Revista FUERZA NUEVA, nº 147, 1-Nov-1969
HOMBRES DE IZQUIERDA QUE SIRVIERON A LA UNIDAD NACIONAL
Al margen de la idea generalizada acerca de la alineación de las izquierdas clásicas en relación a los separatismos, es lo cierto que hubo y hay entre ellas ciertos sectores inclinados netamente a la idea de la unidad como valor sustancial por encima de consideraciones localistas o de partido.
Entre ellos destacamos el librito de Antonio Zugazagoitia, “PANFLETO ANTI SEPARATISTA”. Madrid, 1932, surgido en plena calentura del Estatuto catalán; el lector conocerá algunos de sus párrafos en estas páginas.
La figura del líder radical, D. Alejandro Lerroux, que aparte veleidades tácticas y actitudes subversivas que no cabe escamotear, fue siempre fiel al servicio de la unidad, lo mismo cuando era “joven bárbaro” y “emperador del Paralelo” que cuando alcanzó la jefatura del Gobierno. En la misma página insertamos un fragmento de su manifiesto autógrafo dirigido a los españoles en el instante crítico en que la Generalidad de Cataluña proclamó el Estat Catalá; momento dramático en el que D. Alejandro estuvo a la altura exigida, mereciendo un lugar de honor a la hora de hablar de la unidad de España.
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Antonio Zugazagoitia “PANFLETO ANTI-SEPARATISTA EN DEFENSA DE ESPAÑA”. Madrid, 1932
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2. Lo que es el regionalismo separatista
(…) “Es necesario ante todo, desenmascarar al partido caciquil catalanista que se disfraza de izquierdista; obligarle al menos a que tenga la franqueza y el valor de su negro reaccionarismo, como lo tienen, por ejemplo, sus compinches carcas de otras provincias”. (Página 24)
“Aun suponiendo que el regionalismo no sea una asquerosa maniobra de oligárquicos cerrilismos, farisaicamente apoyados por cómplices lacayunos: aunque fuera una verdad, no por ello dejará de ser una verdad cerril, lugareña y retrógrada” (Página 21).
3. Consecuencias del Estatuto en la región
“Por el Estatuto, la región quedará herméticamente clausurada, sustraída inquisitorialmente a toda influencia de fuera que pueda sacudirla de su sopor y hacerla revivir. Será también expoliada, expurgada de su unidad futurista, ideal, para hacerla caer zafiamente en su pura unidad de origen zoológico. La dirección del móvil se invertirá, será trasladado de adelante atrás… la población se escindirá en castas separadas por inexpugnables barreras lingüísticas, formales, formativas, económicas… A esto llama el separatismo -mintiendo descaradamente como de costumbre: ¡Las libertades regionales!”
“De ninguna manera los partidos revolucionarios deben hacerse cómplices de parejas tropelías, que atentan a la universalización nacional; nunca deben coadyuvar a desunir lo que está unido, a sembrar la discordia donde ya hay comprensión, paz y fraternidad, pues con ello traicionan malvadamente la causa del porvenir y de España”. (Página 51).
4. Consecuencias del separatismo para el pueblo
¿Qué significará esta fechoría del separatismo para el pueblo? Ante todo, aislamiento, desigualdad, ignorancia, esclavitud, explotación. Como resultante de ello, un formidable obstáculo para su marcha emancipadora y ascendente, pues allí donde no pudiera aniquilarla el secesionismo, al menos la hará recular una enormidad. Téngase en cuenta que ya el separatismo de por sí, por cuanto tiene de organización anacrónica y antigualla troglodítica, no puede reportar ventaja ninguna a los cuantiosos tiempos nuevos, forjados para inmensos contactos sociales, incompatibles con las zoológicas divisiones de cubil infrahumano, de humanidades primitivas”.
(…) “El primer efecto del separatismo (su mismo nombre lo denuncia) será separar más al pueblo, dificultar aún más sus comunicaciones y aislarlo de sí mismo”. (Página 41).
5. Las diferencias de raza y de clase
“¿Pueden los revolucionarios aceptar a estas alturas -sin negar el supremo humanismo de sus principios de universalidad e igualdad- las repulsivas diferencias de raza, los distingos de clase, los estancamientos, separaciones y privilegios inhumanos que pretende cínicamente imponer el regionalismo?”
