No se engañe. Inglaterra en el siglo XVI-XVII ya era una potencia. Rechazó las injerencias de Roma y España y desde entonces decidió su destino sin consultar ni depender de nadie y con bastante éxito. Esa independencia es lo que caracteriza a una potencia mundial. En el Reino Unido nunca gobernó nadie que no estuviese apoyado por los propios ingleses.
En España, sin embargo, las dinastías extranjeras y los intereses de Roma han pesado más que los intereses de los propios españoles. El poder español siempre fue impuesto, sujeto a intereses no españoles, y eso nos ha llevado a una irrelevante segunda fila.
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