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Tema: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Otro artículo durísimo contra la chulería de la “internacional vaticana” y su capo en España J. Ruiz Giménez. (Las referencias al “paternal caballero” lo son al Santo Padre):

    18

    Revista FUERZA NUEVA, nº 462, 15-Nov-1975

    Al contrafuero

    Presentado por el señor Ruiz-Giménez y sus satélites de las llamadas Comisiones de Justicia y Paz. En cierta ocasión, el ministro señor Ruiz Jarabo hizo público que todavía era la hora que estaba esperando que Ruiz Giménez y sus secuaces se tomaran las mínimas molestias que señala el dichoso Concordato para la constitución de toda esta pléyade de asociaciones llamadas religiosas o apostólicas. Ruiz-Giménez, que no se anda por las ramas, dijo públicamente que el Papa las había mandado constituir, y ello bastaba.

    Esto apareció en una página que se titula alegremente «Religión y Tiempo». Significa que, si no ha cumplido todavía el famosísimo ex ministro de Educación los mínimos trámites señalados, cosa más que probable, porque aquí es Jauja en todo lo referente a la internacional vaticanista, significa, repetimos, que las Comisiones Justicia y Paz son ilegales.

    Y he aquí que estas llamadas Comisiones, que se reúnen libremente en Montserrat para decir que no hay derecho de reunión, tienen la ocurrencia de presentar objeciones al Decreto-Ley sobre represión del terrorismo. Posibilidad de contrafuero.

    El hecho de que, mientras las comisiones citadas parían esta brillante idea, murieron asesinados otros nueve servidores del orden cristiano, católico (con permiso del paternal caballero) y español, no importa. Aquí de lo que se trata es de salvar pieles asesinas.

    Ni justicia, ni paz, ni reconciliación, ni narices.

    Si la Administración se pusiera en jarras, y las Leyes Fundamentales, y todas las leyes se cumplieran a rajatabla, no existirían las Comisiones Justicia y Paz, el señor Ruiz-Giménez estaría informando permanentemente en Roma en directo al paternal caballero y dudamos muchísimo que el señor cardenal siguiera en Barcelona.

    La perrera se pasa media vida hablando de los que disfrutan de privilegiadas posiciones.

    ¿Quiénes son, si no, los amparados por la internacional vaticana?

    Decíamos el otro día, si es que FUERZA NUEVA ha tenido a bien publicarlo (y vemos que hablamos con cierta oscuridad), que este Régimen puede ser criticado parcialmente por falangistas, tradicionalistas, alfonsinos, republicanos, centristas… porque no ha sido exactamente nada de todo eso. Lo que nos olvidamos de decir es que si hay un estamento que no tiene derecho a abrir la boca, suponiendo que quiera hacerlo con un mínimo de dignidad, es el estamento eclesiástico; desde el paternal caballero al sacerdote guevarista. Esta gente ha hecho lo que le ha dado la gana cuando el Régimen era tan “autoritario”, cuando empezó la apertura, ayer y hoy. Cuatro multas de mala muerte no son sino una risa para ellos, porque dinero lo poseen a calderadas. No los sacerdotes de verdad (y con esto nos entendemos), sino todo el clericalismo bajo, mediano y alto, que disfruta de “pasta” catalana, de asociaciones a barullo, de bendiciones en cadena, de permiso para el remoloneo, la protesta, el separatismo, la subversión oral y escrita (que precede invariablemente a la subversión terrorista) y para todo cuanto se les antoja.

    Excepto, repetimos, los sacerdotes de verdad, que viven de puro milagro con la miseria que reciben en ciertas diócesis regidas por ciertos obispos; o arzobispos; o cardenales.

    Es bien verdad que Dios escribe recto con renglones torcidos. ¿Ahora contrafueros, don Joaquín?

    Y después, ¿qué haremos?

    Ramón Castells Soler

    Última edición por ALACRAN; 02/05/2019 a las 12:55

  2. #2
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Se denuncia el doble rasero de la “internacional vaticana”, escandalizada a voz en grito con los comunistas, ante la ejecución de cinco terroristas que asesinaron vilmente a guardias civiles en España... frente a su silencio rastrero ante el demócrata De Gaulle, que había mandado fusilar, pocos años antes, a militares patriotas en Francia.

    19
    Revista FUERZA NUEVA, nº 462, 15-Nov-1975

    DE LA OSTPOLITIK A LA SUBVERSIÓN

    Michel Fromentoux, bajo el título “Une indignation suspecte” sobre los últimos hechos españoles acaba de escribir en «Aspects de la France» del 9 de octubre de este año. He aquí los párrafos más significativos de ese trabajo:

    “Que se nos comprenda bien: la decisión que había de tomar el Caudillo, indultar o ejecutar a cinco terroristas condenados a muerte, era de la más alta gravedad. Para un jefe de Estado cristiano, las referencias supremas, en un caso semejante, son las de la Biblia y las de la enseñanza de la Iglesia. Es normal que el Papa, la más alta autoridad religiosa, y los obispos españoles, custodios de los valores espirituales que atañen al Estado, se dirigieran personalmente al General Franco para pedirle de sopesar el pro y el contra a la luz de la fe.

    Las cosas, desgraciadamente, no ha sucedido así. El Soberano Pontífice ha intervenido con gran aparato de publicidad, en el que se han mezclado una multitud de obispos y sacerdotes de todos los países, particularmente de Francia, desconocedores de los problemas españoles. Así, lejos de revestir un carácter pastoral, las declaraciones de antes y después de las ejecuciones han tomado la figura de tomas de posición públicas destinadas a dictar al Jefe del Estado español una conducta política, y después, a condenarla. Un principio tradicional y constante de las naciones occidentales cristianas ha quedado menospreciado: la distinción entre lo espiritual y lo temporal…

    Juzgamos anormal que se condene en nombre de la caridad cristiana a un Jefe de Estado que tenía todas las razones de pensar que su clemencia sería considerada como un reconocimiento de debilidad. Es fácil, en efecto, señalar que la subversión se hubiera visto reforzada y que los asesinatos de policías se habrían multiplicado. La guerra civil quizás habría sido la salida, y entonces, no de cinco hombres con las manos manchadas de sangre, sino de millares de inocentes que el Caudillo, claudicando, habría sentenciado a muerte. Según el derecho natural, y también según la Ley de Dios, el primer deber de un jefe de Estado está en asegurar la paz, la unidad y la perennidad de la nación. Esto no pertenece a los obispos. Es él el que deberá responder, delante de Dios y de la historia, de su gestión en la cosa pública…

    Fuera de lugar, estas intervenciones clericales son también hipócritas y sospechosas. ¿Quién se acuerda de unos que, bajo la orden de un tal Charles de Gaulle, como los valientes soldados Bastien-Thiry [año 1963], Dovecar, Piegts, Degueldre, fueron fusilados?