(…) Con esta superchería del canallesco supuesto racial, los reaccionarios separatistas lo que buscan miserablemente es eludir el cumplimiento de sus deberes nacionales de cooperación, solidaridad, trabajo en común, responsabilidad y sacrificios mutuos” (Página 35).
6. Tarea revolucionaria para la unidad
Lo primero que urge a las fuerzas revolucionarias liberales es el derrumbamiento de fronteras idiomáticas y políticas, la lubrificación de los medios de influencia comunicativa, pues sólo en la universalización radica la emancipación del hombre y del pueblo. Y ¿cómo se logrará esto, si en vez de obrar sobre un plano nacional, ampliamente accesible a la comunicación por su comunidad de régimen lingüístico y estatal ha de jadearse, por el contrario, sobre territorios intransitables, obstruidos de fétidos pantanos políticos y dialectales?” (Página 29).
(…) Sea el lema del izquierdismo fomentar una formidable coherencia nacional y abajo todo autonomismo que no fluya rectamente la comunidad nacional y que suponga una segregación fratricida. Libertades sin límites, pero libertades sólo valiosas porque encaucen y orienten toda acción autónoma exclusivamente hacia España, hacia la soberana y poderosa comunidad grande.” (Página 20).
7. Federalismo de izquierdas
“Cuando las izquierdas hablan de federalismo no lo hace en el sentido minoritario, pulverizante y angosto con que el separatismo lo invoca, mirándose exclusivamente el ombligo: sino por el contrario, en un sentido máximo, mayorista, de acrecentamiento y unidad” (Página 29)
(…) No se puede hablar con razón de federalismo, sino en grande y de cara al porvenir (por ejemplo, la federación de la Península Ibérica y de los Estados hispánicos ultra-atlánticos), pero nunca como ideal de clausura o corraliza y de cara al pasado” (Página 30).
8. Importancia de una lengua nacional
“Nada crea una sensación tan encarnizada de diferencia y oposición como la frontera lingüística. Impone fatalmente una incomunicación más invencible que todas. Y además como se trata de una frontera biológica incorporada al propio ser de la criatura, se identifica en la misma y se hace de esta suerte inexpugnable” Página 63).
(…) Por medio de la lengua nacional para todos y principalmente para el pueblo (que importa mucho más que ictéricos literatos, hambrientos burgueses y rastacueros políticos) se facilita a la nación entera (sin estaciones ni murallas locales, sino sobre un popular y democrático pie de igualdad) la mutua compenetración, la comunicación moral, imposible en medio de la confusión de lenguas. La lengua grande lleva al pueblo a comunicar con el exterior, con la nación, con el continente, con su fraternal mundo obrero: constituye de esta suerte un glorioso instrumento de emancipación y de libertad” (Página 65).
(…) ¿Puede ignorarse o desdeñarse sin incurrir en grave responsabilidad, la importancia de contarse ya en España con una lengua ecuménica, que a su vez favorece esa unidad de cultura con que la revolución necesita capacitar al pueblo para el asalto victorioso de superiores posiciones sociales?” (Página 73).
9. Responsabilidad de las izquierdas
“De nuevo hay que reprochar a las izquierdas el apoyo internacional que han prestado a los separatistas en cuestiones tan fundamentales para la formación del espíritu de un país, como son la lengua y la educación. Desgarrar una y otra es la mayor felonía que se puede perpetrar contra la integridad de un pueblo” (Página 65).
10. Exaltación de las regiones
“No; la defensa de la lengua y de los intereses nacionales no implica en ningún modo, como se propala con perversa intención, odio ni aborrecimiento algunos. Antes al contrario, el fomento de los valores nacionales es un propósito enhiesto, henchido de profunda compenetración moral”.
“Como la exaltación nacional levanta a un plano superior las regiones, cuanto en ellas permanece latente queda libre y en trance también de un posible futuro nacional… Así, y no de otro modo -que sería valetudinario y postizo- han ascendido a lo nacional los sumos crecimientos regionales. Y en esto consiste, después de todo, no sólo la historia de nuestro país, sino la del mundo entero” (Página 106).
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