisoteados de carne. Y esos huesos blanquearán ahí eternamente.”
CANTAR DE ALTOBISKAR (recreación medieval, siglo XIX).
PAZ Y ORDEN:
237
“Hemos sabido que algunas personas hacen entre sí ayuntamientos y ligas, firmadas con juramento ó pleito homenage, ó con pena, o con otra firmeza, contra cualesquier personas, en general contra cualesquier que contra ellos fueren ó quisieren ser, y como quier que hacen los dichos ayuntamientos y ligas so color de bien y guarda de su derecho, y por mejor cumplir nuestro servicio; pero por cuanto, según por experiencia conoscemos, estas ligas y ayuntamientos se hacen muchas veces no á buena intención; y dellas se siguen escándalos, discordias y enemistades, impedimentos de la egecucion de nuestra justicia.
Y por ende Nos, queriendo paz y concordia entre los nuestros súbditos y naturales, y proveyendo á lo que es por venir, mandamos que no sean osados infantes, duques, condes, maestros, priores, marqueses, ricoshombres, caballeros y escuderos de las nuestras ciudades, villas y lugares y concejos; y otras comunidades y personas singulares, de cualquier estado o condición que sean, de hacer ni hagan ayuntamientos ni ligas con juramento, ni rescibiendo el cuerpo del Señor, ni por pleito y homenage, ni por otra pena ni firmeza, en que se obliguen de guardarse los unos á los otros contra otros cualesquier.
Y otrosí que no usen de las que han hecho hasta aqui; y cualquier de los sobredichos que contra esto hiciere de aqui adelante habrán la nuestra ira, y procederemos contra ellos y contra sus bienes en aquella manera que Nos entendiéremos que cumple á nuestro servicio.
Y porque los hombres se muevan mas de ligero á Nos denunciar lo que dicho es, mandamos y ordenamos que el acusador o denunciador haya la tercia parte de la pena de dineros ode bienes en que Nos condenaremos á aquel que denunciare o mostrare.
Y en razón de los ayuntamientos y ligas que son hechas hasta aquí, Nos por esta ley damos por ningunas todas las ligas, promisiones y pleitos que hasta aquí se hubieren hecho...”
JUAN I DE CASTILLA, Cortes de Guadalajara, 1390.
LA JUSTICIA:
238
“Porque dios puso en el mundo los reyes et los señores para mantener las gentes en justicia et en derecho et en paz, les acomendó la tierra para facer esto.
Por ende, los reyes et los señores que non han otro juez sobre sí sinon Señor Dios, deben catar que los pleitos que entre ellos vinieren, que los juzgaren según lo que fuere verdad; et entre el juicio de los señores et de los oficiales que ellos ponen et han de juzgar los pleitos por fueros et por leyes hay esta diferencia: los jueces que sean puestos por otros non deben juzgar los pleitos que ante ellos vienen según ven nin según lo que ellos saben, sinon según lo que es razonado entre ellos, o lo que fallaren en aquellas leyes et en aquellos fueros por que han de juzgar. Esto es porque son sometidos a aquellas leyes o a aquellos fueros por que han de juzgar.
Mas los reyes et los grandes señores, porque non son sometidos nin han de dar cuenta sino a Dios, non deben juzgar sinon por la verdad, nin se deben arrebatar fasta que lo sepan ciertamente; mas de lo que supiesen, débenlo juzgar según la verdad et sin ninguna mala intención; et débense acordar que Dios los puso en aquel estado, et que a El han de dar cuenta, et que de El han de recibir galardón bueno o malo, según los juicios que dieren.
Et deben ser ciertos que el mucho bien que fagan que nunca les será olvidado, et si algún juicio malo dieren o de cualquier fecho malo que fagan que no hayan de haber pena en este mundo o en el otro o en ambos.
Otrosí deben catar mucho los reyes et los grandes señores que fagan las cosas como deben, ca todos los sus fechos son en dos maneras: ca son tales que non pueden nin los deben acomendar a otro, sinon facerlos et librarlos ellos mismos; o son tales que non pertenece de los librar a ellos, et los deben acomendar a otro.
Et si ellos los quisieren todos librar o todos acomendar, facen muy gran yerro; ca en cuanto libran lo que deben acomendar a otro, pierden el tiempo de librar lo que les pertenecía a ellos; et si acomiendan a otro lo que ellos debían librar, non se libra tan cumplidamente como debe.”