    La indignación tiene un sentido curiosamente único, y hay que denunciar aquí la complacencia mórbida con que cierto clero mira a los que destruyen las comunidades nacionales. Solo merecen su emoción hombres como esos cinco terroristas españoles que, llevados de su odio al Régimen, quieren destruir la unidad de la nación española. Por el contrario, a sus ojos no tiene ningún interés un gesto como el de Bastien-Thiry inspirado por la exasperación ante un presidente de la República que atacaba la integridad moral y territorial de la nación francesa. Si el acto violento es de inspiración revolucionaria, merece automáticamente el perdón, pero si el acto violento es de inspiración contrarrevolucionaria, apuntando al mal en su raíz, no merece más que indiferencia y despecho…

    Injuriando al General Franco, que actúa para la salvaguardia de la civilización cristiana, después de que en años pasados tácitamente se ha aprobado a Charles de Gaulle, cuyo poder era dirigido contra los defensores de la civilización cristiana, los hombres de Iglesia, ávidos de querer hacer oír sus voces, han demostrado que mienten cuando pretenden “condenar la violencia venga de donde venga”, pues su pasión en condenar aquello que está al servicio de la nación histórica demuestra que están al servicio de ideologías falsas y de instintos anarquistas. Se podrían contar con los dedos de una mano los prelados que se han sentido turbados sobre la muerte de los franceses argelinos expoliados o de los policías fríamente asesinados.

    Este clero charlatán oculta bajo un vocabulario caritativo su avidez de hacerse aceptar por la intelligentsia de moda. Siembran la confusión en un problema político.”
    Última edición por ALACRAN; 04/05/2019 a las 18:08

  3. #3
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Solidaridad con España de asociaciones patrióticas francesas ante el conflicto puntual con las “democracias” europeas hostiles:

    20
    Revista FUERZA NUEVA, nº 462, 15-Nov-1975

    A mis amigos españoles

    Yo creía haber agotado mi vergüenza hacia los gobernantes de mi país desde el “bradage” ignominioso de mi provincia natal, Argelia. En esa época pensaba que la opinión pública y el Régimen de la metrópoli habían llegado al colmo de la cobardía, de la traición, del deshonor y de la villanía; una imagen repugnante de mi país que De Gaulle impuso a nuestra Francia para el gran placer de cómplices y amigos de los marxistas. Pero mi Francia “ya había pasado momentos parecidos…” es por esto y en memoria de nuestros héroes: mariscal Pétain, Robert Brasillach, coronel Bastien Thiry, lugarteniente Degueldre y todos los demás que yo he continuado el combate nacional tratando de observar esa actitud tan joseantoniana que quiere que sea “inasequible al desaliento”.

    El año pasado el señor Giscard d’Estaing fue elegido para presidente de la República, gracias al electorado de nuestro movimiento, pues en la era gaullista, que aún nos gobierna, el peligro comunista es activado en periodos electorales. Los candidatos presidenciales saben que la mayoría de los franceses no quieren aventuras con los comunistas. ¿Pero hasta cuándo vamos a abusar de estos franceses practicando una política radicalmente contraria a aquella por la cual fue elegido? Pero yo quiero aportar testimonio de la amistad sincera, leal y fraternal de millones de franceses por la “España eterna”, el último bastión, iba a decir “bunker”.

    Hace falta que sepáis en España que la mayoría de mis compatriotas tiene el defecto de ser “una masa silenciosa”. Pero, aunque ella quisiera expresarse no podría hacerlo, a causa de la censura progresista de todos los medios de información. Es necesario que sepáis lo que ha sido hecho por nuestro movimiento de Fuerzas Nuevas, por el Frente Nacional, por los semanarios «Minute» y «Rivarol», por nuestro mensual «Initiative National», por «Monde et Vie» y la «Action Française», para expresar nuestra indignación y nuestra rebeldía ante las facilidades y la complicidad de la que se han beneficiado nuestros enemigos. Nuestro Gobierno se ha desacreditado cediendo al chantaje de los humanistas del “Gulag”, se ha ridiculizado –inmiscuyéndose- en un asunto interno de un país soberano.

    Si esta campaña antiespañola ha sido intolerable, ha tenido sin embargo su mérito: “No hay mal que por bien no venga”. Este concierto grotesco y ridículo ha sido una revelación. Primero para estos “nuevos demócratas españoles” obsesionados por el mimetismo de la panacea democrática al estilo Comunidad Económica Europea. ¿Esos españoles habrán entendido el chantaje a su dignidad que sus “padrinos” europeos les quieren hacer? Durante esta última ofensiva del enemigo, España ha podido también encontrar sus partidarios y amigos, los de verdad, los de las grandes y graves ocasiones. Ha podido medir cuán justificada era la frase profética del camarada Blas Piñar cuando decía al igual que el Almirante Carrero Blanco “la guerra no ha terminado”. Pueden el gobierno y la nación españoles entresacar las conclusiones de este complot contra el honor y la fidelidad a los principios de nuestro Occidente cristiano.

    Nuestra España Una, Grande y Libre, la España del Caudillo, con sus defectos, se opone a los países europeos donde la palabra maestra en política es capitulación.

    Nosotros, nacionalistas europeos de Francia, somos conscientes de las motivaciones antiespañolas de la Europa cobarde, y es por lo que repetimos a nuestros hermanos españoles que vuestro combate es también el nuestro. El silencio que la conjuración “democrática” de medios de expresión hace pesar sobre nuestras acciones no impedirá nuestra resolución.

    ¡Arriba España! ¡Por nuestra Francia eterna!

    Robert ROMO
    Última edición por ALACRAN; 07/05/2019 a las 17:35
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  4. #4
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Fueron los comunistas quienes pusieron en circulación (1974) el término “bunker” para referirse a los inmovilistas del Régimen.

    21

    Revista FUERZA NUEVA, nº 462, 15-Nov-1975


    Breve réplica al psicólogo del bunker

    …Ahora, «Ya», a través de su colaborador habitual, el sacerdote César Vaca, se ocupa, en el artículo aparecido el 1 de noviembre pasado, de La psicología del «bunker».

    Tan caritativos siempre, no logra el padre César Vaca descubrir otros móviles que los del egoísmo y el miedo en quienes ocupan el “bunker”. Tal vez responda a que dentro del haz de sentimientos propios del ámbito donde se desenvuelve el autor del artículo, no quepa encontrar otros capaces de brindarle explicación satisfactoria. Pero, si realmente se hubiera preocupado de indagar en el verdadero “bunker”, con toda seguridad que habría llegado a conclusiones bastante dispares de las estampadas en el artículo publicado el sábado 1 de noviembre.