DON JUAN MANUEL, ‘Libro del Caballero y del Escudero’ (1326)
LA JUSTICIA Y LA LEY:
239
“Creed por cierto que una de las cosas por las que más se salvan las almas y se mantienen los cuerpos, y los reinos, y los estados y las tierras, es la justicia.
Y justicia no entendáis que es solamente matar hombres, sino dar a cada uno lo que merece, haciendo bien por bien y mal por mal.
Y aun todos los que han podido hacer justicia deben agradecer más a Dios que les dé lugar a galardonar que para castigar.”
REY DON SANCHO IV (1258-1295), ‘Libro de los castigos’.
240
“Ley tanto vale como lección o enseñanza escrita que liga al hombre para no hacer mal y le dirige a ser leal haciendo derecho. Y fuero equivale a ley derechamente usada por largo tiempo, esté o no escrita. Y postura es llamada en latín toda buena disposición que hace el rey u otro por su orden o los hombres entre sí y que si es favor del país o de algunos lugares la aprueba el rey y se confirma por privilegio o carta mandándola guardar”.
LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.
241
“La ley ama y enseña las cosas que son de Dios, y es fuente de enseñanza y muestra de derecho y de justicia y de ordenamiento y de buenas costumbres, y guiamiento del pueblo y de su vida; y tanto para los hombres como para las mujeres, y para los mancebos como para los viejos; y tanto para los sabios como los no sabios, y para los de la ciudad como para los de fuera; y es guarda para el rey y para sus pueblos.”
FUERO REAL.
EL JUEZ Y LA JUSTICIA:
242
“Deben ser los jueces en todo abonados,
Ricos de posesiones y de virtudes dotados,
De todas buenas mañas y bien sosegados,
Que no sean crueles a los pobres cuitados.
Deben amar la justicia y de ella bien usar;
Pues que el rey de ellos fía, no deben engañar;
Que si ellos no lo hacen, podrían trastornar
La justicia que el rey de ellos quiso fiar”.
...........................
“No debe el juez a ninguno dañar,
Antes debe en común a todos aprovechar;
A los unos, con miedo, los puede espantar;
A los otros, con honra, los debe sosegar.
Ni debe el juez en todo ser muy teso,
Ni debe ser muy blando, que así le es defeso:
Si fuere sabedor y tuviere buen seso,
En la su mano diestra siempre tendrá un peso.
En la una balanza la justicia tendrá,
Con la cual él condene aquél que mal hará;
En la otra balanza la piedad será,
Que siempre al castigo al pecador dará.
No debe ser cruel en la ejecución,
Con lágrimas y lloro de puro corazón,
Bien la examine gran tiempo y sazón,
Que matar así un hombre no es juego de piñón”.
PERO LÓPEZ DE AYALA, ‘Rimado de Palacio’.
EL PAISAJE:
243
“Yo, maestro Gonçalvo de Verçeo nomnado,
Yendo en rromería caeçí en un prado
Verde e bien sençido, de flores bien poblado,
logar cobdiçiadero pora omne cansado.
Davan olor sobeio las flores bien olientes,
Refrescavan en omne las carnes e las mientes;
Manavan cada canto fuentes claras corrientes,
En verano bien frías, en yvierno calientes.
Avíe hi grand abondo de buenas arboledas,
Milgranos e figueras, peros e mançanedas
E muchas otras fructas de diversas monedas;
Mas non avié ningunas podridas nin azedas.
La verdura del prado, la olor de las flores,
Las sombras de los árbores de temprados sabores
Refrescáronme todo e perdí los sudores,
Podrié vevir el omne con aquellos olores.
Nunqua trobé en sieglos logar tan delectoso,
Nin sombra tan temprada, ni olor tan saboroso;
Descargué mi ropiella por iazer más viçioso,
Poséme a la sombra de un árbor fermoso.
Iaziendo a la sombra perdí todos cuidados,
Odí sonos de aves dulçes e modulados;
nunqua udieron omnes órganos más temprados,
Nin que formar podiessen sones más acordados.”
GONZALO DE BERCEO, ‘Introducción de los Milagros de Nuestra Señora’.
COVADONGA:
244
“Por aquellos tiempos era prefecto de Asturias, con residencia en León, Munuza, compañero de Taric. Durante su gobierno, cierto espatario de los reyes Witiza y Rodrigo, llamado Pelayo, oprimido por el señorío de los ismaelitas, entró en Asturias con su hermano.