    Habría conocido hombres que, por lealtad a los ideales de la Cruzada, han sido cubiertos inicua y públicamente de ridículo y menosprecio. Habría conocido hombres que, por mantener sin desaliento profundas convicciones, ven sus palabras, sistemática y deliberadamente tergiversadas, mutiladas, extraídas de su contexto. Habría conocido hombres que, por no transigir en los principios mantenidos con tenacidad, contemplan cómo se trunca, a propósito, la natural ascensión pública, que, en otro caso, sería inherente a su personalidad. Habría conocido hombres que, precisamente por guardar el juramento de las Leyes Fundamentales, jamás consiguen que su voz o su imagen se difundan a través de las emisoras oficiales de radio y televisión… Habría conocido, en fin, hombres que cotidianamente derrochan pruebas incontrastables y categóricas de valor, desinterés y patriotismo, que sólo los empecinados en seguir ciegos y sordos no las quieren registrar: en una palabra: hombres enteros y auténticos.

    Lo más pintoresco del artículo del padre César Vaca radica en los asertos relativos a que “el inmovilista suele ser una persona beneficiada con la situación en que vive… Son los instalados, los bien instalados, los defensores a ultranza del presente”.

    Debería releer la lista comprensiva de todos quienes propugnan ahora el “cambio”, la “reforma” y la “evolución” en España y verificar el número de ministros, embajadores, directores generales, etc., incluidos en ella. Tampoco sobrará que profundice sobre el papel que la bien “instalada” plutocracia juega en el movimiento orientado a despojar de sustancia al Estado del 18 de Julio. El análisis comparativo con la relación de quienes resisten desde el “bunker” y de los apoyos que reciben resultaría sumamente aleccionadora para desvirtuar tales asertos.

    Por último, y con referencia a la frase introductoria del citado artículo de «Ya» -“No sé quién puso en circulación la palabra “bunker”, dándola el sentido, humorístico, a la vez que humano, de resistencia ante cualquier intento de «cambio»-, conviene precisar que el empleo del término “bunker”, en dicho sentido, se debe al Partido Comunista de España. Basta echar una ojeada a los ejemplares de los clandestinos «Mundo Obrero» y «Hora de Madrid», editados durante el lustro postrero, a fin de acreditarlo.

    Lo mismo ocurre con la voz “inmovilista”, utilizada varias veces por el padre César Vaca, bastante después de que Santiago Carrillo y los órganos del comunismo hispano la repitieran sin desmayo –véase, por ejemplo, el discurso de Carrillo ante el VIII Congreso del PCE, celebrado en 1972-. El regresismo reformista español posee ingenio tan pobre que ha de tomar prestado el vocabulario marxista para suplir, así, su propia esterilidad.

    Jerónimo COLL
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    Última edición por ALACRAN; 09/05/2019 a las 19:40

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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Juan Carlos confundió en las primeras semanas de reinado tanto a los inmovilistas como a los demócratas; aquí el propio director de Fuerza Nueva se entusiasma porque en su discurso de juramento no mencionó la “democracia” y así, ridículamente, llega a llamarle nada menos que “bienaventurado y limpio de corazón” (¡¡) y otras lindezas por el estilo.
    Parece, por lo que se lee, que Juan Carlos fue más comedido y disimuló mejor que su padre don Juan, en lanzarse hacia el cambio...


    22

    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    El mensaje real

    En sencilla pero impresionante ceremonia, Juan Carlos I juró como Rey en las Cortes españolas. Y leyó su mensaje. Un documento cuyo texto se atiene a las dos virtudes que pretende asumir: firmeza y prudencia. Es lo más importante de él; porque, además, hay firmeza en cuanto afirma el entronque con la Monarquía tradicional de España y en cuanto a su resolución sobre Gibraltar. Hay prudencia en la exposición de unos propósitos que están en el ánimo de todos los buenos españoles, sin dar opción a forma políticas corrosivas; prudencia, también, al hablar de las relaciones con Europa.

    Repasando las reacciones externas e interiores se observa que algunos quieren arrimar el ascua a su sardina (léase liberalización y democratización), cuando no hay nada de eso en el mensaje. Si algo me ha entusiasmado personalmente es que ni una sola vez Juan Carlos habló de democracia, hoy que esgrimen la palabra no sólo los libertarios de la prensa y los pornopolíticos de turno, sino incluso gente cuyos principios ideológicos son distantes de la “mayor locura”, como calificó el padre Mariana a la fórmula democrática.

    Firmeza y prudencia resalta precisamente el «New York Times», quien, hace unos días, en un comentario, señalaba también que “el porvenir para la democracia en España no se presentaba muy brillante con don Juan Carlos”. Impresión que, como es natural, nos alegra a quienes sabemos, como sabe el Rey, que esa democracia postulada desde el exterior es la que acabó con su abuelo Alfonso XIII y la que trajo una República que llevó a España al caos. Además, si es cierto que incluso que algunos procuradores y algún gobernante, algunos articulistas y algún profesor, no han leído las Leyes Fundamentales y desconocen los Principios del Movimiento, Su Majestad sí los conoce y los ha estudiado y están en su pensamiento. Por eso juró, sabiéndose hombre que ha de cumplir con su deber.

    Juan Carlos I es limpio de corazón –esos bienaventurados que verán a Dios, según la promesa evangélica- y, en esta hora suprema, debe saber que cuenta con el apoyo de los españoles de buena fe, herederos de la fidelidad que los legó Franco. Su dolor no habrá sido pequeño en esta primera prueba de ver que su padre, quizá mal aconsejado, se pronuncia con la reticencia de unos “derechos irrenunciables” y el deseo de una “democracia pluralista”. Pero ya he dicho que la divisa del nuevo Rey es “firmeza y prudencia”, como lo fue de Francisco Franco y de Felipe II, dos dignos antecesores. Y el Rey de la Monarquía del 18 de julio-22 de noviembre sabe que otros monarcas nuestros pasaron por duro trance familiar, pero recuerda lo que dijo Séneca: “Ex quo de Caesar orbi terrarum dedicavit, sibi eripuit” (“César ha dejado de ser para sí mismo, desde el momento en que se ha dedicado a la utilidad pública”). El mensaje de Juan Carlos I manifiesta esa entrega a España y a los españoles.

    EL DIRECTOR

    Última edición por ALACRAN; 10/05/2019 a las 18:13
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Sobre las maniobras de don Juan mencionadas anteriormente, aquí una crítica del diario «Arriba» a su oportunista comunicado. Sorprendentemente, el autor usa el término “restauración” monárquica, cuando realmente defiende que se trata de auténtica instauración; la “monarquía del 18 de Julio” no era heredera de la vieja monarquía alfonsina, que cayó en 1931. (Los subrayados son míos).

    23

    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    Un comunicado inconveniente

    Editorial tomado del diario «Arriba» (25-XI-75)

    Resulta sorprendente que en el último párrafo del comunicado del Gabinete de Información de S. A. R. el conde de Barcelona se asegure que S. A. R. había decidido ahora guardar silencio en espera “a que sea oportuna una declaración más extensa”, cuando todo el Documento es una clara y reticente manifestación política aunque distribuida por el Gabinete de Información de don Juan de Borbón, que no reduce su gravedad. Este contrasentido resulta evidente. Teníamos la esperanza de leer un comunicado de S. A. R. el conde de Barcelona donde manifestara su gratitud al Generalísimo Franco y al pueblo español por la proclamación de su ilustre hijo, don Juan Carlos de Borbón, como rey de España.