El prefecto Munuza envió a Pelayo a Córdoba con el pretexto de una legación, pero en verdad con ocasión de su interés por su hermana. Antes de que regresara el antiguo espatario, Munuza, mediante cierto artificio, se unió en matrimonio con la hermana de Pelayo; mas cuando volvió éste, en ninguna manera quiso consentir en tal enlace, sino que se apresuró a hacer con gran osadía lo que ya meditaba acerca de la salvación de la Iglesia.
Entonces, el nefando Taric envió soldados a Munuza para que apresaran a Pelayo y lo llevasen a Córdoba encadenado. Llegados a Asturias, quisieron cogerle por engaño, y en una aldea llamada Brece supo Pelayo por cierto amigo la decisión de los caldeos.
Mas como los sarracenos eran muchos, viendo que no podía ofrecerles resistencia, se apartó de ellos despacio, comenzó de repente a correr y llegó a las orillas del Piloña, que encontró desbordado, pero mediante un adminículo natatorio ganó la otra orilla sobre el caballo en que cabalgaba y subió a un cerro, con lo que los sarracenos cesaron de perseguirle.
Dirigiéndose hacia la tierra montañosa, arrastró consigo a cuantos encontró camino de una asamblea y con ellos subió a un gran monte llamado Auseva y se refugió en la ladera de dicha montaña, en una cueva que sabía era segura y de la que mana un gran río por nombre Deva. Desde ella envió mensajeros a todos los astures, que se congregaron en una junta y le eligieron príncipe.
Enterados de lo ocurrido los soldados que habían venido para prender a Pelayo, regresaron a Córdoba y manifestaron a su rey que se había sublevado el denunciado por Munuza.
Cuando el rey oyó tal noticia, conmovido por furiosa ira, mandó salir contra el rebelde una hueste innumerable, reclutada en toda España; puso al frente del ejército a Alkama, su socio, y ordenó que fuese con éste y sus tropas a Asturias Oppas, obispo de Toledo, hijo de Witiza, por cuya traición habían perecido los godos. Alkama recibió orden de su compañero de que si Pelayo no quería aceptar la propuesta del obispo, le apresase por fuerza de armas y le llevase a Córdoba, y entró en Asturias con un ejército de 187.000 soldados.
Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva, y el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo subió a un montículo situado delante de la cueva de la Señora y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?» El interpelado se asomó a la ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudosostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve de tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos».
Pelayo respondió entonces: «No leíste en las Sagradas Escrituras que la Iglesia del Señor llegará a ser como el grano de mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?»
El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito».
Pelayo dijo: «Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor, porque David ha dicho: Castigaré con mi vara sus iniquidades y con azotes sus pecados, pero no les faltará mi misericordia. Así, pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos».
El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: «Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido; a lo que adivino de su intención, no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada».
Alkama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos.
Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para luchar con los caldeos; emprendieron éstos la fuga, se dividió en dos su hueste, y allí mismo fue al punto muerto Alkama y apresado el obispo Oppas.
En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Auseva y por el lugar llamado Amuesa descendieron a la Liébana.
Pero ni estos escaparon a la venganza del Señor; cuando atravesaban por la cima del monte que está a orilla del río llamado Deva, junto al predio de Cosgaya, se cumplió el juicio del Señor: el monte, desgajándose de sus cimientos, arrojó al río los 63.000 caldeos y los aplastó a todos.
Hasta hoy, cuando el río traspasa los límites de su cauce, muestra muchas señales de aquello.”
CRÓNICA DE ALFONSO III.
DEL CAMINO DE SANTIAGO:
245
“Los malos posaderos de la ciudad de Santiago la primera comida la dan de balde a sus huéspedes y se esfuerzan para que les compren velas o cera. ¡Oh, fingida caridad! ¡Oh, falsa piedad! ¡Oh, largueza encubridora de toda clase de fraudes!
Si, por ejemplo, se hospedan en una casa doce peregrinos bajo unas mismas condiciones, el mezquino posadero les pone un plato, ya de carne, ya de pescado, que en el macelo de la ciudad puede comprar por ocho dineros, y al fin les mete doce velas a seis dineros cada una, siendo así que en la plaza pública habrían podido comprarlas a cuatro dineros.