    Gratitud al Jefe del Estado, en primer lugar, por haber sido el verdadero artífice de la restauración monárquica; por haber propuesto a las Cortes españolas -representantes de la nación- al nieto en línea directa de don Alfonso XIII como sucesor a la Jefatura del Estado a título de Rey, precisamente, y como gran objetivo, para que la edad y la formación del Monarca estuvieran muy lejanas del dramático suceso de la Guerra Civil, y porque en su patético testamento señalara su fe admirable en la institución monárquica y en el hijo de S. A. R. el conde de Barcelona con estas emocionantes palabras: “por el amor que siento por nuestra Patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido”.

    La homilía del cardenal primado de España, pronunciada en la plaza de Oriente, es un buen ejemplo de meditación para el hijo de don Alfonso XIII. En lugar de esta gratitud y reconocimiento exigibles, establece la inconveniente acusación al General Franco de haber ejercido un poder personal absoluto durante casi cuarenta años. Es sobradamente conocido que desde 1943, en que se establecieron las Cortes españolas, hasta su muerte hace pocos días, el proceso constituyente del Régimen ha significado una merma y limitación continuada de su poder –el más grande poder de adhesión tributado jamás por nuestro pueblo a un Jefe de Estado-, y que era transferido a todas las formas de representación, de deliberación y de decisión del país, que iban apareciendo en las sucesivas leyes, instituciones y organismos. Las propias prerrogativas y disposiciones transitorias que se habían reservado en la Constitución nunca fueron aplicadas.

    Tampoco se distribuye en este comunicado ninguna gratitud al pueblo español, que ha distinguido con su afecto y con su respeto durante muchos años a quien hoy es Rey de España, y quien recibió la ovación entusiasta el día de su proclamación y juramento en las Cortes españolas por los representantes de toda la nación y la adhesión fervorosa de la calle.

    Merece, por nuestra parte, respeto que S. A. R. el conde de Barcelona se considere heredero de Alfonso XIII y depositario de “un tesoro secular, cuyos deberes considera irrenunciables”. Sería una prueba de grandeza como padre y como descendiente directo del último Rey de España que esos derechos fueran transferidos a quien, a su vez, tendría que ser siempre, indefectiblemente, rey de los españoles. Queremos también recordar que la soberanía de un país no consiste, en el Derecho moderno, en que pueda ser otorgada por la institución monárquica, sino, por el contrario, es el pueblo quien se da a sí mismo la forma de gobierno que conviene a su destino. Esta es la verdadera muestra democrática y no otra cosa. El pueblo español mediante Referéndum, se constituyó en Reino en 1947, y en un marco de principios y de presupuestos políticos determinados que trataban evidentemente de que la monarquía secular contribuyera, con nuevo estilo, a la concordia definitiva, que tan magistralmente ha elegido como proyecto de su reinado el Rey Juan Carlos I. En 1969, las Cortes españolas, por una abrumadora mayoría de votos, aceptó la propuesta del Jefe del Estado para designar sucesor, a título de Rey, al hijo del conde de Barcelona. Por dos veces asumió en funciones la Jefatura del Estado, por enfermedad de Franco, y su familiaridad con los problemas y las circunstancias de nuestro país es evidente.

    Franco ha sido escrupulosamente respetuoso con la tradición y la legitimidad monárquica en nuestro país a la hora de proponer a la persona real, pero es bueno que quede constancia que si el rey es descendiente por razón familiar del último Monarca español, la forma monárquica de poder, la institución monárquica, la nueva Monarquía no es heredera de la vieja, sino que es una creación moderna y original por el contexto político en que aparece, por las adhesiones populares que recibe, por la contemporaneidad de circunstancias que la asisten y por el suceso histórico que la hace nacer.

    La mayor parte de los españoles conoce el copioso repertorio de declaraciones y manifestaciones de S. A. R. el conde de Barcelona y el servicio impagable de un Régimen que a veces impidió su divulgación para favorecer a personalidad tan respetable. Esta actitud hizo muy difícil al General Franco la restauración monárquica; por el contrario, la prudencia, la sabiduría, el realismo de su hijo don Juan Carlos, han sido un factor decisivo en aquella restauración. El derecho que reclama para que todos los españoles accedan a la soberanía nacional es el que han ejercido ahora, precisamente, en virtud de esa soberanía, para poner en el Trono a don Juan Carlos I, del que su padre, el conde de Barcelona, debe sentirse orgulloso, como lo estamos todos los españoles. Esto es ya irreversible, y sería especialmente positivo para la propia institución monárquica la desaparición urgente de pleitos de familia o de legitimidades ajenas a la decisión popular, que no harían otra cosa que contrariar al pueblo español, tan generosa y tan esperanzadoramente dispuesto a sostener un Régimen monárquico, que en 1931 se vio obligado, en la persona del Rey don Alfonso XIII, a abandonar el país por la espantosa soledad con que se vio rodeado. El pueblo español lo que desea es cumplir el Testamento de Francisco Franco, en el que se le pide que preste su apoyo y colaboración al Rey don Juan Carlos I. Y esto, resueltamente, el pueblo español está dispuesto a cumplirlo.

    «Arriba» (25-XI-75)

    Última edición por ALACRAN; 13/05/2019 a las 18:21

  7. #7
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)


    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975


    CRÓNICA NACIONAL

    24
    Los enemigos

    Que nadie se llame a engaño. Los enemigos de Franco son y seguirán siendo los enemigos del Rey, aun cuando ahora, por táctica, por estrategia, viertan sus loas al Monarca, y lógicamente traten de vender su actual “entusiasmo” institucional en pro de conseguir las ventajas materiales para trastocar el Sistema e implantar nuevamente en la comunidad nacional la partitocracia, el liberalismo trasnochado, el internacionalismo en sus dos vertientes: capitalista y marxista. Una realidad posible, que también, en ese supuesto derribaría, en el mañana más o menos lejano, nuevamente la Monarquía.



    Los desleales

    Que tampoco nadie se sienta en el futuro engañado por los desleales. Lo serán de la Monarquía, los que hoy lo son o recientemente lo han sido del Caudillo Francisco Franco y del Movimiento Nacional. Son esos que, en la prensa, en sus declaraciones, en sus cabildeos y reuniones reniegan, cual nuevos Judas de quien les encumbró, de quien les dio personalidad política, de aquel Caudillo insigne, al cual, en un pasado aún bien cercano, estos desleales perdían sus posaderas en continua carrera de adulación, y hoy se aprestan a repetir su triste condición con el Rey. Son los mismos, porque en su alma no cabe otra razón de existir más que la traición, el arribismo, la apetencia desmedida de encumbrarse y de poder.