O después de aquella fraudulenta comida, la cera que podían comprar por cuatro dineros se la vende en seis. Y por la comida en que empleó ocho dineros les exige dos sueldos, o sea veinticuatro dineros. ¡Oh que nefando contrato! ¡Oh que detestable lucro!
Otros mezclan con la cera sebo de carnero o de cabra y habas cocidas sin monda, y de esta mezcla hacen velas. Otros, cuando los peregrinos les preguntan por los venerandos hechos del Apóstol Santiago, les refieren fabulosas y detestables patrañas.
Algunos hay que hacen salir hasta Puertomarín al encuentro de los peregrinos a algún criado, el cual así que los ve:
"Hermanos y amigos míos, les dice, yo soy vecino de la ciudad de Santiago, pero no me hallo aquí por causa de buscar huéspedes, sino porque estoy cuidando de una mula que mi amo tiene aquí enferma: hareís el favor de decirle que pronto se pondrá buena, y si queréis parar en mi casa, aunque no sea más que en agradecimiento de la noticia que lleváis, os han de tratar bien". Así lo hacen los peregrinos, pero reciben un trato pésimo.
Otros les salen al encuentro en Barbadelo o en Tricastela y después de saludarlos, traban conversación con ellos sobre cosas indiferentes, hasta que cuando creen llegado el momento oportuno:
“Yo tengo la dicha -les dicen- de ser ciudadano de Santiago; pero vine aquí a ver a un hermano que reside en esta villa. Y justamente podéis parar en mi casa, porque de seguro que si mi mujer y mi familia saben que me habéis visto y que habéis hablado conmigo, se desvelarán para que no os falte de nada. Si queréis os daré una señal para que os reconozcan”.
Y, en efecto, a unos peregrinos les da como señal un cuchillo, a otros su cinturón, a otros una llave, a otros una correa, a otros un anillo, a otros un gorro o montera, a otros un guante, etc... Llegan los peregrinos a su casa y se hospedan en ella; y después de la comida, una vela que sólo vale cuatro dineros, la mujer se la vende en ocho o diez. Así son engañados por los posaderos muchos peregrinos de Santiago.
Y si algún peregrino lleva para vender algún marco de plata que valga treinta sueldos, su mal posadero lo dirige a un monedero con quien está en connivencia, y le aconseja que debe darle el marco en veinte sueldos. El posadero no pierde su tiempo, porque recibe en premio del comprador doce dineros, o más o menos.
O si el peregrino quiere vender alguna cosa que sea de gran valor, el posadero se la desprecia y aconseja que debe venderla en tanto o cuanto para recibir un buen premio del comprador, o, si acaso, de comprador y vendedor.
(...)
¿Y qué diréis de aquellas mujeres que hacen velas de cera para vender, y les meten tales pabilos, que se consumen antes de acabar la misa o las lecciones? ¿O de aquellas que cuando ven llegar una gran muchedumbre de peregrinos, venden el pan, el vino, la avena, el trigo, el queso, la carne o las aves más caro que lo de costumbre?
(...)
Si la marca de plata fina del peregrino vale treinta sueldos, el mal cambiador sólo se da por ella veinte. El cambiador inicuo tiene diversos pesos, unos grandes y otros pequeños; con los primeros compra la plata, con los segundos la vende. Pondera y pone en las nubes su oro y su plata; pero rebaja y desprecia la ajena. Va pesando uno a uno los dineros en la balanza que llaman trebuqueto, y al que halla de más peso lo vende más caro, o lo funde con otra plata en el crisol. A los dineros que tienen mayor módulo que el ordinario, los recorta con la tijera y luego los bate con el martillo para que no se conozcan. Vende, si puede, anillos, cálices, candeleros u otros obras de bronce plateado, como si fueran de plata pura. Del mismo modo, vende más cara, si puede, su marca de plata, o su talento de oro, porque dice que están contrastados; y en cambio quiere comprar más barato el oro o la plata ajena, alegando que está por ensayar.
(...)
Pues de los falsos especieros o drogueros, ¿qué diré? Algunos hay que venden hierbas podridas por buenas y sanas; otros mezclan las drogas con cosas extrañas y las venden como legítimas; otros humedecen la pimienta para que pese más en la balanza; otros la mezclan con granos de enebro tostado o de arena oscura; otros agregan al alumbre pedazos de greda; otros mezclan con el incienso resina de pino o de abeto; otros echan en las pinturas tierra de color parecido, y así venden por griego a los ignorantes el verde del país; por bermellón el minio, o la mezcla de ambos; otros rocían el azul con agua que pese más. De la misma manera adulteran todos los demás colores.”