    Simple aclaración

    Estamos escuchando desde el día 22 pasado, en la prensa, en la RTVE y por otros medios, a veces a cargo de voceros más o menos oficiales frases como “el nuevo Régimen que ahora se inicia”, “el nuevo Estado”.

    Pues bien, si no se conculcan las Leyes Fundamentales del Reino, el Régimen no ha cambiado, ni constitucionalmente puede cambiar. Se podrá hablar de nueva etapa política, de iniciación de un nuevo periodo. Sistema, de cualquier expresión en suma parecida, pero no de cambio del Régimen. Este Régimen hoy encarnado en la suprema magistratura de la nación por el Rey don Juan Carlos I es el mismo Régimen –si no se traiciona- que el fundado en razón de los ideales del 18 de julio de 1936 y hasta hace unos días capitaneado por el Caudillo Franco. ¿Está claro?



    Masones

    De gran tenida masónica podría calificarse la reunión en Madrid de altas personalidades políticas internacionales, con ocasión de la proclamación de don Juan Carlos como Rey.

    Masones tan conocidos como Giscard, el duque de Edimburgo, Scheel, Rockefeller, etc. se reunieron en la capital española, casualmente, dese luego, pero como forma también de patentizar que la secta –muerto Franco, su gran enemigo- estimaba ahora podría haber más posibilidades para sus turbios fines en el mañana de España. En un mañana que ellos quieren a su imagen y semejanza, a su servicio comprado en las conciencias de algunos.


    Ramón de Tolosa
    Última edición por ALACRAN; 15/05/2019 a las 12:23

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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Se denuncian actitudes traidoras y enturbiadoras; diagnóstico certero del articulista, si no fuera que el tan respetado Rey, se dejaba querer, precisamente, de ese fatídico bando de “enanos, cipayos y traidorzuelos” del que más adelante, al no atisbarse ruido de sables, se pondría al frente con decidido entusiasmo:

    25
    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    La prensa

    Auténticas náuseas da el leer en estos días los comentarios de una gran parte de la prensa nacional. En sus páginas se pone bien de manifiesto que es la hora de la pública aparición a la luz de los medios de comunicación social, de los enanos, de los cipayos, de los traidorzuelos, de los mal nacidos que, en impúdica salida de atropelladas ansias, tratan de correr, con desprecio de todas las normas de la ética social, en el gran maratón ahora iniciado en pos del futuro. De un futuro que ellos quieren a toda costa sea la consecuencia del derribo total del Régimen, del Estado del Movimiento Nacional fundado por Franco.

    Es un espectáculo indigno. Desde los que hablan ya del “nuevo Régimen” hasta los que dogmatizan como si la victoria del 1 de abril de 1939 no hubiese existido, al menos en su realidad histórica, y fuese el marxismo y sus imbéciles “compañeros de viaje” los que ya se dispusiesen a tomar el poder.

    Una prensa que coloca a los tradicionales enemigos de España ahora como fieles servidores de la Monarquía instaurada y a los auténticos gestores de la misma, a los excombatientes, a los hombres del Movimiento, a los españoles fieles a la voluntad del Caudillo, como enemigos de la Institución y peligrosos, por tanto, para el Rey.

    Es un deseo de cambiar los verdaderos papeles en la representación viva del quehacer comunitario, de la realidad social de la España de nuestra hora presente. Es algo así como querer hacer al Rey cómplice de sus tristes designios y vanamente tratar de engañarle en supuestas coyunturas inaceptables e imposibles para su honor, en razón a su propia dignidad personal, a su limpia historia de patriota y a sus juramentos libremente prestados.

    Es una prensa que publica aquello que tiene color contrario a la institucionalidad del Estado, pero calla impúdicamente aquello que tiene color contrario la realidad de lo que ocurre en su derredor. Que dice todo lo que contra el Régimen se escribe en el exterior, pero oculta o minimiza lo que de adhesión a la España del Movimiento Nacional surge más allá de nuestras fronteras. Así publica declaraciones de los “rojos” o de tantos “tontos útiles” existentes por ahí, pero nada escribe, no ya de los grupos políticos amigos de nuestra Patria, sino también las reacciones patrióticas de los españoles en el exterior, tal como la de esos obreros nuestros que en Lieja, indignados de lo que se decía contra Franco y su Régimen, días pasados, asaltaron –como corresponde a agentes con dignidad- los estudios de Radio Lieja, cuando esta emisora transmitía un programa insultante hacia la memoria del Caudillo.

    Una prensa que se atreve a decir que el fin de la Guerra de Liberación no fue el 1 de abril de 1939 sino el 22 de noviembre de 1975. Una prensa que sin tapujos habla ya de revanchas, de indignidades, de ataques a los símbolos más sagrados y califica hasta a las mismas Cortes del Reino como órgano al cual el Rey no debe acudir para nada.

    Una prensa, en definitiva, que entiende la concordia nacional, el Rey de todos los españoles, en sentido triunfalista para lo que en verdad esta prensa está sirviendo: el marxismo, la partitocracia y la masonería.

    Ramón de Tolosa

    Última edición por ALACRAN; 15/05/2019 a las 12:40
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    El editorialista señala que en cierta prensa (...la de siempre y como siempre) llegaban aun a manipular el testamento de Franco contraponiéndolo a los inmovilistas y ultraconservadores. Lo ingenuo era que, para remediarlo, se aconsejara a los patriotas (ultraconservadores) "agruparse en torno al rey Juan Carlos gritando ¡Arriba España!"...; si bien entonces nada hacía prever la felonía de éste.

    En resumen, más y más equívocos sobre lo que en realidad se estaba cociendo en las alturas

    26

    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    Testamento del Caudillo

    Creemos que pocos españoles bien nacidos habrán dejado de sentir un nudo dentro de su garganta al leer o escuchar el testamento político de Franco. En su texto las dos ideas centrales: Dios y España; la Iglesia y la Patria. Las mismas que a través de los siglos pretéritos movieron a Fernando III, Jaime I, Isabel y Fernando de Trastamara, Carlos de Gante, Felipe de Habsburgo y a tantos españoles que las tomaron como norte para forjar progresivamente y con indelebles rasgos la peculiaridad más acusada de esta comunidad asentada sobre la “piel de toro”.

    Quizá ninguna otra oración del Caudillo lo enlace tanto con la genuina historia de España como dicho testamento. Alguien escribió, refiriéndose a la indudable conmoción que tuvieron que producir en Franco los cambios experimentados durante el último decenio en la Iglesia, que el Caudillo había sobrevivido a su época. No es cierto. Franco, a juzgar por su testamento, había salido al reencuentro de la auténtica historia de su Patria, de la que Menéndez Pelayo quiso ser testamentario. Franco albergaba los mismos ideales de la nutrida legión de mártires y héroes caídos en la Cruzada que capitaneara. El veredicto de la Historia, cuando en el porvenir se enjuicie su obra, habrá de hacerse siempre desde la perspectiva de aquellos dos ideales eternos que, pese a los múltiples avatares de la trayectoria hispánica, aparecen siempre como guía de las mejores empresas. Nadie inspirado por ellos sobrevive a su época, porque las épocas pasan y los mismos permanecen.