(...)
‘De un sermón pronunciado en Compostela’
HIMNO JACOBEO:
246
DE SANCTO JACOBO
"Dum pater familias,
Rex universorum,
Donaret provincias
Jus apostolorum :
Jacobus Yspanias
Lux, illustrat, morum.
Primus ex apostolis
Martir Jerosolimis
Jacobus egregio
Sacer est martyrio
Jacobi Gallecia
Opem rogat piam ;
Plebe cuius gloria
Dat insignem viam
Ut precum frequentia
Cantet melodiam:
"Herru Sanctiagu
Grot Sanctiagu
E ultreya e suseya
Deus adjuva nos".
Jacobo dat parium
Omnis mundus gratis;
Ab cuius remedium
Miles pietatis
Cunctorum presidium
Est ad vota satis.
Primus ex apostolis, etc.
Jacobum miraculis
Que fiunt per illum
Arctis in periculis
Acclamet ad illum
Quisquis solvi vinculis
Sperat propter illum.
O beate Jacobe
Virtus nostra vere
Nobis hostes remove
Tuos ac tuere
Ac devotos adhibe
Nos tibi placere.
Jacobe propicio
Veniam speremus
Et, quas ex obsequio
Merito debemus
Patri tam eximio
Dignas laudes demus.
Amen."
DE SANTIAGO:
(Traducción)
"Cuando nuestro Padre,
Rey del universo,
provincias en reino
diera a los apóstoles
Jacobo en España
es luz de los buenos.
El primer Apóstol
martir de Jerusalén
excelso Jacobo
en su sagrado martirio.
Galicia a Jacobo
ruega en obra pía
la gleba a su gloria
le da insigne vía,
do el frecuente rezo
cante melodía
¡Oh señor Santiago!
¡Oh magno Santiago!
¡Y adelante, ea!
¡Y arriba, sús, ea!
Dios, ayúdanos.
Todo el mundo gratis
parias da a Jacobo;
para su remedio,
soldado piadoso,
bástele el prsididio
de cumplir sus votos.
El primer Apóstol, etc.
Quien espera liberarse
de sus cadenas
aclama su nombre
en los tiempos de peligro
por los milagros
de su intercesión.
El primer Apóstol, etc.
Oh santo Jacobo,
nuestra sola fuerza,
a los enemigos
aparta, haz que mueran,
y a tus devotos
muestra que te agradan
El primer Apóstol, etc.
Jacobo propicio,
tu venia esperamos;
y cual por obsequio
así lo debemos,
a este Padre eximio
dignas laudes demos”.
HIMNO JACOBEO.
POETAS ESPAÑOLES:
247
“Pues somos a las completas
Daquesta pobre obrezilla,
Fablemos de la cuadrilla
De los sotiles poetas.
Iuvenco que en sus tabletas
Con Gravio versificó
Los Evangelios, e dió
Metro a las cuatro Atletas.
Prudencio que en versos puso
El utroque testamento
Viejo et Nuevo, et aun compuso
Otras obras que el convento
Cristiano e su documento
Non solo las aprobó,
Mas loó e comendó.
Tanto fué dellas contento.
A mí conviene que fable
De Per Alfonso un Doctor
Que contra el judaico error
Fizo un volumen notable.
Fué este varón loable
De los hebreos nascido.
Y despues de convertido,
Cristiano muy venerable.
Osio fué sabio Perlado
De Córdoba, e tanto bueno
Que en el Concilio niceno
De todos fué muy loado.
Quien quiera lo habrá fallado
En la Tripartita istoria
E, lo que a el es mas gloria,
En el Decreto es nombrado.
Valerio e Liceriano
De Mérida natural
E dellos tercio e igual
El poeta Daciano;
Otro Doctor Castellano
Que en estilo asaz polido
Yo me acuerdo haber leído
Un volumen de su mano.
Diego de Campos se llama
Este Doctor que yo digo,
En tiempo de Don Rodrigo
Grand Perlado e de grand fama;
Mi muy excelente dama
España seas contenta,
Que quien esto te presenta
Señal es que mucho te ama.”
FERNÁN PERÉZ DE GUZMÁN (1370-1460), ‘Loor de los claros varones de España’
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