    El testamento recuerda que “los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta”, y exhorta a fin de que “para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal”.

    No obstante lo unívoco de la interpretación, las actitudes inmediatas de bastantes órganos de prensa, tras la pérdida del Caudillo, han consistido en arremeter directamente contra el inmovilismo y los ultraconservadores. Al parecer, ahí se ve a los “enemigos de España y de la civilización cristiana”. Inclusive, cierto comentarista –cuya clarividencia es de sobra conocida en esta revista- se atreve a enarbolar el testamento contra los ultraconservadores e instrumentalizarlo –por medio de pintorescas alusiones al albaceazgo- para proporcionar respaldos políticos, que seguramente nunca se desearon por el propio respaldado ni en semejantes términos, ni mucho menos so pretexto de la luctuosa ocasión aprovechada.

    Quienes, en verdad, se propongan seguir las consignas que el Caudillo formulara en su testamento, seguro que sabrán apartar las tentaciones mezquinas y mantener la guardia frente a los auténticos “enemigos de España y de la civilización occidental”. Dejemos a los demás especular sobre las figuras del Derecho de Sucesiones y agrupémonos en torno del nieto de San Fernando, contestando al grito postrero de Franco con otro ¡Arriba España!, para laborar, sin desmayo, por la Patria, unida y en orden, garante de su propia grandeza y libertad. Porque, gracias a Franco y a los hombres que capitaneara, la historia del pueblo español tiene la posibilidad de volver a discurrir al amparo del lema: Dios, Patria y Rey. Esforcémonos todos en no desaprovecharla.

    EDITORIAL
    Última edición por ALACRAN; 18/05/2019 a las 20:25

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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    En el exterior, y aun de noche, colas kilométricas de personas de todo tipo para desfilar ante el féretro de Franco. Las mismas gentes que antes de dos años votarían al PSOE y similares como si tal cosa, y serían demócratas de toda la vida...

    27
    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    Francisco Franco ¡presente!

    Los turnos son de treinta. En columna de a tres y flanqueados por requetés –boina roja, camisa caqui- avanzamos por Bailén, desde Mayor, para entrar por la plaza de la Armería. Son las dos y media de la madrugada del sábado 22 de noviembre.

    Durante toda la noche el ir y venir ha sido constante. En el centro de la capital no se duerme. Junto a Capitanía, en el Consejo de Estado, se forman cada media hora los turnos de vela que han de acompañar al Caudillo en su reposo final, en el Salón de Columnas.

    Nada más subir las escaleras hay un cuarto muy pequeño donde nos preparamos para relevar al grupo anterior. Un antiguo divisionario nos explica que hay treinta banderas, todas ellas gloriosas en la Cruzada, traídas expresamente del museo del Ejército. Las hay nacionales, falangistas y de la Tradición. Banderas pertenecientes a regimientos, estandartes. Cada uno tomaremos la nuestra.

    -Los que seáis falangistas, que no os preocupe el coger una bandera del Requeté. Los que seáis requetés, que no os preocupe el tener una bandera falangista. Porque en estos momentos todos somos uno.

    Pasamos a un balconcillo interior del Palacio de Oriente. Justo enfrente, el guión de la Casa de Franco, al fondo, a través de un pasillo. Y luego, el general. Nosotros no le vemos. A mi lado, un miembro de la antigua Guardia Mora de Franco. Ha venido expresamente de Marruecos. Está serio, silencioso. Todos estamos serios, silenciosos. También tres carlistas; sólo hace una hora que han llegado a Madrid, desde Pamplona. A las ocho de la mañana tienen que estar de vuelta. Hay tres jóvenes falangistas. Hay tres requetés, muy jóvenes también. A alguien se le escapa una lágrima. En la vela sólo hay hombres.

    Los grupos que se han ido formando los componen hombres de todas las edades. En ellos hay marineros voluntarios, ex divisionarios, alféreces provisionales, sargentos provisionales, legionarios, requetés, falangistas y muchos más que, uniéndoles el solo afecto y reconocimiento a Franco, el Caudillo, se han acogido a la posibilidad ofrecida, para velar al siempre Generalísimo.

    Los hombres de la escolta de Franco –uniforme azul claro, cordones blancos, boina blanca permanecen quietos, estáticos, junto a las puertas de acceso al Salón de Columnas. A veces, por el medio de las gentes que avanzan con paso lento esperando dar el último adiós al Caudillo, suben a una muchacha enferma, en silla de ruedas, o a una señora muy mayor que apenas puede caminar por sí misma.

    La oración musitada, ese Padrenuestro, acude a nuestros labios. Luego, y tras el nuevo relevo, vamos también a desfilar ante él. En nuestra mente, un pensamiento único: Francisco Franco ¡presente!

    Javier BADÍA



    Última edición por ALACRAN; 18/05/2019 a las 20:30

  11. #11
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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Unos días para la historia... así se contaba entonces. Muy interesante el detalle sobre el simbolismo de los cuatro escudos de latón en los lados de la tumba.

    28

    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975


    TODO ATADO

    Y automáticamente, el jueves 20 de noviembre, el Consejo de Regencia –Rodríguez de Valcárcel, Cantero Cuadrado y Salas Larrazábal- entraba en funciones. Y el todavía Príncipe Juan Carlos era promovido a Capitán General de los Ejércitos y se restablecía el registro de la familia real, suspendido desde 1931, cuando la proclamación de la República. Asimismo se declaraba inhábil el sábado 22 de noviembre de 1975.

    El jueves, en El Pardo; viernes y sábado, en el Palacio de Oriente; domingo, en la Santa Cruz del Valle de los Caídos. El jueves, en la calle, en el trabajo, junto a transistores y aparatos de televisión; ediciones especiales arrebatadas de los quioscos; un poco huérfanos, como desvalidos, y las primeras lágrimas y las primeras oraciones. Viernes de entereza; las primeras horas esperando para el último adiós. En el sábado se fundan las emociones. “Franco ha muerto. ¡Viva el Rey!” Algunos han pasado doce y catorce horas para ver al Caudillo. Pero no importa. Una vez más, no importa. El domingo, la respuesta, como en todos estos días, es del pueblo. La plaza de Oriente, a rebosar. A las diez, la misa, monseñor González Martín oficia; el pueblo respetuoso y en silencio. Después, en el Valle de los Caídos. Son las dos de la tarde. Cien mil personas. Hay excombatientes, hijos de excombatientes, nietos de excombatientes. Lágrimas y sollozos de despedida. El último adiós.

    Estos días ha lucido el sol. Hasta el lunes. También el tiempo ha querido acompañar. El viernes y el sábado, largas colas serpentean por las calles de Madrid. En algunos momentos se alcanzarán los treinta kilómetros. Hay establecida una zona de silencio en los alrededores de la Plaza de Oriente. Sólo se oye, por los altavoces, música sacra. El sol proyecta sombras alargadas y hace frío. Para el viernes por la noche, la zona de silencio se habrá ido agrandando. La Puerta del Sol, plazas y calles adyacentes, ya están ocupadas. El espectáculo es increíble. Es el único plebiscito. El verdadero, frente a todas las presiones exteriores e interiores. La capacidad de convocatoria del caudillo, de Franco, no se ha terminado con su muerte. Ahí está la respuesta.

    EL VIERNES ESPERANDO…

    En las calles de Madrid ha aparecido un bando: “Que la Plaza de Oriente, tantas veces plaza mayor del alma de España, sea ahora la plaza de nuestro profundo y último homenaje al que por siempre ha de permanecer en nuestros corazones”.

    En Holanda no habrá luto oficial.

    Ya se anuncian las primeras representaciones extranjeras. De Europa, de América del Norte, del Centro y del Sur, de Hispanoamérica, de casi todo el mundo. El Príncipe, todavía Príncipe, los va recibiendo. Al día siguiente, será Rey de España. Rey del 18 de Julio. El Rey de la continuidad: nunca del cambio. También el Rey de todos los españoles, no de ningún “bunker”…

    Mientras, la subversión no ha descansado. Panfletos con un sinnúmero de contenidos, han regado las calles y el metro de Madrid. También unas poesías de Pablo Neruda: el rehabilitado, el que ahora se vende en las librerías. Y el alcalde de Oyarzun, asesinado. ETA se atribuye el atentado.

    Dos millones de pegatinas: “Juan Carlos I Rey de España”. Forma circular y colores nacionales.

    El viernes, las agencias dan la noticia de una manifestación silenciosa, “un millar de madrileños, aproximadamente”, que ha recorrido el centro de la capital. Enseñas nacionales. También muchos distintivos de Fuerza Nueva. Han rezado un Padrenuestro por el alma del Caudillo en la Plaza de Oriente. Luego se disolvieron.

    EL SABADO EN LAS CORTES…

    El hecho histórico, trascendental, fue el sábado a las 12,30 de la mañana: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional”. El Rey fue aplaudido cuando dijo: “Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado” (…)

    Fuera, en la calle hay una gran pancarta que dice “Viva el Rey”. Y un gran aplauso, cerrado, incontenido de emoción y lágrimas, para Franco, en las personas de sus hijos y nietos, que se encuentran arriba, en el balconcillo del hemiciclo.

    Inmediatamente los reyes se trasladan al palacio de Oriente; es su primer acto como tales y último tributo de oración y respeto a Franco. El desfile de las gentes ha sido interrumpido. El Rey da la orden para que el pueblo no cese en su homenaje…

    A últimas horas de la noche del sábado, 300.000 personas habían pasado por el Salón de Columnas; para la mañana del domingo, ese número habría ascendido a casi 500.000 personas. El sábado por la noche, la última y corta noche, la familia dispuso que la capilla ardiente fuese bajada al pórtico. El tiempo que quedaba era mínimo para que desfilasen ante el féretro las personas que hacían su espera en la fría noche madrileña.

    Al acabar el Rey su primer discurso a la nación, y fuera, en el salón de conferencias de las Cortes, da la mano a todos y cada uno de los miembros del Consejo de Regencia, Gobierno y Consejo del Reino. Dicen las crónicas que al llegar ante José Antonio Girón de Velasco, consejero del Reino, que vestía camisa azul, el Rey rompió el protocolo y le dio un fuerte abrazo. En el curtido rostro del falangista la emoción se hizo ostensible.

    El sábado por la tarde, radio y televisión daban el mensaje de Juan Carlos I a las Fuerzas Armadas: “Quiero renovar hoy el juramento de fidelidad a vuestra bandera, símbolo de las virtudes de nuestra raza, y prometeros, una vez más, servirla y defenderla a cualquier precio de los enemigos de la Patria”.

    La tarde siguió tranquila. Las colas interminables. El silencio, el mismo. El respeto, también. La tristeza y la tranquilidad, las mismas. A las seis de la tarde, ya es de noche.

    DOMINGO, EN EL VALLE…

    La autopista de Villalba, camino obligado para ir de Madrid al Valle de los Caídos estaba, en tramos cortos, con parejas de la Guardia Civil. Sobre las nueve y media y diez de la mañana van llegando los autocares, gentes de toda España, de todas las provincias. Falangistas, requetés, marinos, alféreces provisionales, excombatientes, mayores y menos mayores; pequeños y menos pequeños; camisas azules, boinas rojas, todos unidos para la despedida final. 100.000 personas. Como un solo hombre. En Cuelgamuros, donde Franco, un día, decidió que había de levantarse el gran monumento.

    Mientras, en la capital, a las diez de la mañana, la misa de “corpore insepulto”. Presiden los Reyes de España. Asisten las representaciones extranjeras. Doña Carmen Polo, la señora, presente ante los restos de su esposo, llora. Oficia el Cardenal primado [mons. Marcelo González]. Participa el pueblo entero, en cuerpo y alma. En la homilía, nuevos ahogos en las gargantas: “En este momento en que hablan las lágrimas y brotan incontenibles las esperanzas y los anhelos de toda España el patriotismo, como virtud religiosa, no como exaltación apasionada, pide de nosotros que levantemos nuestra mirada precisamente hacia la Cruz bendita para renovar ante ella propósitos individuales y colectivos que nos ayuden a vivir en la verdad, la justicia, el amor y la paz, exigencias del reino de Cristo en el mundo”.

    Antes los obispos Setién e Infantes Florido se habían cebado en otras palabras, no precisamente como las del primado, con defensa policial ante la indignación popular. Después, los honores militares y el ondear de pañuelos, miles de pañuelos que lloraban su tristeza, las oraciones musitadas, y también el “Cara al Sol”, y los brazos en alto y los gritos de “Franco, Franco, Franco”. Y el toque de silencio, como nunca, estremecedor. En un coche militar, el féretro; después, la comitiva. Delante de todo, un caballo en solitario.

    A la una y diez de la fría y soleada mañana del domingo, llegaba la comitiva al Valle de los Caídos. El féretro, cubierto con la bandera nacional, era llevado a hombros por la familia de Franco. Detrás, el Rey encabezaba la comitiva. Por los altavoces se oyó repetidas veces, “silencio, silencio”. Pero los gritos de “Franco, Franco, Franco” eran cada vez más estentóreos. Sollozos y gemidos. El “Cara al Sol”, una vez y otra. El “Oriamendi”; el himno legionario, “Yo tenía un camarada”. Las voces con carácter de urgencia, repiten insistentemente “silencio, silencio”. Pero no quieren callar. No. “Ahora, bajo el cielo limpio de la sierra, ¿por qué hemos de callar’” dicen sus antiguos soldados.

    La tumba es de granito revestido de plomo. Los escudos, grabados, son de latón. Sobre la cabeza, el de España, su norte. A los pies, su guión, el de los tiempos de legionario, el que luego adoptaría como Caudillo, su entrega. A la derecha, el escudo de capitán general, su devoción. A la izquierda, el yugo, las cinco flechas y los tres luceros, vértebra de su Estado. Muy cerca, a pocos metros, la tumba de José Antonio. El guerrero ya reposa. Fuera de la basílica se oye por tres veces el grito unánime: “¡Caudillo Franco! ¡Presente!”. Lo cubre tonelada y media de granito.

    Y DESPUÉS…

    Por la tarde, la primera audiencia del Rey es para la Hermandad Nacional de Combatientes, que preside José Antonio Girón. Son las siete de la tarde. Va con ellos José Solís Ruiz. José Antonio Girón habló de la lealtad y de la confianza, y dijo entre otras cosas: “venimos de enterrar a quien nos condujo a la victoria y nos llevó a la paz. Francisco Franco ha traspasado el pórtico de la historia universal, Su recuerdo y su inmanencia pertenecen al patriotismo sentimental de España”. El Rey contestó con breves palabras: “Hoy ante vosotros, que fuisteis sus soldados, rindo homenaje a su memoria; y creo que la mejor forma de interpretar su legado es marchar sin detenernos hacia objetivos de justicia social, que den fortaleza y unidad a nuestro pueblo”. Continuidad.

    La noticia está en los periódicos. Alrededor de 700 periodistas nacionales y extranjeros han sido los que han cubierto la información de la muerte del Caudillo y de la proclamación del Rey. Muchos de ellos han salido ya para sus respectivos países. La nota ridícula y penosa la han dejado entre nosotros. Uno de los enviados especiales de un país nórdico llegó con la intención, encargada por su propio medio, de fotografiar las represiones policiales. Al cabo de quince días de espera sin éxito y ante una llamada urgente de su lugar de origen y ante sus vanas explicaciones, tuvo que volver, fracasada su misión. Otro enviado se encontró con una bofetada y los abucheos y la indignación de los españoles que, esperando pasar a ver a Franco, fueron sorprendidos ante la pregunta de que cuanto cobraban por su larga espera.

    Nunca jamás a ningún Caudillo, a ningún Jefe de Estado le fue rendido semejante tributo, admiración y respeto por un pueblo agradecido. Eternamente agradecido. Ni menos adhesión oficial a altos niveles de otro mundo que nunca supo o quiso comprender las razones supremas de una España que tenía que ser fiel a sí misma. Franco murió abrazado a su pueblo. Misión cumplida.

    Los actos programados terminaron en San Jerónimo el Real con la misa de Espíritu Santo [para Juan Carlos]. A ésta asistieron los más altos dignatarios de las naciones que antes habían enviado sólo a ministros o vicepresidentes, destacando las delegaciones francesa y alemana, con los presidentes de la República en cabeza. La parada militar y la recepción en el Palacio de Oriente culminaron las jornadas. El pueblo, una vez más, estuvo en la calle.


    REDACCIÓN F. N.



    Última edición por ALACRAN; 22/05/2019 a las 18:53

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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Blas Piñar a Radio Nacional de España;

    29
    Revista FUERZA NUEVA, nº 465, 6-Dic-1975

    Blas Piñar, sobre el futuro, a Radio Nacional de España

    “Ver el futuro es algo que corresponde a los profetas. A los que no lo somos nos cabe solamente el estudio de la realidad en que vivimos y de la realidad que nos circunda, para, a partir de ellas, no predecir, sino atisbar de algún modo los acontecimientos.

    Con esta base, a mi manera de ver, el futuro estará garantizado en España en la medida que: 1) no haya ruptura política o social, sino desarrollo y evolución homogénea; 2) en que las fuerzas de marcado signo nacional se aglutinen y respalden la continuidad; 3) en que la Monarquía, fiel a su legitimidad de origen, busque ese respaldo militante, sin aturdirse ante campañas que con pretexto de ampliar la base acabarían erosionando el Sistema.

    En todo caso, estimo que la subversión, ante el espectáculo de serena lealtad que a la memoria y a la obra de Franco ha ofrecido el pueblo español, lanzará dos ofensivas: una de terror, pretendiendo desmoralizarnos, y otra de penetración ideológica y táctica, son el propósito de engañarnos.

    Para hacer frente a una y otra ofensiva de “los enemigos de España y de la civilización cristiana”, los españoles y quienes hayan de dirigirlos, deben, con un gesto de dignidad y con las palabras de Franco en el recuerdo, permanecer alertas”.

    (24-XI-75)




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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Mons Guerra Campos, para la diócesis de Cuenca, impone a todos los sacerdotes durante una semana la lectura obligatoria del testamento espiritual de Franco durante las misas:

    30

    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 465, 6- Dic-1975


    Comunicación del Dr. Guerra Campos

    El obispo de Cuenca, monseñor Guerra Campos, al conocerse la noticia del fallecimiento del Generalísimo Franco, dirigió a sus sacerdotes la siguiente comunicación:

    “A los amados sacerdotes de la diócesis de Cuenca:

    Francisco Franco, Jefe del Estado español ha muerto. Vivió y murió como hijo fiel de la Iglesia. Fue servidor excepcional de la Iglesia madre y de España. La Iglesia y la sociedad civil española están en deuda con él. Justo es que le lloremos, le expresemos nuestra gratitud y ofrezcamos por él oraciones, y sobre todo el sacrificio eucarístico, al que el ilustre difunto dedicó siempre su ejemplar devoción.

    En sus últimos días, Francisco Franco ha podido asociar a la pasión de Cristo, en comunión con Santa María, sus propios padecimientos, llevados con notoria piedad cristiana; que el Señor los haya aceptado como purificación de su servidor para la vida eterna.

    El escrito póstumo o testamento espiritual del Jefe del Estado español, que acaba de hacer público el presidente del Gobierno, es una página admirable, digna de que como católicos y españoles la meditemos con reverente atención.

    Mando a los queridos sacerdotes encargados de todas las parroquias de la diócesis:

    1. Que todos los días, desde hoy hasta el domingo próximo incluido, se haga en hora oportuna un toque funeral de campanas.

    2. Que, como previo acuerdo con las autoridades locales y convocado el pueblo, todas las parroquias celebren un solemne funeral litúrgico por Francisco Franco Bahamonde."

    3. Que para recibir la lección de nuestro hermano en la fe, y como homenaje extraordinario a quien hizo posible en España la continuidad de la predicación y del culto de la Santa Iglesia católica –durante el funeral prescrito, bien dentro, bien al final de la santa misa, se lea ante los asistentes el mencionado testamento espiritual. Los que quieran leerlo después de la proclamación del evangelio, en el lugar habitual de la homilía, quedan autorizados para hacerlo”.


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    Re: Revista ‘Fuerza Nueva’: de la muerte de Franco a la Constitución (1975-78)

    Qué obispos tan distintos, quedaban aún en la Iglesia de entonces. Tempus fugit.
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